La frontera entre España y Portugal, ‘La Raya’, ha dejado muchas historias a lo largo de los siglos. Es la frontera más vieja de Europa y cuando terminaron las guerras por su trazado, separó a muchos pueblos que siempre habían convivido juntos. A finales del siglo pasado Europa volvió a abrirla, pero antes, dos dictaduras, la guerra, el hambre y la necesidad de sobrevivir, cambiaron las pasadas escaramuzas por incursiones comerciales: el trueque y el contrabando como forma de vida; se iba a Portugal a buscar lo que aquí no había, o se compraba o se cambiaba. No era una vida fácil pues a un lado y otro de la frontera había guardias que trataban de impedir este comercio prohibido. Hoy nos quedan, testimonios, historias… y los caminos, los que se usaban y los que se evitaban.Este es uno de ellos.
Valverde del Fresno es el pueblo más grande de la Sierra de Gata y pertenece al Valle de Jálama, o Val de Xálima, es uno de los tres pueblos que conservan el dialecto de A Fala; su enorme frontera con Portugal ha marcado la vida de este pueblo que, por otra parte, es el más transformado de la sierra y el que menos arquitectura popular conserva. La ruta del trueque y el contrabando es uno de esos caminos que lleva a la frontera portuguesa y que tan rica han hecho a la Valverde. Casi 22 kilómetros de dificultad media, donde algo más de 10 son de subida, pero de paisajes preciosos y con mucha historia.
Ahí tenéis el track para GPS está marcado como PR CC 188 (pequeños recorridos de la Sierra de Gata)
La ruta es circular así es que nos traerá de regreso a Valverde del Fresno. Salimos de la pequeña plaza donde se sitúa la ermita del Santo Cristo para salir del pueblo buscando la sierra que separa España de Portugal.
Valverde del Fresno ya ofrece unas vistas fantásticas de la Sierra de Malvana, o de la Sierra de Gata que es todo el sistema montañoso de la comarca, curiosamente Extremadura es la única provincia que no tiene ninguna protección sobre el terreno, porque en Castilla y León existe el Espacio Natural del Rebollar y en Portugal la Reserva Natural de la Serra da Malcata
La ruta nos saca del pueblo; debemos recorrer algunos metros tramos de camino y carretera que dejamos para enfilar por una bella pista en la Majada de la Sarna rodeados de pinos.
Comenzamos subiendo y los densos pinares aparecen ante nuestros ojos muy cerquita de El Pasil. Los múltiples incendios que cada año asolan la sierra y que hacen estragos no han llegado a esta zona fronteriza afortunadamente. Pero sí más arriba.
Este primer tramo del camino discurre por una pista cementada con algunas pendientes que te hacen entrar en calor enseguida
El pino lucha contra las plagas, la procesionaria, con la ayuda del hombre, eso sí. Estas trampas son numerosas en la zona
En Labrado Alto, las vistas mejoran, hectáreas de pinares que son vigilados continuamente, al fondo Portugal.
Dejamos la pista y doblamos a la derecha por un cortafuego, aquí ya se ven algunas de las repoblaciones que se han realizado después de los incendios, su efecto es todavía visible, la imagen sigue dando pena a pesar del verde.
Algunos pinos solitarios, bancales con repoblaciones y restos de la tala necesaria tras el fuego nos acompañan ahora
Enfrente la zona de las Choperas, por donde baja el arroyo de Mampilero. El fuego ha vaciado estos montes de bosques durante años, cada verano se repite el espectáculo del fuego, casi siempre provocado por intereses que uno no acaba de entender
Mientras seguimos subiendo, algunos repechos son para tomárselos con tranquilidad, podéis ver hasta dónde llegó el fuego, a la derecha pequeños pinos que tratan de repuntar, a la izquierda parte del bosque que sí se salvó. Una pena.
Como ya os he dicho la ruta está marcada como un pequeño recorrido, PR CC 188, pero la señalización es bastante deficiente, como suele ser habitual, por lo que es aconsejable que si la hacéis vayáis con el track de GPS, es fácil perderse por la cantidad de caminos que hay en la zona.
Tras caminar uno 200 metros por la carretera comarcal CC-65 giramos a la derecha para tomar el llamado Camino de las Loberas, una pista ancha y cómoda antes de iniciar la subida que nos llevará a la frontera
Caminaremos unos kilómetros por este camino que discurre por la ladera de Sierra de la Torina, hoy despejado pero hasta no hace mucho en medio de un magnífico bosque.
Héroes que sobrevivieron al fuego, que recuerdan el bosque que hubo. A nuestro alrededor la tierra se regenera pero la arboleda puede tardar años.
Puede parecer monótono pero la zona es deliciosa y permite observar unos alrededores muy diferentes
Porque debajo de nosotros, del camino que llevamos, el bosque se conserva intacto y deja la imagen que veníamos buscando de la Sierra de Gata.
