Ruta Transfrontera. PR-CC 88. Valencia de Alcántara

La Raya/A Raia es frontera, curiosamente es donde menos frontera hay. Las gentes de la raya no han entendido nunca de límites administrativos y han convivido, desde los tiempos de los tiempos, como vecinos, como lo que son, a un lado o al otro de la frontera. Un ejemplo de ello son las llamadas Casas de la Duda porque siempre se discutió si pertenecían a España o a Portugal. Tierra de contrabando, de estraperlo. Campiña fronteriza, un paisaje único. Hoy territorio UNESCO.

La Ruta Transfrontera es un sendero homologado como PR-CC 88 situado en la localidad de Valencia de Alcántara en la provincia de Cáceres. La marcha, de 24 km de longitud y una duración estimada de seis horas, da a conocer los paisajes y caminos de los caseríos fronterizos de la campiña valentina y también nos da la opción de explorar el rico patrimonio cultural de la zona, como los dólmenes, la arquitectura tradicional y el resto de elementos patrimoniales que se pueden visitar. Valencia, además, atesora un espectacular barrio judío que no debéis perderos.

Os dejo el track para GPS, no he puesto el oficial porque el amigo Keducc ha incluido las visitas a los dólmenes

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La ruta se inicia en el albergue juvenil Nuestra Sra. de Guadalupe en la N-521 antes de cruzar la frontera con Portugal, un kilómetro más arriba tenéis una gasolinera con restaurante. Comenzamos en Puerto Roque frente a las crestas de cuarcita que veremos a lo largo de la ruta.

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Enseguida giramos a la izquierda en dirección al alto de Sierra Fría, casi a 1000 metros de altitud que no subiremos, vamos a caminar paralelos a ella por la parte baja de su falda.

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Hemos cogido el camino de la Fuente del Valle en el paraje de la Huerta de las Hondas y comenzamos a ascender un poquito para ganar paisaje.

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Una de las imágenes más destacables de esta ruta son, sin duda, los crestones cuarcíticos que culminan casi todas las sierras del recorrido, y que son cruzados por la ruta en varias ocasiones. Formaciones que dan cobijo a numerosas aves como collalba negra, cigüeña negra, búho real, buitre leonado o el avión roquero y que confieren al paisaje un aspecto especial, son como gigantescas columnas vertebrales de piedra que asoman en la cima de los cerros.

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Las sierras se suceden como olas, creando valles en los que se asientan pequeños núcleos urbanos, huertos y cauces de agua que sortean las elevaciones del terreno. Una tierra rica que se recupera de aquel gran incendio que lo asoló a comienzos de este milenio. Caminamos junto a nosotros por lugares singulares como la casa del Cabeceriño, la casa de los Pinos…

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Así descendemos al primero de los caseríos, El Pino, protegida por los roquedos de la Peña del Pino que le dan el nombre. Estos valles dibujados, escondidos que sirvieron para esconder café y lozas de cerámica con las que luchar contra el olvido y el hambre.

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Y entre pinares discurre este delicioso paseo fronterizo muy bien señalizado. Abajo una pequeña corriente de agua, la rivera de Avid.

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El Pino es una pedanía de Valencia de Alcántara. Es el más antiguo de los caseríos de la campiña. Situado a unos 10 kilómetros del centro urbano y a dos kilómetros de la frontera portuguesa en el fondo de un valle formado por la ribera Avid entre la sierra de Las Peñas y la Sierra Fría. La actividad agropecuaria original del caserío se ha ido acomodando progresivamente al sector de servicios, especialmente al turismo que sigue creciendo bajo el paraguas del Parque Internacional del Tajo

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La zona donde ahora se localiza El Pino era un lugar de tránsito ya por la época de los romanos, prueba de ello es que por la zona del puerto pino se conservan las ruinas de una antigua calzada romana. Hoy somos otro tipo de caminantes quienes nos paramos a mirar su paisajes, a empaparnos de sus rutas y recorrer sus caminos.

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La fuente de Las Carrizas se cruza en nuestro camino, rodeada de una preciosa bancada de piedra, fue Jacinto Alvés Rebasco, alcalde de El Pino por los años de principios del s. XX quien mandó construirla.

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Y de repente cambia el paisaje y nos vemos rodeados de robles en esta calleja levantada con la técnica de la piedra seca. Parece que no somos conscientes pero caminamos en el fondo de un valle formado por la sierras de la Paja y la Peña.

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Esa vereda nos lleva hasta una pista ancha, el antiguo camino del Pino de Valencia a san Vicente de Alcántara

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Hemos ascendido un poquito, a unos 600 m de altitud, lo justo para disfrutar de las crestas de cuarcita que asoman a nuestro alrededor como torres de una muralla, rodeados de pinos que han vuelto a ocupar el monte.

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Es una pista amplia que enseña un paisaje en la distancia, señalizado como todo el trazado. Un terreno domado por repoblaciones que han cambiado su aspecto original.

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Sólo el paisaje nos saca del tedio de este tramo más monótono antes de afrontar la segunda parte de la ruta. Aún así el camino dibuja formas flanqueado por pinos.

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Dejamos el camino de San Vicente de Alcántara girando a la derecha a la altura del Cortijo de la Paja, o de lo que queda de él. Un descenso rápido oculto en los espigados pinares que han crecido en las últimas dos décadas.

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La Era de las Lágrimas se denomina el paraje por el que ahora transitamos, más cerca de la frontera portuguesa, de hecho, la sierra de la Paja que nos queda a la derecha marca el límite entre los dos países. Es un camino muy cerrado por densos pinares.

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Los Sillerones, Pizarritas de la Merienda, la Casa del Tapador… nombres evocadores de una vida de frontera, territorio de mochileros; mirando alrededor está claro que si no querías que te encontrasen iba a ser difícil.

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Y llegamos al caserío de Jola, el más pintoresco y puro de los pueblos de la Campiña. Su enclave natural es atravesado por un arroyo que lleva su nombre. El pueblo llegó a tener en los años 50 más de 500 habitantes pero a partir de esa fecha se produjo un éxodo del mismo a otras zonas de España. Jola cuenta con un dialecto propio «El Xolano» muy parecido al portugués y una cultura propia, cualquiera que se acerque a conocerla sabe que no tiene nada ver con la cultura extremeña que la rodea.

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Y es que nos rodea uno de los paisajes más bonitos de la península ibérica con densos bosques de pino que se empezaron a plantar en 1840 después de la desamortización de Mendizábal cuando gran parte de sus tierras eran propiedad del Ducado de la Victoria. 

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Hemos cambiado la dirección, ahora caminamos hacia el este para ascender a la sierra del Naranjal, pequeños senderos entre bancales nos devuelven a las pistas más anchas.

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Al borde de la sierra giramos a la derecha para bordearla mientras ganamos altura buscando el portillo del Jiniebro. Llevamos 11 km de ruta.

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En el collado la campiña se pone a nuestros pies, dejamos atrás las sierras encrestadas y descendemos al valle, a la campiña propiamente dicha.

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El descenso exige atención, mucha piedra suelta y un terreno irregular nos advierten de que es mejor caminar con cuidado. De aquí bajaremos hasta Jiniebro, un pequeño núcleo de población situado a los pies del puerto de Aguas Claras. Y descanso en La Aceña de la Borrega, el más turístico de todos los pueblos con varios restaurantes. Parada para reponer fuerzas.

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Dejamos la Aceña y sus bulliciosos restaurantes, probad el pincho de tortilla en ‘Cá Milio’, para dirigirnos a la segunda parte de la ruta, muy diferente pero igual de espectacular.

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Cruzamos el regato de los Mellizos y rodeamos la pequeña sierra de Las Periconas para comenzar a ver el impresionante monumento natural de La Data y sus bolos graníticos.

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Dejamos el camino de la Aceña de la Borrega girando a la izquierda para desviarnos un momento a uno de los monumentos megalíticos más característicos de Valencia de Alcántara.

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Es un cruce de varias rutas que hay por la zona, afortunadamente se van señalizando todos los caminos, lo que hace que sea más seguro salir al campo y afrontar conocidas rutas. Siempre insistimos en lo importante de homologar los caminos.

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Ahí está. El Dolmen del Mellizo. Forma parte del conjunto arqueológico de los Dólmenes de Valencia de Alcántara, declarado bien de interés cultural en 1992. Es uno de los pocos dólmenes de Extremadura cuya cámara aún está cubierta por una horizontal que descansa sobre él, sobresaliendo de la cubierta. Si bien el dolmen está bastante desgastado, se conservan bien el breve pasillo (dos grupos de discos) y el acceso a la cámara a través de una piedra de umbral. El megalito se data en los milenios IV o III antes de Cristo y sigue el modelo megalítico que en la vecina Portugal se conoce como anta.

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Pero a nuestro alrededor el espectáculo es todavía mayor. Un paraje plagado de enormes bolos graníticos, El Berrocal de la Data, es monumento natural desde diciembre de 2020; destaca por sus impresionantes rocas graníticas, sus cinco dólmenes, sus pinturas rupestres y su riqueza medioambiental; con algo más de 30 hectáreas se localiza en plena Reserva de la Biosfera Transfronteriza de Tajo Internacional y en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) ‘Nacimiento del río Gévora’. Grandes bolos graníticos, algunos con formas espectaculares, como el Cancho del Tesoro, definen un paisaje de alcornoques, castaños, pastos y matorrales.

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Por magníficas callejas nos seguimos encontrando con más dólmenes, este es el la Data I.

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Y a escasos 500 metros, el de la Data II.

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Regresamos sobre nuestros pasos y volvemos casi al mismo lugar de inicio desde la salida de la Aceña de la Borrega, realmente lo que hemos hecho es rodear la sierra de las Periconas para disfrutar del espectáculo del granito y sus formas.

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En este punto nos toca caminar varios tramos por carretera, aunque no es muy transitada hay que tener mucho cuidado, sobre todo fines de semana debido al trasiego de la gente que se acerca a comer a la Aceña de la Borrega.

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Alcornoques con la marca de la saca del corcho nos acompañan ahora con la Peñas del Pino a nuestra izquierda.

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Abajo en el valle, campiña de frontera, el paisaje es otro, diferente, pero mires donde mires hay sierra y frontera. El camping de Aguas Claras que hemos dejado cerca, Alborneo, el Pinar de Jola y la figura de San Pedro de Alcántara en esta tierra donde la orden alcantarina está presente en todo.

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Nosotros nos quedamos en Pino, la primera pedanía que pisamos; queda apenas un kilómetro para llegar a la carretera, pero nuestro transporte está aquí. 23 kilómetros después podemos decir que ya hemos recorrido la ruta transfrontera en Valencia de Alcántara. No nos ha decepcionado.

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La campiña es un lugar acogedor, plagado de tesoros, en el paisaje, en la arquitectura, en la historia, en la nueva Europa donde se tejen grandes alianzas transfronterizas. Alianzas que aquí siempre han existido. Para estas pequeñas aldeas aisladas no había fronteras, ni ciudadanos de otro país; había vecinos, corresponsabilidad entre todos, había necesidad y se cubría; un idioma propio que como una esponja absorbía vocablos del español y del portugués. Hay calles en algunas pueblos en los que una acera pertenece a un país y la otra al otro, pero esto sólo para los que venimos de fuera y nos quedamos con esa curiosidad, ellos son sólo vecinos. La raya borrada de la que tanto hablamos ahora buscando esa Iberia deseada por muchos, es aquí una realidad desde hace siglos. Hay que vivir en la raya para tumbar las fronteras con la misma normalidad con la que pides un poco de azúcar o compartes unas verduras. Aquí lo internacional se inventó mucho antes.-

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Ruta Puente del Infierno. Salorino

No es fácil caminar por la Sierra de San Pedro, por el Parque Natural del Tajo Internacional porque los mejores meses, otoño-invierno, son meses de caza mayor en este paraje de grandes latifundios, enormes fincas convertidas en cotos que dejan mucho dinero en la comarca pero que son incompatibles con la práctica del senderismo. Aún así, la Sierra de San Pedro tiene rutas preciosas, muchas de ellas perfectamente señalizadas y homologadas. Nosotros hemos elegido una de ellas en la localidad de Salorino: la ruta del Puente del Infierno, que no nos defraudará a pesar del calor del dia elegido.

