Cuando comienzas a subir la Sierra del Centinela, Alcuéscar queda abajo y el paisaje de la comarca montanchega se abre a nuestros ojos.
Olivos y dehesas salpican la cara oeste de la Sierra.
Como siempre dejamos testimonio de la ruta, en busca de la Basílica del Trampal.
La Sierra de Montáchez asoma al fondo, en medio Arroyomolinos.
Desde arriba podemos observar el conocido Cruce de las Herrerías, descanso del viajero de la Vía de la Plata.
Impresionante la Sierra de Montánchez.
El valle adehesado que se sitúa entre ambas sierras, es tierra de encinas y olivos.
Tras disfrutar de los paisajes que ofrece la cima, comenzamos a bajar hacía la ermita de Santa Lucía del Trampal y su centro de interpretación.
La bajada es sinuosa, pero muy gratificante.
Agua en el camino para calmar la garganta.
Madroños para paladares dulces están al alcance de la mano.
Y llegamos a la ermita. No he querido sacar el centro de interpretación porque es el pegote más horroroso que se pueda imaginar, independientemente de su contenido que es bastante curioso, el edificio es un atentado al lugar, al paisaje y al buen gusto.
Esta es la Basílica Visigoda de «Santa Lucía del Trampal», obra arquitectónica del siglo VII y remodelada posteriormente en estilo gótico, en el siglo XV. Esta ermita es la más sureña de cuantas se conservan en pie en la península, y representa un testigo necesario a tener en cuenta a la hora de valorar la presencia visigoda en estas tierras.
Así es el interior.