Ruta por los alrededores de Cáceres. La Sierra de la Mosca

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En una ciudad pequeña como Cáceres tenemos la suerte de contar con un conjunto de caminos y senderos naturales, agrarios o de servicio, que nos permiten recorrer los alrededores de la urbe caminando por el campo; rutas muy variadas que el ayuntamiento ha recogido en pequeñas guías, 10 en total, que son una propuesta fantástica para disfrutar de la naturaleza sin alejarnos demasiado del centro urbano. Esto puede ser una paradoja pero en Cáceres vivimos casi en el campo, aunque estemos en el centro. Es la alternativa que ofrece esta pequeña capital de provincias. La web del ayuntamiento tiene publicadas esas 10 rutas que se pueden consultar en este enlace: http://turismo.ayto-caceres.es/rutas/natural
Nosotros hemos realizado una de ellas, la que parte de la Ribera del Marco y rodea la denominada Sierra de la Mosca, lo que en Cáceres conocemos como La Montaña (patrona de la ciudad). Es una ruta variada que nos llevará por la zona de huertos urbanos de la Ribera, por los aledaños de la ciudad monumental con fantásticas vistas, por las antiguas Minas de Valdeflores y por las traseras de la Sierra donde antaño exisitó un hospital de tuberculosos que hoy está en ruinas.

Partimos de la denominada Charca del Marco o Fuente del Rey, en esta zona el agua ha servido, durante muchos siglos, para regar las numerosas huertas de la Ribera del Marco, así como para mover molinos o suministrar aguas a tenerías, batanes o lavaderos de lanas.
Hasta 1993 la Charca ofrecía la imagen de un basurero. Sucesivas intervenciones han embellecido su entorno hasta convertirlo en un pequeño y agradable parque.

Dejando las calles, aunque paralelo a ellas, discurre un camino muy utilizado por los cacereños para pasear o acceder a sus propiedades y que nos lleva hasta la conocida como Fuente Fría. Situada en un paraje atravesado por la vereda o “La Troncha” que conduce a la Montaña. En 1964, una orden del Gobernador civil, permitía al vecindario su utilización; cosa que no ocurrió con las demás, clausuradas por estar contaminadas. En la actualidad, los cacereños siguen acudiendo a ella para abastecerse de agua, ya que tiene gran calidad por su naturaleza silícea (procede de la infiltración en las cuarcitas de La Montaña) así como propiedades diuréticas.

Siguiendo este camino dirigimos nuestros pasos hacia la barriada de San Marquino, en la parte baja de la Sierra, un barrio muy popular con excelentes vistas de la ciudad monumental.

Estamos en la Ribera, una zona de gran riqueza porque está la parte más baja de Cáceres y porque está bañada por numerosas corrientes de agua que la mantienen como una tierra muy fértil y todavía en uso agrícola. Para quien no conoce la ciudad sorprende que en pleno centro y junto a su parte antigua continúen en uso estos huertos que hacen tan especial este pequeño vergel conocido como la Ribera del Marco. Hace unos años se pusieron, por parte de varios colectivos, una serie de iniciativas en marcha para ponerla en valor y recuperarla, una manera de hacer presión en contra de la especulación inmobiliaria a la que estuvo sometida en los días de exaltación del ladrillo y de la que todavía no se ha librado totalmente. Aunque parezca mentira, estamos a cinco minutos del centro.

Recorremos parte del barrio de San Marquino, única puerta de subida al Santuario de la Montaña y muy transitada por todos aquellos que, a diario, realizan la ruta que sube hasta la ermita. Caminamos junto al conocido como Cerro de la Butrera, o de la Buitrera, que de las dos maneras se le conoce en Cáceres. El camino está bien marcado y no ofrece dudas
Mirando atrás es palpable que, a pocos metros de las últimas calles de San Marquino, ya estemos en pleno campo. La Parte Antigua nos sigue ofreciendo su imagen majestuosa
Descendemos el cerro e iniciamos el camino bordeando ya la Sierra de la Mosca que llevaremos a nuestra derecha hasta llegar al Portanchito, visible desde cualquier punto de la ciudad debido a las antenas de telefonía móvil instaladas en él.
La cercanía a Cáceres propició en los años 60 que se comenzasen a construir demasidas segundas viviendas que han proliferado tanto por la umbría como por la solana de la Sierra. Quedan resquicios de lo que fue originalmente un poblado bosque mediterráneo

La belleza natural contrata con este sendero completamente vallado donde la variedad de construcciones hace patente el discutible gusto de algunos de sus propietarios. No quita que sea una zona tranquila y excelente para tener una vivienda de recreo. Hoy ya no se puede construir más, en teoría.
Enfrente, el bosque conserva coletazos de su antiguo esplendor y ofrece imágenes más libres de los cambios que produce la mano del hombre. Curioso porque nos encontramos a apenas dos kilómetros de la ciudad

Es una zona muy rica en su subsuelo que tuvo en el s.XX una enorme actividad minera. Se explotó a mediados del siglo pasado para extraer casiterita (óxido de estaño), mineral que se presenta en filones de cuarzo de pequeño espesor.
El peligro de derrumbamientos hizo que la Dirección General de Minas cerrara las instalaciones a comienzos de los años 90, impidiendo su entrada, por lo que sólo se puede acceder a las escombreras. Quedan apenas restos de los antiguos edificios de la explotación.

Salvados de la imparable especulación de estos terrenos pegados a Cáceres, aún se pueden encontrar antiguas contrucciones ganaderas que, ahora, gracias al cambio de mentalidad se van recuperando.
Tras este primer tramo el sendero transcurre por pequeños olivares aún en explotación. No es raro encontrar por la zona rebaños de ovejas o vacas que pastan por estos parajes donde la actividad agrícola es más que patente. Una delicia.
Esto explica la existencia de charcas para el ganado que dibujan esta curiosa imagen. Hemos superado la Sierra de la Mosca y nos disponemos a iniciar la ascensión hasta El Portanchito.
Frente a nosotros se asoma magnífico el Cerro del Milano, es una opción de la ruta ascender hasta arriba y disfrutar de las magníficas vistas que ofrece de los Llanos de Cáceres, el pantano de Guadiloba y la ciudad de Cáceres desde este lado. Nosotros lo hicimos en una ruta anterior, en esta ocasión preferimos dejarlo a un lado

Volviendo la vista, vemos el camino recorrido y esta panorámica del Portanchito, con sus antenas, Y de la Sierra de la Mosca, al fondo.
Volvemos a una zona saturada de chalets y pequeñas fincas, pero con zonas boscosas más densas
Iniciamos el ascenso al Portanchito por un pequeño camino, ya en lo alto la visión nos retiene…
…al fondo quedan los Llanos de Cáceres, una zona declara ZEPA, Zona de Especial Protección de Aves, frente a nosotros el bosque mediterráneo resiste la presión de la ciudad.
El camino se estrecha por un sendero que nos acerca hacia La Montaña, primera parada de la ruta.
Cáceres por el este sigue creciendo, los interminables Llanos y, al fondo, la Sierra de Gredos
Las fincas cierran el camino y, de cuando en cuando, hay que bordear el sendero. Puertas al campo.
Salimos del camino y por momentos nos incorporamos a la carretera que sube al Santuario donde haremos una parada para reponer fuerzas.
Es una carretera muy transitada por todos aquellos que pasean por la zona, está muy bien preparada, con acerado e iluminación. Una alternativa de ruta periurbana con vistas magnificas y con algunas pendientes pronunciadas, aunque es fácil de hacer.
Nosotros hacemos un pequeño alto, desde la plataforma del santuario, Cáceres es una fotografía completa
Retornamos la marcha y volvemos los pasos, de nuevo, hacia el Portanchito, esta vez por el camino que recorre la solana de La Sierra de la Mosca, por el oeste

Esta zona está más virgen, al menos en la parte más alta son menos habituales las construcciones, aunque un poco más abajo la proliferación de casas ha convertido los caminos en calles.
Bajamos hacia la ciudad ahora por este lado con la visión de Cáceres y contemplando como las urbanizaciones lograron crecer hasta los pies mismos de la Sierra, afortunadamente la crisis del ladrillo ha frenado ese avance, pero el daño está hecho
Desafortunadamente algunos tramos de camino se han asfaltado, aseguran que para prevenir incendios, pero más bien para uso de propietarios de terreno. Este descenso si es notable
A este lado, Cáceres ofrece otro visión más limpia con el Cerro de los Romanos al fondo, todavía virgen porque se trata de terrenos militares, aunque estos prados que contemplamos ¿cuántos años aguantarán el crecimiento demográfico. En primer término la falda de la sierra y una enorme cantera que ha degollado la montaña haciendo una herida irreparable
La ruta casi ha terminado, se escucha el ruido de la ciudad y al llanear las estribaciones de Cáceres y sus fincas se hacen más patentes
Nos acercamos a la ciudad todavía disfrutando del campo, es magnífico estando tan cerca. Así bajaremos hacía un antiguo molino de aceite que se está conviertiendo en Espacio de Creación Jóven y que junto a otras nuevas iniciativas ecológicas de la mano de la Universidad Popular están cosiguiendo darle vida a esta parte entre urbana y abandonada
En esta ocasión despedimos la temporada en torno a una mesa donde brindaremos por las experiencias recogidas y los lugares conocidos. El grupo de senderismo Catelsa Cáceres se mantiene, con sus altas y bajas, pero logramos reunir a un nutrido grupo de amigos que seguimos disfrutando del paisaje y de lugares poco inaccesibles si no es a pie. Brindamos. Para nosotros es obligatorio parar, los rigores del verano extremeño hacen desaconsejable realizar senderismo hasta mediados de septiembre o en los primeros días de octubre. Vacaciones a nuestras rutas que iniciaremos en el próximo otoño, cuando comience a verdear el campo y sea un placer volver a disfrutar de la compañía de todos, andando Extremadura.-
©vicentepozas.junio2011

Ruta a la Laguna de La Nava de Gredos

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Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

Aunque el blog esté dedicado a Extremadura, he extendido un poco los brazos y me he situado en la frontera con Castilla León, justo en el límite que nos une con Ávila. Lo he hecho para subir hasta una de las Lagunas de Gredos, la de La Nava de Gredos, que está por encima de Guijo de Santa Bárbara, en la comarca de La Vera; en el ascenso al Trabuquete, si continuáramos el camino hasta la cumbre, llegaríamos hasta ella. Nosotros hemos encarado la subida por La Nava de Gredos un poquito más alla de la localidad de Barco de Ávila. Llegar es sencillo: si atravesáis el Valle del Jerte, después de Tornavacas se llega a Barco de Ávila y desde allí hasta La Nava de Gredos. También se puede acceder por Bejar, haces más kilómetros pero es más rápido, aunque te pierdes el Valle del Jerte.
La Ruta está señalizada y suele haber senderistas haciéndo el camino. Hay un aparcamiento preparado para dejar los vehículos y comenzar una ruta dura, dura pero muy muy bonita.

El panel de señalización que hay al comienzo ya nos informa de que son 9 kms hasta la cumbre y otros tantos de bajada. 18 kms de dificultad alta. Es una ruta de montaña. Y merece la pena.

Esta vez del grupo de senderismo de Catelsa fuimos pocos, una docena nos preparamos a ascender, la dureza de la ruta desanimó a mucha gente que habitualmente acude a las rutas. Y después de terminarla, debo confirmar que no es para menos

El camino comienza suave, los primeros kilómetros se hacen por un sendero transitable incluso para vehículos y con pequeñas pendientes, así vamos calentando piernas. Un paseo flanqueado por robles y pinos que hace muy agradable estos primeros metros

La visión de la cumbre nos avisa de que el camino es largo. Allí arriba donde hay nieve es donde dirigimos nuestros pasos

Mientras tanto, disfrutamos de esta senda fresca y vamos empapándanos del olor de la montaña
Porque arriba está esperándonos la Laguna de la Nava. Un día que comienza con cielos despejados y una temperatura agradable
Kilómetro y medio después llegamos a un pequeño arroyo salvado por el Puente de la Yunta. Nos quedan todavía un par de kilómetros de camino antes de afrontar la ascensión más dura
Aunque algunos repechos nos van preparando

Como digo, no somos los únicos que vamos haciendo la ruta.

La montaña arriba, nosotros abajo todavía
Inmenso paisaje que nos enseña la belleza y la grandeza de Gredos, un Sistema Central que convierte a las comarcas del norte cacereño en tierras tan especiales y tan ricas
Así, el camino va desapareciendo poco a poco y afrontamos los últimos metros de un sendero que, a partir de ahora, habrá que seguir guiados por las señales que dejan los montañeros que nos han precedido
De momento, el camino cuenta con señalización en la ruta, los postes nos indican que seguimos el camino correcto
Un paisaje de montaña que convierte la ruta en un paseo más que agradable y enriquecedor
Empequeñecidos ante semejante tamaño, la montaña de cerca todavía es más montaña
En fila, como una caravana que intuye un camino que hay que recorrer, disfrutando de una naturaleza cuyo sonido protagonizan aves y agua. No hay más ruido, ni siquiera el de nuestros pasos

Mojones de piedra comienzan a guiarnos por este prado encharcado de agua para garantizar el pasto al ganado
Nos vamos dispersando a medida que ascendemos y la subida se va endureciendo

Vuelves la vista hacia atrás y ves el camino recorrido, o lo intuyes, atraído por el constante sonido del agua que nos acompañará durante toda la ruta
Es primavera, también en Gredos, y los piornos están en flor.
La Fuente de Losa, nos refresca la garganta, dejamos el agua mineral que nos venden y la cambiamos por los verdaderos manantiales. Mientras tanto, la montaña avisa y muestra las primeras nubes en el cielo

Así se ve la subida, buscando la única entrada que permite la sierra

La montaña te envuelve y cuando parece que ya estás casi arriba, descubres que aún no has empezado a subir.

En esta pequeña hornacina que venera a alguna virgen comienza el ascenso de verdad, quedan apenas tres kilómetros pero el desnivel es mucho, tanto como el esfuerzo que nos queda para culminar la cumbre.

Impresiona tanta belleza
Ahora en silencio afrontamos el camino más duro. Arriba nos espera la Laguna
A ratos el sendero, construido en piedra, facilita el ascenso y deja ver la pendiente
Si te paras a mirar te ves rodeado de agua…
…y de piedra.
Laderas imposibles que parece inaccesibles
Aunque afortunadamente entre la piedra siempre hay un camino que facilita la subida.
Es imposible abstraerse. La montaña no te la imaginas hasta que no estás en ella
Una inmensidad que fluye como el agua que baja hasta el llano y que nace aquí arriba, de la nieve

Porque cuando te fijas en la imagen tomas consciencia de qué pequeño eres en este escenario

Tienes que buscarte entre la piedra para saber que estás y comprender porqué tienes que guardar respeto a la montaña

Casi estás arriba, pero sigues subiendo. Ves la cumbre, pero no alcanzas a tocarla. Las fuerzas no son las mismas y cada paso es un esfuerzo enorme por mantenerse sobre las piernas

Miras hacia atrás y te sorprendes ¿cómo he llegado hasta aquí? y Te vuelves a fijar y descubres dos figuras abajo y eres consciente de la pendiente y de la dureza del camino
Y de repente ves la pared de la presa, construida en los años sesenta para garantizar el agua al ganado y no logras entender cómo fue posible levantarla
Sobre la pared de la presa, convertida en un pequeño jardín, descansamos del esfuerzo y saboreamos la hazaña. Es hora de reponer fuerzas.
La Laguna, rebosante, no para de recibir agua de los neveros que la flanquean
Una nieve que resiste, en estos primeros días de junio, en la cumbre de la montaña. Hemos subido hasta los 2000 metros de altura, partimos de los 1200 metros de altura; pueden parecer pocos, pero ese desnivel es inmenso.

Nosotros, en familia, dejamos testimonio de que lo hemos logrado. Hemos conseguido coronar la Montaña de Gredos y recordaremos siempre la Laguna de La Nava
Pero no debes confiarte, porque resta el descenso, desandar lo andado y con las fuerzas mermadas castigar las rodillas mientras vamos bajando
Este paisaje se quedará en la retina. El cielo se ha cubierto y tras de nosotros amenaza lluvia. Es lo que tiene la montaña, en cinco minutos has pasado de un cielo azul a un aguacero
Yo no puedo evitarlo y me voy parando a cada momento, mi cámara echa humo.

Cuando llego abajo, miro el panel informativo y no dejo de pensar en el camino. Cuando lo has terminado no sopesas la dificultad, ni en el cansancio. Miras el trazado y en el dolor de las piernas te llevas un trozo de Gredos pegado Ha sido un regalo para terminar la temporada senderista hasta después del verano, obligados por el calor del estío extremeño que te aparta del camino. La idea de subir Gredos nos envalentona y hablamos de ascender al resto de Lagunas en Gredos.

Es lo que tiene la montaña, una vez que la subes quieres volver a hacerlo. Siempre.
Ahora entiendo a los montañeros que siempre suben más alto y más difícil
Gredos te llamará de por vida.

©vicentepozas. Junio2011

Ruta por el Tajo Internacional en barco

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La propuesta es recorrer en barco una de esas zonas extremeñas, en este caso también portuguesa, que se ha descubierto al público no hace mucho; se trata del denominado Parque Natural del Tajo Internacional, situado en la raya/a raia hispanoportuguesa y cuya riqueza natural y su belleza son comparables a zonas más conocidas como Monfragüe.
Se acaba de poner en marcha la posibilidad de recorrer parte del río Tajo en barco, en concreto justo antes de la frontera portuguesa y aprovechando la presa de Cedillo que convierte este tramo en navegable.
La página web con toda la información es: http://www.barcodeltajo.com/ ahí hallaréis los detalles de las rutas que se ofrecen que en resumen son dos: desde Herrera de Alcánta a Cedillo, hacia el oeste; y desde Herrera de Alcántara a Santiago de Alcántara, hacia el este, este ruta está limitada a ciertos meses debido a la nidificación de aves.
Nosotros hicimos esta ruta en abril. La ruta es Herrera-Cedillo-Herrera. 2 horas de duración en un camino de ida y vuelta que merece la pena realizar. Una experiencia navegable que nosotros decidimos complementar con una pequeña ruta a pie: La Ruta de Mari Loza, muy bien indicada, un paseíto de apenas 5,5 kilómetros que nos hará descender desde el pueblo hasta el embarcadero y que nos mostrará la inmensa riqueza de estos riberos del Tajo.

