Esta vez la ruta no ha sido de la mano del Club Senderista Catelsa, si no de la Asociación de Vecinos de la urbanización La Cañada de Cáceres que, desde hace varios años, organiza un paseo por el antiguo esplendor minero de la capital cacereña. Ayudasos y guiados por un estudioso y divulgador de la zona, Agustín Flores, medio centenar de personas aceptamos la invitación de la asociación vecinal y recorrimos muchas de las zonas que, en otro tiempo, allá por los finales del XIX y comienzos del siglo XX cambiaron para siempre la fisionomía de una pequeña capital de provincia como Cáceres y la convirtieron en una ciudad con servicios esenciales que propiciaron su crecimiento posterior. 4 horas de camino y unos 10 kilómetros, pero eso sí, con paradas explicativas y visita a un pasado histórico que está pendiente de la resolución que convierta estos vestigios en Bien de Interés Cultural, consiguiendo así su protección y posterior recuperación, como ya está sucediendo con algunos de los edificios utilizados en la actividad minera como son los almacenes de fosfatos y edificios de acceso a algunas de las minas.
La cita fue en la Casa de Cultura de la Urbanización La Cañada. Saludos a todos, explicaciones y comienzo de la ruta. Antes de empezar nos mostraron una pequeña exposición fotográfica de estos restos mineros.
Agustín Flores, en la foto, nos comentaba que parte de la ruta la haríamos por la Cañada Real Soriano-occidental que transcurre por Cáceres y bordea la urbanización. Aquí nuestro guía en un mojón de esta Vía Pecuaria que ha señalizado la Junta de Extremadura.
Saliendo de la ciudad de Cáceres, los restos mineros son visibles enseguida. Enfilamos camino hacia el antiguo campo de aviación, hoy recinto ferial pero que conserva elementos de su cometido original.
Andando en grupo por el campo de aviación y sus antiguas pistas de tierra, comenzamos el paseo en una calurosa tarde de septiembre.
Es una zona muy abandonada que no refleja cómo es Cáceres. Una pena que la entrada sur de la ciudad, carretera de Mérida, guarde tantas diferencias con la entrada norte, carretera de Salamanca. Una zona con enormes posibilidades que está sumida en el olvido y que se utiliza para botellones y ferias.
En el campo de aviación son visibles los antiguos refugios antiaéreos de la la Guerra Civil Española. Nadie se ha preocupado de recuperarlos, sólo enterrarlos para que nadie caiga en ellos. Ni un cartel explicativo, ni protección, Olvido total a la historia.
En esta imagen es visible que son varios los refugios que se conservan en pie. Construcciones de hormigón semi enterradas que guardan, seguro, muchas historias.
De hecho, se conserva todavía uno de los hangares del campo de aviación que es utilizado hoy como almacén. Se ven perfectamente las dos grandes puertas que se abrían hacia los lados para dejar salir las avionetas.
Nosotros cruzamos la N-630 y nos adentramos en el principal núcleo minero situado entre la Urbanización Ceres Golf y la de La Cañada.
El origen del poblado minero se debió al descubrimiento casual de rocas de fosforita, así como de fosfato de cal tribásico de alta calidad, produciéndose en 1864 la fiebre de los fosfatos y una euforia urbana cacereña que soñaba con una revolución industrial extremeña, como alternativa al agrarismo secular.
En 1865 se descubre el filón de la mina Abundancia, creándose la sociedad minera local «La Fraternidad», lo que da lugar a una explotación minero-industrial en medio del desierto extremeño, con problemas de toda índole.
Nosotros atendiendo las explicaciones de Agustín frente a los restos de un antiguo horno.
Su chimenea es, sin duda, el elemento más visible de los restos arquitectónicos de la antigua explotación minera.
Las chicas aprovechan las explicaciones y el alto en el camino. Muchos recuerdos afloraron en todo el camino puesto que la mayoría de los lugares son parte de la infancia de todos.
Es la bandera de las reivindicaciones para su protección, este mástil de ladrillo que se conserva casi intacto, pero que tiene peligro de deteriorarse más si no se actúa pronto.
Depósitos de agua, bombas extractoras y todo lo necesario para una actividad que dio trabajo a cientos de personas.
Las antiguas oficinas se mantienen en pie casi milagrosamente
Algunos edificios y construcciones dan una idea de la actividad frenética que debió existir en sus mejores tiempos
Desde esta loma situada debajo de todas las oquedades mineras y el calerizo cacereño, la ciudad ofrece una imagen tranquila, apaisada, como el mismo paisaje de los Llanos que rodea la ciudad.
Los depósitos de agua se conservan en pie y saludan a nuestro paso como columnas que nos flanquean el camino. Este era el Pozo de la Esmeralda
Este antiguo depósito del Pozo de la Esmeralda tenía, hasta hace menos de un año, una gran rueda de algún antiguo motor en su parte más alta; de la noche a la mañana desapareció. Los cientos de kilos de hierro que componían esta parte se desvanecieron como por arte de magia. Alguien habrá sacado buen partido de ello. Quienes vendieron el hierro y quien lo compró e hizo negocio. Esa es la vergüenza.