Se trata de un trazado de 14 kms, sencillo y variado que nos lleva hasta el Puente del Infierno, que le da nombre, un coqueto puente de pidera y ladrillo construído en el siglo XVIII para sortear la rivera de la Torre, aguas abajo de la confluencia de la rivera de Molinos y la de Getreros.

Este es el track para GPS

Salorino se encuentra situado entre Membrío y Herreruela, al sur de la penillanura del río Salor, del que procede el nombre del pueblo.

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La ruta está señalizada de manera excelente, homologada por la FEXME como pequeño recorrido PR CC-94, forma parte de los 37 senderos homologados con los que cuenta la comarca. Por tanto se puede caminar tranquilo, aunque nunca está demás llevarse algún tipo de GPS, aunque sea en el teléfono.

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Así salimos de Salorino por un camino amplio por la Huerta de la Cruz, muy despejado, que nos deja ver las sierras cercanas, aunque la ruta discurre por la parte más llana, tan sólo ondulaciones propias del cauce del río. Desde aquí sale otra ruta homologada en Salorino, el Torrico de San Pedro que llega a los pies de la sierra.

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Se camina cómodamente mientras salimos de Salorino por lo que conocen como la travesía de Herreruela. Salorino está rodeada de agua con varios arroyos y riveras que terminan en el Salor. La localidad está jalonada de pozos con nombres tan singulares como Fuente Santa, pozo Viejo, del Lugar, Patino, Atoquedo o del Gallo.

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Enseguida el camino nos desvía hacia la izquierda, aunque podéis hacerlo al revés. A escasos metros del desvío, pasada la Laguna de la Cigüeña, hay que cruzar la N-521, atentos aunque es una zona despejada es una carretera con tráfico y suelen ir rápidos.

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Cogemos el Camino de la Justicia, bonito nombre que nos adentra en una zona de llanos con matorral bajo dedicado al ganado vacuno que vais a encontrar seguro.

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Es una zona árida, sin arboleda, pastos que en otoño invierno aprovecha el ganado. Hasta ahora el trazado es llano y el caminar se hace fácil.

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Atravesamos por la Rivera de Getreros y Las Minas hasta llegar a la entrada de la Finca Justicia, giramos a la derecha siguiendo la alambrada, atravesamos dos cancelas, recorremos el paraje de La Mesa.

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El paisaje quiere cambiar por momentos, la dehesa asoma tímida entre pequeñas floraciones que dan color al suelo; hemos cogido el camino de Brozas, viejos trazados que antaño unían las localidades pero que se van perdiendo poco a poco porque nadie los cuida y porque los dueños de las fincas se apoderan de ellos y terminan borrándose.

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Caminamos desde hace rato junto a la alambrada de la finca aunque todos los pasos están abiertos. El camino se adapta al paisaje en un constante sube y baja que sortea pequeños cauces ahora secos.

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Andar tranquilo se impone antes de que volvamos a la rivera del arroyo Getreros que vamos rodeando por parte izquierda aunque no sea visible.

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Se intuye el cauce del río y el paisaje se pierde a los ojos. Sorprende esta zona de la Sierra de San Pedro por su escasa dehesa. Todo el parque natural se caracteriza por una vegetación mediterránea mucho más densa; pero estas laderas aprecen limpias con pequeños árboles aislados.

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Como he comentado el camino está señalizado cada pocos metros, es una constante en el trazado, los cruces bien marcados y las marcas de PR cada cierto tiempo para que no te sientas inseguro.

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La ribera es un calco del paisaje que habrá ido dibujando a lo largo de los siglos. se hunde en los riberos, en curvas, meandros y algún pequeño salto de agua, es una corriente tranquila que desde lo alto de la loma se intuye a la perfección, aunque el agua se esconda a la vista.

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Antes de encarar la bajada al cauce nos sorprende, en medio del campo, esta pequeña área de descanso junto a un árbol. Señalizado por supuesto. Muy cerca otra Fuente, la de los Estantes.

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Un pequeño desvío a la izquierda, señalizado, nos lleva hasta el Puente del Infierno, paisaje mediterráneo.

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Quedan restos de antiguas cochiqueras repartidas por aquí y por allá que llevan años en desuso y cubiertas por la vegetación. En tiempos fue una zona con mucha actividad ganadera como ponen de manifiesto todas estas construcciones.

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Coqueto, sencillo, precioso… el Puente del Infierno se deja querer, se deja fotografiar. Pregunté en la localidad por el origen del nombre pero no supieron responderme «siempre se ha llamado así» me contestaron varias personas.

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Es un puente estrecho, ganadero, que formaba parte de alguna cañada o cordel ya perdido eso es seguro; ni siquiera podrían atravesarlo carretas o carromatos por lo tanto su origen está en facilitar a los rebaño de ganado atarvesar el cauce.

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El puente se alza unos metros sobre el cauce, donde se han unido las aguas del arroyo Getrero y la riBera de los Molinos, hoy más sujeta por el embalse de la ribera de la Mula aguas arriba. No es baladí, por tanto, que esté en este lugar, seguramente su historia esté ligada a la trashumancia, pero estos recuerdos se van perdiendo y nos dejan sin las historias de antaño que dibujaron la comarca tal y como la conocemos.

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Me fascinan las construcciones que puedes encontrarte en medio de la nada, eso nos puede parecer ahora, en cualquier punto de Extremadura. Pero la realidad es que siempre nos hemos movido por caminos; humanos, bestias, ejércitos, razas, reyes, villanos… caminos hechos a base de uso, puentes pensados con toda la sabiduría que da la experiencia. Están ahí y es por algo, y siempre buscamos la razón de ello, aunque a veces nos frustre no encontrar la verdadera historia de la historia de este puente, o de otros restos de la presencia del hombre que están diseminados por el campo.

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Siempre pienso en quién usaría este puente, dónde iría o de dónde vendría, quién lo construyó y cual fue el motivo. Ya no está en uso pero su belleza ha aumentado. Este coqueto paso elevado con un gran arco central es una maravilla y sólo por llegar hasta aquí ha merecido la pena.

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Ascendemos por el Camino de la Horma Blanca, dejando la depresión que encajona el agua, imaginando el río Salor que absorbe estas aguas y que ha atravesado la comarca desde los Llanos de Cáceres para terminar abrazado al Tajo y alimentar la presa de Cedillo, la última frontera privada de Europa.

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El paisaje ha cambiado, encinas y jaras nos flanquean el camino en esta finca de la Torrecilla. Un ascenso suave y tranquilo con olor a tierra.

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Bosque mediterrano que esconde fuentes como la de La Tora, la de La Porquera o la de La Burra muy cercanas a nosotros, la jara, siempre presumida, explota a nuestro paso.

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Entramos en el camino de Vaquerilejo que da nombre a la finca donde el bosque mediterrano se ha transformado en dehesa y el ganado vacuno nos observa tranquilo sin inmutarse por nuestra presencia. Es una sucesión de paisajes diferentes pero complementarios, esto lo entiende quien conoce Extremadura.

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Paralelos a la carretera N-51 cogemos el Cordel de Alcántara, la vieja autopista ganadera que se mantiene limpia en este tramo, así nos saluda el paisaje rayano, la frontera del agua.

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Agua y mucha en este viejo puente de la N-521, hoy convertido en paseo por donde discurre la Rivera de los Molinos ahora puesta en valor

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A mediados del siglo XVIII, en Salorino, una de las principales fuentes de recursos eran los molinos harineros, que funcionaban gracias al curso del agua, que accionaban la rueda del molino (en piedra) que era la que molía el grano.

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Siguiendo el curso de la rivera de Justicia, podemos encontrar aún restos de los molinos y sus canales correspondientes. Como el de La Molinita, Toriles, Charca del Melonar… Algunos molinos como el de Arriba, el del Medio o el de Abajo.

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Este patrimonio industrial/rural hoy está puesto en valor afortunadamente y la zona ofrece una magnífica área de descanso donde bajarnos de las prisas y disfrutar de la historia.

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Continuamos por el cordel , la N-521 la cruzamos ahora por un paso inferior camino ya de Salorino. Las señales no siguen guiando.

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Seguimos siendo testigos de esa antigua historia molinera de la localidad y a nuestros ojos se descubren algunas de estas construcciones ahora que el camino se eleva por momentos.

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El último tramo ya con la carretera a nuestra derecha sólo nos sirve para llegar a Salorino y terminar la ruta.

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Nos despide la jara, verdadera guardiana de la comarca, bueno de toda Extremadura, que parece haberse ido abriendo a nuestro paso antes de coger el camino por el que salimos de la localidad.

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Llegamos al punto de origen, Salorino nos recibe con una oferta gastronómica variada y apetecible, muy rayana, casi portuguesa, aunque en este territorio el menú no tiene fronteras y lo mismo puedes optar por un buen buche, que por un bacalao dorao. Salorino es un pueblo pequeño pero animado y la gente aprovecha este día soleado para tomar la calle, igual que hemos hecho nosotros que nos disponemos a disfrutar de sus viandas.

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Todo el equipo de guías inmortalizamos el momento y nos llevamos el grato recuerdo de haber pisado Salorino, el pueblo del Salor, el pueblo de las fuentes, el pueblo del agua.  En 1791, cuatro encomiendas formaban el municipio: Belvís de la Sierra, Benfayán, Sacristanía y Hornos. Con la desamortización las encomiendas fueron vendidas y fue muy poca la tierra que quedó en manos de los habitantes del pueblo, por lo que se vieron obligados a abandonar el sector primario para iniciar su actividad en el secundario: tenerías, hornos, molinos y minas de níquel proliferaron entonces en este pequeño término municipal. De eso hemos sido testigos.

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El Parque Natural del Tajo Internacional es Reserva de la Biosfera de la UNESCO, este territorio es rico, fronterizo. Es el primer parque transfronterizo de Europa marcado por el río que le da nombre. De antiguas desavenencias, conquistas y cesiones, amores y desamores, quedan castillos y fortalezas que jalonan la comarca, alejada de todo pero siempre necesaria, vigilante, sus habitantes se fueron adaptando a las decisiones políticas que se tomaban a cientos de kilómetros más allá y que les obligaban a variar sus costumbres y las relaciones con sus vecinos portugueses. Pero aquí siempre hubo gente, sus múltiples dólmenes lo confirman. Tierra de la Orden de Santiago y de la de Alcántara, de San Pedro de Alcántara, de asentamientos judíos, de romanos, de trashumantes, tierra de frontera sin frontera, donde se borran las rayas y las gentes son vecinos, donde siempre se ha ayudado al otro y siempre se ha hecho negocio, lo tuyo por lo mío.

Pocos lugares como éste son capaces de reunir, en un mismo espacio, tanta biodiversidad, fusión de culturas, riqueza patrimonial y gastronómica, y maneras de sentir y vivir… es la frontera del agua.