La ruta parte de Herrera de Alcántara por la calleja de Mari Loza, para dirigirse a un mirador a orillas del Tajo primero y al embarcadero después, desde donde se puede acceder a un segundo mirador junto a un grupo de casas de antiguos pescadores. Es una ruta corta muy agradable de practicar, aunque supera algunos desniveles bastante pronunciados y en algunos tramos discurre por una senda estrecha.

Agrupados en torno a un cafe mañanero nos disponemos a comenzar la ruta

Herrera de Alcántara es un pueblo tranquilo situado, como dicen en la página del barco,en la aguzada punta con que Extremadura pica el costado luso, se localiza un territorio único por su belleza, desconocido y emocionante. Una tierra poblada desde tiempos inmemoriales, regada por un río sagrado que antaño nos separara y que hoy vuelve a unir a españoles y portugueses en la anhelada Iberia saramaguiana: el Tajo Internacional, o Tejo Internacional, si lo miramos desde el otro lado, es ahora más que nunca un desafío, un modelo de esfuerzo común; la última frontera natural de la vieja Europa.

Aunque comienza entre olivares, se trata de la ruta de mayor interés botánico del Parque Natural, con la más notable representación de vegetación de umbría de los riberos

Otra de las sorpresas de su recorrido es la Raya. Esta orilla del Tajo es España, al otro lado Portugal. lo que se observa a lo lejos es la localidad portuguesa de Malpica

Un pequeño paseo que comenzamos en lo alto de estos riberos y que nos llevará hasta la misma orilla del Tajo.

Las fronteras que ha puesto el hombre no existen para la tierra, ni para nuestros ojos que son conscientes de la inmensidad de este paisaje, sin preocuparse de quién es su titular

Otro atractivo de la ruta lo conforma el hecho de que se halla perfectamente interpretada con pequeños atriles que contienen información de carácter botánico, por lo que podemos considerarla como un itinerario temático.

Una ruta curiosa que nos conduce por pequeños vericuetos, caminos estrechos que descienden suavemente.

Una sencilla ruta apta para los más peques que se animaron, atraídos también por el viaje en barco

Si enfrente de nosotros la tierra presenta bancales dedicados al cultivo, en la parte española podemos observar el bosque mediterráneo en estado puro

Suavemente seguimos el sendero

Admirados por una primavera que muestra la tierra en su mejor momento

La reina del bosque mediterráneo, la jara en flor

El Tajo se muestra tranquilo, sujeto por el embalse de Cedillo y encajado entre ambos países


Al fondo ya descubrimos el embarcadero del Tajo

Y seguimos. Como ya he contado una de las sorpresas de la zona son los paneles que nos explican cada una de las especies de flora…. y no son pocas

Nosotros, casi sin darnos cuenta, hemos alcanzado el río

Las especies de árboles y plantas nos siguen sorprendiendo

Junto a la orilla, pequeños puentes de madera facilitan el paso y hacen más bello el camino

Rodeando la orilla, nosotros también ponemos color al paisaje, aunque sea efímero

El camino se estrecha y nos obliga a caminar en fila, vigilando nuestros pasos

Ello no impide que descubramos la grandiosidad de un paisaje en sus pequeños detalles

Y así llegamos a nuestro destino, el embarcadero del Balcón del Tajo, una invitación a navegar por este inmenso río antes de que funda sus aguas definitivamente en el Océano Atlántico

Aquí llega el barco de su viaje, ahora nos toca a nosotros.

El barco tiene algo más de 16 metros de largo, o de eslora y algo más de 5 metros de ancho, o de manga. Ofrece la posibilidad de viajar en el interior o en la parte de arriba. para que nadie se pelee, nos van cambiando cada cierto tiempo y todos disfrutamos de la vista. Los guías, fantásticos, nos irán explicando, detalles de la ruta, de la zona, de la historia, de su gente. Fenomenal trabajo, no tanto para nosotros que conocemos la zona, pero para quien viaje desde fuera es muy clarificador.


El paisaje, desde el agua, es otro. Ahora la sierra está arriba y nosotros abajo.


Este es el embarcadero desde el que hemos partido. Se está arreglando para convertirlo en un pequeño centro de interpretación con todo tipo de servicios para los visitantes, de momento está en obras.

En esta imagen se ve a la perfección la diferencia entre España y Portugal, a la izquierda España con el monte virgen y en estado natural, a la derecha Portugal y la tierra aprovechada para uso agrícola, lo que se observa son olivos.

Hasta la orilla bajan los pinos que pueblan la parte portuguesa y que han ido desapareciendo

Esta es la parte española, jara, retama y pequeños arbustos en un paisaje denso

Y esto es Portugal, bancales y olivos

Las sorpresas hay que buscarlas, pero llegan. Un nido de cigüeña negra empollando huevos. En la ruta hay dos nidos.

Es un día claro, hace calor, pero se respira una paz magnífica, el viaje es de lo más tranquilo, no te cansas nunca de mirar.

Llegamos a la mitad del viaje. Esta es la presa de Cedillo y aquí damos la vuelta y regresamos

Como ya he contado el barco es cómodo, dentro cuenta con todo lo necesario para hacer el viaje más que agradable, incluso una pequeña barra para tomar un refrigerio.

En algunas partes del río es más que visible la mano del hombre y la suciedad que generamos
Miesntras tanto, los guías no paran de ofrecer información. El trato muy agradable, consiguen que el viaje sea ameno.

Arriba, dentro, delante… te puedes mover por el barco con toda libertad
El viaje llega a su fin y el embarcadero, como una pequeña aldea, nos espera
Un más que recomendable viaje por las estribaciones de la Sierra de San Pedro, por la riqueza de las aguas del Tajo que nos recorren de este a oeste. Un proyecto que, gracias a Europa como casi todo, hoy es una realidad que disfrutaremos, espero, durante mucho tiempo El barco además ofrece un montón de servicios, incluida la posibilidad de comer en Portugal o España. Permite incluso que alquiles el barco para dar una cena o convite de boda o para un Congreso, una onomástica. En fin, multitud de posibilidades.

Nosotros nos conformamos con ser de los primeros en disfrutar del viaje. Y contarlo.

vicentepozas.2011

Paseo por el Cáceres más monumental. Ruta por Cáceres

La definición de pasear nos dice, entre otras acepciones, que es la acción de ir andando por distracción o por ejercicio.
Andar, es pues por definición, ir de un lugar a otro dando pasos.
Caminar, entonces, es andar una cierta distancia.
Deambular es una forma de andar o caminar sin dirección determinada.

Deambular por Cáceres es andar por la historia, pasear sobre las piedras, caminar hacia el pasado.
Esta es la propuesta: pasear por Cáceres y deambular por sus calles.
Desde lo alto, esta es una ciudad como muchas. Una ciudad mediana, tranquila, un enclave del oeste español. Ni muy habitada ni demasiado aburrida. Ideal para vivir.

Sólo cuando te fijas hay algo que destaca, algo diferente, sobresalen almenas, torres desmochadas y campanarios de su ciudad antigua.

El equilibrio de una ciudad que conserva su lado más rural, que sorprende gratamente.

Recorrerla andando es una invitación a disfrutar de su conservación, la que le valió hace muchos años el título de tercer conjunto monumental de Europa…

Y que hoy se alza como Ciudad Patromonio de la Humanidad

Y así nos acercamos para verla más cerca.

Mucho más cerca. Casi para tocarla.Porque el recinto amurallado de Cáceres contiene el conjunto de arquitectura civil y religiosa más importante del Renacimiento español que se conserva intacto en nuestros días.

Edificios que nos retrotraen hasta finales del siglo XIV, cuando se construyeron la mayoría de sus palacios que fueron reformados en su inmensidad durante el siglo XV y el siglo XVI.

Palacios, casonas, iglesias y conventos que componen este decorado conservado por la historia. Años que podemos pisar.
Historias que podemos imaginar en un medievo difícil para quien no ostentaba apellido o escudo

Una historia que castigaba traidores, como se refleja en sus torres, muchas de ellas desmochadas a mediados del siglo XV por orden de los Reyes Católicos como vergonzante castigo a las facciones aristocráticas opuestas a su causa, son un callado testigo de los conflictos nobiliarios que asolaron a la Extremadura de fines de la Edad Media.

Torres y campanarios hoy habitados por la imponente cigüeña, omnipresente alado, dueña de los cielos extremeños

Palacios que guardan un pasado judío que quiso ocultarse y que hoy, felizmente, ha vuelto a ser protagonista. Lo dicen sus rincones.

Una ciudad vigilada. Sorprendente en cualquier detalle.

Altiva como su arquitectura señorial de grandes palacios. Hay que pasear por el suelo mirando al cielo

Reconocer en sus blasones las casas de nobles y señores. Sorprenderse con una arquitectura equilibrada de trazos geométricos

Trazada intramuros para defenderse. Hoy es un delirio pasearla.


Descubrir qué se esconde tras cada filigrana, leer quién fue el señor de cada palacio

Cómo es posible tallar la piedra con tanta delicadeza. Siempre hay una forma y un porqué

Y un templo con campanas que demuestra que el poder, al fin y al cabo, siempre fue de la Iglesia

Torres como cilindros que miran al cielo. Redonda. Del linaje de Los Carvajal.

O la Iglesia de San Francisco Javier, templo jesuita de estilo barroco construido en el siglo XVIII

En Cáceres cualquier rincón es historia y nos permite imaginar los años cuando las plazas se abren a sus palacios

O se intuyen en sus calles y se averiguan en sus cuestas

Siempre hay una calle y un palacio y una gárgola que cuentan una historia.

Una ciudad amurallada por los almohades, vigilada por torres albarranas con nombres que certifican su historia y la de sus protagonistas

De piedra o de barro dejan constancia de las fortificaciones que se levantaban en tiempos de guerra constante y de rivales eternos
Una muralla que sigue protegiendo el recinto intramuros de un enemigo más peligroso: la barbarie y el desconocimiento que invitan a ignorar la historia

Torres albarranas que contaban con fosos y barreras que desaparecieron con la presencia de casas. Esta muralla debió de tener 4 puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales.

Afortunadamente muchas de ellas se van recuperando y pueden ser visitadas. Forman parte de este paseo y ofrecen una imagen admirable del recinto medieval.

Que nos enseña sus palacios coronados de belleza, en un tiempo en que la ostentación era poder.

Demostrar el linaje era cuestión de altura.

Abajo, la plebe luchaba por sobrevivir. La plaza de San Jorge que nunca existió hoy es una referencia.


Una plaza coronada por la Iglesia de San Francisco Javier o Preciosa Sangre, un espacio multiusos robado al rezo en favor de la cultura.

Una cultura recreada que, de vez en cuando, toma las calles monumentales de la ciudad antigua para delirio de todos.

Un espacio que quiere recrearse en su memoria evocada. Que imita el ambiente medieval.

Rincones convertidos en un plató perfecto para viajar en el tiempo

Si como invitado a esta cuidada puesta en escena aceptas las viandas que te ofrezcan sus anfitriones, eres bienvenido.

O si el clero quiere que confieses tus pecados y purifiques tu alma y tu espiritu perdido.


En busca de una paz que se acentúa con la tarde y una luz mágica nos invita a imaginarnos envueltos en sabrosas historias.

Héroes de leyenda. Caballeros en lance que se enfrentan a las damas. Espada en mano

Caballeros apostados esperando el final más conveniente a su enredo amoroso. Así paseamos por la historia.


Recreada en cada palacio que descubre su pasado cristiano y árabe

Actores, carros de comedia, autos de fe representados en una plaza para purgar nuestras culpas

Historias de amor entre nobles y plebeyos. Lances ocultos a los ojos del amo y señor que no habría de consentirlos


Así, el paseo tranquilo por la monumental Cáceres se convierte en sorpresa, ya sean mercados, fiestas medievales, recreaciones renacentistas, teatro clásico…

…los mercaderes se apuestan en estas plazas para ofrecer su remedios milagrosos.

E incluso adquirir armas para el lance. Prepararnos para la lucha.
En ocasiones es la música la que hace de mágico anfitrión cuando sus calles se llenan de trovadores de este siglo. Nómadas y mercantes.


Música llegada de todos los rincones del mundo, como en otros tiempos llegaban las personas del otro lado del mundo

Un gran escenario de conciertos que ha llegado a boca de todos. Es tiempo de Womad

Es tiempo para invadir la calle, las iglesias. Tiempo para el gozo

Música, arte y danzas del mundo han venido hasta Cáceres. Siempre en mayo.

Para dejarse llevar en este paseo por sonidos que desconocemos y que, en ocasiones, nos son familiares


La música convertida en escenario de artistas locales es otra propuesta que merece ser paseada

Cualquier cosa es posible, hasta el anacronismo.
Un recorrido bañado por el agua que suaviza este camino constante

Un tiempo de amigos, para pararse a escuchar, a ver, a ser vistos

Porque a veces la magia se dibuja a luz de las velas

Cáceres se humaniza dibujada por las luces de cera que endulzan sus formas y suavizan su contorno
A la luz de las velas cualquier fotografía es posible


Caulquier motivo es bueno para deambular por la ciudad antigua


Y es difícil repetir la escena. La paciencia dibujada vela a vela


Un sueño que en Cáceres no repetiremos, pero que disfrutamos

Para el recuerdo nos queda la pasión que pusimos y los puntos de colores
Esta ciudad es más que un empeño. La luz permanece en cada una de sus torres


Para el visitante la ciudad se dibuja orgullosa, presume de su linaje e invita a su paseo

Un paseo por el Cáceres más monumental, una ruta por el Cáceres más histórico y más orgulloso. Una invitación a pasear por una ciudad regalada por los años. En cualquier época del año, Cáceres es una disculpa perfecta
©Vicente Pozas. Cáceres 2011

Ruta Castillo de Azagala. Alburquerque

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Nos hemos trasladado hasta una zona de escarpadas sierras, de una riqueza infinita, de una belleza que te inunda, te aplasta. Fronteriza. La Sierra de San Pedro. Es como un gran escondite que guarda tesoros que se van transmitiendo celosamente de habitantes a viajeros. Una tierra bañada por ríos, castillos, grandes haciendas, pueblos, tradiciones y caminos que nos llevan y nos traen por buena parte de la historia de Extremadura. Sus castillos dan fe de que fue zona defendible, la raya de papel, la maldita frontera que nos separa. Nosotros vamos a conocer una de estas fortalezas, desgraciadamente abandonada y expoliada poco a poco, una telaraña en tiempos en los que la prisa y el dinero condicionan parte de nuestra memoria que aquí, en estas murallas, se va cayendo sin vergüenza de nadie.
La ruta hasta el Castillo de Azagala que despidió a sus últimos moradores allá por 1995 y que hoy, abandonado, sigue imponiendo un respeto silencioso cuando se recorren sus patios o se asciende a sus torres. Son 15 kilómetros fáciles de hacer pero de una belleza magnífica. Jaras, roquedos, agua y un castillo para recibirnos. Para iniciar la rura nos trasladamos a Alburquerque y una vez allí buscamos el camino de la Presa de la Peña del Águila. Hay varias opciones para hacerla, una es llegar hasta la presa y recorrer los poco menos de cinco kilómetros que hay hasta la fortaleza, nosotros hemos preferido una ruta algo más larga que nos haga disfrutar de la zona. Partimos de un enclave, indicado del que parten varias rutas, nuestro camino, Ruta 1, Castillo de Azagala

Iniciamos la marcha en una zona ganadera, explotada y con una dehesa limpia y cuidada, los caminos están arreglados y facilitan la caminata. Recién comenzamos.

Al dejar las fincas más abajo, comenzamos una ligera subida por un terreno algo más escarpado que nos recibe con la jara en flor y con un olor que lo inunda todo. Huele a Extremadura, debe ser algo así cuando lo piensas

Pequeños repechos que para el caminante son una delicia, pues de repente, se descubre un paisaje nuevo, una sorpresa que anima a seguir andando

Nuestro asombro venía del cielo esta vez, una bandada de buitres leonados, cada vez más habituales en Extremadura, sobrevolaba nuestras cabezas.

Descansaban tranquilos sobre las rocas, jugando en el vuelo y disfrutando, seguro, de mejoras vistas que nosotros.

Aunque, como queda demostrado, nosotros no podemos quejarnos. Inmenso terreno, una alfombra de jaras que se pierde a la vista.

Así descendemos otra vez hacia la dehesa, un sube y baja a la vista que nos hace caminar en silencio

Ha sido un invierno lluvioso, el camino se interrumpe invadido por el agua, un pequeño arroyo se convierte en un obstáculo insalvable…

…aunque siempre hay una alternativa

Salvado el escollo, pisamos ahora una dehesa de foto, preciosa en este tiempo en el que los colores y olores nos van empujando…

Es tiempo de flor de jara en Extremadura

Las indicaciones en pizarra; estamos cerca de Villar del Rey, tierra de ellas, nos dicen que llevamos el camino correcto. Reagrupamos senderistas.
Una piara de ibéricos nos observa indiferente, más preocupados en comer y engordar para mayor gloria de futuras exquisiteces.

La dehesa es autosuficiente

Nosotros seguimos informados. La Ruta se va construyendo.

La dehesa se va dibujando de primavera obligada de marzo. Estalla la flor en cuanto el frío se retira. Esta tierra es así de agradecida.

Traspasamos las muchas puertas del campo para afrontar el camino hacia el castillo.

Y la presa de la Peña del Águila aparece ante nuestros ojos, recoje las aguas del río Zapatón entre Villar del Rey y Alburquerque

Al fondo el castillo de Azagala ya nos vigila… y nos llama.

Hasta allí ascenderemos para abrumarnos con la belleza de la zona en un día gris pero delicioso.

No somos los únicos, un grupo de ciclistas recorre el camino que lleva hasta el castillo.

Nuestro paso es tranquilo, la dehesa nos arropa y no hay prisas por conquistar la fortaleza

Allí arriba, la vida es otra. Los espiritus de los años y de quienes aquí vivieron nos andan llamando.

Ahora lo que viene es la subida, y esa sí es insalvable.

Mientras tanto el pantano se muestra a la vista. A 5 Km de distancia de la localidad de Villar del Rey, se abastece del río Zapatón. Fue construido en el año 1903 e inaugurado por el Rey Alfonso XIII. En el año 1988 se llevaron a cabo obras importantes para poder almacenar más agua para el abastecimiento de Badajoz capital y poblaciones del entorno. El muro antiguo quedo sepultado por las aguas y aún se pueden divisar sus castilletes emergiendo de las aguas en los años de sequía. Abundan la carpa común y royal, barbos , bogas y black-bass, haciendo frecuentes repoblaciones de carpas y black-bass.

