Geoturismo en el Geoparque Villuercas

 El geoparque Villuercas Ibores Jara celebra cada año el Día del blog en el Geoparque es una manera de promocionar los valores, paisajes, gentes y, sobre, todo, de poner en valor el esfuerzo de un grupo de personas con las que me une una amistad casi mágica gracias a su empeño, su disposición a ser entrevistados en el programa de turismo que dirijo y presento, Gente Viajera por Extremadura en Onda Cero, para hablar con pasión de un proyecto que en sólo tres años se ha convertido en una referencia turística en Extremadura y que en la comarca, entre sus propias gentes, despierta una ilusión como he visto pocas veces. Su trabajo es el resultado de una realidad. Enhorabuena a todos ellos.

Para mí el Geoparque son caminos, de peregrinos, reales, de montaña, de paso… todos te hacen abrir la boca, ensanchar los ojos cuando descubres paisajes que parecen pintados. Sólo tres ejemplos:

La Ruta de Alfonso Onceno

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La Ruta de Isabel La Católica

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Y un descubrimiento. La Ruta de la Garganta de Descuernacabras
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El Geoparque Villuercas Ibores Jara está en Extremadura, lo hemos descubierto hace poco y estamos encantados.-

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Ruta de los Molinos. Arroyomolinos

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 La Ruta de los Molinos, en la comarca de Montánchez, en la localidad de Arroyomolinos es un paseo por la historia. Nos lleva a visitar una de las labores rurales ya perdidas pero que en su tiempo debió ser importante fuente de ingresos en la localidad y en todo su entorno. En la llamada Garganta de los Molinos hay una treintena de antiguos molinos harineros, algunos de la época romana o griega, aunque la mayoría se remontan al siglo XIX. La ruta oficial es circular y de unos 15 kms de distancia, es muy sencilla y cómoda. Nosotros hemos decidido alargarla para disfrutar de la comarca y llegar hasta la Sierra de Montánchez. El turismo es un regalo, no sólo en Extremadura; España ofrece variadas posibilidades tanto de ecoturismo como de turismo de playa. Disfrutemos pues.

Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo Amores, es muy completo y viene acompañado de abundante información.

La ruta arranca en la parte alta de Arroyomolinos donde encontraremos un panel que, en su tiempo, desgranaba las características de la ruta. Desafortunadamente la falta de manteniento lo hace inservible para el senderista, el sol se ha comido cualquier posibilidad de aprovecharlo y hoy su presencia es testimonial e inútil.

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 Antes de iniciar la ruta encontramos algunas referencias a la Guerra de la Independencia y, en concreto, a la batalla que aquí tuvo lugar y que fue conocida como La Batalla del Arroyo de los Molinos o como la Sorpresa de Arroyomolinos. En ella, un ejercito aliado anglo-hispano-portugués, bajo las ordenes del General Hill, derrotó a las tropas francesas del General Girard.  La recreación de la batalla es una fiesta que Arroyomolinos celebra cada año a finales del mes de octubre

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 La ruta discurre, en su primer tramo, por el Camino de la Garganta que conserva muchos de los elementos de la arquitectura tradicional donde el granito es siempre el protagonista y resiste el paso de los años.

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La ruta nos enseña parajes naturales y caminos de la Sierra de Montánchez y nos llevará a conocer las poblaciones de Arroyomolinos y Montánchez y los recursos de una de las sierras más soprendentes del centro de Extremadura

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 Enseguida nos topamos con los primeros restos de molinos, estos, más antiguos, datan de época romana, y se encuentran en el camino.

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 Casi todos ellos aguantan en condiciones de abandono y comidos por la maleza. Pero la piedra y su arquitectura aguantan el paso de la años para que recordemos la enorme actividad que, sobre todo, en el siglo XIX y comeinzos del XX hubo de haber en esta zona. Son construcciones magíficas y muy bellas.

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 Aquí cruzamos el Arroyo de los Molinos, en otoño e invierno suele llevar bastante más agua y se han dispuesto unas pasaderas de piedra para poder atraversarlo. Está junto a uno molino romano, las referencias del cartel aún son legibles. Con 2000 años aún sigue en pie.

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La acequia del molino romano que llevaba el agua hasta las piedras de molienda deja ver el desgaste de los siglos, pero aún sobrevive.

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Algunos de ellos, como este de la imagen, están fuera del camino hay que entrar en una pequeña finca que lo alberga pero son visbles y localizables. Es curioso, aunque he encontrado pocas referencias, los molinos llevaban el nombre de su dueño, imagino que en el pueblo recordarán algunos pero es complicado saberlo, no hay mucho escrito.

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 Según cuentan en la página local «La molienda suponía un proceso muy interesante, pues los molineros, se ponían de acuerdo para ver que día la realizaban y así soltar el agua de una charca denominada la Charca de la Suelta. Esta, construida en el arroyo y a una considerable altura, aumentaba el caudal y se lograba que el agua llegara en más cantidad a los molinos. Algunos de estos, y gracias a su disposición podían moler con el agua que ya había utilizado el anterior. Con este sistema, podemos decir que se producía un aprovechamiento muy racional del liquido elemento.»

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Seguimos por  la calzada empedrada que, paralela al arroyo, nos ayuda ascender La Garganta y que se usaba como vía de acceso a cada uno de los molinos. La falta de uso y el abandono hace que muchos de sus tramos estén ya muy deteriorados.

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Prácticamente todos los molinos tienen la misma estructura:  una charca, una conducción o acequia, un alto pozo que se denomina cubo y un cuarto donde estaban los mecanismos de molienda. La acequia y el cubo son las partes mejor conservadas en todos ellos al estar hechos en mampostería.

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 A medida que ascendemos hacia la sierra la comarca montanchega se deja ver mejor, abajo Arroyomolinos, en medio dehesa y olivares y al fondo la Sierra del Centinela sonde se asienta la localidad de Alcuéscar.

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 En algunos de los molinos los cuartos o salas de moliendas fueron reconstruidas como albergues. Ignoro si llegaron a usarse porque hoy carecen de puertas y están abandonados; una pena porque la idea era magnífica.

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En algunos casos la maleza va ocultando estas construcciones que dejarán de estar a la vista en pocos años comidas por la vegetación.

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En algunos momentos la disposición de la sierra te deja ver varios molinos a la vez, situados en hilera a lo largo de la garganta.

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 Para mi, la parte más bonita del molino es el cubo, conducción lateral con una caída de unos 8 y 10 metros de altura y que tiene en su parte inferior una estrecha salida por la que el agua sale con la presión suficiente para golpear en la “Rangua”, rueda horizontal que se encuentra en la parte inferior. Como cuenta Sara Fragoso en su blog sobre los recursos turísticos de Arroyomolinos.

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La caída de agua en estos embudos de piedra hacía que la presión moviese las piedras molineras y el trigo pudiese ser molido, son como torres albarranas de una muralla imaginaria.

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 En esta imagen podeís ver cómo era el funcionamiento del mecanismo del molino, extraído de la web municipal, el agua, pasaba de la Charca por la Acequia y caía al Cubo. El molinero esperaba a que este se llenara totalmente y cuando esto sucedía abría una pequeña compuerta denominada Saetín. Esta, situada en la base del Cubo al abrirla dejaba escapar el agua que por causa de la fuerte presión con la que salía, movía las palas del giratorio Rodezno.Dicho rodezno, a través de un fuerte tronco denominado Maza transmitía el movimiento a la piedra superior o Volandera que con su giro sobre la piedra inferior o Solera (sin movimiento) procedía a moler el grano.

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 En los molinos que no fueron recuperados por el ayuntamiento la vieja sala de molienda ha desaparecido y sólo queda en pie la chimenea o cubo

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 Según Sara Fragoso estas piedras son de origen árabe: «De su procedencia árabe es el juego del Alquerque, que está labrado en las piedras de la entrada a dos molinos, este juego data de 1200 años antes de Cristo y fue inventado en el antiguo Egipto que fue transmitido a este lugar con la llegada de los arabes y a lo largo del tiempo siendo utilizado por los molineros que jugaban a él cuando estaban esperando a que el agua llegara a su molino mientras iba descendiendo el caudal del arroyo para su entero aprovechamiento de molino a molino.»

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Hay algunos, pocos, que presentan un aspecto estupendo, fueron restaurados y dan idea de cómo eran en realidad cuando estuvieron funcionando

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En la sala de molienda se ve la restauración que se hizo, la pena es que el abandono, y el vandalismo claro está, hagan que puertas y ventanas se encuentren arrancadas y que su aspecto sea de todo menos habitable.

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Algunas de las acequias presentan un refuerzo en sus paredes, vistas desde dentro presentan este aspecto tan singular.

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No están ninguno cerca del agua. «Los molinos suelen estar separados convenientemente del cauce del arroyo para evitar las inundaciones que provocarían fuertes crecidas.»

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Esta imagen del cubo y su interior da idea de la caída del agua y la fuerza con la que moverían las piedras.

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Así se saca esta imagen. Teo buscando la perspectiva de la imagen que habéis visto.

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 Colocado sobre este promontorio de piedra, subí la cámara y capté la imagen de Arroyomolinos (antes de Montánchez) situado en la zona de transición entre la Sierra de Montánchez y las Vegas del Guadiana por ello goza de dos diferentes tipos de relieve que , a su vez, constituyen dos unidades paisajísticas distintas.

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 El pequeño valle por el que discurre la garganta casi no es visible hasta que te adentras en él, el paisaje adehesado, los olivares que rodean la zona no te hacen pensar que exista un vergel como este, rodeado de agua, y gracias a ella, la economía del pueblo se sustentaba en esta garganta que viene de la Sierra de Montánchez, pero la sierra guarda muchas más sorpresas.

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De algunos molinos apenas quedan restos,  El tiempo los va borrando.

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 La tierra, la maleza los integran en el paisaje; se resisten a caer pero la naturaleza tiende a restaurar el orden primario, el liderazgo sobre el equilibrio, una simbiosis que se rompió con la llegada de otro progreso, cuando estos molinos cayeron en olvido al dejar de ser rentables por la llegada de la electricidad entre los años 40 y 50, y fueron abandonados a su suerte.

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Bien mirado son parte de su propio paisaje, han adquirido sus colores, se mimetizan con el entorno.

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El camino que los unía es apenas una vereda, los elementos más frágiles ya no están, queda la piedra que les da forma, los identifica como molinos, hace décadas al servicio del hombre, hoy para su deleite.

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El arroyo de los Molinos es apenas visible durante el trayecto, no demasiado generoso en agua, su sonido te acompaña durante el ascenso; esta pequeña cascada lo descubre cerca de las ruinas de un  molino.

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Sigue la ruta rodeada de molinos, es constante la sucesión de uno tras otro. Mientras paseas por el entorno imaginas la actividad que debió tener la garganta en tiempos en que estas pequeñas fábricas estaban a pleno rendimiento.

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 Algunas de estas construcciones son de épocas anteriores, debieron ser las primeras, construidas enteramente en piedra se yerguen todavía altaneras con la estructura intacta.

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 Es una delicia caminar y toparte con ellos a cada paso, la veintena que aún se mantienen convierten la ruta en un parque temático de la economía rural de finales del XIX y principios del XX, aunque la sabiduría para hacerlo se remonte dos mil años atrás.

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De todos los molinos, solo uno, el último, está habitado, recuperado por su dueño hoy es una pequeña casita de campo, bastante original por cierto.

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 Aquí finaliza el recorrido por la Garganta de los Molinos, dejamos el terreno sembrado de viejas construcciones harineras que tanto nos han impactado, un pedacito de historia flanqueada en un pequeño valle que conforman la Peña Aguilera y la Barrera Berenjena. Un pequeño arroyo al que encontraron uso ya en tiempos de los romanos y que la historia han mantenido viva. Ponerla en valor es una tarea que no debería demorarse.

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 Nosotros seguimos la ruta hacia la Sierra de Montánchez por caminos empedrados que recuerdan viejas calzadas romanas.

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 Recuperamos el paisaje montanchego lleno de olivos y bancales, olivares en escalera les dicen por aquí, subiendo por el que llaman Camino de las Vaquerizas.

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 Una pequeña fuente en el camino nos devuelve el sonido del agua, en breve el paisaje cambiará totalmente. Bosque y sierra.

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 En este tramo luce magnífica la calzada empedrada, un reflejo más de la importancia de los caminos en otro tiempo, donde los coches eran un sueño y animales y hombres los usaban a diario para las tareas agrícolas o para traer y llevar mercancía de un pueblo a otro. Supervivencia.

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 Deliciosa vista de las tierras de Montánchez, la Garganta de los Molinos por la que hemos subido, en medio de la foto el pico de la Cenicilla y al fondo Arroyomolinos.

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Esta es una construcción muy típica en la comarca, portadas adinteladas con grandes losas de granito dispuestas en las entradas de muchas pequeñas fincas.

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 Dejamos atrás la dehesa y el llano y nos adentramos en un magnífico bosque de castaños que en otoño es un espectáculo, un poquito más adelante el camino se desdobla, si giramos hacia la izquierda iremos directos a Montánchez por el trazado que han marcado como oficial. Nosotros giraremos hacia la derecha para disfrutar un ratito de la sierra y subir a Roble Gordo donde se instalan las antenas que los extremeños conocemos desde siempre.

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 Es un lugar magnífico que rezuma primavera, paisaje que suele ser más habitual encontrar en la sierras del norte de la provincia, pero no olvidemos que la sierra de Montánchez alcanza los 994 metros de altitud, en este punto estamos a unos 875 m.

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Es primavera y se deja notar, ha sido año de aguas y la tierra lo agradece de esta forma.

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 En este lugar coincidimos con algunas de las rutas marcadas en Montánchez, la Ruta del Castañar, señalizada con postes rojos, a través de un cómodo paseo esta ruta nos permite disfrutar del magnífico espectáculo cambiante que ofrece el bosque de castaños a lo largo del año, dándonos la sensación de estar visitando una ruta distinta en cada estación que la visitemos.

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 O la Ruta de Donde Nace, señalizada con postes azules y nos permite recorrer gran parte de los ambientes presentes en la sierra lo que la hacen especialmente atractiva. El nombre lo recibe porque en breve pasaremos por el nacimiento del Arroyo de los Molinos.

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A medida que ganamos altura, lo hacemos en horizonte y en vistas. Al fondo se ve Alcuéscar y su Sierra del Centinela, y más al fondo aún, las estribaciones de la Sierra de San Pedro y la Sierra de la Lombriz.

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Aún se otea Arroyomolinos y sus escaleras de olivos, estamos en el camino de las Gargantas.

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Aquí nace el Arroyo de los Molinos que regará la garganta del mismo nombre y que daba sentido a los molinos que hemos visto.

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 Estamos ya arriba de la sierra, serpenteando por el camino de las gargantas en busca del punto más alto, aunque no subamos al pico, dejaremos referencia de algunas curiosidades de este paraje.

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Es primavera en Extremadura y se deja notar en el campo.

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Entramos en el Camino de la Sierra, cerca del cúmulo de antenas que permiten muchas de las comunicaciones y señales de TV de la región, siempre hemos dicho que las antenas de nuestra tele tienen que mirar (orientarlas) a Montánchez, esta es la razón.

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 Estamos en Roble Gordo este sitio es bastante especial pues aquí se encuentra, lo veis en la señal, el que durante siglos se ha llamado ‘El cancho que se menea’, una piedra que se movía al empujarla con una sola mano. Hace 76 años apareció tirada la enorme cabeza del coloso. Se asegura que la echaron por tierra, a mala idea, un grupo de militares franquistas en julio de 1937. Esa es la gran roca que desde agosto de 2013 volvió a dominar la Sierra de Montánchez. Eso sí ya no se ‘menea’, por razones de seguridad se ha fijado con resina. Pero merece subir a ver la mole de 15 toneladas que el ayuntamiento a colocado en su lugar original y que los investigadores llamaban, de manera más fina ‘la piedra bamboleante’.

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Tomamos a la izquierda por el Camino de Chamorro siguiendo las indicaciones de la ruta para meternos por este viejo sendero empedrado protegido por robles y castaños.

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 Cerca de Montánchez, su castillo ya se muestra en lo alto, vigilante, una de las contrucciones defensivas más singulares de Extremadura, no sólo por su posición privilegiada, sino por ser  un fiel exponente de lo que fueron los castillos de la Reconquista en la Edad Media.

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 Mientras descendemos por la zona de la Abejarana, en este pequeño bosque aún econtramos antiguas construcciones pastoriles en un enclave que los montanchegos conocen como ‘el bosque de los castañales’.

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 Por estos pagos podemos ver, aún en pie aunque tapiadas casi todas, los antiguos accesos a las fincas construidos con grandes lanchas de piedra que, no dudo, tendrían un uso concreto. Y su razón y filosofía, me quedo con las ganas de conocerla.

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Montánchez es tierra de jamones, de aceite y de vino, queda patente.

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 Hay que atravesar el pueblo de Montánchez, debemos buscar el Camino Real de Mérida conocido también como “El Revuelo”, pues pasa junto a una fuente con ese nombre. Desde la plaza, es fácil acceder al camino, pues solo hay que tomar la calle situada en su esquina izquierda; vista en esta posición desde la entrada a la plaza por el Altozano. Una vez en esta calle solo debemos desviarnos en la primera a la derecha que nos conducirá hasta el inicio del camino.

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La senda, camino empedrado, desciende bruscamente abandonando la sierra y dejando arriba los restos de la muralla del castillo.

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 Salimos de Montánchez por una zona de huertas con higueras y olivares, un camino transitado con mucha actividad agrícola y también de ocio, es utilizado para pasear.

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El castillo desde aquí es muy diferente. La alternancia de moros y cristianos en su dominio posibilitó la adición de elementos arquitectónicos de tipología cristiana sobre la primitiva obra musulmana: de esta época persisten sus tres aljibes y parte de su trazado.

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Dejamos arriba la vegetación propia de la sierra, la escondida frondosidad de unos de los techos de la región y volvemos a la dehesa, tierra domada de cultivos y ganadería, porque excepto sus tres grandes sierras (Montánchez, Centinela y San Cristóbal) la comarca montanchega es muy llana.

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Camino empedrado en el que hay varias fuentes de piedra, camino real que comunicaba la zona con la Vía de la Plata romana.

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 Según las indicaciones oficiales: «En el punto donde nuestro camino se cruza con una pista asfaltada, debemos abandonarlo para seguir esta hacia la izquierda. Así llegaremos a la carretera que continuándola hacia la izquierda y a menos de un kilómetro nos acerca al final de la ruta en Arroyomolinos. (Antes era posible finalizar la ruta por sin pisar el asfalto, pero el camino que hacía esto posible, se encuentra hoy en día intransitable a causa de la maleza que lo cierra.)»

Por supuesto, y yendo con Teo era de esperar, optamos por el track oficial y dejamos lo fácil para otros, nos costó unos cuantos arañazos pero merecía la pena. De cualquier forma es lamentable que te avisen de que tienes que desviarte por la maleza y que no limpien el camino que sería lo lógico.

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Merecía la pena porque disfrutamos del bosuque mediterráneo en estado puro y de algunos rincones magníficos, a pesar de los rasguños y arañazos.

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Así retomamos por el camino del Carrasco hasta Arroyomolinos, fin de la ruta, un camino circular que nos llevó desde el llano a la sierra para descender de nuevo. Camino singular, sin duda.

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Desde la antigüedad los molinos harineros han sido elementos necesarios en la  cadena de producción del pan, recurso alimenticio básico que ha posibilitado la vida de  las personas que se han asentado en el entorno rural. Son, por tanto, un patrimonio heredado de  las culturas o civilizaciones que se han sucedido a lo largo de los siglos en nuestro  territorio, y por ello, objeto de admiración para comprender su evolución y adaptación al  medio natural. Me quedo con estos versos de Tirso de Molina en su poema al molino del amor, por la nostalgia que desprenden:

-Molinico, ¿por qué no mueles?
-Porque me beben el agua los bueyes.
Vió el amor lleno de harina
moliendo la libertad
de las almas que atormenta,
y ansí le cantó al llegar:
-Molinero sois, amor,
y sois moledor.
-Sí lo soy, apártense,
que le enharinaré.

La Ruta de los Molinos guarda la esencia. Hay muchos elementos del paisaje rural extremeño, caídos en el abandono, recuerdo de una vida dura que ya superamos afortunadamente, hoy testimonio del abandono de muchas de las labores agrícolas, superadas por una modernidad más global y competitiva. En estos molinos, testigos de historias, testimonio de historia, las raíces de árboles y el abrazo del matorral se incrustan en las heridas abiertas de su olvido. Ya no hay agua, no hay molineros, ni piedras de molienda, a nadie parece preocuparle, será que como dice el refranero: «Amigo que no da pan, y cuchillo que no corta, aunque se pierdan no importa».

                                                                                                                                            ©vicentepozas2014

Ruta de Alfonso XIII. Las Hurdes

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El viaje del Rey Alfonso XIII por Las Hurdes entre los días 20 y 23 de junio de 1922 es, sin duda alguna, un hito que cambió la historia hurdana.  Retomar los pasos reales por Las Hurdes ofrece una oportunidad para disfrutar en todos los sentidos de un paisaje único, inmenso. La crónica que viene a continuación es una prueba de ello. La ruta recorre la distancia que separa Casares de Hurdes de Las Mestas, 24 kms en total, es una ruta difícil con desniveles acumulados de 1.000 metros, tanto de subida como de bajada. De hecho comienza con un ascenso de 600 metros en apenas 3 kms. Lo bueno es que está muy bien señalizada y preparada de manera excelente con pasos, puentes y merenderos. En nuestro caso la hicimos hasta Cabezo, cinco kilómetros antes de Las Mestas, pues en Las Hurdes, tierra de miel, los panales son lo primero y los habían colocado a lo largo de la pista por la que discurre el trazado. Ya nos advirtieron que entrar en esa zona era muy peligroso, hablamos de miles de abejas activas.

Os dejo el track para GPS del club de senderismo La Vereína de 17 kms. Ahí va el track completo de 24 kms.

Como habéis visto la ruta cuenta con paneles informativos en cada unos de los tramos que separan las localidades por las que discurre: Casares de Hurdes, Riomalo de Arriba, Ladrillar, Cabezo y Las Mestas.

