Ruta Piedras Labradas. Jarilla

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El collado de Piedras Labradas se encuentra a 1.070 metros de altitud; así se conoce a una meseta que fue allanada, creada por el ser humano. La ruta que parte desde la localidad de Jarrilla, nos llevará a esa sierra donde encontraremos los restos del edificio. Los bloques de piedra están tallados con un corte perfecto, de ahí le viene el nombre al lugar.
Sobre su origen se barajan varias hipótesis, una, datada, un templo romano dedicado a alguna deidad, aunque no es habitual que los romanos construyesen a tanta altura. Hay quien opina que tuvo que haber en el lugar un asentamiento vetón, o al menos un lugar sagrado sobre el que se edificó el templo. Otras teorías se inclinan por que en la meseta hubiera un puesto de comunicaciones que enviase, mediante fuego por la noche y con destellos por el día, señales a la ciudad de Cáparra, visible desde el collado. También es posible que el emplazamiento cumpliera labores de protección y vigilancia sobre una ruta secundaria que uniría la Vía de la Plata con el Valle del Jerte. No hay que olvidar tampoco que muy cerca de aquí había una captación de aguas que abastecía a Cáparra.

La ruta que proponemos es circular, de apenas 14 kms, pero con algún tramo de dificultad media, ya que el desnivel acumulado es de 600 metros y otros tantos de bajada, pero las vistas de las Tierras de Granadilla y del Valle del Ambroz son magníficas.

Os dejo el track para GPS ya os digo que nosotros, en el kilómetro 9,6, en el Collado del Cerezal, nos apartamos del camino señalizado y optamos por bajar por una vereda más complicada pero más bonita, pero si esta opción no os convence sólo tenéis que seguir el trazado señalizado (PR amarillo y blanco) que os devuelve al  camino de vuelta, sobre el mapa se aprecia perfectamente, en este caso salen unos 16 kms, pero de menor dificultad.

Nosotros comenzamos en Jarilla, a los pies de los Montes de Traslasierra.

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Jarilla pertenece a la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, situada en la falda oeste del Sistema Central, en los Montes de Traslasierra. Con apenas 100 habitantes posee varias casas rurales; el único bar es el centro social, junto al Centro de Día y la iglesia de San Gregorio en su pequeña plaza mayor. Protegida por el pico de Cabeza del Santo, 1.478 m altitud, está bañada por la Garganta Perdida y la de Cabera y cuenta con una coqueta piscina natural.

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Arrancamos la ruta en la plaza, bordeando la iglesia; enseguida nos toparemos con este lavadero restaurado, aunque ya no en uso, imagino.

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Comenzamos por una pista asfaltada que encara la sierra y que enseguida se convertirá en camino de tierra.

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La ruta está señalizada como PR (amarilla y blanca), aunque no está homologada por lo que hay que estar atentos al track para no perderse en los cruces que nos encontraremos. Lo que vemos en cuanto dejamos el pueblo es el valle con las Hurdes y la Sierra de Gata al fondo.

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Los primeros kilómetros discurren por el paraje de Las Pozas en un entorno de dehesa muy agradable, de momento, paralelos a la sierra.

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El camino asciende poco a poco, mientras caminamos por las Colmenillas, disfrutando de una primavera exuberante en este final de mayo cuando hicimos la ruta.

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Venimos andando por los caminos tradicionales que unían los pueblos de la zona, de hecho, podéis optar por comenzar en Cabezabellosa, una localidad situada unos kilómetros más allá y así hacerla un poco más larga si queréis sumarle más tiempo al paseo.

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Dejamos por un momento la cómoda pista de tierra para coger un pequeño atajo, no hay que preocuparse, el desvío está señalizado.

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Mientras, disfrutamos de la vista del Valle del Ambroz con Casas del Monte en primer término y Segura de Toro al fondo.

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Son apenas unos metros porque enseguida volvemos al camino original, mientras pasamos cerca del Canchal del Moralejo, nos queda más o menos kilómetro y medio para comenzar la subida al collado.

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La ruta, en estos tramos, está muy bien señalizada, hay un cruce con una señal y un mapa gráfico de la zona y el recorrido de la ruta; dejamos el camino que nos llevaría a Casas del Monte y, junto al arroyo de las Gorroneras, nos preparamos para el ascenso.

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El ascenso, de poco más de 4 kms, no es muy exigente aunque el desnivel acumulado es de unos 400 metros.

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Este paraje que llaman el Horquito es un magnífico robledal, muy cerrado en su parte más baja.

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Más abierto a medida que ascendemos pero con ejemplares de robles impresionantes. En esta zona hay que estar atentos al track y a las señales del PR porque no siempre están claras.

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Un pequeño llano descansa las piernas antes de atravesar las pequeñas vaguadas que crea la montaña.

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Lo cierto es que la altura, a unos 900 metros de altitud ya, nos permite disfrutar de este hermoso valle, bañado por las aguas del río Alagón, aquí embalsadas por la presa de Gabriel y Galán. Tierras de Granadilla.

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Nos abrazamos a la ladera del Risco Llano, la montaña cambia de paisaje a cada momento, esto embellece aún más la ruta.

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Sorteamos pequeños arroyos, este del manantial del Colchón, en una primavera que no olvidaremos por su exuberancia, con el que encaramos la última subida antes de llegar al templo.

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Pero aquí arriba, emocionados, es difícil no dejar descansar las piernas y echar mano del móvil o la cámara y recoger este inmenso y rico valle atravesado por la Vía de la Plata, hoy A-66, aunque los vestigios romanos siguen encaminando los pies hacia el norte, Gijón o Santiago.

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Aquí veréis una pequeña valla ganadera con el señal de PR, hay que abrirla y no seguir el camino de la derecha. Nosotros lo hicimos y tuvimos que saltarla un poco más adelante sin mayor problema. Por cierto recuerda: cancela que se abre, cancela que se cierra.

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Detrás de nosotros la sierra de la Cabrera retiene las nubes, cerca del collado de las Yeguas que facilita el paso al Valle del Jerte.

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Aquí la humedad y la umbría mantienen florecidas las peonías, o rosas de Alejandría como llaman otros. Un último esfuerzo para disfrutar del misterio de un lugar mágico

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Lo primero que nos encontramos es el antiguo vallado que protegía el templo. Debéis imaginar que entonces esto era un bosque de robles que rodeaban este lugar de culto donde, protegidos por árboles sagrados, se reunirían los vetones para venerar a sus divinidades vinculadas a la naturaleza.

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Tras la dominación romana de la Lusitania, el lugar se convirtió en un templo, era un pequeño edificio a dos aguas de una sola entrada, muy parecido al que se conserva a la entrada del puente romano de Alcántara y que el imperio construía por todo el territorio. El expolio que sufren muchos de estos yacimientos ha hecho desaparecer muchas de las piedras, incluso algunas de las aras votivas, pequeños altares dedicados a los dioses que se veían hace unos años.

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El collado de las piedras labradas está marcado por esta historia de culto y misterio. Allanado por la mano del hombre para sus fines espirituales, pero también defensivos. Desde aquí era visible la ciudad romana de Cáparra y, por ello, hay quien sostiene que el lugar bien pudiera albergar un puesto de vigilancia, por una parte, del abastecimiento de agua a la ciudad, en unos montes repletos de manantiales, y por otro, defensivo. He leído que se piensa que pudiese haber un punto de vigilancia que, desde la altura, avisase a la ciudad a base de señales de humo o luminosas en caso de peligro. Por cierto, cuando regreséis os aconsejo visitar los restos de la ciudad de Cáparra y su centro de interpretación para que entendáis la importancia de este asentamiento romano que fue un importante nudo de comunicaciones en el eje norte-sur y que conserva el único arco cuadriforme de España.

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El collado de Piedras Labradas, a 1.062 m de altitud, ofrece vistas magníficas, como estas de la localidad de Cabezabellosa protegida por el Cerro del Búho, donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora del Castillo.

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Después de disfrutar del lugar e imaginarnos las historias que aquí se debieron vivir, iniciamos el descenso de nuevo al punto de partida.

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El Collado, rodeado de vegetación baja, nos despide rodeados de cantuesos, o lavandas (lavándulas) o tomillos borriqueros como llaman en otros y disfrutando de su aroma intenso.

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Sol y nubes en este día de primavera, sigue la señalización acompañando el camino, por cierto, el tramo de bajada, está marcado como ruta principal en algunos tracks, pues el oficial de la comarca, lo realiza con subida y bajada por el mismo camino, por este.

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El hecho de que hayan podio expoliar el yacimiento tiene que ver con que el camino es de fácil acceso para algunos vehículos, por lo tanto llegar hasta arriba en coche es posible.

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El camino discurre ahora entre callejas de piedra muy habituales en la comarca. El granito es abundante, tanto es así que para construir el templo de Piedras Labradas no hubo que subir las piedras, ya estaban aquí.

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Cuando hemos descendido unos cien metros llegamos al collado del Cerezal, aquí es donde decidimos desviarnos por una pequeña vereda señalizada con mojones. Aquí la ruta se complica porque la pendiente es fuerte y hay piedras sueltas, pero es mucho más bonita. Estamos en el kilómetros 9,6, se puede ver en el track perfectamente. Si no os decidís por esta variación sólo tenéis que seguir la pista que sigue señalizada con las marcas de PR que os devolverá al camino original de Jarilla a Casas del Monte donde sólo hay que desandar los pasos.

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Nosotros traemos el track, nos ayudan los mojones de piedra, porque la primavera tapa por momentos la pequeña vereda por la que transitamos.

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Bajamos haciendo zigzag, de hecho nos volvemos a topar con otro camino, paralelo al que hemos dejado; quiero decir que si esta primera bajada os ha parecido complicada sólo tenéis que seguirlo y os llevará al camino de salida y la señalización de pequeño recorrido, lo vais a reconocer porque en el camino hay una pequeña tubería negra de agua.

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Pero nosotros seguimos el descenso por este magnifico lugar, a quienes nos gusta el senderismo nos atrae más caminar por pequeñas veredas que por pistas o caminos. Estamos en la Jerdillera.

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Así llegamos a la Garganta Perdida, o garganta primera, que no hay que cruzar, iremos paralelos a ella hasta llegar al pueblo.

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Puro bosque mediterráneo en esta parte de la sierra donde encontramos estos impresionantes bolos graníticos.

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Vegetación más densa en la parte baja de la sierra, donde alcornoques y encinas se disputan el terreno, ya el trazado es llano y las piernas descansan de la pronunciada bajada de 400 metros de desnivel en apenas dos kilómetros.

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La callejas de piedra nos marcan el camino, como haciéndonos la ola, como ese público que se apelotona a la llegada de los grandes eventos deportivos, eso sí, en silencio.

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Camino ya del pueblo pasamos por la pequeña piscina natural de Jarilla que en verano ofrece agua fría para quien guste de estos parajes, cuenta con merendero cercano para pasar el día.

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Desde aquí una pista cementada nos lleva hasta el pueblo donde damos por finalizada la ruta.

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Nos queda la satisfacción de haber subido hasta una parte de la historia, de la cultura vetona, de la posterior dominación romana. Hasta nuestros días ha llegado con el nombre popular de Piedras Labradas; escondida a la vista, esta atalaya de dioses y guardianes presenta un aspecto manifiestamente mejorable, pero esto nos ocurre con frecuencia en Extremadura, y en el resto de España, no acabamos de poner en valor estos vestigios que retratan de dónde venimos. La roma imperial tuvo, y tiene, mucho peso en la historia de esta región. Pero los vetones fueron un pueblo importante, una civilización que ha dejado repartida su cultura por toda la región, sobre todo el norte, como pone de manifiesto el berraco que se conserva en la cercana localidad de Segura de Toro.

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Jarilla, 100 habitantes, conserva el equilibrio tranquilo de las pequeñas localidades cacereñas que aún sobreviven a un, imparable hoy, fenómeno de despoblamiento rural. Los niños juegan en la calle, los turistas ocupan los alojamientos rurales y los mayores mantienen sus costumbres. Nosotros hemos venido a romper la armonía del pueblo por breves momentos, ante la alegría y la sorpresa de los aldeanos que nos saludan orgullosos por haber venido hasta su pueblo. Seremos tema de conversación esta tarde, seguro, estos chicos de ciudad de colores chillones que vienen a ver sus piedras labradas, el templo que aún les vigila, y les protege, silencioso y abandonado.

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Una de las satisfacciones de caminar por el campo, es encontrarte lugares sagrados como Piedras Labradas, y poder contarlo, e invitar a quienes aman y estudian la historia a recorrer el camino que vetones y romanos andaron y desandaron tantas veces. Y confirmar que la historia, además de las grandes ciudades y los conocidos monumentos, la escribieron también estos sencillos enclaves tan necesarios para entender cómo vivían nuestros antepasados, los que dejaron un ADN que hoy nos ha convertido en lo que somos. Lo mejor, como siempre, hacerlo Andando Extremadura.-

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Caminos tradicionales de la Sierra de Gata. Gata-Torre de Don Miguel- Santibáñez el Alto

Ahora que nos hemos acostumbrado a ellas parece que las carreteras siempre estuvieron ahí. Pero no siempre fue así. Los caminos fueron, durante siglos, la única manera de llegar de un lugar a otro, de un pueblo a otro, de una comarca a otra, de un prado a una finca, de la montaña a la ciudad. Las bestias eran la manera de traer y llevar aquello que no producía la tierra y los viajes, un esfuerzo necesario para poder vender aquello que no se consumía, o se podía cambiar por alguna herramienta o un enser doméstico, o un simple trozo de tela para un vestido nuevo. Esta ruta nos lleva desde el pueblo de Gata hasta el de Santibáñez el Alto, pasando por Torre de Don Miguel, recorriendo esos viejos caminos para cruzarte con cruces, bellas fuentes, molinos, riveras o antiguos pajares. Arquitectura vernácula al lado del caminante, en un paseo entre valles y sierras que invita a conocer parte de la comarca cacereña de la Sierra de Gata.

18,5 kms de dificultad baja, os dejo el track para GPS

Comenzamos en Gata, una bellísima localidad que os aconsejo visitar si vais con tiempo (y si no, tendréis que volver). Y lo hacemos junto al impresionante Cedro que domina el pueblo, situado junto a la carretera, es uno de los árboles más conocidos de la comarca, con una altura de 30 metros y un perímetro de tronco de hasta 5 metros y una edad que supera los 200 años. Este gigante nos bendice al iniciar el camino.

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Nada mas dejar atrás el cedro nos sale a la derecha un camino descendente que nos lleva hasta el río. Es fácilmente reconocible porque veremos un panel informativo y enfrente la ermita del Humilladero del siglo XVI. Aquí empieza el recorrido.

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Enseguida nos topamos con la Rivera de Gata, crecida porque acaba de darle sus aguas el arroyo del Concejo. La Sierra de Gata es tierra de olivos y los viejos molinos son una constante en cada cauce de agua.

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No tiene pérdida el camino porque aquí conserva el viejo empedrado medieval con fuentes como la del Chorrito y que en este tramo coincide con el trazado del  sendero internacional GR 10.

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Más arriba la piedra se pierde oculta por el cemento que tapa la belleza de estos viejos itinerarios. Aún quedan algunos pinos de la masacre que el fuego viene haciendo en estas sierras, con la ayuda de la mano del hombre, desafortunadamente.

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Desde el puerto de la Cruz de Piedra, Gata se ve así de hermosa. Junto a esta portilla entre las sierras del Salido y Las Jañonas, junto a la cruz de piedra que le da nombre, iniciamos el descenso a Torre de Don Miguel por un camino, junto al arroyo Hondo, que antes era vereda, y que las máquinas han convertido en pista.

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Y llegamos a Torre de  Don Miguel, otra deliciosa localidad sierragatina que conserva sus construcciones originales, pasadizos de madera y adobe, callejuelas angostas e imposibles que se funden con casas señoriales. En su plaza aún queda el recuerdo de otro árbol mítico de la Sierra de Gata: el álamo negro que presidió el ágora de Torre durante años y que fue imagen de la comarca.

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Los urbanitas (ya seamos senderistas, viajeros, curiosos, comerciantes o almas perdidas) pasamos demasiado deprisa por los pueblos. Desentonamos en la paz que ofrecen, y despreciamos ese abrazo que trata de de imbuirnos en una filosofía de vida que tiene como protagonista al tiempo, porque en la Sierra de Gata no hay prisa, ellos dicen que el tiempo lo dan ‘dao’.

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Pero nuestros pies están de paso y se topan, apenas el instante que duran unos pasos, con joyas como la ermita del Cristo de la Misericordia con esa  portada del s. XVI, dicen que de Pedro de Ibarra, que nos recuerda a la arquitectura de las sinagogas judías.

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Cogemos por los Cascajales el camino donde se unirán los arroyos del Grueso, el de San Juan y el del Perico en la Ruta de los Molinos.

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Este parque arqueológico muestra varias almazaras recuperadas. Molinos de aceite que movía el agua como este de Los Blancos, rehabilitado en parte.

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El oleturismo, o turismo de aceituna, es una realidad que se impone en otros territorios, pero que en Extremadura aún no sabemos aprovechar. Esta ruta es una buen muestra de nuestro potencial.

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La ruta continúa  cruzando una pasarela que conduce a la margen izquierda del arroyo de San Juan, donde se alzan las ruinas del molino del Tío Perfecto.

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El Molino del Tío Perfecto -cómo eran los pueblos para nombrar a sus paisanos- conserva los viejos engranajes que movía el agua, las viejas piedras de molino, fabricadas en piedra y que durarán eternamente.

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Viejas ruedas que habrán dado vueltas y vueltas sin fin, movidas por los arroyos amansados, la fuerza de la corriente convertida en energía hidráulica, para dar vida a una aceituna exclusiva, convertida en aceite único, oro verde de la sierra: la Manzanilla Cacereña. El olor de las viejas cocinas que aún recuerdo de esos años de infancia rural, y afortunada.

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Sobre el azud, junto a su canal, una tercera pasarela comunica con los restos del Molino del Tío Domingo, donde se encuentra una coqueta y magnífica piscina natural con todos los servicios necesarios.

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Y frente a la piscina, El molino de Los Lucas, un edificio rehabilitado que mantiene en su diseño toda la magia de su uso original y toda la belleza de estos edificios a los que, en algún caso, se les quiere buscar un uso turístico; una idea que espero se lleve a cabo más temprano que tarde antes de que el abandono dé con sus muros en el suelo.

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Tal es la simbiosis de esta gente con el aceite que Torre de Don Miguel vive una de las fiestas más arcaica que se conservan en toda Extremadura. Un tesoro etnológico que deberías conocer: la fiesta del Capazo. Esas antiguas ruedas de esparto en las que se colocaba la aceituna para que la piedra del molino extrajese el zumo. Y que esa noche arden a ritmo de tamboriles y vino en las muchas bodegas del pueblo.

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Sigue el arroyo de San Juan cerca de nosotros, mientras caminamos por el paraje de la Rapaza; las viejas construcciones molineras aún son visibles.

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Rodeados de olivos, cerezos, pinos o viejos robles, cruzamos el arroyo para encarar enseguida la subida a la atalaya de Santibáñez el Alto.

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Este viejo camino conserva parte de su belleza, de su abrupto trazado, gracias a que el hombre no encontró manera de domar estos bancales de piedra que miran al norte.

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Un inmenso robledal, paredes de piedra y  el viejo camino nos acogen en la subida a Santibáñez el Alto por este paraje denominado Hondón de los Olivares.

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Joyas como este abrevadero de piedra, dejan constancia de que por los caminos, además, se movían los animales, el verdadero tesoro de los habitantes de la sierra.

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Callejas anchas, delimitadas por muros de piedra por donde corre el agua estos días de abundante lluvia. La subida a Santibáñez no es muy dura. El pueblo, construido sobre la Sierra Martín, se encuentra a 685 metros de altitud. La calleja nos lleva directamente a sus calles.

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Santibáñez el Alto es de los pueblos menos conocidos de la Sierra de Gata, porque aquí hay que venir. Pero su situación es estratégica. Es un mirador de 360º de la Sierra y de las tierras del Alagón.

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Hay excelentes balcones para disfrutar de fotografías como esta: el pantano de Borbollón a tus pies, rodeado de dehesas. En otoño, desde aquí, las bandadas de grullas son un espectáculo.

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Santibáñez el Alto, antes llamado San Juan de Máscoras, que era el nombre de la fortaleza que corona el pueblo, y el origen de él. La Fortaleza de San Juan de Máscoras fue una de las joyas de la corona de la Orden de Alcántara y durante años se derramaron ríos de sangre, tanto cristiana como islámica, para controlar  una de las puertas de entrada de la transierra extremeña.

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Mientras ascendemos al castillo nos topamos con la iglesia de San Pedro con su curiosa torre-fachada.

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Es la mayor fortificación de toda la Sierra de Gata, ya está muy deteriorada, desafortunadamente. Eso sí, su recinto amurallado se conserva prácticamente íntegro; aunque buena parte de él se ha convertido en el muro de muchas de las casas que se han construido a sus pies; incluso la plaza de toros aprovecha parte de esta muralla.

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Hoy el interior del castillo es el camposanto de la localidad, y han cometido la aberración de instalar un repetidor de TV y teléfono en lo alto. Pero os invito a encontrar entre sus muros las marcas que los canteros dejaron en los sillares que laboriosamente labraron durante siglos para levantar esta majestuosa construcción militar.

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Solo hay dos bares, magníficamente situados y juntos, en el pueblo que ofrecen vistas magníficas y que se alegraron mucho de vernos, pues aprovechamos para comer y hacer gasto en los pueblos, como tiene que ser.

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Dejamos las tierras del Temple por el viejo camino de subida al castillo, descendemos de este pedacito de historia fronteriza, que guarda los secretos de las muchas desavenencias hispano lusas sucedidas a lo largo de la historia.

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La Sierra de Gata es rica en agua, prueba de ello son las muchas fuentes que hay en toda la comarca; esta sierra además, es como un enorme pozo subterráneo del que mana agua por todas partes. Esta es la fuente del Pilar.

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Al descender de Santibáñez nos topamos con uno de esos tesoros de la ruralidad extremeña. Justo en la parte baja de la sierra, cuando comienza la dehesa nos encontramos con el Barrio de la Calzada, o Los Pajares que, como cuenta mi buen amigo Víctor Manuel Pizarro, se trata de un interesante barrio ganadero, «uno de los poquísimos conjuntos arquitectónicos populares de carácter agrícola y ganadero que se conservan de manera íntegra hoy día en Extremadura. Declarado Bien de Interés Cultural en octubre de 2010, con la categoría de Lugar de Interés Etnológico»

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Se trata de conjunto de más de cien construcciones de granito, la mayoría abandonadas, dedicadas a establos, cuartos de aperos y pajares.

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Ocupan una superficie de unas 27 hectáreas en mitad de un paisaje afable, rico en manantiales, fuentes y abrevaderos, sobre un suelo fértil de dehesas, prados y acebuches centenarios donde pastan vacas y caballos.

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Afortunadamente, muchas de estas construcciones se están recuperando para deleite de todo aquel que las visita, y merece la pena.

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Los Pajares  fue el primer Bien de Interés Cultural como Lugar de Interés Etnológico, declarado por la Junta de Extremadura en 2010. El resultado de una vida práctica, de como los ganaderos evitaban los roquedos de la sierra y buscaban los pastos y la comodidad del llano.

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Nosotros caminamos ahora por la dehesa boyal de Santibáñez, sin árboles, que deja que veamos frente a nosotros la sierra de Dios Padre y Villanueva de la Sierra a sus pies.

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Por los huertos del rincón y el Mermejal nos acercamos a la piscina natural de Santibáñez, junto a la carretera local CC-115, que aquí llaman la carretera de Montehermoso, final del trayecto.

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El río Árrago, protegido por su hermosa vegetación de ribera, rodeado de olivares, castaños, alcornoques y extensos viñedos, hace quiebro en este punto, antes de juntarse con el río Tralgas y llenar el embalse de Borbollón, tierra de grullas; hace un quiebro, digo, para facilitar el baño en esta deliciosa y tranquila piscina natural que cuenta todo tipo de servicios.

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Fin de trayecto. Para el recuerdo queda esta imagen de grupo que nos hicimos delante de la rueda del molino de Los Blanco, aunque no olvidaremos el viaje que, antaño, realizaban estas gentes muy a menudo y no con el carácter lúdico y deportivo que nos ha movido a nosotros.

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La Sierra de Gata es una comarca diversa, amplia y deliciosa. Tierra de vinos y aceite. De castillos, de habla propia; una tierra de fronteras donde el otoño se inunda de matices y el verano te invita a bañarte en cualquiera de sus diecisiete piscinas naturales. Pueblos y aldeas que conservan la arquitectura rural y serrana, plagada de viejos caminos medievales de piedra que se conservan en algunos tramos, tan bellos, que tus mismos pasos te retrotraen a aquellos años en los que vivir aquí no resultaba tan idílico. Hoy este paisaje entre montañas es un paraíso para el viajero, la mejor manera de conocerla es hacerlo Andando Extremadura.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2018

Camino portugués de Santiago

Aunque este blog esté dedicado a los senderos de Extremadura, son muchos, somos muchos, los que hacemos el Camino de Santiago. Es raro encontrar a algún senderista que no lo haya hecho o que incluso haya hecho varios de ellos, o distintas etapas de varios de sus trazados. Yo me he iniciado en el Camino de Santiago con el Camino Portugués. Este itinerario que comienza en Lisboa, recorre la costa atlántica para entrar en España atravesando el río Miño en la localidad de Tui. Y es que como cuentan en la página oficial del Camino: Esta ruta tomó relevancia, sobre todo, a partir del siglo XII, tras la independencia de Portugal. Su trazado hereda vías y caminos antiguos, como la Vía XIX, construida en el siglo I d. C., que unía Braga con Astorga a través de Ponte de Lima, Tui, Pontevedra, Santiago y Lugo, y que fue una de las calzadas romanas más importantes, pues vertebró la Gallaecia.