Una vez que hemos pasado el Arroyo Salguero debemos tomar un desvío hacia la derecha, hay una indicación que señala a Portugal, este tramo del camino es de ida y vuelta. Volveremos a este camino que no llevará de regreso a Valverde por la parte más baja del valle.
Ascendemos por la Ventosa hasta que alcancemos los 975 metros de altitud en la Sierra de Torina, lo que los portugueses llaman Cabeço Pizarrao. Aquí no hay frontera, sólo bosque.
El ascenso nos facilita la contemplación de un paisaje singular, es así porque aquí no hay árboles, la noticia buena es ver que el terreno se regenera y que dentro de algunos años esto será un lugar distinto.
De momento estos kilómetros de subida exigen su esfuerzo y hay que concentrarse en ello, ya huele a Portugal.
Arriba en la sierra, justo en la frontera, Portugal enseña las hélices de viento, aquí pisas España y ves Portugal.
Una paradita arriba, entre dos países, para reponer fuerzas; Cabeço Pizarrao en Portugal, el Pizarrón en España.
Haciendo patria en la frontera.
Camino de regreso, hay que volver a bajar por donde subimos, dejamos atrás la ‘Portela de Arreja’ portuguesa y nos encaminamos a Valverde.
Ya no hay más ascensos, hemos cubierto la cota más alta y bajar es más fácil, lo bueno es que ahora contemplamos el paisaje que el esfuerzo de la subida no nos dejaba ver.
Por ejemplo, Eljas al fondo, otro de los tres pueblos de ‘A fala’ en el Val de Xálima.
Ahora vemos la Senda de la Lobera que nos trajo hasta aquí, bajando ya miramos hacia la parte española, con los Canchos del Picoto al fondo.
Así se ve la sierra descendiendo, bosque y frontera. LLegamos a la parte baja del camino donde tomamos el desvío y ahora seguimos a la derecha continuando la pista que abandonamos en la subida.
Esta parte del recorrido discurre por un agradable camino en medio del bosque de pinos que rodea Valverde del Fresno, ahora entraremos por el oeste buscando la ribera.
Ya cerca del pueblo los pinos dan paso a los olivos; la aceituna es uno de pilares económicos de la Sierra de Gata, pequeñas explotaciones donde la aceituna Manzanilla Cacereña se convierte en un excelente y apreciado aceite con la Denominación de Origen Gata-Hurdes.
Las cosas que te encuentras paseando por el campo
Junto a la Rivera del Sabugal vamos llegando al final de la ruta. Paredes de piedra, olivos y pinos.
Olivos centenarios que llevan generaciones de olivareros a la espalda, uno de los secretos de la calidad del aceite.
La piscina natural de El Petril, ahora abierta pero que en verano es muy frecuentada, afortunadamente se puede cruzar a pie.
Disfrutando del arroyo, hay quien aprovecha para mojarse los pies, llegamos a Valverde del Fresno.
Entramos por la carretera que lleva a Navasfrías en la provincia de Salamanca o a Penamacor en Portugal.
Como he comentado, y según cuenta el historiador Antonio Corredera, Valverde es uno de esos pueblos que como consecuencia de la guerra civil, en los primeros años de la posguerra, marcados por la miseria, se dedicó al estraperlo con los portugueses logrando mitigar el hambre. Con la Segunda Guerra Mundial y la entrada en el conflicto de Estados Unidos que acaparaba todo el mineral para que no llegara a manos de los alemanes; las minas de wolframio y estaño salpican los montes rayanos que favorecen la venta de mineral de contrabando proveniente de Portugal. El comercio textil experimenta un desarrollo sin igual de donde salen los «carregos» que, a espaldas de los «macuteros» entran clandestinamente en Portugal.
Eljas visible desde Valverde nos recibe a la llegada, ahora a disfrutar de la localidad y de su gastronomía, siempre lo hacemos cuando recalamos en algún lugar, de hecho coincidimos con una Feria de la Tapa que se celebraba en el pueblo y dimos buena cuenta de ello, por supuesto.
Finalizado el camino toca empaparse de la Sierra de Gata, de este rinconcito occidental de la provincia de Cáceres en la frontera borrada. La Sierra presume de paisajes de belleza sobrecogedora, del olivar que produce un extraordinario aceite, al viñedo con su excelente vino, a los bosques autóctonos en las cabeceras de los valles donde disfrutar del abedul ibérico, el acebo, el enebro, el encina o el roble melojo, contrastan con laderas de pinares y con las encinas y alcornoques de tierras bajas. Seguramente estos paisajes nada tienen que ver con aquellos que recorrían mochileros, extraperlistas, macuteros o contrabandistas pero la memoria se mantiene y en estas tierras sigue vivo el recuerdo de los años en que cada uno se buscaba el sustento en el monte, acarreando lo prohibido, y ese juego del todo o nada, se mantiene en el adn de los sierragatinos.
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