Tupío, un proyecto que sabe a tierra

La antigua residencia solariega de Roso de Luna, en la vieja Nacional V a las puertas de Miajadas, ha tenido muchas vidas, la última es un agradable descubrimiento que ha nacido no ha mucho tiempo.

Es el complejo turístico ‘Finca La Desa’ (sí, de dehesa) que cuenta con un hotel, terraza, cafetería-restaurante y el espacio gastronómico Tupío, un restaurante de autor con una sorprendente carta que propone un homenaje a Extremadura en toda su extensión: tierra y fuego. Un viaje por los sabores más arraigados de nuestra memoria: leche de oveja, setas, queso, dulces… para potenciar las carnes protagonistas de un menú a base de carnes de perdiz, conejo, gamo, gallo, jabalí, pichón, paloma torcaz o liebre. Puro campo. Y un agradable guiño a la lengua extremeña. Bien llegau, te dicen al entrar.

La familia Laura Otero, firma dedicada desde comienzos del s XX a la electricidad, decidió hace años diversificar las líneas de negocio y su última apuesta ha sido este complejo que cuenta con un hotel rural de cuatro estrellas, salones para todo tipo de eventos, cafetería y dos restaurantes (uno de ellos de autor) O de autores; tres jóvenes que están al frente de su funcionamiento: Guti Moreno es el jefe de cocina, Mario Fernández es el sumiller y jefe de sala e Iratxe Plaza la responsable de comunicación, tres profesionales que dejan su sello particular desde el momento que entras por la puerta. Detrás de ellos un equipo muy agradable que hace que la experiencia en Finca La Desa sea más que recomendable.

El otro proyecto del grupo, también agroturístico, es la quesería Pastovelia en Almoharín, con quesos de cabra y oveja y un Centro de Interpretación de la DO Torta del Casar; una fábrica orientada a la concienciación social por mantener aquellos productos que, tanto en el pasado como en el presente, juegan un papel importante en la tradición de una cultura, como ellos mismos señalan en su web. Una apuesta por el turismo de experiencia.

Tupío, Del campo al fuego y del fuego a la mesa

Así se presentan ellos. El espacio Tupío es un equilibrado salón donde predomina la tierra (barro en suelo y paredes), madera y mucha luz; un interiorismo que es diseño de otra empresa extremeña con mucha experiencia, Mofexsa, amplio, con mesas muy separadas y un ventanal desde donde la imponente sierra de Montánchez te acompaña durante la comida, larga comida.

Comedor del espacio Tupío

A Tupío hay que venir a comer con tiempo, sin prisas, dispuestos a saborear un menú extenso y lleno de contrastes; depende de la temporada tienen dos menús degustación (Tupío y Gran Tupío). Es un recorrido que comienza y termina con leche de oveja y sabores de fiesta extremeña (mantequilla de elaboración propia y helado de leche). En medio un desfile de platos presentados de forma personalizada con una literatura que ensalza los sabores y prepara las papilas gustativas para un Uhmm!! largo. Apenas un bocado para descubrir cómo se mezcla la perdiz en escabeche con un bombón de perdiz, o un tartar de lomo de ganso con un huevo de codorniz, un chipirón que viene relleno de crestas de gallo o unas pochas con costillas de jabalí y piparra picante. Le siguen pichón, paloma torcaz o liebre, así hasta que llegan los postres que preparan allí mismo: un helado de arándanos con panceta caramelizada o un crépe bañado en licor y con helado de leche de oveja.

La comida viene bien regada gracias a una bodega formidable de 30 m2 y más de 300 referencias donde ‘duermen’ vinos nacionales e internacionales con un denominador común: son el resultado de una búsqueda basada en la excelencia y en la que priman vinos singulares y de pequeños productores. Desde el comedor ves el pequeño huerto del que sacan las verduras que iremos probando. Muy tradicional, sí, pero innovador.

En fin, es pronto para afirmarlo, pero llegarán los reconocimientos en breve, eso es seguro. Ahora hay que trabajar mucho para mantener un proyecto que, por cierto, goza de una localización excelente, el complejo ‘Finca La Desa’ está enclavado junto a la salida 294 de la autovía A5 Madrid-Lisboa; Finca La Desa es otra apuesta por la excelencia basada en esa filosofía de maridar innovación y tradición, juventud y experiencia, equilibrio en el diseño, memoria de una tierra que sabe sacar el jugo a todo y que convierte en arte lo sencillo; un viaje de sabores a la memoria más remota, donde los pucheros huelen a leña y se cuecen sin prisas, rendidos a la maestría de aquella cocina de siempre que ahora se presenta con las propuestas más provocadoras que primero entran por los ojos, luego te regalan los oídos con el relato del proceso magistral de sus pucheros y que acaban en una balada de aromas potenciados y equilibrados, y así se va sucediendo cada plato hasta que terminas ‘tupío’ pero muy sorprendido. Delicadeza y mimo. ¡Bienllegaus a Tupío!

@vicentepozas2025

Menú Gran Tupío otoño/invierno

Ángel Rodríguez, el alma de Monfragüe

Ángel Rodríguez Martín (Pescueza, 1955) se ha pasado 35 años en Monfragüe, 30 de ellos como director, primero del Parque Natural, más tarde del hoy Parque Nacional. Ángel Rodríguez es Monfragüe, y ahora mucho más porque su placa figura junto a otro de los culpables de que Monfragüe sea un paraíso, Jesús Garzón. El Ayuntamiento de Serradilla al que pertenece la pedanía de Villarreal de San Carlos, ha querido inmortalizar su trabajo con una placa en agradecimiento por su trabajo como director. El alcalde serraillano, Fran Sánchez Vega, alababa sus disposición constante, su compresión y una didáctica infinita para explicar a todo el mundo que Monfragüe debía ser así: protegido, único, cuidado y admirado. Pero con vida, con sus usos tradicionales como ha sido siempre. Borrando la huella de delitos anteriores que lo inundaron de eucaliptos tras arrasar con su bosque mediterráneo. Aún quedan heridas pero serán curadas.

Una placa en la casa de Serradilla en Villarreal de San Carlos es mucho más que una placa, es un homenaje y un gracias. El domingo 23 de febrero cuando se descubría esa placa no faltó nadie, o casi nadie. Su inseparable amigo Andrés Rodríguez, su mano derecha en los años de director, Casto Iglesias y quien lo nombró, el entonces director general de Medio Ambiente, Paco Castañares. Y su familia, y sus amigos, y sus trabajadores. Una placa es un abrazo enorme, de los que suenan, de castellano viejo.

Quienes hemos tenido la suerte de gozar de su compañía somos unos privilegiados porque Ángel es ese amigo con el que viajar al fin del mundo, preguntes a quien preguntes, sólo tiene palabras de agradecimiento. En mi retina quedan muchas imágenes juntos: en los programas de Gente Viajera en Onda Cero radio, en el viaje para traer el barco del Tajo hasta Monfragüe, en las visitas a Las Cansinas, en los caminos, roquedos, miradores donde asistías en silencio a esa sabiduría de quien habla con pasión de lo que sabe. Y de Monfragüe nadie sabe más que Ángel Rodríguez. Y yo me considero un afortunado por haber estado allí. FIO 2025 será siempre la del homenaje a Ángel Rodríguez en Villarreal de San Carlos.

Despierta el Valle del Jerte, comienza la magia

El Valle del Jerte se prepara para ser protagonista de miles de imágenes en los próximos meses. Miles de sensaciones, miles de vivencias repartidas en bancales que despiertan cuando asoma el mes de marzo. Comienza la Fiesta del Cerezo en Flor.

La programación de la Primavera y del Cerezo en Flor se extenderá del 15 de marzo al 3 de mayo, con diferentes momentos destacados:

  • Despertar del Valle: del 15 al 20 de marzo
  • Cerezo en Flor (Fiesta de Interés Turístico Nacional): del 21 de marzo al 13 de abril
  • Lluvia de Pétalos: del 14 de abril al 3 de mayo

Este año, los municipios encargados de acoger la Fiesta del Cerezo en Flor serán Rebollar y Cabrero. La inauguración oficial tendrá lugar en Rebollar los días 21, 22 y 23 de marzo, mientras que la clausura se celebrará en Cabrero los días 11, 12 y 13 de abril.

Seguimiento de la floración

A partir de finales de febrero, se podrá consultar la previsión del estado de la floración en la web oficial www.turismovalledeljerte.com y en nuestras redes sociales, permitiendo a quienes visiten el Valle del Jerte planificar mejor su experiencia durante este espectáculo natural.

No te pierdas el despertar del valle y la magia de la primavera.

Ruta Transfrontera. PR-CC 88. Valencia de Alcántara

La Raya/A Raia es frontera, curiosamente es donde menos frontera hay. Las gentes de la raya no han entendido nunca de límites administrativos y han convivido, desde los tiempos de los tiempos, como vecinos, como lo que son, a un lado o al otro de la frontera. Un ejemplo de ello son las llamadas Casas de la Duda porque siempre se discutió si pertenecían a España o a Portugal. Tierra de contrabando, de estraperlo. Campiña fronteriza, un paisaje único. Hoy territorio UNESCO.

La Ruta Transfrontera es un sendero homologado como PR-CC 88 situado en la localidad de Valencia de Alcántara en la provincia de Cáceres. La marcha, de 24 km de longitud y una duración estimada de seis horas, da a conocer los paisajes y caminos de los caseríos fronterizos de la campiña valentina y también nos da la opción de explorar el rico patrimonio cultural de la zona, como los dólmenes, la arquitectura tradicional y el resto de elementos patrimoniales que se pueden visitar. Valencia, además, atesora un espectacular barrio judío que no debéis perderos.

Os dejo el track para GPS, no he puesto el oficial porque el amigo Keducc ha incluido las visitas a los dólmenes

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La ruta se inicia en el albergue juvenil Nuestra Sra. de Guadalupe en la N-521 antes de cruzar la frontera con Portugal, un kilómetro más arriba tenéis una gasolinera con restaurante. Comenzamos en Puerto Roque frente a las crestas de cuarcita que veremos a lo largo de la ruta.

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Enseguida giramos a la izquierda en dirección al alto de Sierra Fría, casi a 1000 metros de altitud que no subiremos, vamos a caminar paralelos a ella por la parte baja de su falda.

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Hemos cogido el camino de la Fuente del Valle en el paraje de la Huerta de las Hondas y comenzamos a ascender un poquito para ganar paisaje.

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Una de las imágenes más destacables de esta ruta son, sin duda, los crestones cuarcíticos que culminan casi todas las sierras del recorrido, y que son cruzados por la ruta en varias ocasiones. Formaciones que dan cobijo a numerosas aves como collalba negra, cigüeña negra, búho real, buitre leonado o el avión roquero y que confieren al paisaje un aspecto especial, son como gigantescas columnas vertebrales de piedra que asoman en la cima de los cerros.

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Las sierras se suceden como olas, creando valles en los que se asientan pequeños núcleos urbanos, huertos y cauces de agua que sortean las elevaciones del terreno. Una tierra rica que se recupera de aquel gran incendio que lo asoló a comienzos de este milenio. Caminamos junto a nosotros por lugares singulares como la casa del Cabeceriño, la casa de los Pinos…

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Así descendemos al primero de los caseríos, El Pino, protegida por los roquedos de la Peña del Pino que le dan el nombre. Estos valles dibujados, escondidos que sirvieron para esconder café y lozas de cerámica con las que luchar contra el olvido y el hambre.

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Y entre pinares discurre este delicioso paseo fronterizo muy bien señalizado. Abajo una pequeña corriente de agua, la rivera de Avid.

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El Pino es una pedanía de Valencia de Alcántara. Es el más antiguo de los caseríos de la campiña. Situado a unos 10 kilómetros del centro urbano y a dos kilómetros de la frontera portuguesa en el fondo de un valle formado por la ribera Avid entre la sierra de Las Peñas y la Sierra Fría. La actividad agropecuaria original del caserío se ha ido acomodando progresivamente al sector de servicios, especialmente al turismo que sigue creciendo bajo el paraguas del Parque Internacional del Tajo

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La zona donde ahora se localiza El Pino era un lugar de tránsito ya por la época de los romanos, prueba de ello es que por la zona del puerto pino se conservan las ruinas de una antigua calzada romana. Hoy somos otro tipo de caminantes quienes nos paramos a mirar su paisajes, a empaparnos de sus rutas y recorrer sus caminos.