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Ruta Castillo de Peñafiel. Zarza la Mayor

Hoy os proponemos caminar por la frontera ibérica, la raya/ a raia hispanolusa. Tierra de lindes, siempre defendida como ponen de manifiesto sus múltiples castillos. Extremadura, como otras regiones españolas, tiene en sus ríos una frontera natural con la vecina Portugal: el Tajo en Cáceres, el Guadiana en Badajoz, a los que se suman algunos de sus afluentes como es el caso del río Erjas, o Eljas, su curso casi al completo discurre por la raya. En estos escarpados riberos, cañones naturales que ha dibujado el agua, se levantaron castillos como el de Peñafiel, situado entre la española Zarza la Mayor y la portuguesa Salvaterra do Extremo. La ruta es un paseo de unos 8kms, muy sencilla pero muy bella y, sobre todo, cargada de historia.

Os dejo el track para GPS de mi compañero de ruta Teófilo Amores.

Zarza la Mayor es un pueblo con historia, no es para menos situándose a caballo entre dos países.  Un pueblo que ha tenido que salir adelante a pesar de las dificultades, pues cuatro son las veces que Zarza ha sido incendiada por sus vecinos portugueses. No es de extrañar pues, que Felipe IV le otorgara el apellido de “la Mayor” convirtiéndola así en Zarza la Mayor, por su heroísmo. Los años han dejado importantes vestigios como esta barroca ermita de San Juan

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Sus calles siguen escondiendo bellos tesoros como la sencilla ermita de San Bartolomé, y el crucero que se sitúa delante de ella. Hay algunas ermitas más como la de Nuestra Señora de los Sequeros, que guarda la imagen de la patrona local, o la ermita de Nuestra Señora del Castillo. Y castillos hubo muchos, hasta cuatro en Zarza la Mayor. Vayámonos de ruta.

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La ruta la iniciamos en la Plaza del Rollo, en las traseras del ayuntamiento zarceño, justo en la esquina que nos marca el camino a la Fuente Conceja.

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La fuente procede de la época medieval, y se construyó por la necesidad que tenían los vecinos de avituallarse de agua en un lugar inmediato a sus casas. De ahí viene su nombre, que guarda relación directa con el creciente Concejo de habitantes zarceños. Nos situamos, pues, en torno al año 1323.

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Debió ser uno de los principales yacimientos acuíferos, deduciéndose así la monumentalidad de sus formas arquitectónicas, todo a base de sillares de granito bien pulimentados. Destaca el soberbio arco central, ligeramente apuntado, y sostenido por varios contrafuertes laterales.

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El Arroyo del Lugar, a nuestra espalda, que atraviesa el pueblo canalizado y cerca de la vieja fuente. Lo dejamos a la izquierda para tomar la paralela calle Concejo que nos sacará del pueblo.

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Por la calle Larga salimos de la localidad y ya encontramos algunas referencias que indican el camino a la fortaleza. Este camino, hoy cementado, es la antigua salida hacia la frontera portuguesa, que ahora desemboca en la carretera local CC-174.

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Casi al final de la calle, antes de llegar a la carretera, tenemos señalizado un desvío a la izquierda que nos meterá en el camino que lleva al castillo.

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A nuestro lado queda un antiguo crucero de granito, muy habituales en los antiguos caminos; esto era lo primero que veían los viajeros al entrar en España, la iglesia se hacía visible y recordaba que se le debía servidumbre.

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Frente a nosotros se alza el cerro de la Escoba, 372 m de altitud, que rodearemos, a mitad de su falda es visible la vieja Fuente de la Escoba que surtía de agua a toda la población dispersa por fortalezas y otros edificios defensivos repartidos a lo largo de la frontera.

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Al final del camino os encontraréis con la verja de una finca, el día que nosotros fuimos había bastante ganado suelto, como llevábamos un niño con nosotros, decidimos rodear la pared de piedra sin mayor problema y atravesarla un poco más adelante; la verja está abierta y tiene un pequeño camino que lleva a lo que, a todas luces, son restos del pequeño arrabal que rodeaba el castillo, construcciones de las que apenas quedan restos amontonados de las piedras con las que se construyeron. Esta imagen es muy significativa: la pared de piedra, el castillo y al fondo Salvaterra do Extremo, en medio un infranqueable río Erjas que veremos enseguida.

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Decía al principio que Zarza tuvo hasta cuatro castillos, el de Peñafiel es el más visible, pues aún ser conserva parte de él. Pero hubo más de los que apenas quedan restos. Como el castillo de Benavente, una fortaleza del siglo XIII. En la época de la dominación árabe, junto con el Castillo de Bernardo, una fortaleza situada en la Sierra de la Garrapata, formaron una línea defensiva del territorio ya que los dos están en sendas atalayas. Hay que mencionar también el Castillo del Madroñal, conocido como Peña de Frey Domingo, cuyos restos hoy apenas son visibles. Sortear la frontera por aquí, era harto difícil aunque las escaramuzas no cesaron nunca.

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Un terreno escarpado a base de pequeñas lomas y profundos barrancos, muchos de ellos llenos de agua, desniveles que caen casi en vertical; imagino que aquí sólo cabía la posibilidad de atacar por sorpresa. De hecho estamos dentro del Parque Natural del Tajo/Tejo Internacional, Reserva de la Biosfera de la UNESCO. Viendo la imagen se entiende el contrabando.

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Así accedemos al castillo. Se trata de uno de los símbolos más emblemáticos del municipio de Zarza la Mayor y da nombre a la ruta de senderismo que llega hasta él para luego dirigirse hacia tierras portuguesas. Sus muros han vivido a lo largo de los siglos batallas diversas como las que libraron cristianos contra musulmanes o españoles contra portugueses. Tras su reconquista por parte de Alfonso IX, el castillo fue cedido como propiedad de la Orden de Alcántara. La puerta exterior es de arco de medio punto, flanqueada por dos medios cubos redondos que sirven de garita.

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El castillo cuenta con dos niveles de muralla: el primero cerca el patio de Armas y presenta un portado construido íntegramente con sillares de granito; el segundo rodea todo el perímetro de la fortaleza y está coronado por almenas de mampostería y cal. Se encuentra unido por una calzada de piedra a la puerta principal del recinto interior.

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Esta fortaleza fue construida por los musulmanes bajo el nombre de Racha-Rachel, y rebautizada tiempo después por los cristianos como castillo de Peñafiel, como se le conoce hoy en día. Los primeros restos de este castillo pertenecen al siglo IX, cuando los bereberes levantaron una torre de vigilancia sobre el territorio fronterizo.

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Hoy en día se pueden observar restos de la fortaleza construida en el siglo XVI, también su torre del homenaje, que se conserva como principal y más majestuoso elemento. Cuenta además con dos perímetros defensivos.

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Levantado con el fin de proteger el paso del río Erjas (Erges en portugués), fue conquistado por Alfonso IX en 1212 y entregado a la Orden de Alcántara. La torre del homenaje, construida cerca de 1475, aun conserva diferentes ventanas y aspilleras, destacando la magnífica ventana bigeminada abierta en su flanco oeste.

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La torre termina en una terraza a la que se accedía mediante una escalera de mano que comunicaba con otra escalera muy estrecha empotrada en el muro.

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La torre es el elemento más llamativo aunque como se puede ver desde el interior se mantiene en pie a duras penas, pues su estado es lamentable.

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Aunque su origen es bereber (s. IX) y su apelativo (Racha Rachel, o lo que es lo mismo, La piedra de Raquel) responde a diferentes leyendas de esta época, los restos que se conservan corresponden fundamentalmente a las reformas que se llevaron a cabo en el s. XVI. Jugó un importante papel durante la Reconquista, y más tarde en las guerras hispano-lusas por la independencia de Portugal de la Corona de Castilla.

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En el Patio de Armas aún subsisten restos de lo que antaño fueron caballerizas, dependencias domésticas, horno, Casa de Amasar, albacar y, sobre todo, el aljibe.

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Su localización es privilegiada, pues está dentro del Parque Natural Tajo Internacional, zona de gran riqueza paisajística.

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En los roquedos que rodean el castillo haya varias colonias de buitres leonados que vuelan por debajo de él. Si no hacéis mucho ruido podéis observarlos sin problema.

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El río Erjas encajonado ofrece esta panorámica desde del castillo, toda una posición defensiva para vigilar las tierras de Portugal, del río hacia allá.

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Cerca del castillo aún quedan en pie algunas torres defensivas como puede verse desde la fortaleza

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Del castillo apenas quedan restos de muralla y algunas paredes de diversas estancias, una mezcla de estilos que es notable.

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Como señala Eusebio Medina García: “En la Raya, junto a la frontera política y conflictiva de las reyertas o contiendas se desarrolló una frontera osmótica, permeable, llena de encuentros y de oportunidades. Esta es la frontera del comercio y del contrabando tradicional, de los cotos mixtos y los povos promiscuos; es la frontera mágica y festiva, del entendimiento y de las alianzas tácitas, la frontera de la vida cotidiana” 

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En palabras de un autor portugués, estamos ante una frontera de ojal y botón, un territorio que queda abotonado mediante la sucesiva oposición de plazas fuertes y poblaciones españolas y portuguesas. La raya hay que entenderla pues a ambos lados de su traza y en toda su longitud.

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El enorme patrimonio de arquitectura defensiva, de una notable homogeneidad estilística, es lo que más resalta en un recorrido visual de la frontera.

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Todo esto dibuja un paisaje histórico, cultural y antropológico cuyo valor ha hecho que se inicie el expediente para proponerlo como Patrimonio de la Humanidad a la UNESCO. Esta iniciativa parte fundamentalmente de la portuguesa Elvas (declarada a título individual en 2012) y la ciudad de Badajoz.

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Regresamos sobre nuestros pies por las viejas callejas empedradas, arquitectura de piedra seca que ahora es Patrimonio de la Humanidad. Antonio y Teo, Antonio Luna y Teófilo Amores, son mis dos mejores compañeros de camino, ellos están en muchas de las rutas de este blog.

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De regreso, la arquitectura rural nos enseña uno de sus elementos más característicos: la segunda vida de los somieres.

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Y retornamos a Zarza ‘la mayor’. Como ellos mismos dicen: En puertas del siglo XXI Zarza la Mayor goza de lo más básico y de otros elementos adicionales: instalaciones deportivas, culturales, educativas, sanitarias, de administración… El decoro de edificios, y lugares inmediatos a la población, se cuida especialmente. Los zarceños comienzan a explotar un filón hasta el momento virgen: el medio ambiente natural que los rodea, y del cual destacan dos espacios: Canchos de Ramiro y Parque del Tajo Internacional, ambos dos zonas de gran interés paisajístico y avifáunico. El turismo rural se convierte en algo cotidiano y en la esperanza de futuro más inmediata.

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De aquellas épocas más esplendorosas quedan edificios como el de la Real Fábrica ce la Seda situada en la plaza de Claudio Temprano. Construcción barroca de enormes proporciones, utilizada para beneficiarse la población de la crianza del gusano de seda, donde se encuentra el ayuntamiento, estas son las traseras de ese edificio

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Ahí se sitúa el rollo o picota, sin brazos pero con dos escudos. Como escribe Alonso de la Torre en una de sus crónicas de contraportada «CUENTAN las crónicas portuguesas que en 1645, en plena guerra de independencia con España, las autoridades militares de Lisboa empezaron a preocuparse por un pequeño pueblo extremeño llamado Zarza la Mayor. Los libros de historia ponen esta frase literal en boca de un general portugués: «Vaiase ao diabo a Zarza, ¿onde está Zarza? En toda miña vida oí nomear esta Zarza e agora tudo é Zarza».»

