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La ruta la hicimos con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres, auspiciada por el ayuntamiento de Santa Marta que nos recibió con un magnifico desayuno en la Casa Rural Municipal para darnos los buenos días.
Tras atravesar unas pocas calles, salimos del núcleo urbano por la zona de la Casa de los Hoyos.
Unos pocos metros por una carretera comarcal que abandonaremos de inmediato.
Así llegamos hasta el río Magasca, domado como casi todos, por las presas que controlan su cauce
En los ríos extremeños los galápagos son los bañistas espontáneos de las rocas de sus orillas. Este fue pillado por sorpresa, no tardó en refugiarse en el agua.
Al dejar el cauce del río observamos el paisaje de dehesa abundante por el que venimos caminando y parte de la carretera que conecta los pueblos de la comarca; muy recomendables para recorrer en coche.
Esta dehesa recibe el nombre de Valdeacebuche porque son muchos lo árboles de este tipo que se mezclan con encinas y alcornoques. Acebuche es el árbol de la primera fotografía.
Estos son llamados dientes de lobo muy comunes en toda esta zona de especial protección de aves
Le dehesa es ganadera, si no no sería dehesa, en compañía del ganado vacuno, el más común en estos parajes atravesamos la zona La linde
Las vacas dejan estas instantáneas cuando pasamos, quien más quien menos se asusta por su cercanía y los mugidos. En realidad están a lo suyo.
Lo mejor del camino es la compañía, los amigos, la charla y lo agradable que es escuchar a la gente del lugar recordadndo sus vivencias
Tierras de labor, huellas de trabajo, de otra vida y otro tiempo, no siempre el campo fue sencillo
Caminamos hacia el cortijo de Valdeacebuche, justo antes de atravesar la carretera comarcal y encarar de nuevo el pueblo de Santa Marta de Magasca.
A lo lejos surge la figura del pueblo, entre él y nosotros queda el curso del río, aunque no lo parezca
Caminamos por la dehesa boyal, por el camino Torrecilla junto al cortijo de Revilla, en paraje castigado donde la dehesa es apenas un suspiro
Las cabañas vacunas son como público a los lados del camino, cualquier depresión donde se acumula la hierba por el agua es aprovechado para alimentarse
Es tiempo de curar las encinas, tiempo de poda, tiempo de leña
De nuevo descendemos buscando la hondonada que protege las aguas del Magasca
Los viejos puentes que unían los pueblos cuando no existían carreteras, y caminos y bestias eran la única manera de llegar a los sitios
Lugar ideal, junto a la orilla, para un pequeño tentempié con el que reponer fuerzas.
Luisa espera al fotógrafo, paciente, acostumbrada a que me pare continuamente a lo largo del camino. Ascendemos.
El arroyo de Pascualete que llena el pantano del que bebe Santa Marta.
Así encaramos la última parte en Cañada Honda antes de encontrarnos con el último cortijo, el de Valdehonduras
Imponente la figura del toro charolé que no pierde ojo a estos extraños que pisan sus dominios
El resto de la familia reposa tranquila cerca del mediodía, algún choto curisoso se atreve a mirarnos, tal vez desafiante, ensayando poses para años de dominio
Nosotros retornamos a la plaza de Santa Marta de Magasca, su empedrado y este pequeño monumento nos reciben tras recorrer unos alrededores llenos de sorpresas
Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes están declarados zona de especial proteccción de aves (ZEPA), se merecen una distinción que reconocen la riqueza que atesoran, los huecos de dehesa, riveras, llanos y depresiones que guardan entre encinas, alcornoques, acebuches y dientes de lobo. Magia.
Un paseo delicioso en un rincón de leyenda. Santa Marta de Magasca. Nos quedamos el recuerdo
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