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La fuente de Las Carrizas se cruza en nuestro camino, rodeada de una preciosa bancada de piedra, fue Jacinto Alvés Rebasco, alcalde de El Pino por los años de principios del s. XX quien mandó construirla.

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Y de repente cambia el paisaje y nos vemos rodeados de robles en esta calleja levantada con la técnica de la piedra seca. Parece que no somos conscientes pero caminamos en el fondo de un valle formado por la sierras de la Paja y la Peña.

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Esa vereda nos lleva hasta una pista ancha, el antiguo camino del Pino de Valencia a san Vicente de Alcántara

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Hemos ascendido un poquito, a unos 600 m de altitud, lo justo para disfrutar de las crestas de cuarcita que asoman a nuestro alrededor como torres de una muralla, rodeados de pinos que han vuelto a ocupar el monte.

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Es una pista amplia que enseña un paisaje en la distancia, señalizado como todo el trazado. Un terreno domado por repoblaciones que han cambiado su aspecto original.

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Sólo el paisaje nos saca del tedio de este tramo más monótono antes de afrontar la segunda parte de la ruta. Aún así el camino dibuja formas flanqueado por pinos.

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Dejamos el camino de San Vicente de Alcántara girando a la derecha a la altura del Cortijo de la Paja, o de lo que queda de él. Un descenso rápido oculto en los espigados pinares que han crecido en las últimas dos décadas.

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La Era de las Lágrimas se denomina el paraje por el que ahora transitamos, más cerca de la frontera portuguesa, de hecho, la sierra de la Paja que nos queda a la derecha marca el límite entre los dos países. Es un camino muy cerrado por densos pinares.

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Los Sillerones, Pizarritas de la Merienda, la Casa del Tapador… nombres evocadores de una vida de frontera, territorio de mochileros; mirando alrededor está claro que si no querías que te encontrasen iba a ser difícil.

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Y llegamos al caserío de Jola, el más pintoresco y puro de los pueblos de la Campiña. Su enclave natural es atravesado por un arroyo que lleva su nombre. El pueblo llegó a tener en los años 50 más de 500 habitantes pero a partir de esa fecha se produjo un éxodo del mismo a otras zonas de España. Jola cuenta con un dialecto propio «El Xolano» muy parecido al portugués y una cultura propia, cualquiera que se acerque a conocerla sabe que no tiene nada ver con la cultura extremeña que la rodea.

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Y es que nos rodea uno de los paisajes más bonitos de la península ibérica con densos bosques de pino que se empezaron a plantar en 1840 después de la desamortización de Mendizábal cuando gran parte de sus tierras eran propiedad del Ducado de la Victoria. 

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Hemos cambiado la dirección, ahora caminamos hacia el este para ascender a la sierra del Naranjal, pequeños senderos entre bancales nos devuelven a las pistas más anchas.

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Al borde de la sierra giramos a la derecha para bordearla mientras ganamos altura buscando el portillo del Jiniebro. Llevamos 11 km de ruta.

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En el collado la campiña se pone a nuestros pies, dejamos atrás las sierras encrestadas y descendemos al valle, a la campiña propiamente dicha.

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El descenso exige atención, mucha piedra suelta y un terreno irregular nos advierten de que es mejor caminar con cuidado. De aquí bajaremos hasta Jiniebro, un pequeño núcleo de población situado a los pies del puerto de Aguas Claras. Y descanso en La Aceña de la Borrega, el más turístico de todos los pueblos con varios restaurantes. Parada para reponer fuerzas.

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Dejamos la Aceña y sus bulliciosos restaurantes, probad el pincho de tortilla en ‘Cá Milio’, para dirigirnos a la segunda parte de la ruta, muy diferente pero igual de espectacular.

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Cruzamos el regato de los Mellizos y rodeamos la pequeña sierra de Las Periconas para comenzar a ver el impresionante monumento natural de La Data y sus bolos graníticos.

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Dejamos el camino de la Aceña de la Borrega girando a la izquierda para desviarnos un momento a uno de los monumentos megalíticos más característicos de Valencia de Alcántara.

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Es un cruce de varias rutas que hay por la zona, afortunadamente se van señalizando todos los caminos, lo que hace que sea más seguro salir al campo y afrontar conocidas rutas. Siempre insistimos en lo importante de homologar los caminos.

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Ahí está. El Dolmen del Mellizo. Forma parte del conjunto arqueológico de los Dólmenes de Valencia de Alcántara, declarado bien de interés cultural en 1992. Es uno de los pocos dólmenes de Extremadura cuya cámara aún está cubierta por una horizontal que descansa sobre él, sobresaliendo de la cubierta. Si bien el dolmen está bastante desgastado, se conservan bien el breve pasillo (dos grupos de discos) y el acceso a la cámara a través de una piedra de umbral. El megalito se data en los milenios IV o III antes de Cristo y sigue el modelo megalítico que en la vecina Portugal se conoce como anta.

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Pero a nuestro alrededor el espectáculo es todavía mayor. Un paraje plagado de enormes bolos graníticos, El Berrocal de la Data, es monumento natural desde diciembre de 2020; destaca por sus impresionantes rocas graníticas, sus cinco dólmenes, sus pinturas rupestres y su riqueza medioambiental; con algo más de 30 hectáreas se localiza en plena Reserva de la Biosfera Transfronteriza de Tajo Internacional y en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) ‘Nacimiento del río Gévora’. Grandes bolos graníticos, algunos con formas espectaculares, como el Cancho del Tesoro, definen un paisaje de alcornoques, castaños, pastos y matorrales.

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Por magníficas callejas nos seguimos encontrando con más dólmenes, este es el la Data I.

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Y a escasos 500 metros, el de la Data II.

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Regresamos sobre nuestros pasos y volvemos casi al mismo lugar de inicio desde la salida de la Aceña de la Borrega, realmente lo que hemos hecho es rodear la sierra de las Periconas para disfrutar del espectáculo del granito y sus formas.

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En este punto nos toca caminar varios tramos por carretera, aunque no es muy transitada hay que tener mucho cuidado, sobre todo fines de semana debido al trasiego de la gente que se acerca a comer a la Aceña de la Borrega.

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Alcornoques con la marca de la saca del corcho nos acompañan ahora con la Peñas del Pino a nuestra izquierda.

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Abajo en el valle, campiña de frontera, el paisaje es otro, diferente, pero mires donde mires hay sierra y frontera. El camping de Aguas Claras que hemos dejado cerca, Alborneo, el Pinar de Jola y la figura de San Pedro de Alcántara en esta tierra donde la orden alcantarina está presente en todo.

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Nosotros nos quedamos en Pino, la primera pedanía que pisamos; queda apenas un kilómetro para llegar a la carretera, pero nuestro transporte está aquí. 23 kilómetros después podemos decir que ya hemos recorrido la ruta transfrontera en Valencia de Alcántara. No nos ha decepcionado.

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La campiña es un lugar acogedor, plagado de tesoros, en el paisaje, en la arquitectura, en la historia, en la nueva Europa donde se tejen grandes alianzas transfronterizas. Alianzas que aquí siempre han existido. Para estas pequeñas aldeas aisladas no había fronteras, ni ciudadanos de otro país; había vecinos, corresponsabilidad entre todos, había necesidad y se cubría; un idioma propio que como una esponja absorbía vocablos del español y del portugués. Hay calles en algunas pueblos en los que una acera pertenece a un país y la otra al otro, pero esto sólo para los que venimos de fuera y nos quedamos con esa curiosidad, ellos son sólo vecinos. La raya borrada de la que tanto hablamos ahora buscando esa Iberia deseada por muchos, es aquí una realidad desde hace siglos. Hay que vivir en la raya para tumbar las fronteras con la misma normalidad con la que pides un poco de azúcar o compartes unas verduras. Aquí lo internacional se inventó mucho antes.-

©vicentepozas2023

Ruta Camino de Sierra de Fuentes. Cáceres

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La ciudad de Cáceres ha señalizado siete rutas senderistas, denominadas Rutas Verdes que discurren por los alrededores de la ciudad; son trazados muy usados por los cacereños para sus paseos que ahora se han arreglado con la colocación de paneles y postes. La idea es muy buena pero está mal ejecutada porque se señalizan para la práctica del senderismo pero sin criterios de senderismo: señalización no homologada, deficiente y con trazados mejorables. No obstante, el hecho de que el Ayuntamiento, con dinero de la Confederación Hidrográfica del Tajo, señalice y arregle los caminos, es de alabar puesto que, junto al casco urbano, existe toda una trama de caminos y veredas de excelentes y variados paisajes. Hoy os traigo una de esas rutas, la más larga: el Camino de Sierra de Fuentes, localidad situada a 12 kilómetros de Cáceres. Son 20 kms de recorrido circular que discurren entre los Llanos de Cáceres y la Sierra de la Mosca, un conjunto de pequeños cerros de entre 500 y 660 metros altitud que constituyen el Sinclinal de Cáceres. La propuesta oficial es de 17,4 kms, pero la última parte del camino es discutible porque te lleva hasta la carretera y no finaliza donde empieza, eso es lo que he arreglado en el trazado que propongo.

Aquí os dejo el track para GPS

Arrancamos la ruta en la barriada de San Blas en Cáceres donde podremos dejar el coche fácilmente, y desayunar sin problema, tomaremos dirección a la ronda de Vadillo para pasar por la Fuente de Vadillo o los abrevaderos de Vadillo (imagen de arriba) y cruzar la carretera para tomar otra más pequeña que lleva hacia el Camino de Valhondo en la umbría de la Montaña, aunque nos desviaremos antes. Desde aquí apreciamos el Cáceres monumental.

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Subimos por esta pequeña carretera para desviarnos a la izquierda dirección a la Urbanización Residencial Universidad. Esta ruta la hice con Antonio Luna y Juan Antonio Mostazo, excelente compañía para una mañana espléndida.

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El camino, de antiguas fincas ganaderas, conserva alguna de aquellas construcciones rurales de fincas y cortijos ya casi sin uso. No hay que entrar en la urbanización pues nos encontraremos con una pista de tierra que nos lleva al camino de Sierra de Fuentes.

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Nada más sobrepasar las casas y dejar a un lado las ultimas construcciones de la ciudad (cuarteles, residencias, depuradoras, observatorios…) te encuentras un paisaje limpio de pequeñas explotaciones ganaderas como esta de la Dehesilla

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Dehesa y sierra a los pies del llano que más adelante se impone durante kilómetros. Esta es la finca de La Hormiga.

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Al fondo el cerro del Milano que junto al risco de Sierra de Fuentes con algo más de 600 metros de altitud son los dos más altos de la zona.

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Terrenos de explotaciones ganaderas tan cerca de la ciudad, y tan lejos, como esta de las Muesas. Sobre el cerro se nota que no estamos lejos de Cáceres, por la cantidad de casas que se han ido construyendo a lo largo de la sierra.

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Echando la vista atrás se divisa el cerro del Portanchito y el santuario de la patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña. Leía, al hacer la crónica, que la presencia de estas elevaciones se debe a la existencia del Sinclinal de Cáceres, una estructura geológica constituida por dos bandas rocosas de cuarcita muy resistentes a la erosión que sobresalen sobre los terrenos pizarrosos que las rodean.

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Se disfruta el paisaje tan cerca de una ciudad, la ruta nos lleva entre la sierra y el llano constantemente.

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El cortijo de San Roque, viene señalado en todos los mapas

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En la finca Colmenarejo de la Plaza, y apenas visible hasta que estás encima, encontramos esta estación de energía solar; en los llanos de Cáceres había muchas proyectadas pero la malas políticas sobre energías renovables han paralizado casi todas las iniciativas. Cáceres al fondo, para que veáis que no estamos tan lejos.

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Dejas atrás el cerro del Milano antes de torcer a la derecha para comenzar la subida la risco de Sierra de Fuentes, que no coronaremos, la ruta discurre por la parte baja donde se encuentra el centro de recuperación de aves.

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El viejo camino de Sierra de Fuentes es una pista cómoda y ancha, muy usada por senderistas y ciclistas, recientemente se ha arreglado y se han plantado en sus bordes multitud de almendros.