La Fortaleza de Azagala está cada vez más cerca

Algunos, en avanzadilla, van llegando a sus puertas ¡ah del castillo!

El pantano sigue creciendo a medida que continuamos subiendo

Hemos llegado a Azagala. En la misma línea natural del castillo de Alburquerque, se yergue soberbio y majestuoso el castillo, mitad fortaleza, mitad residencia de nobles y campesinos.

Dicen las crónicas que en un principio, el señorío de Azagala formó parte del » Alfoz » o distrito de Badajoz. Más tarde lo tomaría en posesión D. Juan Alonso de Alburquerque para dejarlo a D. Martín Gil de Sousa; Este a su vez, en 1312, ante la oposición de su cuñado Alonso Sánchez, lo lego a su sobrino D. Pedro Castro. En 1373, recibió el castillo el Infante D. Sancho que lo donó en 1416, a su hija Dª Leonor de Castilla, condesa de Alburquerque y reina de Aragón, de quién lo heredaría en 1426, su hijo, D. Enrique, el Infante de Aragón. Recuperado el señorío de Azagala por la Corona, esta la cedió a D. Alvaro de Luna. A su muerte, en 1461, el Rey D. Enrique IV lo devolvió de nuevo a la Orden de Alcántara. D. Alonso de Monroy, Clavero de la dicha Orden, conocido con el sobrenombre del » Sansón Extremeño, falleció en Junio de 1511 en la fortaleza a la edad de 92 años. En 1750 la Encomienda sería comprada por D. José Gómez de Terán, Marques de Portago.

Nosotros hicimos una pequeña foto de familia desde la torre del homenaje que aún se conserva

Yo también estuve, y esta vez dejo constancia de ello

Era imposible abstraerse y no llevarse guardada la imagen de esta fortaleza que quizá no volvamos a ver pues se encuentra en un estado de total abandono y en proceso de ruina galopante.

Detalles de su pasado glorioso, impresos en mármol. Tarjetas de visita de las familias que habitaron estas almenas.

Tiene forma rectangular y se divide en tres recintos. La puerta de acceso al recinto principal, ante la que se extiende una explanada con barbacana, se ofrece entre dos torres, la de la izquierda pentagonal y la otra cuadrada, y se abre al oeste, mediante un arco adovelado, de medio punto.

Los restos de la antigua iglesia deteriorados. Muebles que seguramente valdrían una fortuna se caen de vergüenza y de abandono.

Es de destacar la torre de Armas, cuadrada de dos plantas, levantada con granito y mampostería.

Nosotros tratamos de imaginar cómo sería la vida en otros tiempos del medievo o en algunos no tan lejanos, al fin y al cabo estuvo habitado hasta hace algo más de 15 años

Privilegiado entorno, y difícil seguro, en una tierra donde la vida es lo bastante dura, las comodidades no han existido nunca, no era vivir por lo que se luchaba, si no por sobrevivir y es que este castillo fue, seguro para muchos, una cárcel de oro.

Su lugar es un promontorio que permite que nuestra vista disfrute de las escarpadas sierras. Esta en la que se levanta el castillo se conoce como Sierra de Santiago

Dejamos estas galerías silenciosas y ruinosas, admirados por la construcción, pero enojados por que tan rico patrimonio caiga en el abandono, sea público o privado, nadie debería permitir que la historia cayese al suelo estrepitosa y olvidada para arrepentirse cuando ya nada pueda hacerse.

Desde semejante atalaya el paisaje no entiende de fronteras ¿cuántos ojos habrán defendido este enclave?

Por encima de nosotros las grandes rapaces mandan en el cielo. Estamos vigilados.

No tienen prudencia ante nuestra presencia y hacen del vuelo raso nuestra compañía y admiración

Se quedan mirando desafiantes, atentas a nuestros movimientos. Mientras damos cuenta de nuestras viandas

Repuestas las fuerzas, iniciamos el descenso. Guerreros que hemos sido por un rato; príncipes y princesas de ese cuento infantil con el que siempre hemos soñado, y decepcionados al comprobar que la historia no siempre tiene un final feliz. El de esta fortaleza es el de desaparecer.

Las dehesas de esta zona de Extremadura son especialmente bonitas, onduladas, limpias y de una fauna y flora de libro.

Nosotros vamos descendiendo al valle, para retornar al camino

En la dehesa deshacemos lo andado, disfrutando de otro paisaje mediterráneo y exclusivo

En una primavera especialmente bella que contradice a los agoreros que, año a año, nos anuncian que un tiempo tremendo se llevará todo lo nuestro. Que vengan a Extremadura.

Quienes conocen la idiosincrasia del bosque mediterráneo, disfrutan de estos meses, uno o tal vez más, en los que estos campos se muestran inmensos, hay una paz indescriptible y parece que hasta los relojes se paran cada cinco minutos a descansar del tiempo
La Jara es un manto de flores que protege la tierra de la erosión y el tiempo y que anuncia con flores que el calor extremeño ha llegado
Es difícil caminar por el campo y luego no contarlo. Este es el propósito. reflejar en imágenes los colores que se descubren andando Extremadura. Los caminos se conocen cuando se recorren a pie. Los grandes viajeros nunca han tenido prisa. Nosotros tampoco, caminando a unos 4 kilómetros a la hora, tenemos tiempo para descubrirlo todo, y así lo contamos. Que conste.
Vicente Pozas. Abril 2011

Ruta por la Red de Caminos Naturales. Cáceres-Valdesalor

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

La Red de Caminos Naturales de España sigue creciendo, en Extremadura algunos se están señalizando ahora, es el caso del Corredor Cáceres-Badajoz, cuyos tramos se están arreglando; nosotros hemos relalizado la etapa Cáceres-Valdesalor, un pequeño paseo de 11 kilómetros desde la ciudad de Cáceres hasta su pedanía que además, y por ser como un barrio de Cáceres, nos permite regresar en autobús urbano.

La ruta la inciamos en la salida de Cáceres a Mérida, N-630, en la conocida como zona del Ferial con una señalización bastante clara. Es una zona de muchos paseos, pegada a Cáceres y se peuden ver muchos caminos, pero es fácil seguirlos


La zona es utilizada para todo tipo de deportes, en la ruta también es fácil ver gente corriendo, en bicicleta o andando.
La zona coincide con la vía pecuaria que delimita la Cañada Real de la Vía de la Plata y con parte del camino de la Ruta de la Plata que enlaza con el Camino de Santiago.

El Camino Natural del corredor Cáceres-Badajoz describe un trayecto de 176,3 km, comienza aquí como digo, al S del casco urbano de Cáceres hasta finalizar al O de Valverde de Leganés, aproximadamente a 30 km al S de la ciudad de Badajoz.


Como contaba se está señalizando, ya se han instalado paneles que, imaginamos, en breve contendrán la información necesaria sobre el camino natural.

El comienzo permite ver toda la infraestrucutra minera cacereña frente a nosotros.

A un lado el santuario de la patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña

Al fondo, la parte antigua de Cáceres

E incluso algunas explotaciones ganaderas que funcionan todavía. Es la suerte de vivir en una pequeña ciudad que conserva algunos de sus encantos
El camino es fácil seguirlo, la señalización está muy bien situada
Avanzamos dejando la ciudad a nuestra espalda

A escasos kilómetros de Cáceres, la actividad ganadera se hace presente es un camino que aún se utiliza para labores agrícolas y ganaderas

Es una tierra que todavía produce, labrada y limpia.

Al fondo, el Cerro de los Pinos, el camino despejado nos lleva hasta el cruce con la N-630
No pude resistirme ¿Hay algo más inútil que piscinas en vertical?

Detrás las minas de Cáceres, la carretera que lleva a Mérida y que tenemos que cruzar para seguir camino

Cerca de la ciudad estas sierras casi virgenes esconden vestigios de los primeros pobladores de Cáceres. En la denominada Cueva de Santa Ana, un equipo capitaneado por el arqueólog Eudald Carbonell investiga la presencia de homínidos del Paleolítico medio. Además es zona militar y no se puede pasar, claro.

Nada más cruzar la señalización indica este cruce de caminos. Aunque al comienzo indicaba 7 kilómetros hasta Valdesalor, aquí ya se coorrije, esta es más correcta según el GPS, efectivamente llevamos 7 km y quedan 4 para llegar.

La finca la Camellas, nombre de este pequeño cerro que ahora bajamos hasta el pueblo

El paisaje sigue siendo muy rico con una dehesa bastante más despejada y abierta

Nosotros andamos ahora por una zona pizarrosa donde la senda se hace algo más estrecha
Cruzamos de nuevo y ya aparece la Finca de El Trasquilón con su singular edificio
Es una zona despejada de árboles dedicada a los pastos. Esta es una zona muy ganadera

Ganado vacuno
Ganado ovino que se une a la ruta

En un paisaje que nos adentra en la zona ZEPA, Zona de Especial Protección de AVES, que llega bastantes kilómetros más allá

Nosotros llegamos a Valdesalor. Fin de la ruta. Un pequeño pueblo de colonización de la década de los 60 que hoy es un barrio de la ciudad de Cáceres y que funciona más como una pequeña ciudad dormitorio.
Os dejo enlace por si queréis la información completa del camino. http://www.mapa.es/es/desarrollo/pags/caminos_naturales/sector6/corredor_caceres_badajoz.htm
Aqui encontraréis todo los necesario: dedscripción de rutas,mapas topográficos y para descargar al GPS.
Nosotros cogemos el autobús y de vuelta a casa.

Cáceres. 15 Febrero de 2011

Ruta de la Sierra de Santa Catalina en Monfragüe. Serradilla

               (SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)                         Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

Coincidiendo con la celebración de la FIO (Feria Internacional de la Ornitología) en el corazón de Monfragüe, el grupo de senderismo CATELSA Cáceres decidió organizar un paseo por el parque, lejos del bullicio del evento; y nos trasladamos hasta Serradilla, localidad que forma parte de los municipios del Parque Nacional de Monfragüe y que sintetiza de manera clara la biodiversidad del mismo y su singular riqueza.


Monfragüe está arropado por el Sistema Central y las sierras de Gredos y pintado por una dehesa que es la viva representación del bosque Mediterráneo, pero su riqueza va mucho más allá. Sus secretos los mantiene un paisaje recuperado, aislado del crecimiento voraz que ha minado la tierra hasta que alguien dijo ¡basta!. Hoy es un pulmón y un acierto.

Nosotros estamos en Serradilla, al oeste del parque. La ruta se denominada de la Sierra de Santa Catalina, y en realidad recorre dos de las muchas rutas que rodean el pueblo, en concreto la Ruta del Mirador de la de la Sierra y la Rura de la Charca. 13 kilómetros de dificultad media con un par de pendientes que pondrán a prueba a los menos habituados a los caminos de sierra.

Serradilla, ostenta la titularidad de la aldea de Villareal de San Carlos, situada en pleno Parque Natural de Monfragüe y punto de referencia para todos los visitantes, pues se ha convertido en el lugar de encuentro, aunque ahora proyectan hacer un centro de recepción de visitantes junto al Camping de Monfragüe, mas alejado del parque.

Los alrededores de la localidad nos muestran el llano y la dehesa extremeña y su uso ganadero. Huele a primavera, aunque no haya llegado.

Y la visión al fondo de los roquedos más conocidos de Monfragüe. Si observáis se distingue el castillo de Monfragüe y el Salto del Gitano

Nosotros vamos rodeando el pueblo por sus fincas para dirigirnos al punto de partida. Un día claro que guarda multitud de sorpresas. Hemos despertado interés equino ¿dónde irán?

Caballo y jinete se unen a este paseo por la cáscara de Serradilla, preludio del deseo de perdernos en el corazón del Parque.


Callejuelas que se conservan en piedra, testigos de labores agrícolas que se siguen practicando

Y llegamos a la Fuente Nueva, del siglo XIX, desde donde comenzaremos una deliciosa ascensión a la vista para coronar la Sierra de Santa Catalina

Desde aquí parten varias rutas, como la que anuncia el panel desde Serradilla a Villareal y que podéis ver también en este blog

Un ruta que coincide, en parte, con la red de caminos naturales que se están señalizando en Extremadura. Este es el camino Natural del Tajo.


Kilómetro cero, comienza la ruta.

Y el ascenso.


Una subida que se endurece por instantes, en un camino muy erosionado por las aguas que hace difícil cada paso pues las piedras están sueltas y enfangan el ritmo.

Atrás queda Serradilla y la dehesa va naciendo a la vista

Imposible no pararse. Inmortalizar la imagen en el alma y en la cámara…

…semejante belleza. Así está la dehesa en los últimos días de otoño.
Pero el camino por delante se antoja algo duro aún

Se cierra el sendero y los árboles comienzan a hacernos compañía. Un camino de piedra que recuerda las antiguas calzadas romanas.


La ruta sigue marcada por una pequeña senda que ahora ofrece un descanso a los gemelos

Seguimos ascendiendo, y de repente, caemos en el embrujo de una altura que nos privilegia la vista


Un canto a la encina, a la dehesa extremeña, al bosque mediterráneo.

Las rutas se van cruzando, entrelazadas unas con otras, con un aviso para que no tomemos el camino equivocado, aunque aquí poco importa

Casi coronamos la Sierra, en este cruce de caminos que nos muestra la cara norte de Santa Catalina…

…y al norte Gredos, la montaña, la nieve. Escondiendo la Comarca de la Vera, rendida a sus pies.

A la derecha, Malpartida de Plasencia pone el contrapunto a esta imagen de distancias, de inmensidades que muestran porqué la provincia de Cáceres es un lugar cada vez más buscado y poblado de viajeros
La magia de unas cumbres que proporcionan vida; a este lado La Vera, en la otra cara el Jerte y más allá el Valle del Ambroz, Las Hurdes, La Sierra de Gata, Portugal…

Te gustaría quedarte aquí pero el camino te llama, aún nos queda un pequeño trecho para culminar la ascensión.

Este es el Monfragüe menos conocido, el menos accesible, pero la verdadera razón de que en sus apellidos figuren Parque Nacional, Reserva de la Biosfera…
Un bosque denso cuajado, a esta altura, de madroños, lentiscos, labiérnagos, jaras, robles, pinos…

Un camino que anuncia que llegaremos al mirador de la Sierra, a mirar y a mirarnos…

…a incluir en nuestra retina la belleza que da la altura…

…protegidos por un cielo que parece indicarnos hacia donde debemos señalar con los ojos…

…hacia una dehesa inifnita que no alcanza la vista…

…aunque la mía se fije en un punto… siempre.

Abajo Serradilla, bellísima, dibujada a la perfección sobre la naturaleza que la rodea.
Detrás de nosotros, continúa Gredos y los grandes valles cacereños.


El mirador nos recrea el espíritu, más que la vista.

Porque los ojos ya están cautivados, como si quisiéran abarcarlo todo.
Nosotros seguimos el camino hacia La Charca, a la cara norte de la sierra.

Por estos cruces de caminos indicados contínuamente, que animan al caminante en sus pasos con la tranquilidad de saber que no ha errado en la ruta.
La umbría de la Sierra guarda otra frondosidad que nos obliga al silencio

La mano del hombre dibuja nuevos colores, los árboles desnudos nos recuerdan que esta tierra es consecuencia de la simbiosis entre el hombre y el respeto, la sabiduría y la paciencia, cuando el tiempo no lo marcan los días, si no las estaciones.

Aunque no siempre, nos rodean repoblaciones hechas para recuperar unas sierras que se llenaron de eucaliptos que quemaron la tierra.

Un pequeño alto para agruparnos y seguir bajando. Esto es un espantapájaros, arte conceptual o simple práctica. Queda inmortalizado el guerrero que marca esta zona de exclusión aérea.


Seguimos la ruta por una zona repoblada de pinos y robles, un camino cómodo y fresco.

Pinos que buscan asomarse a la sierra, a contemplar el parque y que vigilan en silencio.
Ya se averigua el pequeño pantano que los oriundos conocen como la charca y donde disfrutaremos de un pequeño refrigerio.


A estas alturas ya nos fundimos con el bosque que pareciese dsifrutar de nuestra compañía


Se despeja ahora en un claro de olivos, que el aceite es tesoro en estas tierras.

La armonia entre el bosque y la agricultura en sostenible convivencia

La fotografía de la naturaleza que a veces podemos captar. Armonía.
Sobre la propia pared de la presa damos cuenta de un pequeño tentempié que haga más llevadero el camino que aún resta.


O en la orilla. Sólo les falta el mantel. Las viandas son de lo más exquisitas. Doy fe.


Este pequeño ecosistema creado por el agua nos ha servido para reporner fuerzas.

Y de nuevo el camino, y de nuevo hacia arriba volvemos a subir la sierra.

Aunque con el estómago lleno lo pasos sean menos llevaderos.
Gredos vuelve a vigilarnos, consciente de nuestra presencia en el parque.


Coronamos la sierra….


…y descendemos para finalizar el sendero.


Serradilla se aparece ora vez ante nuestros ojos.


El bosque frondoso es ahora matorral y jara

Justo antes de llegar nos visita una bandada de buitres leonados, ya habituales en estas tierras

Coronan encima de nosotros un cielo que para ellos huele a comida

Se arremolinan frente a algún animal cuyo papel ahora será el de cerrar el ciclo de la vida y que volverá a demostrar como funciona la cadena alimentaria Son los dueños de la dehesa, brigadas de limpieza que devuelven a la tierra a su estado original. No quedará rastro de su presencia, nada se pierde, todo se transforma.

Minestras ellos almuerzan nosotros buscamos las calles del pueblo.

Casi tocamos Serradilla, la ruta termina.
Intuyendo que el castillo de Monfragüe hoy será un hervidero de personas, amantes de los pájaros que acuden a la FIO

Entramos en Serradilla por otro camino distinto

Monfragüe es una cosntante que se asoma a cada calle. Los roquedos se dibujan como fondo de un cuadro que sostienen las encaladas paredes de este tranquilo lugar.
Algunos no se resisten a visitar el venerado Cristo de Serradilla, otros buscamos en el obrador del pueblo el sabor del pan y los dulces como prueba de que estuvimos.

Hasta aquí llegaron los 13 kilómetros de esta ruta. Nosotros nos despedimos de los compañeros de viaje. pero Luisa y yo no resistimos la atracción de Monfragüe y sucumbimos al bullicioso Tajo.


Al venerado Salto del Gitano.


Aunque preferimos buscar acomodo al estómago en nuestra segunda casa, el camping de Monfragüe, y disfrutar de la compañía de los buenos amigos que vemos de año en año

La tarde y el regreso no enseñan la dehesa de camino a casa. Nos obligan a parar.