Lo habitual es que cada uno organice el camino de manera particular, planifique su viaje y haga un tramo u otro en función de los días que se quiera caminar, o de los que uno disponga. También es cierto que hay empresas que organizan el Camino y dan diferentes opciones; empresas como Santiagoways que dan distintas opciones y se encargan de todo. Cada uno que elija la manera de hacerlo. Información hay mucha, en guías especializadas y en la red, tracks, comentarios, recomendaciones. Lo mejor es recabar toda la información antes.

Nosotros hicimos las últimas 6 etapas del Camino portugués, es decir de Tui a Santiago de Compostela, 120 kms muy suaves con algunas etapas interesantes y localidades con mucho que ver. Yo elegí a dos excelentes compañeros de camino, Antonio Luna y Juan Antonio Mostazo, con los que disfruté tanto de su compañía como de su paciencia. Este es el relato.

Salimos de Cáceres en vehículo y optamos por dejarlo en Santiago de Compostela y bajar hasta Tui en tren. Así tendríamos el coche en Santiago cuando terminásemos el Camino. Así es que la primera vez que nos colgamos las mochilas fue en la estación de tren de Santiago de Compostela.

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Y así llegamos a Tui. Hemos reservado el albergue por teléfono esa misma tarde, y nos dirigimos al mismo paseando por Tui, una de las siete capitales del Antiguo Reino de Galicia, declarada conjunto histórico artístico en 1967.

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La monumentalidad de Tui se respira en cada una de las rúas, callejas y pasadizos de su noble casco histórico, un dibujo urbano medieval presidido por el románico.

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El románico y el gótico de la Catedral de Santa María de Tui que preside la plaza. El claustro gótico, de la segunda mitad del siglo XIII, es el mayor claustro medieval conservado en Galicia. Dentro del claustro se conserva la única sala capitular románica existente en Galicia y una de las mayores en su género en España. Junto a la catedral está la oficina de turismo, visita obligada a cada lugar que vayas.

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Primera etapa. Dejamos el albergue, hemos optado por albergues privados, algo más caros pero más cómodos y fáciles de reservar a diario. Más caro pero asequibles, al fin y al cabo en el entorno de los 10-14 euros noche. Y comienza la primera etapa Tui- O Porriño, 17 kms. Hay nervios para quien no la he hecho nunca, como es  mi caso. Lo primero que sorprende es la señalización permanente en todo el camino y la multitud de elementos con los que te vas topando. Siguiendo la señalización tomamos esta pista que deja a la derecha el Ponte da Veiga sobre el río Louro.

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Como comentaba al principio, el trazado del Camino portugués coincide con la antigua Vía romana XIX.

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Madrugar es el signo del camino, es algo a lo que te acostumbras, que desde las 5 ó 6 de la madrugada la gente empiece a prepararse para iniciar la ruta del día: nosotros madrugaremos pero no tanto, sobre las siete de la mañana solemos levantarnos e iniciar cada etapa, esto hace que muchas veces vayamos solos, o casi solos, pues la mayoría de la gente lleva más de una hora andando.

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Pero no hay prisa, hemos venido a disfrutarlo. Esta es otra de las constantes del camino, los cruceros. En el camino eres peregrino, las referencias religiosas, sobre todo al Apóstol, son continuas, aunque es verdad que la mayoría de la gente lo haga por muchos motivos, entre ellos el deportivo.

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Si hay algo que es evidente nada más llegar, es que el Camino de Santiago es una máquina de hacer dinero, todo el mundo trabaja para él, todo el mundo te trata de manera amable, y mucha gente no deja desaprovechar la ocasión de que miles de personas se mueven a diario por los distintos trazados. Y no es extraño encontrarte a tu paso, pequeñas paradas donde reponer fuerzas; en esta casa daban desayunos como si no hubiera mañana, ¡y no veas cómo estaba! Aquí empezaría a experimentar otra de las grandezas del Camino, todo esa gente con la que te vas a ir topando a lo largo del recorrido y a quienes, incluso sin saber sus nombres, saludarás en cada encuentro y comentarás anécdotas y chascarrillos.

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En Galicia todo es camino. Cerca de 300.000 personas lo recorren cada año y es una oportunidad económica que los gallegos no pasan por alto.

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Dejamos el desayuno y seguimos caminado, después de atravesar la autovía, llegamos hasta el Ponte das Febres sobre el arroyo San Simón,  recibe este nombre porque en este lugar enfermó de muerte San Telmo en la primavera de 1251. Pedro González Telmo, que así se llamaba, es el patrón de los marineros. Por este agradable escenario sombrío, abrigado por la vegetación de ribera del río Louro, llegamos hasta A Magdalena, de la parroquia tudense de Santa Comba de Ribadelouro.

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Ojo en esta zona, aunque ya está muy señalizado y advertido en carteles y señales, este tramo tiene una alternativa desde hace unos años que evita atravesar un enorme polígono industrial y que toma el desvío por un bosque más agradable. Hay que estar atentos.

Ya digo que es mi primer camino, y no puedo comparar con otros, pero sí es verdad que una de las incomodidades del Camino portugués es que discurre en demasiadas ocasiones por pistas asfaltadas por las que circulan vehículos. En fin, es nuestro primer día y los 17 kms a O Porriño se nos hacen poco, la localidad, por otra parte no tiene mucho que ver y, además es muy temprano, por lo que decidimos seguir hasta Mos, a unos seis kilómetros más adelante.

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El calor aprieta a esta hora del mediodía y la zona por la que caminamos no tiene sombra. Hay ganas de llegar. Y en Mos pararemos en la zona del  impresionante Pazo de Mos, hoy reconstruido y sede de la Fundación Pazo de Mos, compuesta por los asociación vecinal de la zona y los comuneros.El Pazo data del siglo XVII y tiene una planta en L. Fue residencia de los Marqueses de Mos hasta que fue destruido en un incendio en la batalla con los franceses. Aquí sí dormiremos en un albergue público, que es el único que hay.

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Dedicaremos la tarde a descansar, comer bien y disfrutar del ambiente peregrino que se respira en este pequeño rincón tomado por caminantes.

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Segunda etapa. Salimos de Mos por una subida algo prolongada pero no difícil hasta que llegamos al  crucero policromado de Os Cabaleiros del siglo XVIII y provisto de dos farolillos. A partir de aquí alternaremos asfalto y bosque.

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Una mañana de niebla, una carretera solitaria, un bosque silencioso. Y una señal que indica el camino.

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Ahora una pista de tierra entre robles, pinos y eucaliptos nos reconforta de tanto asfalto pero al que volvemos en breve.

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La mochila es un elemento común a todos los caminantes. Si quieres llevar muchas cosas, lo mejor es que lleves dos, una pequeña para el camino y otra que puedes enviar cada día al albergue de destino, es un servicio que no es caro y funciona bien. Nosotros optamos por llevar nuestras cosas encina, como casi todos; eso te obliga a economizar el equipaje para aminorar el peso y no llevar demasiada carga.

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La descontadora de kilómetros. Lo hitos de camino que continuamente te dicen lo que te queda para llegar a Santiago, ver bajar la distancia a destino te da ánimos a cada rato. Otra constante es el agua, encontrarás multitud de fuentes a lo largo del Camino. Y las piedras, los montículos de piedra que la gente coloca; en principio se utilizaron para marcar el Camino, antes de que se colocaran los hitos, ahora tienen otra simbología, hay peregrinos que se liberan dejándolas en lugares concretos; promesas, propósitos, pecados que vamos dejando atrás.

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Así entramos en el Concello de Redondela. En Redondela termina la segunda etapa oficial, pero ya digo que cada uno puede hacerlo a su conveniencia, más largo, más corto. Nosotros hemos elegido darnos un homenaje gastronómico, pero eso lo contamos más adelante.

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Nos encontramos de inmediato con el primer edificio relevante en Redondela: el convento de Vilavella, residencia de monjas en el siglo XVI y lugar de celebración de eventos, bodas y bautizos en la actualidad.

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Tras recorrer algunas calles del centro pasamos bajo el viaducto Pedro Florani, inaugurado en 1876 y catalogado Bien de Interés Cultural. La ría está cerca y huele a mar.

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Sorprende Redondela que, entre nuevos edificios, haya conservado los originales hórreos del pueblo pesquero.

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Se aprecian los vestigios de esta pequeña aldea de pescadores, rincones que mantienen viva la historia que nosotros, que venimos de fuera, reconocemos perfectamente.

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Entre las costumbres que me sorprendieron en el camino y que vengo contando (cruceiros, piedras para liberar deseos, botas, cintas…) Están estos paneles de conchas que dejan los peregrinos como recuerdo. Curioso porque cada vieira es una historia: una fecha, un recuerdo, un nombre, una dedicatoria, un deseo…

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Aconsejados por un amigo de Juan Antonio, conocedor de la zona, decidimos parar en Arcade, ciudad famosa por el festival de ostras que organiza cada año. Y darnos un homenaje hemos venido.

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En este rinconcito de la costa gallega buscamos el sitio recomendado que no defraudó, ni en calidad, ni en precio. Los peregrinos purifican el alma, pero el cuerpo se merece un detallito, que bastantes kilómetros le vamos a meter estos días. Si alguna vez vais a Arcade cerca del puerto hay numerosos sitios donde degustar este manjar y a precios que sorprenden.

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Arcade es el final, o el principio de la ría de Vigo, vigilada por las islas Cíes. Lugar tranquilo, pescador, que deja varadas las barcas cuando la marea baja.

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En este pequeño puerto, frente a la Ensenada de San Simón, descansan los aperos de pesca, en esta ría que enseña al fondo el Puente de Rande que cruza la ría. Bueno es hora de descansar.

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Tercera etapa. Arrancamos temprano con un buen desayuno, nos despedimos de la ría de Vigo y de sus manjares para encarar otra etapa sencilla, 11 kms hasta Pontevedra. Hoy queremos conocer la capital y disfrutar de su casco antiguo peatonalizado. Es un viaje que estamos aprovechando para conocer esta región. No nos hemos planteado ni ser los primeros, ni los más madrugadores, ni los que más kilómetros hagan, sólo disfrutar de Galicia y del camino.

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Arcade nos despide cruzando el río Verdugo en Ponte Sampaio. En este puente es dónde el ejército de Napoleón sufrió la mayor derrota en Galicia. Como dicen en alguna web «un colosal vado de piedra de tajamares angulados que salva el río Verdugo», magnífica literatura.

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Tras algún giro más abandonamos Ponte Sampaio en subida y en busca del paraje donde se encontraba el Ponte Nova, un puente medieval de un arco que se hizo añicos en 2006 por una riada del río Ulló. El Camino Portugués fue desviado y en octubre de 2010 se inauguró un puente nuevo, aunque ahora de acero corten y hormigón.

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Tras el Ponte Nova el Camino se adentra en la Brea Vella da Canicouva, un evocador camino de grandes losas que transcurre por el itinerario de la vía romana XIX. La descontadora sigue bajando camino de Santiago.

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Sigue el camino cruzando pequeñas urbanizaciones diseminadas, por una pista entre robles, y más tarde asfaltada, entramos en la parroquia de Figueirido, del Concello de Vilaboa.

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El camino te deja retazos de la historia como esta boca de una antigua mina por la que discurre el trazado.

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Tras dejar los bártulos en el albergue, privado y abierto en 2004, muy cómodo, optamos por disfrutar de Pontevedra y su casco antiguo, peatonalizado para disfrute de peregrinos, viajeros y habitantes de Pontevedra.

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Pontevedra, situada junto a la ría de su nombre. «da de beber a quien pasa» dije un viejo dicho gallego. Construida con la paciencia del paso de los siglos, esta «boa vila» con sus deliciosas calles y plazas de nombres gremiales repletas de edificios de la arquitectura culta y popular, posee uno de los conjuntos históricos más hermosos y mejor conservados de Galicia. Los dominicos llegaron a Pontevedra a finales del S. XII y comenzaron la construcción de ese templo gótico en el siglo XIII. En el Siglo XVIII intentaron una reconstrucción del estilo neoclásico, pero quedo sin concluir, como también quedó sin concluir el derribo del ábside gótico de la primera iglesia. Se conserva la cabecera de la iglesia con cinco ábsides poligonales y un muro lateral con una pequeña portada y rosetón.

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Desde la Iglesia de San Francisco, Pontevedra ofrece esta panorámica sobre la Plaza da Ferraría y los jardines de Castro Sampedro. Pontevedra nos ha gustado, ha merecido la pena dedicar el día recorrerlo tranquilo. Ahora a descansar.

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Cuarta etapa. Galicia tiene estas cosas, después de dos día de calor, Pontevedra nos despide con lluvia, hoy que la etapa es más larga, 23 kms hasta Caldas de Reis.

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Hoy es difícil hasta hacer fotos, o disfrutar del camino, la lluvia y el viento nos mantienen bajos los plásticos de los ponchos, pero el camino sigue dejando a la vista hermosos lugares. Es la iglesia de Santa María de Alba.

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No tenemos la mejor pinta para una foto, pero este es el tramo más bonito de la ruta. Bajo el enmarañado dosel vegetal progresamos hasta el rego do Pozo Negro, que cruzamos por una pasarela rústica para llegar hasta un comprometido paso a nivel sin barrera. Ojo a este punto.

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Así llegamos a San Amaro y recuperamos la vieja vía romana XIX. La descontadora nos sigue animando a seguir, ya hemos recorrido más de la mitad del camino.

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Antiguos lavaderos recuperados en el camino para deleite de todos. Los tres que caminamos juntos somos unos enamorados de las costumbres y, sobre todo, que se mantengan testimonios como este. Así llegamos a Caldas de Reis, villa termal

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Caldas de Reis tiene dos balnearios, a cual más bonito. El agua que durante siglos calienta los minerales y brota de las entrañas de la tierra ofreciendo sus propiedades curativas para el cuerpo y el espíritu, es el recurso más importante en el nacimiento y desarrollo de esta localidad. Ofrece al visitante, sobre todo al peregrino, fuentes como esta, Fuente de las Burgas, a un lado agua fría, a otro caliente, a casi 50 grados, un relax para los pies.

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Muy cerca este antiguo lavadero se surte con agua caliente, algo más templada, donde nos quedamos largo tiempo relajando músculos y disfrutando de este regalo. daba pereza salir del agua.

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Y nos inmortalizamos en el puente romano sobre el río Bermaña. Por aquí transcurre el camino portugués, antes formó parte de un antiguo camino militar romano, que pasaba por Aquis Celenis. Relajados con las aguas termales nos retiramos a descansar, mañana tenemos 18,5 kms por delante.

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Quinta etapa. Penúltima caminada, hoy los pasos nos llevarán hasta Padrón, 18,5 kms. Dejamos Caldas de Reis con un nuevo compañero, Javier. La descontadora nos dice que queda menos y anima a seguir. Etapa en la que dejaremos la provincia de Pontevedra para entrar en la coruñesa.

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Ya somos cuatro. Ya habíamos visto a Javier anteriormente, sucede en el camino; es profesor en Canarias  y viaja solo, al final se une al grupo y continuamos camino juntos. El recorrido de hoy pasa por pequeños núcleos del entorno rural Gallego. Etapa que discurre, de nuevo, por demasiados tramos de asfalto, entre ellos, el que nos lleva hasta la iglesia de Santa Mariña, epicentro de la parroquia de Carracedo y situada en el lugar de O Campo.

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A mitad de camino topamos con este puesto, con exposición etnográfica incluida, para atender a peregrinos. Es un pequeño self service, donde nos tomamos un café, pequeño descanso y continuamos.

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De vez en cuando, el camino abandona el molesto asfalto y nos da una tregua caminado por pequeños bosques que hacen más agradable el trazado. La vegetación parece abrazar al peregrino.

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Hemos bajado de los 30 kilómetros. Alguien quemó las botas y las dejó de recuerdo en este punto.

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Por Puente Padrón llegamos hasta el río Sar, el mismo por el que desembarcaron los discípulos de Santiago con los restos del Apóstol en el año 42 o 44 de nuestra era. Una larga recta paralela a este río lleva hasta el mercado de Abastos y el paseo del Espolón de Padrón, donde nos recibe el monumento al Nobel de Literatura Camilo José Cela. El mismo paseo, junto en la esquina contraria, la estatua en homenaje a la escritora Rosalía de Castro y la iglesia de Santiago. Justo a la derecha, en una pequeña calle se encuentra el albergue que hemos elegido.

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En padrón probamos sus pimientos, unos pican y otros no, y disfrutamos de sus muchos monumentos y sorpresas, como la fuente del Carmen, en la que en un nicho aparece representado el bautismo de la Reina Lupa, pagana reconvertida al cristianismo en los tiempos del traslado de los restos del apóstol a Compostela, aspecto al que alude un relieve tallado en la propia fuente.

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Nosotros subimos hasta el convento del Carmen (s. XVIII), con un excelente mirador sobre el pueblo y la comarca del Sar. Y a Santiaguiño do Monte. Este lugar se identificó con la gruta en la que se escondió el Apóstol Santiago y desde el siglo XV se vincula con el perdón de los pecados. Era el lugar donde bebían y se lavaban los peregrinos que se aproximaban al territorio en que el Apóstol predicó hace casi 2000 años.

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Y nos inmortalizamos en este pequeño púlpito. En el siglo XVI los peregrinos subían a estas rocas de rodillas rezando en cada uno de los escalones y terminaban el rito pasando a través de ellos. La creencia popular asegura que si no se recorren de vivo, ha de hacerse de muerto. Además, cada uno de los tres huecos recibe un nombre: infierno, cielo y purgatorio. Así es que mejor vivos.

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Sexta y última etapa. Hoy nos espera Santiago de Compostela y 26 kms por delante. Un recorrido feo por la gran densidad de pequeños núcleos poblacionales que confirman la presencia ya cercana de la meta. La última etapa puede dividirse en dos mitades, una primera casi plana hasta el albergue de Teo y una segunda más fatigosa hasta la propia catedral.

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Hoy se nota el cansancio, azuzado por el calor que nos acompaña.  Bajamos de la veintena. Lo mejor de la etapa es pasar, justo al comienzo por la pequeña parroquia de Iria Flavia que fue un importante centro urbano en época romana, sueva y visigoda. En ella nació Camilo José Cela, que hoy tiene aquí su fundación. Deseando llegar a Santiago.

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Así llegamos a Esclavitude, el camino transita  junto al magnífico Santuario barroco de los siglos XVIII y XIX. La leyenda asegura que su construcción fue incentivada por la donación de un labrador que iba a Santiago y que al beber de la fuente sanó de su enfermedad.

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Un interminable emparrado nos cobija camino del núcleo de Areal y éste nos conduce hasta A Picaraña y nuestra inseparable N-550. Curioso nos resultó a tres extremeños el que las parras en Galicia estén en alto, sustentadas por pilastras de granito, una piedra presente en casi todas las construcciones que nos hemos cruzado en el camino. La razón de situarlas en alto es, según nos explicaron, evitar la humedad del suelo y que la uva se pudra.

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El camino nos devuelve al asfalto, un pequeño hórreo a pie de ruta, transitamos por por el Camino de Riotinto para cruzar un arroyo y entrar en el núcleo de Pedreira.

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Menos de 10 kms. Desde aquí el itinerario sube por carretera y entra por la travesía do Porto en O Milladoiro, el mayor núcleo poblacional del Concello de Ames donde hay posibilidad de saciar el apetito y refrescarse para acometer los últimos 8 kilómetros que nos separan de la catedral de Santiago.

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Un pequeño robledal permite descansar los pies de tanto asfalto, antes de encarar la entrada a Santiago y cruzar múltiples carreteras.

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Pasamos O Milladoiro por la rúa do Esquío antes del Agro dos Monteiros, el Monte do Gozo del Camino Portugués. Está situado a 262 metros de altura, la cota más alta del Camino Portugués en Galicia, y nos regala la primera vista de Santiago y de las torres de la catedral.

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Al bajar el monte, entraremos por el tramo más urbano de la ruta, todos los aledaños e infraestructuras de una ciudad como Santiago, un largo periplo, porque se hace eterno, por vías de servicio de la autovía, urbanizaciones y calles interminables.

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Pero todo llega, al entrar en la zona peatonal de Santiago. El trazado del Camino Portugués hasta la catedral discurre por la rúa do Franco, quizás la más animada de todo Santiago y colmada de bares de tapeo y tiendas de recuerdos.

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Y así pisamos la Plaza del Obradoiro. Y te emocionas. Si es la primera vez que haces el camino, como es mi caso, sientes una alegría inmensa por el reto conseguido.

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Como millones de peregrinos durante miles de años llegamos a la Catedral de Santiago, cada uno tendrá sus razones para hacer el camino; ya te lo preguntan cuando recoges tu pasaporte, la Compostelana: motivos religiosos, espirituales o deportivos. Poco importa, porque la sensación es la misma, estoy seguro.

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Y al llegar, hasta la tele se fijó en nosotros, aunque no fue para hablar del Camino, si no de la seguridad evidente que había en la plaza y alrededores ante la celebración del Día de Santiago. Pero una imagen es una imagen y Antonio salió en la tele.

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Una vez que el peregrino llega a Santiago, hay que recoger la compostelana en el nuevo Centro Internacional de Acogida de Peregrinos, situada cerca de la Plaza del Obradoiro. La Compostela, o compostelana es un documento que certifica haber completado al menos 100 kilómetros a pie o a caballo (200 si se hace en bicicleta) del Camino de Santiago. Se expide en Compostela a todos aquellos peregrinos que, mediante la credencial del Camino debidamente sellada, demuestren su paso ordenado, por motivo religioso o espiritual, por los diferentes enclaves de alguna de las rutas jacobeas. Aquellos que hayan completado el Camino por  motivos lúdicos o deportivos, pueden solicitar  otra certificación conocida como el certificado del peregrino.

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Nosotros dejamos Santiago, reconfortados y felices, convertido en un hervidero de gente ante la fiesta del Apóstol. Y nos dirigimos a Finisterre, ya en coche, para despedirnos de Galicia en el Fin de la Tierra. Los romanos pensaban que este era el punto más occidental de la tierra y, por tanto, el mundo se acababa aquí. Era el «finis terrae»

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Tal vez porque Cabo Fisterra esconde el verdadero secreto de la Costa da Morte: paisajes agrestes y playas impresionantes, unas, al abrigo del cabo, de aguas tranquilas y otras de fuerte oleaje. Y la gran atracción de todos los tiempos, la puesta de sol sobre la inmensidad del óceano, el mar del fin del mundo.

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Ignoro si por curiosidad o por vivir una aventura, Cabo Fisterra fue un imán desde la más remota antigüedad, atrayendo a viajeros de lejanos países y también, con peor fortuna, a tantos barcos que naufragaron en sus aguas. Muchos peregrinos terminan aquí el Camino.

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Una localidad curiosa, llena de tribus diferentes al albergue de la magia del lugar. Aquí conviven pescadores con otras gentes urbanas que escogieron este pueblecito para vivir, y eso se nota. Hay un algo especial en Fisterra.

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Como dicen en la web del Camino de la Xunta de Galicia: «hoy, con su potente faro, Cabo Fisterra sigue ejerciendo un atractivo especial sobre los peregrinos del Camino de Santiago, que no dan por finalizado su viaje hasta llegar aquí. Por algo será».

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Este también es un símbolo del Camino: la bota del peregrino que llegó con los pies hasta aquí. Durante años existía costumbre de venir hasta aquí quemar ropa u otros objetos en la zona, práctica que podría ser una copia del ritual medieval de quemar la ropa en la Cruz dos Farrapos, hoy situada en los techos de la Catedral de Santiago. Esta costumbre hoy está prohibida porque la zona se había convertido en un basurero.

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Nosotros sí posamos ante el mojón del kilómetro cero, otra costumbre muy extendida. Contentos, mejor satisfechos, por terminar el reto de completar el Camino que nos llevó desde Tui a Santiago; contentos por la convivencia, por la amistad que se hace más fuerte, por las anécdotas y los kilómetros, por los paisajes y los recuerdos ya de lo vivido. Ya digo que el camino lo puedes por tu cuenta o confiar en empresas, las hay incluso con extremeñas al frente, como mundiplus  que te facilitarán todo lo necesario para que lo recorras tranquil@.IMG_20170721_210533

Merecía la pena. Cuando meses antes comenzamos a prepararlo, cuando escuchas anécdotas, consejos, recuerdos de quien ya lo ha hecho, era un reto a lograr. En senderismo, habitualmente, caminas un día y no vuelves hasta una semana después, como mínimo, pero el Camino se hace con la cabeza, no tanto con los pies. Reconozco que he tenido dos apoyos excelentes, Antonio y Juan Antonio, que me empujaban a seguir. Debe haber miles de motivos para hacer el Camino de Santiago. O ninguno. El placer de hacerlo es el mejor de ello. Más de 250.000 personas se aventuran a hacerlo cada año, tantos como motivos. Pero como decía Gandhi: «Casi todo lo que realices será insignificante, pero es muy importante que lo hagas». Buen camino.-

                                 ©vicentepozas2018

Caminar por un mar de nubes

NUBES 13

¿Quién no ha soñado alguna vez con caminar por encima de las nubes? Las nubes. Sueños de algodón que dibujan los cielos y que en fotografía crean efectos que engrandecen una imagen.