Comenzamos en Casares de Hurdes, descendiendo hacia el arroyo Manzano por un rincón de bancales con olivos, y cerezos que proliferan mucho en Las Hurdes. Es sólo el comienzo.

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Sólo el comienzo porque viene la parte más dura de toda la ruta, el ascenso hasta el Pico de los Carrascos, un desnivel ascendente de más de 600 metros en apenas 3 kms, es decir, toca sudar y apretar piernas. Por otra parte comienza el espectáculo de los paisajes hurdanos.

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 La senda de Alfonso XIII está muy bien señalizada y preparada, se ha diseñado a partir de las crónicas del viaje alfonsino. Se agradece en estos momentos de esfuerzo atravesando el paraje conocido como Lomo Labrado.

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Cambio de paisaje en El Pradito, donde los pinares nos protegen del sol que hoy cae a plomo. Ya queda menos para alcanzar el puerto.

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 Como contrapunto, a medida que asciendes, ganas en paisaje y horizonte. Abajo queda Casares de Hurdes, os hacéis una idea de la cuesta que estamos remontando. Detrás la Sierra de la Peña de Francia.

Casares de Hurdes

 

 Coronamos. Estamos en el Pico de los Carrascos, en la Sierra de las Carrascas, 1.151 metros de altura. La parte más dura de la ruta queda atrás, aunque por delante quedan valles, ascensos y descensos rompepiernas y muchas sorpresas.

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 Desde esta atalaya se pueden entender las razones de aquel viaje. Hagamos algo de historia. Según cuentan en la página de Hurdes: Numerosos viajeros, curiosos y estudiosos se habían interesado desde los inicios del siglo XX por el “mal de Las Hurdes”, por un territorio y unas gentes que se habían convertido en sinónimo de abandono, aislamiento, pobreza y enfermedad crónica. Serán sin duda los testimonios de Maurice Legendre, Miguel de Unamuno o Ángel Pulido entre otros, los que más eco tengan en su época y terminen por convertir el problema de Las Hurdes en una cuestión de Estado. También tuvo un destacado papel en este momento el movimiento “hurdanófilo”, que se refleja en la creación de la Sociedad Esperanza de Las Hurdes o la celebración del Congreso de Hurdanos y Hurdanófilos.

Esta imagen muestra la Sierra de la Peña de Francia y el valle del río hurdano, por donde discurre otra ruta que os recomiendo: La Ruta de la Majá Robledo también señalizada y preparada.

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 Seguimos con el relato. Cuenta la historia que en 1921 desde el Ministerio de la Gobernación se planteó a Alfonso XIII la necesidad de poner en marcha un programa de ayuda para recuperar la comarca. Dentro de este programa se enmarca el viaje del doctor Marañón, que realizó una “memoria sanitaria sobre el estado de Las Hurdes”. Los resultados de la misma fueron tan desoladores que obligaron al Gobierno a tomar medidas y se consideró aconsejable que el rey en persona visitase la comarca ese mismo año.  Y vino, y recorrió, a pie y a caballo estas mismas sendas.

Girando la cabeza nos vigila la Sierra de la Granjera y el valle del río Ladrillar. Si os fijáis se distingue Riomalo de Arriba, es nuestra próxima parada.

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Toca bajar lo subido, un descenso en zig-zag que nos llevará hasta la parte baja del valle. Como véis la señalización es constante. Se agradece; la ruta, por cierto, está homologada.

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El camino cuenta con numerosas infraestructuras que ayudan a sortear arroyos y depresiones, estamos en un zona que llaman Propios de Cabezo.

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El trazado del sendero, en zig-zag, hace que la bajada sea suave y cómoda y no suponga un esfuerzo añadido a las rodillas.

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 Desde abajo, junto al curso del río, donde encontraréis una peuqueña piscina natural y una fuente, el paisaje se ve de otra manera, también se entienden Las Hurdes desde el fondo de sus valles. Llegamos a Riomalo de Arriba.

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 La alquería de Riomalo de Arriba, pertenenciente a Ladrillar, es considerada entre las  que mejor conservación tiene de sus casas y más concretamente de toda su parte antigua. En tiempos anteriores tuvo alguna población representativa, pero en la actualidad tiende a una despoblación paulatina. Si tenéis un rato os aconsejo que paseéis por sus calles.

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Dejamos las tranquilas, casi abandonadas, calles de Riomalo de Arriba para seguir los pasos alfonsinos en busca de Ladrillar siguiendo el curso del río que le da nombre.

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 Durante algunos metros seguimos la carretera, entre cerezos y bancales, antes de desviarnos de nuevo al camino.

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Entramos en el paraje de Los Majuelos por un camino cómodo y amplio que acompaña el curso del río entre pinos y encinas.

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Atravesamos el arroyo de la Quemada en lo que conocen como la Entrada de Clemente, con puentecito y todo.

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Seguimos camino en esta tierra de pizarra y recovecos que el hombre ha domado a base de bancales, olivos y ahora cerezos.

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El río Ladrillar se llena de los muchos arroyos que lo cortejan como el de La Viñuela o el de Labrados, a un lado pinares, al otro tierra sumisa de olivos.

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LLegamos a Ladrillar, siguiente parada. Durante muchos años el municipio de Ladrillar ha estado dependiendo de Nuñomoral aunque anteriormente estaba bajo la tutela de La Alberca. Los pueblos de la comarca llaman cariñosamente a los vecinos de Ladrillar con el sobrenombre de «Veleguines», que viene a significar, en hurdano, algo así como «persona inquieta, que no para en ningún lado». Según antiguos documentos, el pueblo se llamaba antiguamente «El Adrial». La ruta pasa junto a uno de los bares del pueblo, se agradece el refrigerio.

Ladrillar

 

El paisaje es impresionante con la Sierra de Las Mestas en primer término y Gredos al fondo, en el Valle del Ambroz. La ruta, lo decíamos al comienzo, es un regalo para la vista -y el oído, pero las fotos todavía no suenan-.

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Dejamos Ladrillar y comenzamos el tramo de ruta que separa este pueblo de Cabezo, siguiente destino. Iniciamos una parte de ascenso hacia la Sierra de la Granjera y despues a la Sierra de las Mestas para descender de nuevo al valle.

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Un sendero bien trazado nos lleva por un paraje llamado Rito Quemado, aún sobreviven bosques de pinos a la devastadora acción de los incedios de los últimos años.

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El camino se empina para llevarnos al merendero-mirador que han situado en un pequeño cerro donde pararemos a comer algo.

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Se agradecen las infraestructuras, la señalización y el sendero preparado para caminar, hecho con gusto, utilizando pizarra y en algún caso, madera. A reponer fuerzas.

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Desde el mirador se ve el trazado del sendero por el que algunos de los integrantes del grupo están caminando todavía. No queda mucho para que alcancen este punto, aunque parezca lo contrario.

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Por cierto, desde aquí, vuelves a dominar Las Hurdes con la vista, en un eterno alternar de valles y cumbres.

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Cuando acercas la imagen de la cámara te das cuenta de lo pequeño que eres en este paisaje gigante. Te viene a la cabeza el esfuerzo de los hurdanos en tiempos remotos para viajar de pueblo a pueblo, cualquier desplazamiento debía ser una aventura. La supervencia del más fuerte, afortunadamente hoy tienes cualquier cosa cerca, incluso hospitales, entonces sobrevivir suponía un esfuerzo enorme.

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Seguimos sumando pasos, atravesamos un pequeño arroyo y encaramos la subida al Pico de la Cotorra.

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Echas la vista a un lado y ves el mirador desde la distancia. Aún quedan compañeros descansando. Aprecias dónde han situado el mirador, y con razón.

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Toca bajar de nuevo, atravesaremos el regato de Labradillas, frente a nosotros una zona de roquedos que conocen como Migas Malas.

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Tras el arroyo otro ascenso que nos meterá de lleno en la Sierra de Las Mestas antes de descender a Cabezo. El paisaje, por momentos, recuerda que no ha mucho tiempo estos parajes fueron bosques.

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Un espectáculo. La Sierra de los Riscales, la Sierra de Valhondo, y al fondo, el Sistema Central, Gredos, el Valle del Ambroz. Cuesta llegar aquí pero cuando estás, es tal la sensación de bienestar que no quieres marcharte.

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Encima de nosotros El Espigón, y descendemos hacia una de las pedreras tan comunes en la comarca. Por cierto, detrás de esta sierra está el Parque Natural de Las Batuecas.

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Aún preparada es díficil caminar entre piedras, y bajando, tropezar o resbalar no es extraño, ahora andamos con cuidado.

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Hasta en este detalle se han superado, en la pedrera han conseguido hacer un senderito cómodo y que casi no se note. Es de alabar el trabajo que han hecho en esta ruta, inmejorable.

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Y llegamos a otro pequeño mirador, hay quienes quieren descansar un ratito. No es mala idea si vais a hacer la ruta completa porque desde aquí quedan unos 8 kms hasta Las Mestas. Ahora hay que bajar.

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Allí abajo esta Cabezo, el siguiente pueblo. Eso sí hay un desnivel de 350 metros hasta llegar al valle.

Cabezo

 

Dejamos la sierra poco a poco entre roquedos y pinos. Apretamos las rodillas, en algunos momentos la bajada es pronunciada y exige prudencia.

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Los pinos nos agarran, se agradece su sombra antes de entrar en la pedanía de Cabezo, para nosotros fin de ruta.

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 Cabezo, dependiente de Ladrillar, apenas 80 habitantes, merece la pena paser por sus calles, su miel exquisita, les llaman «Tabarros», que significa «Tábano» por la abundancia de tábanos en épocas pasadas en la zona. Tendríamos que seguir hasta Las Mestas pero nos aconsejan que ahora, primavera cuando la hicimos nosotros, ni se nos ocurra acercarnos al camino, plagado de panales de abejas, polinizando flores y fabricando miel. Es la consecuencia del paisanaje que aceptamos resignados. La parte que queda es llana pues discurre por el valle, cerca del río. Otra vez será.

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Cansados pero impresionados, satisfechos y abrumados, orgullosos y apegados, es verdad que Las Hurdes es un destino natural. Hoy hemos pateado sierras y vereas, que sirvieron de camino a «reales personajes como Alfonso XIII, que a caballo, cosieron otro trocito de historia haciendo suya una misión de prosperidad y cambio», dicen en la web de Hurdes. Y tanto. La imagen de aquella región paupérrima que llegaba hasta las bancadas políticas de Madrid avergonzaba a muchos cuando el siglo XX ya se había iniciado, cuando los cambios anunciaban una época mejor aquí se había parado el tiempo, habían abandonado el tiempo y atrapado a sus gentes. Buñuel, Marañón, Legendre, Unamuno o el propio rey variaron esa historia. Hoy disfrutamos de esta comarca que, en otro tiempo, España escondía. Hurdano hoy es un sentimiento, una marca, que cuando caminas por paisajes como estos, se te tatúa en la piel. Una simbiosis perfecta, un susurro que se agarra al oído para llamarte de vez en cuando y recordarte esta tierra que abraza a los hombres… y se los queda.-

                                                                                                                                           ©vicentepozas2014

 

Ruta de la Serrana de la Vera

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 A veces los caminos se visten de leyenda; esto ocurre con la Ruta de la Serrana de la Vera, un relato entre el mito y la historia, la fábula de un amor despechado que terminó como misterio no resuelto al que se le fueron añadiendo detalles, cada vez más crueles, cada más sangrientos; hoy se recuerda su nombre como heroína de Tormantos. Tanto que tiene hasta su propio camino, su territorio, en las crestas de Gredos. Se atribuye la existencia de La serrana de la Vera al pueblo de Garganta la Olla, allí vivía la familia Carvajal, y su hija Isabel, que iba a casarse con un sobrino del obispo de Plasencia, el chico, empujado por la curia para que no comprometiese su carrera eclesiástica,  en el último momento la abandonó, condenando a Isabel y a su familia a la deshonra eterna. Desde entonces, se ejecutó la venganza y se escribió la novela: Isabel abandonó su hogar y se lanzó a la sierra, donde repudió a todo hombre. Los arrastraba a la fuerza a su cueva, cuentan que después de gozarlos los mataba. En recuerdo a las víctimas que murieron a manos de la Serrana de la Vera, se erigió una cruz en lo alto de la torre de Garganta la Olla. En esta localidad, puede verse la casa de la familia Carvajal, hogar de la Serrana hasta el momento de su deshonra.

La ruta cubre los 19 kms que separan Piornal, en el Valle del Jerte, de Garganta la Olla, en la comarca de La Vera. Ruta dificil porque no siempre tiene camino trazado y porque los últimos cuatros kilómetros tienen un descenso de 800 metros acumulados; la ruta está señalizada pero se pierde con frecuencia.

Oa dejo el track para GPS de Senderismo La Vereína, club al que pertenezco y con quien hice la ruta.

Comenzamos la caminata en Piornal, es el pueblo más alto de Extremadura, 1.175 metros de altitud, enclavado en la Sierra de Tormantos, en el Valle del Jerte. Tierra de Jarramplas, cuando llega enero, de piornos, nieve, vistas privilegiadas, y frío, mucho frío.

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Enseguida dejamos sus calles y recorremos el altiplano en el que se sitúa el pueblo y salimos por el Arenal de Nuestra Señora cerca de la actual Hospedería La Serrana, un antiguo hospital de tuberculosos, reconvertido primero en albergue infantil y ahora en establecimiento hotelero. Recomendable, por cierto.

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La ruta, como comentaba al inicio, está señalizada pero no cuidada y su trazado se pierde en muchos tramos, lo que obliga a caminar entre maleza y árboles. No le quita belleza.

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La señalización, blanca y amarilla, es la de Sendero Local y aunque aparece durante todo el recorrido, la falta de camino en algunos tramos, te despista, si no te orientas bien en el campo es importante llevar el track para evitar sustos.

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La ruta discurre por la cresta de la sierra, el trazado es llano, paisaje de montaña, de hecho en invierno suele estar nevado siempre, robles y piornos son la vegetación que nos acompaña. Un entorno abierto, enorme, limpio.

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Desde arriba se ven los Montes de Tras la Sierra, cumbres nevadas allá enferente, porque en medio y abajo, está el Valle del Jerte flanqueado por ambas sierras; delante sin nieve, se ve Peñanegra, 1.434 metros de altura.

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Mientras avanzamos por el paraje de Los Helechares dejamos atrás el Jerte y algunos de sus pueblos como El Torno, visible desde aquí. El camino ha vuelto a desvanecerse.

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Para cruzar a La Vera por el Puerto de Piornal hay que coger durante unos metros la carretera que lleva a Garganta la Olla. Cambiamos de valle en tan sólo unos pasos. De valle y de paisaje. Es un añadido de la ruta que le agrega valor.

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Entramos en la comarca de La Vera, tierras reales donde el Emperador Carlos V quiso retirarse después de hacer la guerra a medio mundo (imperio lo llamó él). La Vera, al contrario que el Jerte se asienta sobre la falda de Gredos, la última del Sistema Central que mira al sur, y da paso al inmenso valle del Tiétar y el Campo Arañuelo. Mucho más allá los Montes de Toledo crean otra comarca magnífica: Las Villuercas.

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 Ahora es visible Garganta la Olla, esta localidad verata, típica y bien conservada a la que nos dirigimos, está metida en un pequeño valle, una especie de cuña que esconde la montaña, y que está regado por la Garganta Mayor, o de Pedro Chate -ambos nombres tiene- que luego terminará llegando el conocido lago de Jaraiz de la Vera; nosotros vamos a rodear el valle entero y luego bajaremos por la Portilla hasta el pueblo.

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Caminamos entre robles por el Pico del Puerto en un paraje de antiguos bancales hoy abandonados.

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LLegamos junto al Pico de la Tartajosa en la Barrera de la Serrana, frente a nosotros el Canchal de Tormantos, coronado por el Peñón de Torrique, 1.714 metros de altitud.

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Nos incorporamos a un camino amplio, el que lleva a la que llaman Casa de Antonio; arriba en la sierra dicen que está la cueva de la Serrana en Cancho Negro. El mapa la señala, la leyenda la recuerda.

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Antes de recorrer la depresión en la que se asienta la garganta, parada para reponer fuerzas, rodeados de sierra, y de historia. Un día claro y caluroso.

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Siguiendo las señales, que hay que buscarlas, dejamos el camino y comenzamos un pequeño descenso por un paraje que se conoce como Los Cristianillos.  Un sendero, a veces intuido,  nos acercará a la garganta mayor, antes de rodear el valle.

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Que este viejo trayecto, ya perdido, era usado en la comarca lo evidencian construcciones como esta, el Puente Pivillas, sobre la Garganta Mayor, situado justo antes de una gran caída de agua que desciende hasta el pueblo, una zona en la que hay algunas pozas magníficas para el baño. Buenos recuerdos de baños solitarios, fines de semana de monte, silencio y agua.

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Puente de piedra, recio; una estampa muy senderista para inmortalizar el momento. Es un rincón muy bello perdido en medio del bosque con el trazado del camino casi borrado por el abandono.

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La vereína que nos conduce por El Revellón hacia el collado de Pon Benito, se estrecha cuando caminamos por un denso robledal, un paisaje en zig zag, un sube y baja constante.

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Arriba queda la sierra de Tormantos de donde partimos, abajo el paraje de La Melendra dibuja su propio paisanaje. La mano del hombre hace estas cosas.

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Cruzando pequeñas gargantas que iran a parar a la Mayor por un paisaje de sierra, verato, rincones de Gredos a los que llegarás pocas veces si no es haciendo caminos, perdiéndote en ocasiones. O saltando vallas buscando, otra vez, la referencia perdida.

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No es malo. Sólo así lograrás inmortalizar una pequeña cascada como esta, y si la imaginación se dispara, ver en la máquina del tiempo a serranas, viajeros, bandoleros o reyes bañándose en estas aguas a las que pocos llegan. Es el regalo.

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Descendemos por la Era de las Cruces, pasamos junto a un enorme castaño que espera el otoño para mostrar su tesoro.  Justo después de haber dejado el pequeño valle que venimos rodeando y que ahora queda al fondo. Cruzamos el camino que lleva a Yuste.

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Último ascenso de la ruta por el Baldío de las Pájaras, subida necesaria para alcanzar el Risco de la Portilla. Quedan cuatro kilómetros, lo más duros. Vamos entrenando.

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 Desde el Risco, Gredos es una delicia, cubierta de nieve nos muestra sus principales elevaciones y  la localidad de Guijo de Santa Bárbara. Toda la Sierra de Tormantos en una vista casi completa que te recuerda que detrás está la belleza, la grandeza, de la Montaña, sus lagunas, lagos y caminos son un destino obligado al que está llamado cualquier senderista que se precie. Bien cierto que a Gredos solemos subir por la provincia de Ávila.

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Merece la pena el esfuerzo, merece la pena subir hasta aquí. Este mapa vivo, a tamaño real, te enseña La Vera, los rincones por los que paseas pero en su conjunto. Las cosas, los lugares no se ven igual desde la altura. Esa visión espacial que te deja embelesado. La belleza es más balleza cuanto más asciendes, cuanto mayor es el esfuerzo.

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Iniciamos el descenso, dejando el risco para encarar la Barrera de Yuste. Piernas preparadas. Los quince kilómetros recorridos tienen un final para nota.

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Vamos bordeando La Portilla por un pequeño sendero, un balcón natural que nos enseña buena parte de la comarca verata. Delicioso final.

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Es necesario utilizar bastones para ayudarse en los desniveles; esta es la zona del Pachón y cae casi en picado, extremamos precauciones.

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A nuestra izquierda está desplegado el mapa del norte extremeño, estamos justo encima del Monasterio de Yuste, aunque la orografía del terreno no nos permita verlo. Frente a nosotros la Vega del Tiétar, el Campo Arañuelo y, al fondo, los Montes de Toledo y la comarca de Villuercas, el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara. Te quedarías aquí para siempre.

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Sigue el descenso, largo, tortuoso, no hay camino, con pequeños brotes de piornos y robles que te rodean, de hecho a este pareje le llaman el Arañadero, muy propio.

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Dejas el abrevadero de Fuente Blanca -tan harto venía que no eché ni la foto- y tomas el pequeño camino que nos acercará al pueblo, terminó la parte más dura del descenso, aunque el esfuerzo lo llevan las piernas.

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En un claro, Garganta la Olla se muestra tal como es, su estructura verata, serrana y rodeada de bancales, en esta pequeña localidad de cuestas y cuestas, y calles estrechas de edificios de adobe y madera. Qué delicia.

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Cruzamos la carretera que lleva a Cuacos un momento antes de descender a la garganta y entrar en el pueblo por su parte más baja.

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Aquí se erige la estatua de la Serrana de la Vera, dulcificada y guerrera a la vez, poco que ver con las macabras historias que se cuentan de ella. Corona un pequeño mirador, el Mirador de la Serrana. Fue colocada en 2005 y modelada por el escultor placentino, afincado en Jerte, Evaristo García.

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El Puente de Cuacos nos da la bienvenida, un poquito de historia que ahora nos facilita cruzar la Garganta Mayor. Estamos en Garganta la Olla. Hemos llegado.

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La Plaza de Garganta nos recibe con el agua de su fuente de cuatro chorros, muy de la comarca; rodeados de construcciones características de la Vera nos hemos ganado el descanso, el derecho al refrigerio (aunque no con agua).

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Garganta la Olla fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. Con una arquitectura popular de una gran belleza singular, su iglesia está declarada Monumento de Interés Cultural, con retablo mayor barroco, un pequeño museo de arte religioso y un órgano barroco.  Hay múltiples vestigios de la presencia de un Tribunal de la Inquisición (incluso un museo particular).

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Legua y media de Garganta, cinco leguas de Plasencia habitaba una serrana,  alta,  rubia y sandunguera. Vara y media de cintura,   cuarta y media de muñeca, con una mata de pelo   que la los zancajos le llega.  Cuando tiene sed de agua   se baja pa la ribera cuando tiene sed de hombre   se sube para la sierra…

Estos son las primeros versos del romance de la Serrana de la Vera que acabó matándose ella misma antes de ser apresada. Orgullo de mujer, venganza consumada contra los poderes que ahogaban a las féminas, relegadas a un papel menor. Isabel no quiso aceptarlo y rodaron cabezas… de hombres.

