Tanto el río Tajo como su afluente el Alagón viajan por Extremadura encajonados en muchos tramos y dejan imágenes fantásticas y rincones para guardar en la retina. Si Peña Falcón, o el Salto del Gitano, en el Parque Nacional de Monfragüe es el más conocido, no es menos sorprendente este de Los Canchos de Ramiro en el Valle del Alagón, muy cerca del pequeño pueblo de Cachorrilla. Llegar a esta impresionante portilla es fácil porque la ruta está señalizada y es sencilla. Apenas 10 kms ida y vuelta por una excelente dehesa que tiene como recompensa este lugar mágico. Si os gustan las aves, recomiendo llevar prismáticos.
Os dejo el track oficial de la ruta para GPS, ya os digo que no tiene pérdida.
Cachorrilla es una pequeña localidad de menos de cien habitantes, cuando llegues a ella sigue la carretera que lleva hasta la plaza, atraviésala y sigue de frente por una pequeña calle que te saca del pueblo en apenas unos metros. Veréis una pequeña carretera y a unos metros una ermita donde podréis dejar el coche porque ahí mismo arranca la ruta. Nada mas salir de Cachorrilla los roquedos por donde navega el Alagón son visibles.
Junto a la ermita del Cristo está la charca del mismo nombre donde nace el arroyo del Calvario.
Como os digo la ruta está bien señalizada, aunque en sí no tiene mucha pérdida, porque el ayuntamiento de Cachorrilla nos da la bienvenida junto a un panel explicativo. Es una amplia pista de tierra la que lleva hasta los Canchos, el pero, que como en este país tenemos que meter el coche hasta dentro, no es raro cruzarse con vehículos de gente que no va andando, depende del día no son muchos.
Entramos en la dehesa de los Tres Carrascos, donde suele haber mucho ganado, pero se nota que están acostumbrados a la presencia de gente y ni se inmutan
Es una bonita dehesa sobre todo en otoño e invierno, época en la que os aconsejo hacer la ruta. O bien primavera, eso sí, en un año en el que haya llovido, no como nos pasó a nosotros, mes de mayo y ya está todo seco.
Aún así la dehesa es de una belleza singular, hasta las encinas parece que bailan.
La Sierra de la Garrapata es visible muchos metros antes.
Esta es la casa del Canchito, aquí el trajín ganadero es constante, pero nadie molesta a nadie.
Nos acercamos a la portilla de los Canchos de Ramiro, detrás la Sierra de la Garrapata
A esta pista la conocen como Camino del Chorrillo, es muy plano con apenas algunas subidas y bajadas muy suaves.
A medida que dejamos atrás la dehesa el paisaje se transforma en bosque mediterráneo, el terreno se cierra entre encinas, jaras y retamas.
El paisaje tiene dos partes diferencias, la primera es pura dehesa y según bajas hacia la cuenca del río, desaparece la mano del hombre y el terreno es más abrupto y más virgen.
A esta ladera en la Sierra de la Garrapata la conocen como la Madre del Agua, es un terreno lleno de hueco donde aves y mamíferos campan a sus anchas
Y pegado a los Canchos de Ramiro, el Boquerón que crea el acantilado sobre el río Alagón, destino de nuestra ruta
El Alagón en esta zona está en la cola del Embalse de Alcántara, además de anegar metros y metros de tierra, sufre los vaivenes del uso eléctrico del pantano; hoy se nota la herida del agua. Ahí están los Canchos de Ramiro.
Nos hemos adentrado en el corazón del Espacio Natural Protegido de los Canchos de Ramiro. Corazón natural de la comarca del Valle del Alagón. Este entorno natural atesora uno de los complejos ambientales más interesantes de Extremadura, declarado en Noviembre del año 2.000 como Zona ZEPA (Zona de Especial Protección para Aves) forma parte del conjunto de Espacios Naturales Protegidos de la Red Natura 2.000 de Extremadura con una superficie de 6.200 hectáreas.