NUBES 12

Las nubes siempre están encima de nosotros, o casi siempre, pero cuando consigues situarte por encima de ellas el sueño se convierte en una visión idílica que alimenta la imaginación y despierta la fábula.

NUBES 6

Extremadura es una sorpresa, sus cielos lo son también, y si escalas a alguna de sus atalayas, en cualquiera de sus formas – montaña, cerro, alcor, risco, loma, colina, monte, collado, sierra, cordillera…- además de disfrutar de un paisaje excelente, te puedes llevar la sorpresa de estar caminando por encima de las nubes.

NUBES 10

Quienes hacemos andando caminos y veredas somos testigos de la luz en cada hora del día, en cada estación, y somos espectadores de las caprichosas formas de un cielo limpio y despejado en el que las nubes son libres de expresarse.

NUBES 9

Lo hacen dejando testimonio de su grandeza, bañadas por un sol que las vira de los naranjas a los blancos, de los grises a los ocres.

NUBES 1

El mayor regalo es sobrepasarlas, ponerlas a tus pies y observar ante ti campos de algodón en movimiento, luces y sombras de un mar de olas blancas que parecen tener vida; paisajes de otros paisajes ocultos por instantes, nubes que viajan contigo y te acompañan creando cascadas de agua condensada y lagos de cristales de nieve, gotas de agua microscópicas en estado gaseoso, llanuras de agua evaporada que nos traen los océanos que vienen a descansar a Extremadura.

NUBES 2

Por encima de las nubes hay una paz infinita, el sosiego que produce percibir sus lentos cambios, empujadas por un viento que las anima a deslizarse por las laderas de una montaña, a empapar la dehesa de rocío; porque, al fin y al cabo, las nubes son agua y el agua es vida, y Extremadura es agua.

NUBES 8

Si alguna vez has sido testigo de lo que te cuento, recordarás esa sensación momentánea de sentirte más grande, más alto que el mismo cielo, sobre el éter de un suelo de agua que no puedes pisar.

NUBES 3

Elige esos días de niebla extremeña, busca un lugar elevado en tu camino y disfruta de ese piélago de nubes, alfombras gaseosas sobre un paisaje amilanado. Toma la cámara de fotos con tranquilidad y recoge las curvas del agua sobre la loma cercana; retrata las insinuadas formas de un campanario cuando asoma entre la bruma, recoge el silencio que parece haber debajo.

NUBES 4

Extremadura tiene muchos cielos, uno cada día; pero si logras tropezar con el momento en el que las nubes están abajo y el cielo arriba, te toparás con una sensación indescriptible, como si dominases la tierra, como si el tiempo chocara bruscamente, se diese la vuelta y volcase sobre los campos.

NUBES 5

Un mar de nubes es un paisaje invertido, algo así como el cielo a tus pies; añoranza de sueños infantiles, de caballos alados, de cuentos con héroes que vuelan, de paraísos perdidos con niños que se niegan a crecer.

NUBES 7

Extremadura es, a veces, un mar de nubes. Y cuando las tienes a tus pies me acuerdo siempre de aquella canción: “te quiero tanto, tanto, que en una sola lágrima de mi llanto, cabe el cielo”.-

NUBES 11

Este post forma parte del libro ‘Cielos de Extremadura’ publicado con motivo del VII Encuentro de Blogueros de Extremadura que organiza la Fundación Xavier de Salas y editado por la Dirección General de Turismo de Extremadura bajo al dirección de José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández, celebrado en Trujillo el 25 de noviembre de 2017.

                              

toda la información de estos encuentros y una magnífica colección de imágenes se puede encontrar en

http://extremadurablogs.blogspot.com.es/

©vicentepozas2017

 

VII Encuentro de blogueros de Extremadura

¡Ya queda menos!

El 25 de noviembre nos volveremos a encontrar, y van siete, más de medio centenar de blogueros de Extremadura para compartir experiencias. Es una excusa magnífica para juntarnos cada año y vernos las páginas. Esta edición: ‘Cielos de Extremadura’, deseando ver el resultado de una publicación que se convierte, desde hace unos años, en una de las mejores ediciones divulgativas de turismo y recursos de la región. Nos volverá a albergar el Palacio de la Coria en Trujillo, sede de la Fundación Xavier de Salas que organiza el encuentro, gracias al trabajo de dos incansables: Atanasio Fernández y José Manuel López.

Por cierto, ya aprovecho para decirle a todos mis conocidos, con cargo o sin él, que organizan encuentros, mesas, trips o debates de blogueros en Extremadura, que no hace falta irse fuera a buscarlos, aquí los tenemos y muy buenos. Si nos los conocen, les invito a que se acerquen a Trujillo el 25 de noviembre, estaré encantando de presentárselos.

Prepárate para la temporada senderista

 

Una vez que los rigores del verano y el calor se van retirando, los clubes de senderismo comienzan a hacer públicos sus calendarios de rutas para este último tramo del año. Septiembre ofrece ya algunas posibilidades muy sugerentes para desentumecer las piernas y volver al camino.

Mucha gente me pregunta dónde puede informarse sobre las diferentes rutas que se organizan en Extremadura. Lo mejor es seguir a aquellos clubes que nos interesen (web, redes, correo…) y estar al tanto de cada una de sus propuestas, la mayoría son abiertas.

Yo además os recomiendo este blog de mi amiga María José Pacios, que recoge cada fin de semana buena parte de las rutas que se organizan en Extremadura:   Blog Senderos Cáceres

¿CÓMO ME PREPARO?

Aunque a estas alturas muchos de vosotros/as ya tenéis claro, además de experiencia, qué me pongo o qué debo llevar cuando voy de ruta, no está mal que recordemos algunos consejos para evitar lesiones o molestias que nos afeen el paseo.

POR LOS PIES

Sí, es necesario empezar por los pies. En senderismo son nuestro principal motor, pies y piernas serán los que más trabajen; para ello yo recomiendo siempre buscar un buen calzado que nos asegure un buen agarre, una necesaria transpiración y la comodidad imprescindible para no quejarnos de nuestros pies. Siempre dicen que lo barato es caro, afortunadamente hay marcas que combinan la relación calidad-precio y que nos ofrecen unas prestaciones adecuadas a nuestras exigencias. Marcas como Boreal, Chiruca, +8000, IZAS, Trango World o ALTUS (todas españolas) ofrecen una variada gama para cada persona.

Es importante que seleccionemos el calzado adecuado a la actividad que queremos hacer: no es lo mismo una bota de alta montaña que una de senderismo, ni es lo mismo una bota impermeable para el invierno, realizada con materiales como Gore-Tex, por ejemplo, que aquellas más transpirables, más adecuadas para climas menos fríos o para estaciones como primavera.

Yo siempre aconsejo acudir a nuestra tienda especializada de confianza de ropa de senderismo y dejarnos asesorar por quien sabe.

En senderismo, por ejemplo, es aconsejable comprar botas siempre un número de pie más alto que el que usamos habitualmente, para evitar que el calzado nos haga daño en los dedos en los descensos (yo calzo un número 41 de pie y compro botas del 42), pero como digo, mejor que te asesoren.

No olvides que hay calzado rígido, semirrígido y blando, aunque cada uno tiene su función, es mejor que lo adaptes a tu pie, que nadie mejor que tú conoce; hay gente que no aguanta las botas rígidas para caminar y prefiere algo más moldeable.

Si el calzado es esencial, no menos lo es el calcetín. Busca calcetines de compresión que se ajusten a tu pie y que sean cómodos (yo personalmente considero una locura ponerse dos calcetines como hace mucha gente) y si haces rutas largas (20 kms en adelante) procura llevar otro par en la mochila y cambiártelos a mitad de la ruta, te dejará los pies nuevos.

Yo, además, me hidrato los pies antes de comenzar la ruta, crema hidratante o vaselina funcionan muy bien.

Y, ¡ojo!, si durante la ruta tienes alguna molestia, algún roce o se te ha doblado el calcetín, ¡párate de inmediato!, es mejor que pierdas unos minutos en corregirlo que ese roce se convierta en herida y no tenga solución, porque irás incómodo y puedes retrasar la marcha.

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LA ROPA, POR CAPAS, COMO LA CEBOLLA

Si el calzado es importante la ropa no lo es menos. Parece que salir al campo implica pasar frío. Nada de eso. Recuerda que el senderismo es una actividad física que requiere un esfuerzo y, por tanto, genera calor.

¿Qué quiero decir con esto? No te cargues de ropa y si lo haces, porque eres friolero/a, hazlo por capas. Más vale que lleves varias prendas ligeras de las que te puedas ir desprendiendo a medida que entras en calor, que una prensa gruesa que no te puedas quitar y una vez en camino te dé ‘excesivo calor’.

Como en todo hay modas. Hay gente que se pone una camiseta térmica y un cortaviento y va en la gloria, hay gente (seguro que pones cara a alguien) que va en manga corta, aunque sea invierno; y están los que se cubren de pies a cabeza y no se quitan nada en toda la ruta (gorro de lana, guantes, bufanda o braga…); quiero decir con esto que ‘cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas’, vamos que tú sabes si eres de mucha o poca ropa. Insisto, mejor varias prendas ligeras que dos muy gordas.

Y decía que en el mundo del deporte la moda de las marcas se ha impuesto, el diseño ya es una característica más de la ropa; además de su tejido o su comodidad. Nadie niega que ya la ropa de senderismo, además de estética, está pensada para realizar este deporte con comodidad y que ofrecen extras que antes no eran habituales (transpiración, impermebeabilidad, ropa transformable, escaso peso, elasticidad…)

Cualquiera de las marcas que os he puesto arriba es un buen ejemplo de lo que os vengo comentando, si leéis sus características, comprobaréis que todas ofrecen infinidad de avances técnicos.

Pero tampoco os obsesionéis con ello, hay gente que prefiere seguir yendo en vaqueros o con un pantalón de lana, o una malla de toda la vida, y tan ricamente. Aunque en la mayoría de los casos todos nos volvemos muy ‘técnicos’ y las marcas imponen su moda y su ropa. Tú decides en todo caso.

No obstante, te hago una pregunta, si eres un habitual del senderismo ¿cuántas camisetas técnicas tienes en tu armario? ¿y cuántas que no te pones? Acumulamos ropa de cada uno de los eventos a los que vamos y, al final, nos ponemos dos o tres.

Y LA MOCHILA, ESA GRAN DESCONOCIDA

Compañera imprescindible de camino. La mochila es necesaria para poder cargar durante la ruta con lo imprescindible. Y lo principal es siempre el agua. Un litro o litro y medio por persona. Es importante hidratarse. De hecho, es conveniente beber agua con frecuencia, aunque no tengamos sensación de sed. Elige si prefieres botella o cantimplora interior (camelbak) pero no olvides llevar agua. Hay quien prefiere llevar alguna bebida energética, pero suelen tener un alto contenido en azúcar.

No está de más que eches algo de fruta de temporada, frutos secos o alguna barrita energética en su defecto.

Comer ligero en la ruta, que no tengamos digestiones pesadas y mejor hacerlo en pequeñas dosis que hacerlo de una vez y en mayor cantidad.

Yo, además, siempre llevo en la mochila tiritas, esparadrapo, algún analgésico y antiinflamatorio. Algo de crema para el sol.

Si es otoño o invierno y dudas sin echar un gorro para la lluvia y un poncho, échalo. En el campo mojarte por la lluvia es quedarte frío.

Lleva un par de calcetines de repuesto, por si acaso. Por si la ruta es larga, te mojas al cruzar un río o un arroyo… nunca molestan.

Yo suelo llevar otra mochila que dejo en el autobús o el coche para cambiarme cuando llego: calzado, ropa seca, calcetines. Te quedas como nuevo.

CONECTADOS

 

Los móviles nos facilitan la vida, es verdad, también nos la complican. Pero en senderismo son muy prácticos. Primero porque te permiten estar conectado en caso de accidente o pérdida, hay aplicaciones como Alpify (ahora se llama safe365) que te conectan con el 112 aunque no tengas cobertura y que te geolocalizan la llamada, es decir, nos sitúan en un mapa con toda precisión, es muy práctico.

Programas como Wikiloc, te ayudan en la ruta para seguir el recorrido, y Google Maps te enseña otros caminos, en caso de que encontremos algún obstáculo insalvable.

Y luego hay apps que son un divertimento. Las que te dicen el nombre de los montes o montañas (puntos geodésicos), el nombre de los árboles (arbolapp), de las plantas (PlantNet); y es práctico tener alguna sobre el tiempo y consultarla antes.

Eso sí, acuérdate de cargar el teléfono el día antes o llevar una batería externa.

Y ahora, a disfrutar del camino, que otoño e invierno son las mejores estaciones para senderismo.

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Ruta Caminos tradicionales del Alto Aravalle. Ávila

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Extremadura hace frontera con Castilla León o lo que es lo mismo, la provincia de Cáceres hace frontera con la de Ávila; donde termina el Valle del Jerte, en el Puerto de Tornavacas, comienza la Comarca del Aravalle, un descubrimiento. Dentro del  Parque Regional de la Sierra de Gredos, la Comarca del Aravalle es una zona de altísimo valor natural que aún no ha sido invadida por el gran público, que mantiene así su sabor rural y la calma que pocos lugares pueden ofrecer. La comarca del Aravalle, o Alto Aravalle, recibe el nombre del río que la cruza pero no intentéis buscar mucha información porque no la encontraréis; sorprende que las webs de turismo, diputación de Ávila y Junta de Castilla y León, no incluyan ninguna información sobre ella. Una de las características más especiales de este valle es que se encuentra situado a 1.100 m de altitud y esto le confiere unas peculiaridades propias. Conserva sus pueblos casi intactos y aquí es donde radica lo especial de este ruta: paisajes propios de Gredos y pueblecitos con encanto. En esta ocasión lo organizaba el club extremeño GR-100 Y fue una jornada fantástica.

La ruta de los caminos tradicionales del Aravalle es circular y pasa por todos los pueblos de esta recoleta y bella comarca que atraviesa el río Aravalle. Tiene una longitud de unos 16 km y un desnivel prácticamente nulo, con lo que completarla tranquilamente pueden ser unas 4 horas y media.
Su recorrido discurre por caminos tradicionales y cañadas y a su vera se extienden los campos que normalmente acogen al ganado en sus pastos. Está señalizada como PR-AV 51

Os dejo el track para GPS

Nosotros arrancamos en la pequeña población de Puerto Castilla, en las inmediaciones del puerto de Tornavacas. En su término municipal, en la sierra, se encuentra la laguna del Barco o de Galín Gómez.

Enseguida salimos del pueblo por el norte siguiendo la señalización de la ruta rodeados de abundante vegetación.

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La ruta está bien marcada, se trata de un pequeño recorrido, PR, homologado, cómodo y con abundante sombra. Si lo hacéis en otoño invierno es posible que encontréis nieve.

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Enseguida cruzamos el cauce del río Aravalle. Hay que vigilar la época del año en que hacemos la ruta porque podemos tener dificultades para cruzarlo.

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A continuación nos adentramos en el castañar de la Perigalla, una zona de magníficas arboledas con grandes robledales, pinos y castaños.

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Es flora de sierra, típica de zonas húmedas casi perennes todo el año.

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El entorno, muy rural, deja entrever que está poco explotado como comentaba al inicio del post.

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Robles, pinares…

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…y hermosos castaños de porte señorial con centenares de años a la espalda.

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En el paraje de Prados de los Conejos nos encontramos con varios castaños centenarios

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Apenas a dos kilómetros entramos en el segundo pueblo: Santiago de Aravalle donde destaca la torre de su iglesia parroquial declarada en 1981 Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.

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Pequeñas localidades con las calles contadas donde viven apenas unas decenas de vecinos pero que conservan un encanto especial; seguimos camino.

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Como contaba es un paraje llano, una meseta que casi podría ser un altiplano; mires donde mires te rodean montañas; este prado en medio de la cadena montañosa del Sistema Central es una delicia.

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Dejas los bosques de robles y pinos y te encuentras rodeado  de castaños por caminos amplios y muy cómodos.

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Cerca de la Garganta de Solanas la vegetación de ribera rodea el camino, es un paisaje que cambia continuamente.

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A nuestra izquierda la sierra de la Serenita y, justo detrás, aunque ahora no la veamos está la sierra de Candelario.

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Al otro lado, el Gredos más salvaje, el más pateado; la Sierra de Galín Gómez, las lagunas, el Majón Alto. La montaña que aquí se antoja tan cercana y que al pisarla parece interminable.

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Cerca de las Casas del Rey seguimos hacia el siguiente pueblo del Aravalle, Retuerta. La ruta es fácil y la señalización buena.

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Hay muchos pequeños núcleos abandonados, como el anterior de Casas del Rey o este de la Venta de las Veguillas.

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Tienen ese aspecto de lugares situados a la vera de las carreteras nacionales, cuando se viajaba sin prisas y las familias, o los coches llenos de familia, hacían parada y fonda, buscando el descanso. Las grandes vías, y los cambios de costumbres, los sumen en el olvido. Justo en este punto cruzamos la N-110 y caminamos junto a ella unos 300 metros para tomar una pequeña carretera a la derecha.

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Aquí volveremos a cruzar el río Aravalle, cerca de la presa de Retuerta.

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Y llegamos a Retuerta, una de las cinco pedanías del pueblo de Umbrías; apenas unas calles en las que parece no vivir nadie; pero sí te cruzas con algunos aldeanos que agradecen la visita.

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En su pequeña plaza, mirando a Gredos, con fuente incluida, hacemos un pequeño descanso.

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Y como hay que economizar, me llama la atención esta fachada: ¿por la mañana consultorio médico y por la tarde teleclub? Por la mañana curamos el cuerpo y por la tarde el espíritu. Digo.

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Y dejamos Retuerta. Y van tres pueblos y varias pedanías hoy abandonadas. Unos metros de esta pequeña carretera.

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Unos metros, apenas 200, en este paraje llamado los Arciprestes, tomaremos el desvío de la izquierda que está indicado. Nos llevará por un pequeño camino arbolado, rodeado de paredes de piedra.

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Y llegamos a Umbrías, pueblo algo más grande, de apenas un centenar de habitantes y que conserva, no muchos, algunos detalles de su arquitectura popular con casas circulares y dos entradas que se cerraban para protegerse de los lobos. Cuando había lobos y mucho ganado.

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Este magnífico paisaje que te rodea de continuo. Gredos, el risco de la Campana, a la derecha la cuerda de la Ceja y en el margen derecho otro de los pueblecitos de la comarca: Solana de Ávila, aunque por él no hemos pasado.

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Aquí podéis encontrar un pequeño bar para comer algo. Un pueblo que ve con alegría que un pequeño grupo de senderistas rompa la monotonía del lugar, y de paso deje algo de dinero y bullicio.

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Pero hay que seguir y volvemos al camino que ahora hacemos por la parte baja de la falda de la sierra. La actividad ganadera de Umbrías se deja ver.

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Esta parte del valle es más boscosa y la sombra de los árboles nos acompañará hasta el final, estamos pasando muy cerquita de otra pedanía: Las Casas de Maripedro.

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No andamos mucho y atravesamos la pequeña aldea de Las Hustias, dependiente también de Umbrías, con  apenas unas casas.

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En esta sucesión de pequeños núcleos rurales, es el encanto del camino además del paisaje, llegamos a Casas del Abad, también pedanía de Umbrías y con menos de 50 habitantes. Estos pequeños poblados son apenas una calle alrededor de la carretera, pero tienen un toque especial.

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Un tipismo rural que nos llama la atención; casas abandonadas junto a otras reformadas donde perduran unos pocos habitantes.

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Es la armonía del tiempo detenido, roto por nuestros pasos y la conversación de un grupo que atraviesa estas calles con sorpresa y desconocimiento. Tan cerca del bullicioso Valle del Jerte, tan diferente y tan tranquilo.

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Paisaje de Gredos, praderas verdes para el ganado que tan bucólicas nos parecen a los urbanitas

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Y entre pueblos sigue la ruta. Ahora Gilgarcía, una aldea de origen medieval, siempre formó parte de la tierra de la villa de El Barco, integrada en el señorío de Valdecorneja, que perteneció a los duques de Alba hasta el siglo XIX. Donde destaca la iglesia de San Sebastián, de pequeñas dimensiones, presenta una apariencia hermosa y sobria. La torre levantada a los pies estaba originalmente separada de la iglesia pero en la actualidad se encuentra adosada a un pequeño añadido de mampostería que ocupa el vacío que existía entre ambas construcciones.

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Y por los que llaman los Prados Chicos dejamos la estela de los pueblos del Aravalle para volver al principio

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Prados Chicos que nos enamoran en este pequeña meseta del Valle del Tormes. La práctica de la trashumancia sigue siendo habitual en esta zona de la provincia. Cuando comienzan los fríos los ganaderos de la zona bajan sus ganados hacia Extremadura a través de cañadas reales y cordeles, siguiendo un Código de Honor que se ha ido transmitiendo de generación en generación y que supone todo un rito.

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Delicioso valle que sorprende a quien no lo conoce, espectacular paisaje rodeado por las cumbres de Gredos que tenemos tan cerca los extremeños pero que no conocemos. Asoma la torre de Santiago de Aravalle que disfrutamos nada más comenzar la ruta.

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Caminos intactos que recorren sus pueblos y que ahora, señalizados y homologados, se ponen al servicio de la contemplación, al placer del paseo; protegidos por un bosque que amplifica su belleza.

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Caminos y puentes como este que salva la garganta Gardiel. Caminos hoy ya en desuso para bestias y personas que han sucumbido a las mas cómodas carreteras y que ahora mantienen los pasos de senderistas y ciclistas

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Y así volvemos al inicio. A Puerto Castilla, enamorados de este pequeño territorio olvidado por propios y extraños. La otrora imprescindible Nacional 110, que conecta Plasencia con Ávila, era la vida de este rincón. Cuando llegaron autovías, como la A-66, que lo hace todo más fácil, cayeron en olvido y su mención es sólo recuerdo.

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En Puerto Castilla reponemos fuerzas y aún tenemos algunas de sobra para celebrarlo bailando. La amistad del camino se refuerza al final de la ruta, cuando sabes que has llegado y el autobús te asegura un cómodo viaje de vuelta.

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Foto de grupo para decir hola y adiós. Y hasta la próxima.

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La Sierra de Gredos, techo de Castilla y Extremadura, corazón pétreo de España, como la definiera Unamuno, está situada entre las provincias de Cáceres y Ávila, y sus altas cumbres son el emblema natural por excelencia del Sistema Central, de comarcas cacereñas como la Vera, Jerte o el Ambroz, o esta avileña del Alto Aravalle. El macizo central de Gredos se extiende desde el Puerto del Pico hasta Tornavacas, e incluye el Circo de Gredos y muchas cumbres que son el deleite de senderistas y montañeros; un paisaje que se antoja tan lejano pero que tenemos tan cerca. Quienes disfrutamos de las cumbres de Gredos y sus alrededores, sabemos de qué hablamos. Afortunadamente.

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Ruta Laguna Grande de Gredos por el Pico Morezón

Vamos con una de las rutas clásicas de la Sierra de Gredos, en el Sistema Central. La que nos lleva a la Laguna Grande, un espectáculo en el Circo de Gredos, aunque hay una ruta muy señalizada, y excesivamente popular, que va a la Laguna directamente, nosotros la combinamos con la subida al Pico Morezón (2.389 m) una de las cumbres más accesibles de Gredos. Ruta fácil teniendo en cuenta, claro, que hablamos de alta montaña y de desniveles superiores a los mil metros y un terreno irregular y duro.

Os dejo el track para GPS del recorrido de unos 18 kms y dificultad media-alta (esto siempre depende del nivel de preparación de cada uno).

Os acompaño además el track para ir a la Laguna Grande, aunque no es necesario porque está muy señalizado y el camino está muy marcado, se trata del PR-AV 17. Parte de la plataforma de Gredos, y son 14,4 kms.

La ruta parte de la Plataforma de Gredos en Hoyos del Espino, para acceder debes pagar 2,5 €, es lo que tiene la popularidad, pero te asegura aparcar sin problemas y cuando bajas te puedes tomar algo fresquito, comercial pero cómodo.

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Partimos de la Plataforma por el camino habilitado y señalizado que va hasta la Laguna Grande y si seguís el track comprobaréis que nos desviamos un poco más adelante para seguir lo que se llama la cuerda del Refugio del Rey para ascender hacia el Cerro de la Cagarruta. No hay camino pero sí encontraréis mojones de piedra que os irán guiando.

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El ascenso, entre piornos, ya nos deja ver la zona de las Lancheras a la que descenderemos después en su parte final para acometer la subida al Morezón.

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Si el relieve convierte a Gredos en una bella y espectacular montaña, desde el punto de vista biológico su hábitat nos ofrece uno de los espacios más interesantes de toda Europa occidental. Debido a su situación geográfica, a los fuertes desniveles y a la distinta orientación de sus laderas, la Sierra de Gredos puede considerarse como un auténtico paraíso para la flora.

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Dejamos el Refugio del Rey a la izquierda más abajo, como podéis ver en la foto. El refugio está situado en el Cerro de la Cagarruta, está de camino hacia el Morezón y Navasomera. Además, es el punto de intersección entre las veredas que llegan de La Plataforma, Los Barrerones, Navasomera y Puerto de Candeleda. Construido en 1914, actualmente está en ruinas.

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No coronamos el cerro, si no que nos desviamos hacia la derecha para descender un poco hacia la falda de Navasomera y encarar la subida por los Altos del Morezón

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El dibujo de las erosiones glaciares está presente en todo el Parque Regional de la Sierra de Gredos. A nuestra derecha Cuento Alto, por encima de los 2.000 metros y más allá las llamadas Paredes Negras.

