Ruta de Torrequemada. Por las canteras

por May 18, 2010Comarca de Montánchez, Ruta Senderista1 Comentario

Sábado de mayo el que hemos elegido para recorrer los Llanos de Cáceres, una zona denominada ZEPA -Zona de Especial Protección de Aves- donde abundan una fauna rica y una flora típica de la dehesa y las grandes extensiones extremeñas.

Nosotros vamos a realizar una ruta desde la localidad de Torrequemada para recorrer sus antiguas canteras, hoy cerradas. Extracciones de granito que ya no son rentables y que han llevado a su abandono.

Hemos sido unos privilegiados porque la ruta la dirigían Paco y Amalia, un matrimonio de Torrequemada, padres de una de las senderistas que habitualmente viene de ruta, que nos enseñaron los lugares por los que transcurrió parte de su infancia, su juventud y su vida. Recuerdos, viejas costumbres, tradiciones ya perdidas pero que están en la memoria de sus protagonistas, se fueron sucediendo a lo largo de los casi 20 kilómetros que hicimos de camino. Una Extremadura rural que se fue abriendo paso entre senderos, fuentes, charcas y dehesas.

Ya digo que partimos de Torrequemada que se halla a unos 19 Km de Cáceres en la nacional EX 206, Carretera de Miajadas, entre los pueblos de Torreorgaz y Torremocha, la conocida como carretera de Las Torres. Torrequemada es la segunda viniendo de Cáceres.

Partimos de la denominada Charca de Abajo, en el mismo centro del pueblo a las espaldas de la Iglesia de San Esteban.

La charca es un lugar habitual de recreo de la localidad; bancos, juegos infantiles y la posibilidad de pescar en ella, la convierten en un enclave muy frecuentado.

Nosotros vimos patos, ranas y variedad de peces. A primeras horas de la mañana las ranas tenían una escandalera tremenda. Decían Amalia y su familia que por las noches, sobre todo en verano, cuesta dormir por el insistente croar de cientos de bichos.

Junto a construcciones nuevas, Torrequemada conserva las originales arquitecturas rurales de aldea. Para ello hay que remontarse al siglo XVI en el que la tierra de Cáceres comprendía un extenso territorio, bajo jurisdicción real creado por la corona Leonesa, en él se ubicaban la Villa de Cáceres y un conjunto de aldeas, dependientes de su jurisdicción entre las que se encontraba la de Torrequemada.

Nosotros dejamos el pueblo y nos adentramos en el campo por el camino de Las Corralas

Como ocurría en casi toda la región, el porcino era un ganado muy extendido y las construcciones que lo albergaban todavía son numerosas.

Esta charca está junto al pueblo, creo que lleva el apellido de alguien pero no recuerdo el nombre.

Aquí tenéis las corralas de los cerdos, realizadas en granito.

Estas construcciones reciben muchos nombres en Extremadura, en la zona de Montánchez las llaman zahúrdas, en otros lugares cochiqueras. Aquí son corralas.

Es una zona de enormes piedras de granito que sobresalen en la superficie. En la imagen vemos estas peñas delimitadas por diferentes fincas

Tomamos momentáneamente el camino que nos lleva al río Salor para dirigirnos hacia las canteras que se encuentran a unos diez kilómetros de aquí.

Y más granito.

Este es el antiguo badén del río Salor, contaba Paco que lo destrozó el agua en alguna crecida cuando pasó por encima. La fotografía está hecha desde el nuevo puente.

El viejo paso del río hoy está oculto entre la maleza, muy idílico.

A medida que nos alejamos más de la zona poblada, la dehesa comienza a emerger más bella.

Pequeños riachuelos que van a parar al Salor y que esta primavera del 2010, y con un año de abundantes lluvias, van cargados de agua. Amalia dice que se puede beber sin ningún problema.

El grupo lo cruzó por las muchas pasaeras que lo salvan, de nuevo de granito.

La dehesa, ya bastante menos ocupada por la ganadería, continúa albergando ganado ovino y bovino que nos encontraremos a lo largo de la ruta.

Las encinas y alcornoques de la finca que atravesamos han sido limpiadas hace poco y los nuevos brotes están patentes en todas sus ramas.