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Dejamos el camino girando a la derecha para coger otra pista que nos llevará hasta la mitad del cerro, frente a nosotros el risco y el radar meteorológico, este tramo es una pista cementada con pequeñas áreas de descanso que discurre junto a un arroyo.

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Quedan pocos ya, pero aún se pueden ver algunos rebaños de cabras que en otros tiempos eran muy abundantes en estos campos.

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En la parte baja del monte los animales conviven con pequeños bosques de robles y encimas. Cabras curiosas

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Es una subida suave de apenas un kilómetro que, como os he dicho, está cementada en este tramo para uso de los vecinos de Sierra de Fuentes. Hay más de una ruta señalizada en esta zona

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En la parte alta del camino  nos encontramos Los restaurados hornos de cal de Sierra de Fuentes que como cuenta Rubén Núñez en su blog ‘Cáceres al detalle’ eran «conocidos como los «Hornos del Tío Pascual», cuyo origen es incierto pero que, según distintas fuentes, pueden corresponderse al siglo XVI cuando la localidad alcanzó una entidad suficiente como para construir su iglesia parroquial, como reflejo de una población notable y con un relativo esplendor económico, aunque los primeros datos sobre el origen del pueblo se remonten al siglo XIV. Estos antiguos hornos de cal están asentados en terrenos de la dehesa Boyal de Sierra de Fuentes, en uno de los collados de la Sierra de la Mosca formado por el cerro del Risco y el cerro del Milano y sobre el camino viejo que une Cáceres con Sierra de Fuentes y por el que llevaban el material desde el calerizo cacereño.»

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Se han restaurado un par de ellos o tres, el resto están abandonados y prácticamente derruidos. Junto a ellos algunos paneles explicativos cuentan algunos detalles de su historia.

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Desde el alto lo que observamos es la dehesa de La Alberca en toda su extensión y el Alcor de Santa Ana al fondo y a la parte derecha del cerro la urbanización Ceres Golf.

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Justo al lado se encuentra el Centro de Recuperación de la fauna Los Hornos de la Junta de Extremadura que es también un centro de educación ambiental. Una excelentes instalaciones a donde llegan, sobre todo, aves heridas, que son curadas y, en su caso, devueltas a su hábitat natural

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Desde este punto tomamos el camino que pasa por la puerta del centro, el camino viejo de Cáceres, que atraviesa la dehesa de La Alberquilla.

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Viejas construcciones como este pozo se ven desde el camino, que dan fe del uso ganadero de este terreno que aún mantiene algunos animales, aunque pocos. El camino, de tierra, también amplio y cómodo, muy llano.

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Una dehesa de encinas y alcornoques, algunos tan bellos como este. Al fondo el Cerro del Milano que ahora vemos desde el lado de la solana, hemos dejado atrás la sierra de La Mosca y estamos de nuevo en el llano.

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Al salir de la dehesa de la Alberquilla caminamos entre la cerca del Guijarro y la de la Alberca.

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La dehesa de La Alberca, que nos queda a la izquierda, es una delicia que ahora en primavera presenta este aspecto excelente.

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Al llegar a las faldas del cerro del Portanchito los olivos se suceden como una lengua de árboles que cae de la sierra.

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Así vamos llegando a Cáceres por los Machones donde la primavera se deja ver.

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Cerca de las casas de La Pizarra, y a pesar de la cercanía de la ciudad la vida es tranquila y se sigue trabajando el campo.

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Justo al llegar a la llamada cantera de Olleta es donde hemos variado la ruta, el track oficial coge por el camino que, señalizado, sigue recto pero que nos lleva hasta la carretera que es donde termina la ruta, según los paneles. No tiene ningún sentido hacer esta ruta lineal y no cerrarla, y además, este último tramo propuesto es muy feo que pasa junto a donde estuvo el poblado chabolista de El Carrucho. Nosotros giramos a la derecha para tomar el camino de la solana, mucho más agradable que nos aleja de la carretera y nos permite cerrar la ruta y terminarla donde empezamos. La cantera de Olleta que, algún iluminado, quiso convertir en auditorio.

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Así es que en este punto enlazamos con la Ruta de la Umbría y la Solana, que es otra de las rutas verdes y caminamos entre olivos y encinas por la zona de la solana baja.

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Ya más cerca del santuario de la patrona cacereña, en el cerro del portanchito.

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Justo aquí, Cáceres ofrece esta panorámica magnifica de su ciudad monumental y la zona centro. Nosotros evitaremos caminar por la carretera andando por los muchos caminos que hay en esta zona.

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El camino de la ribera del Marco, tranquilo, nos permite seguir pisando tierra a pesar de estar ya dentro de la ciudad. Camino con vistas, por cierto.

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Dejaremos ya el camino para hacer el último tramo por Fuente Concejo, andando junto a la ribera del Marco.

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Es el regalo de este último tramo, y merece la pena, mirar desde abajo el reciento monumental, la puerta del río y el antiguo arrabal cacereño

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Hoy estas viejas casas se han recuperado y ahora, habitadas por gente joven han vuelto a dar vida al barrio.

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Debía ser así como viesen la monumentalidad de Cáceres los viajeros que llegasen a la villa en aquellos años en los que la puerta del río los recibía viniendo desde Trujillo y el llano

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Nosotros cruzamos la ribera y nos adentramos en las calles Tenerías, Caleros… para despedir entre oficios este agradable paseo por una de los tesoros naturales de Cáceres: su sierra.

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Nadie puede abstraerse de la monumentalidad de Cáceres, pero está es más bella si se complementa con sus recursos naturales, si se pasea por su entorno y se disfruta del bosque mediterráneo, de la dehesa, de los llanos y de sus sierras. No en vano Cáceres posee el término municipal más grande de España y más desconocido seguro, claramente eclipsado por el tercer conjunto monumental de Europa y Patrimonio de la Humanidad. Pero andar por sus caminos es aún más recomendable para comprender esa historia que tanto nos condiciona. Aunque sea por un ratito, hay un Cáceres Verde que merece la pena disfrutar.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2016

Ruta por Santa Marta de Magasca

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En esta ocasión recorremos la penillanura cacereña, nos trasladamos hasta la localidad de Santa Marta Magasca, un pequeño pueblo que marca los límites entre los Llanos de Cáceres y las dehesas de los ríos Tamuja y Magasca que darán paso a los berrocales trujillanos; nos situamos entre ambas ciudades, Cáceres y Trujillo, dos enclaves históricos que nos garantizan amplia cobertura hotelera un paisaje que nos llevará a transitar por una zona en la que son característicos los denominados ‘dientes de lobo’, formaciones graníticas que surgen del suelo semejantes a dentaduras de animal. Es una ruta sencilla, apenas 16 kilómetros pero con enclaves muy diferentes.

La ruta la hicimos con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres, auspiciada por el ayuntamiento de Santa Marta que nos recibió con un magnifico desayuno en la Casa Rural Municipal para darnos los buenos días.

Tras el reconfortante café y los dulces del pueblo -margaritas, roscas, coquillos y magdalenas- nos reunimos en la pequeña plaza magasqueña para iniciar el recorrido.

Tras atravesar unas pocas calles, salimos del núcleo urbano por la zona de la Casa de los Hoyos.

Unos pocos metros por una carretera comarcal que abandonaremos de inmediato.

Giramos a la derecha para tomar hacia la Fuente de la Dehesa, una zona en la que se encuentra la dehesa boyal, con mucha ganadería donde se haya la Casa de los Hoyos
Entre pequeños cerros descendemos junto a una pequeña depresión denominada Vertiente de la Quicia que nos lleva hasta el río, zonas por las que, en otoños e inviernos lluviosos, baja el agua abundante. No es el caso.

Así llegamos hasta el río Magasca, domado como casi todos, por las presas que controlan su cauce

En los ríos extremeños los galápagos son los bañistas espontáneos de las rocas de sus orillas. Este fue pillado por sorpresa, no tardó en refugiarse en el agua.

Al dejar el cauce del río observamos el paisaje de dehesa abundante por el que venimos caminando y parte de la carretera que conecta los pueblos de la comarca; muy recomendables para recorrer en coche.

Esta dehesa recibe el nombre de Valdeacebuche porque son muchos lo árboles de este tipo que se mezclan con encinas y alcornoques. Acebuche es el árbol de la primera fotografía.

Estos son llamados dientes de lobo muy comunes en toda esta zona de especial protección de aves

Le dehesa es ganadera, si no no sería dehesa, en compañía del ganado vacuno, el más común en estos parajes atravesamos la zona La linde

Las vacas dejan estas instantáneas cuando pasamos, quien más quien menos se asusta por su cercanía y los mugidos. En realidad están a lo suyo.

Lo mejor del camino es la compañía, los amigos, la charla y lo agradable que es escuchar a la gente del lugar recordadndo sus vivencias

Tierras de labor, huellas de trabajo, de otra vida y otro tiempo, no siempre el campo fue sencillo

Caminamos hacia el cortijo de Valdeacebuche, justo antes de atravesar la carretera comarcal y encarar de nuevo el pueblo de Santa Marta de Magasca.

A lo lejos surge la figura del pueblo, entre él y nosotros queda el curso del río, aunque no lo parezca

Caminamos por la dehesa boyal, por el camino Torrecilla junto al cortijo de Revilla, en paraje castigado donde la dehesa es apenas un suspiro

Las cabañas vacunas son como público a los lados del camino, cualquier depresión donde se acumula la hierba por el agua es aprovechado para alimentarse

Es tiempo de curar las encinas, tiempo de poda, tiempo de leña

De nuevo descendemos buscando la hondonada que protege las aguas del Magasca

Los viejos puentes que unían los pueblos cuando no existían carreteras, y caminos y bestias eran la única manera de llegar a los sitios

Lugar ideal, junto a la orilla, para un pequeño tentempié con el que reponer fuerzas.

Luisa espera al fotógrafo, paciente, acostumbrada a que me pare continuamente a lo largo del camino. Ascendemos.

El arroyo de Pascualete que llena el pantano del que bebe Santa Marta.

Así encaramos la última parte en Cañada Honda antes de encontrarnos con el último cortijo, el de Valdehonduras

Imponente la figura del toro charolé que no pierde ojo a estos extraños que pisan sus dominios

El resto de la familia reposa tranquila cerca del mediodía, algún choto curisoso se atreve a mirarnos, tal vez desafiante, ensayando poses para años de dominio

Nosotros retornamos a la plaza de Santa Marta de Magasca, su empedrado y este pequeño monumento nos reciben tras recorrer unos alrededores llenos de sorpresas

Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes están declarados zona de especial proteccción de aves (ZEPA), se merecen una distinción que reconocen la riqueza que atesoran, los huecos de dehesa, riveras, llanos y depresiones que guardan entre encinas, alcornoques, acebuches y dientes de lobo. Magia.

Un paseo delicioso en un rincón de leyenda. Santa Marta de Magasca. Nos quedamos el recuerdo

©vicentepozas2012

Cáceres. Ruta por la Sierrilla y Sierra del Lobo

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Los alrededores de la ciudad de Cáceres son un enjambre de rutas, caminos y senderos; muchos son sendas rurales, otros acceso a fincas, cañadas reales y algunas rutas senderistas por pequeñas veredas que tienen la peculiaridad de ofrecer una vista de la ciudad nada habitual a los ojos. Esta de hoy parte de la popular Sierrilla cacereña y discurre por el cerro del Lobo, tiene apenas diez kilómetros pero podemos alargarla todo lo que queramos enlazándola con otros recorridos. A pesar de su cercanía al núcleo urbano, que cuenta con una variada oferta hotelera, conserva la vegetación dehesa y de bosque mediterráneo. Son caminos muy transitados fáciles de hacer pero vistosos como veréis en las imágenes. Partimos de la sierrilla para tomar la cañada del Casar de Cáceres. Desde aquí los Llanos de Cáceres ofrecen una imagen amplia y tranquila, una alfombra llena de vida
Descendemos por la Sierrilla, hacia el Norte, y enseguida se sitúa a nuestra derecha el Cerro Otero, hay varios caminos, hacia la izquierda podemos llegar hasta el pueblo de Casar de Cáceres, hacia la derecha llegaremos al centro urbano por el barrio de Sanmarquino.
Caminos limpios, muy usados, despejados por el paso de vehículos, bicicletas y personas. Vegetación mediterránea muy abundante.
Pese a la cercanía del bullicio de la urbe quedan restos de la actividad ganadera de antaño. Cabras en primer plano, edificios al fondo.
Nosotros charlamos un rato con Guillermo, uno de los últimos cabreros que quedan en la ciudad. Los animales conocen el camino, aunque no dudan en colarse en algunas fincas en busca de apetitosas flores.
La Universidad Popular de Cáceres señalizó estos caminos hace algunos años en un proyecto para recuperarlos, desafortunadamente la falta de mantenimiento ha terminado con muchas de las señalizaciones, algunas se mantienen en pie
Llano, dehesa, olivares se entremezclan en los límites de esta fronteras de lindes y vallas. Una imagen de uso y abandono de tierras de labranza que la maleza conquista. Esta es la ladera del cerro Otero, frente a nosotros se extiende la penillanuera cacereña.

