Ruta Piedras Labradas. Jarilla

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El collado de Piedras Labradas se encuentra a 1.070 metros de altitud; así se conoce a una meseta que fue allanada, creada por el ser humano. La ruta que parte desde la localidad de Jarrilla, nos llevará a esa sierra donde encontraremos los restos del edificio. Los bloques de piedra están tallados con un corte perfecto, de ahí le viene el nombre al lugar.
Sobre su origen se barajan varias hipótesis, una, datada, un templo romano dedicado a alguna deidad, aunque no es habitual que los romanos construyesen a tanta altura. Hay quien opina que tuvo que haber en el lugar un asentamiento vetón, o al menos un lugar sagrado sobre el que se edificó el templo. Otras teorías se inclinan por que en la meseta hubiera un puesto de comunicaciones que enviase, mediante fuego por la noche y con destellos por el día, señales a la ciudad de Cáparra, visible desde el collado. También es posible que el emplazamiento cumpliera labores de protección y vigilancia sobre una ruta secundaria que uniría la Vía de la Plata con el Valle del Jerte. No hay que olvidar tampoco que muy cerca de aquí había una captación de aguas que abastecía a Cáparra.

La ruta que proponemos es circular, de apenas 14 kms, pero con algún tramo de dificultad media, ya que el desnivel acumulado es de 600 metros y otros tantos de bajada, pero las vistas de las Tierras de Granadilla y del Valle del Ambroz son magníficas.

Os dejo el track para GPS ya os digo que nosotros, en el kilómetro 9,6, en el Collado del Cerezal, nos apartamos del camino señalizado y optamos por bajar por una vereda más complicada pero más bonita, pero si esta opción no os convence sólo tenéis que seguir el trazado señalizado (PR amarillo y blanco) que os devuelve al  camino de vuelta, sobre el mapa se aprecia perfectamente, en este caso salen unos 16 kms, pero de menor dificultad.

Nosotros comenzamos en Jarilla, a los pies de los Montes de Traslasierra.

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Jarilla pertenece a la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, situada en la falda oeste del Sistema Central, en los Montes de Traslasierra. Con apenas 100 habitantes posee varias casas rurales; el único bar es el centro social, junto al Centro de Día y la iglesia de San Gregorio en su pequeña plaza mayor. Protegida por el pico de Cabeza del Santo, 1.478 m altitud, está bañada por la Garganta Perdida y la de Cabera y cuenta con una coqueta piscina natural.

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Arrancamos la ruta en la plaza, bordeando la iglesia; enseguida nos toparemos con este lavadero restaurado, aunque ya no en uso, imagino.

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Comenzamos por una pista asfaltada que encara la sierra y que enseguida se convertirá en camino de tierra.

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La ruta está señalizada como PR (amarilla y blanca), aunque no está homologada por lo que hay que estar atentos al track para no perderse en los cruces que nos encontraremos. Lo que vemos en cuanto dejamos el pueblo es el valle con las Hurdes y la Sierra de Gata al fondo.

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Los primeros kilómetros discurren por el paraje de Las Pozas en un entorno de dehesa muy agradable, de momento, paralelos a la sierra.

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El camino asciende poco a poco, mientras caminamos por las Colmenillas, disfrutando de una primavera exuberante en este final de mayo cuando hicimos la ruta.

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Venimos andando por los caminos tradicionales que unían los pueblos de la zona, de hecho, podéis optar por comenzar en Cabezabellosa, una localidad situada unos kilómetros más allá y así hacerla un poco más larga si queréis sumarle más tiempo al paseo.

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Dejamos por un momento la cómoda pista de tierra para coger un pequeño atajo, no hay que preocuparse, el desvío está señalizado.

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Mientras, disfrutamos de la vista del Valle del Ambroz con Casas del Monte en primer término y Segura de Toro al fondo.

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Son apenas unos metros porque enseguida volvemos al camino original, mientras pasamos cerca del Canchal del Moralejo, nos queda más o menos kilómetro y medio para comenzar la subida al collado.

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La ruta, en estos tramos, está muy bien señalizada, hay un cruce con una señal y un mapa gráfico de la zona y el recorrido de la ruta; dejamos el camino que nos llevaría a Casas del Monte y, junto al arroyo de las Gorroneras, nos preparamos para el ascenso.

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El ascenso, de poco más de 4 kms, no es muy exigente aunque el desnivel acumulado es de unos 400 metros.

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Este paraje que llaman el Horquito es un magnífico robledal, muy cerrado en su parte más baja.

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Más abierto a medida que ascendemos pero con ejemplares de robles impresionantes. En esta zona hay que estar atentos al track y a las señales del PR porque no siempre están claras.

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Un pequeño llano descansa las piernas antes de atravesar las pequeñas vaguadas que crea la montaña.

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Lo cierto es que la altura, a unos 900 metros de altitud ya, nos permite disfrutar de este hermoso valle, bañado por las aguas del río Alagón, aquí embalsadas por la presa de Gabriel y Galán. Tierras de Granadilla.

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Nos abrazamos a la ladera del Risco Llano, la montaña cambia de paisaje a cada momento, esto embellece aún más la ruta.

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Sorteamos pequeños arroyos, este del manantial del Colchón, en una primavera que no olvidaremos por su exuberancia, con el que encaramos la última subida antes de llegar al templo.

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Pero aquí arriba, emocionados, es difícil no dejar descansar las piernas y echar mano del móvil o la cámara y recoger este inmenso y rico valle atravesado por la Vía de la Plata, hoy A-66, aunque los vestigios romanos siguen encaminando los pies hacia el norte, Gijón o Santiago.

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Aquí veréis una pequeña valla ganadera con el señal de PR, hay que abrirla y no seguir el camino de la derecha. Nosotros lo hicimos y tuvimos que saltarla un poco más adelante sin mayor problema. Por cierto recuerda: cancela que se abre, cancela que se cierra.

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Detrás de nosotros la sierra de la Cabrera retiene las nubes, cerca del collado de las Yeguas que facilita el paso al Valle del Jerte.

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Aquí la humedad y la umbría mantienen florecidas las peonías, o rosas de Alejandría como llaman otros. Un último esfuerzo para disfrutar del misterio de un lugar mágico

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Lo primero que nos encontramos es el antiguo vallado que protegía el templo. Debéis imaginar que entonces esto era un bosque de robles que rodeaban este lugar de culto donde, protegidos por árboles sagrados, se reunirían los vetones para venerar a sus divinidades vinculadas a la naturaleza.

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Tras la dominación romana de la Lusitania, el lugar se convirtió en un templo, era un pequeño edificio a dos aguas de una sola entrada, muy parecido al que se conserva a la entrada del puente romano de Alcántara y que el imperio construía por todo el territorio. El expolio que sufren muchos de estos yacimientos ha hecho desaparecer muchas de las piedras, incluso algunas de las aras votivas, pequeños altares dedicados a los dioses que se veían hace unos años.

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El collado de las piedras labradas está marcado por esta historia de culto y misterio. Allanado por la mano del hombre para sus fines espirituales, pero también defensivos. Desde aquí era visible la ciudad romana de Cáparra y, por ello, hay quien sostiene que el lugar bien pudiera albergar un puesto de vigilancia, por una parte, del abastecimiento de agua a la ciudad, en unos montes repletos de manantiales, y por otro, defensivo. He leído que se piensa que pudiese haber un punto de vigilancia que, desde la altura, avisase a la ciudad a base de señales de humo o luminosas en caso de peligro. Por cierto, cuando regreséis os aconsejo visitar los restos de la ciudad de Cáparra y su centro de interpretación para que entendáis la importancia de este asentamiento romano que fue un importante nudo de comunicaciones en el eje norte-sur y que conserva el único arco cuadriforme de España.

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El collado de Piedras Labradas, a 1.062 m de altitud, ofrece vistas magníficas, como estas de la localidad de Cabezabellosa protegida por el Cerro del Búho, donde se encuentra la ermita de Nuestra Señora del Castillo.

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Después de disfrutar del lugar e imaginarnos las historias que aquí se debieron vivir, iniciamos el descenso de nuevo al punto de partida.

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El Collado, rodeado de vegetación baja, nos despide rodeados de cantuesos, o lavandas (lavándulas) o tomillos borriqueros como llaman en otros y disfrutando de su aroma intenso.

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Sol y nubes en este día de primavera, sigue la señalización acompañando el camino, por cierto, el tramo de bajada, está marcado como ruta principal en algunos tracks, pues el oficial de la comarca, lo realiza con subida y bajada por el mismo camino, por este.

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El hecho de que hayan podio expoliar el yacimiento tiene que ver con que el camino es de fácil acceso para algunos vehículos, por lo tanto llegar hasta arriba en coche es posible.

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El camino discurre ahora entre callejas de piedra muy habituales en la comarca. El granito es abundante, tanto es así que para construir el templo de Piedras Labradas no hubo que subir las piedras, ya estaban aquí.