Una luz que se resistía a despedirse, bañando cada palmo de esta fértil estancia

Una alfombra trabajada de ilusiones que luego se recolectan.

Y una última parada en los Riveros de Monroy para despedir al Almonte antes de ser bebido por el Tajo

Una luz que se apaga. Un día que nos resistimos a abandonar, mientras otra vida, más silenciosa, nocturna, se adueña de la dehesa, porque aquí la tarea tiene 24 horas y no permite el descanso. La tierra no para.

A nosotros nos queda la melancolía, la nostalgia por haberlo vivido. La suerte de saber disfrutarlo, de poder recordar cada uno de los secretos que hemos pegado al cajón de la memoria, la fuerza de una tierra que siempre nos conquista, que se lleva un trozo de nosotros, pero nos devuelve con creces una armonía, una paz interior que alcanzamos… andando Extremadura.
Serradilla. 26 de febrero de 2011. Vicente Pozas.

 

Ruta Camino del Roble. Conquista de la Sierra

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)
ES UNA RUTA PRECIOSA QUE LAMENTABLEMENTE HOY NO SE PUEDE HACER, EL DUEÑO DE UNA FINCA POR LA QUE DISCURRE EL CAMINO HA CORTADO EL ACCESO Y AMENAZA CON LLAMAR A LA GUARDIA CIVIL. MUY CONSIDERADO POR SU PARTE
                  Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

En esta ocasión, y de la mano del Club Senderista Catelsa Cáceres, nos hemos venido hasta la puerta de la Comarca de las Villuercas en el Noreste de la provincia cacereña. Desde la localidad de Conquista de la Sierra vamos a realizar la Ruta del Camino del Roble que recorre la sierra de la Barrera, que forma parte de las ultimas estribaciones de las Villuercas, enclave serrano que atesora una biodiversidad faunística y, sobretodo, botánica excepcionales. El entorno es de cuento.


Esta ruta es de trazado circular y tiene su inicio y final en la localidad de Conquista de la Sierra. Transcurre por caminos utilizados en su momento por los vecinos del pueblo para acceder a las fincas en las que trabajaban en faenas agrícolas y ganaderas. 13,7 kilometros de dificultad media y bien señalizados, excepto en un tramo del camino. Este es el mapa.

Conquista tiene una extensión de 40,60 km cuadrados está asentada sobre la vasta penillanura trujillano -cacereña sólo interrumpida por una serie de elevaciones montañosas que la circundan y que forman parte de las últimas estribaciones de las Villuercas y por extensión de los Montes de Toledo.


De esto estamos hablando

Nosotros recorremos, comenzando la ruta, las calles del pueblo hacia la plaza del Llanillo.
Asoman al fondo los restos del Palacio de los Pizarro del que hablaré al final de la ruta

Así seguimos por la calle que conduce al cementerio en dirección al paraje la Laguna donde proseguimos por el camino de inicio haciendo un giro a la izquierda dejando la carretera de Zorita a la derecha.

Un día despejado con efectos casí mágicos al comienzo de la mañana.

Un comienzo suave mientras nos alejamos de Conquista.

Dehesas limpias nos acompañan, antes de que sepamos cómo cambiará el paisaje.

El camino, como he dicho, está muy bien señalizado, cruces, cambios de dirección, veredas…

Ahora el sendero, que se encuentra perfectamente flanqueado a ambos lados por paredes de piedra, transcurre entre cercados destinados al ganado y a la siembra donde predominan las encinas, escobas y retamas junto al cantueso, las esparragueras y las zarzas.

Comienza una subida suave hacia la sierra de La Barrera


Es un camino con público… expectante


Caminos en desuso debido a que la actividad ganadera y agrícola ha bajado mucho.


Aún así el ganado vacuno es habitual todavía.


Aunque la cabaña de reses sea más pequeña


Nosotros subimos una ligera pendiente en este camino emparedado que termina en la entrada a la finca de Cerro Mesado.

A medida que ascendemos el paisaje se descubre.

Es difícil perderse en esta ruta.

Ahora subimos hacia la casa de la finca de Cerrro Mesado a la que bordeamos dejándola a nuestra izquierda para proseguir la ascensión hacia el desfiladero de Matavacas por el camino que corre paralelo a una alambrada hasta llegar a una 2ª cancilla que pasaremos para continuar ascendiendo entre retamas y cantuesos durante al menos otro kilómetro. Todo bien indicado


Desde aquí ya podemos disfrutar de una amplia panorámica de toda la penillanura que se ofrece a nuestros pies con las sierras de Santa Cruz y Montanchez al fondo.


El ganado bovino ahora nos aplaude.

En un coro de saludos a este otro rebaño que las contempla.

Tras subir descendemos un poco para después comenzar de nuevo la ascensión bordeando la sierra de la barrera dejando el caserío de Matavacas y pasando junto a “La Cabriza” un cercado de piedra utilizado para el pernocte del ganado.

La subida se acentúa sobre un terreno todavía despejado.


Y referencias constantes a que vamos por buen camino.


A partir de aquí, el paisaje cambia bruscamente pasando de un terreno arbustivo (retamales y escobonales) con escaso arbolado a otro mucho mas frondoso en el que las encinas en forma de matas o achaparradas están omnipresentes conformando en algunos lugares un bosque muy tupido casi infranqueable.


El paisaje cambia en la sierra, bosque mediterráneo denso y virgen cuando el ganado no lo pisa para convertirlo en dehesa


Entramos en el tunel del tiempo. La ruta aquí, y durante unos dos Km de subida, se conduce por un camino boscoso donde las encinas achaparradas van conformando una especie de túnel vegetal cerrado para terminar culminando la ascensión en la finca del “Bonal de Arriba” a una altura de 700m desde donde las vistas de la penillanura son realmente espectaculares.

Como ventanas, en este edificio que vamos recorriendo, por donde asomarse a la llanura.


Protegidos por la maleza.


Sorprendidos por la belleza.

Al punto, culminamos la ascensión, estamos a 700 metros de altura.


Nosotros caminos por la cima para adentrándonos en la finca del Bonal de Arriba donde el camino que hemos traído enlaza con el antiguo cordel de ganado que se dirigía a Zorita, perteneciente a la Cañada Leonesa occidental.
Es un paisaje de montaña por momentos.

Este tramo de la ruta transcurre por detrás de la sierra de La Barrera y paralelamente a esta; este nuevo camino tiene ya un trazado prácticamente llano y una anchura y firme muy adecuados para el caminante.
Alguna sorpresa con charcas en la cima de indudable belleza


Propicias para el descanso y para reponer fuerzas.


Retomamos por esta tierra ganadera donde las haya.
Un camino suave.

Propicio para la charla o la contemplación después de la dureza de la subida y para engrasar los músculos tras la parada para almorzar.

La ruta prosigue en esta dirección unos 3 km más entre un bosque adehesado de encinas y robles en muy buen estado de conservación donde no es difícil avistar buitres, alimoches, milanos, ratoneros, águilas calzadas o las mas escasas águila culebrera y real.

Transcurrida esta distancia abandonamos el camino principal para adentrarnos por otro que atraviesa la finca de Valmesao en dirección a la de Hernán Sánchez. A poca distancia del citado desvío pasamos por un pozo con su abrevadero.

La fauna nos acompaña. Buitres en busca de comida

Ganado caprino en esta zona de montaña

Las guías en el camino nos avisan de los cruces.

Este tramo de la ruta es de una gran belleza pues nos encontramos en el corazón de un magnífico bosque de encinas, robles y alcornoques.

Con una estupenda panorámica a nuestra derecha del cerro Pedro Gómez.
Desde este punto y hasta la casa de Hernán Sánchez, la ruta prosigue descendiendo durante aproximadamente dos Km, así la frondosidad del bosque se va despejando y la ganadería vuelve a aparecer de nuevo.

Esta es la que denominada la casa de Hernán Sánchez

Ahora proseguimos en dirección sur durante otro Km hasta terminar enlazando con el camino de la Hoyuela (Costanillas) una vez salvada la alambrada divisoria de esta finca.

Dejamos a sus habitantes disfrutar tranquilos y en familia


Conquista de la Sierra ya aparece al fondo, apenas dos kilómetros para finalizar la ruta


Campos cuidados, olivares limpios nos avisan de la cercanía de la población

Casi con un halo de melancolía por intuir el final de tan bonito camino.

Nos resta tan solo 1 Km para llegar al pueblo bajando por una pendiente entre olivares

Y finalizar la ruta recibiéndonos en la entrada de la población el Palacio de los Pizarro (siglo XVI) con su magnífica torre.

Las casa del intento. Intento de qué?

Ahora sí, las piernas podrán descansar, hemos completado la ruta del Camino del Roble.

El Palacio de los Pizarro. Construido en 1533, fue destinado a residencia del conquistador y de la princesa Inca Inés Yupanqui Huilas, pero sería Hernando y Francisca Pizarro Yupanqui quienes la morasen mientras construían en Trujillo el otro palacio, el Palacio de la Conquista.

El palacio poseía las características de una fortaleza, de estructura rectangular, muros en piedra de granito que formaban paredes de mampostería que en fachadas puertas y ventanas con arcos rebajado, se adornaban en sillería con granito rojo.

La torre que señorea el Palacio es de base cuadrada, escalera de caracol, bóveda en media esfera decorada en el interior, y tiene nueve almenas o pináculos que coronan con cuatro canes.

Aún se conserva el escudo de los Pizarro, y parte del edificio de tres alturas, con sótano en bóveda de cañón; por un puente levadizo comunicaba con la torre del homenaje. Actualmente está en ruinas toda la construcción.

Se conservan los restos de la vieja grandeza de aquellas familias que arrasaron América.

Nosotros decimos adiós con esta pequeña clase de historia que remata la ruta.


Contemplamos el trazado del camino que nos llevó hacia las sierras que ahora quedan al fondo, lejanas.

Nosotros hemos respirado el aire del invierno extremeño en las estribaciones de los Montes de Toledo y las Villuercan que protegen Guadalupe y sus joyas de la vista y la codicia. 14 kilómetros de dehesa, monte, llano, sierra y conversación.

Porque, al fin y al cabo, en cada paso del camino buscamos la complicidad, la amistad de quienes ruta a ruta, camino a camino, vamos dejando en las miguitas de nuestros pasos, como Pulgarcito, un amor declarado por la tierra que pisamos. Una razón más para quedarse, un motivo más para volver a pie, para valorar lo que ya atesoramos; haciendo camino, andando Extremadura. Yo quiero agradecer a Javier Sánchez la magnifica descripción de la Ruta del Roble, que he uilizado para completar algunas explicaciones, que hace en la página www.conquistadelasierra.es y que os invito a visitar.
Vicente Pozas. Conquista de la Sierra. Febrero de 2011

Ruta del Emperador. De Jarandilla de la Vera a Cuacos de Yuste

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)Primer domingo de febrero de 2011, la cacereña comarca de La Vera aún muestra los coleteos de un invierno normal, frío y extremeño. Un día de sol de febrero, frío de mañana, templado al mediodía. Los neveros de Gredos aún guardan la nieve de los días de borrasca.

Este fin de semana fue el elegido por la Asociación de Municipios de la Vera y la Asociación del Desarrollo Integral de la zona para organizar la XII Ruta del Emperador. Una ruta que se anuncia así:

El 3 de febrero de 1557 llegará con su séquito el Emperador Carlos V al Real Monasterio de Yuste para pasar sus últimos días de vida y descanso. Un año más, hemos preparado un programa completo de actividades conmemorativas de la llegada a estas tierras de tan ilustre personaje. Invitamos a todo aquel que quiera adentrarse en los asombrosos parajes de la Comarca de la Vera y formar parte de tan solemne y memorable historia ambientada en la época renacentista. Anímense a participar y conozcan La Vera tal y como es.


Y allá que nos fuimos: 10 kilómetros, los que separan la localidad de Jarandilla de la Vera, donde el Emperador tuvo que esperar hasta que finalizasen las obras del Monasterio de Yuste, elegido para su retiro y hacia donde nos dirigíamos; dificultad baja, recorrido lineal y estado del firme bueno. La cita era el antiguo Palacio de los Condes de Oropesa, hoy Parador de Turismo, desde donde partiría el cortejo y el Emperador.

Desde primera la muchedumbre se arremolinaba alrededor del Parador, sabíamos que iría mucha gente, pero se desbordó, había más de cinco mil personas.

Llegada la hora, Carlos I de España y V de Alemania partía hacía su retiro, y así se escenificaba.

Un cortejo amplio con músicos, danzarines y doncellas salen de la morada.

La gota que padecía Carlos V hizo que tuviese que realizar el camino en esta silla a hombros de sus súbditos.

Carlos V, en persona, abría la comitiva

Y personajes de toda índole, le acompañan. En la Vera han cuidado cada uno de los detalles.

El Emperador abandona para siempre Jarandilla y es despedido por un pueblo que se arremolina en las calles.


Nosotros con esta ambientación histórica, iniciamos la ruta. Muy bien señalizada. Las calles, para la ocasión, aparecen adornadas con banderolas.

Por la zona baja de Jarandilla nos vamos alejando del pueblo, hacia la garganta.
Los primeros momentos son de aglomeración y agobio, casi da miedo iniciar el camino.
A medida que se despeja, la marea humana ocupa el camino durante largo rato , quienes se apuestan a la vera del sendero ven pasar, y pasar, y pasar gente…

Una multitud de senderistas aprovechan este despejado día de febrero y abarrotan el camino.

Una multitud excesiva si no vamos concienciados de que es un día de fiesta, para todos.

Menos mal que volviendo la vista hacia un lado se descubre la razón por la que hemos venido a La Vera, y las que encontrarían quienes decidieron que el Emperador pasase sus últimos años de vida en un lugar como este. Esta es la garganta de Jaranda.

Pero el murmullo te devuelve al camino, a la marabunta de caminantes que realizan la ruta.

El bosque musita silencioso y espera a que termine la peregrinación.

Que el traqueteo inusual acabe cuanto antes y el silencio devuelva el sonido del agua.

Porque miles de personas han tomado el camino y el sendero ha dejado de verse.

Pero la inmensidad no puede esconderse y apabullados, a pesar de ser miles, sólo se siente un murmullo.

Hay un silencio latente que volverá a reinar, en cuanto hayamos desaparecido
La Vera es una tierra acostumbrada a la gente, y a los rigores del otoño.
La Ruta está señalizada a cada paso, yo inmortalicé a Luisa para que quedara constancia.

Porque siguen los bosques de árboles…

…y de personas.

La procesión llega a Aldeanueva de la Vera, primera parada.

La Vera nos va dibujando sus paisajes, regalándonos colores.

La comitiva llega a Aldeanueva de la Vera, donde los dulces típicos que ofrece la organización, nos están esperando.

Descendemos por la garganta de Los Guachos, junto a la llamada piscina Vieja

Ahora no hay presas, en otoño e invierno el agua corre brava y libre.

Para atravesar la garganta se mantiene en pie el Puente de San Gregorio que nosotros cruzamos.


Matamos la sed en la llamada Fuente del Boticario, fuente de cantería situada en la Calle de la Renta, coronada con un arco de medio punto en la que se puede ver a un lado del caño una calavera y al otro una cruz.

Así llenamos las calles de esta localidad verata que celebra en diciembre, el día 7, la fiesta de los Viva-Viva

El agua es constante, esta es la Fuente de los Ocho Caños, las más caudalosa y también la más emblemática del pueblo.

Miles de personas siguen la ruta, ahora en busca de dulces
Una marea humana que, a veces, asusta.

Dejamos Aldeanueva de la Vera y Cuacos asoma al fondo, nos quedan cuatro kilómetros.

Es difícil perderse.


La comarca de La Vera es la razón de tanta afluencia. Un día para la belleza.

Caminamos hacia Yuste. Con al ánimo alto y los pies más cansados por los marros y piedras que conforman el sendero.

El camino es muy lineal y sólo las pequeñas gargantas nos hacen descender.

Una ocasión para desviarse y disfrutar del agua.

Agua de sierra, con cascadas bravas que son la seña de La Vera

Bosques desnudos que volverán a ser frondosos allá en el verano.


La belleza de las faldas de Gredos, un microclima privilegiado que rebosa vida.

Un privilegio que cuesta, pero que se ve recompensado. Aldeanueva de la Vera se ve así desde el camino.

Ls fincas se suman a la historia de la ruta y nos recuerdan la leyenda.

Así avistamos Cuacos, las tierras de Yuste.

Las laderas del retiro imperial. Hoy destino de muchos turistas

Las calles de Cuacos son un embudo que nos alinea.

Conserva la arquitectura típica de esta zona de sierra. Adobe y madera.

Así nos dirigimos a la plaza de Cuacos.

Refrescamos la sed en esta agua de sierra, no tratada pero cristalina


La comitiva es una fiesta que no decae.

Mientras vamos llegando se preparan las migas extremeñas que sirven para despedir la ruta y que serán regadas de buen vino, el fuego y productos de la tierra han hecho su efecto…


…y este es el resultado.

Con las nieves de Gredos hemos dejado al emperador en el Monasterio de Yuste. Nosotros hemos realizado esta ruta en un día agradable y soleado

Yuste vuelve a su silencio y Carlos V a su retiro.
Nosotros volveremos a la ruta, pero no en esta fecha. Para senderistas aficionados y constantes tal aglomeración de gente es excesiva. Pero ha sido un día agradable, aunque ahora huimos de el, buscamos la tranquilidad de las calles veratas y terminamos en el Mesón de la Puta Parió, en Jarandilla de la Vera, ante unas buenas migas, un poquito de cordero y unos morros. Salud.

Cuacos de Yuste Febrero de 2011

Ruta por la Sierra de Valdelasmanos. Aliseda

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Aliseda es un pequeño pueblo que forma parte de la Sierra de San Pedro, concretamente se sitúa en la falda de la Sierra de Aljibe, una zona abrupta y rica en el límite oeste de las provincias de Cáceres y Badajoz y frontera con Portugal. Forma parte de las comarcas de la Raya, la Campiña y los Baldíos. Es una zona extensa que en su vertiente más oeste está bañada por el río Tajo en su parte más internacional. Una zona de tránsito entre España y Portugal que ha sufrido los avatares de los historia con muchas huellas que son visibles aún.