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Es habitual encontrarte con rebaños de cabras montesas, muy abundantes en la zona, no suelen asustarse en exceso pues están acostumbradas a la presencia humana. Esto quiere decir que se las puede fotografiar con facilidad.

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Descendemos al pequeño valle por el que discurre el Manantial de las Pozas para ascender ya hacia los altos del Morezón y luego al pico.

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Aún en época primaveral o estival es fácil encontrarte con neveros en la zona, algunos años son permanentes. En invierno todo el parque suele estar cubierto de nieve y la dificultad aumenta. A pesar de ello, es muy recomendable comprobar la previsión meteorológica con anterioridad, en la montaña es mejor evitar sorpresas.

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A medida que ascendemos comienza a ser visible el Circo de Gredos y los míticos picos que lo rodean. Sobre todo la cumbre del Pico Almanzor, justo en el centro de la foto.

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Ya arriba caminando por los Altos del Morezón, el mítico pico nos queda enfrente.

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Ahí lo tenéis. El Morezón es uno de los picos más accesibles de la Sierra de Gredos. Tiene 2389 metros de altitud y es una de las cumbres que conforman el Circo de Gredos. Se encuentra en el término municipal de Navalperal de Tormes, en la provincia de Ávila. Allí siempre os encontraréis gente.

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Desde la cima del Morezón se tiene una de las mejores vistas del Circo de Gredos, con el Refugio Elola, , y la Laguna Grande en primer término y las cumbres más emblemáticas del circo —como el Almanzor, La Galana y el Ameal de Pablo— detrás de esta.

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Desde la cumbre del Morezón podéis disfrutar de una excelente vista de cumbres como Los Tres Hermanitos, el Almanzor, el Cuchillar de las Navajas o el Risco Moreno. Pero además se visualiza  todo el Valle del Tiétar en Extremadura y el Embalse del Rosarito. Un espectáculo.

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Desandamos el camino para situarnos entre los Altos del Morezón y Cuento Alto, un descenso no muy largo pero algo complicado hacia el Camino de la Laguna, camino que tomamos en la conocida como Cola de Caballo. Ojo al descenso, con sentido común y siguiendo las zonas menos complicadas lo bajamos con cuidado, no hay pérdida porque el camino se ve abajo en todo momento.

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Tomamos una una amplia senda empedrada con grandes losas de granito. El sendero desemboca en la llamada Trocha Real, que, en pocos minutos, conduce al pie mismo de la gran laguna glaciar.

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El circo de Gredos es un circo glaciar situado en la zona central de la vertiente norte de la Sierra de Gredos. Es el circo glaciar más extenso de la Sierra de Gredos y de todo el Sistema Central, con sus 33 hectáreas de superficie aproximada. En el este del circo está el Pico Almanzor, el más alto de la cordillera con sus 2592 m. En la zona más baja del circo, y por tanto en el noreste del mismo, está la Laguna Grande de Gredos, que es también de origen glaciar y está a una altura de 1940 m. Junto a esta laguna está el refugio de montaña guardado Elola, ahora llamado Laguna Grande, muy transitado por montañeros que pretenden ascender al Pico Almanzor. El circo de Gredos está dentro de la cuenca hidrográfica del río Tormes, un afluente del río Duero.

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El folklore ha creado distintos mitos en torno a la laguna, como que se trata de una «sima muy profunda cuyo fondo llega al centro de la Tierra», que «sus aguas al agitarse producen sonidos espeluznantes» o bien que «la zona de la laguna es siempre origen de fuertes tormentas».​ También existe una leyenda, conocida con el nombre de La Serrana de la Vera, acerca de una mujer supuestamente desaparecida en la comarca de la Vera de Plasencia que, tras vagar por los campos de la región, acabaría por sumergirse en las aguas de la laguna para vivir en el fondo de esta. A pesar de todo, es un lugar delicioso y muy tranquilo.

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Sólo tenéis que seguir el camino, bordeando la la laguna, para llegar hasta el refugio y descansar un poco, lo encontraréis siempre lleno de montañeros. Os aconsejo acercaros al Charco de la Esmeralda, un poquito más arriba del refugio, zona habitual de baño para quien se atreve a probar estas frías aguas. Tras un merecido descanso tomaremos el camino de vuelta por la Trocha Real.

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Aún nos queda un último ascenso hacia Los Barrerones, lugar desde el que se divisan el circo y la laguna de Gredos. Para alcanzarlos hay que superar un par de repechos rocosos formados por berrocales, yelmos y grandes bolas, formas características del relieve granítico. Allí  encontraréis una zona de descanso y este panel informativo para que identifiquéis el nombre de cada una de las cumbres.

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Esta es la imagen desde el alto de Los Barrerones y los picos que rodean el Circo de Gredos y la Laguna Grande.

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Las cabras montesas se acercan sin ningún pudor y hasta posan para la foto. Al fondo las Navezuelas en lo más bajo discurren las aguas de la Garganta de Gredos.

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Dejamos atrás Los Barrerones atrás y hacemos el camino de la Laguna de vuelta por la Cuerda del Cuento ya con menos pendiente.

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Nos acercamos a la plataforma tras cruzar el arroyo de Las Pozas por este camino de grandes losas sin posibilidad de perderse, dejaremos a la izquierda el refugio de Reguero Llano y ya de vuelta al aparcamiento.

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18 kms. de montaña en la que disfrutas de este espectáculo natural modelado en época glaciar y que se puede disfrutar muy cerquita de Extremadura, en la frontera entre las provincia de Cáceres y Ávila. Foto de grupo en Los Barrerones para dejar testimonio de este recorrido magnífico.

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La Sierra de Gredos destaca por sus peculiaridades, constituida por materiales antiguos, durante la Orogenia Alpina van a conocer su fracturación, configurando una cordillera en bloques fallados y desnivelados: relieve germánico, posteriormente arrasados por una superficie de erosión, pero cuyas cumbres van a ser retocadas por los hielos cuaternarios, describiéndose aquí 41 glaciares de montaña, con sus tres subtipos más característicos: de valle (Glaciar de la Nava, Glaciar de Bohoyo, Glaciar de Gredos…), de circo (Glaciar de la Cruz, Glaciar de Gamellones…) y de ladera (Glaciar de las Chorreras, Glaciar del Canchito…). Lagunas glaciares, circos, gargantas, depósitos morrénicos… son muchas de las huellas que se pueden observar, sin olvidar los procesos periglaciares donde destaca la actuación de la gelifracción que originó galayares y cuchillares únicos por su belleza. Un lugar para volver siempre, y lo haremos seguro.

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Ruta Canchos de Ramiro y Ladronera. Valle del Alagón

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Tanto el río Tajo como su afluente el Alagón viajan por Extremadura encajonados en muchos tramos y dejan imágenes fantásticas y rincones para guardar en la retina. Si Peña Falcón, o el Salto del Gitano, en el Parque Nacional de Monfragüe es el más conocido, no es menos sorprendente este de Los Canchos de Ramiro en el Valle del Alagón, muy cerca del pequeño pueblo de Cachorrilla. Llegar a esta impresionante portilla es fácil porque la ruta está señalizada y es sencilla. Apenas 10 kms ida y vuelta por una excelente dehesa que tiene como recompensa este lugar mágico. Si os gustan las aves, recomiendo llevar prismáticos.

Os dejo el track oficial de la ruta para GPS, ya os digo que no tiene pérdida.

Cachorrilla es una pequeña localidad de menos de cien habitantes, cuando llegues a ella sigue la carretera que lleva hasta la plaza, atraviésala y sigue de frente por una pequeña calle que te saca del pueblo en apenas unos metros. Veréis una pequeña carretera y a unos metros una ermita donde podréis dejar el coche porque ahí mismo arranca la ruta. Nada mas salir de Cachorrilla los roquedos por donde navega el Alagón son visibles.

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Junto a la ermita del Cristo está la charca del mismo nombre donde nace el arroyo del Calvario.

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Como os digo la ruta está bien señalizada, aunque en sí no tiene mucha pérdida, porque el ayuntamiento de Cachorrilla nos da la bienvenida junto a un panel explicativo. Es una amplia pista de tierra la que lleva hasta los Canchos, el pero, que como en este país tenemos que meter el coche hasta dentro, no es raro cruzarse con vehículos de gente que no va andando, depende del día no son muchos.

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Entramos en la dehesa de los Tres Carrascos, donde suele haber mucho ganado, pero se nota que están acostumbrados a la presencia de gente y ni se inmutan

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Es una bonita dehesa sobre todo en otoño e invierno, época en la que os aconsejo hacer la ruta. O bien primavera, eso sí, en un año en el que haya llovido, no como nos pasó a nosotros, mes de mayo y ya está todo seco.

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Aún así la dehesa es de una belleza singular, hasta las encinas parece que bailan.

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La Sierra de la Garrapata es visible muchos metros antes.

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Esta es la casa del Canchito, aquí el trajín ganadero es constante, pero nadie molesta a nadie.

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Nos acercamos a la portilla de los Canchos de Ramiro, detrás la Sierra de la Garrapata

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A esta pista la conocen como Camino del Chorrillo, es muy plano con apenas algunas subidas y bajadas muy suaves.

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A medida que dejamos atrás la dehesa el paisaje se transforma en bosque mediterráneo, el terreno se cierra entre encinas, jaras y retamas.

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El paisaje tiene dos partes diferencias, la primera es pura dehesa y según bajas hacia la cuenca del río, desaparece la mano del hombre y el terreno es más abrupto y más virgen.

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A esta ladera en la Sierra de la Garrapata la conocen como la Madre del Agua, es un terreno lleno de hueco donde aves y mamíferos campan a sus anchas

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Y pegado a los Canchos de Ramiro, el Boquerón que crea el acantilado sobre el río Alagón, destino de nuestra ruta

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El Alagón en esta zona está en la cola del Embalse de Alcántara, además de anegar metros y metros de tierra, sufre los vaivenes del uso eléctrico del pantano; hoy se nota la herida del agua. Ahí están los Canchos de Ramiro.

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Nos hemos adentrado en el corazón del Espacio Natural Protegido de los Canchos de Ramiro. Corazón natural de la comarca del Valle del Alagón. Este entorno natural atesora uno de los complejos ambientales más interesantes de Extremadura, declarado en Noviembre del año 2.000 como Zona ZEPA (Zona de Especial Protección para Aves) forma parte del conjunto de Espacios Naturales Protegidos de la Red Natura 2.000 de Extremadura con una superficie de 6.200 hectáreas.

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La zona se sitúa justo donde el río Árrago vierte sus aguas al Alagón, dos ríos en uno en este rincón

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El sendero de los Canchos de Ramiro nos ha conducido hasta uno de los parajes más interesantes de la geografía extremeña. El abrupto acantilado sobre el río Alagón, las laderas umbrosas tapizadas por la selva mediterránea, el majestuoso vuelo de las aves y el silencio, nos adentran de lleno en este paraíso de la naturaleza.

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Este abrupto espacio cuenta con varias cadenas montañosas, los Canchos de Ramiro, el pico de Ladronera, la sierra de la Garrapata, sierra de la Solana, sierra Grande, sierra Pequeña, sierra de Valdecocos, y sierra del Arco. El espacio está atravesado por varios cursos de agua, como el regato del Castillo de las Moreras, el río Arrago, río Alagón, ribera de Fresnedosa, arroyo de los Herreros, arroyo de Valdecoco, arroyo del Acim, arroyo de Sardinero y arroyo del Listero.

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Los Canchos de Ramiro, junto con la Aceña del tío Jeromo, forma parte de la Cordillera Central de San Pablo, siendo toda la Cordillera una de las 170 zonas ZEPA de España y 650 de toda Europa. Aquí juntan sus aguas dos de los ríos que forman el Tajo, su afluente el Alagón, y el Arrago. En este punto el río Alagón casi ha finalizado su andadura dentro del Valle del Alagón, desembocando más arriba en el mismo Tajo ya en el embalse de Alcántara.

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El paraje nos ofrece los abruptos acantilados sobre los que anidan buitres leonados y rapaces, con laderas de bosque mediterráneo.

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Constituye el lugar idóneo para la vida de bogas, calandinos, barbos comizos, galápagos leproso y europeo, águila imperial ibérica, águila real, cernícalos primilla y vulgar, halcón peregrino, águila perdicera, buitres leonados y negros, alimoche o cigüeña negra, entre muchas otras especies.

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Los buitres, ajenos a nuestra presencia, continúan atareados con sus nidos, trasteando con ramas y otros elementos.

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El buitre leonado ha estado estrechamente ligado a las actividades pastoriles del hombre, realizando una eficaz, aunque a veces incomprendida, labor sanitaria. Neciamente perseguido durante décadas, este carroñero entró en un peligroso declive del que, relajada la presión, se recuperó de forma espectacular.

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Fue a principio de los años 60 cuando el embalse de Alcántara le privó a este río de su fuerza y caudal constante, modificando a partir de entonces el ecosistema de la zona y la forma de vida de los pobladores. Se perdieron los bosques de la Rivera, el salto de agua llamado «El Salto del Caballo» en los mismos Canchos de Ramiro, la pesca fluvial y los antiguos molinos de agua, destinados a moler grano y aceituna aprovechándose de la fuerza de las aguas y cuyos restos aún se pueden visitar con cierta nostalgia en la Aceña del tío Jeromo.

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Trato de imaginar este paisaje, cuando el río era río, y la mano del hombre no anegaba estas tierras para beneficio propio, al fin y al cabo, el embalse de Alcántara es una de las mayores heridas de nuestra tierra y una vergüenza.

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Una última mirada a pie de agua de esta portilla natural que parece mágica aquí tan cerca. Los aficionados a la ornitología y la fotografía de aves pasan aquí horas y horas.

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Volvemos sobre nuestros pasos, el camino es de vuelta por el mismo trazado. A esta hora, más cercana al mediodía, la presencia de coches es más frecuente. También gente andando. Menos mal que Antonio Luna y yo salimos temprano.

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Paisaje escarpado convertido en reserva natural, cauce fluvial que cumple una interesante función como corredor ecológico; Los Canchos de Ramiro es un lugar que enamora, no tiene la suerte de que nadie lo defienda como Reserva de la Biosfera, o Parque Natural, pero por sus recursos lo merece. Es el hermano menor del Salto del Gitano, como lo es el Alagón del Tajo, pero si venís comprobaréis que en belleza van de la mano. El Valle del Alagón pierde su valle y su vega en rincones tan especiales como este.-

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Ruta Meandro Melero. De Arrolobos a Riomalo de Abajo

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La comarca de las Hurdes tiene muchas imágenes  que la identifican, pero hay una por encima de todas ellas que se repite una y otra vez: el Meandro Melero; esa isla que forma el río Alagón en la zona embalsada del pantano de Gabriel y Galán, aguas abajo, situado en la vecina Tierras de Granadilla. Curiosamente la isla es tierra castellana porque el río Alagón marca la frontera entre Extremadura y Castilla-León, pero no importa porque la imagen sólo se disfruta desde aquí.

Nosotros hicimos la ruta que une la alquería de Arrolobos y la de Riomalo de Abajo, pasando por el Meandro, 22 kms. de pista con escasos desniveles y que discurre entre la Sierra de Valhondo y la del Helechoso y bosques de pinos que nos acompañaron todo el trayecto

Hay otra ruta, circular, de apenas 6 kms. que parte y llega a Riomalo de Abajo que se conoce como Verea de los Pescadores, os dejo los dos tracks por si alguien le apetece dar un pequeño paseo por la zona

Track para GPS Arrolobos- Riomalo de 22 kms.

Track para GPS Verea de los Pescadores 6 kms.

Después de pasar Vegas de Coria en la carretera autonómica EX-204, la carretera principal de la comarca, nos encontramos un desvío a la derecha que lleva a la alquería de Arrolobos, apenas a dos kilómetros más abajo. La carretera acaba aquí, como veis en la fotografía, justo de donde sale la pista que nos llevará hacia el Meandro Melero.

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Cuentan que Arrolobos siempre ha sido considerado como un pueblo de pescadores que realizaban sus faenas en los ríos de la Mancomunidad y después iban por las alquerías vendiendo la pesca.

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No es de extrañar, Arrolobos se sitúa junto al río Hurdano en este bonito meandro convertido en zona de ocio. En fin no hay mas que seguir la pista de tierra e iremos bordeando el curso del agua.

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Arrolobos con la Sierra de Riscales al fondo y el pequeño monte de Las Cortas a la izquierda. Las Hurdes es tierra de huertos, olivos y cada vez más cerezos por su rentabilidad.

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Caminamos por el Cotorro de las Pineras, iremos todo el trayecto bordeando las sierras de Valhondo y del Helechoso, rodeados de pinos

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En ocasiones el bosque es más cerrado y el paisaje se limita al arbolado que nos rodea mientras recorremos la pista.

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En otras ocasiones el bosque se abre y disfrutas del paisaje y entonces eres consciente del terreno que te rodea y vuelves a disfrutar del río Hurdano al que le seguimos el curso antes de que acabe, como nosotros, en el río Alagón

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Los incendios dejan su huella, aunque se vaya borrando, las zonas despejadas de árboles muestran las heridas del fuego que jaras y retamas se encargan de tapar

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Llegamos a la Collada del Helechoso a algo más de 500 metros de altitud, un cruce de caminos con diferentes pistas, algunas señalizadas, nosotros venimos de Arrolobos

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Ondulaciones de los nervios de la sierra que creando una sensación de que caminas por un sembrado de sierras y montes que se van sucediendo y que parecen no terminar nunca, pero detrás de esas últimas elevaciones están las Tierras de Granadilla y al fondo el Valle del Ambroz y la Sierra de Gredos.

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La ruta es sencilla sin fuertes desniveles, aunque puede resultar algo monótona porque discurre siempre por pistas amplias que zigzaguean continuamente.

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Pequeñas construcciones y muros de pizarra nos recuerdan que estamos en Las Hurdes. Es primavera y se nota.

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Hay veces que ves el camino a lo lejos y sigues la traza de la pista que ahora salva el Arroyo Hormigas, estamos más cerca del Alagón y por tanto del Meandro

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El día nos regala algunas nubes para que las imágenes ganen algo más en belleza y mitiguen el calor que a esta hora, cerca del mediodía, pesa un poquito.

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Aquí termina su vida el río Hurdano, ahogado en las aguas del Alagón que la enorme presa de Gabriel y Galán embalsa sin miramientos durante kilómetros y kilómetros. El río Hurdano que nace más arriba, en Las Hurdes Altas, donde las Apreturas de la Majá Robledo, en la Sierra de la Canchera, justo a los pies del Pico Solombrero. El río Hurdano de curvas imposibles, de imágenes únicas que presta sus aguas a las alquerías y pueblos de La Huetre, Casarrubia, Casares de Hurdes, Asegur, para beberse, a la altura de Cerezal, al río Malvellido e ir más crecido, aguas abajo, hacia Nuñomoral o Rubiaco y atravesar la carretera en Vegas de Coria, donde lo encontramos para guiarnos a Arrolobos y no perderle la pista hasta ahora que lo despedimos en las tranquilas y domadas aguas del Alagón.

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Encaramos la frontera entre Extremadura y Castilla-León, con el río de por medio; frente a nosotros el Parque Natural de Las Batuecas- Sierra de Francia con el pico de Robledo a la derecha.

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Y llegamos al Meandro Melero, a la Isla, que desde el Mirador de la Antigua ofrece esta imagen tan conocida, con las nieves de la Sierra de Gredos al fondo. Este lado es Extremadura, el de la Isla está en territorio castellano-leonés.

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Definido por muchas revistas especializadas en turismo como uno de los lugares más bellos e impactantes de la geografía española, este meandro que dibuja el curso del río Alagón en sus proximidades a la localidad de Riomalo de Abajo, llega en las épocas en que mayor volumen de agua se acumula en el Pantano Gabriel y Galán a formar casi un islote.

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A partir de aquí tenéis dos opciones, o seguir la pista que lleva hasta Riomalo desde el mirador, que es tranquila, pero en la que os podéis encontrar coches subiendo y bajando, sobre todo en fin de semana; o bien quitaros un ratito de pista por la Verea de los Pescadores que ofrece también unas bonitas imágenes del meandro, la vereda enlaza un poco más adelante con la pista como podéis ver en el track.

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Casi abajo, cuando terminan los bosques, comienzan las huertas y los cerezos florecidos te salen al paso. Riomalo de Abajo también tiene río, en su topónimo y en su término, el río Ladrillar se despide aquí antes de entregarse, como el Hurdano, a las aguas del Alagón. Curiosamente el Ladrillar también es frontera, como Riomalo de Abajo, que saluda a los viajeros que llegan a Extremadura y despide a los que marchan a Castilla-León

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Las Hurdes es un paseo de olores, colores, miradas, sabores, una fotografía que guardas, maravilla rural en 2014; conserva ese halo de tierra maltratada, de belleza robada, en Las Hurdes hay algo diferente y no sabes qué es.

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Terminamos en casa de Jesús, en el Restaurante Riomalo, junto a su Complejo Turístico, disfrutando de la compañía de toda la gente que pasa de una región a otra, esta es parada de moteros y senderistas. Las Hurdes tiene mil caminos, mil meandros, mil postales…  porque lo dijo Unamuno, es el único lugar del mundo donde la tierra es hija de los hombres.-

©vicentepozas2017

Iberia, la raya borrada

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Siempre se ha dicho que a España y Portugal las separan el agua de los ríos, pero yo me inclino a pensar que ese agua las une cada vez más: El Miño, El Duero, El Tajo, El Guadiana… conforman la frontera hispano-lusa desde hace siglos. Los movimientos de fronteras, aún no cerradas en algunos rincones, construían puentes desde hace ya dos mil años, puentes que se levantaban, se destruían, se reconstruían, se cerraban y se abrían, como la frontera, con horario limitado. Todo aquello quedó en el olvido y Europa comenzó a coser esa brecha uniendo ideas y liderando proyectos que van tendiendo a unir a dos países que han estado de espaldas durante mucho tiempo. Y los ríos han sido ahora el principio. Parque Naturales, Reservas de la Biosfera, Arribes, presas y pantanos y sobre todo las personas y sus historias.

La de un inquieto empresario turístico extremeño, Eugenio Rodríguez García, es una historia que comienza con un apartamento rural  que se va extendiendo por las comarcas del norte de Extremadura, que llega a Castilla León y que atraviesa la frontera, porque no la hay, y su proyecto empresarial recala en la bellísima playa interior de Congida, en la localidad portuguesa de Freixo de Espada à Cinta, para dirigir el complejo turístico Moradias do Douro Internacional.

Nuestra común defensa del turismo y sus posibilidades -y debilidades-, nos ha unido muchas veces en largas conversaciones, pero esta era especial y acabaría en el I Encuentro Ibérico de Periodismo de Gastronomía y Turismo, en el que participaríamos medio centenar de periodistas y escritores de Portugal, Castilla León, Madrid y Extremadura, que se celebró en Freixo entre los días 27 y 29 de enero de 2017.

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Eugenio, alma inquieta, consiguió la implicación de los ayuntamientos españoles de Saucelle e Hinojosa del Duero y del portugués de Freixo de Espada à Cinta. Un fin de semana en el que descubres que aquí la normalidad es la ausencia de raya. De hecho el alcalde de Saucelle, Diego Ledesma, regenta un restaurante en Freixo, ‘Cinta D’ouro’, y las relaciones entre pueblos van más allá de lo comercial y se adentran en lo político y en lo personal.

En fin, a nosotros nos habían preparado un magnífico programa para que comprobásemos que a uno y otro lado de la raya los recursos son muchos, turísticos y gastronómicos. Y ahí empezamos, tras los saludos y presentaciones, conocimos la bodega ‘Quinta dos Castelares’, una joven empresa  rodeada de viñas escalonadas y con unos vinos cuidados. Un lugar de diseño pensado para agradar

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Y agradable fue el recorrido y las explicaciones sobre las bondades de unos caldos que compiten con sus vecinos españoles de Ribera del Duero. Instalaciones nuevas y muy cuidadas.

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Y la necesaria cata de blancos y tintos para terminar la visita.

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Cada ayuntamiento quería mostrar su mejor cara, la alcaldesa de Freixo (presidente de la Cámara Municipal allí), Maria do Céu Quintas, nos recibió con un concierto de la fadista Dina Pinto para sumergirnos en uno de los mejores regalos de la cultura portuguesa, el fado.

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Inauguramos la exposición del artista segoviano Rafa de Miguel que colgaba sus cuadros en el auditorio municipal de Freixo. De Miguel se encarga de decorar los complejos rurales de Eugenio Rodríguez. Allí mismo cena degustación con algunas excelencias de la gastronomía portuguesa y a descansar.

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Dormir en las Moradias do Douro Internacional, en las Arribes del Duero, fue otra sorpresa. Despertarte con este paisaje natural a tus pies, la playa de Congida, y comprobar como se cuida el entorno en este parque fluvial donde nada desentona. Portugal, menos restrictiva en el uso de los pantanos, permite el desarrollo de actividades turísticas, cuida de unas infraestructuras bien planteadas con todo tipo de servicios para uso del ciudadano, es algo que envidiamos en España. Aquí las confederaciones hidrográficas, no son conscientes del alto valor económico que representa para un pueblo o un comarca disponer de instalaciones públicas exquisitamente cuidadas.

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Parques a pie de río llenos de detalles

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Cómodas y pensadas para el disfrute al aire libre de un paisaje que es de todos.

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He visto este tipo de instalaciones en varios pantanos de Portugal y siempre siento la misma envidia de que en España un planeamiento parecido sería imposible. Incluso viajar en un barco turístico por nuestros ríos es una carrera de obstáculos que difícilmente se termina, para desesperación de muchos empresarios y administraciones que lo intentan.

