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Se trata de la Cueva de la Chiquita, en la que podemos encontrar pinturas rupestres y abrigos del Neolítico, pinturas rupestres de la Edad del Bronce.
Dejamos la pequeña depresión del río para iniciar el ascenso por un pequeño cerro de monte bajo hasta llegar al embalse del Cancho del Fresno
Al llegar al borde del embalse nos deleitamos con una panorámica de las Villuercas que nos acompañará durante buena parte de la ruta. Enfrente la Sierra de la Madrastra y la Sierra de Sancho
Tomamos entonces un camino ancho que bordea todo el pantano y que mantendremos durante un par de kilómetros.
Paseamos entre pinos bordeando el pantano por la zona del Martinete
Así abandonamos las aguas embalsadas para adentrarnos en el Collado del Ventosillo
Se trata de un paraje de jaras, brezos y monte bajo rodeado de sierras que nos deleita con una visión de 360º de unos de los muchos valles de la comarca de las Villercas.
Las Villuercas tiene esta magia especial, las ondulaciones de la cordillera de los Montes de Toledo que la han convertido en referencia mundial al recibir el título de Geoparque Villuercas Ibores Jara
El Collado del Ventosillo tiene sus propias leyendas como esta de la Cruz de Andrade que recuerda la muerte un caminante a manos de un bandolero en 1844
Toca ascender hasta la Sierra del Águila
Detrás de nosotros la Sierra de la Madrila y el Risco Viejo
Aún podemos ver parte del Embalse del Cancho del Fresno detrás de nosotros
Esta pedriza recibe el nombre del Melonar de los Frailes
Ascendemos por la zona de las Ventosillas entre pinares
El repecho se hace más duro a causa del calor a medida que ascendemos
El camino se hace más ancho, en zonas despejadas con restos de algunos pinos que sobrevivieron al incendio que arrasó parte de Villuercas hace unos años
Así entre pinares, cerezos y robles se mantiene, vivo aunque no lo parezca, el Castaño del Abuelo, uno de los árboles singulares de Extremadura.
Un tupido ejército de robles lo vigila y lo rodea justo en lo alto del Collado de la Era del Pico Agudo que dejaremos a la derecha
La Sierra de Guadalupe se deja ver al fondo antes de iniciar al descenso a la puebla de Guadalupe
Dejamos a nuestra derecha el Pico Agudo, 1092 m, al que en el siglo XIV llamaban Mojón de Maltravieso
Nosotros conducimos nuestros pasos entre una fragosa y tupida vegetación compuesta por robles, castaños y madroños; entre los huecos del bosque se pueden ver los valles del Infierno y Valdegracia, donde se encuentra el Palacio de Mirabel, construido en el s. XV para recreo de priores y monarcas
En el camino encontramos la peonía, la rosa de los montes
Nos sorprende el ruido del nido de un picapinos que descubrimos en el hueco de un árbol
Frente a nosotros el pico Villuercas, 1601 m
El descenso descubre Guadalupe a donde dirigimos nuestros pasos
La puebla de Guadalupe y el monasterio ofrecen una panorámica magnifica a medida que nos aproximamos
Termina el descenso, afrontamos la última parte del camino antes de ascender hacia la puebla
La última parte del recorrido discurre por el que llaman camino de Vallehermoso para atravesar el puente de Cañamero y continuar por el antiguo camino de peregrinos
Nuestros pies nos llevan a la Fuente del Piojo, a refrescarnos la garganta antes de entrar en la villa
La silueta del monasterio es visible siempre
Las calles de Guadalupe ya nos protegen y los múltiples vendedores de miel, dulces y aceite se acercan a recibirnos
La ruta ha terminado, lo hacemos con una foto de familia en la Plaza de Santa María de Guadalupe en la escalinata del Monasterio. Quince kilómetros y medio después de salir de Cañamero hemos completado el trayecto.
Otro recuerdo queda frente al castaño del Abuelo ante el que dejamos nuestra imagen