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Cuando hemos descendido unos cien metros llegamos al collado del Cerezal, aquí es donde decidimos desviarnos por una pequeña vereda señalizada con mojones. Aquí la ruta se complica porque la pendiente es fuerte y hay piedras sueltas, pero es mucho más bonita. Estamos en el kilómetros 9,6, se puede ver en el track perfectamente. Si no os decidís por esta variación sólo tenéis que seguir la pista que sigue señalizada con las marcas de PR que os devolverá al camino original de Jarilla a Casas del Monte donde sólo hay que desandar los pasos.

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Nosotros traemos el track, nos ayudan los mojones de piedra, porque la primavera tapa por momentos la pequeña vereda por la que transitamos.

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Bajamos haciendo zigzag, de hecho nos volvemos a topar con otro camino, paralelo al que hemos dejado; quiero decir que si esta primera bajada os ha parecido complicada sólo tenéis que seguirlo y os llevará al camino de salida y la señalización de pequeño recorrido, lo vais a reconocer porque en el camino hay una pequeña tubería negra de agua.

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Pero nosotros seguimos el descenso por este magnifico lugar, a quienes nos gusta el senderismo nos atrae más caminar por pequeñas veredas que por pistas o caminos. Estamos en la Jerdillera.

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Así llegamos a la Garganta Perdida, o garganta primera, que no hay que cruzar, iremos paralelos a ella hasta llegar al pueblo.

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Puro bosque mediterráneo en esta parte de la sierra donde encontramos estos impresionantes bolos graníticos.

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Vegetación más densa en la parte baja de la sierra, donde alcornoques y encinas se disputan el terreno, ya el trazado es llano y las piernas descansan de la pronunciada bajada de 400 metros de desnivel en apenas dos kilómetros.

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La callejas de piedra nos marcan el camino, como haciéndonos la ola, como ese público que se apelotona a la llegada de los grandes eventos deportivos, eso sí, en silencio.

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Camino ya del pueblo pasamos por la pequeña piscina natural de Jarilla que en verano ofrece agua fría para quien guste de estos parajes, cuenta con merendero cercano para pasar el día.

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Desde aquí una pista cementada nos lleva hasta el pueblo donde damos por finalizada la ruta.

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Nos queda la satisfacción de haber subido hasta una parte de la historia, de la cultura vetona, de la posterior dominación romana. Hasta nuestros días ha llegado con el nombre popular de Piedras Labradas; escondida a la vista, esta atalaya de dioses y guardianes presenta un aspecto manifiestamente mejorable, pero esto nos ocurre con frecuencia en Extremadura, y en el resto de España, no acabamos de poner en valor estos vestigios que retratan de dónde venimos. La roma imperial tuvo, y tiene, mucho peso en la historia de esta región. Pero los vetones fueron un pueblo importante, una civilización que ha dejado repartida su cultura por toda la región, sobre todo el norte, como pone de manifiesto el berraco que se conserva en la cercana localidad de Segura de Toro.

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Jarilla, 100 habitantes, conserva el equilibrio tranquilo de las pequeñas localidades cacereñas que aún sobreviven a un, imparable hoy, fenómeno de despoblamiento rural. Los niños juegan en la calle, los turistas ocupan los alojamientos rurales y los mayores mantienen sus costumbres. Nosotros hemos venido a romper la armonía del pueblo por breves momentos, ante la alegría y la sorpresa de los aldeanos que nos saludan orgullosos por haber venido hasta su pueblo. Seremos tema de conversación esta tarde, seguro, estos chicos de ciudad de colores chillones que vienen a ver sus piedras labradas, el templo que aún les vigila, y les protege, silencioso y abandonado.

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Una de las satisfacciones de caminar por el campo, es encontrarte lugares sagrados como Piedras Labradas, y poder contarlo, e invitar a quienes aman y estudian la historia a recorrer el camino que vetones y romanos andaron y desandaron tantas veces. Y confirmar que la historia, además de las grandes ciudades y los conocidos monumentos, la escribieron también estos sencillos enclaves tan necesarios para entender cómo vivían nuestros antepasados, los que dejaron un ADN que hoy nos ha convertido en lo que somos. Lo mejor, como siempre, hacerlo Andando Extremadura.-

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Ruta Pico Blanco

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Dicen que el pequeño pueblo de La Pesga es la puerta de Las Hurdes, encajonada entre el puerto de Perancho y el río Los Ángeles, a los pies de la Sierra de la Vaqueriza y el Manzano, donde se juntan el río de Los Ángeles y el Alagón, entre la zona de Hurdes y el Valle del Ambroz. Cerca, el río Hurdano ha caído en brazos del Alagón y alegra los niveles del Embalse de Gabriel y Galán; allí donde el río de los Ángeles se deja querer por los arroyos Cambrón, Cambroncino, Esperabán… las aguas de Hurdes. Sí, Las Pesga es Hurdes, es su estado natural; el reparto administrativo la sitúa en Tierras de Granadilla, pero esas cosas son por dinero y nada tienen que ver con los paisajes. Esas Hurdes bajas disputadas desde siempre junto a otras localidades como Casar de Palomero.

Y este paisaje es de los que enamoran. Las referencias de este trazado que encontraréis en la web de la comarca son las de una ruta circular con salida y llegada a La Pesga. Pero nosotros hemos querido arrancar un poco más allá, en Casar de Palomero, en Las Hurdes. Un trazado que discurre por la cuerda de varias sierras que nos mostrarán, en todo momento, la belleza hundida, entre valles y montañas, de las Hurdes, y la enorme extensión de las Tierras Granadillas y sus islas en el entorno del Embalse de Gabriel y Galán. Espectacular, es la mejor definición; eso sí, son casi 17 kms con un nivel acumulado de bajada de algo más de 1.000 metros y de casi 900 de subida. Durilla? sí, un poco. Pero yo repetiría.

Ahí tenéis el track para GPS

La ruta recibe el nombre de Pico Blanco, que es como aquí llaman al Pico El Culebro, en la Sierra del Manzano, donde encontraréis un magnífico mirador, una terraza de piedra en cuyo centro se haya el vértice geodésico, según cuentan los oriundos de la zona, esta la mejor vista sobre el embalse de toda la comarca, desde allí se puede admirar el laberinto de islas y penínsulas creadas por las aguas a un lado y la belleza y profundidad de Las Hurdes por otro. Pero arranquemos.

Partimos de Casar de Palomero donde yo aconsejo visitar su Museo del Olivo, un antiguo lagar restaurado, su barrios judío y árabe o su plaza porticada. Su historia es rica, de hecho pasaremos por el Alto del Gamo donde se recoge un episodio, en el siglo XV, de aquellos complicados años de convivencia entre judíos y cristianos. Además de molinos y el río de los Ángeles.

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Enfilamos la subida a la Sierra de Santa Bárbara, que no coronaremos, buscando otro de los lugares de referencia en el pueblo, el arroyo de Las Huertas donde se encuentra la Fuente de la Madre del Agua. Hasta los nombres son bonitos.

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Ascendemos por lo que llaman Cruz de Piedra, buscando los primeros bancales del verdadero motor de la comarca: los olivos, ahora invadidos por cerezos que se extienden por todo el norte de Extremadura.

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Nada más ascender un poco, el paisaje comienza a asomar a nuestros ojos, Casar de Palomero descansa sobre una pequeña loma rodeada de sierras.

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Por el paraje de los Mártires, las laderas abancaladas que se han poblado de cerezos nos rodean, un cultivo cada vez más extendido por su alto rendimiento y su creciente demanda.

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Al descender al detalle los brotes de lo que serán deliciosas cerezas son pequeños botones verdes con restos de la flor, en zonas mas umbrías estará más retrasada y la flor, blanca, seguirá en pleno apogeo.

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Frente a nosotros, el milagro de la tierra: miles de olivos que no paran de subir en escaleras que no terminan de crecer, formados en filas casi perfectas, una máquina de producir aceite y aceitunas de la variedad manzanilla cacereña; poco rendimiento pero calidad exquisita.

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Arriba, en la zona del Puerto, donde la tierra no se ha domado, la sierra enseña sus pizarras, dientes  de la montaña que recuerdan el antiguo aspecto de estas lomas.

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Miradlos ahora, a la derecha olivos obedientes, calcados; por la izquierda se van colando los cerezos con sus flores escandalosamente bellas y sus frutos deliciosamente tentadores.

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Y llegamos al puerto de El Gamo, aquí la historia tuvo su tensión. Cuentan las crónicas que las poblaciones judías y cristianas que eran las mayoritarias en estas tierras, tenían entre sí unas difíciles relaciones debido a las diferencias religiosas, llegó el enfrentamiento un Viernes Santo de 1.488 cuando los judíos apedrearon la Cruz del puerto del Gamo. En tierras cristianas terció el duque de Alba, que condenó a los judíos y mandó convertir su sinagoga en templo cristiano. En 1706 se construye la basílica de la Cruz Bendita en lo que fue la sinagoga. Y aquí sigue.