Dehesas llenas de vida que en primavera ofrecen estampas muy coloridas

Giramos a la derecha, hay un pequeño poste que marca el desvío junto a la linde de una finca, pero hay que estar atentos. El cerro del Lobo muestra su bosque mediterráneo.

El camino se averigua, es fácil seguirlo, no tiene pérdida.

Comenzamos la ascensión a lo alto del cerro, una de estas elevaciones que siempre hemos visto, pero no habíamos coronado. A disfrutar de sus vistas.

A medida que ascendemos, descubrimos los límites de la ciudad, al fondo el Polígono ganadero.

Los Llanos de Cáceres  y Gredos a lo lejos.

Arriba tenemos unas panorámicas de Cáceres poco habituales que cambian el perfil de la ciudad. La torre de la Plaza de Italia, la parte antigua y la sierra de la Mosca detrás.

La Plaza de toros y la Iglesia de Santiago

Cáceres, entre colinas, se ve así desde el cerro del Lobo.

La zona de Mejostilla, una de las grandes expansiones de Cáceres.

Comenzamos el descenso por un pequeño sendero que nos llevará hasta la carretera del Casar de Cáceres y Sanmarquino

Frente a nosotros el Paseo Alto se encara a la vista. Cáceres parece Roma, la ciudad de las siete colinas.

El sendero nos lleva hasta una de las rotondas de la Ronda Norte, mientras bajamos hasta la carretera, la ciudad se alarga con el Parque del Príncipe a la derecha de la imagen
Tomamos un pequeño camino a la derecha que da acceso a las fincas más próximas y que sube hasta la Sierrilla, por el antiguo cordel del Casar de Cáceres y la Vía de la Plata. Aún hay pequeñas explotaciones ganaderas, más testimoniales que prácticas.
La arquitectura rural ofrece estos accesos tan vistosos, en la mayoría de los casos en desuso pero bien conservados, hoy son un valor añadido de la finca

Al ascender por la Sierrilla descubrimos, al fondo, la localidad de Casar de Cáceres

Hoy estas parcelas mantienen su esplendor antiguo, aunque ahora su uso sea más orientado al ocio y segundas viviendas

Desde aquí se observa el cerro del Lobo donde hemos estado

Ya desde la Sierrilla la ciudad parece más lejana pero es solo un efecto óptico, el ruido está apenas a un par de kilómetros.
Así termina esta sencilla ruta, de dificultad baja pero de paisajes  sorprendentes porque rozan una ciudad enclavada en mitad de parajes rurales bien conservados. Está bien adentrarse en estos caminos, atreverse a abandonar las zonas asfaltadas, los carriles trazados por un urbanismo más moderno, más orientados al ocio y el paseo, pero al fin y al cabo,  ordenados por normas; carreteras, paseos ornamentados que hacen olvidar que, justo al lado, el espectáculo te embauca con solo olerlo. Una capital de provincias permite encantos como este.-
Preparados para la próxima ruta.
©vicentepozas2012

Ruta Dehesa de los Mogollones. Ermita de San Jorge. Cáceres

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De las muchas rutas que se pueden hacer por los alrededores de la ciudad de Cáceres, destaca una que, por su riqueza patrimonial y natural, es de las más completas y bonitas. La ruta de la Dehesa de los Mogollones, que nos llevará hasta el castillo fortaleza del mismo nombre, la ermita de San Jorge, un ejemplo del despropósito y abandono de nuestro rico patrimonio cultural, hasta el dolmen de la Hijadilla y finalmente hasta el río Salor y su puente y molino medievales. 12 kilómetros por una dehesa maravillosa, un paseo a través de la historia de Cáceres, la más desconocida.
La ruta se inicia a doce kilómetros de Cáceres, en la carretera de Badajoz, justo después de pasar el castillo de Las Seguras encontramos un desvío hacia el ecoparque, allí parte la vía pecuaria que seguiremos y que nos puede llevar, si nos apetece, hasta Los Barruecos en Malpartida de Cáceres. Dejamos el coche al pie de la carretera y la primera sorpresa no se hace esperar…
Una bandada de buitres leonados se alimenta cerca de allí y nos regalan su vuelo
Su silueta es reconocible desde lejos, son esquivos pero no parece inquietarles nuestra presencia
Las explotaciones ganaderas de la dehesa siempre dejan algún premio para estas aves carroñeras
Su olfato puede atraerlos desde kilómetros de distancia, no son los únicos, ni será la última vez que los veamos esta mañana.
Nos adentramos por este camino carretero, transitado por su cercanía a la ciudad de Cáceres, una paisaje de encinas jóvenes.
Desaparecen las encinas de repente y la silueta de la torre se dibuja rompiendo la línea del horizonte.
Este castillo, que vivió lances antiguos, apenas es una sombre de los que fue
El torreón de los Mogollones es lo único que resta de aquellos años de conquista, hoy soporta una gran colonia de aves diferentes
Según Publio Hurtado, en sus orígenes perteneció al viejo linaje de los Mogollones, una de aquellas familias con más raigambre en Cáceres y que también participaría en la reconquista de la ciudad en 1223.
El castillo, posiblemente de los siglos XIV y XV, dio nombre a la dehesa que perteneció al citado linaje y más tarde pasó a otras familias de la nobleza cacereña.
En la actualidad, la fortificación sobrevive milagrosamente; se halla en ruinas y no es sino un mínimo reflejo de la esbeltez, la belleza y la majestuosidad de una fortificación extraordinaria que raramente conserva algunas almenas y matacanes, un escudo postizo, gruesos muros y otros elementos constructivos que presagian la ruina total junta a un establo.

Es fácil imaginar lances y escaramuzas en esta fortaleza que se desmorona ante la desidia y el abandono…

 

…y que conserva detalles de un pasado más glorioso.
Justo enfrente descubres los restos de la ermita de San Jorge, estamos a punto de comprobar que no siempre el patrimonio y la historia se encuentran a buen recaudo. Lo que van a ver se encuentra al aire libre, lo que han hecho a esta obra sólo puede ser el resultado de la ignorancia y la estupidez.
Los restos de esta ermita se mantienen a duras penas, se cree que su fundación y culto fue de origen privado y debió estar dedicada a San Jorge; sus orígenes datan de los S.XIV y XV, aunque su construcción se culminó en siglos posteriores.
Su estado actual es lamentable y se levanta frente a un pequeño estanque que parece ser artificial y posterior a la construcción de la ermita.
                    
Se conservan relativamente cubiertos lo que fueron el coro, la capilla y la sacristía.
Merece la pena observar las pinturas murales conservadas milagrosamente en su interior que cubren la casi totalidad de los muros. Son de temática religiosa, sin gran calidad técnica, pero si de bello colorido, y representan escenas bíblicas y de la vida de Cristo
Fueron pintadas por un tal Juan de Rivera en 1565, como consta en una inscripción del mural.
El evidente deterioro duele tanto que te gustaría llevártela y protegerla de inclemencias e ignorantes
Es imposible entender que los responsables del patrimonio, capaces de ponerte mil trabas, ante cualquier reforma, construcción o mejora sean capaces de mirar para otro lado ante esta muestra de arte religioso
Nos alejamos de este cojunto arqueológico, monumental, que dan idea de que ese Cáceres señorial, de grandes familias, no se limitaba a las murallas de su ciudad, una historia dañada que a nadie parece importar

Continuamos por una calleja que desemboca en el caserío de Mudaelpelo, cuya actividad ganadera es evidente.

Los ganaderos se afanan en agrupar al ganado que ha pasado la mañana en la dehesa

La dehesa se hace más densa y esconde otro tesoro. El Dolmen de la Hijadilla. Es un monumento megalítico destinado a enterramientos colectivos.

Está constituido por una cámara funeraria casi circular construida con grandes piedras dispuestas verticalmente (ortostatos) que soportan losas horizontales, que le sirven de cubierta, y un pasillo de acceso o corredor, levantado también con lajas de granito, que desemboca en la cámara. En su origen todo el monumento estaba cubierto con tierra formando un túmulo. Pueda datar desde finales del Neolítico (IV milenio) a la Edad del Bronce (II milenio).

Atrás dejamos la prehistoria, encima la actividad de los buitres es más que evidente

La dehesa limpia se dibuja ante nosotros, el camino está señalizado desde el inicio

Majestuosa figura, vuelo perfecto, más de dos metros de envergadura que hacen que busque las corrientes térmicas para facilitar el ascenso. Sus alas parecen tener dedos.

Llegamos a los restos de un molino medieval junto al río Salor.

El puente, el molino y el azud, de época medieval, han sido reconstruidos varias veces como consecuencia de las riadas.

Es este río se observan muy bien las rocas que constituyen el sustrato de la zona: pizarras oscuras, cristalinas y muy duras, originadas por un metamorfismo de contacto (gran calentamiento) debido a la intrusión del magma que originó los granitos de los alrededores.

Se conserva una inscripción en la pared del molino dónde consta la fecha de la última restauración (1862), siendo apoderado D. José Calzado Pedrilla.

Una pequeña presa hace que el Salor recupere algo de su figura, más abajo su caudal es casi testimonial

En los márgenes existen árboles tópicos del bosque de ribera como fresnos, chopos, sauces y mimbreras.

Volvemos sobre nuestros pasos, siguiendo las señales que nos han guiado

La eterna cigüeña se ha apoderado de todo, vive en esta dehesa, a sus anchas.

El castillo nos ha esperado mientras el cielo se cierra por momentos, amenaza con mojarnos

Las nubes dibujan luces y sombras, un escenario de colores que nos recuredan lo que hemos visto

Paleta de colores, tierra, dehesa, armonía, compañía, viento y despedida

Nosotros nos marchamos, Luisa inmortalizó el momento que demuestra que para obtener la foto que buscas, vale todo. Es apenas un momento, pero la imagen es inmortal. San Jorge, patrón de la dehesa, nos despide desde la Torre de los Mogollones

Las rutas desde Cáceres, incluida esta, os las podéis descargar aquí:
Nosotros volveremos sobre nuestrs pasos, andando Extremadura.
©vicentepozas2012

I Ruta Solidaria. Cáceres

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El Club de Senderismo La Vereína de Cáceres, organizó la I Ruta Solidaria por los alrededores de la Sierra de la Mosca en la capital cacereña, se trata de un recorrido circular que comienza en la solana de La Montaña y que termina por la umbría y las Minas de Valdeflores, unos 11 kms. Es una ruta que ya he contado en este blog y que podéis ver en este enlace:

http://andandoextremadura.blogspot.com/2011/06/ruta-por-los-alrededores-de-caceres-la.html

Aún así, la propuesta merecía la pena y nos animamos a acompañar a La Vereína, ellos sólo pedían una pequeña cuota de inscripción que se destinaría, íntegramente, a ONGs y grupos que ayudan a colectivos necesitados. Además, recién comenzado enero, era una tentación para quienes llevábamos más de 15 días sin andar y habíamos soportado las fiestas navideñas.

Más de 400 personas respondieron a la llamada de este grupo de senderismo y así, tras un desayuno de bienvenida, iniciamos la marcha por la Charca del Marco camino del Portanchito

Es un camino que discurre por la Solana Baja de La Montaña y que asciende poco a poco dejando ver la ciudad al fondo


Un sendero que ha sido cementado en muchos tramos para facilitar el acceso a las múltiples casas de recreo que salpican la zona, aunque nos hayan dicho que se trata de facilitar la entrada de vehículos de servicio, como los bomberos.