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La jornada comenzaba con el pequeno almoço, el desayuno portugués que en Freixo nos ofrecieron antes de comenzar un largo día de visitas.

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El río se encajona entre sierras y valles, escondido entre ellos viaja por ambos países. La orografía de la zona invita a construir miradores como este de Penedo Durao desde donde contemplar las Arribes del Duero y la presa de Saucelle.

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Desde allí cruzamos a España para viajar a Saucelle y disfrutar de sus miradores, que también los tiene, sus recursos turísticos y naturales. Eugenio y los alcaldes de Freixo y Saucelle nos dieron la bienvenida oficial. Vídeos, agradecimientos y…

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…dulces para seguir alegrando la mañana y la estancia, ahora en tierras españolas.

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Saucelle es español pero tiene aires portugueses. Saucelle es un municipio de la comarca de La Ribera, en la provincia de Salamanca, Castilla y León. Presta su nombre a la presa de Saucelle, construida a 8 km. Es uno de los pueblos más visitados dentro del Parque Natural de Arribes del Duero. Los miradores, el valle del salto de Saucelle y el poblado del Salto de Saucelle son los lugares con mayor atractivo turístico de este municipio.

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Entre sus alojamientos destaca la Posada Real denominada Casa del Brasilero. Posadas Reales es la marca de calidad de los alojamientos de turismo rural en Castilla y León.

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Una pequeña y empinada carretera nos invita a pararnos en el Mirador de El Salto con vistas a la presa, al poblado y al río Duero

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Aquí llegó la foto de familia para el recuerdo

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La comida nos llevó hasta el poblado de la presa, ahora convertido en ‘Aldeaduero’. Situado en un entorno de naturaleza espectacular, este antiguo pueblo de trabajadores ha sido rehabilitado para transformarlo en uno de los mayores centros de turismo rural de España. El antiguo casino del poblado es ahora el restaurante.

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Menú castellano para deleitar al grupo.

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La tarde la dedicamos a pasear por Freixo de Espada à Cinta y visitar su Museo de la Seda, y de la historia de la localidad.

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En España casi todos los niños hemos criado alguna vez gusanos de seda; en este museo se contemplan todas las fases de su vida y en primavera siguen, incluso, extrayendo la seda y elaborando pequeñas prendas con ella.

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El museo cuenta además con una parte más interpretativa de la historia de Freixo, conocida como la Villa Manuelina, por los múltiples ejemplos de este estilo artístico que se conservan en la localidad.

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Freixo de Espada à Cinta, recibe el nombre del Fresno con una espada a la cintura y son muchas las historias que se cuentan sobre este hecho histórico.

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Al atardecer, y desde su castillo, Freixo ofrece una imagen serena. Nos sorprendió a todos las instalaciones de todo tipo que posee la villa, deportivas, de ocio o de salud, como su piscina climatizada

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Después de la visita llegaba la hora del debate. Se organizaron una serie de mesas temáticas que analizaban la realidad del turismo de frontera que sirviese para poner de manifiesto sus debilidades y fortalezas y las sugerencias de quienes nos dedicamos al turismo desde los medios de comunicación o la universidad. Conclusiones que se podrán leer pronto en una publicación y que servirán para establecer una interesante hoja de ruta sobre lo que se debe hacer en un futuro próximo. El día terminaba con una típica cena portuguesa a cargo de Isabelinha, una cocinera que te deleita con lo mejor de la gastronomía rayana; este magnífico artículo de José Ramón Alonso de la Torre lo resume mejor que yo.

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Me quedo con muchas cosas de este viaje, pero el gusto a la hora de diseñar este complejo turístico, Moradias do Douro Internacional , me dejó sorprendido; apartamentos con vistas incrustados en la montaña para que su impacto sea mínimo, con una distribución que te permite ver los Arribes del Duero desde cualquier parte de la casa, habitación incluida, pues la cama mira al río; enormes ventanales y su distribución en bancales con una pequeña terraza los convierten en una opción ideal. Pensados para familias, con un entorno fluvial diseñado para el ocio, situados en la playa de Congida, son un lugar para volver muchas veces.

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Un parque a pie de río, una pequeña cafetería casi metida en el agua…madera, pizarra, todo equilibrio

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Enfrente, el Duero, reflejado en los Arribes.

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Último desayuno en la propia Congida para disfrutar de esta playa de interior, desayuno con vistas.

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Hoy tocaba viaje en barco, barco panorámico por el agua tranquila de un río que aquí sujeta la presa de Saucelle

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Dentro del barco, atendíamos a las explicaciones del guía sobre la historia de la zona, sobre Freixo, mientras disfrutamos de un paisaje que es único o casi.

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Mientras el barco se aleja de la playa nos queda la imagen de su parque.

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Un pequeño paraíso público pensado para el disfrute de todos, rodeado de bancales de olivos y naranjos, dos productos que aquí, son exquisitos

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El territorio que ocupa Arribes del Duero está catalogado como “Zona de especial Protección para las Aves” (ZEPA) desde 1990. Arribes del Duero tiene una superficie de 106.105 ha, con unos 180 km de cañones fluviales, y quedan incluidos en él 37 municipios que pertenecen a las provincias de Zamora y Salamanca, con 17.000 habitantes en total. Por su parte, Portugal declara el Parque Natural do Douro Internacional en 1998, con una extensión de 85.150 ha. Ambos espacios conforman una de las áreas protegidas fronterizas más extensas de la Unión Europea.

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La geomorfología es la principal seña de identidad de Arribes del Duero. Una suave penillanura, donde la acción erosiva de la red fluvial, aprovechando antiguas fracturas originadas por el choque de placas terrestres, ha sido labrando los granitos y las rocas metamórficas, generando profundas y escarpados cañones con desniveles de más de 200 m de altura: son los llamados arribes, arribas o arribanzos.

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El viaje, y despedida, termina en Hinojosa del Duero, ya de regreso, con una degustación de embutidos en una localidad que sorprende por su cantidad de recursos y su rico patrimonio. Hinojosa de Duero se encuentra situada en el noroeste salmantino. Hace frontera con Portugal. Se integra dentro de la comarca de El Abadengo. Antes del final Eugenio Rodríguez atiende a los distintos medios para hablar de este encuentro de periodistas de turismo, Press Trip es el anglicismo, que ahora reflejaremos y contaremos en nuestros medios para dar testimonio de la experiencia.

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Yo, que tengo alma portuguesa, me quedo con el paisaje, con este regalo escondido que son los Arribes. Me quedo en la frontera, donde me crié, viendo que las rayas administrativas se van enterrando por las gentes que viven en la raya, las que ven normales que los alcaldes de allí sean los empresarios de aquí, que lo que fabricamos allí lo consuman aquí, y viceversa. Me quedo con la raya borrada, la de dos países que poco a poco van desescribiendo (sic) la historia y que ‘los malos vientos y malos casamientos’ quedan en el acerbo popular y se pierden en el olvido; porque hoy cuando viajas en tu coche nadie te para si pasas de un país a otro, nadie te extraña, todo lo contrario, a nosotros nos recibieron con los brazos abiertos. Solo me robaron una cosa: otro trocito de corazón que se ha vuelto a quedar a ese lado de la frontera.-

 

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Freixo de Espada à Cinta. Enero de 2017                                                                                   ©vicentepozas

 

Ruta del trueque y el contrabando. Valverde del Fresno

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La frontera entre España y Portugal, ‘La Raya’, ha dejado muchas historias a lo largo de los siglos. Es la frontera más vieja de Europa y cuando terminaron las guerras por su trazado, separó a muchos pueblos que siempre habían convivido juntos. A finales del siglo pasado Europa volvió a abrirla, pero antes, dos dictaduras, la guerra, el hambre y la necesidad de sobrevivir, cambiaron las pasadas escaramuzas por incursiones comerciales: el trueque y el contrabando como forma de vida; se iba a Portugal a buscar lo que aquí no había, o se compraba o se cambiaba. No era una vida fácil pues a un lado y otro de la frontera había guardias que trataban de impedir este comercio prohibido. Hoy nos quedan, testimonios, historias… y los caminos, los que se usaban y los que se evitaban.Este es uno de ellos.

Valverde del Fresno es el pueblo más grande de la Sierra de Gata y pertenece al Valle de Jálama, o Val de Xálima, es uno de los tres pueblos que conservan el dialecto de A Fala; su enorme frontera con Portugal ha marcado la vida de este pueblo que, por otra parte, es el más transformado de la sierra y el que menos arquitectura popular conserva. La ruta del trueque y el contrabando es uno de esos caminos que lleva a la frontera portuguesa y que tan rica han hecho a la Valverde. Casi 22 kilómetros de dificultad media, donde algo más de 10 son de subida, pero de paisajes preciosos y con mucha historia.

Ahí tenéis el track para GPS está marcado como PR CC 188 (pequeños recorridos de la Sierra de Gata)

La ruta es circular así es que nos traerá de regreso a Valverde del Fresno. Salimos de la pequeña plaza donde se sitúa la ermita del Santo Cristo para salir del pueblo buscando la sierra que separa España de Portugal.

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Valverde del Fresno ya ofrece unas vistas fantásticas de la Sierra de Malvana, o de la Sierra de Gata que es todo el sistema montañoso de la comarca, curiosamente Extremadura es la única provincia que no tiene ninguna protección sobre el terreno, porque en Castilla y León existe el Espacio Natural del Rebollar y en Portugal la Reserva Natural de la Serra da Malcata

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La ruta nos saca del pueblo; debemos recorrer algunos metros tramos de camino y carretera que dejamos para enfilar por una bella pista en la Majada de la Sarna rodeados de pinos.

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Comenzamos subiendo y los densos pinares aparecen ante nuestros ojos muy cerquita de El Pasil. Los múltiples incendios que cada año asolan la sierra y que hacen estragos no han llegado a esta zona fronteriza afortunadamente. Pero sí más arriba.

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Este primer tramo del camino discurre por una pista cementada con algunas pendientes que te hacen entrar en calor enseguida

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El pino lucha contra las plagas, la procesionaria, con la ayuda del hombre, eso sí. Estas trampas son numerosas en la zona

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En Labrado Alto, las vistas mejoran, hectáreas de pinares que son vigilados continuamente, al fondo Portugal.

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Dejamos la pista y doblamos a la derecha por un cortafuego, aquí ya se ven algunas de las repoblaciones que se han realizado después de los incendios, su efecto es todavía visible, la imagen sigue dando pena a pesar del verde.

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Algunos pinos solitarios, bancales con repoblaciones y restos de la tala necesaria tras el fuego nos acompañan ahora

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Enfrente la zona de las Choperas, por donde baja el arroyo de Mampilero. El fuego ha vaciado estos montes de bosques durante años, cada verano se repite el espectáculo del fuego, casi siempre provocado por intereses que uno no acaba de entender

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Mientras seguimos subiendo, algunos repechos son para tomárselos con tranquilidad, podéis ver hasta dónde llegó el fuego, a la derecha pequeños pinos que tratan de repuntar, a la izquierda parte del bosque que sí se salvó. Una pena.

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Como ya os he dicho la ruta está marcada como un pequeño recorrido, PR CC 188, pero la señalización es bastante deficiente, como suele ser habitual, por lo que es aconsejable que si la hacéis vayáis con el track de GPS, es fácil perderse por la cantidad de caminos que hay en la zona.

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Tras caminar uno 200 metros por la carretera comarcal CC-65 giramos a la derecha para tomar el llamado Camino de las Loberas, una pista ancha y cómoda antes de iniciar la subida que nos llevará a la frontera

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Caminaremos unos kilómetros por este camino que discurre por la ladera de Sierra de la Torina, hoy despejado pero hasta no hace mucho en medio de un magnífico bosque.

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Héroes que sobrevivieron al fuego, que recuerdan el bosque que hubo. A nuestro alrededor la tierra se regenera pero la arboleda puede tardar años.

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Puede parecer monótono pero la zona es deliciosa y permite observar unos alrededores muy diferentes

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Porque debajo de nosotros, del camino que llevamos, el bosque se conserva intacto y deja la imagen que veníamos buscando de la Sierra de Gata.

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Una vez que hemos pasado el Arroyo Salguero debemos tomar un desvío hacia la derecha, hay una indicación que señala a Portugal, este tramo del camino es de ida y vuelta. Volveremos a este camino que no llevará de regreso a Valverde por la parte más baja del valle.

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Ascendemos por la Ventosa hasta que alcancemos los 975 metros de altitud en la Sierra de Torina, lo que los portugueses llaman Cabeço Pizarrao. Aquí no hay frontera, sólo bosque.

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El ascenso nos facilita la contemplación de un paisaje singular, es así porque aquí no hay árboles, la noticia buena es ver que el terreno se regenera y que dentro de algunos años esto será un lugar distinto.

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De momento estos kilómetros de subida exigen su esfuerzo y hay que concentrarse en ello, ya huele a Portugal.

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Arriba en la sierra, justo en la frontera, Portugal enseña las hélices de viento, aquí pisas España y ves Portugal.

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Una paradita arriba, entre dos países, para reponer fuerzas; Cabeço Pizarrao en Portugal, el Pizarrón en España.

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Haciendo patria en la frontera.

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Camino de regreso, hay que volver a bajar por donde subimos, dejamos atrás la ‘Portela de Arreja’ portuguesa y nos encaminamos a Valverde.

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Ya no hay más ascensos, hemos cubierto la cota más alta y bajar es más fácil, lo bueno es que ahora contemplamos el paisaje que el esfuerzo de la subida no nos dejaba ver.

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Por ejemplo, Eljas al fondo, otro de los tres pueblos de ‘A fala’ en el Val de Xálima.

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Ahora vemos la Senda de la Lobera que nos trajo hasta aquí, bajando ya miramos hacia la parte española, con los Canchos del Picoto al fondo.

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Así se ve la sierra descendiendo, bosque y frontera. LLegamos a la parte baja del camino donde tomamos el desvío y ahora seguimos a la derecha continuando la pista que abandonamos en la subida.

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Esta parte del recorrido discurre por un agradable camino en medio del bosque de pinos que rodea Valverde del Fresno, ahora entraremos por el oeste buscando la ribera.

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Ya cerca del pueblo los pinos dan paso a los olivos; la aceituna es uno de pilares económicos de la Sierra de Gata, pequeñas explotaciones donde la aceituna Manzanilla Cacereña se convierte en un excelente y apreciado aceite con la Denominación de Origen Gata-Hurdes.

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Las cosas que te encuentras paseando por el campo

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Junto a la Rivera del Sabugal vamos llegando al final de la ruta. Paredes de piedra, olivos y pinos.

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Olivos centenarios que llevan generaciones de olivareros a la espalda, uno de los secretos de la calidad del aceite.

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La piscina natural de El Petril, ahora abierta pero que en verano es muy frecuentada, afortunadamente se puede cruzar a pie.

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Disfrutando del arroyo, hay quien aprovecha para mojarse los pies, llegamos a Valverde del Fresno.

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Entramos por la carretera que lleva a Navasfrías en la provincia de Salamanca o a Penamacor en Portugal.

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Como he comentado, y según cuenta el historiador Antonio Corredera, Valverde es uno de esos pueblos que como consecuencia de la guerra civil, en los primeros años de la posguerra, marcados por la miseria,  se dedicó al estraperlo con los portugueses logrando mitigar el hambre. Con la Segunda Guerra Mundial y la entrada en el conflicto de Estados Unidos que acaparaba todo el mineral para que no llegara a manos de los alemanes; las minas de wolframio y estaño salpican los montes rayanos que favorecen la venta de mineral de contrabando  proveniente de Portugal. El comercio textil experimenta un desarrollo sin igual de donde salen los «carregos» que, a espaldas de los «macuteros» entran clandestinamente en Portugal.

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Eljas visible desde Valverde nos recibe a la llegada, ahora a disfrutar de la localidad y de su gastronomía, siempre lo hacemos cuando recalamos en algún lugar, de hecho coincidimos con una Feria de la Tapa que se celebraba en el pueblo y dimos buena cuenta de ello, por supuesto.

 

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Finalizado el camino toca empaparse de la Sierra de Gata, de este rinconcito occidental de la provincia de Cáceres en la frontera borrada. La Sierra presume de paisajes de belleza sobrecogedora, del olivar que produce un extraordinario aceite, al viñedo con su excelente vino, a los bosques autóctonos en las cabeceras de los valles donde disfrutar  del abedul ibérico, el acebo, el enebro, el encina o el roble melojo, contrastan con laderas de pinares y con las encinas y alcornoques de tierras bajas. Seguramente estos paisajes nada tienen que ver con aquellos que recorrían mochileros, extraperlistas, macuteros o contrabandistas pero la memoria se mantiene y en estas tierras sigue vivo el recuerdo de los años en que cada uno se buscaba el sustento en el monte, acarreando lo prohibido, y ese juego del todo o nada, se mantiene en el adn de los sierragatinos.

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Ruta Camino de Sierra de Fuentes. Cáceres

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La ciudad de Cáceres ha señalizado siete rutas senderistas, denominadas Rutas Verdes que discurren por los alrededores de la ciudad; son trazados muy usados por los cacereños para sus paseos que ahora se han arreglado con la colocación de paneles y postes. La idea es muy buena pero está mal ejecutada porque se señalizan para la práctica del senderismo pero sin criterios de senderismo: señalización no homologada, deficiente y con trazados mejorables. No obstante, el hecho de que el Ayuntamiento, con dinero de la Confederación Hidrográfica del Tajo, señalice y arregle los caminos, es de alabar puesto que, junto al casco urbano, existe toda una trama de caminos y veredas de excelentes y variados paisajes. Hoy os traigo una de esas rutas, la más larga: el Camino de Sierra de Fuentes, localidad situada a 12 kilómetros de Cáceres. Son 20 kms de recorrido circular que discurren entre los Llanos de Cáceres y la Sierra de la Mosca, un conjunto de pequeños cerros de entre 500 y 660 metros altitud que constituyen el Sinclinal de Cáceres. La propuesta oficial es de 17,4 kms, pero la última parte del camino es discutible porque te lleva hasta la carretera y no finaliza donde empieza, eso es lo que he arreglado en el trazado que propongo.

Aquí os dejo el track para GPS

Arrancamos la ruta en la barriada de San Blas en Cáceres donde podremos dejar el coche fácilmente, y desayunar sin problema, tomaremos dirección a la ronda de Vadillo para pasar por la Fuente de Vadillo o los abrevaderos de Vadillo (imagen de arriba) y cruzar la carretera para tomar otra más pequeña que lleva hacia el Camino de Valhondo en la umbría de la Montaña, aunque nos desviaremos antes. Desde aquí apreciamos el Cáceres monumental.

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Subimos por esta pequeña carretera para desviarnos a la izquierda dirección a la Urbanización Residencial Universidad. Esta ruta la hice con Antonio Luna y Juan Antonio Mostazo, excelente compañía para una mañana espléndida.

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El camino, de antiguas fincas ganaderas, conserva alguna de aquellas construcciones rurales de fincas y cortijos ya casi sin uso. No hay que entrar en la urbanización pues nos encontraremos con una pista de tierra que nos lleva al camino de Sierra de Fuentes.

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Nada más sobrepasar las casas y dejar a un lado las ultimas construcciones de la ciudad (cuarteles, residencias, depuradoras, observatorios…) te encuentras un paisaje limpio de pequeñas explotaciones ganaderas como esta de la Dehesilla

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Dehesa y sierra a los pies del llano que más adelante se impone durante kilómetros. Esta es la finca de La Hormiga.

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Al fondo el cerro del Milano que junto al risco de Sierra de Fuentes con algo más de 600 metros de altitud son los dos más altos de la zona.

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Terrenos de explotaciones ganaderas tan cerca de la ciudad, y tan lejos, como esta de las Muesas. Sobre el cerro se nota que no estamos lejos de Cáceres, por la cantidad de casas que se han ido construyendo a lo largo de la sierra.

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Echando la vista atrás se divisa el cerro del Portanchito y el santuario de la patrona de Cáceres, la Virgen de la Montaña. Leía, al hacer la crónica, que la presencia de estas elevaciones se debe a la existencia del Sinclinal de Cáceres, una estructura geológica constituida por dos bandas rocosas de cuarcita muy resistentes a la erosión que sobresalen sobre los terrenos pizarrosos que las rodean.

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Se disfruta el paisaje tan cerca de una ciudad, la ruta nos lleva entre la sierra y el llano constantemente.

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El cortijo de San Roque, viene señalado en todos los mapas

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En la finca Colmenarejo de la Plaza, y apenas visible hasta que estás encima, encontramos esta estación de energía solar; en los llanos de Cáceres había muchas proyectadas pero la malas políticas sobre energías renovables han paralizado casi todas las iniciativas. Cáceres al fondo, para que veáis que no estamos tan lejos.

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Dejas atrás el cerro del Milano antes de torcer a la derecha para comenzar la subida la risco de Sierra de Fuentes, que no coronaremos, la ruta discurre por la parte baja donde se encuentra el centro de recuperación de aves.

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El viejo camino de Sierra de Fuentes es una pista cómoda y ancha, muy usada por senderistas y ciclistas, recientemente se ha arreglado y se han plantado en sus bordes multitud de almendros.

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Dejamos el camino girando a la derecha para coger otra pista que nos llevará hasta la mitad del cerro, frente a nosotros el risco y el radar meteorológico, este tramo es una pista cementada con pequeñas áreas de descanso que discurre junto a un arroyo.

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Quedan pocos ya, pero aún se pueden ver algunos rebaños de cabras que en otros tiempos eran muy abundantes en estos campos.

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En la parte baja del monte los animales conviven con pequeños bosques de robles y encimas. Cabras curiosas

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Es una subida suave de apenas un kilómetro que, como os he dicho, está cementada en este tramo para uso de los vecinos de Sierra de Fuentes. Hay más de una ruta señalizada en esta zona

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En la parte alta del camino  nos encontramos Los restaurados hornos de cal de Sierra de Fuentes que como cuenta Rubén Núñez en su blog ‘Cáceres al detalle’ eran «conocidos como los «Hornos del Tío Pascual», cuyo origen es incierto pero que, según distintas fuentes, pueden corresponderse al siglo XVI cuando la localidad alcanzó una entidad suficiente como para construir su iglesia parroquial, como reflejo de una población notable y con un relativo esplendor económico, aunque los primeros datos sobre el origen del pueblo se remonten al siglo XIV. Estos antiguos hornos de cal están asentados en terrenos de la dehesa Boyal de Sierra de Fuentes, en uno de los collados de la Sierra de la Mosca formado por el cerro del Risco y el cerro del Milano y sobre el camino viejo que une Cáceres con Sierra de Fuentes y por el que llevaban el material desde el calerizo cacereño.»

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Se han restaurado un par de ellos o tres, el resto están abandonados y prácticamente derruidos. Junto a ellos algunos paneles explicativos cuentan algunos detalles de su historia.

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Desde el alto lo que observamos es la dehesa de La Alberca en toda su extensión y el Alcor de Santa Ana al fondo y a la parte derecha del cerro la urbanización Ceres Golf.

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Justo al lado se encuentra el Centro de Recuperación de la fauna Los Hornos de la Junta de Extremadura que es también un centro de educación ambiental. Una excelentes instalaciones a donde llegan, sobre todo, aves heridas, que son curadas y, en su caso, devueltas a su hábitat natural

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Desde este punto tomamos el camino que pasa por la puerta del centro, el camino viejo de Cáceres, que atraviesa la dehesa de La Alberquilla.

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Viejas construcciones como este pozo se ven desde el camino, que dan fe del uso ganadero de este terreno que aún mantiene algunos animales, aunque pocos. El camino, de tierra, también amplio y cómodo, muy llano.

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Una dehesa de encinas y alcornoques, algunos tan bellos como este. Al fondo el Cerro del Milano que ahora vemos desde el lado de la solana, hemos dejado atrás la sierra de La Mosca y estamos de nuevo en el llano.

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Al salir de la dehesa de la Alberquilla caminamos entre la cerca del Guijarro y la de la Alberca.

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La dehesa de La Alberca, que nos queda a la izquierda, es una delicia que ahora en primavera presenta este aspecto excelente.

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Al llegar a las faldas del cerro del Portanchito los olivos se suceden como una lengua de árboles que cae de la sierra.

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Así vamos llegando a Cáceres por los Machones donde la primavera se deja ver.

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Cerca de las casas de La Pizarra, y a pesar de la cercanía de la ciudad la vida es tranquila y se sigue trabajando el campo.

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Justo al llegar a la llamada cantera de Olleta es donde hemos variado la ruta, el track oficial coge por el camino que, señalizado, sigue recto pero que nos lleva hasta la carretera que es donde termina la ruta, según los paneles. No tiene ningún sentido hacer esta ruta lineal y no cerrarla, y además, este último tramo propuesto es muy feo que pasa junto a donde estuvo el poblado chabolista de El Carrucho. Nosotros giramos a la derecha para tomar el camino de la solana, mucho más agradable que nos aleja de la carretera y nos permite cerrar la ruta y terminarla donde empezamos. La cantera de Olleta que, algún iluminado, quiso convertir en auditorio.

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Así es que en este punto enlazamos con la Ruta de la Umbría y la Solana, que es otra de las rutas verdes y caminamos entre olivos y encinas por la zona de la solana baja.

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Ya más cerca del santuario de la patrona cacereña, en el cerro del portanchito.

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Justo aquí, Cáceres ofrece esta panorámica magnifica de su ciudad monumental y la zona centro. Nosotros evitaremos caminar por la carretera andando por los muchos caminos que hay en esta zona.