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Estamos en un Lugar de Interés Comunitario (LIC) para la Unión Europea, Sierras de Risco Viejo, que recoge desde las sierras del Gorrero, Dios Padre, de Santa Bárbara, del Cancha, del Castillejo hasta esta de la Pesga. El interés de esta área se debe a la presencia del Lince Ibérico y su introducción en esta zona. Aquí cruzamos la carretera que une las dos comarcas.

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La ermita conserva el original aspecto de sinagoga pero ningún elemento de su pasado judío. Sólo una inscripción en la entrada recuerda aquellos hechos.

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A la ermita la rodean dos merenderos: el del Puerto del Gamo y el del Canchorro.

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El puerto es un excelente mirador que te deja observar la parte de Tierras de Granadilla, los olivos siguen siendo los dueños del paisaje.

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Hacia el otro lado Casar de Palomero se aleja, al fondo las Hurdes altas y el límite de provincia.

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Bordeamos el Cerro del Gamo en un primer ascenso suave, llegando la loma del Canchorro, divisamos una de las tres alquerías de Casar de Palomero, Rivera Oveja y ese paisaje de Hurdes que tanto enamora.

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Llegamos al Collado de Valdecorrales y comienza el espectáculo, a partir de ahora caminaremos por la cuerda del Pinajarro…

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…disfrutando, por un lado, las Hurdes…

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…al otro, las Tierras de Granadilla, las aguas del Alagón domado por el embalse de Gabriel y Galán y al fondo Gredos y los Montes de Tras la Sierra.

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De nuevo hay que subir, hasta el Alto del Pinajarro, por un camino que separa las tierras ganadas del bosque mediterráneo original.

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Es el tercero de los ascensos de la ruta que va acumulando desniveles en las piernas y belleza a los paisajes.

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Al fondo Cambroncino alquería de Caminomorisco y las sierras que limitan las Hurdes bajas.

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Sigue el ascenso, una vaivén de cuestas, arriba y abajo. Bajas, pero sigues subiendo. Casar de Palomero va quedando más lejos

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Hacía el lado del embalse granadino, Mohedas de Granadilla, en mitad del llano. Rodeado de pequeñas islas de robles y castaños y olivos, siempre olivos, muchos olivos.

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La sierra de Santa Bárbara, Casar de Palomero y nosotros, subiendo claro.

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A medida que ganas altura, ganas paisajes. La orografía de Hurdes se muestra como es, al fondo las Mestas y la Peña de Francia en Salamanca.

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Aprovechamos para descansar en el Alto de Pinajarro a 862 metros de altitud después de un duro ascenso. Reponemos fuerzas.

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La bajada por el Collado del Pinajarro no es menos complicada, son caminos de tierra y piedra suelta que nos hacen extremar precauciones.

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Una sierra entre dos tierras. Las del Granadilla, las del poeta Gabriel y Galán guardan muchos secretos y lugares magníficos, la desahuciada Granadilla convertida en campamento a costa del dolor de sus gentes; la ciudad romana de Cáparra nunca valorada, El Anillo esa inversión millonaria, y magnífica, que nadie se atrevió a usar con cabeza. Puentes romanos, ríos, dehesas, embarcaderos, pueblos magníficos. Una tierra poco vendida y menos enseñada, pero con unas posibilidades para el turismo más que sobradas, pero no han dado con la tecla.

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Es un paisaje suave por este lado que deja ver al fondo la cumbres de Gredos, aún con nieve. Desde aquí no se aprecia pero estamos en una gran isla rodeada por la masa de agua del embalse de Gabriel y Galán y el río de los Ángeles.

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Este trazado entre huertos y jaras, balcón de paisajes no deja de enamorarte ni un metro de camino.

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Detrás de nosotros se puede ver el camino seguido, por la lomas de sierras, estas enseñan los trasquilones que el hombre ha hecho a la montaña para cuajarla de olivos, interminables bancales en una tierra que se ha convertido en intensiva e irregular. Es la primera parte de la ruta con sus subidas y bajadas.

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Esta parte es más llana, venimos andando por esa larga cuerda que muestra ambas comarcas y que ahora se ve así en el último ascenso de la ruta que nos lleva al Pico Blanco.

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Arriba en lo alto de la sierra del Manzano, en el Alto del Culebro, a 959 metros de altitud, un balcón nos invita a disfrutar de verdad de la magnífica tierra que nos rodea. Llegamos al destino de la ruta.

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Aunque aún hay que descender hasta La Pesga, fin de ruta, a los pies del río de los Ángeles. Aquí nos relajamos un rato largo y disfrutamos de una vista privilegiada.

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En esta sucesión de valles y aguas, donde el Alagón dibuja meandros como el del Melero.

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No tan lejos el Valle del Ambroz, con el Sistema Central al fondo, cumbres nevadas que se ven desde aquí.

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En este balcón todo es visible, las Tierras de Granadilla, como desde ningún sitio, como dicen en la comarca. Es una visión en 360º, un regalo para quienes amamos el campo, quienes tenemos a Extremadura en la cabeza, un mapa a tamaño real que despierta cualquier imaginación.

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Aquí apoyado me acuerdo de Unamuno: «Si en todas partes del mundo el hombre es hijo de la tierra, en Las Hurdes la tierra es hija de los hombres».

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Hasta la foto de grupo deja esta imagen del fotógrafo. Juan Antonio hace estas cosas para obtener la mejor instantánea.

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Acerco el zoom de la cámara para que veáis El Anillo, el que han llamado Centro de Tecnificación Deportiva, una isla que quería convertirse en un referente en la I+D+i deportiva pero que se quedó ahí.

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Iniciamos el descenso hasta La Pesga, más de 500 metros en 4 kilómetros que restan de ruta, todavía quedan paisajes.

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Nos preparamos para el tramo más duro, la bajada más pronunciada. Buscando el final.

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Enseguida sorteamos bancales de cerezos, aquí la flor está todavía en su punto álgido.

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Descenso constante en un zig zag que nos va acercando a La Pesga.

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Podría ser el Valle del Jerte pero este paisaje se extiende, cada vez más, por todo el norte extremeño.

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No le gusta al dueño que la gente pase por aquí, cierto que lo vimos al salir, pero nosotros somos gente tranquila que nos limitamos a disfrutar del entorno, sin molestar.

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Y entonces, cuando cae la luz de la tarde, llegamos a La Pesga y comenzamos a recordar paisajes. Dice el ayuntamiento en su página que «Las laderas de las sierras son utilizadas para el cultivo del olivar, muy extendido por la zona. El clima mediterráneo continental templado hace de la ribera del río uno de los mejores parajes en la época estival para refrescarse en sus abundantes aguas, además de disponer de las nuevas instalaciones de piscinas municipales y otras para zona de acampada».

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Hay caminos que pintan paisajes. Unen, o separan como quieras verlos, espacios, territorios. Caminos en los que certificas que las Tierras de Cáceres son un todo, y a la vez tan distintas que las distingues nada más verlas. Cuando las Hurdes entró en la leyenda se abrieron los caminos a sus gentes y a las de fuera. Hoy son un privilegio, tierras para enamorarse; cerca, el valle que hoy anega el Alagón presume de su fértil tierra, la dehesa ha dado paso a legiones y legiones de oro líquido. En este valle de las Tierras de Granadilla, en los que hasta el agua es sosiego; donde ejerció el poeta salmantino Gabriel y Galán y encontró la paz necesaria para escribir versos como estos:

Dos paisajes: el uno soñado
y el otro vivido.
¡Cuán amarga, sin sueños, me fuera
la vida que vivo!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Era un trozo de tierra jurdana
sin una alquería;
era un trozo de mundo sin ruido,
de mundo sin vida.

                                                                                                                                            ©vicentepozas2016

Ruta al Pico Pitolero

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A las Tierras de Granadilla y el Valle del Ambroz les separan del Valle del Jerte los Montes de Traslasierra, la parte más occidental de la Sierra de Gredos en el Sistema Central. En estos Montes el pico más elevado es el Pitolero, 1.354 m de altitud, un faro desde el que disfrutar en 360º del Valle del Jerte, el Ambroz, las tierras de Granadilla y el pantano de Gabriel y Galán y serranías como Hurdes, Peña de Francia, Sierra de Gata y los Montes de Toledo en las villuercas cacereñas. Esta es la ruta que hacemos hoy, la subida al Pico Pitolero partiendo de Cabezabellosa en Tierras de Granadilla, pasando al Valle del Jerte y volviendo al punto de origen, 15 kms con un ascenso de 4,5 kms seguidos pero muy suaves que hacen la subida muy cómoda y tranquila. Es una ruta de dificultad media-baja pero que nos invita a disfrutar de paisajes excelentes.

Os dejo el track para GPS

Comenzamos en Cabezabellosa, una localidad que pertenece a la comarca de Trasierra-Tierras de Granadilla, un balcón del valle por su situación a 840 metros de altitud. El pueblo de calles empinadas tiene apenas 500 habitantes y se asoma a la comarca desde todos los rincones.  La ruta la iniciamos nada más entrar en el pueblo, unos metros más adelante veremos una pequeña plaza por la que encaramos la calle de la izquierda y ascendemos hasta toparnos con la carretera que lleva a El Torno y el Valle del Jerte, ahí comienza a la subida al pico Pitolero.