Para quien no conoce la zona, sorprende que, muy cerquita de la ciudad, hay zonas de bosque mediterráneo casi en estado puro, son dehesas abandonadas y pobladas ya de matorral

La ruta estaba bastante bien organizada y tras el tramo de subida al Portanchito estaba Cruz Roja por si alguno necesitaba ayuda; no hizo falta, todo el mundo disfrutaba del paseo y el tramo más duro ya estaba superado

Hasta aquí alcanza la vista del Cerro del Milano y sus alrededores

Es el momento para el refrigerio que la organización ofreció a los participantes en las ruinas del antiguo hospital de tuberculosos

Tras reponer fuerzas encaramos la umbría de la sierra y nos dirigimos hacia las Minas de Valdeflores

Ya todo es bajada hasta entrar en Cáceres por la zona de Fuente Rocha y la Calle de la Concordia.

En fin, un apetecible paseo para una mañana de sábado, la propuesta solidaria del Club de Senderismo La Vereína fue más que agradable. Imagino que, tras el éxito de convocatoria, se verán obligados a organizar la segunda edición.
©vicentepozas.enero2012

Ruta por la Dehesa de Arroyo de la Luz

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Terminado el verano, septiembre nos reune, de nuevo,al grupo de senderismo para hacer caminos. Iniciamos temporada en Arroyo de la Luz, cerca de Cáceres, a patear sus dehesas. Dejamos los coches y atravesamos la zona norte de este pueblo, rico y singular, cuya vida es espectacular.


Dejamos las callejuelas arroyanas y antes de cruzar uno de sus muchos charcos, nos hacemos la foto de rigor, queda constancia, pues que sí estuvimos
Antiguos molinos dan fe del uso agrícola y ganadero de estos embalses de agua, que hoy hacen la delicia de los pescadores (y de las aves)


Dejamos a un lado el Embalse del Molano, del que bebe la localidad, convertido en un privilegiado lugar de observación de aves y peces. Iniciamos el camino orientados hacia la Sierra de San Pedro.

Esta zona dedicada al cultivo de pastos y cereales, aparece en septiembre como un enorme manto amarillento, después de la siega y antes de la siembra, ofrece un color especial.

Ponemos color a paisajes que parecen no tener fin, caminos que no llevan, conducen.


Zigzagean delante de nosotros, se dibujan en tonos cálidos
El campo descansa,antes de su próxima siembra. Al fondo las estribaciones de la Sierra de San Pedro.

Arroyo de la Luz es tierra de caballos, el Día de la Luz, Lunes de Pascua, fiesta de los caballos, es de Interés Regional. Es difícil perderse, no hay más caminos.

Nosotros nos desviamos camino de la Ermita de la Luz, rodeados de ganado ovino.


Nuestra presencia no les inquieta en su recorrido por estas tierras yermas, a la espera de las aguas de otoño

En esa transición entre siembra y dehesa, aparecen las primeras fotografías. Imágenes de tierras ganadas al bosque mediterráneo

Así se dibuja el campo en Arroyo de la Luz. Explotaciones que pasan de agrícolas a ganaderas.


Encinas que vigilan los caminos y que permiten el paso, vigilantes.

Tierra ganadera donde antaño se sobrevivía, puesto que vivir era un lujo, hoy visitamos estos parajes, ajenos a su dureza de años.


Grandes latifundios donde los animales eran más importantes que las personas


La dehesa se hace uso, una tierra aprovechada al máximo, donde cada gota de agua, es oro.

Andando la ermita de la patrona se cruza en el camino y exige una parada


Momento para reponer fuerzas en torno a la ermita, un paisaje muy visitado por los oriundos de Arroyo.

Dejamos la ermita y conducimos nuestros pasos de nuevo hacia el pueblo

Al instante dehesa, al regreso más calor, un otoño veraniego hace más dura la ruta.
Tierra de caballos, los hay por todas partes
La tertulia hace kilómetros, nosotros afrontamos los últimos antes de finalizar la ruta.
Cuando se tala la dehesa, queda esto…

Amistad equina. Dóciles animales.

Atravesaremos Arroyo de la Luz, la ruta termina

Las calles del pueblo nos miran pasar, el calor y el polvo, ya pegados, hacen mella en este bochornoso septiembre

Lo mejor de todo es volver al camino. Septiembre largo nos ha saludado por las dehesas del Salor. Ahora buscaremos cualquier taberna, en Arroyo se piden morcillas. Así bridamos por la vuelta.

 

©vicentepozas.septiembre2011

Amanecer en el Pantano de Valdesalor


Primeros domingos de septiembre, aprovechando que Guillermo participa, por primera vez, en un concurso de pesca, disfruto de los colores del amanecer de finales de verano en este pantano cercano a la ciudad de Cáceres. Pantano de Valdesalor, en el río Salor. Comienza el día, todo preparado.

Las luces de la mañana ayudan a que algunos contrastes den más fuerza a la imagen


Despierta Valdesalor, en silencio absoluto, la cercanía al agua hace que la mañana sea fresca

Tonos suaves que van desde el azul al naranja, pasando por toda una gama de lilas

Pareciera que la mañana dibuja el cielo, es un cuadro efímero, apenas un parpadeo

Te das la vuelta y ya es otro, otro día, otro cielo, otro cuadro

La luz descubre la actividad del pantano. Pacientes, los pescadores preparan los aperos

El cielo quiere cubrirse, a ratos, y ahora las nubes dibujan la distancia

El primer sol se cuela entre los eucaliptos y los descubre a la vista

Ganan las nubes y al sol le cuesta asomarse. Pero todo el tiempo es un instante

Y un momento después han vuelto los árboles

Otro segundo, y se atenúa la mañana, parece que quiere ocultarse el sol de septiembre

Pero el sol de verano es riguroso en Extremadura y consigue, por momentos, deshacer la barrera

Como el azúcar, se van diluyendo las nubes que ahora enseñan los caminos de la batalla. A poco que te descuides no quedará ni rastro, como cualquier otro domingo de septiembre

vicentepozas.septiembrelargo.2011

Ruta por los alrededores de Cáceres. La Sierra de la Mosca

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En una ciudad pequeña como Cáceres tenemos la suerte de contar con un conjunto de caminos y senderos naturales, agrarios o de servicio, que nos permiten recorrer los alrededores de la urbe caminando por el campo; rutas muy variadas que el ayuntamiento ha recogido en pequeñas guías, 10 en total, que son una propuesta fantástica para disfrutar de la naturaleza sin alejarnos demasiado del centro urbano. Esto puede ser una paradoja pero en Cáceres vivimos casi en el campo, aunque estemos en el centro. Es la alternativa que ofrece esta pequeña capital de provincias. La web del ayuntamiento tiene publicadas esas 10 rutas que se pueden consultar en este enlace: http://turismo.ayto-caceres.es/rutas/natural
Nosotros hemos realizado una de ellas, la que parte de la Ribera del Marco y rodea la denominada Sierra de la Mosca, lo que en Cáceres conocemos como La Montaña (patrona de la ciudad). Es una ruta variada que nos llevará por la zona de huertos urbanos de la Ribera, por los aledaños de la ciudad monumental con fantásticas vistas, por las antiguas Minas de Valdeflores y por las traseras de la Sierra donde antaño exisitó un hospital de tuberculosos que hoy está en ruinas.

Partimos de la denominada Charca del Marco o Fuente del Rey, en esta zona el agua ha servido, durante muchos siglos, para regar las numerosas huertas de la Ribera del Marco, así como para mover molinos o suministrar aguas a tenerías, batanes o lavaderos de lanas.
Hasta 1993 la Charca ofrecía la imagen de un basurero. Sucesivas intervenciones han embellecido su entorno hasta convertirlo en un pequeño y agradable parque.

Dejando las calles, aunque paralelo a ellas, discurre un camino muy utilizado por los cacereños para pasear o acceder a sus propiedades y que nos lleva hasta la conocida como Fuente Fría. Situada en un paraje atravesado por la vereda o “La Troncha” que conduce a la Montaña. En 1964, una orden del Gobernador civil, permitía al vecindario su utilización; cosa que no ocurrió con las demás, clausuradas por estar contaminadas. En la actualidad, los cacereños siguen acudiendo a ella para abastecerse de agua, ya que tiene gran calidad por su naturaleza silícea (procede de la infiltración en las cuarcitas de La Montaña) así como propiedades diuréticas.

Siguiendo este camino dirigimos nuestros pasos hacia la barriada de San Marquino, en la parte baja de la Sierra, un barrio muy popular con excelentes vistas de la ciudad monumental.

Estamos en la Ribera, una zona de gran riqueza porque está la parte más baja de Cáceres y porque está bañada por numerosas corrientes de agua que la mantienen como una tierra muy fértil y todavía en uso agrícola. Para quien no conoce la ciudad sorprende que en pleno centro y junto a su parte antigua continúen en uso estos huertos que hacen tan especial este pequeño vergel conocido como la Ribera del Marco. Hace unos años se pusieron, por parte de varios colectivos, una serie de iniciativas en marcha para ponerla en valor y recuperarla, una manera de hacer presión en contra de la especulación inmobiliaria a la que estuvo sometida en los días de exaltación del ladrillo y de la que todavía no se ha librado totalmente. Aunque parezca mentira, estamos a cinco minutos del centro.

Recorremos parte del barrio de San Marquino, única puerta de subida al Santuario de la Montaña y muy transitada por todos aquellos que, a diario, realizan la ruta que sube hasta la ermita. Caminamos junto al conocido como Cerro de la Butrera, o de la Buitrera, que de las dos maneras se le conoce en Cáceres. El camino está bien marcado y no ofrece dudas
Mirando atrás es palpable que, a pocos metros de las últimas calles de San Marquino, ya estemos en pleno campo. La Parte Antigua nos sigue ofreciendo su imagen majestuosa
Descendemos el cerro e iniciamos el camino bordeando ya la Sierra de la Mosca que llevaremos a nuestra derecha hasta llegar al Portanchito, visible desde cualquier punto de la ciudad debido a las antenas de telefonía móvil instaladas en él.
La cercanía a Cáceres propició en los años 60 que se comenzasen a construir demasidas segundas viviendas que han proliferado tanto por la umbría como por la solana de la Sierra. Quedan resquicios de lo que fue originalmente un poblado bosque mediterráneo

La belleza natural contrata con este sendero completamente vallado donde la variedad de construcciones hace patente el discutible gusto de algunos de sus propietarios. No quita que sea una zona tranquila y excelente para tener una vivienda de recreo. Hoy ya no se puede construir más, en teoría.
Enfrente, el bosque conserva coletazos de su antiguo esplendor y ofrece imágenes más libres de los cambios que produce la mano del hombre. Curioso porque nos encontramos a apenas dos kilómetros de la ciudad

Es una zona muy rica en su subsuelo que tuvo en el s.XX una enorme actividad minera. Se explotó a mediados del siglo pasado para extraer casiterita (óxido de estaño), mineral que se presenta en filones de cuarzo de pequeño espesor.
El peligro de derrumbamientos hizo que la Dirección General de Minas cerrara las instalaciones a comienzos de los años 90, impidiendo su entrada, por lo que sólo se puede acceder a las escombreras. Quedan apenas restos de los antiguos edificios de la explotación.