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 Historias de la Serrana, leyendas de la Vera que se llevan encima cuando te montas sobre la sierra y te imaginas el trasiego de carros y bestias, mirando de soslayo al bosque mientras recuerdan la leyenda, deseando terminar el camino y olvidar sus miedos; historias contadas de boca en boca, junto a la candela, que han hecho sudar a niños y callar a mayores. Hoy esta senda es un paseo por la comarca, por la sierra; pero bajo nuestros pies hay muchos otros pasos, algunos de mujer, de vengada impotencia, ¿los habremos pisado?… Andando Extremadura.

– Bebe serranito bebe,   agua de esa calavera,
que puede ser que algún día
   otro de la tuya beba.

©vicentepozas2014

Ruta por la Ribera. Brozas

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 Brozas es una localidad cacereña perteneciente a la mancomunidad Tajo-Salor, vinculada a la Orden de Alcántara, aun son visibles sus construcciones palaciegas y eclesiásticas que muestran la importancia de este enclave. Hoy visitar Brozas es contemplar las muestras de su pasado histórico; el balneario, los restos de sus fábricas denotan la actividad de un pequeño pueblo en territorio de frontera y de grandes dehesas. De estas últimas disfrutarás en la Ruta de la Ribera, de 20 kms, muy bien señalizada y salpicada de hitos que adornan y enriquecen el camino. os recomiendo el otoño-invierno para realizarla porque añadiréis a la belleza del entorno, la presencia de las grullas que os acompañarán durante todo el paseo.

Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo  Amores

Estamos en una zona ZEPA -Zona de Especial Portección de Aves- la de los LLanos de Brozas y Alcántara. Una de los espacios más importantes de Extremadura para la conservación de aves esteparias como la avutarda, el sisón, la cigüeña negra, el aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el milano real y el milano negro. Y en los meses de noviembre a marzo, las grullas, cientos y cientos en toda la comarca. Hoy disfrutaremos de ellas.

Vamos con la ruta; antes de entrar en Brozas, si venimos de Cáceres, hay una carretera que lleva al Balneario de San Gregorio, en el cruce un pequeño hostal nos servirá de aparcamiento para dejar el coche, y tomar un refrigerio a la salida y a la llegada. Tomamos la carretera y a unos quinientos metros encontramos el inicio de la ruta, nosotros disfrutando de las primeras luces de la dehesa, comenzamos.

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Enseguida nos topamos a la izquierda con el que llaman Camino del Tajo por la Charca, un panel informativo nos anuncia la ruta, nos señala los sitios más interantes y el trazado a seguir. El camino arranca ancho y cómodo.

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 No andamos mucho cuando las primeras grullas se asoman al camino, buscan semillas con las primeras horas del día, vienen a Extremadura huyendo de los fríos del norte, aquí se alimentan antes de regresar a a tierras alemanas.

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En cuanto se percatan de nuestra presencia remontan el vuelo. Si la ruta la hacéis en febrero, dice un amigo naturalista y fotógrafo, que apenas se mueven, lo achaca a que las grullas se han alimentado bastante y reservan fuerzas para el largo viaje de vuelta.

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Los primeros tramos del recorrido discurren por estos llanos, pastizales que dibujan una hermosa paleta de colores en cuanto asoma el sol por el este.

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La ruta, como comentaba al principio, está muy bien señalizada, tantos cruces como hitos y es difícil perderse. Este poste, con señal amarilla, lo veremos a lo largo del recorrido muchas veces.

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Esta es la otra señal que encontraremos en el camino, la que marca los lugares de interés, aquí viene el primero, las Casas de Fuente Madero. Detrás, habréis visto que el paisaje cambia y nos adentramos en la dehesa.

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Y llegamos al primero de estos lugares interesantes, las casas de Fuente Madero, un conjunto de construcciones del que destaca este bohío, una cabaña circular, en este caso de piedra, veremos más en la ruta. Los bohíos o bujíos, como se les conoce popularmente, son unas construcciones pastoriles características de los llanos de Brozas y Alcántara.

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El otoño, o el invierno, tienen la magia de los distintos momentos de luz que te regala la visita, en un momento baja la niebla…

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…instantes después toda la luz cae sobre dehesa y pastizales. Un festival de colores.

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Tras las casas primeras retomamos al camino original que nos llevará entre dehesas y ganado hasta el primero de los desvíos, señalizado, ya digo, hasta otro de los lugares a visitar: la Fuente de la Colada, casi oculta por la vegetación. Aquí tomamos, por momentos el Camino de Alcántara a Navas del Madroño. Es una sorpresa la cantidad de caminos, veredas y senderos que se reparten por toda la zona.

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De nuevo un cruce, de nuevo una señal, y entramos en una de las partes más bonitas de la ruta, el Camino de la Charca de Cueto, donde haremos algunas paradas para disfrutar de la invitación que nos hacen algunas de las construcciones que nos encontraremos.

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La siguiente parada es la Casa del Alcornocal, ya en ruinas como casi todo lo que nos rodea que deja testimonio de la actividad rural de la zona, hoy se limita a cabañas ganaderas repartidas por grandes fincas. He encontrado algunas referencias que la llaman la Casa del Tobal.

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 Parada especial merece la antigua Ermita del Alcornocal, una pequeña construcción que se mantiene en perfecto estado pero abandonada. Brozas tuvo muchas ermitas, algunas de ellas en los caminos, ya que  la amplitud de su término, idóneo para la agricultura y para la ganadería trashumante y su carácter de nudo de comunicaciones en el oeste extremeño convirtió a Brozas en una de las villas más importantes de la Extremadura moderna, siendo dominado su gobierno por una poderosa nobleza con lazos familiares con las aristocracias de Alcántara, Cáceres o Trujillo.

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 La ermita es visible desde el camino y aunque está dentro de una finca es muy fácil acceder a ella; junto a la construcción hay restos de actividad ganadera. O de usos posteriores y más modernos, es complicado encontrar referencias.

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Volvemos al camino. Algún claro en la dehesa es aprovechado por el ganado para disfrutar de los rayos de sol de la mañana. Seguimos el sendero, fácil, no tiene pérdida.

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 Siguiendo un camino rodeado de muros de piedra y con algunas casas singulares llegamos a la Ribera de la Mata y al Puente de las Tenderas que salva el camino. Esta es la zona que da nombre a la ruta y será la que más disfrutemos por su bellaza y su equilibrio. Las imágenes siguientes darán fe de ello. Como indica el cartel hay que dejar el camino y seguir la ribera, nos os preocupéis porque continuando por el curso del agua nos toparemos con un camino y una señalización que nos guiará de nuevo. Sin miedo

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El agua y la ganadería han convertido el paraje en un sitio fantástico, idílico, como dibujado en mitad de una dehesa más brava, aunque domada en muchos rincones. Alcornoques rodean la ribera, ahora sin hojas por el frío invierno.

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Atravesamos un pequeño puente de piedra, singular, a pesar de su simpleza resiste el paso de los años sin mayor problema.

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 Parece un pequeño parque cuidado con esmero, pero es natural, por eso sorprende más. Un lugar que transmite paz, el ruido lo hacemos nosotros, y el agua. Los oriundos de Brozas lo conocen como la Ribera de Cueto, porque corriente arriba hay una charca que se se llama así Charca de Cueto.

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El agua ha ido dibujando la zona, el invierno y la luz del día hacen el resto.

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Cerca se ven restos de antiguas cochiqueras, que aprovechaban la propia piedra. La actividad ganadera, pasada o presente, está por todos lados. De hecho en una ruta anterior nos topamos con los restos de una gran finca utilizada para el regadío hace algunas décadas, que conservaba algunas muestras de lo que debió ser una impresionante infraestructura.

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Restos de contrucciones rurales repartidas por todos sitios, en una zona rica, transitada, que dejan ver la arquitectura rural de la época, muros de piedras, arcos de ladrillo en las bóvedas. Han caído las techumbres de madera, pero el adobe y la piedra aguantan el paso de los años y el abandono.

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Hemos disfrutado de toda la Ribera de la Mata, o Ribera de Cueto, continuamos;  siguiendo el curso del agua, veréis algunas flechas amarillas pintadas en la piedra, no dejando el pequeño riachuelo llegaremos a toparnos con el camino a seguir.

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Enseguida encontramos este badén y un camino que deberemos seguir. Si os fijáis hacia la mitad de la imagen, a la derecha del camino está la señal que nos señala la ruta. Vamos bien.

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Toda la zona es una gran dehesa ganadera, en uso, y eso se nota, la presencia de animales es constante, fincas cuidadas donde cualquier cosa tiene uso, los muelles de las antiguas camas también, y bañeras, y palés… Hemos tomado el Camino de la Charca de Cueto que llaman y, como la ruta hace un ocho, iremos a uno de los cruces por los que pasamos antes pero siguiendo un recorrido distinto

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El camino esta marcado continuamente y eso te relaja mucho a la hora de caminar porque vas con la seguridad de seguir la ruta y te entretienes con un paisaje demoledor. Pasaremos por la Dehesa del Orillal donde unas antiguas cochineras son otro hito del recorrido, debéis estar atentos porque os las podéis pasar, de hecho nosotros no las vimos. Fijáos en el mapa del comienzo de la ruta que marca dónde está  cada cosa.

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Nos vienen acompañando casi todo el camino, las oyes, otra veces las ves volar. Pero en cuanto se despeja la dehesa aparecen los primeros grupos de grullas.

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Como son un escándalo es fácil verlas a no muchos metros de donde estamos, si estás en silencio no alzan el vuelo y puedes admirarlas. Hablando con algunos ganaderos, estos no las ven con tan buenos ojos pues se comen la bellota de la montanera.

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Hay grupos de grullas por todas partes, a media mañana no paran de alimentarse; lo harán hasta el ocaso, momento en el que regresan a los dormideros, situados siempre en la cola de los pantanos, o en zonas anegadas, así se protegen del ataque de depredarores nocturnos, ya que en el agua los oyen llegar sin problema.

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Grullas, grullas y grullas, es el mejor añadido para una ruta que, de por sí, es una belleza, pero que se hace más apetecible para los que somos amantes de la ornitología, los que disfrutamos fotografiando a estos grandes pájaros de colores que destacan en el verde de la dehesa en invierno.

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Cerca de Brozas la foto de los grandes pastizales nos regala una imagen magnífica. Tierra agrícola, ganadera, trabajada a diario para hacerla rentable. Somos la gran despensa de España y aquí, a pié de campo, es donde se nota.

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No hay tregua, giras la cabeza, y las ves de nuevo, parece que forman parte del paisaje. Qué regalo.

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La estampa ganadera cerca ya de la población, mientras, en los últimos dos kilómetros el camino es el mismo que la ida, afortunadamente la luz es otra y parece diferente.

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Al terminar el camino, el panel informativo nos recuerda el recorrido y los hitos más importantes, aunque hay muchos más en todo el sendero. Enhorabuena al Ayuntamiento de Brozas por la señalización y por la propuesta.

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Los últimos metros, regresando al lugar donde dejamos el coche, aún hemos de pasar el Embalse del Noque y más restos de construcciones que denotan la enorme vida rural que siempre ha tenido la zona.

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Brozas, tierra de Francisco Sánchez de las Brozas, conocido como El Brocense, humanista y gramático español del siglo XVI, rebelde, enfrentado a la Inquisición y que dijo aquello de “No prestéis crédito a nadie, ni a mí mismo, a no ser que las enseñanzas estén corroboradas por razones y argumentos sólidos.” . Tierra de historia que hoy nos ha regalado parte de ella. Un placer compartirla aquí.

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Brozas es una localidad de algo más de 2000 habitantes que guarda mucha historia, se ve en palacios, castillos y casas solariegas. Tierra de frontera, de paso. Brozas es parte de la Comarca Tajo-Salor-Almonte, y constituye el referente rural de Cáceres capital, aportando su riqueza natural y cultural a los innumerables atractivos que posee la ciudad. Basta con alejarse diez kilómetros para sumergirse en un espacio diferente, con una naturaleza, un patrimonio histórico-artístico y una cultura popular sorprendentes. Pasear por sus tierras, empaparse de las dehesas e intentar retrotaerse a años del medioevo cuando por estos caminos transitaban carros y caravanas, viajeros, artesanos, soldados o ganaderos trashumantes es un ejercicio de imaginación al que ayudan los restos de lo que fue. Tierra de frontera, obligada a batallar en muchas guerras, no estuvo exenta de la sangría de la emigración y la huída hacía lugares más prósperos, como ocurrió en toda Extremadura. Afortunadamente Extremadura se convirtió en región con identidad y frenó aquel éxodo, no recuperamos viejos éxitos de antaño pero contuvimos la destrucción y el ovido y hoy, pasear por Brozas, es un placer y una sorpresa. Valorando lo nuestro surge entonces la pregunta ¿cómo traspasar esa necesidad real que existe, por conservar y cambiar nuestra forma de relacionarnos con el entorno, como transmitir que no todo se mide en función de su valor económico inmediato, como transmitir que no solamente lo que es empacable, medible y vendible tiene importancia, como crear conciencia? y valorar lo que tenemos. Hacerlo Andando Extremadura es una buena manera de empezar.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2014

Ruta Chorro de La Meancera. Las Hurdes

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 Las Hurdes es un paraíso para el senderista. Sus accidentes geográficos, sus ríos y arroyos, sierras montañas y pueblos -con sus alquerías- convierten a esta comarca extremeña, tan estigmatizada, en un lugar perfecto para caminar. Consciente de ello, la Mancomunidad de Las Hurdes ha editado varias guías de rutas senderistas, perfectamente señalizadas, hay más de 20, algunas con espectaculares miradores y con pueblos y rincones que, si no los conoces, quedarás enamorado de ellos. El Gasco es un ejemplo. Esta alquería tiene dos hitos especiales: el Volcán del Gasco, lugar de interés científico, y el Chorro de la Meancera, o Miacera, a donde nos dirijimos en esta ocasión.

Os dejo el track para GPS de Escaladores de Extremadura, aunque no hace falta pues está muy bien señalizada y no tiene pérdida

Es una ruta corta, con algo de subida y alguna dificultad, sobre todo en la parte del arroyo de la Meancera puesto que hay que caminar entre piedras y cruzar el cauce varias veces.  Apenas cinco kilómetros pero muy intensos. Un caramelo para completar un día en el que se puede hacer más de una ruta, y hay muchas en Las Hurdes.

 Las Hurdes tiene 43 localidades, de ellas, sólo seis son municipios, el resto, 37, son alquerías. Uno de estos municipios es Nuñomoral del que dependen 10 alquerías, una de ellas El Gasco. En la zona donde se asienta la alquería se encuentran multitud de restos y grabados de la edad de bronce.Incluso hay varias cuevas en las proximidades en las cuales se supone que vivió alguna población en la edad de bronce.

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 El Gasco tiene apenas 150 habitantes, la carretera que nos lleva termina allí. Os aconsejo visitar el Centro de Interpretación de la Casa Hurdana, una reconstrucción tanto por fuera como por dentro de la vivienda típica de Hurdes.

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 En la alquería de El Gasco hay varios artesanos que trabajan la piedra y la madera. Fáciles de encontrar. Construyen casitas pequeñas con la estructura de las viviendas hurdanas, y muy típicas, utilizando roca volcánica,  y cachimbas, una especie de pipas de fumar. También realizan trabajos con la madera, como pequeños bancos y adornos diversos. Os podéis quedar a comer en el bar restaurante El Bodegón, os aconsejo una delicia de la comarca: el limón de Hurdes, una especie de ensalada que mezcla sabores magnificamente.

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 Para llegar al chorro sólo hay que bajar hasta el final  de la carretera y  seguir la señal, recorremos un par de calles de la localidad y descendemos hasta la piscina natural de río Malvellido que seguiremos durante un rato entre bancales, huertas y pizarra.

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Junto al cauce del río, un sendero que bordea la piscina natural nos facilita el camino, rodeados de pequeñas elevaciones de nombres tan sonoros como: El Hontano, el Pimpollar o el Lombo de la Pina.

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 Las aguas del río Malvellido, a las que saluda el pequeño enclave de El Gasco, descienden entre meandros y pizarras desde lo alto de la Sierra de la Corredera, en el Pico Solombrero; para visitar, entre mil curvas y recovecos, La Fragosa, Martilandrán, El Collado y Cerezal antes de fundirse con las aguas del río Hurdano, y así, seguir juntos recorriendo Las Hurdes, pueblo a pueblo, alquería tras alquería, hasta su zona más baja y descansar en las mansas aguas del Embalse de Gabriel y Galán que alimenta el río Alagón.

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 En este punto, podemos optar por visitar el Volcán del Gasco, lugar de interés científico; curioso por que los habitantes de El Gasco han vendido siempre las piedras del cráter para el lavado de vaqueros y para diversos artículos de artesanía, como las pipas de fumar. Dicen los geólogos que sus piedras, su cráter de unos 50 metros de diámetro, son de un meteorito que cayó hace más de un millón de años.

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Pero seguimos nuestro camino, fascinados con un paisaje duro pero enternecedor, bello y fuerte. A El Gasco hay que venir expresamente y eso se deja notar. Cualquier pequeño hueco es aprovechado para sembrar, huertos de formas imposibles que se retuercen con el río y viven de este.

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Por mucho que nos hayan contado en Las Hurdes el agua está por todas partes, las montañas la devuelven, una y otra vez, al cauce de ríos y arroyos.

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 Este primer tramo tiene un trazado muy arreglado, sencillo, es parte de la senda que recorre todos los pueblos de la zona en el corazón de las Hurdes, caminos que se han recuperado para hacerlos transitables, que ponen en valor los senderos, caminos y veredas que han utilizado los hurdanos durante años y que  estaban  abocados a la desaparición por el abandono.

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Caminos de pizarra, como los suelos, como las paredes, como las lindes, como los bancales… que dibujan Las Hurdes así: duradera, resistente, práctica. Esto hay, esto cojo.

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 Los cerezos se han hecho fuertes en esta tierra, el Valle del Jerte es su lugar más conocido en Extremadura, pero ya es habitual verlos en cualquiera de los valles del norte de Cáceres. Aquí lo que más sorprende es observar cómo se gana cada palmo de tierra a golpe de piedra, como se aprovecha cada rinconcito por inservible que parezca para hacerlo productivo.

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 Dejamos el cauce del río Malvellido, e iniciamos el ascenso hacia el chorro de la Meancera, por el arroyo del mismo nombre aunque, es cierto, en muchos lugares aparece como Miacera y no Meancera. Este es el tramo más complicado porque hay que andar entre piedras y cruzar el cauce del agua en varias ocasiones.

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No es complicado si se va con cuidado, lo sinuoso del terreno nos obliga a ir siguiendo un pequeño sendero que discurre buscando el hueco que dejan las piedras, el tiempo y las muchas pisadas ha hecho un trazado básico que hay que recorrer atentos.

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En algún tramo nos ayuda la infraestructura que la Mancomunidad ha colocado a lo largo del camino y que aumentan la belleza del recorrido.

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Sigues subiendo y, de repente, echas la vista atrás y contemplas sorprendio la belleza, la magia hurdana, lomos y sierras que se suceden soportando valles, escondiendo gentes. Aquí el senderismo es una delicia.

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Y entonces llegas. El Chorro de la Meancera, casi un lugar de culto, una caída de agua de unos 100 metros de altura que salva la montaña lanzándose al vacío.
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El ruido del agua no llega a las imágenes pero sorprende la caída constante, y sorprende más ver que la piedra resiste el embite del chorro y parece no inmutarse; ni siquiera redondea sus aristas.

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El agua salta por encima de las rocas, busca los huecos necesarios para seguir su curso, desaparece a la vista y reaparece dibujando, salpicando en una roca gris que el agua azulea.

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La imagen de un entorno escondido al que hay que acercarse para comtemplarlo con detalle, justo donde la montaña se hace más inaccesible, el agua encontró un hueco para seguir su curso buscando el río que lo arrope, abajo, de nombre Malvellido.

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Tras disfrutar de la belleza de la cascada, del entorno, hay que iniciar la bajada, desandar el camino, no hay otra manera que no sea volver sobre nuestros pies.

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La senda que nos devuelve al corazón de río es como un camino de cuentos que zigzagea como el río. No falta detalle.

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Las Hurdes es eso, un cuento y un encuentro, con la tierra, con la destreza y la habilidad del hombre para adaptarse a ella, para dibujar entre ariscos pizarrales bancales de tierra de los que sacar el fruto necesario; colores de un triunfo que logra la constancia y el tesón. Es una simbiosis entre hombre y tierra y el resultado no es baladí. Lo dijo Unamuno: «. . . Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres».

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Dicen los hurdanos que esta es una tierra donde ha existido y aún existe “…un permanente abrazo entre el hombre y la naturaleza…”, donde el hombre se ha adaptado a la tierra, y ésta a las necesidades del hombre; cada roca ha servido de cimiento para toda una cultura tanto arquitectónica y gastronómica como tradicional.

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Hasta el agua dibuja instantes, resultado de años de trabajo, esquinas imposibles donde el hombre deja su huella. Sierras y picachos agrestes y ásperos, en un abigarrado paisaje entrelazado de escarpadas montañas; ríos, arroyos que parecen llamados a reunirse en las aguas del Alagón , en el Valle del Alagón donde estas inmensas formas por fin se suavizan.

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Las Hurdes. Siempre vuelves, siempre nueva; hay un paisaje, una luz, un rincón, un olor, un instante en el que no habías caído. De repente paras, tú y el tiempo; te bajas del coche y del mundo, y te pones a andar, puedes hacerlo durante horas porque Las Hurdes es un paraje enorme, de corazón y alma, un lugar regalado a los hombres, robado a la imagen de la miseria para convertirlo en un lujo. » Largos y espesos son los silencios que se extienden por la historia de esta comarca» dicen los hurdanos. Para el senderista Las Hurdes es un rito iniciático, un verso, una ensoñación, el camino perfecto, una vereda al corazón de un mundo propio en el que leyendas y tradiciones saldrán a la vera del camino para acompañarte en el viaje; una andanza que es mejor que descubras Andando Extremadura.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2014

Ruta La Chorrera. Hervás

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La ruta de La Chorrera en Hervás -Cáceres- es uno de esos senderos que repites más de una vez. Un camino que parte del barrio judío hervasense y nos lleva, siguiendo el curso del río Ambroz, hasta las estribaciones del pico Pinajarro en la Sierra de Gredos. La Chorrera es un salto de agua de casi 30 metros de altura que salva el desnivel de la montaña. Es una ruta muy popular, de hecho no es raro cruzarse con bastante gente en el camino. La belleza del paisaje, pequeños hitos de la historia de Hervás y la comarca jalonan el recorrido; bosques de robles y castaños, pozas de agua, puentes y excelentes vistas del Valle del Ambroz completan la lista de razones para no dejar de hacerla. Es de dificultad media, con unos 600 metros de desnivel de subida y otros tantos de bajada y de casi 14 kms, es de ida y vuelta.