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Mientras camináis por el pueblo no dejéis de fijaros en los nombres de las calles, no tienen desperdicio.

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El primer tramo, de apenas 200-300 metros es el más empinado hasta alcanzar el depósito de agua de la localidad, en el resto se suaviza la pendiente. Sí es cierto que nada más comenzar el ascenso empezamos a disfrutar de un excelente entorno; lo primero, el propio pueblo de Cabezabellosa y su enclave natural, con la ermita de Nuestra Señora del Castillo sobre el pequeño promontorio, el cerro del Búho, que oculta la localidad de la vista de quienes recorren la autovía de la Ruta de la Plata.

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Uno de los regalos de la ruta es que ascenderemos por la loma de la Sierra de Cabezabellosa como si fuese un gran balcón que nos enseña buena parte de la comarca. Hay días, como este, en que las nubes se suman al paisaje y lo hacen más mágico todavía.

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La ausencia de árboles y matorrales altos facilita la contemplación de las Tierras de Granadilla y buen parte del Valle del Ambroz. Ascendemos por la zona de El Manzano.

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Desde aquí los primeros pueblos del Ambroz, en primer término lo que llaman la Piedra del Majadal y el Collado del Cerezal.

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El agua es una constante en toda la ruta, en esta loma de la sierra son múltiples las cascadas, fuentes, riachuelos, pozos y manantiales con los que te cruzas, algunos aprovechados para tomas de agua.

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Algún roble perdido de los muchos que debieron poblar la sierra y ahora jara y retama, vegetación baja.

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Es verdad que las nubes son un regalo que le da magia al paisaje…

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…pero en días claros la vista se pierde. Zarza de Granadilla  a la derecha, el pantano de Gabriel y Galán y se pueden ver, para quienes conocen la zona, El Anillo y Granadilla.

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El día sigue jugando al escondite y dejando imágenes magníficas sobre la Peña de Morejón.

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Aquí vemos Jarilla en primer término y Zarza de Granadilla al fondo., seguimos el ascenso, ya digo que hasta la cumbre hay 4,5 kms, suaves y cómodos.

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El agua es un regalo en la ruta, aunque yo he subido también en invierno y el agua que corre se convierte en hielo que hace el camino más peligroso. Fuentes para beber.

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Y arroyos, esta es la Garganta Cabera

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Encuentras pequeños manantiales que brotan del suelo, haciendo burbujas debajo de las piedras, suena el agua corriendo por entre las rocas, es un espectáculo

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Antonio y Teo no resistieron fotografiar este escandaloso nacimiento de una garganta que abajo dará sombra y baño.

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Es, o era, un zona para ganado, aunque ya no se ve mucho, el agua era aprovechada para abrevaderos de animales.

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Le preguntas a Teo ¿cuántas fotos echas en una ruta como esta? ¡cienes y cienes! No es para menos.

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El día sigue jugando al escondite y nosotros seguimos subiendo por una senda bien marcada que nos acerca a la cima.

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Cuando recuerdas la expresión ‘mar de nubes’ te viene a la cabeza esta imagen desde la Sierra de Cabezabellosa.

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A punto de coronar, ya ves varios picos de los montes de Traslasierra, el de Cabeza del Santo y El Fraile.

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Entramos a la cima por el Collado de Mingopedro a 1.300 metros de altitud, en cuatro kilómetros hemos subido un desnivel de 500 metros, suave.

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Y dejamos atrás las tierras llanas de Granadilla para disfrutar del Valle del Jerte.

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Entre las peñas descubres pequeñas cuevas que habrán servido, más de una vez, como refugio a personas y animales.

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Desde aquí arriba es un espectáculo el valle, Plasencia, el pantano…

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Nosotros, visitantes efímeros, no rompemos la rutina del escarabajo pelotero, que sigue acumulando comida.

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Y llegamos al final, alcanzando el Pitolero donde otro mar, este de antenas, coronan el pico.

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Una costumbre entre grupos de montañeros es subir un belén a las montañas, este que tienen bien guardadito es de un club de Salamanca.

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La buena situación de la cumbre, con vistas a varios valles es aprovechado para las telecomunicaciones,  las antenas son un punto de referencia para llegar al pico sobre todo porque en esta zona, desde que coronamos la cima no hay camino trazado y hay que guiarse por ellas para llegar a lo alto del Pitolero.

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Aprovechamos para dar testimonio de que estuvimos arriba en el punto geodésico, 1.354 metros y pusimos a posar a las mochilas como prueba de ello.

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Os decía que desde aquí el Valle del Jerte se muestra así de bonito. Los pueblos de derecha a izquierda: Casas de Castañar, Cabrero, Piornal y Valdastillas.

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Una vez arriba sólo hay que seguir la pista que baja desde las antenas, es ancha y cómoda y, como en la otra parte de la sierra ofrece vistas excelentes, ahí tenéis el pantano de Plasencia. Un paraje de excelentes prados y hermosos robles.

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En la zona más alta no quedan muchos ejemplares, cierto que los que hay son inmensos, imagino que en otro tiempo estoy sería un bosque de estos gigantes majestuosos.

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Según desciendes la vegetación se cierra y los árboles crecen en número.

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En ese bosque veréis varios restos de antiguas construcciones pastoriles. Testigo de la presencia de rebaños de ovejas y cabras en otra época. Ya el ganado es mayoritariamente vacuno.

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Robles centenarios que nos hacen pequeños, no dudes en pararte y disfrutar de ellos un rato.

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Seguimos el descenso por la zona que llaman El Colgado, la pista aparece en algunos tramos, los de más pendiente, cementada pero es bastante cómoda y no tiene pérdida.

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El camino nos va mostrando el Valle del Jerte desde otra perspectiva, frente a nosotros la sierra de San Bernabé.

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Si seguís el track, cuando ya se acaba la pista hay un desvío a la izquierda, donde aparece otro camino que nos llevará a uno de los hitos de la ruta: el roble de Romanejo.

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El roble de Romanejo, 500 años, es Árbol Singular de Extremadura, un magnífico roble de tamaño considerable, 25 metros de altura.

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Pasamos la cancela que hay frente al roble, cruzamos la carretera y torcemos a la derecha, cogiendo el antiguo camino que unía El Torno y Cabezabellosa, de hecho si giráis a la izquierda llegaréis a El Torno. 

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Alguien con gusto consideró que bien merecía la vista unas piedras para sentarse y disfrutar del paisaje.

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El camino, a ratos de piedra, entra en una especie de portilla que hace la sierra en lo que conocen como La Ventosilla.

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El camino discurre paralelo a la carretera, de poco tráfico, si acaso perdéis el camino siempre podéis ir por ella.

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En este punto no hay camino claro, se trata de atravesar un pequeño prado para enlazar con un camino que encontraremos más abajo.

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Tomado  el camino ya enfilamos hacia el pueblo, ya no hay pérdida.

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Alguna estampa nos dejan los prados cercanos al pueblo, son los últimos paisajes.

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Y entramos en Cabezabellosa por el lado contrario al que partimos. Fin de la ruta.

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Marcamos como hecho el ascenso al pico Pitolero, la frontera natural entre Granadilla y el Ambroz y el Valle del Jerte, punto de referencia: Cabezabellosa, un pueblo no muy conocido pero que es un verdadero balcón a las llanas tierras del Valle, conocerlo, un privilegio.

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Caminar subiendo montes y sierras, coronando picos y lomas, te permite una visión amplia del territorio, el nuestro, el de Extremadura, ofrece exquisitas delicias que descubres pateando senderos, marcando veredas y con la cámara al hombro. Los valles se disfrutan desde la altura, los llanos los mides cuando ascienden metros y dejas abajo pueblos, cordeles y carreteras. Tenemos la suerte en Extremadura de contar con varias cadenas montañosas que son un reto para el senderista, cuando las añades a tu catálogo de rutas, tu visión del territorio es más amplia y más precisa; reconocer pueblos, montes, sierras, pantanos te hace sentirte más apegado a la tierra, las descubres con los ojos y las guardas en la memoria, como un recuerdo por si tienes que volver. Y volveremos, lo haremos, como siempre, Andando Extremadura.-

                                                                                                                                                 @vicentepozas2016

Ruta La Chorrera. Hervás

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La ruta de La Chorrera en Hervás -Cáceres- es uno de esos senderos que repites más de una vez. Un camino que parte del barrio judío hervasense y nos lleva, siguiendo el curso del río Ambroz, hasta las estribaciones del pico Pinajarro en la Sierra de Gredos. La Chorrera es un salto de agua de casi 30 metros de altura que salva el desnivel de la montaña. Es una ruta muy popular, de hecho no es raro cruzarse con bastante gente en el camino. La belleza del paisaje, pequeños hitos de la historia de Hervás y la comarca jalonan el recorrido; bosques de robles y castaños, pozas de agua, puentes y excelentes vistas del Valle del Ambroz completan la lista de razones para no dejar de hacerla. Es de dificultad media, con unos 600 metros de desnivel de subida y otros tantos de bajada y de casi 14 kms, es de ida y vuelta.