La ruta es una de las siete que el Ayuntamiento de Aliseda tiene señalizadas gracias a la labor de Escuelas Taller y Talleres de Empleo y que es bastante sencilla de hacer; es un pequeño paseo de unos ocho kilómetros pero que, dependiendo de la época eligida, nos puede obsequiar con el avistamiento de fauna tan característica como ciervos, jabalíes, conejos o buitres leonados.
Es aconsejable dejar los vehículos en la gasolinera que se sitúa en la misma carretera N-521 que comunica Trujillo con Portugal. Desde allí tomamos la carretera EX-303 dirección Alburquerque. A unos 500 metros sale un camino que nos adentrará en la sierra, aunque antes disfrutaremos de parte del rico patrimonio de Aliseda.
(Yo no probé si lo que se vendía era el burro o la finca)

Al descender por un pequeño camino entramos en una zona de huertas que rodea el pueblo.


La primera sorpresa son las fuentes, en Aliseda son muchas las que ahí y todas se han arreglado y ofrecen este aspecto magnífico. Fuente Nueva, Fuente del Cura, Fuente del Castaño, datan de los siglos XVII y XVIII.


Frente a nosotros un grupo de animales pasta tranquilamente. El paisaje agrícola y ganadero nos rodea a medida que avanzamos.
Las huertas familiares nos invitan a imaginar que cierta parte de la vida sigue siendo autosuficiente.

Ascendemos por una pequeña vereda que nos llevará hasta otro de los tesoros de Aliseda, el molino de la Iglesia.

Acompañados de las fuentes que en otro tiempo dieron de beber a humanos y animales.

Entre explicaciones de la ruta, nos desviamos unos metros para conocer el Molino y sus aledaños.

Frente a nosotros más fuentes…


Desde lejos ya observamos la antigua conducción de agua que movía el Molino y que se ha rehabilitado recientemente.

La zona se está recuperando para no perder el encanto de aquellas construcciones que dan fe de los viejos usos agrícolas.


Este es el Antiguo Molino de la Iglesia, construido en piedra y adobe de forma circular. Aún conserva la acequia por la cual entraba el agua para su funcionamiento como acabamos de ver más arriba.


Dejamos los aledaños del pueblo y nos adentramos en el bosque mediterráneo, en esta zona todavía es patente la mano del hombre.

Y su aprovechamiento. La Sierra de San Pedro se caracteriza por comercializar el corcho y por su aprovechamiento industrial, aunque venido a menos.

Frente a la Sierra que nos disponemos a subir, se pueden observar algunos riscos que son utilizados como nidos inaccesibles por especies amenazadas como el buitre leonado.

A medida que ascendemos el bosque se hace más denso, se termina la dehesa y comienza el bosque mediterráneo, virgen, sin uso.

Los riscos y sierras esconden las más variada fauna, jabalíes, ciervos, aves de rapiña… esto es Extremadura.


La imagen puede parecer bella, pero se trata de un árbol seco, enfermo, aunque su porte sea bucólico.
Rebaños de ovejas aún disfrutan de la tranquilidad y la libertad de la sierra, como nosotros.

La seca de las encinas, como habéis visto arriba, se va solventando con la repoblación de especies autóctonas.

Desde lo alto de la sierra este paisaje de septiembre muestra el infinito de la dehesa extremeña.

Pequeñas islas de pinos piñoneros siguen salpicando el paisaje entre jaras y matorral.

Comenzamos a descender huyendo de la temperatura que comienza a subir, en los coletazos del verano.

Buscando una sombra nos permitimos un pequeño refrigerio.

Con las fuerzas repuestas, la charla es más amena, no en vano se trata de un pequeño paseo para ir entonando las piernas de cara a la temporada de otoño -invierno

Antiguas construcciones vigilan el camino y nuestros pasos.

Y así, casi sin darnos cuenta, Aliseda se aparece por el lado contrario, ha sido un suspiro, pero merece la pena. Volveremos en otoño, cuando todo esté verde y mojado.
Aliseda ofrece mcuhas posibilidades para pasear: el centro de interpretación del tesoro de Aliseda, la tumba de Los Moros, la ermita de Nuestra Señora del Campo o la Mina Pastora, de origen romano y que os aconsejo visitar, hay que llamar por teléfono antes para que nos la enseñen. Os dejo este enlace: http://www.aliseda.es que os puede resultar muy últil. Ahí encontraréis toda la información necesaria.
La ruta es de unos ocho kilómetros y de dificultad baja.

Otoño Mágico en el Valle del Ambroz. Ruta de Segura de Toro a Gargantilla.

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En esta ocasión Luisa y yo respondimos a la llamada del Grupo de Desarrollo Integral del Valle del Ambroz, DIVA, que dentro de las actividades de la 13ª edición del Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, proponía hacer una ruta magnífica en el apartado PAISAJE Y PAISANAJE. La ruta se denomina ”A Gargantilla por el Picute” y parte de la localidad de Segura de Toro hasta Gargantilla pasando por los Castaños del Temblar y el Picute. Unos 16 kms de recorrido con contínuas subidas y bajadas que transcurre por bosques densos que en otoño ofrecen una paleta de colores más que mágica, envolvente. Castaños, robledales, brezos, piornos, aulagas…

Llegar a Segura de Toro no es complicado. Lo más sencillo es acceder desde la A-66, pasado Plasencia, a unos 20 kms, hay que dejar la autovía en la salida de Casas del Monte, subir hasta el pueblo, unos 4 kms, y seguir la carretera hasta Segura de Toro, 2 kms más allá. Es una carretera de sierra, sinuosa pero muy bella.

Partimos de la pequeña plaza de Segura de Toro, coronada por un toro de piedra, creo de origen vetón, como este pequeño enclave situado en la ladera de los Montes de Tras la Sierra. En esta ocasión, la organización había preparado autobuses para la vuelta, pues terminaremos en la localidad de Gargantilla, unos kilómetros más allá.


Vicente, sería el guía de la ruta que estuvo ayudado por algunos vecinos de la comarca que aportaron añadidos alternativos que la hicieron todavía mas atractiva. Al comienzo nos quiso explicar algunos detalles del camino y de sus pueblos; al fondo el Valle del Ambroz cuya imagen nos acompañaría durante toda la ruta. Nuestro primer destino: Los Castaños del Temblar, un conjunto de cinco árboles singulares de Extremadura.



Comenzamos el ascenso buscando la ladera de la Sierra por la que discurre el pequeño arroyo del Temblar.

El paisaje comienza a dibujarse, sólo o con la ayuda de la mano del hombre, y pinta rincones de postal.



Otro alto en el camino, explicaciones de todo aquello que nos rodea.



Senderos abiertos por esta ruta que comienza a parecerse a un cuento.

Porque así son los Montes de Tras la Sierra.



Y así, sus bosques.



Nos adentramos ya en el lugar más bello de la ruta que alberga un tesoro protegido, un grupo de castaños de más de 700 años. Los Castaños del Temblar.



El bosque se hace más denso, curioso que conserve los bancales de su antiguo uso agrícola, quizá ese es el secreto de esta belleza que impone.



Que embelesa, que sorprende.



Un terreno silencioso que se antoja virgen, olvidado del tiempo. Un escondite para el alma.

Una tierra que ha vuelto al estado puro, que ha vencido al uso.



La senda se estrecha y todos marchamos en silencio, abrumados.



Al llegar a este enclave protegido, guardián de Los Castaños del Temblar, pequeñas vallas de madera nos devuelven a la realidad. Alguien lo vio antes que nosotros. Y decidió venerarlo.

Así aparece el primero de ellos, ‘El Hondonero’, bautizado así por estar en la parte más baja de la finca, en lo hondo. Es enorme, considerando algunos expertos que es el más valioso de Extremadura. Si se bordea el tronco a una altura de 1,30 metros con una cuerda, al medirla luego causará asombro saber que tiene 7,8 metros de perímetro. Su altura total es de 25 metros, y tiene un diámetro máximo de copa de 25,6 metros.



Luisa y Carmela dan fe de su tamaño.



Escoltado por un bosque que lo mantiene escondido de ojos inexpertos y piernas perezosas.



Junto a sus 800 años, la necesaria foto de familia, aún juntos seguimos pareciendo pequeños.



Ascendemos, aún en trance, buscando a sus hermanos.



Así descubrimos ‘El Bronco’, un castaño inteligente que al temer desplomarse por la inclinación del suelo, ha hecho que una de sus fuertes ramas se hundiera en el suelo convirtiéndose en raíz y pilar. La rama parece estar hecha también para que la gente se siente en ella y puedan descansar.



Luisa compartió la belleza de los años y tuvo que rendirse a la fuerza que la rodeaba.



Este es El Menuero y sus ramas nunca han sido cortadas, su salud es muy buena.

Estos son sus compañeros de viaje. Escoltas en silencio que veneran su experiencia.



Este es ‘El Retorcío’, un árbol que a lo largo de los siglos ha ido creciendo en espiral, retorciéndose en una cámara lenta de lustros y décadas para llegar más arriba. Tiene muy buena salud y tampoco el hombre nunca ha cortado sus ramas.

Subiendo unos pasos por el bancal, se encuentra el castaño ‘Del Arroyo’, que moja sus pies en las aguas del Temblar. Es el de más edad y el que está peor de salud. Tiene 800 años y está hueco.



Derrotados por las imágenes que se han pegado, no ya a la retina, si no a la memoria, continuamos por un sendero que nos llevará hasta El Picute, un pequeño cerro que vigila Segura de Toro y que está coronado por una cruz.



Y siempre hay un bosque que nos protege.



Que se impone y nos recuerda que estamos en el Valle del Ambroz y las montañas que lo cobijan, la cola del Sistema Central , con un clima húmedo que hace posible tanta grandeza.



Descendemos hacia el arroyo que llenará en verano la garganta de Segura de Toro y que baja brava por las primeras nieves.



Un pequeño puente nos permite el paso.



Las aguas, frías, rebosan por la ladera para acabar llenado el río Ambroz y la presa de Gabriel y Galán.

La naturaleza se muestra con imágenes de otoño. Brotes húmedos de noviembre.

Al volver a ascender, nos asomamos al Valle y sus pueblos. Abadía y Guijo de Granadilla, salpican el paisaje.

Segura de Toro los vigila, desde su atalaya.

Los árboles descienden como la lava, cubriendo la ladera.



Y llegamos al Picute, este cerro coronado por una cruz. Al fondo. Las Hurdes y la Peña de Francia.

Como dicen en la página valleambroz.org: La privilegiada situación del Ambroz lo convierte en un verdadero vergel de la naturaleza, con un microclima especial que proporciona inviernos suaves y veranos frescos. En apenas 30 kilómetros se pasa de alturas superiores a los 2100 m que abrigan de los vientos fríos del norte y con nieve gran parte del año, hasta los 400 m. donde la dehesa muestra su esplendor. Podemos decir que es un pequeño frasco donde se reúnen todas las esencias, un muestrario de diversos ecosistemas de gran riqueza.
Nosotros caminamos por esta comarca, de las más desconocidas de Extremadura, pero de las más bellas (personalmente la más rica y variada para mi)


Tras un pequeño refrigerio, ascendemos de nuevo. Gargantilla ya nos llama al fondo. Queda un trecho de viaje que hemos decidido ampliar para disfrutar del Valle.



La magia de un bosque encantado mueve nuestras piernas.



Hay razones para perderse y encontrarnos bajo los árboles. La ruta es para la vista, las piernas no duelen.



Al mediodía, una bruma de plomo da por concluida la mañana.



El grupo, fiel a su destino, recorre el valle entre garganta y garganta, contando árboles y recolectando castañas.



Nos queda mucho para alcanzar la cima, pero nos sentimos más cerca viendo el valle tan lejos.



En la frondosidad del bosque somos diminutas figuras que atravesamos su lomo.

…y de repente desaparecemos para que reine el silencio.


Aldeanueva del Camino, reposo del viajero, mientras fue posada de la N-630. Y, en primer término, cerezos en otoño que también abundan en el Valle. Justo detrás de nosotros está el Valle del Jerte.



La nieve de Gredos, Béjar y La Covatilla.



Gargantilla está más cerca, a la ruta le resta un descenso, el que nos llevará hasta sus calles.

En cada recodo del camino, un mirador invita a rendir pleitesía a tanta naturaleza.

Casi te conviertes en parte del bosque, otro más, o tal vez el mismo que nos sigue de cerca, molesto por el ruido de nuestros pasos.

Es una senda techada de hojas y ramas que nos esconde, que retiene los sentidos sin querer soltarlos.

Los primeros rayos de luz ensalzan la magia de este sendero mágico.



El bosque resalta sus ocres, oros, verdes y grises que lo alimentan.


Cerezos al sol… de otoño. Cálida mañana que hacer olvidar la dureza de la montaña.



La lluvia de luz ahora se refleja en el suelo. Era un momento pedido por todos.

El árbol que me sostiene también está en este bosque.

Entre oros, asoma la montaña.


El hombre pone, pero la montaña dispone.



Los ramales de un Valle que sujete el Jerte, y luego la Vera, Arañuelo, Ibores, Villuercas, en un zig zag sin fin que peina una tierra que muchos ignoran.



Extremadura es seca.

Una tierra árida.



Un terreno llano y duro.



Una ruta hecha de sueños diujados tras esa invitación a disfrutar del paisaje…

…y del paisanaje.


Así constantemente, paisaje…



…paisanaje.



Llegamos a Gargantilla es un final esperado, aunque no deseado.

Junto a su piscina natural, Gargantilla nos recibe.



Entre sus calles el bosque sigue presente, pues todo lo manda.



Vestigios de una vida rural que queremos mantener pero que los años envejecen.

Afortunadamente el secreto ha pasado de generación en generación y amenaza con quedarse y volver a la vida.



Nosotros, con la mochila llena de melancolía, de olores y sabores, de recuerdos, regresamos a Casas del Monte. A volver a la ciudad por una autovía moderna, rápida, aséptica, absorvente, vallada; a velocidades de vértigo para que el alma no pueda pararse, imposible frenar al progreso.
Una intermitencia, un descanso y el Valle del Ambroz te engancha… y no curarás jamás.
Así es esta tierra…andando, sin prisas.
No ha hecho falta decir nada. Luisa y yo nos hemos mirado. En los ojos ha quedado reflejado la promesa de volver el año que viene.
Gracias a quienes creen desde hace 13 años en el otoño mágico. En los secretos del Ambroz.
Si no lo encontráis, preguntad en el Valle… en noviembre. Cuando caiga la hoja.

Noviembre 2010

Ruta por la Vía Verde de Las Vegas del Guadiana a Villuercas


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La propuesta surgió de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura dentro del II Festival de las Grullas. Una de las actividades era una invitación a la realización de una ruta interpretada por la Vía Verde, con salida desde la estación de tren de Madrigalejo y llegada al mismo punto, con una distancia aproximada 15 kms andando y 20 kms en bicicleta.
Mi hijo Guillermo y yo optamos por hacerlo en bicicleta. Fue una jornada sorprendente que nos regaló el avistamiento de miles de grullas. Mañana fría de diciembre, pero que mereció la pena.

El punto de encuentro, como he dicho: la estación de Madrigalejo, construida y nunca usada.

Para quien no conozca estos lugares, las Vías Verdes son antiguos trazados de tren que ya no se utilizan, o como en este caso nunca puesto en marcha, y que han sido remodelados como caminos para la práctica de actividades de naturaleza: senderismo, cicloturismo o rutas en caballo. La Vía Verde Vegas del Guadiana – Las Villuercas, con una longitud de algo más de 50Km, une las poblaciones de Villanueva de la Serena con Logrosán, atravesando zonas de especial protección de aves y zonas de gran riqueza natural.

El trazado pretendía unir Villanueva de la Serena (Badajoz) y Talavera de la Reina (Toledo) y sus obras comenzaron a finales de la década de los años 20 (siglo XX). Se construyeron túneles y viaductos monumentales… Pero la Guerra Civil (1936-1939) provocó que se abandonara el proyecto.

Los trabajos se reanudaron posteriormente, con la construcción de nuevos tramos y muchas de las estaciones. El tramo de Villanueva de La Serena a Logrosán estaba prácticamente finalizado. Pero el hundimiento de algunos túneles y sobre todo los cambios sociales y la modernización de otros medios de transporte, hicieron que en la década de los 50 se abandonara definitivamente el proyecto.

Por estas vías jamás llegó a circular ningún tren. Y los gigantescos viaductos, estaciones y túneles quedaron como monumentos silenciosos del sinsentido humano. (viajarporextremadura.com)

Nosotros partimos de la Estación de Madrigalejo, es fácil llegar. Si venis por la N-430, hay que desviarse antes de llegar a Navalvillar de Pela, dirección Guadalupe, Madrigalejo, Trujillo. Es la EX-355 que conecta con la EX-378; una vez pasado Madrigalejo, dirección GuadalupeTrujillo, a unos 4 kms divisaréis una gran silo y un cartel que indica ‘Vía Natural’, ahí se puede dejar el vehículo y comenzar la ruta.

Si venís desde Trujillo, el silo está antes de llegar a Madrigalejo, como digo es visible y está bien indicado.

Os dejo un enlace al mapa para que visualicéis la ruta:
Nosotros comenzamos a pedalear junto a una veintena de ciclistas

Guillermo, ciclista habitual, venía preparado para hacer la ruta; yo reconozco que lo pasé peor. Andar, lo que haga falta… la bici cuesta. Tras dejar las primeras dehesas era audible el jaleo de las bandadas de grullas en cuanto llegamos a los campos de maíz y arroz.


El cielo comenzó a convertirse en un espectáculo, aparecían en bandadas cientos de grullas.


Mirases donde mirases, las grullas estaban ahí


Pasaban junto a nosotros, era imposible abstraerse al espectáculo, nos parábamos cada momento


La Vía es larga, un total de unos 55 kilómetros que atraviesan tierras agrícolas y Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPA) como las de Arrozales de Palazuelo y Guardaperales, la de Llanos de Zorita y Embalse de Sierra Brava, la ZEPA de Vegas del Ruecas, Cubilar y Moheda Alta. Esta es la Vega del Ruecas que proyectos termosolares quieren convertir en basurero.

El espectáculo era constante, no fotografiarlo parecía un crimen; para desesperación de Guille que no quería parar.


A la vera del camino se alimentaban tranquilamente y permitían que las observáramos en silencio, antes de percatarse de nuestra presencia y emprender el vuelo.

Levantaban el vuelo en un escandaloso despegue que se unía al de miles de ejemplares que te rodeaban por todas partes

Te daba la sensación de que hacían al ruta contigo o que incluso te la iban señalando.

Cada pedalada hacía que nuevos grupos emprendiesen el vuelo, surgían tras cada barbecho, detrás de cada sembrado.