Track para GPS de mi compañero de ruta Teófilo Amores Mendoza.

 La ruta arranca en la Plaza del Convento de Hervás, junto a la judería y la hospedería, enseguida sales del pueblo y te topas con la imagen del barrio judío y la omnipresente iglesia dde Santa María, mirador de la localidad, las primeras luces de la mañana nos descubren la villa. La ruta está bien señalizada, como PR, blanco y amarillo.

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La siguiente imagen es la del puente de hierro, perteneciente a la línea férrea de la Ruta de la Plata que dejó de funcionar en 1985. La vía sigue en pie, en desuso, reivindicada por sus vecinos que quedaron aislados del norte de España, castigados por el eterno latiguillo de la rentabilidad.

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Salimos del pueblo, dejamos las últimas casas, el matadero y tomamos por la zona de Los Corrales el camino ascendente durante algunos kilómetros, es de cemento, eso sí, flanqueado de castaños.

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El Valle del Ambroz vende su otoño mágico, protegido y rodeado de estos colores, es fácil entender esa afirmación. Un bosque elevado a pintura. Sólo hay que seguir el camino.

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Un poco más arriba aparece el albergue juvenil, ahora dormido, pero que en verano se convierte en un lugar bullicioso donde los campamentos se suceden. Aquí arriba es fácil huir del calor extremeño.

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El sol de la mañana por fin sortea el sistema central y asoman las primeras luces en las crestas de las sierras. En primer término Las Retuertas, arriba, solemne, el Pinajarro, 2099 metros de altura.

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El río Ambroz, alma de la comarca, baja al valle en un entorno idílico. Es un paisaje de cuento que parece pintado a conciencia para templar almas. En años de nieves baja bravo y valiente.

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Atravesamos el arroyo del Posturillo en la zona de Horcajo, dejando a la derecha el camino que conduce a la presa de Hervás, a nuestra derecha el cerro de Majallana por el que discurre otro arroyo. En la sierra el agua es generosa.

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Llegamos a Marinejo donde, a duras penas, se mantienen las antiguas viviendas de los trabajadores de la minicentral de luz que veremos más arriba

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El puente de Marinejo, que cruza el Ambroz, lleva a la Pista Heidi, otro camino magnífico para recorrer. El puente, de piedra, se mantiene firme. Robusto aguanta los embates del agua, ahora mansa porque el otoño es seco.

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 Esta imagen no es de la calidad que quisiese, pero es importante porque marca el punto donde debemos dejar el camino y desviarnos por un sendero que arranca a la derecha y que nos lleva a coronar la sierra. Está indicado. Podéis andar unos metros antes de tomar el sendero y acercaros a la central hidroeléctrica, La Casa de la Luz, le decíamos de chicos, cuando veníamos a bañarnos aquí.

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Paisajes del Ambroz, estampas de Gredos, rincones de sierra que se dejan ver por momentos a medida que el ascenso se hace más pronunciado y la altura nos da esa ventaja.

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La Casa de la Luz la dejamos a un lado, mientras se distancia de nosotros el cauce del Ambroz para comenzar la parte más complicada, aunque antes tendremos un regalo extra en la ruta.

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En este punto, indicado como véis, se puede optar por seguir la ruta o hacer el pequeño desvío que nos lleva a las Charcas Verdes. Son apenas 500 metros, y merece la pena, lo aseguro, luego retornaremos aquí para continuar el ascenso.

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Un pequeño camino rodeado de robles nos lleva hasta un lugar muy visitado en verano. Hay agua.

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Las charcas verdes son dos pequeñas pozas de agua que son un reclamo para el baño de los más jóvenes que vienen a pasar el día aquí, sombra y baño son la clave. Esta es la charca de abajo…

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…y esta la de arriba.

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 Retomamos al camino original, volviendo sobre nuestros pasos hasta el cruce donde estaba el cartel y comenzamos el ascenso, un sendero en zig zag que, me cuenta el amigo Teo, le llaman las 33 vueltas; yo no las conté pero no lo pongo en duda. Es la parte más dura del camino por la fuerte pendiente.

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 Ya vemos el final del ascenso, estaremos a unos mil metros de altura y disfrutaremos del paisaje en cuanto abandonemos este bosque de robles melojos. Primero, a tomar aire, la subida ha sido pronunciada.

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Al llegar arriba nos recibe un pequeño depósito que lanza al agua por una fuerte pendiente que producirá la luz abajo en la central hiroeléctrica. Hay que bordearlo y seguir el sendero.

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Pero desde aquí se dibuja el Sistema Central de esta forma. La Hoya de los Castaños, el Cerro del Moro y el Canchal de la Gallina se muestran así de tremendos. Los grandes castañares de Hervás quedan a nuestros pies.

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Hervás, el embalse de Baños, y al fondo Las Hurdes se dibujan ante nosotros. La perspectiva desde la altura del Valle del Ambroz es así de hermosa.

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Enfilando, que dice Teo, para adentrarnos en la parte más bonita del camino

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Ya con más horas de sol el Pinajarro está en todo su esplendor, el piquito de la derecha que aparece estilizado es el Tejerón.

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Comenzamos a caminar pararelos al canal que lleva el agua al depósito que hemos dejado atrás y que alimenta la Casa de la Luz.

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Sólo hay que seguirlo, rodeados de robles de nuevo, el lugar es fantástico

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Decía antes que es la parte más bonita de la ruta por el efecto que crea la acequia de agua, escondida en este bosque serrano.

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Gredos, el Ambroz, es un festival de colores. Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, que por cierto, es Fiesta de Interés Turístico Regional

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Termina el canal y cruzamos el arroyo Forero o de Las Costeras, de las dos maneras lo he encontrado para afrontar el último ascenso antes de llegar a nuestro destino.

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 Quedan pocos metros para alcanzar La Chorrera, una pequeña vereda nos lleva hasta ella bajo el bosque que cogimos muchos metros más abajo. Aunque el roble melojo es el ejemplar más abundante, nos venimos cruzando con castaños, abetos, alisos y chopos, hasta un acebo que veremos ahora.

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 Y llegamos a La Chorrera, algunos metros más arriba nace el río Ambroz, en su descenso al valle sortea los accidentes de la montaña y crea este salto de agua, lugar de peregrinación de caminantes y senderistas

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No me resisto a fotografiarme delante de la cascada. Este pequeño río, afluente del Alagón, deja esta imagen al sortear las sierras de Cerro Pinajarro, hermano pequeño del Canchal, y Las Retuertas, seguirá hasta las dos charcas verdes, atravesará Hervás, donde visita su barrio judío y descansará en el valle.

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Dejamos La Chorrera contemplando el paisaje que lo esconde, es dificilmente visible si no llegas hasta aquí pero reconforta hacerlo; la sierra siempre ha sido un refugio pero hay que pisarla.

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Iniciamos el descenso, camino de vuelta, pudiera parecer aburrido desandar los pasos, pero ahora la luz es más alta y nos brinda otro espectáculo de colores y sombras.

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El bosque gris y meloso de la ida se ha llenado de matices, y el camino se llena de gente.

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Los colores del otoño en uno de los más grandes castañares de toda la península, el de Hervás son así de impresionantes. Lo dijo Unamuno:  “Hervás, con sus castañares recoletos en la falda de la sierra que hace espalda de Castilla”. El monte Castañar Gallego es uno de los montes de castaño más importantes de Europa.

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El Valle del Ambroz es un lugar de contrastes, paisaje y paisanaje, un rincón que siempre ha sido de paso entre el sur y el norte, de ese trasiego de gentes y culturas han quedado rastros repartidos por toda la comarca.

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Restos de la vida en la sierra, estos en el camino de Marinejo, mientras tomamos el tramo de cemento que nos lleva al pueblo.

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Las luces hacen magia en la espesura, se llena de colores: ocres, rojos, verdes, amarillos, verdes…

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Las aguas que dejamos más arriba ahora se cruzan en el camino, bañadas por el sol.

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Parecía un bosque en letargo, dormido, cuando iniciamos el ascenso, pero el sol nos enseña otra cara

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Es el mismo trayecto pero distinto camino. Estamos cerca de Hervás.

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Antes del final del trayecto, un momento para echar la vista atrás y observar el paisaje desde lejos, el entorno que nos ha embelesado, es igual de magnífico en la distancia

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Hervás, vuelta al inicio. Esta imagen sintetiza todo lo visto. Ahora toca pasear por sus calles en busca de un refrigerio. Su barrio judío, declarado Conjunto Histórico- Artístico en 1969, se halla excelentemente conservado y pertenece a la Red de Juderías de España.

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 Esta la única herida que rodea el pueblo, la Vía de la Plata, abandonada. Un canto a la desidia, al olvido de los lugares pequeños; ese estigma que tenemos las tierras rurales: que no compensa. Alguien, en 1985, desde un despacho en Madrid decidió que nosotros no necesitábamos un tren ¿para qué? ¿para ir a dónde?

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 Excelente viaje y mejores sensaciones. La cordillera de Gredos alberga rincones mágicos, bosques de hadas y duendes con colores de cuento.  A los humanos siempre nos han fascinado los bosques, ese misterio que envuelve a los árboles cuando están muy juntos. Sí, así es el Valle del Ambroz, abrigo de Gredos, leyenda, rito. Cada civilización, y hay más de una, dejó aquí una historia para que se escondiese en la arboleda y pudiera ser transmitida de generación y generación. Hoy hemos venido nosotros, a recorrer el camino de La Chorrera, buscando nuestra propia historia, arriba hemos dejado parte del alma para que la protejan los dioses de la montaña; volveremos a recogerla, lo haremos como siempre,  Andando Extremadura.-

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Ruta El Chorrituelo en Ovejuela. las Hurdes

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La comarca de Las Hurdes, Cáceres, se caracteriza por muchas cosas, entre otras por la presencia constante del agua que, peleando con los suelos pizarrosos, crea vistosos meandros y sorprendentes saltos de agua. A casi todos hay que llegar andando, ruta señalizadas que merecen la pena por la belleza de su paisaje. La ruta de hoy nos llevará haste el salto de agua de Ovejuela: El Crorrituelo, una cascada de 70 metros de altura.

Las Hurdes es hoy un destino turístico consolidado, los hurdanos lo saben y es cada vez más fácil encontrar alojamientos, restauración, señalización… para la práctica del senderismo se han recuperado caminos, se han marcado y dotado de las infraestructuras necesarias para hacerlos transitables y son más frecuentes las guías, los enlaces y mapas que ayudan a recorrerlos.

La ruta al Chorrituelo es sencilla, 6 kms, ida y vuelta, que transcurren por parte del GR 10 a su paso por Hurdes, la única dificultad es que hay que atravesar el río de Ovejuela en un par de ocasiones y que, al final de la ruta, al acercarnos a la cascada nos obliga a caminar entre piedras pegados a la orilla, pero yendo con cuidado, no hay mucho problema. La ruta la hicimos, como muchas otras, con el Club Deportivo La Vereína.

Os dejo el track para GPS de la ruta

 La ruta parte de la alquería de Ovejuela, una de las once que tiene Pinofranqueado, con apenas un centenar de habitantes.

Es uno de los pueblos más antiguos de toda la comarca hurdana. En documentos del S. XI se cita con el nombre de «Oveiola». En sus inmediaciones, se encuentran los vestigios de un gran asentamiento prerromano, que las gentes de estos lugares llaman «Otulia» o «Vitulia». Y desde la pequeña plaza de Ovejuela, donde acaba la carretera, arranca la ruta.

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Partimos por un camino cómodo, rodeados de pequeños huertos, que nos lleva hasta la piscina natural.

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A la piscina natural de Ovejuela se llega en un momento, en invierno vacía deja correr el agua del río, pero el rinconcito invita a venir en verano. Está bien preparada

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Por encima de la piscina un pequeño puente nos cruza al otro lado, donde arranca el camino de tierra.

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En cuanto comenzamos a ascender, de manera suave, descubrimos el paisaje hurdano por el que caminamos, un regalo para la vista.

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Un pequeño sendero que sigue el curso del río, encajado entre sierras. Pizarras, pinos y olivos nos acompañan en el paseo.

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 Es el tramo que discurre por el sendero de gran recorrido GR 10 que  comunica la localidad valenciana de Puzol con Lisboa sirviendo de unión entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico.

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El recorrido es una delicia que deja imágenes de mucha belleza donde bancales, pinos y pizarra logran un equilibrio muy frágil.

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Hay que cruzar el río, no será la ultima vez, es la única dificultad de la ruta, que en algunas épocas de invierno pone complicado completar el recorrido.

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Venimos recorriendo este pequeño valle que marca el cauce del río Ovejeuela. Pierdes un momento en mirar hacia atrás y seguir el sendero ya andado para tomar conciencia de la delicia del entorno. Las Hurdes son un regalo.

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Una senda de piedra, señalizada, que zigzagea entre pequeños cerros donde aún permanecen los pinos que estos años se han salvado de los incendios; una herida abierta en Las Hurdes y otras comarcas del norte de Extremadura.

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Es un juego de sensaciones, donde los sentidos se disparan: olores, sonidos, colores que te aislan del mundo en este rinconcito que parece sacado de una película. Es un paisaje moldeado, hecho a conciencia; la mano del hombre ha cambiado esta comarca estigmatizada por Buñuel y, gracias a él, recuperada para hacerla habitable y deseada.

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Dejamos el sendero y bajamos hasta casi tocar el agua, en la última parte de la ruta hay que caminar sobre piedras, no siempre cómodas

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A buscar apoyos para cruzar el cauce, el río es generoso, tranquilo mientras las lluvias no aumenten el caudal y la fuerza del agua nos obligue a desistir de seguir adelante. Eligimos una época buena.

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No todos los pasos son tan sencillos, hay que sopesar cada zancada, la pizarra es traicionera y pulida por el agua mucho más.

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El Chorrituelo aparece entonces, no hace falta la ingeniería costosa de los grandes canales; el agua sabe como salvar desniveles; simplemente se deja caer para deleite de todos.

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Es una caída constante, más calmada a finales de verano como en esta imagen…

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…o más bravía después de un otoño generoso como en esta otra. De cualquier forma este rincón es magnífico. En verano invita al baño. El agua es el único murmullo, y el de la admiración de quienes llegamos hasta aquí por primera vez. En algún lugar he leído que aquí nace el río Ovejuela, no lo he podido corroborar, me parece mucho caudal para el nacimiento de un río; aunque esto no le resta belleza  ni monumentalidad. Da pereza marcharse.

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A la izquierda del cauce hay un pequeño sendero que os aconsejo tomar unos metros, apenas un kilómetro, que os llevará de nuevo al sendero del GR 10, es una subida algo más dura pero al entrar en el camino de piedra comprenderéis porqué. De repente te sientas ante esta imagen de Hurdes, sus meandros, sus pizarras, sus bancales de olivos, pequeños bosques de pinos. No me digáis que no es una delicia que se pare el tiempo en un instante como este… Y ahora camino de vuelta.

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Los malditos años del hambre y el abandono la convirtieron en Tierra sin pan, el tiempo y aquella vergüenza nunca asumida transformaron este manto de pizarras y meandros, situado en una esquina del tiempo parado muchos lustros, en un lugar idílico, como sacado de un cuento. Dicen los hurdanos que «Las Hurdes comienza donde finaliza la fantasía del sueño». Es una tierra con duende, un premio Nobel que Extremadura enseña poco, como si le diese vergüenza; pero si te llegas hasta aquí y te dejas guiar por el instinto, descubrirás por qué Miguel de Unamuno sentenció acertado:

«. . . Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres»

Si cuando vengas por aquí se te eriza la piel un poquito, ya eres hijo de Las Hurdes, y volverás seguro. Nosotros lo hacemos muchas veces… Andando Extremadura.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2013

Ruta por la Garganta de Descuernacabras. Campillo de Deleitosa

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Hemos cogido la senda del Geoparque Villuercas-Ibores para perdernos por pequeñas carreteras en uno de esos rincones desconocidos  que, una vez que los visitas, no olvidas nunca. No soy el único que lo piensa, las referencias que aparecen en las redes sociales sobre la Ruta de la Garganta de Descuernacabras, Ruta del Acueducto de las Herrerías o Ruta de las Centrales Hidroeléctricas, es una sorpresa de principio a fin.

Hemos escogido otoño, época perfecta para una escapada turística, y en el Geoparque de las Villuercas, que no decepciona nunca, para realizar esta ruta, muy sencila, de apenas 15 kms, circular, pero tan cargada de sorpresas que es recomendable con los ojos cerrados. Y no perdáis ojo porque hay mucho que ver en todo el camino.

Os dejo el track de la ruta para GPS por gentileza de Teófilo Amores, compañero de caminos.

El geoparque nos recibe con su luz de otoño, entre brumas, enseñándonos la sucesión de montañas y valles que lo caracterizan. El Geoparque de Villuercas Ibores Jara es un macizo montañoso de amplia extensión, 2.544 km2 de superficie. Está situado en el sureste de la provincia de Cáceres, entre las cuencas del Tajo y del Guadiana. Forma parte de dos de los contextos geológicos españoles de relevancia mundial caracterizados por la Ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad: La red fluvial, rañas y paisajes apalachenses del Macizo Ibérico y el orógeno hercínico ibérico. Su territorio abarca 19 municipios de la mancomunidad de Villuercas Ibores Jara.

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Hemos subido al Puerto de Deleitosa, en el Collado de la Era de las Yuntas, que nos regala estas imágenes, si a un lado está el Geoparque, al otro, nos acompaña el Sistema Central y las Sierras de Gredos, arropadas por un mar de nubes que esconden al río Tajo

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 En Campillo de Deleitosa existe una asociación cultural muy activa, El Rútale, que ha publicado un magnífico libro -Campillo de Deleitosa, su historia en el olvido- que me servirá de referencia para ofrecer algunos datos. Campillo está escondida entre un mar de elevaciones y depresiones, flanqueda por las Sierras de Campillo y la Gallega; con apenas 80 habitantes guarda restos de la prehistoria y huella de civilizaciones romana o visigoda y algunas sopresas de época reciente. Este fuente la conocen como El Lejío.

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Salimos por el Camino de Robledollano buscando la subida al puerto que antes nos ofreció tan magníficas vistas

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A medida que ascendemos el paisaje aumenta, hemos dejado abajo Campillo, detrás la Sierra Gallega.

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De las pocas dificultades de la ruta es esta subida, casi recién iniciado el camino hasta el Camorro de la Olivilla.

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Las primeras horas de la mañana y la humedad, tras un día de lluvia, dejan estos juegos de luces entre los eucaliptos de la sierra.

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Tras tocar el puerto, iniciamos el descenso hasta la Garganta, imbuidos por la orografía de Las Villuercas que dibuja su silueta ante nuestros ojos.

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Nos acercamos a la Garganta de Descuernacabras, que recibe el nombre del arroyo que la recorre, disfrutando de un paisaje generado por los procesos erosivos producidos por el encajamiento de la actual red fluvial que han configurado un paisaje de sierras y valles paralelos, alineados en dirección NO-SE, rodeados por las penillanuras de Trujillo y de la Jara y que definen  la característica geomorfología de la región conocida como “relieve apalachense”.

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La Garganta, generosa de agua, nos aguarda con muchas sorpresas pues mantiene restos de la historia de la comarca, de sus oficios, de sus necesidades y de la actividad de un pequeño rincón que ha sabido, a lo largo de los años, aprovechar el agua para diferentes fines.

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La primera de las sorpresas aparece ante nosotros, se trata de una antigua Herrería utilizada para fundir el Hierro, prueba de la mucha actividad minera que desarrolló la comarca. Los oriundos del lugar no tienen claro si el conjunto es de época romana o de la Edad Media. Junto a el, arranca el canal de agua que llevaremos durante los próximos cinco kilómetros y que es el gran atractivo de la ruta y la razón por la que hemos llegado hasta aquí

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De momento hay que descender para coger el arroyo y seguir la ruta de las Herrerías.

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A nuestra derecha hemos traído la Sierra de Juncaldilla, uno de los frecuentes riscos del Geoparque que presentan estas pedreras tan características en la comarca. Esta Sierra, además, alberga la Cueva de Los Canchos de Juan Caldilla en la que aparecieron restos de pinturas rupestres y que fue utilizada en la posguerra civil por las numerosas cuadrillas de maquis que se refugiaron en la zona.

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A partir de aquí caminamos por dentro del cauce de la antigua acequia que servía para llevar el agua a las centrales hidroeléctricas, hasta tres, que han jalonado la Garganta

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Comenzamos en la zona de La Herrería, este molino utilizado para fundir hierro con material extraído de las minas cercanas.

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Los restos, ya digo que de origen poco claro, dan idea del trabajo que albergó este pequeño valle que forman la Sierras de Juncaldilla y las del Camorro del Acarreo

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El canal de agua es una obra de ingeniería faraónica, por lo abrupto de la zona que se conserva en un estado excelente y que podemos recorrer en su totalidad.

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Es una construcción realizada en pizarra sobre la falda de la sierra, casi invisble hasta que no estás en ella. Está realizada con tal delicadeza que es apenas perceptible. Caminar por ella es fácil y cómodo. Si bello es el paisaje que se abre por delante…

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 …no menos espectacular es el que vamos dejando atrás. El canal es un balcón privilegiado para disfrutar del entorno.

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En pocos sitios el canal tiene que romper la montaña para seguir el trazado, creo que es el único rincón en esta zona más escarpada del Cancho Quebrado.

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Un detalle de la construcción de la acequia de agua, pizarra sobre pizarra que se mantiene en pie sin problema. Con pequeños arcos que salvan los riachuelos y arroyos que bajan de la sierra.