Track para GPS de mi compañero de ruta Teófilo Amores Mendoza.

 La ruta arranca en la Plaza del Convento de Hervás, junto a la judería y la hospedería, enseguida sales del pueblo y te topas con la imagen del barrio judío y la omnipresente iglesia dde Santa María, mirador de la localidad, las primeras luces de la mañana nos descubren la villa. La ruta está bien señalizada, como PR, blanco y amarillo.

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La siguiente imagen es la del puente de hierro, perteneciente a la línea férrea de la Ruta de la Plata que dejó de funcionar en 1985. La vía sigue en pie, en desuso, reivindicada por sus vecinos que quedaron aislados del norte de España, castigados por el eterno latiguillo de la rentabilidad.

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Salimos del pueblo, dejamos las últimas casas, el matadero y tomamos por la zona de Los Corrales el camino ascendente durante algunos kilómetros, es de cemento, eso sí, flanqueado de castaños.

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El Valle del Ambroz vende su otoño mágico, protegido y rodeado de estos colores, es fácil entender esa afirmación. Un bosque elevado a pintura. Sólo hay que seguir el camino.

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Un poco más arriba aparece el albergue juvenil, ahora dormido, pero que en verano se convierte en un lugar bullicioso donde los campamentos se suceden. Aquí arriba es fácil huir del calor extremeño.

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El sol de la mañana por fin sortea el sistema central y asoman las primeras luces en las crestas de las sierras. En primer término Las Retuertas, arriba, solemne, el Pinajarro, 2099 metros de altura.

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El río Ambroz, alma de la comarca, baja al valle en un entorno idílico. Es un paisaje de cuento que parece pintado a conciencia para templar almas. En años de nieves baja bravo y valiente.

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Atravesamos el arroyo del Posturillo en la zona de Horcajo, dejando a la derecha el camino que conduce a la presa de Hervás, a nuestra derecha el cerro de Majallana por el que discurre otro arroyo. En la sierra el agua es generosa.

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Llegamos a Marinejo donde, a duras penas, se mantienen las antiguas viviendas de los trabajadores de la minicentral de luz que veremos más arriba

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El puente de Marinejo, que cruza el Ambroz, lleva a la Pista Heidi, otro camino magnífico para recorrer. El puente, de piedra, se mantiene firme. Robusto aguanta los embates del agua, ahora mansa porque el otoño es seco.

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 Esta imagen no es de la calidad que quisiese, pero es importante porque marca el punto donde debemos dejar el camino y desviarnos por un sendero que arranca a la derecha y que nos lleva a coronar la sierra. Está indicado. Podéis andar unos metros antes de tomar el sendero y acercaros a la central hidroeléctrica, La Casa de la Luz, le decíamos de chicos, cuando veníamos a bañarnos aquí.

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Paisajes del Ambroz, estampas de Gredos, rincones de sierra que se dejan ver por momentos a medida que el ascenso se hace más pronunciado y la altura nos da esa ventaja.

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La Casa de la Luz la dejamos a un lado, mientras se distancia de nosotros el cauce del Ambroz para comenzar la parte más complicada, aunque antes tendremos un regalo extra en la ruta.

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En este punto, indicado como véis, se puede optar por seguir la ruta o hacer el pequeño desvío que nos lleva a las Charcas Verdes. Son apenas 500 metros, y merece la pena, lo aseguro, luego retornaremos aquí para continuar el ascenso.

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Un pequeño camino rodeado de robles nos lleva hasta un lugar muy visitado en verano. Hay agua.

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Las charcas verdes son dos pequeñas pozas de agua que son un reclamo para el baño de los más jóvenes que vienen a pasar el día aquí, sombra y baño son la clave. Esta es la charca de abajo…

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…y esta la de arriba.

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 Retomamos al camino original, volviendo sobre nuestros pasos hasta el cruce donde estaba el cartel y comenzamos el ascenso, un sendero en zig zag que, me cuenta el amigo Teo, le llaman las 33 vueltas; yo no las conté pero no lo pongo en duda. Es la parte más dura del camino por la fuerte pendiente.

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 Ya vemos el final del ascenso, estaremos a unos mil metros de altura y disfrutaremos del paisaje en cuanto abandonemos este bosque de robles melojos. Primero, a tomar aire, la subida ha sido pronunciada.

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Al llegar arriba nos recibe un pequeño depósito que lanza al agua por una fuerte pendiente que producirá la luz abajo en la central hiroeléctrica. Hay que bordearlo y seguir el sendero.

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Pero desde aquí se dibuja el Sistema Central de esta forma. La Hoya de los Castaños, el Cerro del Moro y el Canchal de la Gallina se muestran así de tremendos. Los grandes castañares de Hervás quedan a nuestros pies.

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Hervás, el embalse de Baños, y al fondo Las Hurdes se dibujan ante nosotros. La perspectiva desde la altura del Valle del Ambroz es así de hermosa.

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Enfilando, que dice Teo, para adentrarnos en la parte más bonita del camino

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Ya con más horas de sol el Pinajarro está en todo su esplendor, el piquito de la derecha que aparece estilizado es el Tejerón.

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Comenzamos a caminar pararelos al canal que lleva el agua al depósito que hemos dejado atrás y que alimenta la Casa de la Luz.

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Sólo hay que seguirlo, rodeados de robles de nuevo, el lugar es fantástico

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Decía antes que es la parte más bonita de la ruta por el efecto que crea la acequia de agua, escondida en este bosque serrano.

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Gredos, el Ambroz, es un festival de colores. Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, que por cierto, es Fiesta de Interés Turístico Regional

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Termina el canal y cruzamos el arroyo Forero o de Las Costeras, de las dos maneras lo he encontrado para afrontar el último ascenso antes de llegar a nuestro destino.

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 Quedan pocos metros para alcanzar La Chorrera, una pequeña vereda nos lleva hasta ella bajo el bosque que cogimos muchos metros más abajo. Aunque el roble melojo es el ejemplar más abundante, nos venimos cruzando con castaños, abetos, alisos y chopos, hasta un acebo que veremos ahora.

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 Y llegamos a La Chorrera, algunos metros más arriba nace el río Ambroz, en su descenso al valle sortea los accidentes de la montaña y crea este salto de agua, lugar de peregrinación de caminantes y senderistas

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No me resisto a fotografiarme delante de la cascada. Este pequeño río, afluente del Alagón, deja esta imagen al sortear las sierras de Cerro Pinajarro, hermano pequeño del Canchal, y Las Retuertas, seguirá hasta las dos charcas verdes, atravesará Hervás, donde visita su barrio judío y descansará en el valle.

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Dejamos La Chorrera contemplando el paisaje que lo esconde, es dificilmente visible si no llegas hasta aquí pero reconforta hacerlo; la sierra siempre ha sido un refugio pero hay que pisarla.

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Iniciamos el descenso, camino de vuelta, pudiera parecer aburrido desandar los pasos, pero ahora la luz es más alta y nos brinda otro espectáculo de colores y sombras.

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El bosque gris y meloso de la ida se ha llenado de matices, y el camino se llena de gente.

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Los colores del otoño en uno de los más grandes castañares de toda la península, el de Hervás son así de impresionantes. Lo dijo Unamuno:  “Hervás, con sus castañares recoletos en la falda de la sierra que hace espalda de Castilla”. El monte Castañar Gallego es uno de los montes de castaño más importantes de Europa.

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El Valle del Ambroz es un lugar de contrastes, paisaje y paisanaje, un rincón que siempre ha sido de paso entre el sur y el norte, de ese trasiego de gentes y culturas han quedado rastros repartidos por toda la comarca.

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Restos de la vida en la sierra, estos en el camino de Marinejo, mientras tomamos el tramo de cemento que nos lleva al pueblo.

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Las luces hacen magia en la espesura, se llena de colores: ocres, rojos, verdes, amarillos, verdes…

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Las aguas que dejamos más arriba ahora se cruzan en el camino, bañadas por el sol.

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Parecía un bosque en letargo, dormido, cuando iniciamos el ascenso, pero el sol nos enseña otra cara

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Es el mismo trayecto pero distinto camino. Estamos cerca de Hervás.

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Antes del final del trayecto, un momento para echar la vista atrás y observar el paisaje desde lejos, el entorno que nos ha embelesado, es igual de magnífico en la distancia

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Hervás, vuelta al inicio. Esta imagen sintetiza todo lo visto. Ahora toca pasear por sus calles en busca de un refrigerio. Su barrio judío, declarado Conjunto Histórico- Artístico en 1969, se halla excelentemente conservado y pertenece a la Red de Juderías de España.

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 Esta la única herida que rodea el pueblo, la Vía de la Plata, abandonada. Un canto a la desidia, al olvido de los lugares pequeños; ese estigma que tenemos las tierras rurales: que no compensa. Alguien, en 1985, desde un despacho en Madrid decidió que nosotros no necesitábamos un tren ¿para qué? ¿para ir a dónde?