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El camino de la ribera del Marco, tranquilo, nos permite seguir pisando tierra a pesar de estar ya dentro de la ciudad. Camino con vistas, por cierto.

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Dejaremos ya el camino para hacer el último tramo por Fuente Concejo, andando junto a la ribera del Marco.

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Es el regalo de este último tramo, y merece la pena, mirar desde abajo el reciento monumental, la puerta del río y el antiguo arrabal cacereño

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Hoy estas viejas casas se han recuperado y ahora, habitadas por gente joven han vuelto a dar vida al barrio.

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Debía ser así como viesen la monumentalidad de Cáceres los viajeros que llegasen a la villa en aquellos años en los que la puerta del río los recibía viniendo desde Trujillo y el llano

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Nosotros cruzamos la ribera y nos adentramos en las calles Tenerías, Caleros… para despedir entre oficios este agradable paseo por una de los tesoros naturales de Cáceres: su sierra.

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Nadie puede abstraerse de la monumentalidad de Cáceres, pero está es más bella si se complementa con sus recursos naturales, si se pasea por su entorno y se disfruta del bosque mediterráneo, de la dehesa, de los llanos y de sus sierras. No en vano Cáceres posee el término municipal más grande de España y más desconocido seguro, claramente eclipsado por el tercer conjunto monumental de Europa y Patrimonio de la Humanidad. Pero andar por sus caminos es aún más recomendable para comprender esa historia que tanto nos condiciona. Aunque sea por un ratito, hay un Cáceres Verde que merece la pena disfrutar.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2016

Ruta Ribera de Alferreireira. Portugal

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Extremadura y Alentejo (España y Portugal) comparten las aguas del río Tajo y hace años que optaron por trabajar conjuntamente en el Parque Natural del Tajo/Tejo Internacional. En sus riberas las acciones de ocio son variadas, las de senderismo también. Hoy os invito a conocer la Ruta de las Riberas de Alferreireira y Barrocas en la localidad de Atalaia, freguesía perteneciente al municipio de Gaviao, un corredor ecológico impresionante. Son 21 kms en total, aunque hay variantes que la hacen más corta, aunque aconsejo no perderse ni un detalle. Molinos, cascadas, riberos, pasarelas, y agua mucha agua. Deliciosa. El atractivo de la ruta no son solo los paisajes, sino la historia que esconden. Esta pequeña aldea tuvo su esplendor en los siglos XIX y XX cuando en sus riberas nacieron decenas de molinos, aceñas y lagares que convirtieron a Atalaia en unos de los grandes centros de molienda de la región. Hoy son visibles muchos de aquellos molinos, unos cuarenta, aunque ya en ruinas que son parte del atractivo de este recorrido.

Os dejo toda la información sobre la ruta que publican en la web de Gaviao

Y el track para GPS

Este es el mapa de la ruta, que son tres, nosotros hicimos la ruta entera, es decir el PR2, y el 2.1 y 2.2 que son variantes que completan el recorrido aunque, como os contaré, hay opciones para hacerla más corta y muy bien señalizadas. De la señalización ya os contaré en adelante: ¡impresionante!

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Atalaia, pequeña freguesía (entidad menor, alquería, pedanía, llamaríamos en España) perteneciente al municipio de Gaviao, tiene apenas un centenar de habitantes pero es portuguesa, portuguesa. Hasta aquí nos trajo el bus ( si venís en él no os metáis muy dentro del pueblo, quedaos en las afueras sino queréis sorpresas). El día arranca nublado y amenaza lluvia.

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Una de las cosas que más me sorprendieron es el exquisito cuidado en la señalización de la ruta en todo momento y los muchos elementos que facilitan el tránsito por caminos, a ratos, escarpados. Un ejemplo de cómo invertir el dinero que Europa destina al desarrollo rural, porque en el mismo pueblo me contaban que son muchas las personas que realizan la ruta desde que está señalizada y promocionada, siguiendo las normas de la Federación de Campismo y Montañismo de Portugal. En este caso dos colores nos acompañarán en la ruta: el amarillo y el rojo

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Comenzamos recorriendo caminos tradicionales, usados para viajar entre pueblos, senderos conservados perfectamente, en los que las labores agrícolas son evidentes. La señalización es constante y clara, perderse es más que difícil, esto tranquiliza mucho a quien no conozca el camino

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Al dejar Atalaia la ruta arranca en este pequeño camino en el que la vegetación es muy parecida a la española, prados, plantaciones, y, aún, pequeños bosques de eucaliptos que se extienden hasta el río Tajo y que los portugueses también están sustituyendo por especies autóctonas.

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Detalles de una ruralidad y un uso de materiales naturales que Portugal conserva y que te encuentras en el camino.

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Llegamos enseguida a la pequeña localidad de Degracia Fundeira que atravesamos sin problema, son apenas tres calles puesto que la aldea es muy pequeña, no tiene siquiera la categoría de freguesía.

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Tomamos una pequeña carretera, apenas 200 metros, y enseguida veremos un desvío a la izquierda que nos llevará hasta el primer lugar que visitaremos.

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Se trata de esta preciosidad que llaman Fuente Vieja, de 1919, dicen que su agua tiene propiedades medicinales, viendo el edificio que la cobija no es extraño. Estamos en Portugal no hay duda.

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Esta construcción alberga una fuente, tratada como una pequeña capilla a la que no le falta detalle.

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Visto el lugar y la cantidad de polletes que hay para sentarse, debe, o debía, congregar a mucha gente.

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Justo enfrente este precioso lavadero es otro de los hitos del camino que recibe el agua de la Fuente de Bica, situada un poco más arriba.

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Junto al lavadero sale un camino a la derecha que nos lleva hasta otra pequeña localidad Deogracia Cimeira y ya desde aquí comenzaremos a descender hasta el río Tajo.

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El paisaje se abre y cambia completamente, a partir de ahora se suceden los cerros, arroyos que nos llevan a un encajonado río Tajo que deja paisajes espectaculares.

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El Tajo se encajona entre cerros y sierras, vaivenes de un terreno que siempre sirvieron de frontera y que hoy disfrutamos. Reconocido título el de Parque Natural que se reivindica en sus paisajes.

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La señalización, como vengo contando, exquisita y cuidada, una garantía de tranquilidad para el caminante.

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Entramos en el Valle de Cabril que nos llevará hasta las aguas del río, puro bosque mediterráneo.

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El descenso hay que hacerlo con precaución, pero están cuidados todos los detalles para facilitar el tránsito, barandillas, escaleras y hasta cadenas cuando se necesita, todo sin deteriorar el paisaje.

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El río Tajo corre hacía Lisboa aunque antes podemos disfrutarlo en Extremadura y el Alentejo.

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Parada técnica junto al río para reponer fuerzas y continuamos por un tramo escarpado que sortea las irregularidades del terreno y que nos obliga caminar con cuidado y con continuas subidas y bajadas.

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Ello no significa que no puedas pararte, echar la vista atrás, y sonrojarte por tamaño paisaje.

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Lo dicho no falta detalle, lugar con alguna dificultad, lugar que cuenta con pequeñas ayudas como esta.

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Es un zig zag constante, con ascensos y descensos aunque tengas donde agarrarte. Ayuda a que se minimicen los peligros de andar por esta zona complicada que conocen como el Vale de las Cerejeiras o Valle de las Cerezas.

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El agua es una constante en la ruta, no lo muestro continuamente pero son decenas de arroyos con los que te cruzas o ves de cerca desde que entramos en el Valle de Cabril.

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Y de regalo, el tren nos saluda, no falta de nada, ya veis.

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Dejamos la ribera del Tajo y entramos en la ribera que da nombre a la ruta, quedan todavía muchas sorpresas y lugares de ensueño. Justo en la orilla una pequeña construcción recuerda que existió un pequeño embarcadero para cruzar el río, Batel lo llaman aquí.

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Esto le he visto más veces en España, colocar una pequeña plataforma alrededor del olivo para impedir que las aceitunas rueden colina abajo.

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Entramos, por fin, en la Ribera de Alferreireira, durante algunos kilómetros seguiremos el curso del agua; es la parte más espectacular de la ruta y la que le da nombre, empezamos donde la ribera se deja caer en brazos del Tajo.

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El sendero discurre paralelo al cauce del arroyo, está bien preparado lo que facilita su disfrute.

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Caminamos por una zona con abundante vegetación de ribera que nos protege de un sol que ya cae a plomo, a pesar de que el día amaneció lluvioso.

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Las aguas están llenas de pequeñas presas y represas para conducir el agua a los muchos molinos que copaban las orillas, quedan restos de muchos, aunque muy abandonados.

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Vengo contando que la ruta está muy ciudada, con detalles que aumentan su belleza; me sorprende además que todo los elementos estén bien cuidados, nada deteriorados, algo a lo que, desafortunadamente, no estamos acostumbrados al otro lado de la frontera.

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La ribera es de cuento, el sonido del agua te acompaña continuamente, dan ganas de pararse y quedarse aquí.

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La vereda sortea los vericuetos del terreno, un falso llano, una ascensión suave hacia la zona más escarpada. La señalización constante, es una ayuda.

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Se despeja el terreno y esto nos permite ver algunos restos de viejos molinos.

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La ruta se separa por algunos momentos de la ribera, mientras atraviesa otros pequeños arroyos que sorteamos con oportunos puentes.

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Llegamos a los restos de una antigua ‘fábrica de luz’.

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Esta parte de la ruta es algo más complicada pues discurre entre rocas que te obligan a subir y bajar continuamente, cuando necesitas un apoyo encuentras cadenas colocadas a modo de pasamanos, otro detalle más.

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Escogemos este pequeño rincón para reponer fuerzas, la sombra y el agua mitigan el calor.

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Alguno aprovecha para refrescar los pies mientras comemos algo.

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Abandonamos la ribera de Alferreireira antes de llegar a la de las Barrocas, esta zona es más escarpada con pendientes pronunciadas de subida y bajada.

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Primavera cuando hicimos la ruta, las peonías o rosas de monte (rosa de Alejandría le dicen en algunos lugares) están en flor.

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Constantes subidas y bajadas que exigen algo más de esfuerzo, la barandilla de madera ayuda.

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Una sucesión de pequeños arroyos, como la Ribera de Vale Covo, nos lleva a caminar por este zig zag de pequeños montes y cerros, con el sol encima la marcha se ralentiza.

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El paisaje embelesa, este corredor ecológico es de enorme belleza, nos dirijimos a la siguiente ribera, otra sorpresa.

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Cuando creías haber abandonado el agua, te sorprende otro puñado de molinos con saltos de agua aún más impresionantes que los anteriores.

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La vegetación y el abandono se dejan notar en estos viejos molinos, aún conservan las piedras de moler.

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Otros se conservan algo mejor y han sido preparados para ser visitados, testigos de esa actividad frenética que hubo a finales del siglo XIX y principios del XX en la zona.

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Se suceden los saltos de agua que se construyeron para aquellos molinos de trigo.

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Molinos que se suceden uno tras otro, como los puentes y pasarelas que nos conducen por la ribera de las Barrocas, seguimos subiendo.

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Después de disfrutar de saltos de agua y viejas construcciones dejamos la ribera cruzándola al otro lado

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El paisaje se suaviza a medida que nos alejamos del agua y volvemos a ver praderas y bosques de eucaliptos. Estamos en el Valle de Aceña.

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Aunque aún quedan restos de viejos molinos. La ruta ofrece, en varias ocasiones, desvíos señalizados por si queremos ir directamente hacia el punto de inicio, no hay problemas porque ya habéis visto que te informan de la distancia en uno y otro caso. El último de ellos es el que nos lleva a los Olhos d’Agua (ojos de agua) y a un viejo lagar, es un desvío de unos tres kilómetros que merece la pena, es el último de los espectáculos que ofrece el agua en este recorrido inolvidable.

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Nosotros no hicimos ese último tramo, el calor no esperado nos venció, no era cuestión de forzar una ruta que se hizo complicada y muy bella, es un terreno difícil, pero mereció la pena, completamos la ruta siguiendo hacia Atalaia.

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Terminamos la jornada disfrutando de una Sagres fresquita en esta freguesía portuguesa. Ha merecido la pena. Nosotros hicimos 21 kilómetros, si optáis por conocer los Olhos d’Agua os saldrán unos 24 en total.

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Hasta el regreso por carreteras portuguesas nos deja imágenes que son muy reconocibles para quienes visitamos este país con frecuencia, nos os preocupéis caben dos coches, y el nuestro es un autobús.

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Cuando te encuentras con rutas como esta, que son una sorpresa, vienes satisfecho. El Tajo y su cuenca guardan sendas deliciosas a un lado y otro de la raya; algunas con historia, como las dedicadas al contrabando, otras con viejos oficios como el de los molineros y sus molinos, las hay que atraviesan puentes romanos con 2000 años de historia, que cruzan la frontera, incluso se hacen conjuntamente entre España y Portugal. Pero vengo más sorprendido, si cabe, por la exquisitez de quienes han diseñado la señalización de la ruta y por ver como se conserva intacta, sin que nadie la maltrate, la rompa, la tire o, en el peor de los casos, se la lleve. A Extremadura y Alentejo nos unen muchas cosas, la afición por el senderismo es una de ellas, aquí somo iguales, aunque en civismo nos lleven mucha ventaja.-

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I Ruta del Llano a la Sierra. Torremocha-Albalá-Montánchez

DEL LLANO A LA SIERRA

La I Ruta del Llano a la Sierra fue una idea de los ayuntamientos de Torremocha, Albalá y Montánchez que organizamos los clubes GR100 y La Vereína con el apoyo de la FEXME (Federación Extremeña de Montaña y Escalada), una iniciativa para potenciar la comarca, sus caminos, sus recursos y sus bondades. De las dehesas y pastizales, a la sierra, 20 kilómetros por esta comarca que merecen la pena. Los tres ayuntamientos, además, cuidaron todos los detalles y recibieron a los senderistas con todo el mimo. Ha sido la primera edición y la intención es darle continuidad.

Os dejo el track de la ruta

La bienvenida nos la dan en Torremocha, donde el ayuntamiento nos recibe con desayuno; no falta de nada, comenzamos cogiendo fuerzas para un día duro por el calor. Saluda del alcalde e inicio de la marcha. Torremocha con unos 1.200 habitantes; está emplazada en una llanura entre pequeños cerros muy aptos para el cultivo de cereales, y corre muy próxima a ella el río Salor Perteneció al antiguo partido de Montánchez hasta 1631. Sus calles son bastante espaciosas y rectas, con casas de dos pisos, de mampostería enjalbegada y vanos adintelados.

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Precisamente salimos de Torremocha cruzando el río Salor y nos topamos con esta delicia: el Puente Grande, posiblemente de origen romano, pero de factura medieval, alomado con cinco arcos de medio punto, está en el camino que conduce a Aldea del Cano, el que llaman de El Ejido; el puente pudo estar en la antigua ruta hacia Norba Caesarina, de ahí que los investigadores no descarten su pasado romano

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Dejamos las aguas del Salor a nuestra izquierda y encaramos por el Camino del Molinillo, rodeados de viejas paredes de piedra que aún mantienen las lindes de las fincas y que son la tónica en la comarca, algunas con magnificas entradas como esta.

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Por lo que llaman El Cotillo, cerca de la Alberca Llana, los llanos de cereales se han comido la dehesa, grandes extensiones de pasto que dejan magníficas imágenes.

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A medida que nos alejamos del pueblo, los pastizales se dispersan y la dehesa vuelve a imponerse, estamos en el camino de Albalá.

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Caminos anchos, usados para ganado durante mucho tiempo y que ahora conectan un mar de fincas dedicadas al campo, ganadería sobre todo.

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Es un paisaje muy nuestro, muy extremeño, y aunque el verano amarillee los campos quienes saben mirarlos encuentran rasgos diferenciadores que lo hacen tan especial, tan exclusivo

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Son muchos los caminos que cruzan estas tierras, el de Cáceres, el de Montánchez, el de Albalá, el de Molinillo, el de las Huertas de la Magdalena, ahora pasamos cerca de lo que conocen como Fuente Honda, somos una multitud en estas tierras tranquilas.

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Nos sorprenden estos bolos graníticos tan característicos de Extremadura, que tienen cerca de aquí, en el paraje de Los Barruecos, su expresión más vistosa, aunque estos lucen así de singulares.

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Dejamos el Camino de Cáceres y cogemos una pequeña y antigua calleja en desuso que nos llevará hacia el camino de Montánchez, flanqueados por magníficos alcornoques

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Dejamos la calleja y retomamos por el camino que se une a otro, el de La Huerta, paralelos a la Finca de La Carretona, dehesa con color casi de verano que aún conserva coletazos de primavera.

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El Camino de Montánchez nos muestra la sierra y deja ver a la localidad y su castillo donde finalizaremos la ruta, nos dirigimos primero al pueblo de Albalá.

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La ganadería muy presente en la comarca; en esta finca un celoso toro vigila la marea de gente sin perder ojo de lo que pasa.

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En vez de seguir por el Camino principal, torcemos a la derecha para adentrarnos en la vereda del Barranquillo, por donde se sitúa el Arroyo de La Lapa y la fuente del mismo nombre, una zona más húmeda que aún conserva el verde de la primavera lluviosa que hemos tenido.

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Caminos de agua con la vereda de la Retuerta, como el arroyo que corre cerca, caminos de piedras y más veredas: la de la Calzada o la de la Mojonera antes de llegar a nuestro punto de avituallamiento.

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Entramos en Albalá por el camino de la Encina del Cura, nombres que evocan historias siempre.

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La población fue fundada por los romanos al estar ubicada en la vía romana de Mérida a Toledo. Aún quedan yacimientos de esta época en «El Campo», «El Carrascal», «Dehesas de Abajo» y en «Pozo del Charcón».

Su nombre primitivo fue transformado por los árabes, denominándola Albalá por su enclave o proximidad a una calzada romana y que, posiblemente, fueran ellos los que la elevaran a la categoría de aldea.

Aquí el ayuntamiento nos recibe con un avituallamiento que nos da fuerzas para continuar, llevamos 12 kilómetros de ruta y el calor aprieta ya, un pequeño descanso, recorremos la localidad y seguimos hacia Montánchez

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Albalá fue muy conocida en los tiempos del uranio, mineral de sus berrocales, donde se sitúan antiguas minas como La Carretona, El Gallo y Pozo Norte, explotadas en los años setenta y que aún se conservan.

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Escudos y blasones se reparten por toda la localidad, donde además se conservan restos de épocas gloriosas, se pueden visitar además la ermita de San Joaquín o la ermita de la Magdalena del siglo XVI

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Dejamos Albalá y tomamos el antiguo camino de Montánchez rodeados de olivos muy presentes en toda esta zona, aquí se produce un exquisito aceite.

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Este es un antiguo camino medieval que conserva su empedrado original en muchos tramos, es una zona en la que los alcornoques se imponen y su sombra, a esta hora del mediodía, se agradece bastante

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Aún se conservan restos de viejas construcciones de recia planta, granito que aguanta a pesar del abandono, Montánchez, lugar importante por su castillo, conserva restos como este de aquella grandeza pasada.

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Me fascinan estas puertas de acceso a las fincas, las hay por todos los alrededores de Montánchez, son de una belleza que sorprende, fuertes, y anchas; imagino que tendrían un uso concreto y su porqué, pero todavía no he dado con la información; he fotografiado muchas de ellas cada vez que paseo por Montánchez y su sierra.

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En este punto cruzamos la carretera que sube a la villa, en el cruce del Parador del Padrino, aquí el desnivel se nota más, estamos ascendiendo a la sierra, eso permite, entre otras cosas, contemplar la comarca sin problemas, al fondo, Albalá de donde venimos.

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Al llegar al parador del Padrino, justo a su derecha hay una cancela, si la atravesáis seguiréis por el track de la ruta, hay otra opción, justo antes de la cancela a la izquierda sale el antiguo camino medieval de entrada a la villa, es un camino precioso muy bien conservado que nos lleva al pueblo; la diferencia es que el camino que sigue el track entra por la zona del castillo y atraviesa toda la localidad, aunque es verdad que con algún desnivel un poco más durillo, pero nos enseña Montánchez entero

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Si Torremocha nos recibió con desayuno, Albalá con un tentempié para continuar con fuerzas, Montánchez no deleita con un refrigerio para probar los productos más típicos, jamón y embutidos. Lo hacemos en un pequeño parque que aquí llaman la rotonda, un final magnífico para celebrar que hemos realizado la primera edición de la ruta senderista del llano a la sierra.

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Yo agradezco personalmente a la gente de La Vereína su disposición siempre para colaborar, es una ayuda necesaria para hacer posible un proyecto como este, y todos. Es una suerte que seamos un equipo compacto y profesional. Juan Antonio, Miguel Ángel, José Luis, Carolina, Antonio y Daniel, unos craks.

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Y esta foto que le robo a Raúl Jurado para reconocer el trabajo de Rafa Franco del club GR100 que trazó una ruta preciosa y nos hizo llegar sin problemas desde Torremocha a Montánchez y a Domingo Fernández, responsable de senderos en la FEXME por su implicación siempre.

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Finaliza este proyecto que Diego Mostazo y yo iniciamos con la idea de patear la comarca montanchega, desde la sierra, donde el llano se muestra así de bello, con 20 kilómetros a las espaldas y un trato exquisito de todos los ayuntamientos implicados en la ruta. Merece la pena embarcarse en proyectos que muestran lo que tenemos, que nos es poco.

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Terminamos, pues, en Montánchez, al abrigo de su castillo, de su historia, que es la de todos, disfrutando en su plaza de la compañía de montanchegos y senderistas, celebrando esta jornada de paseo que nos ha llevado desde los pastizales del llano a los bancales de olivos en la sierra, entre encinas y alcornocales, y tanta historia a sus espaldas que a nadie extraña que los vestigios y restos del pasado te salgan a cada paso que das. Cada uno de los pueblos está señalizando sus rutas, Montánchez incluso las ha homologado. Rutas que cuentan historias, que guardan la aportación de esta tierra que ha jugado un papel en la pequeña historia de España que se ha escrito en Extremadura.

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En el centro geográfico de Extremadura, ocupando el privilegiado triángulo que conforman las ciudades de Trujillo, Mérida y Cáceres, la comarca de Montánchez y Tamuja extiende su territorio por la penillanura trujillano-cacereña y las estribaciones de los Montes de Toledo, por las sierras de Montánchez, San Cristóbal, Cancho Blanco, Centinela… Este territorio representa un magnifico ejemplo de contrastes físicos y diversidad paisajística, que a los ojos del visitante lo hacen singularmente atractivo. Nosotros lo hemos recorrido andando Extremadura.-

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Ruta Pico Blanco

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Dicen que el pequeño pueblo de La Pesga es la puerta de Las Hurdes, encajonada entre el puerto de Perancho y el río Los Ángeles, a los pies de la Sierra de la Vaqueriza y el Manzano, donde se juntan el río de Los Ángeles y el Alagón, entre la zona de Hurdes y el Valle del Ambroz. Cerca, el río Hurdano ha caído en brazos del Alagón y alegra los niveles del Embalse de Gabriel y Galán; allí donde el río de los Ángeles se deja querer por los arroyos Cambrón, Cambroncino, Esperabán… las aguas de Hurdes. Sí, Las Pesga es Hurdes, es su estado natural; el reparto administrativo la sitúa en Tierras de Granadilla, pero esas cosas son por dinero y nada tienen que ver con los paisajes. Esas Hurdes bajas disputadas desde siempre junto a otras localidades como Casar de Palomero.

Y este paisaje es de los que enamoran. Las referencias de este trazado que encontraréis en la web de la comarca son las de una ruta circular con salida y llegada a La Pesga. Pero nosotros hemos querido arrancar un poco más allá, en Casar de Palomero, en Las Hurdes. Un trazado que discurre por la cuerda de varias sierras que nos mostrarán, en todo momento, la belleza hundida, entre valles y montañas, de las Hurdes, y la enorme extensión de las Tierras Granadillas y sus islas en el entorno del Embalse de Gabriel y Galán. Espectacular, es la mejor definición; eso sí, son casi 17 kms con un nivel acumulado de bajada de algo más de 1.000 metros y de casi 900 de subida. Durilla? sí, un poco. Pero yo repetiría.

Ahí tenéis el track para GPS

La ruta recibe el nombre de Pico Blanco, que es como aquí llaman al Pico El Culebro, en la Sierra del Manzano, donde encontraréis un magnífico mirador, una terraza de piedra en cuyo centro se haya el vértice geodésico, según cuentan los oriundos de la zona, esta la mejor vista sobre el embalse de toda la comarca, desde allí se puede admirar el laberinto de islas y penínsulas creadas por las aguas a un lado y la belleza y profundidad de Las Hurdes por otro. Pero arranquemos.

Partimos de Casar de Palomero donde yo aconsejo visitar su Museo del Olivo, un antiguo lagar restaurado, su barrios judío y árabe o su plaza porticada. Su historia es rica, de hecho pasaremos por el Alto del Gamo donde se recoge un episodio, en el siglo XV, de aquellos complicados años de convivencia entre judíos y cristianos. Además de molinos y el río de los Ángeles.

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Enfilamos la subida a la Sierra de Santa Bárbara, que no coronaremos, buscando otro de los lugares de referencia en el pueblo, el arroyo de Las Huertas donde se encuentra la Fuente de la Madre del Agua. Hasta los nombres son bonitos.

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Ascendemos por lo que llaman Cruz de Piedra, buscando los primeros bancales del verdadero motor de la comarca: los olivos, ahora invadidos por cerezos que se extienden por todo el norte de Extremadura.

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Nada más ascender un poco, el paisaje comienza a asomar a nuestros ojos, Casar de Palomero descansa sobre una pequeña loma rodeada de sierras.