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Aquí descubrimos los restos de la central hidroeléctrica levantada en 1917, la segunda que se puso en marcha y que estuvo activa hasta 1953 en la zona conocida como El Cabronil, producía 125v ¿os acordáis? Se construyó después de la original de 1912, más grande, porque la caída del agua era mayor y aumentaba la cantidad de energía.

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Este es el tramo más sorpredente, más bonito y más conocido de la zona: los Arcos del Cauce, o el Acueducto de las Herrerías. Un acueducto en curva para vadear el arroyo por el que pasa, realizado, por completo, en pizarra, piedra y ladrillo, y que todavía hoy luce así de vistoso.

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Es una obra de ingeniería magnífica que sortea con ingenio la depresión que crea la corriente de agua que evita.

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Su estado es excelente, pisarlo y atravesarlo es una delicia, sólo por llegar aquí merece la pena realizar la ruta.

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Y continúa el canal, asomando tímidamente desde la falda de la sierra, acompañando el curso del agua del arroyo en un recorrido paralelo.

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Frente a nosotros, al otro lado del cauce, se conservan restos de las antiguas explotaciones mineras, hoy en desuso.

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Es imposible no pararse a cada paso, la acequia es como un gran balcón de cinco kilómetros de largo que ofrece panorámicas magníficas. Y nosotros disfrutamos de ellas.

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Continuamos caminando por el canal, protegidos por las paredes que se conservan en pie, sólo algún pequeño salto, por la caída de piedras, nos obliga a abandonarlo por un instante.

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Esta panorámica general de la acequia da idea de su trazado, es como si quisiera nos destacar en el paisaje.

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La garganta de Descuernacabras flanqueada por el canal es así de sugerente.

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En este punto se une con el Arroyo de Fresnedoso y el caudal aumenta. Es una tierra dura, pizarra que apenas deja crecer la arboleda.

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A medida que nos acercamos al final de la acequia esta se ensancha, si hasta hace unos metros nos obligaba a caminar en fila india, ahora, su anchura nos permite andar en grupo.

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Y finaliza el canal, lo hace en este ensanche que facilitaba la caída de agua en la central que se comenzó a construir en 1912. Esa placa es una rejilla que servía de filtro para la corriente de agua.

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 Esta central que, como cuentan los amigos de la Asociación Cultural El Rútale, se comenzó a construir en 1912, cinco años antes que la anterior que divisamos, pero estuvo parada durante 41 años debido a que no estaba terminado el canal que tenía que llevar el agua hasta ella, por el alto coste de construcción del mismo.

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Quedan algunas estructuras de la conducción de agua, buena parte de ellas se perdieron en una crecida del arroyo en 2005 arrastradas por el agua.

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Esta central entró en funcionamiento en 1953 y paró definitivamente en 1969 cuando Iberduero comenzó a suministrar electricidad a 220v y esta quedaba obsoleta

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A  partir de aquí el arroyo continúa libre de la vigilancia del canal de agua

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A nosotros ya nos toca ascender para buscar de nuevo la localidad de Campillo y dar por finalizada la ruta. Este trozo de camino es más abrupto conserva, apenas, trazados de los antiguos caminos.

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Aún descubrimos restos de un antiguo molino, el Molino de Trigo de Damián, que cogía el agua del Arroyo del Castaño.

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El camino aún nos depara la visión del llamado Puente Viejo o Puente del Conde que los vecinos se vieron obligados a construir para poder comunicarse con la vecina localidad de Fresnedoso tras llevarse el antiguo puente romano una de las crecidas del río.

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Ascendemos hacia el Cerro Alto buscando las primeras casas de Campillo de Deleitosa. La subida nos aleja de la depresión de la garganta para alcanzar los llanos más cercanos a la localidad.

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El final del viaje nos acerca a Campillo y las primeras indicaciones nos anuncian el final.

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Flanqueados por piedra y alcornoque mantenemos vivo el recuerdo de lo que hemos disfrutado en tan singular camino.

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 La dehesa extremeña nos saluda de nuevo, el color del otoño nos regala esta última imagen antes de encontrarnos con Javier Campillo, de la Asociación Cultural El Rútale, que nos brinda las últimas explicaciones de todo lo que hemos visto, sorpresa tras sorpresa, en este pequeño rincón extremeño que guardamos para siempre.

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Yo inmortalizo todo lo visto, sentado ante los impresionantes arcos del acueducto y maravillado porque, en un rincón perdido de la geografía extremeña, haya tanta historia y tanta belleza.

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 Descubrir los rincones de tu tierra de esta manera tan singular, pateando las tierras que aún pelean por no desprenderse de la historia de otros años más difíciles en el entorno rural extremeño, te hace afianzarte en la convicción de que la única forma de encontrar nuestro pasado es hacerlo Andando Extremadura.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

Ruta por la Sierra de Gata. De Ovejuela a Perales del Puerto.

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Vamos a recorrer la comarca cacereña de la Sierra de Gata, desde el límite de Hurdes hasta la zona más cercana al Valle del Alagón, una  distancia total de 45 kilómetros que nos llevará desde Ovejuela hasta Perales del Puerto, que discurre por el GR 10, y que haremos en dos jornadas, dentro de una actividad solidaria: La II Ruta Solidaria contra el Cáncer que organiza el club deportivo La Vereína. El primer día cubriremos la distancia entre Ovejuela, en las Hurdes, y Torre de Don Miguel; la segunda jornada irá desde Torre hasta Perales del Puerto, un día especial, el segundo, porque nos acompañarán más de 500 personas. Fue un llamamiento solidario con mucho éxito.

Os dejo el track para GPS de La Vereína

La Sierra de Gata ocupa el rincón más noroccidental de Extremadura con paisajes de belleza sobrecogedora del olivar que produce un extraordinario aceite, al viñedo con su excelente vino, a los bosques autóctonos en las cabeceras de los valles (abedul ibérico, acebo, enebro, encina rupícola y roble melojo), contrastan con laderas de pinares y con las encinas y alcornoques de tierras bajas.

 La Sierra de Gata, haconsolidado su infraestructura turística, sobre todo los hoteles, y hoy nos invita a conocerla a través de la huella de los antiguos caminos empedrados, cañadas y cordeles que recorren valles o laderas, ascendiendo a lo alto de los puertos permitiendo conocer su paisaje y emblemáticos parajes, observar especies animales y vegetales.

 PRIMERA JORNADA

 Aunque la ruta transcurre por la Sierra de Gata comenzamos en Las Hurdes, en Ovejuela, una pequeña alquería dependiente de Pinofranqueado situada al borde de la sierra que delimita ambas comarcas. Ovejuela es un pequeño rincón idílico que traviesa el río que le da nombre, uno de esos paraísos de los que está salpicada la comarca hurdana. Y arrancamos, quedan 26 kilómetros por delante.

 

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El río Ovejuela nos deparará la primera de las delicias de la ruta: El Chorrituelo, un salto de agua espectacular. El pueblo, a pesar de ser pequeño cuenta con un pisicina natural fantástica.

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Las sierras donde se encaja el río crean un pequeño valle de jaras, brezos y pinos, los que aún no se han quemado en estos años. El sendero es amplio y cómodo, por ahora.

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Porque para llegar a la caída de agua hay que atravesar el río varias veces – menos mal que en el club La Vereína funciona la sección Pontoneros-

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Y otra vez haciendo el cabra… y todos los que tenemos cámara al quite por si captamos algún baño no previsto. Y no será la última.

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El Chorrituelo. Es octubre y, a pesar de haber pasado un verano seco, el río sigue llevando agua y el chorro ofrece esta imagen. El Chorrituelo es visitado por mucha gente, no es difícil llegar, está bien señalizado. En esta tierra pizarrosa el río Ovejuela supera el desnivel con esta vistosa casacada en el regato de la Zarruela que vierte sus aguas al río Ovejuela que acabará su recorrido en el río de los Ángeles.

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Comenzamos la ascensión por la falda de la Sierra, camino del pico de la Hiedra Mayor, 1.096 m, para cruzar a la Sierra de Gata

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A medida que asciendes descubres el paisaje, La Hurdes es un rincón que nadie debería perderse si quiere, de verdad, hablar sobre ellas.

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Subiendo entre helechos, castaños y robles. Delicioso.

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Y llegamos arriba. ahora tomamos durante un rato el cortafuego entre Hurdes y Gata en la Sierra de la Bolla, desde aquí nos quedan a la vista ambas comarcas.

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A nuestra derecha la comarca de Hurdes que despedimos aquí.

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A la izquierda la comarca de Sierra de Gata. Hacía ella nos dirijimos.

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Y ahora a bajar. Primer destino Robledillo de Gata. Es como un decorado de cine. 116 habitantes y siete casas rurales, piscina natural y el entorno que veis. En toda la coamrca de Gata se ha señalizado perfectamente el GR 10 señalando origen y destino del tramo, nos iremos encontrando estas señales.

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Tras los primeros metros, el camino discurre por un bosque de pinos y helechos. Es  un paraje conocido como Los Montes.

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Y en un claro descubres que Robledillo de Gata se encuentra a tiro de piedra. Estamos en el paraje de El Concejo.

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Es octubre y hace calor. Buscamos donde refrescarnos mientras reagrupamos. Y a seguir…

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Robledillo de Gata, un ejemplo fantástico del milagro del turismo rural. Este pueblo estaba condenado a desaparecer debido al envejecimiento, hoy es un destino turístico de primer orden en la Sierra de Gata

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Y se han cuidado todos los detalles.

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Salimos de Robledillo por el camino de la ermita del Humilladero buscando nuestro destino: Descargamaría

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Llegamos a Descargamaría por el Berrocal y cruzamos el río Árrago

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Es hora de hacer una pequeña parada para reponer fuerzas en un pequeño rincón junto al río.

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El camino continúa por el pequeño valle que crea el río rodea de pequeñas sierras que aún conservan sus pinares intactos.

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En el paraje de Vegas Pedrosas, junto al arroyo Noblea se encuentra uno de los campamentos de verano más conocidos de Cáceres. El del Padre Pacífico.

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Este es el paraje de La Mancha, pinos y robles a los bordes de un camino muy cómodo.

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Rodeados de una vegetación densa que se mezcla con huertos de olivos nos vamos acercando al siguiente pueblo gateño.

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La sorpresa viene cuando nos vemos obligados a cruzar el GR-10 sobre el río Árrago. Hay que descalzarse y cruzar el cauce si queremos continuar.

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La rivera del Árrago deja postales fantásticas mientras continúa su camino hacia el embalse del Borbollón en busca del río Alagón

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Alrededor de nosotros el paisaje de la Sierra de Gata se descubre, la sierra de las Jañonas y las ruinas del Castillo de Almenara nos anuncian que nuestro destino está más cerca.

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Un tramo del camino discurre por la carretera local que une los pueblos de la comarca por los que venimos andando. Estamos llegando a Cadalso de Gata

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Cadalso, medio millar de habitantes en una pequeña localidad que vive rodeada de olivos. De hecho la sierra de Gata, junto con Las Hurdes, sustentan la Denominación de Origen Protegida de aceite Gata-Hurdes, conocida como ‘manzanilla cacereña’, una zona de olivos plantados en bancales que hay que recoger de forma manual. Nosotros salimos por el camino de la ermita de Bienvenida

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Y llegamos a Torre de don Miguel, otra localidad gateña que sobrevive con medio millar de habitantes,donde haremos noche. Esta hermosa localidad se encuentra anclada en un maravilloso valle cerrado por las sierras de la Almenara y del Salio.

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Un laberinto de callejuelas, subidas, bajadas, escalones, habitaciones sobre las calles formando túneles y pasadizos…Torre de D. Miguel es un retroceso en el tiempo, un lugar donde se mezclan culturas árabes, cristianas, judías…Un lugar mágico indignamente desconocido. Una de las joyas de Sierra de Gata.

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Hora de intercambio de pareceres. Hay que preparar la jornada de mañana. A la segunda edición de la Ruta Solidaria contra el cáncer han respondido medio millar de personas y no se puede escapar ningún detalle.

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Mañana será una jornada complicada con 19 kilómetros de camino, desde Cáceres llegarán ocho autobuses y se tienen que ir con un grato recuerdo.

A descansar.

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SEGUNDA JORNADA

Amanece en la Sierra de Gata, hoy se celebra la II Ruta Solidaria contra el Cáncer, un día memorable que empieza en Torre de Don Miguel y terminará, 19 kilómetros después, en Perales del Puerto.

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Hoy el grupo de senderismo La Vereína tendrá que ocuparse de la intendencia, reparto de material, cruces, apoyo a los senderistas. Salimos del albergue de Torre de Don Miguel

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Hay que preparar el desayuno para quinientas personas.

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El Hogar de Mayores de la localidad nos presta la logística para atender a todos los participantes.

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Hay que recibir a los participantes y llevarlos hasta la plaza.

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Aquí comienza la ruta. Tras un desayuno suave arrancaremos camino de Gata, por el sendero del GR 10

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Salimos de Torre de Don Miguel buscando el sendero que discurre por la falda de la Sierra del Salido

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Por el paraje de la Raya vamos descubiendo el paisaje gateño, al fondo la pequeña sierra de El Rollo.

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Cruzamos el Puerto de la Cruz de Piedra antes de iniciar el descenso hacia la localidad de Gata.

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Bajamos por el paraje del Castaño buscando el valle del arroyo de Gata, frente a nosotros la Sierra del Fortín

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Andando por este tramo de calzada romana, conocida como Vía Dalmacia, la vida en la sierra sigue, su actividad agrícola hace las delicias de todos los caminantes.

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LLegamos a Gata, durante la ocupación de Lusitania por los romanos,  fue denominada Catóbriga y por ella pasaba parte de la Vía Dalmacia, existente aún en un tramo de varios kilómetros en lo que se conoce por el puerto de Castilla. Esta calzada comunicaba Caurium, (Coria), con Miróbriga, (Ciudad Rodrigo).

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Recibimos a los participantes obsequiándoles con una pequeña bolsa con avituallamiento y algunos regalos.

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El conjunto urbano de Gata es, sencillamente delicioso, auténtico, de hecho está declarado Conjunto Histórico de Interés Cultural, su patrimonio es muy variado, es una de las joyas de la Sierra de Gata sin ninguna duda.

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Salimos por la zona de El Prado para afrontar la subida a la Sierra del Salido.

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Cruzamos la rivera de Gata entre bancales de olivos, constantes en toda la comarca.

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Por la zona de las Gomanas el bosque de pinos se mezcla con las tierras de labor, en esta parte de la sierra los incendios han hecho estragos como iremos viendo en los próximos kilómetros.

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Este tramo del GR 10 está magníficamente señalizado en toda la comarca, y es bastante cómodo, estos kilómetros transcurrían hace unos años por un enorme pinar en un entorno magnífico…

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…hoy la herida es visible, da mucha pena caminar por aquí. Pero está bien que seamos conscientes del daño que hace el fuego y de los intereses que esconde.

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Cada verano esta comarca sufre los devastadores efectos del fuego, siempre provocado, siempre intencionado. Intereses económicos, locuras, envidia, es difícil, de saber y de entender, pero el resultado es desolador.

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Seguimos por la zona de La Cumbre buscando el alto de la Sierra

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La tierra agradecida se abre paso tras el fuego y se torna otra vez verde

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Atrás hemos dejado Gata, la ruta se estira, cada uno viene a su paso, no hay prisa.

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Alcanzamos el puerto de la Cumbre de Arriba, en la Sierra del Salido, 669 metros y cruzamos a otro de las valles de la Sierra de Gata este es conocido como La Vega

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Descenso ahora por la zona de Las Vueltas buscando la zona más baja antes dar con los pies en Villasbuenas de Gata.

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Debíamos estar caminado por un bosque, pero la sierra vacía es una herida abierta que puede acabar con esta tierra rica en nutrientes.

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A esta imagen ponedle pinos por todas partes… es la diferencia

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La zona más baja se ha librado del fuego, este rincón que llaman La Hormigosa.

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Prueba de que después del fuego hay que trabajar rápido es la huella que dejan las máquinas en el camino.

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Donde no llegó el fuego el paisaje es otro. En La Sierra de Gata la señalización es constante, se agradece.

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Llegamos a Villasbuenas de Gata, el ayuntamiento nos recibe con una degustación de productos de la zona; aceite de oliva virgen extra, vino blanco, muy apreciado y conocido, aceitunas, la verde cacereña y la negra. Un refigrerio antes de afrontar los seis últimos kilómetros de la ruta

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Salimos de Villasbuenas por el camino de Perales del Puerto. Queda menos, el calor aprieta.

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Un tramo del trazado discurre ahora por una pequeña carretera local

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Hasta que nos desviamos por un pequeño robledal en el paraje de Las Lavillas

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Cobijados por este pequeño bosque antes de atravesar la rivera de Gata

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Último esfuerzo y en Perales del Puerto a la espera del recibimiento, la marcha se estira.

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Perales del Puerto espera a los caminantes en el salón social donde el ayuntamiento nos obsequia con una merienda. 19 kilómetros después hemos llegado, satisfechos y agradecidos por los detalles de toda la gente de la comarca. Fin de la ruta, ya somos un poco más de la Sierra de Gata.

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Ha sido un placer, los que trabajamos para hacer posible la ruta, descansamos tras el esfuerzo por muchas razones: la respuesta de la gente, el compromiso y la disposición de la Mancomunidad  Municipios de la Sierra de Gata, sobre todo el equipo de Dinamización Deportiva, y el agradecimiento sincero de la Asociación Española Contra el Cáncer -AECC- y la entrega de los miembros del Club La Vereína que se desvivieron porque todo saliese a la perfección. Los comentarios de quienes participaron en la ruta son el mejor testimonio de que mereció la pena el esfuerzo.

                                                                                                                                            @vicentepozas2013

El placer de caminar, el placer de conocer, el placer de descubrir

En estos tiempos híper veloces en los que una idea se despacha en un twett (140 caracteres),  en los que reclamamos información en tiempo real y la vida (y la muerte) se retransmiten en directo. Ahora que en nuestro ideal de progreso no pueden faltar autovías, trenes de alta velocidad, conexiones 3G o teléfonos que hubiesen ruborizado al mismísimo Q, el original inventor del Servicio Secreto Británico en James Bond, merece la pena bajarse del mundo por unos kilómetros y recuperar el placer de caminar. Naturaleza y viaje, una fantástica experiencia.

Reconforta adentrarse por lo muchos senderos que recorren Extremadura y descubrir valles ocultos a la vista, restos de viejas civilizaciones, antiguas villas o castillos, ríos o gentes a quienes tantos y tantos megas de velocidad parecen no preocupar en exceso.

Andando Extremadura se descubre que hay otra región que parecemos ignorar, que hemos olvidado, una tierra de la que, curiosamente, presumimos cuando estamos fuera, pero que en realidad desconocemos. Hoy los caminos rurales de la región son un atractivo añadido, recuperados y puestos en valor se están convirtiendo en un reclamo turístico con el que competimos con mucho éxito. El senderismo se ha convertido en una filosofía y Extremadura es un templo del paseo.

Y no es para menos. Si pusiésemos los 35.000 caminos que tenemos en Extremadura uno tras otro, podríamos darle casi dos vueltas completas a la tierra. Más de 67.000 kilómetros que han servido de desarrollo para un entorno rural que no siempre fue tan idílico.

En poco más de dos décadas la región ha descubierto que podía comercializarse, que era un destino atractivo, que quienes venían buscando refugio dejaban dinero, mucho dinero. Comenzamos ofreciendo  patrimonio histórico, luego vendimos paisajes, más tarde la singularidad de la ruralidad y sus excelencias; de repente descubrimos que miles de personas nos visitaban para observar aves, y también lo añadimos a la cesta; no hace tanto que entendimos que además de visitar ciudades teníamos un rico patrimonio en nuestros caminos, esos que además de servir para las labores agrícolas o para comunicar fincas, ventas o parcelas, enseñaban la región por dentro, sus entrañas, sus detalles, sus secretos en forma de olores y colores, paisajes y paisanajes.

Hoy algunas de esas rutas son un reclamo popular que el desenfreno de catalogarlas como atractivo turístico las promociona y las eleva a fiestas de interés y las publicita, con peligro de morir de éxito. Así se vuelven multitudinarias rutas como las del Emperador de Jarandilla de la Vera a Cuacos de Yuste, o la de Carlos V de Tornavacas a Jarandilla. Rutas como las del Valle del Ambroz, o La del Cerezo en Flor  en Jerte, Peñas Blancas en La Zarza, la del Parque Natural del Cornalvo en Trujillanos o la de los Duques de Feria van creciendo año a año y suponen un esfuerzo organizativo importante y un suculento generador de recursos.

De hecho, la Federación Extremeña de Montaña –FEXME- ha establecido un calendario extremeño de rutas senderistas; bajo el lema ‘naturaleza turística’  aglutina 18 recorridos con referentes históricos, naturales o estacionales. Propuestas que van desde hacer la ruta transfrontera, la de Isabel la Católica, la Templaria, la del contrabando, pasando por la del Cerezo en Flor, la de los Bosques del Ambroz o la de las Grullas.

Extremadura tiene ahora mismo 208 senderos homologados, es decir, perfectamente señalizados con una de las tres marcas oficiales: roja y blanca para los GR, Grandes Recorridos, amarilla y blanca para los PR, pequeños recorridos y verde y blanca para los SL, Senderos Locales; pero también es verdad que cada vez son más los ayuntamientos y comarcas que marcan sus caminos y que editan guías y planos sobre los distintos senderos y rutas que pueden realizarse. Un ejemplo es la ciudad de Cáceres que desde hace unos años tiene editadas 10 rutas alrededor del núcleo urbano o sus cercanías, unos dípticos que la capital lleva a cada una de las ferias a las que acude y que oferta como un atractivo más, un complemento a la riqueza de la ciudad monumental.