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En el mismo lugar dónde hoy se eleva, majestuosa, la iglesia parroquial dedicada al apóstol San Andrés, en pleno centro urbano, existió antaño, durante la época medieval, una modesta capilla dónde los primeros pobladores de la aldea de La Zarza asistían diariamente a los oficios. Hoy es un edificio religioso de gran envergadura, con una tipología característica del momento, cuyo diseño general se debió al arquitecto Pedro de Ybarra, si bien intervinieron otros destacados alarifes como la familia Moreno o Juan Bravo. 

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Nos alejamos de la raya/a raia, frontera borrada que ha vuelto a cerrar el COVID19 en estos tiempos de pandemia mundial. Estos días volvieron las garitas, antes castillos; los guardiñas, antes soldados y los controles, antes portagem. Pero todo es circunstancial, un mal sueño. Hoy la frontera es administrativa no social; Iberia se une en programas y proyectos europeos, fiestas tradicionales, eventos deportivos… Portugal es mejor destino, más conocido. Los que siempre hemos tenido alma portuguesa nos alegramos de este cambio. Para l@s rayan@s nada cambia, para ellos la raya siempre era algo que había que saltarse. De la raya borrada nos quedan los viejos castillos.

@vicentepozas2020

Ruta dómenes La Zafra. Valencia de Alcántara

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 Valencia de Alcántara, corazón de la frontera hispano-portuguesa, ciudad, más de dos veces milenaria, puerta para los adioses y bienvenidas en las nuevas rutas europeas. Valencia de Alcántara es conocida por su conjunto de 41 Dólmenes, declarado Bien Cultural, que constituye el mejor foco megalítico de Europa. Es capital de la campiña fronteriza zona de rica oferta turística, por su caracter de frontera natural, tanto en la localidad como en cualquiera de sus pedanías; pequeñas aldeas con características diferenciadas que conforman la llamada «Campiña Fronteriza»: Jola, La Aceña, Alcorneo, Las Casiñas, La Fontañera, Las Huertas de Cansas, Las Lanchuelas, San Pedro y El Pino.  Las rutas de los dólmenes están muy bien señalizadas y se han recuperado los entornos en los que se sitúan estos monumentos funerarios, que a pesar de su antiguedad, se levantaron en el cuarto y tercer milenio antes de Cristo, se conservan en buen estado algunos de ellos.  Las rutas trazadas son cortas, esto permite hacer varias en una jornada. Nosotros Vamos a realizar la denominada Ruta de La Zafra, cuatro dólmenes, un quinto ya desaparecido, alguno casi intacto, en apenas 6,5 kms, en una ruta circular y sencilla.

Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo Amores

Un panel informativo al inicio de la ruta nos da idea del trazado, sencillo, casi llano a pesar del dibujo de desnivel acumulado, cómoda y muy apta para curiosos.

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 Antes de entrar en Valencia de Alcántara por la N-521 hay un pequeño polígono industrial, ahí podemos dejar los coches, el inicio de la ruta está justo enfrente. En esta caso, guiados por Teo, la hicimos con Los Prisiñas, antes claro recibimos algunas explicaciones de la zona.

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Iniciamos la ruta por la Calleja del Paje antes de desviarnos, siguiendo las señales hacia el interior de la finca de Zafra donde se conservan los dólmenes.

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Tras dejar el camino accedemos a una pequeña vereda que sortea el arroyo Barbón cerca del cortijo de Paje antes de rodearnos de evidencias de antiguas civilizaciones.

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Al ascender un instante vemos Valencia de Alcántara al fondo y sobresaliendo la torre de la ermita de Nuestra Señora de Rocamador, otro tesoro, aunque éste gótico.

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 Pisamos civilización romana, caminamos sobre la antigua calzada romana, vestigio de aquellos pueblos, este asentamiento la ‘Valentia Lusitana’ que según algunos historiadores comenzó tras  la decisión del procónsul Décimo Junio Bruto de ceder a los pastores-soldados del asesinado Viriato unas tierras y un oppidum ( fortificación) en los que establecerse de forma sedentaria y controlada.

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Aquellos mismos soldados y guerreros mirarían con recelo esas construcciones titánicas de toneladas y toneladas de peso, desconozco si conocían su origen y su finalidad veneradora, pero sabiendo de sus supersticiones, se guardarían muy mucho de tocarlas o utilizar sus piedras.

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 La ruta está señalizada en todo momento y cuenta con paneles explicativos junto a cada monumento. Llegados a este punto cabe preguntarse qué es un dólmen? Propios del final del Neolítico, hace unos 5.000 años, los dólmenes son un tipo de monumento funerario megalítico. Suelen estar formados por enormes losas de piedra verticales que sostienen una horizontal a modo de techo, que recibe el nombre de losa de cobertura. La mayoría de estos monumentos son tumbas colectivas donde se enterraba a los difuntos de los poblados vecinos junto a un discreto ajuar funerario.

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Aquí está el primero Dolmen Zafra I, del que sólo quedan restos, apenas dos losas de piedra sin cámara ni corredor.

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 Le protege un bosque de alcornoques y encinas de la dehesa extremeña, lo rodean como si le estuviesen velando, curiosa escena imaginada. Este primero está junto a la calzada romana por la que veníamos. Bien indicado, repito.

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Nos desviamos apenas 300 metros y ya vemos el panel explicativo del siguiente dólmen Zafra II, este un poquitín mejor conservado

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 A diferencia del anterior aquí son cinco las losas de piedra, ortostatos dicen los arqueólogos, y además es visible el corredor largo, también construido con granito. La cubierta no se conserva. En este lugar se encontraron materiales y utensilios de la época que se llevaron al Museo de Cáceres.

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 Las losas tienen dos metros y medio de altura. Los dólmenes eran una obra titánica, pues precisaba la participación de cientos de hombres durante mucho tiempo. Cada losa podía llegar a pesar 100 toneladas, que en unas ocasiones se extraían de una cantera vecina y en otras, eran transportadas desde lugares muy lejanos.

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Con gente alrededor nos hacemos una idea más precisa de sus dimensiones.

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 No sólo los monumentos funerarios llaman la atención, hay restos de huellas humamas en muchas de las piedras de alrededor, éstas se encuentran junto al dólmen que estamos visitando.

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 Desde este promontorio, por cierto, se disfruta de buena parte de la campiña, con Valencia de Alcántara en mitad de la imagen y Marvao, siempre impresionante, al fondo en tierras portuguesas, estamos en la frontera.

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 Y seguimos. Vamos a por el tercero, a medio kilómetro de distancia ya por una pista de tierra amplia, este es el más bonito de los cuatro.

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 El dolmen Zafra III se encuentra sobre un promontorio natural, junto a una encina. Constituído por una cámara poligonal alrgada en granito, conserva siete ortostatos con una altura máxima de 1.80m, estando roto uno de ellos. Posée la peculiaridad de conservar una talla cóncava en la parte interior para facilitar su anclaje con la parte superior. No se observan restos de corredor ni de túmulo.

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 Los más destacable es que conserva la cubierta, una enorme losa de granito que es difícil imaginar como llegó a colocarse pues debe pesar unas cuantas de toneladas.

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 Es relativamente pequeño, en comparación con otros de la comarca, pero es majestuoso y su figura llama la atención, no sólo por sus cinco mil años y por mantenerse en pie, si no por su situación estratégica.

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Dólmen, en bretón, hace referencia a ‘mesa grande de piedra’. Hay miles de ellos repartidos por toda Europa Occidental, sobre todo en la parte atlántica, en España se cuentan por cientos, en Extremadura hay decenas de ellos.

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Junto a este dólmen, algún artista ha construido una réplica en miniatura que llama la atención de todo el grupo. Un pequeño souvenir que dejamos inmortalizado.

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Mientras va llegando el grupo, disfrutamos de la presencia de esta mole de piedra e imaginamos las celebraciones y rituales alrededor de él.

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Otra imagen con gente alrededor para que os hagáis una idea de su tamaño.

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Justo detrás del dólmen Zafra III sale un camino que nos llevará hasta el último de ellos. Sigue señalizado perfectamente.

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Desde esta zona más alta de la finca se ve Portugal con claridad, destaca Marvao, otra vez, villa amurallada, nido de águilas.

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Descendemos detrás del dólmen y enfilamos el camino que conduce al último de los monumentos de la ruta.

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Curiosamente se sitúa en la mitad de dos fincas, forma parte de la pared que las separa, tan es así que junto a él se ha construido un paso canadiense para los animales

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Aquí está Zafra IV. Conserva cinco ortostatos que forman una cámara con tendencia circular. Los ortostatos no están apoyados uno sobre el otro como es común en los dólmenes de la zona. El diámetro de la cámara es de 3.60m. No hay restos de túmulo ni de corredor.

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En los dólmenes más característicos del área alentejano extremeña la primera losa en colocarse era la de la cabecera, que se situaba frente a la entrada de la cámara. Suele ser la de mayores dimensiones. Luego se colocaban las de los lados apoyadas unas en otras hacia el interior, de tal manera que la central recogía parte de la carga de todas los demás. Muy a menudo por el exterior se colocaban piedras de refuerzo.

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A pesar de que sean parecidos, cada uno de ellos tiene un encanto diferente. Las explicaciones de los paneles te ayudan a comprenderlos algo mejor, desde la admiración de algo que traspasa nuestra propia historia.

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Volvemos disfrutando con los restos de civilizaciones de la zona, como la calzada romana que presenta algunos de sus tramos bien conservados, con las pertinentes explicaciones de Teo, todo se ve mejor.

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No son los únicos vestigios, encima de una piedra se descubren restos de lo que debió ser un molino bastante rudimentario. Restos de civilizaciones que lo primero que aprendían era a utilizar la piedra.

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Así han llegado sus caminos y calzadas hasta nosotros. Piel de piedra hecha para perdurar. De hecho, no lejos de aquí se encuentra el puente romano de Alcántara que pesar de sus 2000 años de vida y su impresionante altura sigue en uso.

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Sólo resta ya el camino de vuelta, marcha atrás por donde hemos venido, hasta llegar de nuevo a la carretera, donde un hito anuncia la ruta que nosotros nos llevamos ya. Sencilla pero muy emotiva.

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Tierra fronteriza, lo lleva en el adn, parque internacional del Tajo, título que defiende junto a Portugal para poner en valor aquello que aún hoy nos separa. Tierra rica, bilingüe.

Pero este territorio es mucho más que una reserva de vida silvestre. Su situación estratégica y fronteriza ha sido a lo largo de la historia asentamiento de diversos pueblos y culturas que modelaron con el paso del tiempo el actual y valiosísimo patrimonio histórico-artístico.
Cuevas y abrigos con pinturas rupestres, restos megalíticos, dólmenes, y numerosas construcciones con influencias romanas, árabes, judías o cristianas, aparecen dispersos por el territorio, con algunos ejemplos considerados los mejores existentes de sus épocas, como el magnífico puente romano de Alcántara o el conjunto megalítico que rodea a Valencia de Alcántara. Un tesoro que, por fin, se ha puesto en valor.-

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Ruta por la Ribera. Brozas

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 Brozas es una localidad cacereña perteneciente a la mancomunidad Tajo-Salor, vinculada a la Orden de Alcántara, aun son visibles sus construcciones palaciegas y eclesiásticas que muestran la importancia de este enclave. Hoy visitar Brozas es contemplar las muestras de su pasado histórico; el balneario, los restos de sus fábricas denotan la actividad de un pequeño pueblo en territorio de frontera y de grandes dehesas. De estas últimas disfrutarás en la Ruta de la Ribera, de 20 kms, muy bien señalizada y salpicada de hitos que adornan y enriquecen el camino. os recomiendo el otoño-invierno para realizarla porque añadiréis a la belleza del entorno, la presencia de las grullas que os acompañarán durante todo el paseo.

Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo  Amores

Estamos en una zona ZEPA -Zona de Especial Portección de Aves- la de los LLanos de Brozas y Alcántara. Una de los espacios más importantes de Extremadura para la conservación de aves esteparias como la avutarda, el sisón, la cigüeña negra, el aguilucho cenizo, el cernícalo primilla, el milano real y el milano negro. Y en los meses de noviembre a marzo, las grullas, cientos y cientos en toda la comarca. Hoy disfrutaremos de ellas.

Vamos con la ruta; antes de entrar en Brozas, si venimos de Cáceres, hay una carretera que lleva al Balneario de San Gregorio, en el cruce un pequeño hostal nos servirá de aparcamiento para dejar el coche, y tomar un refrigerio a la salida y a la llegada. Tomamos la carretera y a unos quinientos metros encontramos el inicio de la ruta, nosotros disfrutando de las primeras luces de la dehesa, comenzamos.

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Enseguida nos topamos a la izquierda con el que llaman Camino del Tajo por la Charca, un panel informativo nos anuncia la ruta, nos señala los sitios más interantes y el trazado a seguir. El camino arranca ancho y cómodo.

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 No andamos mucho cuando las primeras grullas se asoman al camino, buscan semillas con las primeras horas del día, vienen a Extremadura huyendo de los fríos del norte, aquí se alimentan antes de regresar a a tierras alemanas.

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En cuanto se percatan de nuestra presencia remontan el vuelo. Si la ruta la hacéis en febrero, dice un amigo naturalista y fotógrafo, que apenas se mueven, lo achaca a que las grullas se han alimentado bastante y reservan fuerzas para el largo viaje de vuelta.

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Los primeros tramos del recorrido discurren por estos llanos, pastizales que dibujan una hermosa paleta de colores en cuanto asoma el sol por el este.

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La ruta, como comentaba al principio, está muy bien señalizada, tantos cruces como hitos y es difícil perderse. Este poste, con señal amarilla, lo veremos a lo largo del recorrido muchas veces.

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Esta es la otra señal que encontraremos en el camino, la que marca los lugares de interés, aquí viene el primero, las Casas de Fuente Madero. Detrás, habréis visto que el paisaje cambia y nos adentramos en la dehesa.

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Y llegamos al primero de estos lugares interesantes, las casas de Fuente Madero, un conjunto de construcciones del que destaca este bohío, una cabaña circular, en este caso de piedra, veremos más en la ruta. Los bohíos o bujíos, como se les conoce popularmente, son unas construcciones pastoriles características de los llanos de Brozas y Alcántara.

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El otoño, o el invierno, tienen la magia de los distintos momentos de luz que te regala la visita, en un momento baja la niebla…

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…instantes después toda la luz cae sobre dehesa y pastizales. Un festival de colores.

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Tras las casas primeras retomamos al camino original que nos llevará entre dehesas y ganado hasta el primero de los desvíos, señalizado, ya digo, hasta otro de los lugares a visitar: la Fuente de la Colada, casi oculta por la vegetación. Aquí tomamos, por momentos el Camino de Alcántara a Navas del Madroño. Es una sorpresa la cantidad de caminos, veredas y senderos que se reparten por toda la zona.

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De nuevo un cruce, de nuevo una señal, y entramos en una de las partes más bonitas de la ruta, el Camino de la Charca de Cueto, donde haremos algunas paradas para disfrutar de la invitación que nos hacen algunas de las construcciones que nos encontraremos.

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La siguiente parada es la Casa del Alcornocal, ya en ruinas como casi todo lo que nos rodea que deja testimonio de la actividad rural de la zona, hoy se limita a cabañas ganaderas repartidas por grandes fincas. He encontrado algunas referencias que la llaman la Casa del Tobal.

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 Parada especial merece la antigua Ermita del Alcornocal, una pequeña construcción que se mantiene en perfecto estado pero abandonada. Brozas tuvo muchas ermitas, algunas de ellas en los caminos, ya que  la amplitud de su término, idóneo para la agricultura y para la ganadería trashumante y su carácter de nudo de comunicaciones en el oeste extremeño convirtió a Brozas en una de las villas más importantes de la Extremadura moderna, siendo dominado su gobierno por una poderosa nobleza con lazos familiares con las aristocracias de Alcántara, Cáceres o Trujillo.

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 La ermita es visible desde el camino y aunque está dentro de una finca es muy fácil acceder a ella; junto a la construcción hay restos de actividad ganadera. O de usos posteriores y más modernos, es complicado encontrar referencias.

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Volvemos al camino. Algún claro en la dehesa es aprovechado por el ganado para disfrutar de los rayos de sol de la mañana. Seguimos el sendero, fácil, no tiene pérdida.

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 Siguiendo un camino rodeado de muros de piedra y con algunas casas singulares llegamos a la Ribera de la Mata y al Puente de las Tenderas que salva el camino. Esta es la zona que da nombre a la ruta y será la que más disfrutemos por su bellaza y su equilibrio. Las imágenes siguientes darán fe de ello. Como indica el cartel hay que dejar el camino y seguir la ribera, nos os preocupéis porque continuando por el curso del agua nos toparemos con un camino y una señalización que nos guiará de nuevo. Sin miedo

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El agua y la ganadería han convertido el paraje en un sitio fantástico, idílico, como dibujado en mitad de una dehesa más brava, aunque domada en muchos rincones. Alcornoques rodean la ribera, ahora sin hojas por el frío invierno.

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Atravesamos un pequeño puente de piedra, singular, a pesar de su simpleza resiste el paso de los años sin mayor problema.

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 Parece un pequeño parque cuidado con esmero, pero es natural, por eso sorprende más. Un lugar que transmite paz, el ruido lo hacemos nosotros, y el agua. Los oriundos de Brozas lo conocen como la Ribera de Cueto, porque corriente arriba hay una charca que se se llama así Charca de Cueto.

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El agua ha ido dibujando la zona, el invierno y la luz del día hacen el resto.

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Cerca se ven restos de antiguas cochiqueras, que aprovechaban la propia piedra. La actividad ganadera, pasada o presente, está por todos lados. De hecho en una ruta anterior nos topamos con los restos de una gran finca utilizada para el regadío hace algunas décadas, que conservaba algunas muestras de lo que debió ser una impresionante infraestructura.

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Restos de contrucciones rurales repartidas por todos sitios, en una zona rica, transitada, que dejan ver la arquitectura rural de la época, muros de piedras, arcos de ladrillo en las bóvedas. Han caído las techumbres de madera, pero el adobe y la piedra aguantan el paso de los años y el abandono.

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Hemos disfrutado de toda la Ribera de la Mata, o Ribera de Cueto, continuamos;  siguiendo el curso del agua, veréis algunas flechas amarillas pintadas en la piedra, no dejando el pequeño riachuelo llegaremos a toparnos con el camino a seguir.

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Enseguida encontramos este badén y un camino que deberemos seguir. Si os fijáis hacia la mitad de la imagen, a la derecha del camino está la señal que nos señala la ruta. Vamos bien.

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Toda la zona es una gran dehesa ganadera, en uso, y eso se nota, la presencia de animales es constante, fincas cuidadas donde cualquier cosa tiene uso, los muelles de las antiguas camas también, y bañeras, y palés… Hemos tomado el Camino de la Charca de Cueto que llaman y, como la ruta hace un ocho, iremos a uno de los cruces por los que pasamos antes pero siguiendo un recorrido distinto

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El camino esta marcado continuamente y eso te relaja mucho a la hora de caminar porque vas con la seguridad de seguir la ruta y te entretienes con un paisaje demoledor. Pasaremos por la Dehesa del Orillal donde unas antiguas cochineras son otro hito del recorrido, debéis estar atentos porque os las podéis pasar, de hecho nosotros no las vimos. Fijáos en el mapa del comienzo de la ruta que marca dónde está  cada cosa.

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Nos vienen acompañando casi todo el camino, las oyes, otra veces las ves volar. Pero en cuanto se despeja la dehesa aparecen los primeros grupos de grullas.

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Como son un escándalo es fácil verlas a no muchos metros de donde estamos, si estás en silencio no alzan el vuelo y puedes admirarlas. Hablando con algunos ganaderos, estos no las ven con tan buenos ojos pues se comen la bellota de la montanera.

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Hay grupos de grullas por todas partes, a media mañana no paran de alimentarse; lo harán hasta el ocaso, momento en el que regresan a los dormideros, situados siempre en la cola de los pantanos, o en zonas anegadas, así se protegen del ataque de depredarores nocturnos, ya que en el agua los oyen llegar sin problema.

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Grullas, grullas y grullas, es el mejor añadido para una ruta que, de por sí, es una belleza, pero que se hace más apetecible para los que somos amantes de la ornitología, los que disfrutamos fotografiando a estos grandes pájaros de colores que destacan en el verde de la dehesa en invierno.

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Cerca de Brozas la foto de los grandes pastizales nos regala una imagen magnífica. Tierra agrícola, ganadera, trabajada a diario para hacerla rentable. Somos la gran despensa de España y aquí, a pié de campo, es donde se nota.

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No hay tregua, giras la cabeza, y las ves de nuevo, parece que forman parte del paisaje. Qué regalo.

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La estampa ganadera cerca ya de la población, mientras, en los últimos dos kilómetros el camino es el mismo que la ida, afortunadamente la luz es otra y parece diferente.

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Al terminar el camino, el panel informativo nos recuerda el recorrido y los hitos más importantes, aunque hay muchos más en todo el sendero. Enhorabuena al Ayuntamiento de Brozas por la señalización y por la propuesta.

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Los últimos metros, regresando al lugar donde dejamos el coche, aún hemos de pasar el Embalse del Noque y más restos de construcciones que denotan la enorme vida rural que siempre ha tenido la zona.

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Brozas, tierra de Francisco Sánchez de las Brozas, conocido como El Brocense, humanista y gramático español del siglo XVI, rebelde, enfrentado a la Inquisición y que dijo aquello de “No prestéis crédito a nadie, ni a mí mismo, a no ser que las enseñanzas estén corroboradas por razones y argumentos sólidos.” . Tierra de historia que hoy nos ha regalado parte de ella. Un placer compartirla aquí.