Las ramas que se cortan se reúnen en montones para hacer picón, son las piconeras, aquí tenéis una, al fondo otro montón de leña, aún sin quemar

La dehesa está inmejorable este año, en la zona más poblada…

…y en la más limpia. Al fondo Sierra de Fuentes.

Aves hay infinidad de ellas, sobre todo milanos y cigüeñas -blancas y negras- tórtolas, perdices…

Aquí se puede ver la Torre del Cachorro de la cercana localidad de Torreorgaz.

Nosotros continuamos andando esta bellísima dehesa, limpia y cuidada.

Con la abundancia de agua, la grandes peñas de granito presentan este aspecto, cubiertas de pequeñas flores que otros años no son tan abundantes.

Así dejamos la finca, Limosa de Poniente…

…y seguimos, o bordeamos, el camino.

Paco y Amalia nos llevaron hasta la Fuente de Las Mujeres, en años de mucha labor agrícola era sólo utilizada por ellas, según Amalia el agua aún se puede beber. En la imagen Paco cerrando la cancela que da paso a la finca.

Seguimos camino, de rojo Amalia a la que no se le escapaba ni un nido…

Y de repente, en medio de la dehesa, la escombrera de una de las canteras de granito que veníamos buscando.

Como se puede ver es otro de esos grande bolos graníticos que está enterrado en el suelo y del que se ha extraído la piedra, hoy la cantera está cubierta de agua, según Paco es natural y proviene de algún acuífero subterráneo.

Se tiene que haber explotado durante bastantes años porque la cantera es inmensa.

Y no se tira nada. Aquí tenéis los monolitos del siglo XXI (ahora no se veneran los muertos, si no que se guardan los coches)

Dejamos la cantera y continuamos camino en busca de la otra explotación, bastante más grande que esta y también abandonada.

El camino nos va guiando hacia nuestro lugar de descanso y avituallamiento

En medio, y entre cantera y cantera, la dehesa sigue inmensa.

Los caminos casi han sido invadidos por la vegetación.

Y es que la dehesa tiene su vida propia y su ritmo.

Así llegamos a la siguiente cantera y sus dimensiones llaman la atención.

Aquí más dólmenes/cochera, estos con puerta y todo.

Este es el hueco central de la explotación, debajo del agua hay muchos metros de extracción.

De aquí se han sacado muchas toneladas de piedra.

Hoy el hueco dejado por las máquinas tiene vida propia y los pescadores dejan constancia de ello.

Nososotros, después del bocata, dejamos testimonio para el recuerdo con una imagen de grupo.

Así dejamos la cantera y los restos de su actividad esparcidos por el campo…

… y salimos de la finca que la delimita…

… y vuelve la dehesa a rodearnos y envolvernos en flores.

La ganadería es la que mantiene este ecosistema mediterráneo.

Este rebaño humano continúa paseando por ella y disfrutando de su equilibrio.

Allí donde pones el objetivo estalla el campo, zonas más densas…

… y otras más limpias pero igual de exuberantes.

Este es el Pozo del Llano, lo tienen tapado imagino para que no caigan los animales.

Una charca en medio del bosque mediterráneo cubierta de flora.

Otra pasaera para atravesar los riachuelos.

Y un nido de milano en una encina.

Así, con la sensación de haber visto el campo extremeño como hacía muchos años, vamos completando este agradable paseo por los alrededores de Torrequemada.

Y llegamos de nuevo al pueblo.

Nosotros terminanos en la Iglesia de San Esteban, y aquí se aprecia perfectamente su torre, que fue quemada en las guerras civiles de la Baja Edad Media. Actualmente se encuentra en estado ruinoso, pero refleja la grandeza señorial de otra época. Un templo de estilos renancentista y barroco que fue restaurado en el siglo XVI y cuyos diferentes añadidos son más que visibles.

En fin, un agradable paseo de la mano de estos dos torrequemeños, Amalia y Paco, que nos han enseñado como era la vida que ellos vivieron y como conservan las piedras muchos de aquellos recuerdos de años mozos, de estas aldeas cercanas a Cáceres, tan cerca pero tan lejos y que hoy, gracias a mejores carreteras recuperan la vida de muchos paisanos a quienes no les importa ir y venir a la capital a diario. Aquí la vida se mide en estaciones.

Ha sido un placer que Luisa y yo comentamos encantados. Prometemos volver en alguna de nuestras muchas escapadas.