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Por el paraje de los Mártires, las laderas abancaladas que se han poblado de cerezos nos rodean, un cultivo cada vez más extendido por su alto rendimiento y su creciente demanda.

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Al descender al detalle los brotes de lo que serán deliciosas cerezas son pequeños botones verdes con restos de la flor, en zonas mas umbrías estará más retrasada y la flor, blanca, seguirá en pleno apogeo.

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Frente a nosotros, el milagro de la tierra: miles de olivos que no paran de subir en escaleras que no terminan de crecer, formados en filas casi perfectas, una máquina de producir aceite y aceitunas de la variedad manzanilla cacereña; poco rendimiento pero calidad exquisita.

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Arriba, en la zona del Puerto, donde la tierra no se ha domado, la sierra enseña sus pizarras, dientes  de la montaña que recuerdan el antiguo aspecto de estas lomas.

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Miradlos ahora, a la derecha olivos obedientes, calcados; por la izquierda se van colando los cerezos con sus flores escandalosamente bellas y sus frutos deliciosamente tentadores.

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Y llegamos al puerto de El Gamo, aquí la historia tuvo su tensión. Cuentan las crónicas que las poblaciones judías y cristianas que eran las mayoritarias en estas tierras, tenían entre sí unas difíciles relaciones debido a las diferencias religiosas, llegó el enfrentamiento un Viernes Santo de 1.488 cuando los judíos apedrearon la Cruz del puerto del Gamo. En tierras cristianas terció el duque de Alba, que condenó a los judíos y mandó convertir su sinagoga en templo cristiano. En 1706 se construye la basílica de la Cruz Bendita en lo que fue la sinagoga. Y aquí sigue.

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Estamos en un Lugar de Interés Comunitario (LIC) para la Unión Europea, Sierras de Risco Viejo, que recoge desde las sierras del Gorrero, Dios Padre, de Santa Bárbara, del Cancha, del Castillejo hasta esta de la Pesga. El interés de esta área se debe a la presencia del Lince Ibérico y su introducción en esta zona. Aquí cruzamos la carretera que une las dos comarcas.

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La ermita conserva el original aspecto de sinagoga pero ningún elemento de su pasado judío. Sólo una inscripción en la entrada recuerda aquellos hechos.

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A la ermita la rodean dos merenderos: el del Puerto del Gamo y el del Canchorro.

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El puerto es un excelente mirador que te deja observar la parte de Tierras de Granadilla, los olivos siguen siendo los dueños del paisaje.

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Hacia el otro lado Casar de Palomero se aleja, al fondo las Hurdes altas y el límite de provincia.

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Bordeamos el Cerro del Gamo en un primer ascenso suave, llegando la loma del Canchorro, divisamos una de las tres alquerías de Casar de Palomero, Rivera Oveja y ese paisaje de Hurdes que tanto enamora.

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Llegamos al Collado de Valdecorrales y comienza el espectáculo, a partir de ahora caminaremos por la cuerda del Pinajarro…

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…disfrutando, por un lado, las Hurdes…

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…al otro, las Tierras de Granadilla, las aguas del Alagón domado por el embalse de Gabriel y Galán y al fondo Gredos y los Montes de Tras la Sierra.

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De nuevo hay que subir, hasta el Alto del Pinajarro, por un camino que separa las tierras ganadas del bosque mediterráneo original.

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Es el tercero de los ascensos de la ruta que va acumulando desniveles en las piernas y belleza a los paisajes.

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Al fondo Cambroncino alquería de Caminomorisco y las sierras que limitan las Hurdes bajas.

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Sigue el ascenso, una vaivén de cuestas, arriba y abajo. Bajas, pero sigues subiendo. Casar de Palomero va quedando más lejos

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Hacía el lado del embalse granadino, Mohedas de Granadilla, en mitad del llano. Rodeado de pequeñas islas de robles y castaños y olivos, siempre olivos, muchos olivos.

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La sierra de Santa Bárbara, Casar de Palomero y nosotros, subiendo claro.

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A medida que ganas altura, ganas paisajes. La orografía de Hurdes se muestra como es, al fondo las Mestas y la Peña de Francia en Salamanca.

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Aprovechamos para descansar en el Alto de Pinajarro a 862 metros de altitud después de un duro ascenso. Reponemos fuerzas.

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La bajada por el Collado del Pinajarro no es menos complicada, son caminos de tierra y piedra suelta que nos hacen extremar precauciones.

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Una sierra entre dos tierras. Las del Granadilla, las del poeta Gabriel y Galán guardan muchos secretos y lugares magníficos, la desahuciada Granadilla convertida en campamento a costa del dolor de sus gentes; la ciudad romana de Cáparra nunca valorada, El Anillo esa inversión millonaria, y magnífica, que nadie se atrevió a usar con cabeza. Puentes romanos, ríos, dehesas, embarcaderos, pueblos magníficos. Una tierra poco vendida y menos enseñada, pero con unas posibilidades para el turismo más que sobradas, pero no han dado con la tecla.

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Es un paisaje suave por este lado que deja ver al fondo la cumbres de Gredos, aún con nieve. Desde aquí no se aprecia pero estamos en una gran isla rodeada por la masa de agua del embalse de Gabriel y Galán y el río de los Ángeles.

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Este trazado entre huertos y jaras, balcón de paisajes no deja de enamorarte ni un metro de camino.

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Detrás de nosotros se puede ver el camino seguido, por la lomas de sierras, estas enseñan los trasquilones que el hombre ha hecho a la montaña para cuajarla de olivos, interminables bancales en una tierra que se ha convertido en intensiva e irregular. Es la primera parte de la ruta con sus subidas y bajadas.

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Esta parte es más llana, venimos andando por esa larga cuerda que muestra ambas comarcas y que ahora se ve así en el último ascenso de la ruta que nos lleva al Pico Blanco.

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Arriba en lo alto de la sierra del Manzano, en el Alto del Culebro, a 959 metros de altitud, un balcón nos invita a disfrutar de verdad de la magnífica tierra que nos rodea. Llegamos al destino de la ruta.

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Aunque aún hay que descender hasta La Pesga, fin de ruta, a los pies del río de los Ángeles. Aquí nos relajamos un rato largo y disfrutamos de una vista privilegiada.

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En esta sucesión de valles y aguas, donde el Alagón dibuja meandros como el del Melero.

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No tan lejos el Valle del Ambroz, con el Sistema Central al fondo, cumbres nevadas que se ven desde aquí.

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En este balcón todo es visible, las Tierras de Granadilla, como desde ningún sitio, como dicen en la comarca. Es una visión en 360º, un regalo para quienes amamos el campo, quienes tenemos a Extremadura en la cabeza, un mapa a tamaño real que despierta cualquier imaginación.

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Aquí apoyado me acuerdo de Unamuno: «Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres».

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Hasta la foto de grupo deja esta imagen del fotógrafo. Juan Antonio hace estas cosas para obtener la mejor instantánea.

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Acerco el zoom de la cámara para que veáis El Anillo, el que han llamado Centro de Tecnificación Deportiva, una isla que quería convertirse en un referente en la I+D+i deportiva pero que se quedó ahí.

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Iniciamos el descenso hasta La Pesga, más de 500 metros en 4 kilómetros que restan de ruta, todavía quedan paisajes.

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Nos preparamos para el tramo más duro, la bajada más pronunciada. Buscando el final.

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Enseguida sorteamos bancales de cerezos, aquí la flor está todavía en su punto álgido.

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Descenso constante en un zig zag que nos va acercando a La Pesga.

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Podría ser el Valle del Jerte pero este paisaje se extiende, cada vez más, por todo el norte extremeño.

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No le gusta al dueño que la gente pase por aquí, cierto que lo vimos al salir, pero nosotros somos gente tranquila que nos limitamos a disfrutar del entorno, sin molestar.

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Y entonces, cuando cae la luz de la tarde, llegamos a La Pesga y comenzamos a recordar paisajes. Dice el ayuntamiento en su página que «Las laderas de las sierras son utilizadas para el cultivo del olivar, muy extendido por la zona. El clima mediterráneo continental templado hace de la ribera del río uno de los mejores parajes en la época estival para refrescarse en sus abundantes aguas, además de disponer de las nuevas instalaciones de piscinas municipales y otras para zona de acampada».

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Hay caminos que pintan paisajes. Unen, o separan como quieras verlos, espacios, territorios. Caminos en los que certificas que las Tierras de Cáceres son un todo, y a la vez tan distintas que las distingues nada más verlas. Cuando las Hurdes entró en la leyenda se abrieron los caminos a sus gentes y a las de fuera. Hoy son un privilegio, tierras para enamorarse; cerca, el valle que hoy anega el Alagón presume de su fértil tierra, la dehesa ha dado paso a legiones y legiones de oro líquido. En este valle de las Tierras de Granadilla, en los que hasta el agua es sosiego; donde ejerció el poeta salmantino Gabriel y Galán y encontró la paz necesaria para escribir versos como estos:

Dos paisajes: el uno soñado
y el otro vivido.
¡Cuán amarga, sin sueños, me fuera
la vida que vivo!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Era un trozo de tierra jurdana
sin una alquería;
era un trozo de mundo sin ruido,
de mundo sin vida.

                                                                                                                                            ©vicentepozas2016

Senderista por los pies

De vez en cuando me preguntan por el calzado de senderismo: cómo elegirlo, qué criterios seguir, cuál es el más adecuado. Suelo dar algunos consejos prácticos que yo utilizo, que no quiere decir que sean infalibles pero que a mí me ayudan. Trataré de resumir algunas de esas prácticas por si os son de utilidad.

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LOS PIES

Hay que empezar diciendo que cada uno conoce sus pies mejor que nadie y sus puntos flacos. Cada pie es distinto y reacciona de manera diferente al calor, los kilómetros, las irregularidades del camino… el ejercicio es imprescindible y un poquito de cuidado también. Podemos ayudarlos, sí, sin duda, aquí van algunas ideas:

-Antes de salir échate en la planta de los pies y entre los dedos crema hidratante o vaselina, esto evitará que se sequen y tengas esa sensación de quemazón cuando llevas varios kilómetros u horas de marcha. Si la ruta es larga puedes repetir la operación a mitad de la ruta, te refrescará y relajará. La piel hidratada mejora el estado de los pies y les da elasticidad.

-Usa calcetines de compresión y que no sean muy gordos. Si tus pies son muy delicados descarta la fibra y opta por el hilo o la lana, los tejidos naturales son mejores para la piel.

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-Cámbiate de calcetines. En marchas largas es muy recomendable que te cambies los calcetines a mitad de recorrido (yo suele hacerlo a los 15-20 kms.). Esto refresca los pies y los descansa, te deja como nuevo. Echa un par, o dos, en la mochila, no pesan y ocupan poco. Te vendrán bien si se te mojan lo pies a causa del agua.

-No lleves las uñas largas, te molestarán sobre todo en las bajadas. Los pies se desplazan hacia adelante dentro del calzado en los descensos y si tienes las uñas largas terminarán haciéndote heridas y causando dolor.

-Vigila en todo momento tus pies y si sientes algún tipo de rozadura, para inmediatamente antes de que se formen ampollas. Y ponte una tirita. Esta es otra de las cosas que es aconsejable llevar siempre en tu mochila. Si vas a hacer subidas fuertes, montaña y media montaña, es mejor que te pongas tiritas antes de salir en la parte del talón, la presión que recibe el pie sobre el calzado en esa zona es mucha.

-Y recuerda si vas incómodo: un roce, un calcetín mal colocado, una china en el zapato… un par de paradas durante los primeros kilómetros molestarán menos a tus compañeros que escuchar tus quejas a medida que comiences a cojear e ir lento durante el resto de la caminata.

EL CALZADO

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El calzado de senderismo no es infalible, no todo es bueno, ni está indicado siempre. Debes tener en cuenta algunos factores: la época del año o climatología, el terreno que pisarás, si es firme o no, y tus pies. Tú sabes con qué vas cómodo y con qué no.

La época del año es importante

En verano, lo importante es una buena transpiración, de forma que nuestro calzado no retenga la humedad y el sudor en nuestros pies y así evitemos lesiones y rozaduras. Por ello es de vital importancia elegir un calzado muy transpirable.

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En invierno, todo lo contrario, es lógico que caminemos con presencia de agua y humedad, por ello será preferible un calzado impermeable, que evite que entre agua al interior de nuestro calzado y reduzca nuestro confort produciendo un enfriamiento de nuestros pies además de también lesiones y rozaduras al mojar nuestros calcetines. Hay tejidos para ello, el más conocido, sin duda, es el Goretex, pero hay otros, pregunta en tu tienda cuando adquieras el calzado.

Un terreno diferente, un calzado distinto

Es evidente que no es lo mismo un calzado para senderismo que para escalar montañas o para pasear. Por ello en el mercado existe todo tipo de calzado específicamente diseñado para hacer frente a las necesidades concretas del senderismo como actividad deportiva, fundamentalmente en lo que respecta a resistencia, protección, agarre y estabilidad.

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Estrenar calzado

El calzado, como las personas, tienen que conocerse; hasta a las botas más perfectas tardamos en acostumbrarnos. Cuanto más rígidas sean más tardaremos en hacernos a ellas.

Los pliegues les darán forma para toda su vida, así que procura hacerlo bien. Por ejemplo, llévalas en casa con los calcetines que usarás para el senderismo y asegúrate de que la lazada aprieta bien la lengüeta, que deberá quedar plana. Luego, comienza con caminatas cortas y, progresivamente, aumenta la distancia.

Si el cuero nuevo de tus botas de está matando y no quieres comprar un nuevo par, intenta arreglarlo: Remoja tus botas con agua caliente antes de ponértela con los calcetines. Un pie húmedo en una bota húmeda no es nada bueno para comenzar y creará ampollas. Pero moldear una bota a tu pie puede ser tu último recurso.

Qué me compro

Una bota puede ser muy bonita, pero si se ajusta mal es mucho peor que una bota fea que encaja perfectamente con tus pies. Por tanto, necesitamos una bota que agarre todo nuestro pie pero que no oprima los dedos. Debe estar lo suficientemente apretadas como para que no salgan ampollas, pero con espacio para los dedos, pues sino, cuando bajes una ladera te destrozarás las uñas.

Primero, tanto la anchura y el tamaño que necesita la bota para que no oprima tu pie. Con ello en mente, cuando te pruebes botas es muy recomendable que lo hagas con los calcetines que usaras durante tus rutas. Si la bota es muy ancha, tu pie se escurrirá dentro y si es muy ajustada tendrás calambres. También tienes que tener en cuenta que los pies tienden a hincharse durante las largas caminatas. Ten en cuenta tus dedos de los pies. Cuando vas cuesta arriba no tienes por qué preocuparte mucho de tus dedos. Pero cuesta abajo, si tus botas son muy pequeñas tus uñas chocarán contra la bota, y puede que se vuelvan negras. Cuando estés en la tienda probándote botas, asegúrate de que puedes mover los dedos. Después desata la bota y empuja tus dedos hacia delante. Debe haber un dedo entre el talón y la parte posterior de la bota. Recuerda. El truco es que eches el pie para adelante y que quede un dedo, entre la bota y el pie, yo esto lo hago comprando, un número o dos más grandes que mi talla habitual.

El calzado es de las pocas cosas que no compro por Internet, probártelas es importante. Y cuando las compres, mejor por la tarde, que ya llevas todo el día andando.

Y por último una cosa, si te encuentras mal, te duele, te molesta, te sientes incómodo por algo, lo mejor que puedes hacer es contárselo a tus compañeros de ruta; no te calles y te aguantes, ellos pueden ayudarte y entre todos decidiréis qué hacer con tiempo, no fuerces hasta que ya no puedas mas. Sufrir sin motivos es una estupidez y, lo peor, podrías hacerte alguna lesión importante.

Andar es un gozo… pues eso, goza.

©vicentepozas2016

 

Ruta al Pico Pitolero

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A las Tierras de Granadilla y el Valle del Ambroz les separan del Valle del Jerte los Montes de Traslasierra, la parte más occidental de la Sierra de Gredos en el Sistema Central. En estos Montes el pico más elevado es el Pitolero, 1.354 m de altitud, un faro desde el que disfrutar en 360º del Valle del Jerte, el Ambroz, las tierras de Granadilla y el pantano de Gabriel y Galán y serranías como Hurdes, Peña de Francia, Sierra de Gata y los Montes de Toledo en las villuercas cacereñas. Esta es la ruta que hacemos hoy, la subida al Pico Pitolero partiendo de Cabezabellosa en Tierras de Granadilla, pasando al Valle del Jerte y volviendo al punto de origen, 15 kms con un ascenso de 4,5 kms seguidos pero muy suaves que hacen la subida muy cómoda y tranquila. Es una ruta de dificultad media-baja pero que nos invita a disfrutar de paisajes excelentes.

Os dejo el track para GPS

Comenzamos en Cabezabellosa, una localidad que pertenece a la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, un balcón del valle por su situación a 840 metros de altitud. El pueblo de calles empinadas tiene apenas 500 habitantes y se asoma a la comarca desde todos los rincones.  La ruta la iniciamos nada más entrar en el pueblo, unos metros más adelante veremos una pequeña plaza por la que encaramos la calle de la izquierda y ascendemos hasta toparnos con la carretera que lleva a El Torno y el Valle del Jerte, ahí comienza a la subida al pico Pitolero.

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Mientras camináis por el pueblo no dejéis de fijaros en los nombres de las calles, no tienen desperdicio.

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El primer tramo, de apenas 200-300 metros es el más empinado hasta alcanzar el depósito de agua de la localidad, en el resto se suaviza la pendiente. Sí es cierto que nada más comenzar el ascenso empezamos a disfrutar de un excelente entorno; lo primero, el propio pueblo de Cabezabellosa y su enclave natural, con la ermita de Nuestra Señora del Castillo sobre el pequeño promontorio, el cerro del Búho, que oculta la localidad de la vista de quienes recorren la autovía de la Ruta de la Plata.

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Uno de los regalos de la ruta es que ascenderemos por la loma de la Sierra de Cabezabellosa como si fuese un gran balcón que nos enseña buena parte de la comarca. Hay días, como este, en que las nubes se suman al paisaje y lo hacen más mágico todavía.

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La ausencia de árboles y matorrales altos facilita la contemplación de las Tierras de Granadilla y buen parte del Valle del Ambroz. Ascendemos por la zona de El Manzano.

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Desde aquí los primeros pueblos del Ambroz, en primer término lo que llaman la Piedra del Majadal y el Collado del Cerezal.

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El agua es una constante en toda la ruta, en esta loma de la sierra son múltiples las cascadas, fuentes, riachuelos, pozos y manantiales con los que te cruzas, algunos aprovechados para tomas de agua.

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Algún roble perdido de los muchos que debieron poblar la sierra y ahora jara y retama, vegetación baja.

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Es verdad que las nubes son un regalo que le da magia al paisaje…

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…pero en días claros la vista se pierde. Zarza de Granadilla  a la derecha, el pantano de Gabriel y Galán y se pueden ver, para quienes conocen la zona, El Anillo y Granadilla.

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El día sigue jugando al escondite y dejando imágenes magníficas sobre la Peña de Morejón.

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Aquí vemos Jarilla en primer término y Zarza de Granadilla al fondo., seguimos el ascenso, ya digo que hasta la cumbre hay 4,5 kms, suaves y cómodos.

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El agua es un regalo en la ruta, aunque yo he subido también en invierno y el agua que corre se convierte en hielo que hace el camino más peligroso. Fuentes para beber.

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Y arroyos, esta es la Garganta Cabera

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Encuentras pequeños manantiales que brotan del suelo, haciendo burbujas debajo de las piedras, suena el agua corriendo por entre las rocas, es un espectáculo

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Antonio y Teo no resistieron fotografiar este escandaloso nacimiento de una garganta que abajo dará sombra y baño.

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Es, o era, un zona para ganado, aunque ya no se ve mucho, el agua era aprovechada para abrevaderos de animales.

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Le preguntas a Teo ¿cuántas fotos echas en una ruta como esta? ¡cienes y cienes! No es para menos.

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El día sigue jugando al escondite y nosotros seguimos subiendo por una senda bien marcada que nos acerca a la cima.

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Cuando recuerdas la expresión ‘mar de nubes’ te viene a la cabeza esta imagen desde la Sierra de Cabezabellosa.

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A punto de coronar, ya ves varios picos de los montes de Traslasierra, el de Cabeza del Santo y El Fraile.

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Entramos a la cima por el Collado de Mingopedro a 1.300 metros de altitud, en cuatro kilómetros hemos subido un desnivel de 500 metros, suave.

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Y dejamos atrás las tierras llanas de Granadilla para disfrutar del Valle del Jerte.

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Entre las peñas descubres pequeñas cuevas que habrán servido, más de una vez, como refugio a personas y animales.

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Desde aquí arriba es un espectáculo el valle, Plasencia, el pantano…

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Nosotros, visitantes efímeros, no rompemos la rutina del escarabajo pelotero, que sigue acumulando comida.

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Y llegamos al final, alcanzando el Pitolero donde otro mar, este de antenas, coronan el pico.

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Una costumbre entre grupos de montañeros es subir un belén a las montañas, este que tienen bien guardadito es de un club de Salamanca.

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La buena situación de la cumbre, con vistas a varios valles es aprovechado para las telecomunicaciones,  las antenas son un punto de referencia para llegar al pico sobre todo porque en esta zona, desde que coronamos la cima no hay camino trazado y hay que guiarse por ellas para llegar a lo alto del Pitolero.

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Aprovechamos para dar testimonio de que estuvimos arriba en el punto geodésico, 1.354 metros y pusimos a posar a las mochilas como prueba de ello.

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Os decía que desde aquí el Valle del Jerte se muestra así de bonito. Los pueblos de derecha a izquierda: Casas de Castañar, Cabrero, Piornal y Valdastillas.

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Una vez arriba sólo hay que seguir la pista que baja desde las antenas, es ancha y cómoda y, como en la otra parte de la sierra ofrece vistas excelentes, ahí tenéis el pantano de Plasencia. Un paraje de excelentes prados y hermosos robles.

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En la zona más alta no quedan muchos ejemplares, cierto que los que hay son inmensos, imagino que en otro tiempo estoy sería un bosque de estos gigantes majestuosos.

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Según desciendes la vegetación se cierra y los árboles crecen en número.

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En ese bosque veréis varios restos de antiguas construcciones pastoriles. Testigo de la presencia de rebaños de ovejas y cabras en otra época. Ya el ganado es mayoritariamente vacuno.

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Robles centenarios que nos hacen pequeños, no dudes en pararte y disfrutar de ellos un rato.

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Seguimos el descenso por la zona que llaman El Colgado, la pista aparece en algunos tramos, los de más pendiente, cementada pero es bastante cómoda y no tiene pérdida.

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El camino nos va mostrando el Valle del Jerte desde otra perspectiva, frente a nosotros la sierra de San Bernabé.

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Si seguís el track, cuando ya se acaba la pista hay un desvío a la izquierda, donde aparece otro camino que nos llevará a uno de los hitos de la ruta: el roble de Romanejo.

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El roble de Romanejo, 500 años, es Árbol Singular de Extremadura, un magnífico roble de tamaño considerable, 25 metros de altura.

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Pasamos la cancela que hay frente al roble, cruzamos la carretera y torcemos a la derecha, cogiendo el antiguo camino que unía El Torno y Cabezabellosa, de hecho si giráis a la izquierda llegaréis a El Torno. 

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Alguien con gusto consideró que bien merecía la vista unas piedras para sentarse y disfrutar del paisaje.

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El camino, a ratos de piedra, entra en una especie de portilla que hace la sierra en lo que conocen como La Ventosilla.

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El camino discurre paralelo a la carretera, de poco tráfico, si acaso perdéis el camino siempre podéis ir por ella.

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En este punto no hay camino claro, se trata de atravesar un pequeño prado para enlazar con un camino que encontraremos más abajo.

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Tomado  el camino ya enfilamos hacia el pueblo, ya no hay pérdida.

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Alguna estampa nos dejan los prados cercanos al pueblo, son los últimos paisajes.

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Y entramos en Cabezabellosa por el lado contrario al que partimos. Fin de la ruta.

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Marcamos como hecho el ascenso al pico Pitolero, la frontera natural entre Granadilla y el Ambroz y el Valle del Jerte, punto de referencia: Cabezabellosa, un pueblo no muy conocido pero que es un verdadero balcón a las llanas tierras del Valle, conocerlo, un privilegio.

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Caminar subiendo montes y sierras, coronando picos y lomas, te permite una visión amplia del territorio, el nuestro, el de Extremadura, ofrece exquisitas delicias que descubres pateando senderos, marcando veredas y con la cámara al hombro. Los valles se disfrutan desde la altura, los llanos los mides cuando ascienden metros y dejas abajo pueblos, cordeles y carreteras. Tenemos la suerte en Extremadura de contar con varias cadenas montañosas que son un reto para el senderista, cuando las añades a tu catálogo de rutas, tu visión del territorio es más amplia y más precisa; reconocer pueblos, montes, sierras, pantanos te hace sentirte más apegado a la tierra, las descubres con los ojos y las guardas en la memoria, como un recuerdo por si tienes que volver. Y volveremos, lo haremos, como siempre, Andando Extremadura.-

                                                                                                                                                 @vicentepozas2016

Ruta Alfonso Onceno. Geoparque Villuercas

Rutas Extremadura Portada

El siguiente artículo forma parte del libro ‘Rutas para descubrir Extremadura” realizado en el marco del VI Encuentro de blogueros de Extremadura y editado por la Dirección General de Turismo de Extremadura bajo la dirección de La Fundación Xavier de Salas de Trujillo. Mi agradecimiento a Atanasio Fernández García y José Manuel López Caballero por el esmero en cada publicación y por juntar a gentes tan diversas en torno a un proyecto común que es Extremadura en las redes, que ha logrado que, seis años después, un grupo de blogueros se conviertan en amigos.