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Brozas es una localidad de algo más de 2000 habitantes que guarda mucha historia, se ve en palacios, castillos y casas solariegas. Tierra de frontera, de paso. Brozas es parte de la Comarca Tajo-Salor-Almonte, y constituye el referente rural de Cáceres capital, aportando su riqueza natural y cultural a los innumerables atractivos que posee la ciudad. Basta con alejarse diez kilómetros para sumergirse en un espacio diferente, con una naturaleza, un patrimonio histórico-artístico y una cultura popular sorprendentes. Pasear por sus tierras, empaparse de las dehesas e intentar retrotaerse a años del medioevo cuando por estos caminos transitaban carros y caravanas, viajeros, artesanos, soldados o ganaderos trashumantes es un ejercicio de imaginación al que ayudan los restos de lo que fue. Tierra de frontera, obligada a batallar en muchas guerras, no estuvo exenta de la sangría de la emigración y la huída hacía lugares más prósperos, como ocurrió en toda Extremadura. Afortunadamente Extremadura se convirtió en región con identidad y frenó aquel éxodo, no recuperamos viejos éxitos de antaño pero contuvimos la destrucción y el ovido y hoy, pasear por Brozas, es un placer y una sorpresa. Valorando lo nuestro surge entonces la pregunta ¿cómo traspasar esa necesidad real que existe, por conservar y cambiar nuestra forma de relacionarnos con el entorno, como transmitir que no todo se mide en función de su valor económico inmediato, como transmitir que no solamente lo que es empacable, medible y vendible tiene importancia, como crear conciencia? y valorar lo que tenemos. Hacerlo Andando Extremadura es una buena manera de empezar.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2014

Ruta del Contrabando (Cedillo-Montalvão)

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 La Ruta del Contrabando se celebra cada año, desde hace catorce, entre las localidades de Cedillo, en España, y Montalvao, en Portugal. Son 20 kms que transcurren por la raya fronteriza, entre los ríos Tajo y Sever, en pleno corazón del Parque Natural del Tajo Internacional, una zona de creciente interés turístico con hoteles. La ruta la organiza INIJOVEM, el instituto de la Juventud de Nisa, localidad a la que pertenece administrativamente Montalvao, con la colaboración de los Ayuntamientos de Cedillo y Montalvao. Una actividad muy organizada que comienza en España y termina en Portugal con una fiesta.

El track para GPS de la Ruta del Contrabando por gentileza de mi amigo Teófilo Amores

 

Cedillo, es el punto de partida, la salida se ha marcado en el edificio El Casón, un centro de interpretación del parque del Tajo Internacional que guarda sorpresas, muy, muy gratas. A la ruta asistimos cerca de 500 personas, muchos de ellos portugueses.

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Es curiosa la historia de Cedillo, todo un pueblo de frontera situado en esa hendidura tan característica que Extremadura clava en Portugal; de hecho su nombre, otorgado a principios del XIX, Cedillo,  procede de “Cedido”, por la cesión que hizo Portugal a España de esta zona para regularizar la frontera. Los primeros asentamientos tienen que ver con el río, un pequeño grupo de pescadores que, con una barca, ayudaban a cruzar el Tajo; más tarde se unieron al poblado numerosos portugueses que huían del reclutamiento militar portugués, muy frecuente por las continuas guerras. Viendo el paisaje que rodea la localidad se entiende perfectamente.

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Cedillo es hoy una pequeña localidad de apenas 500 habitantes que conecta con Portugal a través de la Presa de Cedillo; curiosamente sólo se puede atravesar los fines de semana porque Hidroeléctrica Española, dueña del embalse, la mantiene cerrada los días de diario, ello obliga a sus habitantes, con frecuentes contactos con Portugal, a dar un rodeo de más de 100 kms, cuando entre los dos pueblos hay apenas 20 kms. Es una vieja reivindicación de los pueblos de la frontera, un puente sobre el Tajo, siempre prometida y nunca ejecutada.

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Nosotros dejamos las blancas calles de Cedillo, y a sus habitantes despidiéndonos, para tomar por el Camino de la Carrasquera, buscando acercarnos a las aguas del Tajo.

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El camino es ahora más llano, flanqueados por lo que aquí conocen como Huerto de La Señorita y Huerto de las Parreras, la concentración pone un poquito de color en el paisaje.

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 Entre estos pequeños valles, que forman la sucesión de lomas y sierras, se encajona el Tajo camino de Portugal. Una foto fija del bosque mediterráneo y de la vida agrícola de frontera. Un rincón alejado de todo y muy apetecible.
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La frontera administrativa no afecta a la vista, frente a nosotros está Portugal y el pueblo de Vila Velha de Rodao.

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Una de las mejoras visibles en el Parque Natural del Tajo Internacional es la señalización de las rutas, un trabajo que hace accesibles y cómodas muchas de ellas. Y no han olvidado detalle.
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Descendemos ya por la Carrasquera para atravesar el que llaman Regato del Pueblo.

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Algunos de los tramos de la ruta son una delicia, este que nos eleva hasta la Loma de la Foz, cuenta con una cómoda pasarela en zig-zag.

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La aguas del arroyo evidencian un otoño e invierno generoso en aguas
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El pequeño sendero nos obliga a caminar en fila india, atentos a las indicaciones que enriquecen el camino. Y al barro que se pega a los pies a cada paso.
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Al ascender, el Tajo se muestra en todo su esplendor; frontera natural de Iberia: esta orilla es española, la de allá portuguesa, las aguas aquí, internacionales.
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Pasamos a tierras portuguesas navegando por las aguas del Tajo, desde el embarcadero que se ha construido para dar servicio al barco ‘Balcón del Tajo’ que recorre esta parte del río. Nosotros lo hacemos en pequeñas lanchas.

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La organización ha dispuesto varias barcas que traen y llevan a los senderistas por los apenas 800 metros que nos separan de Portugal, al fondo la presa de Cedillo que recoge las aguas del Tajo y el Sever.

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Superado el tramo navegado, iniciamos la marcha por tierras portuguesas, caminando paralelos al río Tajo, ya convertido en uno. Buscando el Camino del Forno.
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El Tajo estrena, justo aquí, su travesía por tierras portuguesas; después de regar cuatro regiones y seis provincias españolas. 47 kilómetros de frontera natural terminan aquí, ya sólo quedan 145 kilómetros antes de terminar en el Océano Atlántico. En este punto, el río más largo de España, se pasa al lado luso.
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Dejamos a un lado las aguas del Tajo y enfilamos hacia la zona del Monte do Pombo, un pequeño valle en fase de repoblación donde aún quedan muchos eucaliptos de antiguas plantaciones hidrográficas.
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Tras el ascenso al monte Remedios, muchos de los caminos aparecen anegados, hay que buscar pasos alternativos, imposible cruzar por ahí.
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Antes de acometer el último trayecto hacia Montalvao hay prevista una parada para reponer fuerzas
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Aprovechamos para refrescarnos, vino de pitarra de la Sierra de San Pedro para continuar el camino, hasta ahora llevamos 15 kilómetros, aún nos quedan 5 más.
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Portugal, monte bajo en Salmieirinhas
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Última parte de la ruta por un camino vigilado por alcornoques junto al Monte Pombo
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La ruta pasa junto a la ermita de Nuestra Señora de los Remedios; Portugal se reconoce por sus colores y sus suelos adoquinados, conserva ese aire colonial que mantiene en toda su arquitectura.
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Por la Tapada de Cardeirinha nos vamos acercando a Montalvao, situado sobre el Monte de San Andrés.
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En Montalvao nos reciben a ritmo de tambores, nos espera una buena comida para terminar la ruta.
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La carpa en la que nos refugiamos de la lluvia que, ahora sí, ha hecho presencia, un quinteto de músicos  hace las delicias de todos, pasadobles y fados se mezclan para que los más atrevidos se marquen alguna pieza, después de repuestos con abundante comida, aún quedan fuerzas para bailar un poquito.
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A buscar el autobús de vuelta; debemos atravesar Montalvao, villa portuguesa, un pueblo alentejano de postal: la colina suave y verde, la aldea arriba en lo alto esparciéndose por las faldas del monte San Andrés, esta es la iglesia que le da nombre. Los españoles suelen acudir aquí atraídos por el marisco que se come en sus restaurantes, desde Cedillo se tardan apenas quince minutos, siempre que sea fin de semana.
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Termina la ruta 20 kilómetros después, el día daba agua, aunque la lluvia sólo hizo acto de presencia en un par de ocasiones, la más fuerte justo al terminar la caminata, por suerte. Las huellas de las abundantes precipitaciones quedan patentes en nuestra ropa. Caminos anegados y barro constante han dejado su firma; los pies también lo notan.
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Ha merecido la pena. La ruta prometía y no ha defraudado, el recorrido nos deja la sensación agradable de que La Raya, la frontera hispano-portuguesa, sólo existe en los mapas y que los caminos se comunican sin problemas, desayuno en España, comida en Portugal, un recorrido por el Parque Natural del Tajo Internacional, una esquinita europea que merece la pena ser visitada. La edición número XV, ya está en marcha, habrá que volver.

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

 

Ruta internacional del Contrabando de Café (Portugal-Extremadura)

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(Track de la ruta para GPS, autor The Raven)

La Cámara Municipal de Marvão organizaba la cuarta edición de la Ruta Internacional de Senderismo del Contrabando del Café, una actividad enmarcada dentro del acuerdo de Cooperación Transfronteriza que el Municipio de Marvão ha firmado junto al Ayuntamiento de Valencia de Alcántara, con el fin de estimular un mayor acercamiento de los habitantes de las dos poblaciones fronterizas. Un enclave turístico de primer orden. El trazado de la ruta senderista que discurre por los términos municipales de Marvão y Valencia de Alcántara, tiene un recorrido circular con una longitud aproximada de 11 Km, y es de dificultad baja.

La ruta comienza temprano, junto a la iglesia de la pequeña aldea portuguesa de Galegos, degustando las llamadas ‘migas del contrabandista’ con café de puchero, justo antes de comenzar a caminar por la raya/ a raia hispano portuguesa.

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Salimos de Galegos recorriendo la falda del Monte de Baixo por senderos de piedra rodeados de alcornocales

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Es invierno y los grandes castaños se han librado de sus hojas, así desnudos, son como grandes fantasmas, esperando la primavera. Y el glorioso otoño, y sus suculentas castañas.

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La parte más baja, la llamada Atalho, descubre las casas portuguesas y sus vivos colores, mucho han cambiado estos asentamientos de frontera, dedicados al contrabando, al estraperlo, donde mochileros y guardias jugaban la ratón y al gato.

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La orografía “rayana”, protege estas antiguas aldeas que surgieron como nidos del viejo contrabando, caso de Galegos y La Pitaranha, en Portugal, o la Fontañera en la misma raya, auténtica frontera entre los dos países, a medida que caminemos iremos descubriendo  caminos de leyenda y nuevos elementos del turismo rural. Al fondo, Marvao vigila,

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El camino apenas conserva su molde original, viejas construcciones nos recuerdan que antaño, estas rutas soportaban un trasiego constante, un comercio al que no se le pudieron poner puertas

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Se conservan los viejos caminos, ascendemos por la pequeña sierra que nos lleva hasta la aldea fronteriza.

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Marvao, la villa, nido de águilas que llamó Saramago, se alza por encima, en lo alto de  la Serra do Sapoio

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La Fontañera, aldea fronteriza, la mitad se sitúa en tierras españolas, la otra mitad se asienta en Portugal. Aquí La Raya, no es más que un mojón de granito, las fronteras mentales están más que olvidadas. Su calle principal comienza en España y termina en Portugal. Son lugares que tienen historia. La de esta pedanía española, en la que apenas viven un puñado de vecinos, tiene mucho que ver con los tiempos del contrabando, de los pasos fronterizos cerrados a cal y canto, de la necesidad hecha virtud.

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Nos dirigimos ahora por los viejos caminos del paraje de El Canchal, por una zona de pequeñas ondulaciones.

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Viejos alcornoques guardan recuerdo de las escaramuzas, de la guerrilla de la supervivencia, del esfuerzo de mochileros que desafiaban al monte para seguir malviviendo

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Descendemos hacia La Jinhas por un camino más limpio bordeando pequeñas huertas y casas de recreo

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Durante algunos centenares de metros andamos por el Camino de Pitarancha, otro de esos senderos de frontera que comunican ambos paises

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Viejos alcornoques de considerable tamaño, siempre han vigilado el camino. Servían de escondite y de trampa

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Así llegamos a Pitaranha, aldea de apenas dos decenas de habitantes que, como las anteriores, creció al abrigo de contrabandistas e intermediarios. Al fondo las Peñas de Puerto Roque

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Ahora sí estamos en la frontera, desde el alto de Fuente Oscura se divisa la Campiña fronteriza. Tierras españolas, al fondo, la Sierra de San Pedro.