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 Excelente viaje y mejores sensaciones. La cordillera de Gredos alberga rincones mágicos, bosques de hadas y duendes con colores de cuento.  A los humanos siempre nos han fascinado los bosques, ese misterio que envuelve a los árboles cuando están muy juntos. Sí, así es el Valle del Ambroz, abrigo de Gredos, leyenda, rito. Cada civilización, y hay más de una, dejó aquí una historia para que se escondiese en la arboleda y pudiera ser transmitida de generación y generación. Hoy hemos venido nosotros, a recorrer el camino de La Chorrera, buscando nuestra propia historia, arriba hemos dejado parte del alma para que la protejan los dioses de la montaña; volveremos a recogerla, lo haremos como siempre,  Andando Extremadura.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2013

Subida al circo de Hoya Moros. El Calvitero y La Ceja. Gredos

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 La afición al senderismo tiene un paso más: la montaña. Cuando pruebas la experiencia de ascender a la cumbre, por lo general, repites. Coronar una cima de 2.500 metros te da la satisfacción de contemplar un paisaje abrumador. Gredos ofrece múltiples posibilidades para montañeros y senderistas. Es una excelente opción de viaje pues el Sistema Central y la Espacio Natural de Gredos son más que recomendables por paisaje y paisanaje. Esta ruta es una de las clásicas de la zona y una de las más bonitas porque te permite coronar dos cumbres: El Calvitero (2.397 metros) y La Ceja (2.428 metros), el pico más alto de la provincia de Salamanca y descender al circo glacial de Hoya Moros donde nace el río Cuerpo de Hombre que baña el Valle del Ambroz. 14,5 kms de dificultad media-alta y que se tardan casi 7 horas en completar. En la montaña, la distancia no se mide en kilómetros, si no en tiempo.

(Os dejo el Track para GPS realizado por José Luis Cabrera, que organizó la ruta)

El inicio se hace desde el aparcamiento de El Travieso, más arriba de la plataforma de Candelario, a 1.800 metros de altura, la ruta comienza con una visión amplia de la Sierra de Béjar.

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Y ya no te lo piensas, porque en cuanto arrancas a andar, comienza el ascenso y la parte más dura de la ruta con desniveles del 20%, así durante los 2,8 kms primeros.

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A medida que subes el paisaje se engrandece, si vuelves la vista atrás contemplas la sierra de Cabeza Gorda, Peña Caballera y el Picacho y pueblos de la comarca como Nvacarros, Vallejera de Riofrío o Palomares de Béjar

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Pero no te puedes parar, el ascenso lo hacemos entre los parajes de El Travieso y Hoya Mayor camino de la Cuerda del Calvitero

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Y sigues ascendiendo y aparecen Béjar y Candelario, desde aquí el aparcamiento parece muy lejano.

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Alcanzamos la sierra, la Cuerda del Calvitero por El Quemal, estamos a 2.300 metros de altura y, por fin, la pendiente se suaviza.

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Recorremos la cumbre durante un kilómetro buscando el pico más alto, aquí el aire sacude con fuerza, un viento frío, helador

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El paisaje se sigue descubriendo, aparece el embalse de Navamuño, a la izquierda el pico de La Muela y a la derecha Peña Negra

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Arriba aún hay nieve y nada mejor que retratarse con ella, aquí apenas 1 grado de temperatura, en Cáceres capital este día superaban los 20 grados

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Frente a nosotros todo el Parque Regional de la Sierra de Gredos y la Cuerda de los Asperones, debajo Las Lagunas del Trampal.

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Montañeros y senderistas nos rendimos al espectáculo, pasear por la cumbre, sobrecoge.

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Al fin llegamos a la parte más elevada de la cuerda del Calvitero, 2.397 metros, y hasta los cerros y montes se quedan pequeños, enfrente el Valle del Ambroz y la Sierra de Francia.

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Es difícil explicarlo, cuando estás arriba con el viento frío en la cara  y te paras a mirar a tu alrededor, tienes la sensación de ser mucho más pequeño, recorres el paisaje con la vista y disfrutas de un mapa real que te lo enseña todo.

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Es como enorme maqueta que se dibuja, diferente. Esta es una de las razones por las que coronas una montaña, para poder contarlo.

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Nos dirigimos ya al segundo ascenso, hasta el Canchal de la Ceja, a 2.401 metros, la elevación más alta de la provincia de Salamanca, todavía con restos de nieve

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Las elevaciones parecen suaves, es una montaña dentro de la montaña, a medida que te aproximas descubres que aún queda un buen trecho por subir.

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Sorprende lo pequeños que somos en un lugar tan grande, e inhóspito, en invierno estas cumbres deben ser peligrosas.

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Seguimos subiendo por la zona de Las Agujas hacia la cumbre más alta de todas

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 El Canchal de la Ceja, 2.428 metros de altitud, desde aquí la Sierra de Gredos parece un mar de montañas, mires donde mires, la vista se pierde en el horizonte.

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Ahora descenso hacia Hoya Moros por la loma de la Culebrilla, atentos a los pasos, la bajada es complicada.

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Delante de nosotros, Los Hermanitos, antes de descender al circo,

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Queda todo la bajada de la loma para llegar al circo glacial y disfrutar de sus dimensiones y su belleza

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Delante de nosotros, El Calvitero y la zona donde se encuentra la Cueva de Hoya Moros, abajo el Circo

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En la montaña aprendes que las bajadas, los descensos, son mas duros que la subida y en ocasiones más peligrosos, puedes salir rodando sin mucho esfuerzo

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Las dimensiones del Circo de Hoya Moros son inmensas, nosotros al lado de estas rocas de tamaño descomunal, somos apenas un punto

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Aquí en el circo glacial nace el río Cuerpo de Hombre, en estas cumbres comienza el recorrido de un curso que morirá en las aguas del río Alagón y luego en el Tajo.

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Aprovechamos para reponer fuerzas y disfrutar del paisaje magnifico que ofrece El Calvitero

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No se puede parar mucho, luego cuesta arrancar, y hay que hacerlo subiendo… otra vez

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El parque regional de Gredos y sus sierras, un territorio plagado de rutas, senderos y propuestas

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Desandando los pasos por la cuerda del Calvitero

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La parte dura de la ruta es el descenso por el Quemal hasta el punto de salida, 3 kilómetros de bajada

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Las rodillas tienen un duro trabajo por delante, acompañarse de bastón ayuda bastante

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El paisaje vuelve al verde, abandona el tono tierra, los colores helados de las cumbres donde sólo hay roca suelta, piedra rota a causa de los fríos y el viento de la montaña. Nosotros finalizamos la caminata, satisfechos y el recuerdo que te bajas de un camino único

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Gredos es un paraíso para el caminante, una vez que lo has probado quieres volver a pisarlo. La montaña, es el paso siguiente, la aventura de la naturaleza que comienza en senderos y veredas, termina aquí en la cumbre. Y merece la pena.

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Ruta por los Bosques del Ambroz

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   (SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

Cada otoño el Valle del Ambroz, en el norte de Cáceres, experimenta una transformación que no deja indiferente a nadie, sus bosques de castaños, robles, alisos, chopos, olivos, encinas y alcornoques ofrecen una gama de colores inimaginable. Un espectáculo en las faldas de las montañas de Gredos. Desde hace quince años los habitantes de esta comarca lo han llamado ‘Otoño Mágico en el Valle del Ambroz’ y lo celebran por todo lo alto. Lo pone de manifiesto la oferta turística, sus recursos y sus variadas posibilidades hoteleras, por ello, cada vez más gente disfruta del Valle del Ambroz, también en otoño.

Entre las muchas actividades que incluye el programa están las rutas senderistas, la más conocida es, sin duda, la denominada ‘Los Bosques del Ambroz’, 22 kilómetros de puro placer que comienzan en La Garganta y terminan en Segura de Toro, dos pequeñas localidades de montaña que son un reflejo vivo de que aquí arriba, el otoño es magia pero la vida no es tan bucólica.

Nosotros vamos a recorrer este Sendero Local de la mano del Grupo de senderismo La Vereína un día de primeros de noviembre, una jornada en la que no faltará ni la lluvia, ni la niebla, ni el sol. Arrancamos en La Garganta subiendo el Cerro de Cabezo Grande, en dirección al Cordel del Berrocal.

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El otoño asoma en cuanto las pocas casas del pueblo nos dejan ver el paisaje, se intuye el bosque entre la niebla.

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Ascendemos nada más comenzar, los primeros setecientos metros de camino son de subida, el resto nos llevará hasta la zona más baja del valle.