Volaban junto a nosotros para deleite de ojos y oídos.

Estas Vegas albergan miles de grullas en otoño, aquí, de momento, viven tranquilas.

La vida agrícola continua con normalidad en estos campos invadidos de aves.

Cada parada, una fotografía. Miles de grullas a coro, se hacían notar de continuo.

La organización de la ruta había preparado varios puntos de avistamiento. Este, situado junto a una antigua balsa, nos permitió avistar, además de grullas, ánades y multitud de aves.

Otro avistamiento, al fondo podéis observar a los ciclistas parados y contemplando las grullas.


Todo un espectáculo en primera fila

Sin descanso y con los ojos como platos ante el espectáculo, regresamos al punto de partida a reponer fuerzas con una invitación a un buen plato de migas que ofreció la organización, con el deseo de que estas tierras no se toquen y alguien sepa vender lo que estas zonas de labor ofrecen, que no es poco. La única pena es que la Vía Verde esté tan abandonada; de hecho la web de Vías Verdes advierte de su abandono con el siguiente mensaje:

VÍA VERDE ACONDICIONADA : Vía Verde con serios problemas de mantenimiento.
Dadas las graves deficiencias existentes en el itinerario por su deficiente mantenimiento, esta Vía Verde no ofrece las condiciones necesarias para ser considerada «vía verde acondicionada» (se avisará de cambios en esta situación)

Como dicen en la web de viajar por Extremadura: Impresiona ver las estaciones abandonadas que encontramos en el camino… Nos cuentan la historia de esta línea de ferrocarril fantasma que nunca llegó a funcionar.

A nosotros nos queda el agradecimiento a quienes organizaron la ruta y nos regalaron tamaño espectáculo. Nos acompaña la tranquilidad de comprobar que estas aves siguen viajando más de 4.000 kilómetros para venir a Extremadura y que encuentren en esta tierra el lugar perfecto para su otoñada. Disfrutar de ello es algo más que un placer, es un privilegio que comparto en este blog que recorre los caminos de un territorio inmenso y secreto.


***A mí además me quedaron una agujetas en mis posaderas que tardé varios días en olvidar.
A Guillermo se le hicieron pocos estos 20 kms, a mí, la disculpa de ir haciendo fotografías me permitía descansar de vez en cuando.
Ojalá alguien se acuerde de esta Vía y no deje que se deteriore más, si queremos vender naturaleza, esta no es la mejor manera. Las inversiones que se hacen hay que mantenerlas para que otros podamos publicitarlas con tranquilidad, y así, quien se adentre en estos caminos no se vaya defraudado por su estado de conservación que no es penoso todavía, pero que va camino de ello.
Diciembre de 2010

Ruta por las Minas y Aldea Moret. Cáceres

Esta vez la ruta no ha sido de la mano del Club Senderista Catelsa, si no de la Asociación de Vecinos de la urbanización La Cañada de Cáceres que, desde hace varios años, organiza un paseo por el antiguo esplendor minero de la capital cacereña. Ayudasos y guiados por un estudioso y divulgador de la zona, Agustín Flores, medio centenar de personas aceptamos la invitación de la asociación vecinal y recorrimos muchas de las zonas que, en otro tiempo, allá por los finales del XIX y comienzos del siglo XX cambiaron para siempre la fisionomía de una pequeña capital de provincia como Cáceres y la convirtieron en una ciudad con servicios esenciales que propiciaron su crecimiento posterior. 4 horas de camino y unos 10 kilómetros, pero eso sí, con paradas explicativas y visita a un pasado histórico que está pendiente de la resolución que convierta estos vestigios en Bien de Interés Cultural, consiguiendo así su protección y posterior recuperación, como ya está sucediendo con algunos de los edificios utilizados en la actividad minera como son los almacenes de fosfatos y edificios de acceso a algunas de las minas.

La cita fue en la Casa de Cultura de la Urbanización La Cañada. Saludos a todos, explicaciones y comienzo de la ruta. Antes de empezar nos mostraron una pequeña exposición fotográfica de estos restos mineros.

Agustín Flores, en la foto, nos comentaba que parte de la ruta la haríamos por la Cañada Real Soriano-occidental que transcurre por Cáceres y bordea la urbanización. Aquí nuestro guía en un mojón de esta Vía Pecuaria que ha señalizado la Junta de Extremadura.

Saliendo de la ciudad de Cáceres, los restos mineros son visibles enseguida. Enfilamos camino hacia el antiguo campo de aviación, hoy recinto ferial pero que conserva elementos de su cometido original.

Andando en grupo por el campo de aviación y sus antiguas pistas de tierra, comenzamos el paseo en una calurosa tarde de septiembre.

Es una zona muy abandonada que no refleja cómo es Cáceres. Una pena que la entrada sur de la ciudad, carretera de Mérida, guarde tantas diferencias con la entrada norte, carretera de Salamanca. Una zona con enormes posibilidades que está sumida en el olvido y que se utiliza para botellones y ferias.

En el campo de aviación son visibles los antiguos refugios antiaéreos de la la Guerra Civil Española. Nadie se ha preocupado de recuperarlos, sólo enterrarlos para que nadie caiga en ellos. Ni un cartel explicativo, ni protección, Olvido total a la historia.

En esta imagen es visible que son varios los refugios que se conservan en pie. Construcciones de hormigón semi enterradas que guardan, seguro, muchas historias.

De hecho, se conserva todavía uno de los hangares del campo de aviación que es utilizado hoy como almacén. Se ven perfectamente las dos grandes puertas que se abrían hacia los lados para dejar salir las avionetas.

Nosotros cruzamos la N-630 y nos adentramos en el principal núcleo minero situado entre la Urbanización Ceres Golf y la de La Cañada.

UN POCO DE HISTORIA. Entre los años 1866 y 1875 se sitúan los inicios de la explotación del yacimiento de fosforita en las calizas devónicas cacereñas por la sociedad minera La Fraternidad, que obliga a los mineros a ubicar su precaria habitación en diseminado junto a los pozos, generándose así el primitivo barrio de Las Minas. La adquisición por Segismundo Moret y Prendergast de la citada sociedad, sustituida en 1876 por la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres, permitirá tecnificar la extracción de fosforita y modernizar el transporte preindustrial con la traída del ferrocarril a las minas (28 de junio de 1880).
Son muy visibles los restos de aquellas minas: bocas de entrada (algunas tapiadas) hornos, depósitos de agua, viviendas, oficinas e incluso un antiguo club nocturno instalado alrededor de la actividad y las viviendas.

El origen del poblado minero se debió al descubrimiento casual de rocas de fosforita, así como de fosfato de cal tribásico de alta calidad, produciéndose en 1864 la fiebre de los fosfatos y una euforia urbana cacereña que soñaba con una revolución industrial extremeña, como alternativa al agrarismo secular.

En 1865 se descubre el filón de la mina Abundancia, creándose la sociedad minera local «La Fraternidad», lo que da lugar a una explotación minero-industrial en medio del desierto extremeño, con problemas de toda índole.
Nosotros atendiendo las explicaciones de Agustín frente a los restos de un antiguo horno.

Su chimenea es, sin duda, el elemento más visible de los restos arquitectónicos de la antigua explotación minera.

Las chicas aprovechan las explicaciones y el alto en el camino. Muchos recuerdos afloraron en todo el camino puesto que la mayoría de los lugares son parte de la infancia de todos.

Es la bandera de las reivindicaciones para su protección, este mástil de ladrillo que se conserva casi intacto, pero que tiene peligro de deteriorarse más si no se actúa pronto.

Depósitos de agua, bombas extractoras y todo lo necesario para una actividad que dio trabajo a cientos de personas.

Las antiguas oficinas se mantienen en pie casi milagrosamente

Algunos edificios y construcciones dan una idea de la actividad frenética que debió existir en sus mejores tiempos

Desde esta loma situada debajo de todas las oquedades mineras y el calerizo cacereño, la ciudad ofrece una imagen tranquila, apaisada, como el mismo paisaje de los Llanos que rodea la ciudad.

Los depósitos de agua se conservan en pie y saludan a nuestro paso como columnas que nos flanquean el camino. Este era el Pozo de la Esmeralda

Este antiguo depósito del Pozo de la Esmeralda tenía, hasta hace menos de un año, una gran rueda de algún antiguo motor en su parte más alta; de la noche a la mañana desapareció. Los cientos de kilos de hierro que componían esta parte se desvanecieron como por arte de magia. Alguien habrá sacado buen partido de ello. Quienes vendieron el hierro y quien lo compró e hizo negocio. Esa es la vergüenza.

Esta ladera de la loma esconde todavía algunas bocas de entrada a las minas y respiraderos, es mejor andar con cuidado para evitar caídas, no están señalizadas, ni protegidas. Al fondo, el campo de golf y la urbanización que le da nombre.

El calerizo que soporta las minas es patente, aún, en un seco mes de septiembre. La zona más baja deja fluir los acuíferos y la zona, a pesar de calor, está verde y húmeda.

La zona de las laderas presenta toda la tierra movida de cuando se realizaron los respiraderos de las minas.

Esta era una de las bocas de entrada, junto a estas comunas que sustentaban los ascensores de bajada, aún se puede ver la entrada a la mina. La falta de protección aconseja no acercarse mucho.

Otro elemento muy visible de otro de la minas, este era el Pozo de San Salvador.

Este es el interior de la torre donde ya no están los elementos que facilitaban la bajada a la mina de San Salvador, Hace unos años cayó a este pozo, de cientos de metros, un menor y hubo de ser tapiado, pero como veis se puede seguir entrando aunque la boca de la mina está tapada con planchas metálicas.

Otra imagen de la entrada al Pozo de San Salvador.

Desde los alrededores de San Salvador se ven otros accesos mineros,abiertos y sin protección.

Esta imagen más cercana de este pozo, abierto y con una boca en suelo de varias decenas de metros. Peligrosa situación la de toda esta zona.

Desde este promontorio es visible el comienzo de una zona tan rica como la Sierra de San Pedro, una zona que hace muchos años era rica en encinas y alcornoques pero que fueron desaparecieron para satisfacer las necesidades de leña de una ciudad como Cáceres

Son visibles antiguos restos de civilizaciones antiguas que dejan constancia de la riqueza de la zona con bastante masa arbórea y con agua, imprescindible para el asentamiento de civilizaciones desde la prehistoria como están dejando constancia las excavaciones arqueológicas.

El grupo escucha atento las explicaciones de Agustín Flores que nos contó detalles curiosos de la zona.

Cruzamos la vía del tren que recorría la Vía de la Plata para dirigirnos al poblado minero.

En esta zona de antiguas y curiosas casas, algunas bellísimas, es patente el abandono. La lucha entre constructoras, administraciones y ciudadanos es patente. Las empresas del ladrillo quieren tirarlo todo y construir, construir, construir… la administración, presionada por los ciudadanos, hace tímidos intentos de proteger y, lo mejor, recuperar la zona. Y los ciudadanos, incansables altavoces del día día, claman al cielo por la degradación de una zona magnífica y de un pasado tan importante y valioso como el de la zona monumental. Ya hay mucho elementos y irrecuperables.

Tantas desfechateces se están haciendo que los antiguos carteles de los callejeros se sustituyen por matrículas de coches.

El poblado de Aldea Moret toma el nombre de su patrono protector, su desarrollo, consolidación e individualización se produjo entre 1887 y 1930.

El modelo habitacional era de poblado proletario minero-industrial autosuficiente, de influencia paternalista anglosajona, planeado «exnovo» con equipamientos, dotaciones, servicios e infraestructuras de transporte. Era un hábitat ordenado en medio de la naturaleza productiva, lugar de trabajo y de residencia, con agricultura de subsistencia a tiempo parcial.

La trama urbana planeada era de colonia obrera, una aportación patrimonial al urbanismo español, extremeño y cacereño del último cuatro del siglo XIX.

Aldea Moret era, por tanto, una antítesis de los núcleos de extrarradio españoles y de la vivienda obrera.

Algunos edificios han aprovechado el maná de Europa para recuperar su antiguo esplendor. Mal usados y mal planteados pero evitando qeu se sigan cayendo por el paso del tiempo. Este antiguo almacen, conocido como Edificio Embarcadero se converirá en un edificio de oficinas con una horrorosa construcción en forma de cubo dentro de él.

El Embarcadero es muy curisoso pero ha perdido una de sus elementos significativos, la claraboya que recorría toda su parte superior.

La visita terminó en el edificio de la Mina más rica de todas: La Mina de la Abundancia. Cuya torre den etrada es hoy el Centro de Interpretación de la Minería que puso en marcha la administración extremeña (con dinero europeo, claro) y que ofrece una visión muy rela de cómo era la zona, cómo trasncurría la vida y cómo era Cáceres en aquellos años de esplendor. Merece la pena ser visitado. Esta es la parte alta, podéis observar el ascensor de cristal que sube hacia la

parte alta del edificio y el hueco de entrada a la mina. Hacía abajo, 187 metros de profundidad.

Esta es la boca de entrada a la Mina de la Abundancia, y se conserva abierto, aunque inundada de agua

Encima del hueco las antiguas ruedas que sostenían los ascensores de bajada a la mina y su original estructura de madera.

Desde la Mina de la Abundancia se observa perfectamente la de San Salvador

En fin, ha sido un paseo agradable muy recomendable por su cercanía a la ciudad y que ahora, a pesar de lo seco del terreno, ofrece algunas estampas muy cuirosas. En otoño e invierno es una delicia pasear por la zona. desde la torre de arriba los atardeceres son de escándalo. Ójala y la presión ciudadana consiga la ansiada protección para esta parte de la historia cacereña y que los desmanes y la falta de civismo de la gente no sigan deteriorando estas centenarias construcciones. Por si acaso, aquí queda este testimonio gráfico.

Un delicioso paseo por la historia, por nuestra historia, con el que la Asociación de Vecinos La Cañada quiere reivindicar una solución urgente al abandono y la protección de las minas cacereñas.

Ruta por la Dehesa de Monroy

La ruta por la dehesa de Monroy nos lleva hasta uno de los muncipios que en Cáceres conocemos como ‘Los cuatro Lugares'(Monroy, Hinojal, Santiago del Campo y Talaván), Monroy es un pueblecito, ubicado en la Penillanura trujillano-cacereña, y comunicado con la capital de la provincia a través de la EX-390 y la CC-47.
A Monroy se llega desde la carretera de Monfragüe, la EX 390 como decía, pasados los cruces de Santiago del Campo y Talaván, por un desvío a la derecha, es la localidad más oriental de los Cuatro Lugares. También por la A-66 en el desvío de Hinojal. El origen de Monroy se debe al Señorío de Monroy del que surge la aldea.
La localidad es muy pequeña, algo más de 1.100 habitantes, pero en la plaza se alza impresionante su castillo, y claro, la razón de su historia.
En el año 1309, el rey Fernando IV otorgó el privilegio para allegar a su cortijo hasta cien vecinos y construir en él un castillo, de aquí la fundación y fortaleza. El castillo fue mandado construir por D. Hernán Pérez de Monroy a principios del s.XIV, en plena reconquista. Intervienen en el Castillo, desde el punto de vista arquitectónico, tres épocas fundamentales que lo construyen y modifican sucesivamente. La primera época es Medieval, Gótico-Mudéjar, la segunda época es Renacentista y la tercera está definida en el tiempo que pasa desde el s.XVII hasta nuestros días.

Nosotros nos disponemos a hacer una ruta circular que nos va a llevar a la Fuente de las Amapolas, hacia los riberos del río Almonte y hacia el Paraje de El Cabril, un roquedo bañado por unos de los muchos arroyos que surcan la zona; uno de ellos, el arroyo de la Fuente Canillas, nos acompañará durante buena parte de la ruta. Se trata de un camino sencillo, de unos 14 kilómetros, y de dificultad baja.

Así, al abrigo de esta fortaleza, descendemos hacia la parte baja del pueblo y nos internamos en la dehesa…. comenzamos.

Dejando el pueblo, la dehesa y su uso ganadero es patente.

Es una dehesa bastante peculiar, salpicada por pequeñas agujas de piedra que asoman en el terreno.

Atravesamos el Arroyo de Las Amapolas y llegamos a la fuente del mismo nombre, suerte que lo hicimos un otoño de lluvias suaves y se podía cruzar sin problemas.

La Fuente de las Amapolas estuvo techada y se restauró en tiempos de la II República, por lo que que su aspecto actual debe ser de fines del s.XIX o principios del XX. Hoy los alrededores están bien arreglados y preparados como merendero.

El pozo, de planta circular, construido con ladrillos, tiene cuatro brocales abiertos a media altura en arco de medio punto enmarcados en falsa cantería; el resto del muro está revocado con cal.

Ahí tenéis una de las ventanas o brocales.

Este es el arroyo de Las Amapolas visto desde el Pozo.

Contaba al principio que la ruta es circular, al dejar la Fuente, situada a algo menos de dos kilómetros, el castillo y el pueblo son todavía visibles.

Volvemos a la dehesa, ahora atravesamos el Arroyo de Las Viñas.

Como decía el terreno está salpicado de agujas de piedra, algunas como estas deján curiosas imágenes.

Estas dehesas albergan bastante ganado vacuno y bovino, de ahí la existencia de charcas para los animales.

Nosotros continuamos por esta dehesa limpia, gracias a su uso ganadero, vamos andando por el denominado Camino del Cagajón (imagino que por los regalos que dejan los animales)

Llevamos recorridos algo más de cinco kilómetros y, en cambio, parece que acabamos de salir del pueblo.

Poco a poco la dehesa y el paisaje cambian, hemos atravesado la dehesa boyal del pueblo y nos acercamos al río Almonte

Es una paisaje abrupto que en ocasiones encajona el río en los denomiandos Riberos, todo un hogar para muchas de las especies de aves más protegidas de Extremadura. De hecho estamos en zona ZEPA, Zona de Especial Protección de Aves.

La bajada hacia el río la hacemos por una antigua ruta de la zona, usada para viajar y buscar provisiones o vender productos. Se trata de un camino construido a base de pizarra y granito que se encuentra muy bien conservado, cuando pisas sobre él, descubres que se hizo pensando en que durase siglos…

Es un camino en zig zag para suavizar la pendiente y la altura que hay que salvar hasta llegar al río.

Aquí tenéis otra curva del camino, donde se observa esta pequeña senda de montaña.

En esta imagen os podéis hacer idea de la altura que se salva y de cómo es el descenso.

El camino, ya digo, es toda una obra de ingeniería que evitaba en otras épocas el aislamiento de la localidad, como véis está trazado con mucho cuidado.