Salvados de la imparable especulación de estos terrenos pegados a Cáceres, aún se pueden encontrar antiguas contrucciones ganaderas que, ahora, gracias al cambio de mentalidad se van recuperando.
Tras este primer tramo el sendero transcurre por pequeños olivares aún en explotación. No es raro encontrar por la zona rebaños de ovejas o vacas que pastan por estos parajes donde la actividad agrícola es más que patente. Una delicia.
Esto explica la existencia de charcas para el ganado que dibujan esta curiosa imagen. Hemos superado la Sierra de la Mosca y nos disponemos a iniciar la ascensión hasta El Portanchito.
Frente a nosotros se asoma magnífico el Cerro del Milano, es una opción de la ruta ascender hasta arriba y disfrutar de las magníficas vistas que ofrece de los Llanos de Cáceres, el pantano de Guadiloba y la ciudad de Cáceres desde este lado. Nosotros lo hicimos en una ruta anterior, en esta ocasión preferimos dejarlo a un lado

Volviendo la vista, vemos el camino recorrido y esta panorámica del Portanchito, con sus antenas, Y de la Sierra de la Mosca, al fondo.
Volvemos a una zona saturada de chalets y pequeñas fincas, pero con zonas boscosas más densas
Iniciamos el ascenso al Portanchito por un pequeño camino, ya en lo alto la visión nos retiene…
…al fondo quedan los Llanos de Cáceres, una zona declara ZEPA, Zona de Especial Protección de Aves, frente a nosotros el bosque mediterráneo resiste la presión de la ciudad.
El camino se estrecha por un sendero que nos acerca hacia La Montaña, primera parada de la ruta.
Cáceres por el este sigue creciendo, los interminables Llanos y, al fondo, la Sierra de Gredos
Las fincas cierran el camino y, de cuando en cuando, hay que bordear el sendero. Puertas al campo.
Salimos del camino y por momentos nos incorporamos a la carretera que sube al Santuario donde haremos una parada para reponer fuerzas.
Es una carretera muy transitada por todos aquellos que pasean por la zona, está muy bien preparada, con acerado e iluminación. Una alternativa de ruta periurbana con vistas magnificas y con algunas pendientes pronunciadas, aunque es fácil de hacer.
Nosotros hacemos un pequeño alto, desde la plataforma del santuario, Cáceres es una fotografía completa
Retornamos la marcha y volvemos los pasos, de nuevo, hacia el Portanchito, esta vez por el camino que recorre la solana de La Sierra de la Mosca, por el oeste

Esta zona está más virgen, al menos en la parte más alta son menos habituales las construcciones, aunque un poco más abajo la proliferación de casas ha convertido los caminos en calles.
Bajamos hacia la ciudad ahora por este lado con la visión de Cáceres y contemplando como las urbanizaciones lograron crecer hasta los pies mismos de la Sierra, afortunadamente la crisis del ladrillo ha frenado ese avance, pero el daño está hecho
Desafortunadamente algunos tramos de camino se han asfaltado, aseguran que para prevenir incendios, pero más bien para uso de propietarios de terreno. Este descenso si es notable
A este lado, Cáceres ofrece otro visión más limpia con el Cerro de los Romanos al fondo, todavía virgen porque se trata de terrenos militares, aunque estos prados que contemplamos ¿cuántos años aguantarán el crecimiento demográfico. En primer término la falda de la sierra y una enorme cantera que ha degollado la montaña haciendo una herida irreparable
La ruta casi ha terminado, se escucha el ruido de la ciudad y al llanear las estribaciones de Cáceres y sus fincas se hacen más patentes
Nos acercamos a la ciudad todavía disfrutando del campo, es magnífico estando tan cerca. Así bajaremos hacía un antiguo molino de aceite que se está conviertiendo en Espacio de Creación Jóven y que junto a otras nuevas iniciativas ecológicas de la mano de la Universidad Popular están cosiguiendo darle vida a esta parte entre urbana y abandonada
En esta ocasión despedimos la temporada en torno a una mesa donde brindaremos por las experiencias recogidas y los lugares conocidos. El grupo de senderismo Catelsa Cáceres se mantiene, con sus altas y bajas, pero logramos reunir a un nutrido grupo de amigos que seguimos disfrutando del paisaje y de lugares poco inaccesibles si no es a pie. Brindamos. Para nosotros es obligatorio parar, los rigores del verano extremeño hacen desaconsejable realizar senderismo hasta mediados de septiembre o en los primeros días de octubre. Vacaciones a nuestras rutas que iniciaremos en el próximo otoño, cuando comience a verdear el campo y sea un placer volver a disfrutar de la compañía de todos, andando Extremadura.-
©vicentepozas.junio2011

Paseo por el Cáceres más monumental. Ruta por Cáceres

La definición de pasear nos dice, entre otras acepciones, que es la acción de ir andando por distracción o por ejercicio.
Andar, es pues por definición, ir de un lugar a otro dando pasos.
Caminar, entonces, es andar una cierta distancia.
Deambular es una forma de andar o caminar sin dirección determinada.

Deambular por Cáceres es andar por la historia, pasear sobre las piedras, caminar hacia el pasado.
Esta es la propuesta: pasear por Cáceres y deambular por sus calles.
Desde lo alto, esta es una ciudad como muchas. Una ciudad mediana, tranquila, un enclave del oeste español. Ni muy habitada ni demasiado aburrida. Ideal para vivir.

Sólo cuando te fijas hay algo que destaca, algo diferente, sobresalen almenas, torres desmochadas y campanarios de su ciudad antigua.

El equilibrio de una ciudad que conserva su lado más rural, que sorprende gratamente.

Recorrerla andando es una invitación a disfrutar de su conservación, la que le valió hace muchos años el título de tercer conjunto monumental de Europa…

Y que hoy se alza como Ciudad Patromonio de la Humanidad

Y así nos acercamos para verla más cerca.

Mucho más cerca. Casi para tocarla.Porque el recinto amurallado de Cáceres contiene el conjunto de arquitectura civil y religiosa más importante del Renacimiento español que se conserva intacto en nuestros días.

Edificios que nos retrotraen hasta finales del siglo XIV, cuando se construyeron la mayoría de sus palacios que fueron reformados en su inmensidad durante el siglo XV y el siglo XVI.

Palacios, casonas, iglesias y conventos que componen este decorado conservado por la historia. Años que podemos pisar.
Historias que podemos imaginar en un medievo difícil para quien no ostentaba apellido o escudo

Una historia que castigaba traidores, como se refleja en sus torres, muchas de ellas desmochadas a mediados del siglo XV por orden de los Reyes Católicos como vergonzante castigo a las facciones aristocráticas opuestas a su causa, son un callado testigo de los conflictos nobiliarios que asolaron a la Extremadura de fines de la Edad Media.

Torres y campanarios hoy habitados por la imponente cigüeña, omnipresente alado, dueña de los cielos extremeños

Palacios que guardan un pasado judío que quiso ocultarse y que hoy, felizmente, ha vuelto a ser protagonista. Lo dicen sus rincones.

Una ciudad vigilada. Sorprendente en cualquier detalle.

Altiva como su arquitectura señorial de grandes palacios. Hay que pasear por el suelo mirando al cielo

Reconocer en sus blasones las casas de nobles y señores. Sorprenderse con una arquitectura equilibrada de trazos geométricos

Trazada intramuros para defenderse. Hoy es un delirio pasearla.


Descubrir qué se esconde tras cada filigrana, leer quién fue el señor de cada palacio

Cómo es posible tallar la piedra con tanta delicadeza. Siempre hay una forma y un porqué

Y un templo con campanas que demuestra que el poder, al fin y al cabo, siempre fue de la Iglesia

Torres como cilindros que miran al cielo. Redonda. Del linaje de Los Carvajal.

O la Iglesia de San Francisco Javier, templo jesuita de estilo barroco construido en el siglo XVIII

En Cáceres cualquier rincón es historia y nos permite imaginar los años cuando las plazas se abren a sus palacios

O se intuyen en sus calles y se averiguan en sus cuestas

Siempre hay una calle y un palacio y una gárgola que cuentan una historia.

Una ciudad amurallada por los almohades, vigilada por torres albarranas con nombres que certifican su historia y la de sus protagonistas

De piedra o de barro dejan constancia de las fortificaciones que se levantaban en tiempos de guerra constante y de rivales eternos
Una muralla que sigue protegiendo el recinto intramuros de un enemigo más peligroso: la barbarie y el desconocimiento que invitan a ignorar la historia

Torres albarranas que contaban con fosos y barreras que desaparecieron con la presencia de casas. Esta muralla debió de tener 4 puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales.

Afortunadamente muchas de ellas se van recuperando y pueden ser visitadas. Forman parte de este paseo y ofrecen una imagen admirable del recinto medieval.

Que nos enseña sus palacios coronados de belleza, en un tiempo en que la ostentación era poder.

Demostrar el linaje era cuestión de altura.

Abajo, la plebe luchaba por sobrevivir. La plaza de San Jorge que nunca existió hoy es una referencia.


Una plaza coronada por la Iglesia de San Francisco Javier o Preciosa Sangre, un espacio multiusos robado al rezo en favor de la cultura.

Una cultura recreada que, de vez en cuando, toma las calles monumentales de la ciudad antigua para delirio de todos.

Un espacio que quiere recrearse en su memoria evocada. Que imita el ambiente medieval.

Rincones convertidos en un plató perfecto para viajar en el tiempo

Si como invitado a esta cuidada puesta en escena aceptas las viandas que te ofrezcan sus anfitriones, eres bienvenido.

O si el clero quiere que confieses tus pecados y purifiques tu alma y tu espiritu perdido.


En busca de una paz que se acentúa con la tarde y una luz mágica nos invita a imaginarnos envueltos en sabrosas historias.

Héroes de leyenda. Caballeros en lance que se enfrentan a las damas. Espada en mano

Caballeros apostados esperando el final más conveniente a su enredo amoroso. Así paseamos por la historia.


Recreada en cada palacio que descubre su pasado cristiano y árabe

Actores, carros de comedia, autos de fe representados en una plaza para purgar nuestras culpas

Historias de amor entre nobles y plebeyos. Lances ocultos a los ojos del amo y señor que no habría de consentirlos


Así, el paseo tranquilo por la monumental Cáceres se convierte en sorpresa, ya sean mercados, fiestas medievales, recreaciones renacentistas, teatro clásico…

…los mercaderes se apuestan en estas plazas para ofrecer su remedios milagrosos.

E incluso adquirir armas para el lance. Prepararnos para la lucha.
En ocasiones es la música la que hace de mágico anfitrión cuando sus calles se llenan de trovadores de este siglo. Nómadas y mercantes.


Música llegada de todos los rincones del mundo, como en otros tiempos llegaban las personas del otro lado del mundo

Un gran escenario de conciertos que ha llegado a boca de todos. Es tiempo de Womad

Es tiempo para invadir la calle, las iglesias. Tiempo para el gozo

Música, arte y danzas del mundo han venido hasta Cáceres. Siempre en mayo.

Para dejarse llevar en este paseo por sonidos que desconocemos y que, en ocasiones, nos son familiares


La música convertida en escenario de artistas locales es otra propuesta que merece ser paseada

Cualquier cosa es posible, hasta el anacronismo.
Un recorrido bañado por el agua que suaviza este camino constante

Un tiempo de amigos, para pararse a escuchar, a ver, a ser vistos

Porque a veces la magia se dibuja a luz de las velas

Cáceres se humaniza dibujada por las luces de cera que endulzan sus formas y suavizan su contorno
A la luz de las velas cualquier fotografía es posible


Caulquier motivo es bueno para deambular por la ciudad antigua


Y es difícil repetir la escena. La paciencia dibujada vela a vela


Un sueño que en Cáceres no repetiremos, pero que disfrutamos

Para el recuerdo nos queda la pasión que pusimos y los puntos de colores
Esta ciudad es más que un empeño. La luz permanece en cada una de sus torres


Para el visitante la ciudad se dibuja orgullosa, presume de su linaje e invita a su paseo

Un paseo por el Cáceres más monumental, una ruta por el Cáceres más histórico y más orgulloso. Una invitación a pasear por una ciudad regalada por los años. En cualquier época del año, Cáceres es una disculpa perfecta
©Vicente Pozas. Cáceres 2011

Ruta por la Red de Caminos Naturales. Cáceres-Valdesalor

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

La Red de Caminos Naturales de España sigue creciendo, en Extremadura algunos se están señalizando ahora, es el caso del Corredor Cáceres-Badajoz, cuyos tramos se están arreglando; nosotros hemos relalizado la etapa Cáceres-Valdesalor, un pequeño paseo de 11 kilómetros desde la ciudad de Cáceres hasta su pedanía que además, y por ser como un barrio de Cáceres, nos permite regresar en autobús urbano.

La ruta la inciamos en la salida de Cáceres a Mérida, N-630, en la conocida como zona del Ferial con una señalización bastante clara. Es una zona de muchos paseos, pegada a Cáceres y se peuden ver muchos caminos, pero es fácil seguirlos


La zona es utilizada para todo tipo de deportes, en la ruta también es fácil ver gente corriendo, en bicicleta o andando.
La zona coincide con la vía pecuaria que delimita la Cañada Real de la Vía de la Plata y con parte del camino de la Ruta de la Plata que enlaza con el Camino de Santiago.