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Ahora caminamos por la misma frontera. Las señales de cada país se van sucediendo, a lo largo del camino, cada uno marca su territorio. Al fondo Puerto Roque y sus peñas

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En esta zona denominada casas de Fuente Oscura se ve perfectamente la frontera. A la derecha Portugal, a la izquierda tierras españolas, nosotros caminamos por la zona neutra entre ambos estados

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Ahora caminamos por tierras españolas en el paraje de el Planterío.

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Asoman, como fantasmas, los troncos secos de viejos árboles entre la maleza en esta zona degradada. Frente a nosotros el cortijo El Chumacero, donde se asienta la fábrica de agua embotellada Fuente Fría

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Nosotros seguimos caminando entre estos históricos caminos, abandonados, la maleza los invade poco a poco como si quisiese enterrarlos a la memoria histórica. Este paraje recibe el nombre de Vanda.

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Y de nuevo llegamos a La Fontañera por la parte española que nos recibe con esta fuente dedicada al patrón, que conserva el viejo lavadero de ropa.

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Ahora entramos por España, pero predomina el gusto por los colores portugués. Matrículas españolas, espíritu portugués, una singularidad que resumían a la perfección los compañeros del diario regional HOY

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Nosotros descendemos ya por la pequeña carretera que nos devuelve a Galegos y terminar la ruta, aunque no el paseo.

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A Luisa y a mí nos vence el alma portuguesa, su ‘saudade’ nos invade cada vez que pasamos la frontera y leemos el cartel de Bem-vidos (bienvenidos). El idioma portugués es música pura.

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El día ha de terminar en uno de nuestros rincones favoritos. Marvao.

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«Marvao se ve desde Castelo de Vide, pero desde Marvao se ve todo. Es verdad. Desde Marvao se ve la tierra casi toda: hacia un lado, España, y allí Valencia de Alcántara, San Vicente y Alburquerque…»  -Viaje a Portugal. José Saramago-

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 Villa medieval, callejuelas tortuosas donde cada esquina es arte, rincón tras rincón te enamoras de Marvao, nido de águilas.

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Abajo la fértil vega donde se sitúa la villa romana de Ammaia

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En la raya de Portugal, fortificada desde la Edad media, en los alrededores del Parque Natural da Serra de Sao Mamede, de excepcional belleza, los pequeños enclaves que formaban una frontera difícil, una defensa irrompible, de cerco inexpugnable, son ciudades que han dejado de reunir hoy la doble condición defensiva y fronteriza, pero que todavía conservan nombres tan sonoros y antiguos como Portalegre, Castelo de Vide, Povoa y Marvao.

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Abajo el pequeño pueblo de Portagem cruzado por el río Sever, afluente del Tajo, un lugar muy frecuentado por españoles por su variada restauración y por sus piscinas naturales en el cauce del río

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El castillo de Marvao, su aljibe, el museo, sus murallas o su patio, son una visita recomendable

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Marvão debe su nombre a Ibn Marwan al-Yil’liqui «El Gallego» , líder de un movimiento sufista del Al-Ándalus, que se alzó en armas contra los emires de Córdoba y creó el reino de Badajoz hasta la instauración del Califato de Córdoba. Ibn Marwan tenía refugio en el actual Castillo de Marvão.

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Termina el viaje, un paseo con aire portugués, un ramillete de sentimientos, una manojo de olores. En Extremadura sabemos mirar a Portugal, quienes hemos descubierto esta tierra amable y tranquila, buscamos la frontera muy a menudo. Portugal huele a Portugal, sabe a Portugal. Los años se van llenando de amigos que reencontramos cuando es menester.

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Andando Extremadura no tiene fronteras, Portugal ya no es frontera, para volver siempre hay una puerta en la que colocarse. La abre el corazón, la cierra la ignorancia.-

©vicentepozas2013

Ruta Puente romano de Alcántara

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)Vamos a hacer una ruta clásica, la del Puente romano de Alcántara, que comienza y finaliza en este coloso romano, todavía en uso y que nos llevará por algunos pasajes fronterizos de gran belleza y comprobable diversidad. 17 kms con algunos desniveles no muy pronunciados y con algunas sorpresas, como la compañía de buen número de ponis que recuerdan a los asturcones del norte. La Ruta, desde que se constituyó el Parque Natural del Tajo Internacional, está muy bien señalizada, y permite conectar con otras o visitar menhires y canteras. Como es habitual con el grupo de senderismo de Catelsa Cáceres. Iniciamos la caminata, saludando de mañana al Covento de las Comendadoras, en fase de reconstrucción.
Salimos de Alcántara, Conjunto histórico Artístico, por una de las puertas de la ciudad pisando parte de la antigua calzada romana.

Mientras descendemos hacia las aguas del Tajo, el Puente de Alcántara avisa de su presencia


Pasamos por el templo romano que vigila el Puente, un lugar de ofrendas en tiempos de dioses y supersticiones que hoy no es más que un monumento junto a otro mayor. Cruzamos el puente camino del comienzo de la ruta

Un panel informa del recorrido y nos avanza aquellos lugares que pisaremos antes de regresar al mismo lugar, 17 kilómetros más tarde


Comenzamos por la senda que hay junto al río, donde la actividad humana es todavía patente

Paralelos al cauce del Tajo nos vamos encontrando con restos de antiguos embarcaderos, fuentes, como la de Los Perros o Fuente Santa justo en la orilla de enfrente

El cauce del río discurre ahora más libre hasta que se tope con la presa de Cedillo y vierta sus aguas a Portugal. Justo en el lugar donde el Tajo se convierte en frontera natural, la raya del agua entre Extremadura y el Alentejo. Esta zona es conocida como El Muelle.


Dejamos el río a la espalda para encaminar nuestros pasos hacia la Vereda de la Loba, mientras buscamos el Regato de los Remolinos

Aquí comienzan a aparecer los primeros grupos de ponis que deambulan libremente por estas sierras

Ascendemos por estos parajes pizarrosos del Ejido del Vicario, una zona recuperada con puentes y pasarelas

Ascendemos cerca de la Fuente del Tío Melitón y la altura nos permite descrubrirnos en el paisaje


A lo lejos, Alcántara, esperará paciente nuestro regreso.

Así llegamos a estas lomas onduladas que llaman la Cerca de la Liebre, al fondo la Casa del Vicario


Entramos en la Cerca del Chaparral y sustituimos las zonas más abiertas por la dehesa

Por esta vereda ya vemos Estorninos, el que durante muchos años fue un pueblo y que ahora es un barrio de Alcántara, un refugio fronterizo en tiempos de contrabando

Aquí las gentes se aprestan a iniciar la conversación y explicarte el camino. No hay prisas, nosotros caminantes nos convertimos en minutos de compañía que les sacan de la rutina, queda inmortalizado el instante.

En Estorninos la señalización, situada en los cruces, ayuda a no perderse

En Estorninos hacemos una pequeña parada para reporner fuerzas, damos cuenta de nuestras viandas junto a la Iglesia de Santiago


Seguimos avanzando guiados por los postes que marcan el sendero, mientras caminamos junto a las ruinas de la ermita del Humilladero y por la ruta del Menhir del Cabezo, junto a la cerca del Tío Benigno

Tras dejar atrás la Cañada del Cabezo transitamos por un tramo de la ruta que transcurre por la Cañada Real de Gata

Así regresamos al lugar de partida, desembocando en la EX 207, la carretera que lleva a tierras portuguesas. El puente de Alcántara vuelve a saludarnos

Así esta obra magnifica de seis arcos reconstruida en diferentes momentos de la historia debido a las guerras, ha grabado en piedra parte de su biografía, como la de su maestro: «Yo, Cayo Julio Lacer, maestro constructor de lo que hoy llamáis, el Puente de Alcántara, y en el que mis cenizas, esperando que la tierra me fuera leve, fueron entregadas al Templo que hice construir para el culto y veneración de los dioses y del César» y en el que su Emperador Trajano órdenó grabar también: PONTEM PERPETUI MANSVRVM IN SECULA MVNDI: El puente que permanecerá en pie por los siglos del mundo.

Ascendemos de nuevo hacia la muralla alcantarina, embaucados y sobrecogidos por la historia.


Yo, encantado, porque algunos compañeros de viaje se dan la vuelta y deciden inmortalizarme, esta foto es de Juan Antonio.

Guardando la entrada, los más pequeños nos esperan, ahí donde los véis también han completado la ruta. Entramos en Alcántara

Nosotros terminamos aquí, dentro de la localidad, al abrigo de esta pequeña iglesia, la de San Pedro. Satisfechos porque merece la pena este camino lleno de historia y de historias.

Se pueden hacer muchas rutas y visitas en la comarca, aquí encontraréis un ramillete de ellas: http://rutastajointernacional.com/ en esta lanza con la que Extremadura hunde el costado luso; ahora, afortunadamente, compartimos un territorio único, bello, desconocido y emocionante. Una tierra elegida por el hombre desde los albores de la historia, que buscaban el favor de un río sagrado que, aunque nos pese, separa a españoles y portugués, hoy, es verdad, el parque es bandera, nexo de unión en la soñada Iberia de Saramago, un lugar donde, qué paradoja, el Tajo/tejo, es la última frontera natural de Europa.

Un lugar que nosotros disfrutamos… Andando Extremadura.-

©vicentepozas.febrero2012

Ruta por el Tajo Internacional en barco

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

La propuesta es recorrer en barco una de esas zonas extremeñas, en este caso también portuguesa, que se ha descubierto al público no hace mucho; se trata del denominado Parque Natural del Tajo Internacional, situado en la raya/a raia hispanoportuguesa y cuya riqueza natural y su belleza son comparables a zonas más conocidas como Monfragüe.
Se acaba de poner en marcha la posibilidad de recorrer parte del río Tajo en barco, en concreto justo antes de la frontera portuguesa y aprovechando la presa de Cedillo que convierte este tramo en navegable.
La página web con toda la información es: http://www.barcodeltajo.com/ ahí hallaréis los detalles de las rutas que se ofrecen que en resumen son dos: desde Herrera de Alcánta a Cedillo, hacia el oeste; y desde Herrera de Alcántara a Santiago de Alcántara, hacia el este, este ruta está limitada a ciertos meses debido a la nidificación de aves.
Nosotros hicimos esta ruta en abril. La ruta es Herrera-Cedillo-Herrera. 2 horas de duración en un camino de ida y vuelta que merece la pena realizar. Una experiencia navegable que nosotros decidimos complementar con una pequeña ruta a pie: La Ruta de Mari Loza, muy bien indicada, un paseíto de apenas 5,5 kilómetros que nos hará descender desde el pueblo hasta el embarcadero y que nos mostrará la inmensa riqueza de estos riberos del Tajo.

La ruta parte de Herrera de Alcántara por la calleja de Mari Loza, para dirigirse a un mirador a orillas del Tajo primero y al embarcadero después, desde donde se puede acceder a un segundo mirador junto a un grupo de casas de antiguos pescadores. Es una ruta corta muy agradable de practicar, aunque supera algunos desniveles bastante pronunciados y en algunos tramos discurre por una senda estrecha.