Esta ladera de la loma esconde todavía algunas bocas de entrada a las minas y respiraderos, es mejor andar con cuidado para evitar caídas, no están señalizadas, ni protegidas. Al fondo, el campo de golf y la urbanización que le da nombre.
El calerizo que soporta las minas es patente, aún, en un seco mes de septiembre. La zona más baja deja fluir los acuíferos y la zona, a pesar de calor, está verde y húmeda.
Esta era una de las bocas de entrada, junto a estas comunas que sustentaban los ascensores de bajada, aún se puede ver la entrada a la mina. La falta de protección aconseja no acercarse mucho.
Otro elemento muy visible de otro de la minas, este era el Pozo de San Salvador.
Este es el interior de la torre donde ya no están los elementos que facilitaban la bajada a la mina de San Salvador, Hace unos años cayó a este pozo, de cientos de metros, un menor y hubo de ser tapiado, pero como veis se puede seguir entrando aunque la boca de la mina está tapada con planchas metálicas.
Otra imagen de la entrada al Pozo de San Salvador.
Desde los alrededores de San Salvador se ven otros accesos mineros,abiertos y sin protección.
Esta imagen más cercana de este pozo, abierto y con una boca en suelo de varias decenas de metros. Peligrosa situación la de toda esta zona.
Son visibles antiguos restos de civilizaciones antiguas que dejan constancia de la riqueza de la zona con bastante masa arbórea y con agua, imprescindible para el asentamiento de civilizaciones desde la prehistoria como están dejando constancia las excavaciones arqueológicas.
El grupo escucha atento las explicaciones de Agustín Flores que nos contó detalles curiosos de la zona.
Cruzamos la vía del tren que recorría la Vía de la Plata para dirigirnos al poblado minero.
En esta zona de antiguas y curiosas casas, algunas bellísimas, es patente el abandono. La lucha entre constructoras, administraciones y ciudadanos es patente. Las empresas del ladrillo quieren tirarlo todo y construir, construir, construir… la administración, presionada por los ciudadanos, hace tímidos intentos de proteger y, lo mejor, recuperar la zona. Y los ciudadanos, incansables altavoces del día día, claman al cielo por la degradación de una zona magnífica y de un pasado tan importante y valioso como el de la zona monumental. Ya hay mucho elementos y irrecuperables.
El poblado de Aldea Moret toma el nombre de su patrono protector, su desarrollo, consolidación e individualización se produjo entre 1887 y 1930.
El modelo habitacional era de poblado proletario minero-industrial autosuficiente, de influencia paternalista anglosajona, planeado «exnovo» con equipamientos, dotaciones, servicios e infraestructuras de transporte. Era un hábitat ordenado en medio de la naturaleza productiva, lugar de trabajo y de residencia, con agricultura de subsistencia a tiempo parcial.
La trama urbana planeada era de colonia obrera, una aportación patrimonial al urbanismo español, extremeño y cacereño del último cuatro del siglo XIX.
Aldea Moret era, por tanto, una antítesis de los núcleos de extrarradio españoles y de la vivienda obrera.
Algunos edificios han aprovechado el maná de Europa para recuperar su antiguo esplendor. Mal usados y mal planteados pero evitando qeu se sigan cayendo por el paso del tiempo. Este antiguo almacen, conocido como Edificio Embarcadero se converirá en un edificio de oficinas con una horrorosa construcción en forma de cubo dentro de él.
El Embarcadero es muy curisoso pero ha perdido una de sus elementos significativos, la claraboya que recorría toda su parte superior.
La visita terminó en el edificio de la Mina más rica de todas: La Mina de la Abundancia. Cuya torre den etrada es hoy el Centro de Interpretación de la Minería que puso en marcha la administración extremeña (con dinero europeo, claro) y que ofrece una visión muy rela de cómo era la zona, cómo trasncurría la vida y cómo era Cáceres en aquellos años de esplendor. Merece la pena ser visitado. Esta es la parte alta, podéis observar el ascensor de cristal que sube hacia la
Esta es la boca de entrada a la Mina de la Abundancia, y se conserva abierto, aunque inundada de agua
Encima del hueco las antiguas ruedas que sostenían los ascensores de bajada a la mina y su original estructura de madera.
Desde la Mina de la Abundancia se observa perfectamente la de San Salvador
En fin, ha sido un paseo agradable muy recomendable por su cercanía a la ciudad y que ahora, a pesar de lo seco del terreno, ofrece algunas estampas muy cuirosas. En otoño e invierno es una delicia pasear por la zona. desde la torre de arriba los atardeceres son de escándalo. Ójala y la presión ciudadana consiga la ansiada protección para esta parte de la historia cacereña y que los desmanes y la falta de civismo de la gente no sigan deteriorando estas centenarias construcciones. Por si acaso, aquí queda este testimonio gráfico.