De repente, el silencio del lugar es roto por el murmullo del agua. El río Almonte.

El río Almonte, declarado actualmente zona ZEPA como señalaba antes, constituye en toda Extremadura uno de los pocos ríos aún vírgenes, no represado excepto en su confluencia con el Tajo, por lo que constituye un valioso corredor ecológico de biodiversidad desde su nacimiento en las Villuercas.

Las pasaeras son frecuentes, aunque da vértigo pensar que antes se atravesaba con frecuencia, si se quería llegar al destino.

Nosotros, al abrigo de su orilla, reponemos fuerzas. Antonio, Irene y Mario.

Y el resto del grupo que se acopla donde puede… entre las piedras.

Para iniciar la ruta de nuevo, hay que desandar parte de lo andado, hemos vuelto a subir por el sendero de piedra para llegar a una de las mejores sorpresas de la ruta, el paraje de El Cabril.

Es una zona donde el arroyo del Cabril se hunde y retuerce en el terreno entre fragosos pedegrales e impresionantes tajos que reciben el nombre de “El Tranco del Diablo.

Hermoso paraje y muy interesante para observar aves como cigüeña negra y búho real, entre otras.

Dejamos estos roquedos mientras recorremos la denominada Vereda de los Quemaos, y nos encontramos, de cuando en cuando, pequeñas canteras de pizarra, usadas para extraer piedra con destino a casas y vallado de fincas que todavía son muy frecuentes en la zona.

Aún vamos bordeando el paraje de El Cabril, en esta zona el agua, en inviernos lluviosos, deja curiosos saltos de agua.

Un descanso que aprovecho para inmortalizar a Irene y Guillermo, las dos razones verdaderas que hacen que te levantes cada mañana con las mismas ganas y una sonrisa.

Dejamos la dehesa boyal, flanqueada por algunas grandes cancelas que descubren la grandeza de años pasados.

Salimos de la dehesa, con Guille y Antonio inseparables (desde chicos).

Así llegamos de nuevo a Monroy, saludamos al señor del Castillo con esta foto de grupo para el recuerdo. Aunque antes de partir nos queda otro sorpresa.

No queremos abandonar Monroy sin conocer su pasado romano y uno de los asentamientos rurales de aquella época. La villa romana se encuentra en la dehesa boyal de Monroy, en el paraje denominado “Los Términos”, a una distancia aproximada de 3,5 Km. del núcleo urbano. Se accede al yacimiento a través de un camino que atraviesa un paisaje de pastizales y encinas.

La Villa Romana de Monroy es el asentamiento rural romano más emblemático y estudiado. Los materiales constructivos son los propios del lugar: pizarra y cuarcita, además de granito y mármol. La Villa se puede visitar libremente.

La excepcionalidad de la villa romana de Monroy radica en que es una de las villas romanas mejor conocidas de la Península Ibérica por su excavación amplia y extensiva y por su complejidad que denota una jerarquización de los edificios. Asentada sobre dos colinas entre las que discurre un arroyo, esta explotación rural de época romana, se divide en dos sectores, característicos de estos asentamientos rurales. En la entrada al yacimiento, en la colina sur, se encuentran varios edificios en torno a un gran patio central. En él se localiza la zona residencial, termas, talleres, área de servicio y dependencias relacionadas con la cocina. Siguiendo el recorrido hacia la colina norte, después de pasar el arroyo, se aprecia un conjunto de edificios de carácter agrícola y ganadero que nos remiten a los tradicionales complejos agrarios, donde destaca un hórreo relacionado con el almacenaje del grano.

Con esta imagen de parte de los asistentes entre las escasas columnas de mármol que sustentaron este cortijo, nosotros dejamos Monroy, si queréis volver al pueblo, os aconsejo febrero, en tiempo de Candelas podréis disfrutar de Las Purificás, una tradición muy religiosa, pero curiosa, que congrega a muchos habitantes, los que están y los que se fueron.
Las Purificás con sus trajes regionales entran en el templo cantando unas estrofas al son de la pandereta, que conmemora la purificación de la Virgen cuando presentó al niño en el templo, siendo recibida por el sabio Simeón. Al día siguiente (San Blas) se reúnen para hacer y degustar los famosos caramelos de San Blas de azúcar y cacahuetes troceados.
Aunque en cualquier época del año, rosca de piñonate, embutidos o queso de cabra son de obligado menú.
Monroy, un lugar recomendado, sobre todo en otoño e invierno, cuando estas tierras tranquilas y olvidadas rebosan vida. Nosotros pudimos comprobarlo in situ.

Ruta Cerro Gimio. Parque Nacional de Monfragüe

Esta es otra de las muchas rutas que se pueden realizar dentro del Parque Nacional de Monfragüe, están bien señalizadas. Encontraréis información en la web del parque: http://reddeparquesnacionales.mma.es/parques/monfrague/index.htm o en esta otra que pertenece a la Asociación de Turismo de Monfragüe, quienes además os pueden guiar:
http://www.monfrague.com; hay bastantes posibilidades si lo hacéis a través de algún buscador web.
Yo os aconsejo que os acerquéis a la Oficina de Información del Parque que está en el poblado de Villareal de San Carlos, las guías que tienen son muy prácticas y os facilitan información complementaria que os evitará problemas dentro del Parque, porque para hacer algunas rutas es necesario pedir permiso.

La ruta de Cerro Gimio es una de las muchas sorpresas que esconde el Parque a la vista del viajero que se limita a subir al castillo, observar los buitres en el Salto del Gitano o parar en la Fuente del Francés para terminar en Villareal, pero el verdadero parque no está a la vista, hay que patear por el y disfrutarlo.

la ruta es sencilla, la única dificultad es la subida al Cerro, de un kilómetro y medio más o menos, pero merece la pena.
La ruta de Cerro Gimio está señalizada con el color verde, en las guías parece como itinerario verde, no llega a los 8 kilómetros y, con descanso incluido, se hace en unas 3 horas, o algo menos si vamos ligeros.

Salimos de Villareal de San Carlos, cruzamos la carretera y andamos por un pequeño camino delimitado por paredes de piedra y así continuamos hasta un desvío a la derecha a unos 800 metros, a partir de aquí iniciamos una senda bien marcada que recorre la ladera izquierda por la umbría del arroyo Malvecino, que se cruzará en casi toda la ruta.

Gran parte del recorrido se realiza por senderos estrechos e irregulares, con algunos tramos de caminos en buen estado. Encontraremos abundante vegetación y arboleda baja.

No es zona de árboles, por lo tanto no hay casi sombra, excepto junto al arroyo. Es mejor no hacerlo en días de excesivo calor. Nosotros recorremos este camino de zig-zag es un sube y baja constante. Ahora bajamos…

Ahora estamos arriba… las primeras luces se cuelan entre este terreno abrupto y lleno de pequeñas laderas

El paisaje nos llama. Es un bonito día de otoño, claro, fresco y perfecto para andar

La ruta recorre la margen derecha del arroyo Malvecino, un paseo agradable muy cuidado ya que hay numerosas pasarelas de madera que facilitan el paseo por el riachuelo, un lugar fresco y tranquilo con abundante vegetación de ribera.

Aparecen algunos ejemplares sobresalientes de fresno, madroñera y cornicabra.

Este pequeño sendero nos obliga a ir en fila de uno, disfrutando del camino y del agua del arroyo

Aproximadamente en la mitad del tramo encontramos un nuevo puente de madera que cruza a la otra orilla del arroyo. Llega únicamente hasta allí, donde aparece un merendero con mesas rodeadas de frondosa vegetación de umbría. Un pequeño descanso antes de encarar la subida.

Para continuar el itinerario hay que cruzar de nuevo el puente y seguir por la margen izquierda.

Comenzamos la ascensión, hay dos opciones bien señalizadas, nosotros hicimos el camino al revés de como está marcado, es más agradable. pero es cuestión de gustos… Atrás dejamos Villareal, tras esa pequeña loma.

Delante nos espera Cerro Gimio. Si os fijáis se ve el Castillo de Monfragüe a la izquierda de la foto

En este camino se separan dos rutas. La nuestra que sube a la izquierda hacia el Cerro y de frente este sendero que nos lleva a Serradilla y que ya hemos recorrido en una ruta anterior

Seguimos subiendo y en el ascenso ya descubrimos el río Tajo y una imagen poco habitual del Salto del Gitano.

Este es el paisaje bravío del Parque de Monfragüe, casi en la cima

Abajo el Arroyo Barbaón, antes de abrazarse con el Tajo

Nosotros hemos coronado la cima de Cerro Gimio. Estamos sobre los restos de una atalaya romana del periodo republicano

Desde la cima del montículo podemos observar el nido de un buitre negro en la espesura y disfrutar de las panorámicas del Salto del Gitano, río Tajo y los arroyos Barbaón y Malvecino.

Es momento de compensar el esfuerzo de la subida con un buen refrigerio. Antonio y Mario no se privan de nada. La bota de vino no sale en la foto.

Descendemos toda la ladera ya de manera muy sencilla, desandando parte de lo andado y llegamos casi al final, antes nos acercamos hasta el puente de Piedra que está escasos metros más adelante. El puente, elemental y rudimentario, es muy representativo de unas construcciones que antaño fueron vitales para salvar las invernadas; constituye una reliquia que rezuma sabor tradicional.

Fuentes para beber y pasarelas nos han acompañado durante todo el camino. Luisa y Guille inmortalizan el momento. A este le llaman el Puente de Arriba.

Nosotros hacemos un pequeño descanso antes de iniciar el último tramo.

Ella y yo dejamos constancia de que estuvimos allí, disfrutando de compañía y paisaje.

El puente es de madera con pilares de pizarra, rodeado de alisos y fresnos. Es un lugar fresco con abundante sombra. El sitio invita a detenerse; cuando corre el arroyuelo, el sonido del agua y el de los pájaros, que se ocultan entres las ramas, alegra el paisaje. La subida hasta Villarreal (1,1 km) carece de dificultades.
Es una de esas pequeñas rutas que te hace amar mucho más esta joya que es el Parque de Monfragüe. No el que vemos a menudo, el que sale en las fotos o enseñamos a amigos y parientes. Es el otro parque, el verdadero, el que merece el título de Parque Nacional y se conserva como una reliquia.
El que sólo se puede recorrer a pie y en silencio, para no importunarlo.

Si llegáis a buena hora os aconsejo que os acerquéis al Camping Monfragüe, que está a unos 12 kilómetros y disfrutéis de una estupenda comida en su restaurante. Cochinillo y cabrito en horno de leña son más que recomendables. El trato exquisito.

Ruta de Torrequemada. Por las canteras

Sábado de mayo el que hemos elegido para recorrer los Llanos de Cáceres, una zona denominada ZEPA -Zona de Especial Protección de Aves- donde abundan una fauna rica y una flora típica de la dehesa y las grandes extensiones extremeñas.

Nosotros vamos a realizar una ruta desde la localidad de Torrequemada para recorrer sus antiguas canteras, hoy cerradas. Extracciones de granito que ya no son rentables y que han llevado a su abandono.

Hemos sido unos privilegiados porque la ruta la dirigían Paco y Amalia, un matrimonio de Torrequemada, padres de una de las senderistas que habitualmente viene de ruta, que nos enseñaron los lugares por los que transcurrió parte de su infancia, su juventud y su vida. Recuerdos, viejas costumbres, tradiciones ya perdidas pero que están en la memoria de sus protagonistas, se fueron sucediendo a lo largo de los casi 20 kilómetros que hicimos de camino. Una Extremadura rural que se fue abriendo paso entre senderos, fuentes, charcas y dehesas.

Ya digo que partimos de Torrequemada que se halla a unos 19 Km de Cáceres en la nacional EX 206, Carretera de Miajadas, entre los pueblos de Torreorgaz y Torremocha, la conocida como carretera de Las Torres. Torrequemada es la segunda viniendo de Cáceres.

Partimos de la denominada Charca de Abajo, en el mismo centro del pueblo a las espaldas de la Iglesia de San Esteban.

La charca es un lugar habitual de recreo de la localidad; bancos, juegos infantiles y la posibilidad de pescar en ella, la convierten en un enclave muy frecuentado.

Nosotros vimos patos, ranas y variedad de peces. A primeras horas de la mañana las ranas tenían una escandalera tremenda. Decían Amalia y su familia que por las noches, sobre todo en verano, cuesta dormir por el insistente croar de cientos de bichos.

Junto a construcciones nuevas, Torrequemada conserva las originales arquitecturas rurales de aldea. Para ello hay que remontarse al siglo XVI en el que la tierra de Cáceres comprendía un extenso territorio, bajo jurisdicción real creado por la corona Leonesa, en él se ubicaban la Villa de Cáceres y un conjunto de aldeas, dependientes de su jurisdicción entre las que se encontraba la de Torrequemada.

Nosotros dejamos el pueblo y nos adentramos en el campo por el camino de Las Corralas

Como ocurría en casi toda la región, el porcino era un ganado muy extendido y las construcciones que lo albergaban todavía son numerosas.

Esta charca está junto al pueblo, creo que lleva el apellido de alguien pero no recuerdo el nombre.

Aquí tenéis las corralas de los cerdos, realizadas en granito.

Estas construcciones reciben muchos nombres en Extremadura, en la zona de Montánchez las llaman zahúrdas, en otros lugares cochiqueras. Aquí son corralas.

Es una zona de enormes piedras de granito que sobresalen en la superficie. En la imagen vemos estas peñas delimitadas por diferentes fincas

Tomamos momentáneamente el camino que nos lleva al río Salor para dirigirnos hacia las canteras que se encuentran a unos diez kilómetros de aquí.

Y más granito.

Este es el antiguo badén del río Salor, contaba Paco que lo destrozó el agua en alguna crecida cuando pasó por encima. La fotografía está hecha desde el nuevo puente.

El viejo paso del río hoy está oculto entre la maleza, muy idílico.

A medida que nos alejamos más de la zona poblada, la dehesa comienza a emerger más bella.

Pequeños riachuelos que van a parar al Salor y que esta primavera del 2010, y con un año de abundantes lluvias, van cargados de agua. Amalia dice que se puede beber sin ningún problema.

El grupo lo cruzó por las muchas pasaeras que lo salvan, de nuevo de granito.

La dehesa, ya bastante menos ocupada por la ganadería, continúa albergando ganado ovino y bovino que nos encontraremos a lo largo de la ruta.

Las encinas y alcornoques de la finca que atravesamos han sido limpiadas hace poco y los nuevos brotes están patentes en todas sus ramas.

Las ramas que se cortan se reúnen en montones para hacer picón, son las piconeras, aquí tenéis una, al fondo otro montón de leña, aún sin quemar

La dehesa está inmejorable este año, en la zona más poblada…

…y en la más limpia. Al fondo Sierra de Fuentes.

Aves hay infinidad de ellas, sobre todo milanos y cigüeñas -blancas y negras- tórtolas, perdices…

Aquí se puede ver la Torre del Cachorro de la cercana localidad de Torreorgaz.

Nosotros continuamos andando esta bellísima dehesa, limpia y cuidada.

Con la abundancia de agua, la grandes peñas de granito presentan este aspecto, cubiertas de pequeñas flores que otros años no son tan abundantes.

Así dejamos la finca, Limosa de Poniente…

…y seguimos, o bordeamos, el camino.

Paco y Amalia nos llevaron hasta la Fuente de Las Mujeres, en años de mucha labor agrícola era sólo utilizada por ellas, según Amalia el agua aún se puede beber. En la imagen Paco cerrando la cancela que da paso a la finca.

Seguimos camino, de rojo Amalia a la que no se le escapaba ni un nido…

Y de repente, en medio de la dehesa, la escombrera de una de las canteras de granito que veníamos buscando.

Como se puede ver es otro de esos grande bolos graníticos que está enterrado en el suelo y del que se ha extraído la piedra, hoy la cantera está cubierta de agua, según Paco es natural y proviene de algún acuífero subterráneo.

Se tiene que haber explotado durante bastantes años porque la cantera es inmensa.

Y no se tira nada. Aquí tenéis los monolitos del siglo XXI (ahora no se veneran los muertos, si no que se guardan los coches)

Dejamos la cantera y continuamos camino en busca de la otra explotación, bastante más grande que esta y también abandonada.

El camino nos va guiando hacia nuestro lugar de descanso y avituallamiento

En medio, y entre cantera y cantera, la dehesa sigue inmensa.

Los caminos casi han sido invadidos por la vegetación.

Y es que la dehesa tiene su vida propia y su ritmo.

Así llegamos a la siguiente cantera y sus dimensiones llaman la atención.

Aquí más dólmenes/cochera, estos con puerta y todo.

Este es el hueco central de la explotación, debajo del agua hay muchos metros de extracción.

De aquí se han sacado muchas toneladas de piedra.

Hoy el hueco dejado por las máquinas tiene vida propia y los pescadores dejan constancia de ello.

Nososotros, después del bocata, dejamos testimonio para el recuerdo con una imagen de grupo.

Así dejamos la cantera y los restos de su actividad esparcidos por el campo…

… y salimos de la finca que la delimita…

… y vuelve la dehesa a rodearnos y envolvernos en flores.

La ganadería es la que mantiene este ecosistema mediterráneo.

Este rebaño humano continúa paseando por ella y disfrutando de su equilibrio.

Allí donde pones el objetivo estalla el campo, zonas más densas…

… y otras más limpias pero igual de exuberantes.

Este es el Pozo del Llano, lo tienen tapado imagino para que no caigan los animales.

Una charca en medio del bosque mediterráneo cubierta de flora.

Otra pasaera para atravesar los riachuelos.

Y un nido de milano en una encina.

Así, con la sensación de haber visto el campo extremeño como hacía muchos años, vamos completando este agradable paseo por los alrededores de Torrequemada.

Y llegamos de nuevo al pueblo.

Nosotros terminanos en la Iglesia de San Esteban, y aquí se aprecia perfectamente su torre, que fue quemada en las guerras civiles de la Baja Edad Media. Actualmente se encuentra en estado ruinoso, pero refleja la grandeza señorial de otra época. Un templo de estilos renancentista y barroco que fue restaurado en el siglo XVI y cuyos diferentes añadidos son más que visibles.

En fin, un agradable paseo de la mano de estos dos torrequemeños, Amalia y Paco, que nos han enseñado como era la vida que ellos vivieron y como conservan las piedras muchos de aquellos recuerdos de años mozos, de estas aldeas cercanas a Cáceres, tan cerca pero tan lejos y que hoy, gracias a mejores carreteras recuperan la vida de muchos paisanos a quienes no les importa ir y venir a la capital a diario. Aquí la vida se mide en estaciones.