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La primera visión es la de este bosque de pinos, arboledas destinadas a madera que arropan antiguas costumbres de antaño…
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La primera es este antiguo Pozo de Nieve recuperado para que no se pierda la tradición y el recuerdo de los viejos oficios. La nieve siempre estuvo ahí, pero comienza a valer dinero cuando en el siglo XVI se pone de moda el gusto por los refrescos, los helados y las bebidas frías. Los boleros hacían bolas de nieve que atrevesaban con un palo de roble que dejaban al raso para que se endureciese.
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Las bolas de nieve eran arrojadas al pozo donde se aplastaban y compactaban, eran separadas cada poco con capas de paja para facilitar el corte. La nieve se convertía en hielo, se troceaba y era transportada en mulas hasta pueblos y ciudades, llegaban incluso a Plasencia. Hoy es un lugar de visita.
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Tras caminar unos metros por la carretera local que une Hervás y Candelario, cruzamos el antiguo cordel ganadero del Berrocal y comenzamos el descenso por la zona llamada del castañar
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Robles y castaños dibujados, intuidos, hoy entre la niebla, una humedad de bosque que se manifiesta en colores.

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Se intuye un paisaje formidable, cada oquedad del camino enseña un trocito de otoño. Seguimos bajando, un descenso desde los 1200 metros de altitud hasta los 850 metros.
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Un festival de colores, un cuadro dibujado con infinitas luces, tantas como el día. La bajada nos lleva hasta el río del Valle, entre la Cerrada de Venera y la Cerrada del Santo

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La zona más baja del valle, que llaman de Santihervás, guarda un curioso bosque, el bosque galería, bosque de ribera o soto, de vegetación riparia, es decir, que sobrevive fundamentalmente por la humedad del suelo, ahora una zona inundada por el agua abundante de este otoño
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Una ribera, la del río del Valle que dibuja rincones como este

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Junto al bosque beneficiados por la humedad, verdes prados que parecen postales. Obligados a atravesar uno de ellos porque el camino estaba inundado
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Más postales, más imágenes bucólicas, más otoño… Ambroz

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Nosotros volvemos al bosque galería, sorteando el agua, las ramas y los árboles que caen cada otoño

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Antiguas viviendas, ahora abandonadas, sobreviven a los años, pero nos regalan paisanaje

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A vueltas con el bosque galería, cerca ya de Hervás, donde la humedad es más que palpable, fijaos en los troncos de los árboles, cubiertos de hiedras

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Es un placer caminar por esta pequeña selva fluvial, un rincón de agua, bosque, un sendero atravesado por troncos, agua, y hojas que lo hacen más apetecible

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De repente el paisaje cambia, ahora rodeados de helechos y castaños caminamos por el Llano Velilla, cerca de otra ribera, esta la del río Balozano que atravesamos por el Puente de la Tejea.
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Este río va a morir más adelante a las aguas del río Ambroz que da nombre al valle

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Los puentes y túneles de la antigua Vía de la Plata, el ferrocarril que unía Cáceres con Salamanca, son visibles en el recorrido. Un camino de hierro que dejó de usarse en 1985. Hoy son un valor añadido en el camino

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Y llegamos a Hervás, su barrio judío y el río Ambroz, saludan a la comitiva

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Atravesamos el pueblo por las callejuelas de su barrio judío, con calles asimétricas que evitaban los rigores del viento y el frío del invierno

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Tras dejar la población, tomamos el camino de Gargantilla, la próxima parada, por el impresionante castañar de Hervás donde nos visitará la lluvia
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Este bosque es el señor del Ambroz, el que le da fama, ahora es refugio y deleite de seteros, entre los helechos hay verdaderas joyas gastronómicas, damos fe de ello.
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Antes de la lluvia, pudimos comer en la zona de los Janchales, justo en el camino, que de andarlo, nos llevaría al Camino de la Sierra o Pista Heidi, otras de las rutas más conocidas

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Atravesamos la Garganta de Andrés antes de hundirnos en el Castañar del Duque, al abrigo de la lluvia que se volvía generosa

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Al salir del bosque pisamos un camino vecinal en la zona de los Conejiles que nos lleva hasta Gargantilla, una pequeña localidad que es final, o principio, de la Ruta de las Juderías, uno de los tramos del GR 10.
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A partir de ahora el paisaje es diferente, hemos dejado atrás los grandes bosques de sierra y nos adentramos en la dehesa de Gargantilla.
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Aún sobre la atalaya del camino, el Valle del Ambroz se muestra impresionante en su parte más baja

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Esta es la fotografía del camino ahora, abajo dehesa, arriba bosque, el Castañar del Duque, una joya natural
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Pequeños robledales se alternan con encinas y alcornoques, por un sendero que sigue mostrando los rigores del exceso de agua.

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Bosques mágicos en dehesa, tan atrayentes como las grandes masas de la sierra, con personalidad propia, ya falta poco para finalizar la ruta

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El camino comenzó arriba entre pinos, castaños, bosques y ahora en la dehesa, cuando 20 kilómetros en los pies empiezan a pesar un poquito, rincones como este animan a seguir andando
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A pesar de ello quedan fuerzas para sortear otro nuevo arroyo, hemos perdido la cuenta de todos los que ha habido que cruzar, el siguiente será el de llegada

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Robles y luz, agua en la dehesa del Palancar, nos espera la meta.

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En la falda del Cerro Picute, Segura de Toro saluda al caminante, aquí terminamos

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Disfrutando de un otoño dibujado, de colores; tras las lluvia, los últimos rayos de sol nos enseñan los secretos del valle, el origen de la magia, lo peculiar del otoño, árboles de oro y ocres. Camino agradecido
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En Segura de Toro, descargamos los pies, refrescamos la garganta y hablamos del camino. Cada uno guardará sus propias imágenes en la memoria, pero todos compartimos una parte de la ruta que hemos grabado en los pies. Así se mira el valle, paisaje y paisanaje, otoño iluminado.
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Teníamos ganas de volver al Valle, de oler el Ambroz, hoy lo hemos recorrido con los chicos de La Vereína y todo salió según el guión. Incluida la lluvia. Otoño Mágico, bosque poseído, cada vez que venimos, un trocito de nosotros se queda en el castañar. No sé si al regresar, volvemos a recorgerlos o a dejar un pedacito más. No lo sé, pero el Ambroz, cada año nos llama más fuerte. Otoño merecido. Agua generosa, tierra agradecida. Andando Extremadura.-

                                                                                                            ©vicentepozas2012


Ruta de las Juderías. Del Jerte al Ambroz

             (SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

Hoy nuestros pies nos llevan a hacer la Ruta de las Juderías con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres.
El Puerto de Honduras siempre ha sido eso, un lugar de tránsito, un punto intermedio que unía los pueblos, que facilitaba el movimiento de mercancías, en tiempos, no tan lejanos no crean, en los que la palabra carretera no figuraba en el diccionario. Bestias y caminos eran moneda de cambio, y las cosas había que llevarlas; las distancias, esto es un axioma en la montaña, no se medían en kilómetros sino en tiempo. Hoy estos caminos se han recuperado para un uso deportivo, de ocio y se han integrado a las redes de Senderos Locales, o Grandes Rutas y quienes los recorren son, simplemente, caminantes, senderistas o montañeros. Y este camino, denominado Ruta de las Juderías o de los Carboneros es un recorrido con historia, un trayecto de media montaña que hoy se patea por placer, pero que hace no tantos años era una cuestión de supervivencia.

La Ruta de las Juderías es un sendero que une la localidad jerteña de Cabezuela del Valle con la de Gargantilla en el Ambroz atravesando la sierra de Gredos por el Puerto de Honduras. Un cordel que aúna tres culturas: la judía, visible en Cabezuela y en Hervás, en sus recuperados barrios judíos, y puesto que los judíos fueron un pueblo dedicado al comercio, potenciaron esta ruta arriera; la cultura árabe, patente en la agricultura de bancales, terrazas visibles en las laderas del Jerte y la cristiana, que hizo suyo lo mejor de cada una de ellas.

La Ruta de las Juderías coincide al comienzo con el sendero local llamado CC 22 y en su totalidad con parte del GR 10, uno de los grandes recorridos nacionales y europeos que conectan el Mediterráneo con el Atlántico, la localidad valenciana de Puzol con Lisboa y que atraviesa dos países.

Nuestro tramo comienza en Cabezuela del Valle, en el camino de los Callejones, por una zona de huertas en bancales plagadas de cerezos.

Un camino que nos irá enseñando el Valle del Jerte a medida que vayamos ascendiendo.

Un valle del Jerte que cuida sus bancales de cerezos que serán una fiesta en primavera

El desnivel es de algo más de 900 metros, pues comenzaremos a unos 550 m de altitud a los pies del Jerte, para ascender a los 1.430 en lo alto de los Montes de Traslasierra.

Así nos adentramos por parajes como el de Las Tejás

O Las Majadillas

Quenos llevan hasta una pista forestal que recorreremos unos metros

La abandonamos para empezar a subir junto a la garganta de Honduras, por un camino con fuerte pendiente.

Un sendero que nos adentra en el bosque

Y que nos muestra arriba la cascada de Honduras, el Chorro

Un sendero que se hace duro por momentos y que de repente da un respiro para que podamos coger fuerzas, estamos en el alto de San Salvador

Se suaviza la pendiente bajando hacia otra garganta…

…el agua nos avisa

Mientras vamos encaminando nuestros pasos entre robles

Hasta que llegamos hasta el puente de Gargantahonda en la Garganta de Tejada

Comenzamos a ganar altura a la sombra de grandes robles y alisos.