Decía San Agustín que una cosa es haber andado más camino y otra, haber caminado más despacio… Cuando entras en la dinámica de marchar a pie, las distancia no las mides en kilómetros, si no en tiempo. El refranero español es rico: ‘Caminos hacen amigos’, ‘Más vale camino viejo que sendero nuevo’ o ‘En camino largo, corto el paso’…

Los esfuerzos por recuperar los cordeles, cañadas reales e itinerarios peregrinos se dejan notar. En la comarca de Las Villuercas se están señalizando caminos históricos que llevaban al Monasterio de Guadalupe ( http://www.itinere1337.com ); Renfe recupera antiguas vías en desuso que ahora reciben el nombre de Vías Verdes (http://www.viasverdes.com ), en Extremadura tenemos una de gran belleza, además del antiguo trayecto ferroviario de la Ruta de la Plata ya cerrado, y el Ministerio de Agricultura está recuperando y señalizando al red española de Caminos Naturales (http://www.magrama.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/ ) Más de 8.000 kilómetros repartidos por toda España, de los que en Extremadura hay 3 recorridos: el del río Rivera de Acebo, el Corredor Cáceres-Badajoz y el de Las Vegas del Guadiana.

Caminando te encuentras, se hacen amigos, es cierto, pero lo mejor de todo es que descubres paisajes que ni imaginabas, una diversidad que sorprende, que embelesa.

Y por añadido descubres que hay estaciones, que hay colores, tonos, olores, momentos e instantes que únicamente duran un minuto. Si quieres ser testigo de ellos, lo mejor es que te coja andando Extremadura.-

                                                                                                                                          ©vicentepozas2013

Ruta Laguna de los Caballeros en Gredos

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 Hemos vuelto a Gredos, al Sistema Central;  En torno a sus grandes moles graníticas basculan cuatro comunidades autónomas: Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid; extendiéndose de Este a Oeste desde San Martín de Valdeiglesias a Hervás y de Norte a Sur del valle del Tormes a Rosarito. Su agreste relieve ha servido de refugio a la tribu celta más meridional (los vetones) y a otros rebeldes históricos como El Empecinado o los maquis. Una zona muy apropiada para la práctica de senderismo, ciclismo, montañismo, escalada y esquí de travesía. En Castilla y León está declarado como parque regional, un enclave muy vistado que, por tanto, nos garantiza una excelente oferta de alojamientos que nos permitirá disfrutar de su paisaje y de su paisanaje. Gredos es un rincón único, recorrerlo andando es toda una experiencia.

Nosotros vamos a realizar la ruta de La Laguna de los Caballeros, llamada también la laguna oculta, la más solitaria de Gredos y que transcurre por la garganta del mismo nombre; es una ruta dura, son 13 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta (no es circular) con un desnivel acumulado de algo más de 900 m.

Os dejo el track para GPS por gentileza del amigo Teófilo Amores Mendoza

 

 

 La ruta arranca y finaliza en Navalguijo, pedanía de la localidad de Navalonguilla, en la comarca del Alto Tormes en Ávila que hace frontera con la provincia de Cáceres; un pequeño enclave de apenas 50 habitantes rodeado de bosques y agua.

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Justo a la salida, la señalización nos avisa: hay cinco horas de ascenso, que se convertirán en casi las mismas de regreso, por el llamado Camino del Agua, dentro de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León.
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Salimos por la zona de las Cerradillas, para atravesar enseguida la Garganta de las Lanchuelas por un pequeño bosque de pinos y robles.
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Nada más ascender por El Frontón nos sorprenden los que aquí llaman Prados de Tejea, una zona rica, bañada por la Garganta de los Caballeros, al fondo la Cuerda de los Majanillos.
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Es una ruta deliciosa que nos lleva a seguir el curso del río transitando por diferentes lugares donde el agua moldea el paisaje, de momento rodeados por lavanda y retamas.
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El paisaje sorprende con elevados saltos de agua como este de la Chorrera del Lanchón. La ruta, lo vais viendo, está muy bien señalizada, de principio a fin.
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Entramos ahora una de las partes más bellas de la ruta, una hondonada que el agua ha ido excavando en la piedra, mientras caminamos por un sendero de piedra en la ladera de Los Portales.
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Cantos rodados, pozas de agua cristalina que invitan al baño, saltos de agua; un desnivel que vamos remontando poco a poco.
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Es un ascenso suave, pero continuado por las faldas del pico de la Camocha, el sendero es estrecho y de piedra.
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Y no estamos solos, las cumbres de Gredos son refugio de la cabra, el íbice ibérico o cabra montés (Capra pyrenaica), en la actualidad hay en torno a 3.500 unidades. Las hembras viven en manadas separadas de los machos y son mucho más pequeñas.

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Seguimos cubriendo la distancia hasta la cima por el paraje de Regajalloso, mientras atravesamos la pequeña garganta del Horco de Arriba.

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Un paisaje que empequeñece, estamos a 1.700 metros de altura, encima de nosotros la montaña se eleva hasta los 2.200 metros, en el Pelado de Bernardo; nosotros dejamos huella en la Cuerda del Cerrojo antes de descender suavemente para cruzar la garganta hacia la otra orilla.

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El arroyo de Bajohondillo, antes de diluirse en la garganta, deja este salto de agua

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Una pequeña choza de pastores, ahora refugio, sale a nuestro encuentro; ascendemos mientras ya queda roca y matorral.

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Parece que por estos parajes nadie hubiese tocado nada, la presencia humana no es visible… a primera vista.

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Porque al cabo descubres la actividad del hombre, una antigua explotación minera, imagino en condiciones más que duras a esta altura de la montaña. Mina de Blenda, de la que quedan algunos restos de construcciones y antigua maquinaria.

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Dejamos la barrera del Bajohondillo flanqueados por el Canchal de la Mentira.

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Al fondo ya vemos La Covacha, justo debajo se oculta la Laguna, aún queda nieve a pesar de las alturas de primavera que elegimos para realizar la ruta.

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Este refugio es utilizado por montañeros y escaladores que se pierden en esta montaña varios días, cuando nosotros pasamos había gente.

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Un último esfuerzo, ascendemos por Las Hoyuelas buscando la Laguna.

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Más cerca el pico del Juraco y la Portilla Honda.

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Atrás dejamos este pequeño valle recorrido por la Garganta de los Caballeros, las cumbres de la derecha marcan la Frontera entre Castilla León y Extremadura.

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Y llegamos, 13 kilómetros y medio y cinco horas después, la Laguna de los Caballeros está a la vista. Una de las lagunas más solitaria de Gredos, situada a 2.000 metros.

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Y no estamos solos, las sempiternas cabras, incómodas por nuestra presencia, corren a esconderse.

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El calor a esta hora es sofocante pero el agua, tentadora, está apenas a unos grados, mojarse los pies y salir rápido mientras disfrutamos de un pequeño descanso y un merecido refrigerio.

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Es hora de relajarse y disfrutar del paisaje, tranquilos tras el esfuerzo y comentando el camino (ahora no pensamos en la bajada)

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Los más atrevidos se encaraman hasta la Covacha para avistar Extremadura, al otro lado. Incansables.

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En este pequeño jardín dan ganas de quedarse, pero quedan 13 kilómetros hasta regresar a Navalguijo. Y en la montaña los descensos son temibles pues castigan las rodillas.

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Regresamos, los primeros metros pesan más tras quedarnos parados y fríos un rato, pero el camino te obliga a entrar en calor.

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La Garganta de los Caballeros, generosa en agua por la nieve, los regatos y arroyos, nos acompaña en la bajada, desandamos el camino más rápidos en el descenso y pensando en llegar. El regreso se hace largo y tedioso.

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Después de tres horas de camino, volvemos a atisbar el bosque, la vegetación frondosa de los prados más bajos, ahora es cuando parece que llegas…. y no llegas nunca.

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Al final cuando te deshaces de las botas, buscas el agua (nada más porque en Navalguijo no hay ni bares) queda tiempo para la sonrisa, inmontalizar el instante, casi sin fuerzas.

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Atrás queda la Laguna de los Caballeros, con una foto de familia para el recuerdo; mañana dolerán los pies, nada que no se cure con una buena imagen para los restos

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 En senderismo cuando has pisado Gredos, estás obligado a volver cada año, es como un pacto tácito, algo que se pega a la sangre y te acompaña en cada ruta, es como si una voz te llamase; cuando logras el objetivo y vuelves a la rutina entiendes las razones de esos montañeros de grandes proezas que siempre que les preguntan por qué vuelves, contestan: «porque me llama la montaña». Cuando has oído esa voz, no logras desprenderte de ella. Es dogma, tan cierto como que cada año regresamos a la cumbre.-

                                                                                                                                          ©vicentepozas2013

 

Ruta Refugio de las Nieves y el Trabuquete

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Gredos es siempre una delicia, ya sea arriba en las cumbres o en las estribaciones del Sistema Central. Esta vez hemos elegido la ascensión al  Refugio de las Nieves situado en la Cuerda de los Infiernillos por donde discurre la Garganta Jaranda. La comarca de La Vera tiene muchos encantos, entre ellos, sus inumerables senderos, un lugar recomendado y avalado por una excelente oferta de servicios. La ruta parte de Guijo de Santa Bárbara en la comarca de la Vera; este recorrido tiene un añadido más que apetecible: el charco del Trabuquete donde disfrutaremos de un baño reparador. Una ruta de 16 kms de dificultad media con un desnivel de 900 metros y que hemos hecho con el Club de Senderismo Catelsa Cáceres.

Os dejo el track de la ruta para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

 

Salimos de Guijo de Santa Bárbara una localidad que conserva muestras de arquitectura popular situada en las estribaciones de Gredos y que es uno de los cuatro Guijos de la provincia de Cáceres: Guijo de Coria, Guijo de Galisteo, Guijo de Granadilla y el nuestro. El pueblo es todo cuesta y todo piedra. Aquí, según cuentan, nació Viriato, caudillo lusitano que tanto luchó contra Roma, de hecho en mayo celebran las fiestas de Viriato, en recuerdo al personaje.

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Esta es una ruta conocida, incluiso a comienzos de agosto en Guijo celebran la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves y los aldeanos suben al refugio que está en la sierra y terminan dándose un bañito en el Trabuquete. pero vamos por partes…

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El pueblo ya está a una altura considerable, 900 metros, cuando comienzas a ascender la comarca de la Vera se va descubriendo por si sola.
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La portilla de Jaranda en la sierra de Tormantos será nuestro paisaje.
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La ruta discurre por caminos amplios en algunos momentos, pequeñas veredas, aún la zona más baja los bosques de robles nos protegen del sol, no por mucho tiempo.
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Por ahora aprovechamos el pequeño refugio que nos dan los árboles antes de comenzar a caminar por la parte alta de la sierra donde la vegetación es más baja.
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De momento los prados más verdes en la zona de Los Escalerones nos enseñan La Vera más agrícola y dejan esta fotografía relajante. A este pequeño rincón le llaman El Hueco
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Así seguimos ascendiendo hacia el Collado del Mielcro
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Abandonamos el camino y por pequeñas veredas seguimos la subida, el paisaje ya es otro.
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La ruta discurre por la Cuerda del Moro, es la primera elevación del camino a 1.209 metros de altura.
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Al llegar arriba disfrutamos contemplando La Vera, Campo Arañuelo y Las Villuercas al fondo
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Divisamos parte del camino que hemos traído, y las localidades de Aldeanueva de la Vera, Cuacos de Yuste y Jaraiz de la Vera
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Es gratificante mirar hacia atrás, pero hay que continuar, frente a nosotros la Loma del Hornillo en la Sierra de Tormantos. El paisaje ha cambiado, la vegetación es casi residual a medida que ascendemos.

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Curiosa forma la de esta piedra, parece vigilar el camino. No muerde.
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Seguimos por la cuerda, un pequeño sendero nos lleva hasta el refugio que ya atisbamos al fondo
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Y llegamos. Esta es la Capilla Refugio de la Virgen de las Nieves. Fue construida en los años 60 del siglo pasado en el paraje de Collado Alto situado a unos 1.500 metros de altitud, en este edificio se encuentran dos habitaciones, una de ellas dispone de cocina, para el refugio de montañeros y pastores. El 5 de agosto aprovechando la festividad de la Virgen de las Nieves se celebra una romería al Refugio.

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Descansamos un poco disfrutando de la información que ofrece los paneles instalados. No olvidemos que Guijo de Santa Bárbara presenta unos notables valores ecológicos, la mayor parte de su término está declarado como Espacio Natural Protegido, por el LIC (Lugar de Interés Comunitario) «Sierra de Gredos y Valle del Jerte»  perteneciente a la Red Natura 2000, la red de espacios naturales de Europa.
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Ahora a reponer fuerzas en el pequeño merendero que tiene el Refugio, no podemos parar demasiado, aquí arriba el aire es frío; no falta tampoco el agua en un par de fuentes que corren si problema. Merendar en un paraje así es un privilegio.

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Queda esta imagen para el recuerdo. Además del agua, la Loma de Piemesado en primer término y la Portilla de Jaranda al fondo
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Maravilloso, y duro, el Sistema Central, la serranía de Gredos, en invierno este paisaje suele estar cubierto de nieve, es junio y el calor empieza a notarse, aunque aquí arriba la temperatura es mucho más suave.

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Iniciamos el descenso hasta la Garganta del Campanario, el desnivel es importante hay que andar con cuidado.
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A esta zona, El Campanario, se la conoce así por estas curiosas piedras que se alzan como campanarios de iglesias
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Atravesamos la garganta que también es conocida como del Hocino antes de desembocar en un paraje singular, con algunos recursos interesantes. El Pontón del Campanario

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Las viejas chozas de pastores, ahora recuperadas, pueden usarse. Nosotros continuamos.
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En la zona quedan restos de este pequeño asentamiento de pastores, al menos eso parece, que lleva el nombre de la garganta: El Campanario.
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Cruzamos ahora el pontón de Regajoluengo camino de la garganta Jaranda, última parte de la ruta
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Esta parte del camino, bastante transitada, esta preparada para facilitar el recorrido. Estamos en la garganta Jaranda que después de pasar por Guijo baja hasta Jarandilla de la Vera, que yo recuerde, al menos, hay tres piscinas naturales en su cauce; charcos muchos, y magníficos.

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Ya digo, antes había que andar como cabras cruzando la garganta, ahora han puesto las cosas bastantes sencillas.

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Antes comentaba que había muchos charcos en la garganta, este es mítico, el Trabuquete, sólo se puede subir andando, unos 45 minutos, pero merece la pena.
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El Trabuquete, un rinconcito magnífico, no le falta de nada, siempre que nos guste el agua muy fría.

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Después del baño, recuperados de la caminata -con pérdida incluida- descendemos hacia Guijo para dar por finalizada la ruta.

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Cruzamos por última vez las aguas de Jaranda e iniciamos una pequeña subida al pueblo

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 En Guijo de Santa Bárbara nos esperan, además del agua, delicias como las frambuesas o el licor de frambuesa, aceites, dulces y un pan de escándalo (de hecho mucha gente de la comarca sube al pueblo a por el). Pasear por sus calles es un descanso. Con apenas 400 habitantes, su oferta de casas rurales se acerca a la decena. Su piscina natural, El Puente,  cuenta con dos chiringuitos, uno de ellos con una cocina magnífica y unas vistas de escándalo.

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Fin del viaje, La Vera ofrece multitud de posibilidades para caminantes y/o amantes de la naturaleza y el paisaje; esta ruta, que forma parte del antiguo Camino de Castilla, guarda muchos encantos, sorpresas que encuentras en el camino y en la montaña y te llevas en la mochila para el recuerdo.

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Recuerdos que yo vierto en este blog para que quien desee pueda disfrutarlos y, en su caso, hacerlos suyos a través de su propia experiencia. Por no contarlo, que no quede. Yo por mi parte, escojo los lugares altos donde la vista no llega y la mirada se pierde; cuanto más arriba, mas entro en trance, lo hago… Andando Extremadura.-

@vicentepozas2013

 

Ruta Pico Jálama. Sierra de Gata

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 La comarca de Sierra de Gata en el norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres, es un rincón lleno de encantos («Travel Republic 2014») desde arquitectura popular hasta piscinas naturales (18 en total). Enclavada en el Sistema Central ofrece muchas alternativas para el senderismo. Como pasa en casi toda Extremadura, su desarrollo turístico invita a disfrutar de ella. Nosotros vamos a hacer una de las rutas duras de la zona, la subida al Pico Jálama, el techo de Sierra de Gata, con 1.492 m de altitud. Son casi 26 kms con mucho desnivel acumulado pero unas vistas magníficas.

Os dejo el track de la ruta realizado por Teófilo Amores, compañero de camino.

 

 Comenzamos recorrido en la localidad sierragateña de Acebo y terminaremos en el Valle de Jálama, Val de Xálima en el habla local, A Fala, que se conserva en tres localidades; en una de ellas, San Martín de Trevejo, tenemos nuestro destino final. Salimos del pueblo camino de la psicina natural, un lugar frecuentado en verano. Frente a nosotros las Cabezadas de La Cervigona por donde pasaremos en un rato.

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Llegamos a la piscina natural de Acebo situada en la rivera del mismo nombre y que recoge las aguas de varios arroyos de nombre singulares: Arraguijo, de la Mujer o de los Hocinos; un rincón fabuloso para los días de calor, arriba La Cervigona y el Cerro de la Pizarra, de algo más de 1.000 metros de altitud, por donde transcurre la ruta, estamos comenzando, ahora iniciamos la subida, lenta y continua.

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Tomamos el camino del Puerto ascendiendo por la Cardilla, en el paisaje son visibles los efectos del fuego que arrasó esta zona hace algunos años cuando todo esto eran bosques de pinos, afortunadamente la tierra se recupera.

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Según vamos subiendo, descubrimos el magnífico pico del Jálama, quedan 18 kms hasta llegar allí y otros 10 de bajada, impone la altura, pero hay que llegar.
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Nuestro primer cerro, el Mirador de La Ventosa, 794 m de altitud, un pequeño alto para tomar algunas fotos y seguir camino; desde aquí se observa parte de la Sierra de Gata, es una delicia, este tramo es fácil y merece la pena subir
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Esta es la prueba, imagen tomada desde el Mirador al fondo, Acebo
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Continuamos por el Camino del Puerto de Castilla que ahora transcurre por el Teso de Santa María, si os fijáis es visible el sendero que nos lleva a la sierra.
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Atravesamos en la zona el pequeño arroyo de la Jara del Rey, salvado por este puente.
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Ascendemos hasta tocar el límite de Extremadura con Castilla León junto al Puerto de Perales, calzadas con historia, muy usadas hace años cuando los caminos eran la única manera de comunicarse.

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Tomamos el cortafuego en el alto de Santa Marta que llevaremos durante varios kilómetros, esta zona de seguridad contra incendios marca el límite entre Extremadura y Castilla y León, entre las provincias de Cáceres y Salamanca.
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Sólo nos desviamos unos metros para llegar hasta el mirador de La Cervigona y descubrir parte de las estribaciones del Sistema Central en esta media montaña que vamos pateando
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Aquí estamos, disfrutando de la altura y el paisaje, vigilados por el Jálama que nos sigue llamando
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Acebo más lejos, ahora vemos la presa que le da agua y la bellísima comarca de la Sierra de Gata.
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Aquí nace la Rivera de Acebo, en La Cervigona, comienza cayendo hasta llegar encajonada al fondo del valle. Es una zona rica en agua donde las fuentes y regatos son habituales, todos acabarán en el río Alagón, muchos kilómetros más abajo.
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No hay mucho tiempo para pararse, continua la ruta, seguimos por el cortafuegos llegando al Cerro del Grillo.
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En algunos momentos estas pistas forestales parecen grandes autopistas rurales por las que caminamos pese a su incomodidad, es tierra removida que las hace muy fastidiosas.
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Termina el cortafuegos e iniciamos, ahora en tierras salmantinas, el ascenso al Jálama; acabamos de entrar en el castellano Espacio Natural del Rebollar continuidad de la comarca cacereña de la Sierra de Gata.

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El Espacio posee características naturales de gran valor, se trata del segmento más oceánico del Sistema Central, tanto desde el punto de vista de la vegetación, la fauna y la geomorfología enriqueciendo y matizando la monotonía de formas que dominan en la Cordillera Central. Y cuenta con miradores que nos permiten disfrutar de su vista

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Al Este, Extremadura, la Sierra de Gata y Las Hurdes, al fondo el embalse de Borbollón que en invierno se convierte en un excelente dormidero de grullas, gracias a su isla central
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Al Oeste, Salamanca y la comarca de El Rebollar y su espacio natural protegido, incluido en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León. En esta región ya se han instalado aerogeneradores para la obtención de energía eólica, su impacto es evidente.

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Tras un tramo más complicado y una subida dura retomamos el camino, nuestro siguiente punto antes de subir, el Pozo de Nieve, la temperatura ya a esta altura es bastante más baja.

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Antes de afrontar los últimos metros de subida a la cima, parada para comer algo y reponer fuerzas; no demoramos mucho, quietos hace frío y hay ganas de llegar.

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El Pozo de Nieve se conserva intacto, estas construcciones se usaron hasta hace medio siglo para la fabricación de bloques de hielo que se transportaban en mulas y eran vendidos por toda la zona.

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Y por fin alcanzamos la cima, hemos coronado el Jálama, estamos a 1.492 metros de altura sobre el mar y, desde aquí, las vistas impresionan. Ha costado subir, pero merece la pena. Así se ve el Sistema Central desde una de sus atalayas, al fondo, Gredos aún con nieve.

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Testimonio de que hemos llegado (foto de Teófilo Amores). ahora hay que bajar, aún quedan 10 kms de camino, de descenso, y suele ser más complicado

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Tras caminar por medio de matorrales, retomanos durante un rato el cortafuegos que nos llevará hasta el último tramo del recorrido.

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Los últimos cinco kilómetros discurren por una antigua calzada romana, un camino delicioso pero harto incómodo por las piedras que lo cubren. Les toca trabajar a los tobillos.

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Es la Calzada Romana empedrada o «Caminu du Portu», por donde discurre nuestro último tramo, otrora muy utilizada para la comunicación con pueblos salmantinos como El Payo o Navafrías o portugueses como Aldea du Obispo, a través del Puerto de Santa Clara. Un auténtico corredor cultural y natural.

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Cerca del pueblo cambia el paisaje y los prados para el ganado dejan otros colores

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Así llegamos a San Martín de Trevejo, una de las tres localidades del Valle del Jálama, o Val de Xálima como comenté al principio. Su principal valor es que conserva su propio habla. La fala (A fala) es una lengua romance del subgrupo galaico-portugués hablada en los municipios de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, todos ellos en el Valle de Jálama. Es también nombrada de diversas formas, como: Xalimés, Mañegu, A fala de Xálima, A fala d’acá, A nossa fala y chapurráu (en Valverde) sus orígenes aún se discuten pero en la comarca se habla con normalidad y carteles e inidcadores aperecen en castellano y en la lengua local. Una sorpresa para quien no lo conoce.