Ha sido un placer que Luisa y yo comentamos encantados. Prometemos volver en alguna de nuestras muchas escapadas.

Ruta de Botija. El castro celta de Villasviejas del Tamuja

En esta ocasión nos trasladamos por la llamada carretera de Las Torres o carretera de Cáceres a Miajadas, oficialmente la EX-206, hasta la localidad de Botija, un pequeño pueblo situado en el interior de la Penillanura cacereño-trujillana, en el centro aproximado del triángulo formado por Cáceres, Trujillo y Mérida. Un municipio que disfruta de una de las dehesas boyales más importantes de la comarca Montanchez Trujillo y que pertenece al grupo local de desarrollo ADISMONTA; en esta dehesa se dan distintos tipos de paisajes relacionados entre sí por el ganado como el monte, donde abundan el matorral mediterráneo (jaras, retamas, lavanda) mezclado con encinas y los pastos que se deben al clareado del matorral y del arbolado, así como a la acción del ganado.

Nosotros buscamos una de las muchas joyas que conserva la localidad, está situada a unos dos kilómetros de Botija, y se trata de un yacimiento arqueológico de la Segunda Edad del Hierro, Tamusia, conocido hoy como Villasviejas del Tamuja. Puentes medievales, murallas, zahúrdas, molinos, todo en poco más de 14 kilómetros que comenzamos con la satisfacción de que al terminar nuestro paseo nos espera la degustación de la Torta del Casar en la Quesería Tamussia, en el propio pueblo. Andando…

La primera de la sorpresas llega al poco de iniciar la ruta cuando aparecen ante nosotros las primeras zahúrdas, las casitas de los cerdos.

Estamos en la dehesa boyal del municipio, las zahúrdas están construidas con lajas de pizarra y la techumbre de ramaje, su utilidad fue la de albergar el ganado porcino en estado de semimontanera.

En medio de la dehesa boyal, el río Tamuja que se cruzará varias veces en nuestro camino.

Tierra de pizarra, piedra que se utiliza para su construcción

Al fotografiarnos junto a ellas, podéis ver su tamaño…

Estas zahúrdas, o cochiqueras como se las conoce en otros lugares, tenían varios compartimentos, están formadas por un habitáculo para que se refugie el ganado y de un corral. Este mismo tipo de zahúrdas, las encontramos en otras dehesas boyales de municipios extremeños, como el de Montehermoso o la de la Comarca de Las Villuercas.

Al dejar la dehesa boyal hay que volver a cruzar el Tamuja, ahora por el denominado Puente Viejo

El Puente Viejo data de los siglos XVI-XVII. Está construido a dos vertientes y posee 3 ojos siendo el central más ancho con tres arcos de medio punto y presenta marcas de canteros tallados en los sillares de granitos. Presenta a cada lado una serie de huecos de forma cuadrada y rectangular encima de los tres tajamares con la finalidad de que en la fuertes crecidas del río el agua discurra con más fluidez.

La dehesa en Extremadura tiene vida propia.

La muralla del antiguo castro celta nos saluda…

Nos disponemos a rodearlo para acceder a él y la dehesa no deja de mostrarse inmensa…

El castro se encuentra junto a una de las orillas del río Tamuja, buscando y usando el agua.

Tamussia o el castro de Villasviejas del Tamuja, como es conocido, está formado por dos recintos fortificados de la 2ª Edad del Hierro del S. IV a.C.- I a.C. En las inmediaciones se hallan dos necrópolis de cremación y minas de Plata y Plomo.

Las excavaciones que se llevaron a cabo han dejado al descubierto varias zonas del poblado, incluido un pequeño anfiteatro.

No está muy señalizado pero si llegáis hasta él, no es difícil porque el camino es amplio, disfrutaréis de la visita.

Este camino conduce hacia la zona de las minas y la necrópolis

En esta zona también se han desenterrado restos arqueológicos

Dejando la zona más abrupta y el poblado, la dehesa vuelve a la normalidad

Es zona de muchas ovejas puesto que está dentro de la Denominación de Origen Protegida del queso Torta del Casar.

La pizara aquí se sigue utilizando para todo

En este camino de fincas y ganadería nos encontramos hermosos ejemplares de encina

Ya sabéis que en el campo no se tira nada, los que tenéis alguna pequeña finca o parcela lo sabéis por experiencia.

A estos pequeños puentes les llaman ‘pasaeras’ (porque son para pasar o cruzar el río por las pasás), creo que esta es la que llaman la pasaera de los bueyes
Son de granito, pero su longitud y altura da idea de cómo debe bajar el río en inviernos como el del 2010, cuando corre el agua con ganas.

Nosotros fuimos en un otoño seco y el río prácticamente se podía atravesar a pie.

La chimenea de un viejo horno hoy es una gran colonia de cigüeñas

En la ruta encontramos mucho molinos, la mayoría se remontan al siglo XVIII, y utilizaban un sistema de presa o pesquera. Se usaban para moler el trigo y fabricar harina con ayuda de la fuerza del agua.

Hoy sus restos están banstante abandonados

Esta es la presa o pesquera que permitá canalizar el agua.

Las nuevas cosntrucciones agrarias siguen utilizando y aprovechando la piedra natural.

Nosotros terminanos la ruta y nos adentramos en la fábrica de quesos Tamussia, cuyo nombre hace referencia al poblado vetón

Las tortas se siguen fabricando al estilo tradicional, aunque incorporan nueva tecnología como las cámaras frigoríficas para asegurar una curación adecuada, el resultado es excelente. Si quereis saber más: http://www.tamussia.com/
La quesería la han puesto en pie Laura y Jacinto un matrimonio muy agradable que hace poco más de un año decidieron cambiar de vida. Abandonaron Madrid, hartos de la ajetreada vida de la gran ciudad y decidieron buscar un lugar donde el tiempo fuera más despacio. Así llegaron a Botija el pueblo de él y han ganado en calidad claro. A nosotros nos trataron como a reyes. Después de una agradable degustación, dimos cuenta de sus exquisitos productos e hicimos acopio de buenos quesos.

Dejamos la quesería y nos adentramos en el pueblo a refrescar la garganta. Si sois golosos nos os vayáis sin probar los dulces, Botija es conocida por los maestros dulceros que elaboran artesanalmente calabazate, turrón, caramelos…
Nosotros nos marchamos hacia la ciudad y su ruido, pero con la satisfacción y la convicción de que cada uno de los rincones de esta región esconde secretos de civilizaciones pasadas, algunas como en este caso con casi 3.000 años, que ya escogieron esta tierra para vivir en ella.
Por ello, y desde el respeto, las gentes del Club de Senderismo Catelsa seguimos recorriendo caminos y fabricando recuerdos.

Ruta de Monfragüe a Serradilla

Esta es una de las rutas más bonitas y diversas que ofrece el Parque Nacional de Monfragüe, de hecho no está muy publicitada y hay que pedir permiso antes de realizarla. Está bien señalizada y se distingue con el color marrón. Son 14 kilómetros de dificultad media puesto que se trata de un camino ‘rompepiernas’ por las constantes subidas y bajadas que tiene.
Se buscáis la ruta aparecerá siempre como Ruta de Serradilla a Villareal, nosotros la hicimos al revés y terminamos en Serradilla. No es una ruta circular, por tanto, obliga a que en el lugar de destino nos estén esperando. Pero os aseguro que disfrutaréis del paisaje menos concido del Parque Nacional de Monfragüe. Es una delicia y una suerte que partiendo del corazón del parque podamos atravesarlo para situarnos en sus estribaciones.

Nosotros comenzamos en la Pedanía de Villareal de San Carlos, verdadero corazón del Parque.
El nombre de Villarreal de San Carlos evoca al rey vigente en la época de su fundación, Carlos III. En la comarca también es conocido como Lugar Nuevo.
Esta pequeña aldea, incrustada entre los montes de Monfragüe, ha adquirido una notable importancia pues se trata del único núcleo urbano existente dentro de los límites del Parque Nacional, y en él se encuentran las instalaciones de dirección y gestión del mismo, así como los servicios de atención al visitante. Si nos los conocéis os recomiendo que no os vayáis sin visitar los dos centros de interpretación. En la oficina de turismo os facilitan todo tipo de información del parque. Se puede comer a precios muy razonables, se pueden comprar recuerdos y dormir porque existe una casa rural.

Nosotros llegamos en un autobús que luego nos esperaría en Serradilla. Eran las primeras horas de la mañana después de un excelente desayuno en Torrejón el Rubio, una de las puertas de entrada al Parque. Un día excelente.

Las primeras luces del día dejan juegos de luces y sombras. Estas son los primeros kilómetros, aún por la denominada ruta verde, la de Cerro Gimio, que ya mostraré en otro post.

Así bajamos hacía la cuenca del arroyo Barbaón por un enebral sorprendente.

El paisaje es una sopresa constante y deja imágenes fantásticas

Cruzamos el Arroyo Barbaón por el Puente del Horquillo, junto a la desembocadura del Barbaoncillo. Desde aquí se puede ver el Castillo, Peñafalcón y Cerro Gimio.

Ahí los tenéis.

La ruta es la de color marrón (el muñeco venía con nosotros, no es de la ruta).

Tras cruzar el arroyo comienza la subida, una de ellas, siempre indicada.

A medida que ascendemos nos adentramos en el corazón del Parque de Monfragüe, si caminamos sin hacer mucho ruido podremos ver mucha fauna, aquí tenéis buitres negros.

Esta imagen de la orografía del terreno os da idea de que haremos 14 kilómetros subiendo y bajando sin cesar.

Eso sí, cada vez que coronamos una pequeña loma, subimos una cima, el paisaje nos saluda y el parque nos muestra la razón de su título Nacional y de Reserva de la Biosfera

Aunque es verdad que las cuestas cuestan.

Los ciervos nos acompañan en la ruta, más bien huyen en cuanto nos han óído, pero pude fotografiarlos antes de que se perdieran en la maleza.

Hacia el norte, la cola del pinar de Serradilla y al fondo, Gredos.

El pinar de Serradilla es una joya natural que afortunadamente aún se conserva, está bien vigilado.

Nos dirigimos hacia el denominado Collado del Lobo, al fondo podéis ver Cerro Gimio y detrás el castillo de Monfragüe.

Ya oteamos PeñaFalcón.

Otra imagen impresionante de la orografía del Parque, el castillo se ve todavía.

Y nosotros, ya véis, seguimos subiendo, de manera más suave ahora.

Hemos llegado al Collado del Lobo, más o menos a la mitad de camino. Ahora a reponer fuerzas.

Un buen tentempié en medio de este fantástico pinar.

Descendemos ahora buscando la Sierra del Medio.

Está protegida por una impresionante arboleda.

Pinos y castaños con monte bajo. Vergel virgen.

Alguna construcción de los antiguos usos agrícolas ahora muy controladas.

El camino mezcla la piedra y la arboleda.

Es una bosque maravilloso que nos protege del sol a esta hora cercana al mediodía.

Arriba se despeja… pero no hemos terminado de subir.

El camino se hace más duro en busca de la Sierra de Santa Catalina.

Pequeños descansos para recuperar las piernas y coger aire.

Desde arriba el paisaje es inmenso.

Al coronar Santa Catalina salimos del parque, hacia el sur vuelve la dehesa.

Y Serradilla ya nos saluda.

Y los primeros olivares jalonan el camino.

Antonio haciendo amigos.

Entramos en el pueblo por la denominada Fuente Nueva, de finales del XIX.

Algunas naves a la entrada.

Las primeras calles de un pueblo muy singular.
Les gustan las plantas ¿se nota no?

Al llegar a la ermita del Cristo de Serradilla nos encontramos con el clero.

Entrar a ver la ermita, merece la pena, es una joya.
Como el pueblo es así, en medio de la calle hay un pequeño puente.

Imagino que en invierno debe correr el agua con ganas y es la única manera de cruzar la calle.

Nosotros terminamos de pic nic en el parque de Serradilla, está bien cuidado.

Luego viajamos hasta Monroy a visitar un picadero de caballos.

La dehesa extremeña es inimitable, la mires como la mires.

Hombre y naturaleza de la mano, han logrado esto.

Domando caballos.

Hay ejemplares que llevan muchos premios, están muy cuidados en este ‘hotel rural’

Yo también quiero uno ¿Y dónde lo guardamos?

El día se despide, las luces nos recuerdan las del comienzo de la mañana.

La granja recupera la normalidad y el silencio.

Nosotros volvemos satisfechos… y orgullosos. Uno descubre cada día, que los mejores tesoros están muy cerca… aunque, a veces, no recalemos en ellos.

Ruta de la encina de La Terrona. Zarza de Montánchez

En medio de fantásticos paisajes adehesados que se pueden calificar de entre los más singulares de esta comarca, que encontraréis bajo la denominación de Comarca de Sierra de Montánchez y Tamuja, nos proponemos visitar uno de los árboles singulares de Extremadura más representativos, se trata de la encima La Terrona, un inigualable ejemplar de «quercus rotundifolia», considerada tradicionalmente como la más grande y vieja del mundo. Tan vieja que ya es ayudada por decenas de bastones para evitar que se venga abajo; una pena si no la habéis conocido en todo su esplendor porque, aún ya sometida a cuidados paliativos, impresiona igualmente por su envergadura. Hoy hacemos una ruta de unos 14 kilómetros que nos llevará por antiguas calzadas romanas, dehesas de libro y parajes bellísimos.

Partimos de Zarza de Montánchez, un municipio perteneciente a la Comarca de Sierra de Montánchez y Tamuja conocida como el Triángulo de Oro puesto que está ubicada entre Cáceres, Trujillo y Mérida.

El camino hacia la encina de La Terrona nos enseña, recién salidos de Zarza de Montánchez, la existencia de restos romanos que se hace patente con la presencia sencilla pero robusta y segura de un puente de tres ojos situado sobre el río Tamuja.

Es evidente que la tranquilidad rodea estos parajes rurales, caminos en los que si guardamos algo de silencio podremos disfrutar de imágenes curiosas.

Comenzamos la ruta por parte del camino que discurre en sus inmediaciones, tradicionalmente llamado «El Camino Real», por el que, según la historia, cabalgaron los Caballeros de la Orden de Santiago hacia la Reconquista de Montánchez.

Esta zona de dehesas graníticas, nos deja constancia del aprovechamiento de la piedra a los largo de los años que dejan utilizaciones singulares y muy bellas

La dehesa aquí, como decía, es de libro…

…y los caminos, de foto.

Las explotaciones ganaderas, verdadero sentido de la dehesa, nos acompañan en el trayecto.

Otros han dejado sus usos y esperan pacientes futuras glorias.

La ganadería y los caballos son muy frecuentes en la zona

En medio del camino antiguos pozos dejan constancia del uso ganadero de la zona

Los olivos, para un aceite que hay que probar, van ocupando pequeñas fincas

Y llegamos a La Terrona, como veis abastonada para evitar su desplome. No obstante fijaros en el tamaño de este árbol en relación a las personas, así se comprueba la grandiosidad de su porte de donde deriva su importancia y vistosidad, ya que las dimensiones de dicha encina son dignas de alabanza: tiene una altura de 16,40 metros, el diámetro de su copa es de 26 metros, y en cuanto al perímetro de su tronco es de 7,76 metros a la altura del pecho y de 9,4 metros por la base. Esta auténtica joya de la naturaleza ha vivido entre 700 y 800 años, siendo testigo y parte de la historia de la zona.

El grupo, como siempre, quiso dejar constancia de que estuvo allí

Y yo también

Despedimos este gigante y seguimos la ruta hacia Zarza de Montánchez
Nuevas fincas nos arropan en el camino
Frente a viejas explotaciones que se mantienen vivas
¿quién no ha oído hablar del Jamón de Montánchez?
Una última imagen cerca del pueblo antes de perdernos en sus bares y degustar algunas viandas
Para quien quiera animarse la ruta y la zona está bien señalizada y a cualquiera que le preguntes te indica cómo ir.

Alcuéscar. Ruta por la Sierra del Centinela

Esta ruta transcurre por bellos paisajes de la falda de la Sierra del Centinela rodeados de extensas dehesas de alcornoques. En el recorrido nos encontraremos con la Basílica hispano-visigoda de Santa María del Trampal, un sorprendente tesoro histórico. Esta localidad, conformada como la de mayor población de la comarca, se encuentra situada en una acusada ladera en la conjunción de las Sierras de Montánchez y San Pedro.
Nosotros comenzamos la ruta en Alcuéscar, disfrutando de sus calles empinadas y su trazado singular

Cuando comienzas a subir la Sierra del Centinela, Alcuéscar queda abajo y el paisaje de la comarca montanchega se abre a nuestros ojos.

Olivos y dehesas salpican la cara oeste de la Sierra.

Como siempre dejamos testimonio de la ruta, en busca de la Basílica del Trampal.

La Sierra de Montáchez asoma al fondo, en medio Arroyomolinos.

Las brumas de la mañana casi en lo alto de la cima.

Desde arriba podemos observar el conocido Cruce de las Herrerías, descanso del viajero de la Vía de la Plata.

Ahora Alcuéscar está abajo, nosotros somos los centinelas.

Impresionante la Sierra de Montánchez.

El valle adehesado que se sitúa entre ambas sierras, es tierra de encinas y olivos.

Tras disfrutar de los paisajes que ofrece la cima, comenzamos a bajar hacía la ermita de Santa Lucía del Trampal y su centro de interpretación.

La bajada es sinuosa, pero muy gratificante.

Agua en el camino para calmar la garganta.

Madroños para paladares dulces están al alcance de la mano.

Y llegamos a la ermita. No he querido sacar el centro de interpretación porque es el pegote más horroroso que se pueda imaginar, independientemente de su contenido que es bastante curioso, el edificio es un atentado al lugar, al paisaje y al buen gusto.

Esta es la Basílica Visigoda de «Santa Lucía del Trampal», obra arquitectónica del siglo VII y remodelada posteriormente en estilo gótico, en el siglo XV. Esta ermita es la más sureña de cuantas se conservan en pie en la península, y representa un testigo necesario a tener en cuenta a la hora de valorar la presencia visigoda en estas tierras.

Así es el interior.

Otra perspectiva de la Basílica.

Y un testimonio para el recuerdo.

Nos vamos alejando buscando de nuevo Alcuéscar y la ermita sigue dibujada en el paisaje.

Las primeras huertas nos dicen que hemos llegado.

Ahora podremos disfrutar de un buen vino, han sido 14 kilómetros muy agradables.