El Camino Natural del corredor Cáceres-Badajoz describe un trayecto de 176,3 km, comienza aquí como digo, al S del casco urbano de Cáceres hasta finalizar al O de Valverde de Leganés, aproximadamente a 30 km al S de la ciudad de Badajoz.


Como contaba se está señalizando, ya se han instalado paneles que, imaginamos, en breve contendrán la información necesaria sobre el camino natural.

El comienzo permite ver toda la infraestrucutra minera cacereña frente a nosotros.

A un lado el santuario de la patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña

Al fondo, la parte antigua de Cáceres

E incluso algunas explotaciones ganaderas que funcionan todavía. Es la suerte de vivir en una pequeña ciudad que conserva algunos de sus encantos
El camino es fácil seguirlo, la señalización está muy bien situada
Avanzamos dejando la ciudad a nuestra espalda

A escasos kilómetros de Cáceres, la actividad ganadera se hace presente es un camino que aún se utiliza para labores agrícolas y ganaderas

Es una tierra que todavía produce, labrada y limpia.

Al fondo, el Cerro de los Pinos, el camino despejado nos lleva hasta el cruce con la N-630
No pude resistirme ¿Hay algo más inútil que piscinas en vertical?

Detrás las minas de Cáceres, la carretera que lleva a Mérida y que tenemos que cruzar para seguir camino

Cerca de la ciudad estas sierras casi virgenes esconden vestigios de los primeros pobladores de Cáceres. En la denominada Cueva de Santa Ana, un equipo capitaneado por el arqueólog Eudald Carbonell investiga la presencia de homínidos del Paleolítico medio. Además es zona militar y no se puede pasar, claro.

Nada más cruzar la señalización indica este cruce de caminos. Aunque al comienzo indicaba 7 kilómetros hasta Valdesalor, aquí ya se coorrije, esta es más correcta según el GPS, efectivamente llevamos 7 km y quedan 4 para llegar.

La finca la Camellas, nombre de este pequeño cerro que ahora bajamos hasta el pueblo

El paisaje sigue siendo muy rico con una dehesa bastante más despejada y abierta

Nosotros andamos ahora por una zona pizarrosa donde la senda se hace algo más estrecha
Cruzamos de nuevo y ya aparece la Finca de El Trasquilón con su singular edificio
Es una zona despejada de árboles dedicada a los pastos. Esta es una zona muy ganadera

Ganado vacuno
Ganado ovino que se une a la ruta

En un paisaje que nos adentra en la zona ZEPA, Zona de Especial Protección de AVES, que llega bastantes kilómetros más allá

Nosotros llegamos a Valdesalor. Fin de la ruta. Un pequeño pueblo de colonización de la década de los 60 que hoy es un barrio de la ciudad de Cáceres y que funciona más como una pequeña ciudad dormitorio.
Os dejo enlace por si queréis la información completa del camino. http://www.mapa.es/es/desarrollo/pags/caminos_naturales/sector6/corredor_caceres_badajoz.htm
Aqui encontraréis todo los necesario: dedscripción de rutas,mapas topográficos y para descargar al GPS.
Nosotros cogemos el autobús y de vuelta a casa.

Cáceres. 15 Febrero de 2011

Ruta Camino del Roble. Conquista de la Sierra

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)
ES UNA RUTA PRECIOSA QUE LAMENTABLEMENTE HOY NO SE PUEDE HACER, EL DUEÑO DE UNA FINCA POR LA QUE DISCURRE EL CAMINO HA CORTADO EL ACCESO Y AMENAZA CON LLAMAR A LA GUARDIA CIVIL. MUY CONSIDERADO POR SU PARTE
                  Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

En esta ocasión, y de la mano del Club Senderista Catelsa Cáceres, nos hemos venido hasta la puerta de la Comarca de las Villuercas en el Noreste de la provincia cacereña. Desde la localidad de Conquista de la Sierra vamos a realizar la Ruta del Camino del Roble que recorre la sierra de la Barrera, que forma parte de las ultimas estribaciones de las Villuercas, enclave serrano que atesora una biodiversidad faunística y, sobretodo, botánica excepcionales. El entorno es de cuento.


Esta ruta es de trazado circular y tiene su inicio y final en la localidad de Conquista de la Sierra. Transcurre por caminos utilizados en su momento por los vecinos del pueblo para acceder a las fincas en las que trabajaban en faenas agrícolas y ganaderas. 13,7 kilometros de dificultad media y bien señalizados, excepto en un tramo del camino. Este es el mapa.

Conquista tiene una extensión de 40,60 km cuadrados está asentada sobre la vasta penillanura trujillano -cacereña sólo interrumpida por una serie de elevaciones montañosas que la circundan y que forman parte de las últimas estribaciones de las Villuercas y por extensión de los Montes de Toledo.


De esto estamos hablando

Nosotros recorremos, comenzando la ruta, las calles del pueblo hacia la plaza del Llanillo.
Asoman al fondo los restos del Palacio de los Pizarro del que hablaré al final de la ruta

Así seguimos por la calle que conduce al cementerio en dirección al paraje la Laguna donde proseguimos por el camino de inicio haciendo un giro a la izquierda dejando la carretera de Zorita a la derecha.

Un día despejado con efectos casí mágicos al comienzo de la mañana.

Un comienzo suave mientras nos alejamos de Conquista.

Dehesas limpias nos acompañan, antes de que sepamos cómo cambiará el paisaje.

El camino, como he dicho, está muy bien señalizado, cruces, cambios de dirección, veredas…

Ahora el sendero, que se encuentra perfectamente flanqueado a ambos lados por paredes de piedra, transcurre entre cercados destinados al ganado y a la siembra donde predominan las encinas, escobas y retamas junto al cantueso, las esparragueras y las zarzas.

Comienza una subida suave hacia la sierra de La Barrera


Es un camino con público… expectante


Caminos en desuso debido a que la actividad ganadera y agrícola ha bajado mucho.


Aún así el ganado vacuno es habitual todavía.


Aunque la cabaña de reses sea más pequeña


Nosotros subimos una ligera pendiente en este camino emparedado que termina en la entrada a la finca de Cerro Mesado.

A medida que ascendemos el paisaje se descubre.

Es difícil perderse en esta ruta.

Ahora subimos hacia la casa de la finca de Cerrro Mesado a la que bordeamos dejándola a nuestra izquierda para proseguir la ascensión hacia el desfiladero de Matavacas por el camino que corre paralelo a una alambrada hasta llegar a una 2ª cancilla que pasaremos para continuar ascendiendo entre retamas y cantuesos durante al menos otro kilómetro. Todo bien indicado


Desde aquí ya podemos disfrutar de una amplia panorámica de toda la penillanura que se ofrece a nuestros pies con las sierras de Santa Cruz y Montanchez al fondo.


El ganado bovino ahora nos aplaude.

En un coro de saludos a este otro rebaño que las contempla.

Tras subir descendemos un poco para después comenzar de nuevo la ascensión bordeando la sierra de la barrera dejando el caserío de Matavacas y pasando junto a “La Cabriza” un cercado de piedra utilizado para el pernocte del ganado.

La subida se acentúa sobre un terreno todavía despejado.


Y referencias constantes a que vamos por buen camino.


A partir de aquí, el paisaje cambia bruscamente pasando de un terreno arbustivo (retamales y escobonales) con escaso arbolado a otro mucho mas frondoso en el que las encinas en forma de matas o achaparradas están omnipresentes conformando en algunos lugares un bosque muy tupido casi infranqueable.


El paisaje cambia en la sierra, bosque mediterráneo denso y virgen cuando el ganado no lo pisa para convertirlo en dehesa


Entramos en el tunel del tiempo. La ruta aquí, y durante unos dos Km de subida, se conduce por un camino boscoso donde las encinas achaparradas van conformando una especie de túnel vegetal cerrado para terminar culminando la ascensión en la finca del “Bonal de Arriba” a una altura de 700m desde donde las vistas de la penillanura son realmente espectaculares.

Como ventanas, en este edificio que vamos recorriendo, por donde asomarse a la llanura.


Protegidos por la maleza.


Sorprendidos por la belleza.

Al punto, culminamos la ascensión, estamos a 700 metros de altura.


Nosotros caminos por la cima para adentrándonos en la finca del Bonal de Arriba donde el camino que hemos traído enlaza con el antiguo cordel de ganado que se dirigía a Zorita, perteneciente a la Cañada Leonesa occidental.
Es un paisaje de montaña por momentos.

Este tramo de la ruta transcurre por detrás de la sierra de La Barrera y paralelamente a esta; este nuevo camino tiene ya un trazado prácticamente llano y una anchura y firme muy adecuados para el caminante.
Alguna sorpresa con charcas en la cima de indudable belleza


Propicias para el descanso y para reponer fuerzas.


Retomamos por esta tierra ganadera donde las haya.
Un camino suave.

Propicio para la charla o la contemplación después de la dureza de la subida y para engrasar los músculos tras la parada para almorzar.

La ruta prosigue en esta dirección unos 3 km más entre un bosque adehesado de encinas y robles en muy buen estado de conservación donde no es difícil avistar buitres, alimoches, milanos, ratoneros, águilas calzadas o las mas escasas águila culebrera y real.

Transcurrida esta distancia abandonamos el camino principal para adentrarnos por otro que atraviesa la finca de Valmesao en dirección a la de Hernán Sánchez. A poca distancia del citado desvío pasamos por un pozo con su abrevadero.

La fauna nos acompaña. Buitres en busca de comida

Ganado caprino en esta zona de montaña

Las guías en el camino nos avisan de los cruces.

Este tramo de la ruta es de una gran belleza pues nos encontramos en el corazón de un magnífico bosque de encinas, robles y alcornoques.

Con una estupenda panorámica a nuestra derecha del cerro Pedro Gómez.
Desde este punto y hasta la casa de Hernán Sánchez, la ruta prosigue descendiendo durante aproximadamente dos Km, así la frondosidad del bosque se va despejando y la ganadería vuelve a aparecer de nuevo.

Esta es la que denominada la casa de Hernán Sánchez

Ahora proseguimos en dirección sur durante otro Km hasta terminar enlazando con el camino de la Hoyuela (Costanillas) una vez salvada la alambrada divisoria de esta finca.

Dejamos a sus habitantes disfrutar tranquilos y en familia


Conquista de la Sierra ya aparece al fondo, apenas dos kilómetros para finalizar la ruta


Campos cuidados, olivares limpios nos avisan de la cercanía de la población

Casi con un halo de melancolía por intuir el final de tan bonito camino.

Nos resta tan solo 1 Km para llegar al pueblo bajando por una pendiente entre olivares

Y finalizar la ruta recibiéndonos en la entrada de la población el Palacio de los Pizarro (siglo XVI) con su magnífica torre.

Las casa del intento. Intento de qué?

Ahora sí, las piernas podrán descansar, hemos completado la ruta del Camino del Roble.

El Palacio de los Pizarro. Construido en 1533, fue destinado a residencia del conquistador y de la princesa Inca Inés Yupanqui Huilas, pero sería Hernando y Francisca Pizarro Yupanqui quienes la morasen mientras construían en Trujillo el otro palacio, el Palacio de la Conquista.

El palacio poseía las características de una fortaleza, de estructura rectangular, muros en piedra de granito que formaban paredes de mampostería que en fachadas puertas y ventanas con arcos rebajado, se adornaban en sillería con granito rojo.

La torre que señorea el Palacio es de base cuadrada, escalera de caracol, bóveda en media esfera decorada en el interior, y tiene nueve almenas o pináculos que coronan con cuatro canes.

Aún se conserva el escudo de los Pizarro, y parte del edificio de tres alturas, con sótano en bóveda de cañón; por un puente levadizo comunicaba con la torre del homenaje. Actualmente está en ruinas toda la construcción.

Se conservan los restos de la vieja grandeza de aquellas familias que arrasaron América.

Nosotros decimos adiós con esta pequeña clase de historia que remata la ruta.


Contemplamos el trazado del camino que nos llevó hacia las sierras que ahora quedan al fondo, lejanas.