                                                                                                                                                           Vicente Pozas

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El Geoparque Villuercas-Ibores es un paraíso para el senderista: los caminos de peregrinos a Guadalupe, los senderos de la comarca, las rutas con historia como la Isabel la Católica o esta de Alfonso Onceno dan idea de la belleza de un entorno en el que se suceden valles y sierras tan importantes que, por su alto valor geológico, han sido reconocidos por la UNESCO como Geoparque. Esto significa, además, que Guadalupe y su entorno son hoy destino turístico emergente y sus propuestas son cada vez más variadas y sugerentes y un empuje para el turismo de Extremadura

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Esta ruta sigue el camino que separa la localidad de Navezuelas, junto al Anticlinal del Almonte, hasta la Puebla de Guadalupe, lugar de peregrinos; camino que recibe el nombre de Alfonso Onceno debido al rey Alfonso XI, que frecuentaba estos parajes para la caza del oso. Se trata de un trazado de herradura que atraviesa el valle del río Viejas con sus huertos y majadas de pintoresca arquitectura popular. 16,4 kms de dificultad media- alta por los desniveles que acumula, tanto de bajada como de subida. Pero es  muy recomendable si quieres tener una idea de por qué Villuercas-Ibores-Jara mereció el reconocimiento de Geoparque. Arranca en el valle del Almonte, pasas al del Viejas y terminar en el del Ibor, tres valles y tres ríos junto a sus elevaciones. Una delicia de paisaje que solo puedes disfrutar andando.

MAPA RUTA ALFONSO ONCENO

La ruta la organiza, una vez al año, la asociación de senderismo Maragatos de las Villuercas y está incluida en el calendario oficial de rutas senderistas de Extremadura ‘Camina Extremadura’; aunque se puede hacer cualquier día, está señalizada y además hay numerosos tracks para GPS que nos facilitarán seguirla correctamente. A mí personalmente me gusta hacerla en otoño, cuando el Geoparque adquiere cientos de tonalidades que aumentan la belleza del entorno, la oficial es en primavera, fantástica también.

Nada más dejar Navezuelas comienza el primer ascenso que nos llevará hasta el primer alto, ante nosotros se descubre el valle donde nace el río Almonte, de frente nos queda la que aquí llaman Sierra del Local, ahora en lenguaje de Geoparque, el Anticlinal del Almonte.

 

 

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Pararse un momento y echar la vista atrás nos da idea del terreno que pisamos, este es el Geoparque, un sitio singular, el valle del Almonte y la sierra de la Ortijuela. Seguimos subiendo. La ruta discurre por caminos pedregosos que te obligan a extremar las precauciones, es recomendable llevar buen calzado y bastón y agua porque no hay fuentes en el camino.

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Al llegar al Collado de la Pariera, el primer alto de la ruta, la formación geológica que tanto ha llamado la atención de la UNESCO se observa mucho mejor. Según información del geoparque, el Anticlinal del río Almonte se extiende desde la cuenca del Tajo hasta la base septentrional del Risco de La Villuerca. Por su núcleo y en parte de su largo recorrido fluye el propio río Almonte desde su nacimiento en La Villuerca hasta abandonarlo hacia el sinclinal de Santa Lucía buscando las Apreturas del Almonte.

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 A 1.212 metros de altura. Impresiona contemplar desde arriba los plegamientos de la tierra ocurridos hace 300 millones de años ¿cuántas generaciones habrán pasado por este lugar?

Desde el Collado de la Pariera ya se nos muestra el Valle del Viejas que toma nombre del río; dejando que la vista se pierda, podemos ver el Sistema Central y las sierras de Gredos nevadas buena parte del año. Descendemos por la loma de la Sierra de las Acebadillas por un paraje conocido como el Horcajo. Aquí disfrutamos de una panorámica magnífica del Valle del Viejas desde el Collado de los Ajos, la orografía de las Villuercas es un espectáculo a la vista. El valle es atravesado por el río Viejas que hace fértiles las tierras más bajas, huertos que son visibles desde la altura.

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Otra de las sorpresas del Geoparque es que existen importantes yacimientos donde se localizan los fósiles de los primeros metazoos  con esqueleto externo  del género Cloudina y cuyos registros ilustran uno de los principales eventos en la evolución de la vida: el origen y radiación de los primeros animales. Están a los lados del camino y son perfectamente visibles.

Descendiendo ya hacia el Valle del Viejas por una parte de camino que te obliga a mirar dónde pisas, son las pedreras, lo que en geología conocen como ‘derrubios de ladera’, para andar son bastante incómodos pero contemplarlos es una delicia. Bosques de robles de formas caprichosas nos acompañan, de repente sorprenden también sotos de castaños.

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La ventaja de hacer la ruta oficial, con los amigos de Maragatos Villuercas, es que vas  acompañado de guías del geoparque, esto aumenta el atractivo del camino, ellos te descubren cosas que, a simple vista, pasan desapercibidas para un lego, como  ejemplares de loro que se esconden en las laderas de las sierras.

Atraviesas el río Viejas en la parte más honda del valle en un bosque de robles y castaños, algunos centenarios y de tamaño considerable, y comienza el ascenso que nos llevará al tercero de los valles que pisaremos en la ruta, un sube y baja que templa las piernas y obliga reservar fuerzas. El camino está señalizado, transitamos por el GR 117 (un Gran Recorrido en senderismo y escalada). La antigua vía romana denominada VIA XVII, mandada construir por el emperador Augusto, que unía la ciudad portuguesa de BRAGA (Bracara Augusta) con ASTORGA (Asturica Augusta), está reconocida hoy en día como “sendero de Gran Recorrido” con el número común a los dos países (España y Portugal) de “GR 117. Vía Romana XVII”

A medida que ascendemos dejamos atrás el valle del Viejas y sin saberlo entramos en el Valle del Pozo. Coronamos el alto para situarnos en el Collado de la Arena antes de afrontar la definitiva bajada a Guadalupe. Aquí tenemos a tiro de piedra los neveros que hay en la falda del Pico Villuercas, esta elevación, conocida aquí como Risco de la Villuercas, 1.603 metros de altitud, es la mayor de los Montes de Toledo, arriba quedan los restos de una antigua base militar que se quiere recuperar para uso turístico, fantástica idea viendo el éxito que tiene la cercana Peña de Francia en la salmantina comarca de La Alberca.

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Volviendo a la ruta en sí, desde aquí disfrutamos del tercero de los valles, el del río Ibor, en lenguaje Geoparque el Anticlinal del Ibor- Guadalupe, y al fondo el Sinclinal del Guadarranque. Geología en estado puro. Desde aquí además ya no saluda la Puebla de Guadalupe. La fotografía de Villuercas es así, unas tras otra se suceden hileras de cerros y sierras en paralelo que confieren a este lugar esa belleza tan particular y la riqueza que ahora se reconoce.

Descendemos por el que conocen por el Llanillo Hueco entre otro bosque de robles, desnudo de hojas. De repente, al llegar a un paraje llamado Arcas de Noé, la vegetación cambia y nos rodea un bosque de pinos. Un tramo de la ruta, hasta la ermita del Humilladero, discurre por la carretera que lleva a la base militar, ya abandonada.

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Si haces la ruta oficial te encuentras con la sorpresa de que al llegar a la ermita, el propio rey Alfonso XI sale a recibirte. Un detalle real.

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Desde aquí por el Barranco del Barquillo acometemos la última parte de la ruta, queda poco para llegar a la Puebla, fin del camino. Guadalupe es inmensa, su Monasterio y la imagen de la patrona de la Hispanidad, también de Extremadura, hace que sea un lugar muy visitado y tremendamente bello. Su arquitectura popular es digna de disfrutar.

Así finalizamos la real ruta, extasiados ante esta maravilla arquitectónica, plagada de leyendas, y venerada por los creyentes. El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Monasterio fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1993. En su interior se aprecia el estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico, es decir, desde los siglos XIII al XVIII.

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No dejéis de recorrer el camino de Alfonso Onceno, este sendero de peregrinos que, desde hace años, es pisado, primero por soldados y comerciantes, luego por reyes y aldeanos y ahora por peregrinos y senderistas. La Ruta del Alfonso Onceno no decepciona, ya me habían avisado que era de las más bonitas rutas de las Villuercas, lo corroboro. El Geoparque gana mucho más cuando te decides a recorrerlo así, andando y observando.

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La Ermita del Salor y las Corralás. Torrequemada

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Torrequemada, como Torreorgaz y Torremocha eran antiguas aldeas de Cáceres. Hoy estos pequeños pueblos sobreviven por su cercanía con la capital cacereña pero aún guardan un legado patrimonial más que interesante. Es el caso de la ruta de la ermita del Salor y Las Corralás en Torrequemada, dos señas de identidad del pasado. 10 kilómetros de paseo por la dehesa extremeña en el que disfrutaremos de la ermita gótico-mudéjar de Nuestra Señora del Salor, un antiguo puente medieval sobre el río Salor y las antiguas cochiqueras comunales, Las Corralás, en la dehesa boyal del pueblo.

Se trata de 10 kms muy llanos pero singulares, cargados de sorpresas. Este es el track para GPS

Nos remontamos al siglo XVI en el que la tierra de Cáceres comprendía un extenso territorio, bajo jurisdicción real creado por la corona Leonesa, en él se ubicaban la Villa de Cáceres y un conjunto de aldeas, dependientes de su jurisdicción entre las que se encontraba la aldea de Torrequemada. El núcleo de los primeros pobladores, se formó con los soldados de las huestes conquistadoras, entre las cuales se hizo el primer reparto de tierras, con el carácter de propiedad plena, para ello se dividió el territorio en sexmos, y al frente de cada uno se nombró un sexmero, que se erigía en portavoz de los intereses ante el Concejo.

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Para comenzar la ruta, lo mejor es ir al final del pueblo, si venís de Cáceres, al comienzo si es al revés; a la izquierda hay dos bares pegados a la carretera de Medellín y a la derecha hay como una plaza y una carretera/calle que señala el camino de la ermita. Hay que dejar el coche allí y comenzar la ruta continuando la calle adelante donde encontraréis esta pequeña charca. Sólo hay que seguir el camino que lleva fuera del pueblo. No tiene pérdida.

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La calle por la que transitamos, desde donde dejamos el coche, está llena de elementos arquitectónicos singulares, predomina el granito muy abundante en toda la zona, de hecho en la localidad existe una antigua cantera de granito ya abandonada. Pero no dejéis pasar algunos esgrafiados y fachadas muy peculiares (si empiezo a poner fotos no paro).

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Nada más salir del pueblo, a unos 200 metros, encontraréis un camino a la izquierda con un cartel de hierro que nos indica la dirección a la ermita del Salor. Es el antiguo camino de Montánchez el que recorreremos en este primer tramo de la ruta.

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El camino transita por una dehesa boyal que es casi de libro en otoño y primavera, su uso ganadero la mantiene viva. Ganado porcino y vacuno abundan sobre todo.

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Dehesa llena de sorpresas, ejemplo de supervivencia: del tronco caido de un árbol nace una rama que se convierte en otro ejemplar majestuoso, cayó y volvió a levantarse.  A este paraje le llaman Tierra Colorada.

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Muros de piedra que delimitan fincas y hacen camino. Callejas que han guiado, desde hace siglos, a generaciones de viajeros. Lindes levantadas a mano. Cordeles, callejas, cañadas…

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  …Paredes que la ciencia de la experiencia levanta con esa aparente fragilidad que da miedo tocar, al verlas parece que un aire fuerte las pudiese echar abajo. Nada más alejado de la realidad, llevan cientos de años en pie a pesar de ese incomprensible equilibrio. La belleza y durabilidad de las cosas hechas a conciencia, sin prisas. En todo hay una ciencia, un porqué, viendo los kilómetros de estos muros, en estos lo hay sin duda; lo que ignoro es si todavía alguien guarda esa memoria para hacerlas con este arte.

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A lo lejos ya se apunta esa joyita que está en medio de la dehesa. La ermita del Salor. Debió de comenzarse en el s. XIII, después de la reconquista del territorio y se relaciona con una fundación templaría. Se trata de un edificio de mampostería, sillería y ladrillo. Lo más interesante sus magníficos arcos apuntados y sus pinturas murales al fresco. Por cierto para visitarla por dentro, y lo aconsejo de verdad, puedes pedir la llave en el pueblo, las guarda Maria Jesús que tiene una multitienda y un despacho bancario cerca del ayuntamiento, vete a la plaza del pueblo y pregunta por ella, es fácil, todo el mundo se conoce aquí. Te contestarán con una pregunta ¿la sobrina del cura? Di que sí.

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El camino desciende hacia el río Salor y ya nos muestra el arco principal del puente medieval que nos llevará hasta la ermita. Más piedra, más arte.

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El puente es una joya magnificamente conservada del que hay varias teorías sobre su origen, he encontrado algunas que comparto con vosotros.

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Mi amigo Rubén Núñez cuenta en su blog lo siguiente: «Se trata de un puente de planta recta con tres bóvedas y perfil alomando, con tres desagües en la margen derecha y dos en la izquierda. Se encuentra en una zona rica en restos romanos y muy cerca de asentamientos de época imperial, y además, muy cercano a la vía 24 del Itinerario de Antonino. Se sitúa en una vía romana que conducía a las colonias militares de Norba Caeserina y Castra Caecilis. Por todo ello los expertos consideran que en este lugar debió de existir otro puente en época romana, aunque el que vemos actualmente es de factura medieval, concretamente bajo medieval por su bóveda segmental, es decir, una bóveda circular con menor abertura angular que el arco de medio punto, típica de este periodo histórico.»

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Los restos de un antiguo molino medieval que quiere esconderse entre la vegetación, dan idea del aprovechamiento del agua en toda época y lugar.

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El puente es majestuoso, a pesar de su tamaño. Da paso a un río irregular, domado por el pantano de Valdesalor, pero que en otoños e inviernos húmedos convierten su cuenca en caudalosa y todo un espectáculo.

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Continúa Rubén contando que «A partir del último siglo de la Edad Media se extendió el reaprovechamiento de este tipo de arco (como ocurre en este caso) en contraposición al uso de arco de medio punto típico de época romana y alto medieval. Por todo ello se concluye que el puente fue construido en época bajo medieval y reconstruido a finales de esta época, pudiéndonos aventurar a que sea contemporáneo a la ermita a la que da acceso, de cuya presencia ya existe documentación en 1230 como templo original de pequeñas dimensiones o del tiempo de su ampliación y consolidación alrededor del año 1345.» Y como de todo hay que saber yo lo comparto con vosotros (y os invito a visitar el blog lleno de curiosidades y pequeñas joyas)

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Asciendes mínimamente hacia la ermita después de cruzar el puente y la dehesa se muestra orgullosa, esta, pintada de otoño, es la Dehesa del Gallo.

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Y llegas a este pequeño santuario, sobrio, humilde, ni siquiera parece un templo si no es por la entrada, monumento de interés cultural de reminiscencias templarias. Una sencilla cáscara de mampostería, ladrillo y sillería que guarda en su interior un verdadero tesoro.

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Como relatan algunas crónicas, a finales del siglo XVIII se reedificó la capilla mayor realizándose una obra donde dominan los elementos barrocos, que es este añadido que, una vez en el interior se ve que no corresponde con la construcción original.

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Fuera se descubren elementos de granito, no se si tumbas o abrevaderos, pues era zona de paso de carruajes y expediciones, siempre a caballo. Tumbas que responderían a la teoría que señala que el lugar tuvo ocupación, al menos, desde época romana. Es más que posible, que allí se edificara una iglesia de época visigoda o mozárabe, a la que bien podrían estar vinculadas estas tumbas.

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Su altura, sobre una pequeña loma, nos deja ver la localidad de Torrequemada desde la distancia.

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Y más al fondo el risco de Sierra de Fuentes y su ermita.

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Acceder a su interior, como dice el historiador Víctor Gibello «es mágico, la escasez de luz y el diseño arquitectónico crean una atmósfera particular que favorece el recogimiento y la introspección, un espacio sagrado en un lugar venerado desde la antigüedad».

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«La nave está dividida en seis tramos generados gracias a cinco galerías de tres arcos cada una paralelas a la cabecera. Los arcos, apoyados en pilares graníticos y en los muros norte y sur, son apuntados, aunque ofrecen una tímida pero clara tendencia a la herradura. Su traza y el material con el que están edificados, el ladrillo, lo vinculan claramente con el estilo mudéjar.»Sigue contando Víctor.

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«Los dos primeros tramos están cubiertos por bóvedas de arista propias del barroco, una reforma tardía que también conllevó el reforzamiento de los pilares». «La cabecera es muy tardía, obra de fines del siglo XVIII, sustituta del testero original cuya disposición se desconoce. La estructura tiene planta cuadrangular y se cierra mediante cúpula rematada en linterna, reforzada exteriormente con dos grandes contrafuertes hacia el este».

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  «Los cuatro restantes ofrecen una cubierta de madera a dos aguas, fruto de una acertada restauración realizada en la década de los 80’». Otro blog que os recomiendo, Paraísos Olvidados, conocer Extremadura a través de los ojos de este viajero, fotógrafo, historiador y arqueólogo que es Víctor Gibello (además de un paseo os ofrezco lectura).

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El conjunto se encuentra muy restaurado y algunos de sus frescos algo deteriorados pero, en general, es un lugar de recogimiento que guarda, en toda su sobriedad, la belleza de las cosas exquisitas, de la presencia y potencia de una iglesia onmipresente que moldeaba la vida, en la guerra y en la paz, en lo humano y en lo divino y que deja, extrapolando su dictadura moral, excelentes construcciones como esta.

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Fuera en sus muros, quedan restos de esgrafiados muy presentes en Extremadura, y sobre todo en la comarca cacereña.

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  Un detalle de la pared que ya deja claro que el concepto de reciclaje no es contemporáneo, que las generaciones anteriores practicaban el aprovechamiento de lo que tenían a mano. Seguimos. Andando.

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Volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar al puente, esta vez no hay que cruzarlo; justo al lado izquierdo hay una cancela que atravesaremos, ya sabes en el campo déjalas cerradas como las encontraste, y continuamos por la ribera del Salor, bordeando el río. Esta es la segunda parte del camino, sólo hay que seguir el curso del río hasta que nos salga por la izquierda el Arroyo del Acebuche, casi siempre seco.

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  Justo donde encontramos estas ‘pasaeras’ de piedra que sortean el curso del agua. Nosotros no tenemos que cruzarlas, pero sí admirarlas, porque el camino que seguimos está unos metros más a la izquierda. Se ve al fondo de la foto, donde está la casa.

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Siempre es bueno hacer amigos, este estaba encantado con nuestra visita.

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Continuamos este ancho trayecto de tierra, rodeados desde que salimos por la actividad ganadera que caracteriza los llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes. Ajenos a nuestra presencia, y apariencia urbanita con ropas de diseño para aventura y nuestros mil colores, la rutina es la clave que mantiene el equilibrio de la vida aquí. Cada hora tiene un porqué, o una tarea inexcusable, no importa el día, ni si el calendario lo señala en rojo, a los animales hay que atenderlos todos los días, eso lo aprendí hace años en tierras ceclavineras.

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Dejemos este tramo entrevías para incorporarnos al camino de los Rosales, o de la Presa de Zorita, ahora llamado Embalse de las Tres Torres, excelente zona grullera por cierto. Seguimos en la dehesa boyal del pueblo. Y esta es la tercera parte del camino, el que nos lleva de regreso a Torrequemada y a visitar sus cientos de cochiqueras, Las Corralás.

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Volvemos a cruzar el Salor, por el puente nuevo, el viejo no resistió los envites del agua y se quedó pequeño para las grandes máquinas de ahora.

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En la dehesa la vida se abre paso,  asistimos al nacimiento de este pequeño ternerillo que en horas andará correteando por el prado.

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A nuestra derecha nos espera la Charca del Prado. Zona de baño hasta los años 90.

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La dehesa boyal está en uso, como os he comentado; sus moradores, acostumbrados a la presencia humana, no descuidan sus quehaceres porque nosotros andemos pululando por allí, ni siquiera levantan la cabeza.

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Unos metros más adelante de la charca han colocado esta señal que nos indica el camino a Las Corralás, penúltima de las sorpresas de la ruta

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Tengo que decirlo, porque es así, que mi amigo Teófilo Amores y yo hemos contribuido, y bastante, a que hoy esta zona esté señalizada y puesta en valor. Cuando la alcaldesa de Torrequemada, entonces en 2014, Paquita Cruz, cuando pisamos por primera vez la zona, nos enseñó orgullosa Las Corralás y nos pidió alguna idea para ponerlas en valor; nos pusimos a trabajar, primero diseñando una ruta senderista que es esta y sugiriendo que se señalizase el lugar y se hiciera un estudio del mismo. Fruto de aquel encuentro, meses más tarde comprobamos ilusionados que muchos de aquellos deseos se habían cumplido y hoy este lugar adquiere el valor de conjunto etnográfico que, esperemos, con el tiempo sea declarado Bien de Interés Cultural. Está perfectamente señalizado, sus varias entradas, y paneles informativos como este, ayudan a comprender la diferencia de cada una de las construcciones.

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Este paraje entre dos zonas que llaman Los Picotes y Las Limosas está plagado de Corralás, os sugiero que no os quedéis solo en el camino y que pateéis la zona para descubrir las cientos de ellas esparcidas por doquier.

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Estas cochiqueras destinadas al ganado porcino dejaron de usarse, según me cuentan en el pueblo, porque debido al tamaño y gordura de los cerdos actuales, estos no caben por los huecos y puertas. Hay una cochiquera comunal nada más entrar al recinto, esta es individual o sencilla.

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Esta sencilla transformada en chozo.

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Algunas mejor conservadas que otras, esperemos que se protejan porque esta piedra es muy valiosa.

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Las hay dobles…

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Como veis está todo lleno de ellas, unas junto a las otras, aunque de muchas sólo quedan restos.

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Y esta es la Corralá del Tío Miguel en la que Teo y yo nos echamos una fotino.

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Y los bichos, desahuciados, como no caben dentro se quedan fuera. Volvemos al camino y continuamos por él hacia el pueblo. Apenas queda un kilometro para llegar, ahora entraremos por la parte de abajo.

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  Y nos topamos con este edificio histórico, el Palacio de los Duques de Abrantes, de los siglos XV y XVI. Es un antiguo edificio cuadrangular.

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Muy cerca de allí, y bien visible, la iglesia de San Esteban. De estilos renacentista y barroco de los siglos XVI y XVII, y que fue restaurada en el s. XVI.

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En primavera sus apartamentos están al 100% de ocupación. Turismo rural.

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Y cerca, subiendo a la zona alta en la parte sur del pueblo, está lo que llaman la Torre. Otro edificio histórico situado en la parte más alta de la localidad, en la actualidad se encuentra en ruinas, conservándose únicamente los muros. En su entrada se puede observar el escudo de los Duques de Abrantes y aparece la fecha de 1704. Junto a él hay una excavación que dio con unas ruinas de lo que parece ser un asentamiento romano.

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  Y pegadito a ella, desde allí se ve un lateral del edificio, lo que llaman aquí La Atalaya, es un punto geodésico desde el que se divisa toda la dehesa, la ermita del Salor y el pueblo entero.

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Y al fondo la Sierra de la Mosca y Sierra de Fuentes a la derecha, y la proliferación de cosntrucciones en todos los llanos.

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  Regresamos al lugar de comienzo, disfrutando de la arquitectura tradicional, del uso generalizado de la piedra en todo tipo de construcciones, y de lo bellas que nos parecen ahora.

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Torrequemada, tan cerca de Cáceres, es algo más que su excelente cochinillo, en su dehesa hay vestigios de una riqueza natural y patrimonial; aquí he reflejado algunas de ellas, pero habría que sumarle sus innumerables fuentes como la de La Bomba, la de Los Montanchegos, la de Las Mujeres, la de la Zapatera o el Pozo Canelo o el puente de Los Coches, el río Guadiloba que nace aquí cerquita. Y en el pueblo calles que parecen descolocadas y guardan edificios y pequeñas casas con mucho encanto. A veces hay que dejar la carretera y pararse en los sitios.

teofb Como en cada ruta me llevo muchos recuerdos, esta vez sin duda el pisar suelo templario, donde caballeros, jinetes y caballos venían a pedir el favor de la Señora del Salor antes de cada batalla o cada viaje, el tesoro medieval con reminiscencias romanas que cuida una dehesa dibujada con los años. La dureza de lo rural en Corralás levantadas piedra a piedra para proteger unos valiosos cochinos que eran el sustento de toda una familia, o de varias. El de los señoríos, como el de Abrantes, que obtuvieron el favor del rey tras la reconquista de Cáceres y se asentaron en grandes tierras, como verdaderos señores feudales, amos de lo que alcanzaba la vista. La dehesa es bella en sí misma, si además la salpicas de ermitas, caminos, puentes medievales, molinos o cochineras, se convierte en un museo etnográfico vivo, palpable, que demuestra que a veces no hay que mirar tan lejos, ni admirar tanto lo de otros, porque lo que nosotros tenemos debe ser motivo de orgullo. Reivindiquemos lo nuestro, y luchemos por su protección y conservación para que generaciones venideras no olviden cómo comenzó todo, en una pequeña esquina de una dehesa, en Torrequemada, a la que debes llegar Andando Extremadura.-  

                                                                                                                                                ©vicentepozas2015