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San Martín de Trevejo conserva todo su encanto y su historia. Sus casas construidas en el arranque con muros de piedra, sus escalinatas de peldaños de granitos llamados popularmente (Poyos) para acceder a la vivienda, y las vigas de maderas o vuelos de la vivienda que sobresalen a la altura del primer piso en cuyos bordes se decoran con figuras de rostros humanos son características comunes en casi todas las construcciones; constan esta viviendas en su generalidad de tres plantas, la planta baja sirve de Bodega y para el ganado, la primera planta para la vivienda y la segunda planta para desván o almacén.

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Como dicen los lugareños:

DIGNU DE VEL I DISFRUTAL.

Sa Martin de Trevellu, antis chamau “dos Viñus” é un lugal cheu de encantu por mutas radós. As suas serras, aguas abundantis, vegetación rica i variá, fauna silvestri, historia, cultura, “fala” mañega, dan pa disfruti de corpus i almas. Aquí nun se poi vil i dilsi. Hay que paladealo. Visitei a Plaza i callis típicas, vendu as construcciós tradicionais , a Torri, a Iglexa con os cuadrus de Morales; dei un paseu i coñocei o Conventu de San Miguel (XV); subí hasta as Cancheiras ¡que panorámica do lugal i sei valli¡. En baris, restaurantis i boigas, degustei os viñus de “pichorra”, artesanía…

Pues eso brindamos por el lugar y por el esfuerzo. Estas cosas terminan como debe ser… salud

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 Fantástica ruta, siete horas de camino para recorrer casi 26 kilómetros. Por una comarca a la que no le gustan las prisas, los sierragatinos dicen si les metes prisa que «el tiempo lo dan dao», o sea que tranquilos. Nosotros lo estamos después de haber sorteado el Pico del Jálama y haber caminado por tierras extremeñas y castellanoleonesas. Un delicia que hemos disfrutado con la asociación de senderismo La Vereína a la que pertenezco, buenos amigos que se hacen… Andando Extremadura.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

 

 

Ruta de Carlos V

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 El 8 de agosto de 1556, el Emperador Carlos V abandona definitivamente Bruselas emprendiendo su viaje de retiro a Yuste. Un largo viaje desde el corazón de Europa a la cacereña comarca de La Vera. El Emperador llegó a Jarandilla de la Vera el 12 de noviembre de 1556. En el castillo de los Condes de Oropesa (actual Parador Nacional) se hospedó hasta que su palacio en Yuste estuvo acabado. Llega a Yuste el 3 de febrero de 1557 tras recorrer 94,8 leguas desde Laredo. Dos años después moriría de paludismo.

Este trocito de la historia es hoy uno de los recorridos senderistas más bellos de Extremadura. Recuerda el viaje real desde el Valle del Jerte, en la localidad de Tornavacas, hasta Jarandilla de la Vera atravesando las cumbres de Gredos en el Sistema Central. Es una ruta dura, de media montaña con 27,6 kms de distancia y un desnivel acumulada de unos 900 metros. La ruta recorre dos de las comarcas más conocidas de Extremadura, dos de los destinos turísticos más demandados. Nosotros la hicimos con el Club de Senderismo Catelsa Cáceres

El track de la ruta por gentileza de José Luis Cabrera

La ruta comienza en Tornavacas por el camino que nos conduce hasta la Ermita del Humilladero.
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Tras atravesar el río Jerte, continuamos por un camino que discurre paralelo a él y que nos lleva a andar entre huertos de cerezos construidos sobre los típicos bancales del valle.
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Frente a nosotros se muestra la otra cara de Gredos, arriba el Risco de la Campana en la Cuerda de los Asperones, aún con nieve. Debajo bancales y cerezos se repiten.
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Ascendemos despacio, de forma suave mientras caminamos por la zonas de El Lodrero y las Rejoyadas, el paisaje cambia, dejamos las huertas y comienza el bosque.

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Ascendemos por el Monte Reboldo hacia la Cuerda de los Lobos entre robles y castaños. Abajo dejamos el pueblo de Jerte.
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El Monte Reboldo es un monte bravío de castaños de explotación maderera que ocupa la ladera de la umbría del Jerte, tocando por arriba la Cuerda de los Lobos y llegando hasta el campamento del Emperador Carlos V y la zona baja de la Garganta del Infierno. Un lugar que en otoño es una maravilla.

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Bajando por Casa de los Tres Cerros dejamos ya la Garganta de los Infiernos para caminar paralelos al Arroyo de los Tres Cerros en una sucesión de pequeños valles que nos sorprenden, zonas ocultas a la vista desde el valle pero muy bellas

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Nosotros cruzamos por el que llaman Puente Nuevo o Puente de Carlos V en la Garganta de los Asperones. Una de las imágenes más típicas de la ruta.

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Comienza una zona de ascenso más dura por la ladera del Cerro Carretas
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La subida es más dura, el desnivel se nota en las piernas mientras recorremos este paraje conocido como Robledo Hermoso

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A medida que ganamos metros el Valle del Jerte, al fondo, se muestra a nuestros ojos. Para quien recorre este camino por primera vez la sorpresa es comprobar como esta parte de Gredos, la que separa Jerte y La Vera es una zona amplia llena de pequeños valles y sierras recorridas por arroyos que terminan en el río Jerte y que, en muchas ocasiones, producen cascadas de agua bellísimas.

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El camino se suaviza un poco mientras caminamos paralelos a la Garganta del Collado de las Yegüas, estamos en la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos.
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Frente a nosotros se asoman Los Cerrillares bajo el Risco Moreno y La Sierra de Tormantos
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Un pequeño descanso para reponer fuerzas cuando llegamos a otro de los puntos míticos de la ruta, Los Escalerones, en el Collado de la Encinilla
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Los Escalerones es un pequeño balcón natural que nos deja disfrutar de un paisaje fantástico en un una zona en la que la garganta guarda formas singulares de camino a la sierra.
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El Valle del Jerte ya queda más lejano en este vaivén de cerros que separan ambas comarcas.
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Tras caminar rodeando la ladera de Peña Lozana y antes de cruzar la un pequeño puente donde confluyen las gargantas de Las Yegüas y del Hornillo, nos preparamos para el último ascenso.
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Un último esfuerzo para coronar Gredos que nos deja instantáneas como esta de la Dehesa del Hornillo. Es la parte más dura de la subida hasta el puerto de Las Yegüas.

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Por fin coronamos, ahora sí estamos en la Sierra de Tormantos, en el Collado de las Yegüas a 1.475 metros de altitud, aquí es invierno y el frío se deja notar; hay que abrigarse rápido para que el esfuerzo del ascenso no nos deje helados y pase factura. Es un sensación difícil de explicar cuando consigues llegar a la cumbre. Ahora a reponer fuerzas y afrontar la bajada.
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Desde arriba La Vera se ve así de maravillosa, una idea de su grandeza, al fondo el Valle del Tiétar. Casi tocamos las nubes que amenazan agua.
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No nos podemos quedar mucha tiempo arriba, cuando te quedas frío cuesta reiniciar la marcha. La primera bajada es complicada en apenas dos kilómetros bajamos hasta los mil metros, casi 600 metros de desnivel que ponen a prueba las rodillas.

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La bajada nos lleva hasta la Garganta del Yedrón  casi donde nace, un rincón magnífico.
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Hay que seguir bajando, lo hacemos por la Cuerda del Rayo por una zona de monte bajo aún.
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Parece Jarandilla pero en realidad es Aldeanueva de la Vera, aún tenemos bastante que andar. Estamos en Las Majadillas
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Retomamos la zona de bosque, robles centenarios caminando por el paraje de Los Vínculos.
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Es descenso continuo, seguimos ganando metros ahora por el Convento, denso bosque que nos protege del sol que a esta hora de la tarde ya se nota.
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 Tras cruzar la carretera que lleva a Guijo de Santa Bárbara, vamos quemando el camino por el paraje de Parrales Altos

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Estamos abajo, ya cruzamos por fin la Garganta Jaranda por el Puente de Palos
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Nos acercamos a zona urbana y eso se nota en la zona de El Vejero, hay ganas de llegar el camino ha sido largo.
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Menos mal que las cosas terminan como tienen que ser, como sabemos hacerlo. Charla, refrigerio frente al parador de Jarandilla, dejamos al monarca descansando en sus aposentos y nosotros mojamos el gaznate que nos apetece más. Risas, anécdotas y recuerdos. La satisfacción, unida al cansancio, por haber terminado.

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Aquí termina la ruta, disfrutando de la vista del Parador de Jarandilla, en realidad, es el Castillo Palacio de los Condesde Oropesa, donde el Emperador vivió antes de que fuese reformada su residencia en el Monasterio de Yuste.
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 Una experiencia, tenía muchas ganas de realizar la Ruta de Carlos V, uno de los recorridos míticos del senderismo extremeño. Y no defrauda, ni por su dureza en algunos momentos, ni por su belleza. Te quedas con los paisajes tan distintos y con la seguridad de que volveremos a hacerla. Comenzamos en el Jerte y estamos en La Vera, para ello hemos tenido que subir hasta las cumbres del Sistema Central,  a la Sierra de Tormantos, lo hemos hecho, como siempre, Andando Extremadura.

 

©vicentepozas2013

Ruta de Alfonso Onceno

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 El Geoparque Villuercas-Ibores es un paraíso para el senderista: los caminos de peregrinos a Guadalupe, los senderos de la comarca, las rutas con historia como la Isabel la Católica o esta de Alfonso Onceno, que hoy comentamos, dan idea de la belleza de un entorno en el que se suceden valles y sierras tan importantes que, por su alto valor geológico, han sido reconocidos por la UNESCO como Geoparque. Esto significa, además, que Guadalupe y su entorno son hoy destino turístico emergente y sus ofertas para viajeros son cada vez más variadas.

Nosotros hemos hecho el camino que separa la localidad de Navezuelas, junto al Anticlinal del Almonte, hasta la puebla de Guadalupe, lugar de peregrinos; camino que recibe el nombre de Alfonso Onceno debido al rey Alfonso XI, que frecuentaba estos parajes para la caza del oso. Se trata de un camino de herradura que atraviesa el valle del río Viejas con sus huertos y majadas de pintoresca arquitectura popular. 16,4 kms de dificultad media alta por las dos subidas que contiene la ruta.

 El track de la ruta para GPS

 La ruta la organiza la asociación de senderismo Maragatos de las Villuercas que nos recibe en Navezuelas con dulces y consejos. Foto de familia y andando…

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Nada más dejar Navezuelas comienza el ascenso que nos llevará hasta el primer alto, ante nosotros se descubre el valle donde nace el río Almonte, de frente la que aquí llaman Sierra del Local, ahora en lenguaje de Geoparque, el Anticlinal del Almonte.
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Pararse un momento y echar la vista atrás nos da idea del terreno que pisamos, este es el Geoparque un sitio singular, el valle del Almonte y la sierra de la Ortijuela. Seguimos subiendo.
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La ruta discurre por caminos pedregosos, incómodos porque la piedras están sueltas y te obligan a extremar las precauciones.
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Al llegar al Collado de la Pariera, el primer alto de la ruta, la formación geológica que tanto ha llamado la atención de la UNESCO se observa mucho mejor. Según información del geoparque, el Anticlinal del río Almonte se extiende desde la cuenca del Tajo hasta la base septentrional del Risco de La Villuerca. Por su núcleo y en parte de su largo recorrido fluye el propio río Almonte desde su nacimiento en La Villuerca hasta abandonarlo hacia el sinclinal de Santa Lucía buscando las Apreturas del Almonte.

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A 1.212 metros de altura. Impresiona contemplar desde arriba los plegamientos de la tierra ocurridos hace 300 millones de años ¿cuántas generaciones habrán pasado por aquí?
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Desde el Collado de la Pariera ya se nos muestra el Valle del Viejas, toma nombre del río, al fondo el Sistema Central y las sierras de Gredos todavía nevadas.
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Descendemos por la loma de la Sierra de las Acebadillas por un paraje conocido como el Horcajo.
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Así es el Valle del Viejas desde el Collado de los Ajos, la orografía de las Villuercas es un espectáculo a la vista.
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El valle es atravesado por el río Viejas que hace fértiles las tierras más bajas, huertos que son visibles desde la altura.
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Descendemos aprovechando los riscos para contemplar mejor el valle. Encararmarse en lo alto, ofrece esta singular imagen.
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Otra de las sorpresas del Geoparque es que existen importantes yacimientos donde se localizan los fósiles de los primeros metazoos  con esqueleto externo  del género Cloudina y cuyos registros ilustran uno de los principales eventos en la evolución de la vida: el origen y radiación de los primeros animales. Están a los lados del camino y son perfectamente visibles.

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Descendiendo ya hacia el Valle del Viejas por una parte de camino que te obliga a mirar dónde pisas, son las pedreras, lo que en geología conocen como ‘derrubios de ladera’, para andar son bastante incómodos.

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Bosques de robles de formas caprichosas nos acompañan, de repente sorprenden también sotos de castaños.

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Ir acompañado de expertos en botánica y biología aumenta el atractivo del camino, ellos te descubren cosas que, a simple vista, pasan desapercibidas para un lego, nos paramos a admirar un ejemplar de loro que se alza más arriba. Las conversaciones son de nota.

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El río Viejas, estamos en el valle.

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En esta zonas algunos ejemplares de árboles son impresionantes, tanto que caen por su propio peso y por la edad.

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Comienza el ascenso que nos llevará al tercero de los valles que pisaremos en la ruta, un sube y baja que templa las piernas y obliga reservar fuerzas. El camino está señalizado. Estamos el el GR 117. La antigua vía romana denominada VIA XVII, mandada construir por el emperador Augusto, que unía la ciudad portuguesa de BRAGA (Bracara Augusta) con ASTORGA (Asturica Augusta), está reconocida hoy en día como «sendero de Gran Recorrido» con el número común a los dos países (España y Portugal) de «GR 117. Vía Romana XVII»

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A medida que ascendemos dejamos atrás el valle del Viejas y sin saberlo entramos en el Valle del Pozo.

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Coronamos el alto para situarnos en el Collado de la Arena, donde nos espera un pequeño tentempié antes de afrontar la definitiva bajada a Guadalupe, allí nos aguardan algunas sorpresas.

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Aquí está el tercero de los valles, el del río Ibor, en lenguaje Geoparque el Anticlinal del Ibor- Guadalupe. Al fondo el Sinclinal del Guadarranque. Geología en estado puro.

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La fotografía de Villuercas es así, unas tras otra hileras de cerros y sierras en paralelo que confieren a este lugar esa belleza tan particular y la riqueza que ahora se reconoce.

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Descendemos por el que conocen por el Llanillo Hueco entre otro bosque de robles, desnudo de hojas.

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De repente, al llegar a un paraje llamado Arcas de Noé, la vegetación cambia y nos rodea un bosque de pinos.

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Un tramo de la ruta, hasta la ermita del Humilladero, discurre por la carretera que lleva a la base militar, ya abandonada.

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Al llegar a la ermita, el propio rey Alfonso XI sale a recibirnos. Un detalle real.

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Por el Barranco del Barquillo acometemos la última parte de la ruta, queda poco para llegar a la Puebla, fin del camino.

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Guadalupe es inmensa, su Monasterio y la imagen de la patrona de la Hispanidad, también de Extremadura, hace que sea un lugar muy visitado y tremendamente bello. Su arquitectura popular es digna de disfrutar.

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En el barrio de San José Obrero nos espera el rey y su séquito, y con él, recorremos las calles de Guadalupe camino del Monasterio.

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Allí, junto al pórtico, un coro local nos da la bienvenida y hace los honores reales, somo recibidos como peregrinos, y agasajados con dulces típicos.

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Así finalizamos, extasiados ante esta maravilla arquitectónica, plagada de leyendas, y venerada por los creyentes. El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Monasterio fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1993. En su interior se aprecia el estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico, es decir, desde los siglos XIII al XVIII.

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Había ganas de recorrer el camino de Alfonso Onceno, este sendero de peregrinos que, desde hace años, es pisado, primero por soldados y comerciantes, luego por reyes y aldeanos y ahora por peregrinos y senderistas. La Ruta del Alfonso Onceno no ha decepcionado, ya me habían avisado que era de las más bonitas rutas de las Villuercas, lo corroboro. El Geoparque gana mucho más cuando te decides a recorrerlo… Andando Extremadura.

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Ruta del Contrabando (Cedillo-Montalvão)

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 La Ruta del Contrabando se celebra cada año, desde hace catorce, entre las localidades de Cedillo, en España, y Montalvao, en Portugal. Son 20 kms que transcurren por la raya fronteriza, entre los ríos Tajo y Sever, en pleno corazón del Parque Natural del Tajo Internacional, una zona de creciente interés turístico con hoteles. La ruta la organiza INIJOVEM, el instituto de la Juventud de Nisa, localidad a la que pertenece administrativamente Montalvao, con la colaboración de los Ayuntamientos de Cedillo y Montalvao. Una actividad muy organizada que comienza en España y termina en Portugal con una fiesta.

El track para GPS de la Ruta del Contrabando por gentileza de mi amigo Teófilo Amores

 

Cedillo, es el punto de partida, la salida se ha marcado en el edificio El Casón, un centro de interpretación del parque del Tajo Internacional que guarda sorpresas, muy, muy gratas. A la ruta asistimos cerca de 500 personas, muchos de ellos portugueses.

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Es curiosa la historia de Cedillo, todo un pueblo de frontera situado en esa hendidura tan característica que Extremadura clava en Portugal; de hecho su nombre, otorgado a principios del XIX, Cedillo,  procede de “Cedido”, por la cesión que hizo Portugal a España de esta zona para regularizar la frontera. Los primeros asentamientos tienen que ver con el río, un pequeño grupo de pescadores que, con una barca, ayudaban a cruzar el Tajo; más tarde se unieron al poblado numerosos portugueses que huían del reclutamiento militar portugués, muy frecuente por las continuas guerras. Viendo el paisaje que rodea la localidad se entiende perfectamente.

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Cedillo es hoy una pequeña localidad de apenas 500 habitantes que conecta con Portugal a través de la Presa de Cedillo; curiosamente sólo se puede atravesar los fines de semana porque Hidroeléctrica Española, dueña del embalse, la mantiene cerrada los días de diario, ello obliga a sus habitantes, con frecuentes contactos con Portugal, a dar un rodeo de más de 100 kms, cuando entre los dos pueblos hay apenas 20 kms. Es una vieja reivindicación de los pueblos de la frontera, un puente sobre el Tajo, siempre prometida y nunca ejecutada.

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Nosotros dejamos las blancas calles de Cedillo, y a sus habitantes despidiéndonos, para tomar por el Camino de la Carrasquera, buscando acercarnos a las aguas del Tajo.

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El camino es ahora más llano, flanqueados por lo que aquí conocen como Huerto de La Señorita y Huerto de las Parreras, la concentración pone un poquito de color en el paisaje.

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 Entre estos pequeños valles, que forman la sucesión de lomas y sierras, se encajona el Tajo camino de Portugal. Una foto fija del bosque mediterráneo y de la vida agrícola de frontera. Un rincón alejado de todo y muy apetecible.
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La frontera administrativa no afecta a la vista, frente a nosotros está Portugal y el pueblo de Vila Velha de Rodao.

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Una de las mejoras visibles en el Parque Natural del Tajo Internacional es la señalización de las rutas, un trabajo que hace accesibles y cómodas muchas de ellas. Y no han olvidado detalle.
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Descendemos ya por la Carrasquera para atravesar el que llaman Regato del Pueblo.

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Algunos de los tramos de la ruta son una delicia, este que nos eleva hasta la Loma de la Foz, cuenta con una cómoda pasarela en zig-zag.

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La aguas del arroyo evidencian un otoño e invierno generoso en aguas
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El pequeño sendero nos obliga a caminar en fila india, atentos a las indicaciones que enriquecen el camino. Y al barro que se pega a los pies a cada paso.
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Al ascender, el Tajo se muestra en todo su esplendor; frontera natural de Iberia: esta orilla es española, la de allá portuguesa, las aguas aquí, internacionales.
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Pasamos a tierras portuguesas navegando por las aguas del Tajo, desde el embarcadero que se ha construido para dar servicio al barco ‘Balcón del Tajo’ que recorre esta parte del río. Nosotros lo hacemos en pequeñas lanchas.

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La organización ha dispuesto varias barcas que traen y llevan a los senderistas por los apenas 800 metros que nos separan de Portugal, al fondo la presa de Cedillo que recoge las aguas del Tajo y el Sever.