Nosotros hemos respirado el aire del invierno extremeño en las estribaciones de los Montes de Toledo y las Villuercan que protegen Guadalupe y sus joyas de la vista y la codicia. 14 kilómetros de dehesa, monte, llano, sierra y conversación.

Porque, al fin y al cabo, en cada paso del camino buscamos la complicidad, la amistad de quienes ruta a ruta, camino a camino, vamos dejando en las miguitas de nuestros pasos, como Pulgarcito, un amor declarado por la tierra que pisamos. Una razón más para quedarse, un motivo más para volver a pie, para valorar lo que ya atesoramos; haciendo camino, andando Extremadura. Yo quiero agradecer a Javier Sánchez la magnifica descripción de la Ruta del Roble, que he uilizado para completar algunas explicaciones, que hace en la página www.conquistadelasierra.es y que os invito a visitar.
Vicente Pozas. Conquista de la Sierra. Febrero de 2011

Ruta por las Minas y Aldea Moret. Cáceres

Esta vez la ruta no ha sido de la mano del Club Senderista Catelsa, si no de la Asociación de Vecinos de la urbanización La Cañada de Cáceres que, desde hace varios años, organiza un paseo por el antiguo esplendor minero de la capital cacereña. Ayudasos y guiados por un estudioso y divulgador de la zona, Agustín Flores, medio centenar de personas aceptamos la invitación de la asociación vecinal y recorrimos muchas de las zonas que, en otro tiempo, allá por los finales del XIX y comienzos del siglo XX cambiaron para siempre la fisionomía de una pequeña capital de provincia como Cáceres y la convirtieron en una ciudad con servicios esenciales que propiciaron su crecimiento posterior. 4 horas de camino y unos 10 kilómetros, pero eso sí, con paradas explicativas y visita a un pasado histórico que está pendiente de la resolución que convierta estos vestigios en Bien de Interés Cultural, consiguiendo así su protección y posterior recuperación, como ya está sucediendo con algunos de los edificios utilizados en la actividad minera como son los almacenes de fosfatos y edificios de acceso a algunas de las minas.

La cita fue en la Casa de Cultura de la Urbanización La Cañada. Saludos a todos, explicaciones y comienzo de la ruta. Antes de empezar nos mostraron una pequeña exposición fotográfica de estos restos mineros.

Agustín Flores, en la foto, nos comentaba que parte de la ruta la haríamos por la Cañada Real Soriano-occidental que transcurre por Cáceres y bordea la urbanización. Aquí nuestro guía en un mojón de esta Vía Pecuaria que ha señalizado la Junta de Extremadura.

Saliendo de la ciudad de Cáceres, los restos mineros son visibles enseguida. Enfilamos camino hacia el antiguo campo de aviación, hoy recinto ferial pero que conserva elementos de su cometido original.

Andando en grupo por el campo de aviación y sus antiguas pistas de tierra, comenzamos el paseo en una calurosa tarde de septiembre.

Es una zona muy abandonada que no refleja cómo es Cáceres. Una pena que la entrada sur de la ciudad, carretera de Mérida, guarde tantas diferencias con la entrada norte, carretera de Salamanca. Una zona con enormes posibilidades que está sumida en el olvido y que se utiliza para botellones y ferias.

En el campo de aviación son visibles los antiguos refugios antiaéreos de la la Guerra Civil Española. Nadie se ha preocupado de recuperarlos, sólo enterrarlos para que nadie caiga en ellos. Ni un cartel explicativo, ni protección, Olvido total a la historia.

En esta imagen es visible que son varios los refugios que se conservan en pie. Construcciones de hormigón semi enterradas que guardan, seguro, muchas historias.

De hecho, se conserva todavía uno de los hangares del campo de aviación que es utilizado hoy como almacén. Se ven perfectamente las dos grandes puertas que se abrían hacia los lados para dejar salir las avionetas.

Nosotros cruzamos la N-630 y nos adentramos en el principal núcleo minero situado entre la Urbanización Ceres Golf y la de La Cañada.

UN POCO DE HISTORIA. Entre los años 1866 y 1875 se sitúan los inicios de la explotación del yacimiento de fosforita en las calizas devónicas cacereñas por la sociedad minera La Fraternidad, que obliga a los mineros a ubicar su precaria habitación en diseminado junto a los pozos, generándose así el primitivo barrio de Las Minas. La adquisición por Segismundo Moret y Prendergast de la citada sociedad, sustituida en 1876 por la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres, permitirá tecnificar la extracción de fosforita y modernizar el transporte preindustrial con la traída del ferrocarril a las minas (28 de junio de 1880).
Son muy visibles los restos de aquellas minas: bocas de entrada (algunas tapiadas) hornos, depósitos de agua, viviendas, oficinas e incluso un antiguo club nocturno instalado alrededor de la actividad y las viviendas.

El origen del poblado minero se debió al descubrimiento casual de rocas de fosforita, así como de fosfato de cal tribásico de alta calidad, produciéndose en 1864 la fiebre de los fosfatos y una euforia urbana cacereña que soñaba con una revolución industrial extremeña, como alternativa al agrarismo secular.

En 1865 se descubre el filón de la mina Abundancia, creándose la sociedad minera local «La Fraternidad», lo que da lugar a una explotación minero-industrial en medio del desierto extremeño, con problemas de toda índole.
Nosotros atendiendo las explicaciones de Agustín frente a los restos de un antiguo horno.

Su chimenea es, sin duda, el elemento más visible de los restos arquitectónicos de la antigua explotación minera.

Las chicas aprovechan las explicaciones y el alto en el camino. Muchos recuerdos afloraron en todo el camino puesto que la mayoría de los lugares son parte de la infancia de todos.

Es la bandera de las reivindicaciones para su protección, este mástil de ladrillo que se conserva casi intacto, pero que tiene peligro de deteriorarse más si no se actúa pronto.

Depósitos de agua, bombas extractoras y todo lo necesario para una actividad que dio trabajo a cientos de personas.

Las antiguas oficinas se mantienen en pie casi milagrosamente

Algunos edificios y construcciones dan una idea de la actividad frenética que debió existir en sus mejores tiempos

Desde esta loma situada debajo de todas las oquedades mineras y el calerizo cacereño, la ciudad ofrece una imagen tranquila, apaisada, como el mismo paisaje de los Llanos que rodea la ciudad.

Los depósitos de agua se conservan en pie y saludan a nuestro paso como columnas que nos flanquean el camino. Este era el Pozo de la Esmeralda

Este antiguo depósito del Pozo de la Esmeralda tenía, hasta hace menos de un año, una gran rueda de algún antiguo motor en su parte más alta; de la noche a la mañana desapareció. Los cientos de kilos de hierro que componían esta parte se desvanecieron como por arte de magia. Alguien habrá sacado buen partido de ello. Quienes vendieron el hierro y quien lo compró e hizo negocio. Esa es la vergüenza.

Esta ladera de la loma esconde todavía algunas bocas de entrada a las minas y respiraderos, es mejor andar con cuidado para evitar caídas, no están señalizadas, ni protegidas. Al fondo, el campo de golf y la urbanización que le da nombre.

El calerizo que soporta las minas es patente, aún, en un seco mes de septiembre. La zona más baja deja fluir los acuíferos y la zona, a pesar de calor, está verde y húmeda.

La zona de las laderas presenta toda la tierra movida de cuando se realizaron los respiraderos de las minas.

Esta era una de las bocas de entrada, junto a estas comunas que sustentaban los ascensores de bajada, aún se puede ver la entrada a la mina. La falta de protección aconseja no acercarse mucho.

Otro elemento muy visible de otro de la minas, este era el Pozo de San Salvador.

Este es el interior de la torre donde ya no están los elementos que facilitaban la bajada a la mina de San Salvador, Hace unos años cayó a este pozo, de cientos de metros, un menor y hubo de ser tapiado, pero como veis se puede seguir entrando aunque la boca de la mina está tapada con planchas metálicas.

Otra imagen de la entrada al Pozo de San Salvador.

Desde los alrededores de San Salvador se ven otros accesos mineros,abiertos y sin protección.

Esta imagen más cercana de este pozo, abierto y con una boca en suelo de varias decenas de metros. Peligrosa situación la de toda esta zona.

Desde este promontorio es visible el comienzo de una zona tan rica como la Sierra de San Pedro, una zona que hace muchos años era rica en encinas y alcornoques pero que fueron desaparecieron para satisfacer las necesidades de leña de una ciudad como Cáceres

Son visibles antiguos restos de civilizaciones antiguas que dejan constancia de la riqueza de la zona con bastante masa arbórea y con agua, imprescindible para el asentamiento de civilizaciones desde la prehistoria como están dejando constancia las excavaciones arqueológicas.

El grupo escucha atento las explicaciones de Agustín Flores que nos contó detalles curiosos de la zona.

Cruzamos la vía del tren que recorría la Vía de la Plata para dirigirnos al poblado minero.

En esta zona de antiguas y curiosas casas, algunas bellísimas, es patente el abandono. La lucha entre constructoras, administraciones y ciudadanos es patente. Las empresas del ladrillo quieren tirarlo todo y construir, construir, construir… la administración, presionada por los ciudadanos, hace tímidos intentos de proteger y, lo mejor, recuperar la zona. Y los ciudadanos, incansables altavoces del día día, claman al cielo por la degradación de una zona magnífica y de un pasado tan importante y valioso como el de la zona monumental. Ya hay mucho elementos y irrecuperables.

Tantas desfechateces se están haciendo que los antiguos carteles de los callejeros se sustituyen por matrículas de coches.

El poblado de Aldea Moret toma el nombre de su patrono protector, su desarrollo, consolidación e individualización se produjo entre 1887 y 1930.

El modelo habitacional era de poblado proletario minero-industrial autosuficiente, de influencia paternalista anglosajona, planeado «exnovo» con equipamientos, dotaciones, servicios e infraestructuras de transporte. Era un hábitat ordenado en medio de la naturaleza productiva, lugar de trabajo y de residencia, con agricultura de subsistencia a tiempo parcial.

La trama urbana planeada era de colonia obrera, una aportación patrimonial al urbanismo español, extremeño y cacereño del último cuatro del siglo XIX.

Aldea Moret era, por tanto, una antítesis de los núcleos de extrarradio españoles y de la vivienda obrera.

Algunos edificios han aprovechado el maná de Europa para recuperar su antiguo esplendor. Mal usados y mal planteados pero evitando qeu se sigan cayendo por el paso del tiempo. Este antiguo almacen, conocido como Edificio Embarcadero se converirá en un edificio de oficinas con una horrorosa construcción en forma de cubo dentro de él.

El Embarcadero es muy curisoso pero ha perdido una de sus elementos significativos, la claraboya que recorría toda su parte superior.

La visita terminó en el edificio de la Mina más rica de todas: La Mina de la Abundancia. Cuya torre den etrada es hoy el Centro de Interpretación de la Minería que puso en marcha la administración extremeña (con dinero europeo, claro) y que ofrece una visión muy rela de cómo era la zona, cómo trasncurría la vida y cómo era Cáceres en aquellos años de esplendor. Merece la pena ser visitado. Esta es la parte alta, podéis observar el ascensor de cristal que sube hacia la

parte alta del edificio y el hueco de entrada a la mina. Hacía abajo, 187 metros de profundidad.

Esta es la boca de entrada a la Mina de la Abundancia, y se conserva abierto, aunque inundada de agua

Encima del hueco las antiguas ruedas que sostenían los ascensores de bajada a la mina y su original estructura de madera.

Desde la Mina de la Abundancia se observa perfectamente la de San Salvador

En fin, ha sido un paseo agradable muy recomendable por su cercanía a la ciudad y que ahora, a pesar de lo seco del terreno, ofrece algunas estampas muy cuirosas. En otoño e invierno es una delicia pasear por la zona. desde la torre de arriba los atardeceres son de escándalo. Ójala y la presión ciudadana consiga la ansiada protección para esta parte de la historia cacereña y que los desmanes y la falta de civismo de la gente no sigan deteriorando estas centenarias construcciones. Por si acaso, aquí queda este testimonio gráfico.

Un delicioso paseo por la historia, por nuestra historia, con el que la Asociación de Vecinos La Cañada quiere reivindicar una solución urgente al abandono y la protección de las minas cacereñas.