La zona se sitúa justo donde el río Árrago vierte sus aguas al Alagón, dos ríos en uno en este rincón
El sendero de los Canchos de Ramiro nos ha conducido hasta uno de los parajes más interesantes de la geografía extremeña. El abrupto acantilado sobre el río Alagón, las laderas umbrosas tapizadas por la selva mediterránea, el majestuoso vuelo de las aves y el silencio, nos adentran de lleno en este paraíso de la naturaleza.
Este abrupto espacio cuenta con varias cadenas montañosas, los Canchos de Ramiro, el pico de Ladronera, la sierra de la Garrapata, sierra de la Solana, sierra Grande, sierra Pequeña, sierra de Valdecocos, y sierra del Arco. El espacio está atravesado por varios cursos de agua, como el regato del Castillo de las Moreras, el río Arrago, río Alagón, ribera de Fresnedosa, arroyo de los Herreros, arroyo de Valdecoco, arroyo del Acim, arroyo de Sardinero y arroyo del Listero.
Los Canchos de Ramiro, junto con la Aceña del tío Jeromo, forma parte de la Cordillera Central de San Pablo, siendo toda la Cordillera una de las 170 zonas ZEPA de España y 650 de toda Europa. Aquí juntan sus aguas dos de los ríos que forman el Tajo, su afluente el Alagón, y el Arrago. En este punto el río Alagón casi ha finalizado su andadura dentro del Valle del Alagón, desembocando más arriba en el mismo Tajo ya en el embalse de Alcántara.
El paraje nos ofrece los abruptos acantilados sobre los que anidan buitres leonados y rapaces, con laderas de bosque mediterráneo.
Constituye el lugar idóneo para la vida de bogas, calandinos, barbos comizos, galápagos leproso y europeo, águila imperial ibérica, águila real, cernícalos primilla y vulgar, halcón peregrino, águila perdicera, buitres leonados y negros, alimoche o cigüeña negra, entre muchas otras especies.
Los buitres, ajenos a nuestra presencia, continúan atareados con sus nidos, trasteando con ramas y otros elementos.
El buitre leonado ha estado estrechamente ligado a las actividades pastoriles del hombre, realizando una eficaz, aunque a veces incomprendida, labor sanitaria. Neciamente perseguido durante décadas, este carroñero entró en un peligroso declive del que, relajada la presión, se recuperó de forma espectacular.
Fue a principio de los años 60 cuando el embalse de Alcántara le privó a este río de su fuerza y caudal constante, modificando a partir de entonces el ecosistema de la zona y la forma de vida de los pobladores. Se perdieron los bosques de la Rivera, el salto de agua llamado «El Salto del Caballo» en los mismos Canchos de Ramiro, la pesca fluvial y los antiguos molinos de agua, destinados a moler grano y aceituna aprovechándose de la fuerza de las aguas y cuyos restos aún se pueden visitar con cierta nostalgia en la Aceña del tío Jeromo.
Trato de imaginar este paisaje, cuando el río era río, y la mano del hombre no anegaba estas tierras para beneficio propio, al fin y al cabo, el embalse de Alcántara es una de las mayores heridas de nuestra tierra y una vergüenza.
Una última mirada a pie de agua de esta portilla natural que parece mágica aquí tan cerca. Los aficionados a la ornitología y la fotografía de aves pasan aquí horas y horas.
Volvemos sobre nuestros pasos, el camino es de vuelta por el mismo trazado. A esta hora, más cercana al mediodía, la presencia de coches es más frecuente. También gente andando. Menos mal que Antonio Luna y yo salimos temprano.
Paisaje escarpado convertido en reserva natural, cauce fluvial que cumple una interesante función como corredor ecológico; Los Canchos de Ramiro es un lugar que enamora, no tiene la suerte de que nadie lo defienda como Reserva de la Biosfera, o Parque Natural, pero por sus recursos lo merece. Es el hermano menor del Salto del Gitano, como lo es el Alagón del Tajo, pero si venís comprobaréis que en belleza van de la mano. El Valle del Alagón pierde su valle y su vega en rincones tan especiales como este.-
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