Agrupados en torno a un cafe mañanero nos disponemos a comenzar la ruta

Herrera de Alcántara es un pueblo tranquilo situado, como dicen en la página del barco,en la aguzada punta con que Extremadura pica el costado luso, se localiza un territorio único por su belleza, desconocido y emocionante. Una tierra poblada desde tiempos inmemoriales, regada por un río sagrado que antaño nos separara y que hoy vuelve a unir a españoles y portugueses en la anhelada Iberia saramaguiana: el Tajo Internacional, o Tejo Internacional, si lo miramos desde el otro lado, es ahora más que nunca un desafío, un modelo de esfuerzo común; la última frontera natural de la vieja Europa.

Aunque comienza entre olivares, se trata de la ruta de mayor interés botánico del Parque Natural, con la más notable representación de vegetación de umbría de los riberos

Otra de las sorpresas de su recorrido es la Raya. Esta orilla del Tajo es España, al otro lado Portugal. lo que se observa a lo lejos es la localidad portuguesa de Malpica

Un pequeño paseo que comenzamos en lo alto de estos riberos y que nos llevará hasta la misma orilla del Tajo.

Las fronteras que ha puesto el hombre no existen para la tierra, ni para nuestros ojos que son conscientes de la inmensidad de este paisaje, sin preocuparse de quién es su titular

Otro atractivo de la ruta lo conforma el hecho de que se halla perfectamente interpretada con pequeños atriles que contienen información de carácter botánico, por lo que podemos considerarla como un itinerario temático.

Una ruta curiosa que nos conduce por pequeños vericuetos, caminos estrechos que descienden suavemente.

Una sencilla ruta apta para los más peques que se animaron, atraídos también por el viaje en barco

Si enfrente de nosotros la tierra presenta bancales dedicados al cultivo, en la parte española podemos observar el bosque mediterráneo en estado puro

Suavemente seguimos el sendero

Admirados por una primavera que muestra la tierra en su mejor momento

La reina del bosque mediterráneo, la jara en flor

El Tajo se muestra tranquilo, sujeto por el embalse de Cedillo y encajado entre ambos países


Al fondo ya descubrimos el embarcadero del Tajo

Y seguimos. Como ya he contado una de las sorpresas de la zona son los paneles que nos explican cada una de las especies de flora…. y no son pocas

Nosotros, casi sin darnos cuenta, hemos alcanzado el río

Las especies de árboles y plantas nos siguen sorprendiendo

Junto a la orilla, pequeños puentes de madera facilitan el paso y hacen más bello el camino

Rodeando la orilla, nosotros también ponemos color al paisaje, aunque sea efímero

El camino se estrecha y nos obliga a caminar en fila, vigilando nuestros pasos

Ello no impide que descubramos la grandiosidad de un paisaje en sus pequeños detalles

Y así llegamos a nuestro destino, el embarcadero del Balcón del Tajo, una invitación a navegar por este inmenso río antes de que funda sus aguas definitivamente en el Océano Atlántico

Aquí llega el barco de su viaje, ahora nos toca a nosotros.

El barco tiene algo más de 16 metros de largo, o de eslora y algo más de 5 metros de ancho, o de manga. Ofrece la posibilidad de viajar en el interior o en la parte de arriba. para que nadie se pelee, nos van cambiando cada cierto tiempo y todos disfrutamos de la vista. Los guías, fantásticos, nos irán explicando, detalles de la ruta, de la zona, de la historia, de su gente. Fenomenal trabajo, no tanto para nosotros que conocemos la zona, pero para quien viaje desde fuera es muy clarificador.


El paisaje, desde el agua, es otro. Ahora la sierra está arriba y nosotros abajo.


Este es el embarcadero desde el que hemos partido. Se está arreglando para convertirlo en un pequeño centro de interpretación con todo tipo de servicios para los visitantes, de momento está en obras.

En esta imagen se ve a la perfección la diferencia entre España y Portugal, a la izquierda España con el monte virgen y en estado natural, a la derecha Portugal y la tierra aprovechada para uso agrícola, lo que se observa son olivos.

Hasta la orilla bajan los pinos que pueblan la parte portuguesa y que han ido desapareciendo

Esta es la parte española, jara, retama y pequeños arbustos en un paisaje denso

Y esto es Portugal, bancales y olivos

Las sorpresas hay que buscarlas, pero llegan. Un nido de cigüeña negra empollando huevos. En la ruta hay dos nidos.

Es un día claro, hace calor, pero se respira una paz magnífica, el viaje es de lo más tranquilo, no te cansas nunca de mirar.

Llegamos a la mitad del viaje. Esta es la presa de Cedillo y aquí damos la vuelta y regresamos

Como ya he contado el barco es cómodo, dentro cuenta con todo lo necesario para hacer el viaje más que agradable, incluso una pequeña barra para tomar un refrigerio.

En algunas partes del río es más que visible la mano del hombre y la suciedad que generamos
Miesntras tanto, los guías no paran de ofrecer información. El trato muy agradable, consiguen que el viaje sea ameno.

Arriba, dentro, delante… te puedes mover por el barco con toda libertad
El viaje llega a su fin y el embarcadero, como una pequeña aldea, nos espera
Un más que recomendable viaje por las estribaciones de la Sierra de San Pedro, por la riqueza de las aguas del Tajo que nos recorren de este a oeste. Un proyecto que, gracias a Europa como casi todo, hoy es una realidad que disfrutaremos, espero, durante mucho tiempo El barco además ofrece un montón de servicios, incluida la posibilidad de comer en Portugal o España. Permite incluso que alquiles el barco para dar una cena o convite de boda o para un Congreso, una onomástica. En fin, multitud de posibilidades.

Nosotros nos conformamos con ser de los primeros en disfrutar del viaje. Y contarlo.

vicentepozas.2011

Ruta por la Sierra de Valdelasmanos. Aliseda

(SI QUERÉIS VER MEJOR LAS FOTOS PINCHAD SOBRE ELLAS)

Aliseda es un pequeño pueblo que forma parte de la Sierra de San Pedro, concretamente se sitúa en la falda de la Sierra de Aljibe, una zona abrupta y rica en el límite oeste de las provincias de Cáceres y Badajoz y frontera con Portugal. Forma parte de las comarcas de la Raya, la Campiña y los Baldíos. Es una zona extensa que en su vertiente más oeste está bañada por el río Tajo en su parte más internacional. Una zona de tránsito entre España y Portugal que ha sufrido los avatares de los historia con muchas huellas que son visibles aún.

La ruta es una de las siete que el Ayuntamiento de Aliseda tiene señalizadas gracias a la labor de Escuelas Taller y Talleres de Empleo y que es bastante sencilla de hacer; es un pequeño paseo de unos ocho kilómetros pero que, dependiendo de la época eligida, nos puede obsequiar con el avistamiento de fauna tan característica como ciervos, jabalíes, conejos o buitres leonados.
Es aconsejable dejar los vehículos en la gasolinera que se sitúa en la misma carretera N-521 que comunica Trujillo con Portugal. Desde allí tomamos la carretera EX-303 dirección Alburquerque. A unos 500 metros sale un camino que nos adentrará en la sierra, aunque antes disfrutaremos de parte del rico patrimonio de Aliseda.
(Yo no probé si lo que se vendía era el burro o la finca)

Al descender por un pequeño camino entramos en una zona de huertas que rodea el pueblo.


La primera sorpresa son las fuentes, en Aliseda son muchas las que ahí y todas se han arreglado y ofrecen este aspecto magnífico. Fuente Nueva, Fuente del Cura, Fuente del Castaño, datan de los siglos XVII y XVIII.


Frente a nosotros un grupo de animales pasta tranquilamente. El paisaje agrícola y ganadero nos rodea a medida que avanzamos.
Las huertas familiares nos invitan a imaginar que cierta parte de la vida sigue siendo autosuficiente.

Ascendemos por una pequeña vereda que nos llevará hasta otro de los tesoros de Aliseda, el molino de la Iglesia.

Acompañados de las fuentes que en otro tiempo dieron de beber a humanos y animales.

Entre explicaciones de la ruta, nos desviamos unos metros para conocer el Molino y sus aledaños.

Frente a nosotros más fuentes…


Desde lejos ya observamos la antigua conducción de agua que movía el Molino y que se ha rehabilitado recientemente.

La zona se está recuperando para no perder el encanto de aquellas construcciones que dan fe de los viejos usos agrícolas.


Este es el Antiguo Molino de la Iglesia, construido en piedra y adobe de forma circular. Aún conserva la acequia por la cual entraba el agua para su funcionamiento como acabamos de ver más arriba.


Dejamos los aledaños del pueblo y nos adentramos en el bosque mediterráneo, en esta zona todavía es patente la mano del hombre.

Y su aprovechamiento. La Sierra de San Pedro se caracteriza por comercializar el corcho y por su aprovechamiento industrial, aunque venido a menos.

Frente a la Sierra que nos disponemos a subir, se pueden observar algunos riscos que son utilizados como nidos inaccesibles por especies amenazadas como el buitre leonado.

A medida que ascendemos el bosque se hace más denso, se termina la dehesa y comienza el bosque mediterráneo, virgen, sin uso.

Los riscos y sierras esconden las más variada fauna, jabalíes, ciervos, aves de rapiña… esto es Extremadura.


La imagen puede parecer bella, pero se trata de un árbol seco, enfermo, aunque su porte sea bucólico.
Rebaños de ovejas aún disfrutan de la tranquilidad y la libertad de la sierra, como nosotros.

La seca de las encinas, como habéis visto arriba, se va solventando con la repoblación de especies autóctonas.

Desde lo alto de la sierra este paisaje de septiembre muestra el infinito de la dehesa extremeña.

Pequeñas islas de pinos piñoneros siguen salpicando el paisaje entre jaras y matorral.

Comenzamos a descender huyendo de la temperatura que comienza a subir, en los coletazos del verano.

Buscando una sombra nos permitimos un pequeño refrigerio.

Con las fuerzas repuestas, la charla es más amena, no en vano se trata de un pequeño paseo para ir entonando las piernas de cara a la temporada de otoño -invierno

Antiguas construcciones vigilan el camino y nuestros pasos.

Y así, casi sin darnos cuenta, Aliseda se aparece por el lado contrario, ha sido un suspiro, pero merece la pena. Volveremos en otoño, cuando todo esté verde y mojado.
Aliseda ofrece mcuhas posibilidades para pasear: el centro de interpretación del tesoro de Aliseda, la tumba de Los Moros, la ermita de Nuestra Señora del Campo o la Mina Pastora, de origen romano y que os aconsejo visitar, hay que llamar por teléfono antes para que nos la enseñen. Os dejo este enlace: http://www.aliseda.es que os puede resultar muy últil. Ahí encontraréis toda la información necesaria.
La ruta es de unos ocho kilómetros y de dificultad baja.

Brozas. Ruta de La Ribera

A lo largo de la ruta se disfruta de una
gran diversidad paisajística, pasando por
antiguas huertas, extensas dehesas y altos
canchales.
Es posible contemplar construcciones
rurales como ermitas, pozos, cochineras sin
olvidarnos de la gran variedad de fauna y
flora.

La ruta comienza por una zona suave, limpia de árboles

Los que quedan, son testimonio de la dehesa original

Pequeñas construcciones salpican el paisaje

Camino rural y vía pecuaria muy frecuentada

Así se ve desde el camino

Calor natural

Construcciones originales

Olivos con guardián

La dehesa y la ganadería

Y te vas adentrando en la dehesa pura

Nada se pierde, todo se transforma…

La ribera en todo su esplendor…es otoño

El puente que la atraviesa

Junto a la ribera, el agua fluye

Explotación ganadera

Siempre hay cigüeñas

Siempre…

El otoño avanzando a primavera, se dibuja solo

Es tierra de grullas escandalosas

Si guardas silencio, no se asustan