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Superado el tramo navegado, iniciamos la marcha por tierras portuguesas, caminando paralelos al río Tajo, ya convertido en uno. Buscando el Camino del Forno.
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El Tajo estrena, justo aquí, su travesía por tierras portuguesas; después de regar cuatro regiones y seis provincias españolas. 47 kilómetros de frontera natural terminan aquí, ya sólo quedan 145 kilómetros antes de terminar en el Océano Atlántico. En este punto, el río más largo de España, se pasa al lado luso.
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Dejamos a un lado las aguas del Tajo y enfilamos hacia la zona del Monte do Pombo, un pequeño valle en fase de repoblación donde aún quedan muchos eucaliptos de antiguas plantaciones hidrográficas.
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Tras el ascenso al monte Remedios, muchos de los caminos aparecen anegados, hay que buscar pasos alternativos, imposible cruzar por ahí.
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Antes de acometer el último trayecto hacia Montalvao hay prevista una parada para reponer fuerzas
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Aprovechamos para refrescarnos, vino de pitarra de la Sierra de San Pedro para continuar el camino, hasta ahora llevamos 15 kilómetros, aún nos quedan 5 más.
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Portugal, monte bajo en Salmieirinhas
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Última parte de la ruta por un camino vigilado por alcornoques junto al Monte Pombo
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La ruta pasa junto a la ermita de Nuestra Señora de los Remedios; Portugal se reconoce por sus colores y sus suelos adoquinados, conserva ese aire colonial que mantiene en toda su arquitectura.
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Por la Tapada de Cardeirinha nos vamos acercando a Montalvao, situado sobre el Monte de San Andrés.
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En Montalvao nos reciben a ritmo de tambores, nos espera una buena comida para terminar la ruta.
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La carpa en la que nos refugiamos de la lluvia que, ahora sí, ha hecho presencia, un quinteto de músicos  hace las delicias de todos, pasadobles y fados se mezclan para que los más atrevidos se marquen alguna pieza, después de repuestos con abundante comida, aún quedan fuerzas para bailar un poquito.
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A buscar el autobús de vuelta; debemos atravesar Montalvao, villa portuguesa, un pueblo alentejano de postal: la colina suave y verde, la aldea arriba en lo alto esparciéndose por las faldas del monte San Andrés, esta es la iglesia que le da nombre. Los españoles suelen acudir aquí atraídos por el marisco que se come en sus restaurantes, desde Cedillo se tardan apenas quince minutos, siempre que sea fin de semana.
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Termina la ruta 20 kilómetros después, el día daba agua, aunque la lluvia sólo hizo acto de presencia en un par de ocasiones, la más fuerte justo al terminar la caminata, por suerte. Las huellas de las abundantes precipitaciones quedan patentes en nuestra ropa. Caminos anegados y barro constante han dejado su firma; los pies también lo notan.
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Ha merecido la pena. La ruta prometía y no ha defraudado, el recorrido nos deja la sensación agradable de que La Raya, la frontera hispano-portuguesa, sólo existe en los mapas y que los caminos se comunican sin problemas, desayuno en España, comida en Portugal, un recorrido por el Parque Natural del Tajo Internacional, una esquinita europea que merece la pena ser visitada. La edición número XV, ya está en marcha, habrá que volver.

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

 

Ruta internacional del Contrabando de Café (Portugal-Extremadura)

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(Track de la ruta para GPS, autor The Raven)

La Cámara Municipal de Marvão organizaba la cuarta edición de la Ruta Internacional de Senderismo del Contrabando del Café, una actividad enmarcada dentro del acuerdo de Cooperación Transfronteriza que el Municipio de Marvão ha firmado junto al Ayuntamiento de Valencia de Alcántara, con el fin de estimular un mayor acercamiento de los habitantes de las dos poblaciones fronterizas. Un enclave turístico de primer orden. El trazado de la ruta senderista que discurre por los términos municipales de Marvão y Valencia de Alcántara, tiene un recorrido circular con una longitud aproximada de 11 Km, y es de dificultad baja.

La ruta comienza temprano, junto a la iglesia de la pequeña aldea portuguesa de Galegos, degustando las llamadas ‘migas del contrabandista’ con café de puchero, justo antes de comenzar a caminar por la raya/ a raia hispano portuguesa.

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Salimos de Galegos recorriendo la falda del Monte de Baixo por senderos de piedra rodeados de alcornocales

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Es invierno y los grandes castaños se han librado de sus hojas, así desnudos, son como grandes fantasmas, esperando la primavera. Y el glorioso otoño, y sus suculentas castañas.

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La parte más baja, la llamada Atalho, descubre las casas portuguesas y sus vivos colores, mucho han cambiado estos asentamientos de frontera, dedicados al contrabando, al estraperlo, donde mochileros y guardias jugaban la ratón y al gato.

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La orografía “rayana”, protege estas antiguas aldeas que surgieron como nidos del viejo contrabando, caso de Galegos y La Pitaranha, en Portugal, o la Fontañera en la misma raya, auténtica frontera entre los dos países, a medida que caminemos iremos descubriendo  caminos de leyenda y nuevos elementos del turismo rural. Al fondo, Marvao vigila,

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El camino apenas conserva su molde original, viejas construcciones nos recuerdan que antaño, estas rutas soportaban un trasiego constante, un comercio al que no se le pudieron poner puertas

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Se conservan los viejos caminos, ascendemos por la pequeña sierra que nos lleva hasta la aldea fronteriza.

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Marvao, la villa, nido de águilas que llamó Saramago, se alza por encima, en lo alto de  la Serra do Sapoio

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La Fontañera, aldea fronteriza, la mitad se sitúa en tierras españolas, la otra mitad se asienta en Portugal. Aquí La Raya, no es más que un mojón de granito, las fronteras mentales están más que olvidadas. Su calle principal comienza en España y termina en Portugal. Son lugares que tienen historia. La de esta pedanía española, en la que apenas viven un puñado de vecinos, tiene mucho que ver con los tiempos del contrabando, de los pasos fronterizos cerrados a cal y canto, de la necesidad hecha virtud.

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Nos dirigimos ahora por los viejos caminos del paraje de El Canchal, por una zona de pequeñas ondulaciones.

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Viejos alcornoques guardan recuerdo de las escaramuzas, de la guerrilla de la supervivencia, del esfuerzo de mochileros que desafiaban al monte para seguir malviviendo

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Descendemos hacia La Jinhas por un camino más limpio bordeando pequeñas huertas y casas de recreo

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Durante algunos centenares de metros andamos por el Camino de Pitarancha, otro de esos senderos de frontera que comunican ambos paises

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Viejos alcornoques de considerable tamaño, siempre han vigilado el camino. Servían de escondite y de trampa

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Así llegamos a Pitaranha, aldea de apenas dos decenas de habitantes que, como las anteriores, creció al abrigo de contrabandistas e intermediarios. Al fondo las Peñas de Puerto Roque

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Ahora sí estamos en la frontera, desde el alto de Fuente Oscura se divisa la Campiña fronteriza. Tierras españolas, al fondo, la Sierra de San Pedro.

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Ahora caminamos por la misma frontera. Las señales de cada país se van sucediendo, a lo largo del camino, cada uno marca su territorio. Al fondo Puerto Roque y sus peñas

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En esta zona denominada casas de Fuente Oscura se ve perfectamente la frontera. A la derecha Portugal, a la izquierda tierras españolas, nosotros caminamos por la zona neutra entre ambos estados

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Ahora caminamos por tierras españolas en el paraje de el Planterío.

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Asoman, como fantasmas, los troncos secos de viejos árboles entre la maleza en esta zona degradada. Frente a nosotros el cortijo El Chumacero, donde se asienta la fábrica de agua embotellada Fuente Fría

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Nosotros seguimos caminando entre estos históricos caminos, abandonados, la maleza los invade poco a poco como si quisiese enterrarlos a la memoria histórica. Este paraje recibe el nombre de Vanda.

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Y de nuevo llegamos a La Fontañera por la parte española que nos recibe con esta fuente dedicada al patrón, que conserva el viejo lavadero de ropa.

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Ahora entramos por España, pero predomina el gusto por los colores portugués. Matrículas españolas, espíritu portugués, una singularidad que resumían a la perfección los compañeros del diario regional HOY

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Nosotros descendemos ya por la pequeña carretera que nos devuelve a Galegos y terminar la ruta, aunque no el paseo.

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A Luisa y a mí nos vence el alma portuguesa, su ‘saudade’ nos invade cada vez que pasamos la frontera y leemos el cartel de Bem-vidos (bienvenidos). El idioma portugués es música pura.

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El día ha de terminar en uno de nuestros rincones favoritos. Marvao.

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«Marvao se ve desde Castelo de Vide, pero desde Marvao se ve todo. Es verdad. Desde Marvao se ve la tierra casi toda: hacia un lado, España, y allí Valencia de Alcántara, San Vicente y Alburquerque…»  -Viaje a Portugal. José Saramago-

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 Villa medieval, callejuelas tortuosas donde cada esquina es arte, rincón tras rincón te enamoras de Marvao, nido de águilas.

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Abajo la fértil vega donde se sitúa la villa romana de Ammaia

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En la raya de Portugal, fortificada desde la Edad media, en los alrededores del Parque Natural da Serra de Sao Mamede, de excepcional belleza, los pequeños enclaves que formaban una frontera difícil, una defensa irrompible, de cerco inexpugnable, son ciudades que han dejado de reunir hoy la doble condición defensiva y fronteriza, pero que todavía conservan nombres tan sonoros y antiguos como Portalegre, Castelo de Vide, Povoa y Marvao.

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Abajo el pequeño pueblo de Portagem cruzado por el río Sever, afluente del Tajo, un lugar muy frecuentado por españoles por su variada restauración y por sus piscinas naturales en el cauce del río

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El castillo de Marvao, su aljibe, el museo, sus murallas o su patio, son una visita recomendable

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Marvão debe su nombre a Ibn Marwan al-Yil’liqui «El Gallego» , líder de un movimiento sufista del Al-Ándalus, que se alzó en armas contra los emires de Córdoba y creó el reino de Badajoz hasta la instauración del Califato de Córdoba. Ibn Marwan tenía refugio en el actual Castillo de Marvão.

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Termina el viaje, un paseo con aire portugués, un ramillete de sentimientos, una manojo de olores. En Extremadura sabemos mirar a Portugal, quienes hemos descubierto esta tierra amable y tranquila, buscamos la frontera muy a menudo. Portugal huele a Portugal, sabe a Portugal. Los años se van llenando de amigos que reencontramos cuando es menester.

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Andando Extremadura no tiene fronteras, Portugal ya no es frontera, para volver siempre hay una puerta en la que colocarse. La abre el corazón, la cierra la ignorancia.-

©vicentepozas2013

Subida al circo de Hoya Moros. El Calvitero y La Ceja. Gredos

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 La afición al senderismo tiene un paso más: la montaña. Cuando pruebas la experiencia de ascender a la cumbre, por lo general, repites. Coronar una cima de 2.500 metros te da la satisfacción de contemplar un paisaje abrumador. Gredos ofrece múltiples posibilidades para montañeros y senderistas. Es una excelente opción de viaje pues el Sistema Central y la Espacio Natural de Gredos son más que recomendables por paisaje y paisanaje. Esta ruta es una de las clásicas de la zona y una de las más bonitas porque te permite coronar dos cumbres: El Calvitero (2.397 metros) y La Ceja (2.428 metros), el pico más alto de la provincia de Salamanca y descender al circo glacial de Hoya Moros donde nace el río Cuerpo de Hombre que baña el Valle del Ambroz. 14,5 kms de dificultad media-alta y que se tardan casi 7 horas en completar. En la montaña, la distancia no se mide en kilómetros, si no en tiempo.

(Os dejo el Track para GPS realizado por José Luis Cabrera, que organizó la ruta)

El inicio se hace desde el aparcamiento de El Travieso, más arriba de la plataforma de Candelario, a 1.800 metros de altura, la ruta comienza con una visión amplia de la Sierra de Béjar.

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Y ya no te lo piensas, porque en cuanto arrancas a andar, comienza el ascenso y la parte más dura de la ruta con desniveles del 20%, así durante los 2,8 kms primeros.

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A medida que subes el paisaje se engrandece, si vuelves la vista atrás contemplas la sierra de Cabeza Gorda, Peña Caballera y el Picacho y pueblos de la comarca como Nvacarros, Vallejera de Riofrío o Palomares de Béjar

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Pero no te puedes parar, el ascenso lo hacemos entre los parajes de El Travieso y Hoya Mayor camino de la Cuerda del Calvitero

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Y sigues ascendiendo y aparecen Béjar y Candelario, desde aquí el aparcamiento parece muy lejano.

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Alcanzamos la sierra, la Cuerda del Calvitero por El Quemal, estamos a 2.300 metros de altura y, por fin, la pendiente se suaviza.

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Recorremos la cumbre durante un kilómetro buscando el pico más alto, aquí el aire sacude con fuerza, un viento frío, helador

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El paisaje se sigue descubriendo, aparece el embalse de Navamuño, a la izquierda el pico de La Muela y a la derecha Peña Negra

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Arriba aún hay nieve y nada mejor que retratarse con ella, aquí apenas 1 grado de temperatura, en Cáceres capital este día superaban los 20 grados

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Frente a nosotros todo el Parque Regional de la Sierra de Gredos y la Cuerda de los Asperones, debajo Las Lagunas del Trampal.

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Montañeros y senderistas nos rendimos al espectáculo, pasear por la cumbre, sobrecoge.

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Al fin llegamos a la parte más elevada de la cuerda del Calvitero, 2.397 metros, y hasta los cerros y montes se quedan pequeños, enfrente el Valle del Ambroz y la Sierra de Francia.

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Es difícil explicarlo, cuando estás arriba con el viento frío en la cara  y te paras a mirar a tu alrededor, tienes la sensación de ser mucho más pequeño, recorres el paisaje con la vista y disfrutas de un mapa real que te lo enseña todo.

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Es como enorme maqueta que se dibuja, diferente. Esta es una de las razones por las que coronas una montaña, para poder contarlo.

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Nos dirigimos ya al segundo ascenso, hasta el Canchal de la Ceja, a 2.401 metros, la elevación más alta de la provincia de Salamanca, todavía con restos de nieve

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Las elevaciones parecen suaves, es una montaña dentro de la montaña, a medida que te aproximas descubres que aún queda un buen trecho por subir.

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Sorprende lo pequeños que somos en un lugar tan grande, e inhóspito, en invierno estas cumbres deben ser peligrosas.

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Seguimos subiendo por la zona de Las Agujas hacia la cumbre más alta de todas

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 El Canchal de la Ceja, 2.428 metros de altitud, desde aquí la Sierra de Gredos parece un mar de montañas, mires donde mires, la vista se pierde en el horizonte.

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Ahora descenso hacia Hoya Moros por la loma de la Culebrilla, atentos a los pasos, la bajada es complicada.

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Delante de nosotros, Los Hermanitos, antes de descender al circo,

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Queda todo la bajada de la loma para llegar al circo glacial y disfrutar de sus dimensiones y su belleza

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Delante de nosotros, El Calvitero y la zona donde se encuentra la Cueva de Hoya Moros, abajo el Circo

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En la montaña aprendes que las bajadas, los descensos, son mas duros que la subida y en ocasiones más peligrosos, puedes salir rodando sin mucho esfuerzo

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Las dimensiones del Circo de Hoya Moros son inmensas, nosotros al lado de estas rocas de tamaño descomunal, somos apenas un punto

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Aquí en el circo glacial nace el río Cuerpo de Hombre, en estas cumbres comienza el recorrido de un curso que morirá en las aguas del río Alagón y luego en el Tajo.

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Aprovechamos para reponer fuerzas y disfrutar del paisaje magnifico que ofrece El Calvitero

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No se puede parar mucho, luego cuesta arrancar, y hay que hacerlo subiendo… otra vez

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El parque regional de Gredos y sus sierras, un territorio plagado de rutas, senderos y propuestas

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Desandando los pasos por la cuerda del Calvitero

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La parte dura de la ruta es el descenso por el Quemal hasta el punto de salida, 3 kilómetros de bajada

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Las rodillas tienen un duro trabajo por delante, acompañarse de bastón ayuda bastante

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El paisaje vuelve al verde, abandona el tono tierra, los colores helados de las cumbres donde sólo hay roca suelta, piedra rota a causa de los fríos y el viento de la montaña. Nosotros finalizamos la caminata, satisfechos y el recuerdo que te bajas de un camino único

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Gredos es un paraíso para el caminante, una vez que lo has probado quieres volver a pisarlo. La montaña, es el paso siguiente, la aventura de la naturaleza que comienza en senderos y veredas, termina aquí en la cumbre. Y merece la pena.

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Ruta por Carmonita. Sierra de la Lombriz

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(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

Track de la ruta

Esta vez nos trasladamos a la localidad pacense de Carmonita, la ruta de 22 kms, organizada por la Mancomunidad Lácara-Los Baldíos, recibe el nombre de Ruta de los Garbanzos porque termina con una deliciosa garbanzada que ofrece el equipo de Dinamización Deportiva de la Mancomunidad. Carmonita se sitúa en el triángulo entre Cáceres, Badajoz y Mérida, por tanto, es fácil encontrar alojamiento. El camino es precioso, transcurriendo entre dehesas agrestes de alcornoques y encinas, algunos ejemplares impresionantes. Pasamos junto al Dolmen de Carmonita, y seguimos ascendiendo para llegar al primer avituallamiento en la Sierra de la Lombriz, plagada de Jaras y eucaliptos, y disfrutaremos a lo largo de esta travesía de espectaculares vistas del Alcuéscar, Casas de Don Gomez, y todo el Valle del Lácara con los Embalses de Cordobilla de fondo. Así llegaremos al 2º punto de avituallamiento hasta el punto mas alto de la ruta, casi 800 metros, para seguir disfrutando de las vistas y descender finalmente por el balneario del Trampal.

 La ruta se inicia en la pequeña plaza de Carmonita, junto a una carpa instalada para la ocasión en la que somos agasajados con un café caliente y unas migas extremeñas para templar el cuerpo en una fría mañana de otoño.

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La niebla de la mañana quiere retirarse y deja, nada más salir, imágenes maravillosas de esta comarca extremeña, este es el Cerro de Quebrantahuesos, descubriéndose a nosotros.

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Partimos por el Camino de Aldea del Cano, junto al regato de San Blas. Una zona entre sembrados y dehesa; esta es la Dehesa de Carmonita, bellísima y bien conservada.

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Lo primero que nos encontramos en el camino es el Dolmen de Carmonita. Bien como sepulcro colectivo, o incluso posiblemente como marca del territorio donde habitaba un grupo indígena, si no mezcla de ambas funciones, el dolmen de Carmonita es un sencillo, bello y buen ejemplo de esta construcción de tipo megalítico elevada en medio del bosque mediterráneo.

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Junto al Arroyo de la Huerta y en las zonas más bajas, la lluvia caída los días antes ha dejado los caminos anegados y obliga al caminante a buscar el paso alternativo, aunque siempre hay valientes que desafían los charcos, protegidos por el calzado adecuado.

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Atravesando la Huerta del Cortijo del Corral la dehesa se despereza y se libra de la persistente niebla, dejando a nuestra paso una imagen deliciosa del bosque mediterráneo.

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Entre La Sierra y el Cerro de los Albercones persisten las nubes bajas y el frío de la mañana se pega a nosotros para alargar esta gélida mañana otoñal.

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La dehesa ha sido rota por las obras del futuro trazado del AVE que nos vemos obligados a cruzar, una herida en esta zona virgen que nos acompañará durante algunos kilómetros.

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Atravesamos el paraje de El Rosal donde encinas y alcornoques dan paso a algunos rayos de luz que dibujan el camino ancho, amplio y cómodo. No hemos comenzado el ascenso hacia la serranía de San Pedro

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Paseamos junto al Cerro de las Cañas por la Huerta del Rosal antes de iniciar un suave ascenso que se irán endureciendo poco a poco. A esta alturas las piernas ya están calientes y soportan los cambios del terreno. La lluvia de este otoño deja el campo listo para ser disfrutado.

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Estas mañanas de fuertes y sorprendentes contrastes son recomendables para que las fotografías dejen ese halo de misterio que siempre proporciona la niebla.

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El primer avituallamiento se realiza tras el primer ascenso, en la zona conocida como Puerto Viejo a 557 metros de altura, la niebla aquí es más densa, se agarra todavía.

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Ahora sí comienza el desnivel más duro de la ruta, la Sierra de La Lombriz. La organización ha previsto dos trazados, para los más preparados de casi 22 kms. y para quienes ya no quieran continuar la ascensión de 16, así evitarán las últimas pendientes a la zona más alta de la serranía.

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En este bosques de eucaliptos y jaras se cosecha miel, aunque el frío a esta hora mantenga a las obreras aletargadas, por suerte para nosotros.

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Más arriba en el Cerro del Canchal la densa nube nos impide disfrutar de las vistas de la dehesa y su entorno, pero esto tiene su magia, no hay mal que por bien no venga.

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Afortunadamente, y tras un par de kilómetros la niebla comienza a retirarse y nos descubre un paisaje regalado por la altura.

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A veces en el camino hay que sortear imprevistos, la caída de un árbol impide el paso y nos obliga, a los pocos que hemos decidido continuar el ascenso, a remontar el alud de tierra que bloquea el sendero. Nada que no se pueda hacer entre todos.

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Desde el Puerto del Trampal, se observa, o debería, la vecina comarca de Montánchez, hoy la niebla deja sólo esta imagen y entre las nubes sólo asoma la Sierra montanchega y  sus antenas.

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En frente, la niebla se ha retirado y la comarca de Lácara aparece así, a la izquierda el Balneario del Trampal, al fondo Carmonita, punto final de la ruta.

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Lo llaman el Valle Hondo, una zona que muere en las sierras de Aljucén y el Parque de Cornalvo a la izquierda. Extensas dehesas de uso ganadero mantienen el paisaje.

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Comenzamos el descenso por el llamado Puerto de Carmonita en una hondonada por donde corre, cuando hay agua, el río del Trampal de Carmonita.

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El descenso acusado por la ladera de Peña Parda nos adentra, de nuevo, en la dehesa que dejamos al encaramarnos a la sierra.

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De nuevo grandes alcornoques nos salen al paso, caminos anegados, tierra roja, en El Pajonal.

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Así llegamos a uno de los secretos de la zona, el Balneario Fuentes del Trampal, que aunque esté en tierras pacenses pertenece al término municipal de Montánchez, un lugar muy frecuentado por quienes buscan tranquilidad y un poco de reposo

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Por el camino de Alcuéscar, después de dejar pasar muchas fincas y pequeñas explotaciones agrícolas retornamos a Carmonita.

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Tiempo para volver la vista y observar la Sierra de la Lombriz, que ahora se antoja lejana pero que hemos disfrutado hace apenas una hora. Desandamos el camino con la vista.

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Entramos en Carmonita después de 22 kilómetros y cinco horas de camino, la ruta ha merecido la pena….

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… y el premio final también porque nos espera un exquisito plato de garbanzos del que damos cuenta sin demora. Termina la Ruta de los Garbanzos, ha sido la tercera edición. Los dinamizadores deportivos de la comarca Lácara- Los Baldíos trabajan para dar a conocer su territorio a base de rutas de senderismo en un programa que denominan 7 rutas 7 y que se extiende a lo largo del año.

PA200234phUna más, no van pocas pero quedan muchas. Esta vez hemos conocido una comarca, una localidad y sus sierras que siempre nos llaman desde la carretera cuando viajamos de Cáceres a Mérida, o viceversa. Merece la pena venir, otro lugar para recorrer, andando Extremadura.

©vicentepozas2012