Y nos acercamos de nuevo a las aguas de la garganta en una zona rica y húmeda

Descubres su riqueza, cuando casi la pisas, como este ejemplar de amanita muscaria

Buscamos el lugar más idóneo para atravesar las aguas de Gargantahonda

Ascendemos antes de alcanzar lo que llaman el Chorro

El Jerte ahora desde Gargantahonda

El Chorro cayendo al vació nos sirve para coger fuerzas de nuevo, aún quedan kilómetros de ascenso

Un pequeño descanso que nos permite contemplar la belleza de las laderas jerteñas

Y encaramos el último ascenso, las fuerzas más mermadas y la parada hacen que esta última parte sea interminable

Al llegar a lo alto de la pequeña loma y después de cruzar el valle de Gargantahonda, divisaremos las ruinas de la casa de la fuente del espino. Pasaremos por delante de la casa del espino.

Así por este paisaje de montaña terminamos las ascensión

Hemos llegado al Puerto de Honduras. Hasta aquí hemos recorrido unos 9 kms, al abrigo del refugio encontramos un lugar para el descanso y para contemplar los valles del Jerte y del Ambroz

El Puerto de Honduras es uno de esos lugares al que nos acabamos familiarizando a fuerza de oírlo repetido en los informativos de la televisión, es junto, con el Puerto de Piornal, un punto cerrado al tránsito de vehículos en cuanto la nieve hace acto de presencia en las cumbres de Gredos. Y ahí está el Puerto de Honduras, nexo de unión de dos valles, el Jerte y el Ambroz, a 1.430 metros de altura, coronado por un pequeño refugio, ahora restaurado, un lugar para mirar, no para quedarse, porque en esta cresta, cuando no sopla viento del oeste, lo hace del norte.

En días despejados, mirando hacia el Ambroz, podemos divisar la sierra de las Batuecas en Salamanca, donde sobresale la peña de Francia (1.723 m), antes se dibujan las Hurdes, Gata, el embalse de Gabriel y Galán, y muchos de los pueblos del Ambroz, Gargantilla, nuestro destino, se contempla en primer plano y tras ella, Aldeanueva del Camino y Abadía.

Recuperadas las fuerzas comenzaremos la bajada en zig zag por calzadas de piedra hasta el viejo camino de los carboneros, en referencia a que fue utilizado para traer carbón vegetal a las tierras del Ambroz desde las del Jerte.

Se descubren Gargantilla y Aldanueva del Camino y el inmenso Ambroz

Seguimos bajando por la garganta de Honduras o de la Buitrera, por un camino muy cortado, el de los carboneros

Atravesamos la Garganta, no muy brava, casi no ha llovido

Pero no por eso menos bella, embaucadora

Guillermo, alegría del grupo, demuestra sus dotes, salió seco.

Vamos bajando por un camino difícil que se va poblando de árboles

Llegamos al paraje de Las Quebradas, la tierra ya se llena de cerezos, muy comunes en esta zona
Entramos a Gargantilla por fincas de cerezos muy habituales en este lado de Gredos, aunque la Denominación de Origen y por tanto la fama, la tenga el Valle del Jerte; accedemos por una magnífica piscina natural que recoge el agua de las tres gargantas que irán a parar al río Ambroz, después de atravesar la localidad. Gargantilla tiene rincones de preciosa arquitectura popular, como el barrio Perché con sus balcones salientes de madera y paredes recubiertas de tejas para protegerlas de las abundantes lluvias de un pueblo pegado a la montaña.

Sorprenden muchas cosas en este corto viaje, ante todo la dureza de un trayecto que debió utilizarse con mucha frecuencia para evitar el aislamiento de pueblos y comarcas; la osadía de quienes debían recorrerlo cargados de carbón, alimentos, prendas o enseres necesarios. Recuerda que la vida rural que ahora se nos antoja tan bucólica a nosotros, urbanitas que nos regodeamos en conocer sus senderos, era supervivencia, ingenio, tesón, astucia y obligación sin remedio.

Hoy toda esta historia, esta particular forma de vida es un reclamo: lo duros otoños ya son mágicos y visitables, la recolección de los cerezos es una fiesta y los caminos, una atracción para el viajero que busca, en la rutina de la ruralidad, una vía de escape a la presión del asfalto, de la aglomeración y del ruido, a la obsesión de la ciudad. Andar, como todo, es fácil, es cuestión de ponerse. Nosotros volveremos a hacerlo, Andando Extremadura.
©vicentepozas.febrero2012

Ruta de La Garganta a Hervás. El Cordel del Berrocal

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAS SOBRE ELLAS)Tocados por la belleza del Ambroz en otoño hemos realizado otra de las rutas senderistas que el grupo de desarrollo local, DIVA, organiza con motivo del Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, arropadas bajo la denominación, acertada, de Paisaje y Paisanaje. Una fiesta que ya es de Interés Turístico Regional. En esta ocasión recorremos el Cordel del Berrocal, una antigua ruta ganadera, y subimos a uno de los miradores naturales del Valle, el Monte del Picuruju (o Picurujo). Apenas 11 kms de deliciosas vistas que nos llevarán desde la localidad de La Garganta hasta Hervás. Y aquí comenzamos, en La Garganta…

Este pequeño pueblo de montaña está metido entre bosques y sus calles se asoman a ellos.

Abandonamos el pueblo andando apenas unos metros por la carretera que lleva hasta Hervás y Candelario.
Y tomamos a la derecha por el que conocen como el camino del Lomo, en un instante el bosque nos rodea


Atrás queda La Garganta nosotros ascendemos despacio buscando el Cordel

El Otoño aquí arriba está lleno de tonos a pesar del día plomizo. Discurrimos por el paraje que se denomina El Molino

Este camino fue, años atrás, el utilizado en el pueblo para bajar hasta Hervás y conectar con la ruta transhumante
Una calzada de piedra, bien conservada, se oyen tus pasos en el silencio del camino

Un paisaje que el hombre ha convertido en paisanaje, salpicándolo de construcciones

Más arriba el bosque de mezcla con el matorral de montaña. Este paraje recibe el nombre de El Lomo
Y por él desembocamos en el Cordel del Berrocal, a la altura de Majalalosa. Esta antigua ruta trashumante de ganado forma parte de lo que llamaban el Camino de los Paporros y que comunicaba con las grandes cañadas reales que atraviesan el Valle

Dirigimos nuestros pasos por el Paraje de las Cabezuelas hacia el Pico del Picuruju, mirador natural del Ambroz.
A medida que ascendemos el Valle descubre su magia, la que le otorga el natural otoño


Los árboles amarillean en noviembre, creando esta imagen tan singular

El camino en desuso ha sido invadido por retamas, hay que sortearlas intentando no perderse
Tocamos apenas el Pico del Picuruju de 1.178 m de altura para disfrutar desde su atalaya


Abajo queda el bosque con su gama de otoños

Asoma Hervás descansando sobre las orillas del Ambroz.

Y Aldeanueva del Camino y el gran valle

Nosotros reagrupamos impresionados contemplando abajo el Embalse de Baños
Siguiendo el Cordel, apenas dibujado ya, descendemos por los parajes del Pucherito y la Pellereja

Hasta tocar la antigua Vía férrea de la Plata que dejó de funcionar en diciembre de 1985 y que arrebató a Extremadura el único transporte público que nos comunicaba con Castilla y el Norte peninsular

El Valle quiere despertar por segundos de este día de otoño

La sierras de Gredos albergan las primeras nieves en este paisaje robado

Nosotros seguimos la vía del tren que facilita el camino
25 años de desuso deterioran la infraestructura que sorprende con sus carteles y construcciones oxidadas

Así llegamos a la curva de Romañazos mientras atravesamos el río del Valle

Los prados aquí abajo componen su propio paisaje, es por esto que el otoño aquí es un reclamo turístico

La imagen estilizada de los chopos que parecen querer saltar del suelo

Luisa, paciente, me espera mientras voy fotografiando la magia del Ambroz que ahora pone ella.

De repente la vía parece terminarse, comida por la vegetación…
…y de repente la descubrimos escondida entre la espesura, dibujada.

A medida que nos acercamos a Hervás la actividad humana se hace patente

Entramos por la zona del Mediano y Hervás ya nos saluda.

Su impresionante Barrio Judío, que forma parte de los Caminos de Sefarad recibe a los caminantes
Hervás dibujada, refugio de conversos, historia recuperada de un pueblo que se escondió en este Valle.

Atravesamos el río Ambroz por este antiguo puente

Y llegamos a Hervás. Fin de la Ruta. Un camino que antes debían hacer hombres y bestias para sobrevivir y que nosotros, de una manera más lúdica, hemos querido recorrer y recoger para que no se pierda.
Caminos, sendas, cordeles que forman parte de la historia y que se recuperan gracias a iniciativas como las propuestas por la fiesta del Otoño Mágico. Una delicia, añadida, recorrerlo con las gentes de aquí que cuentan sus vivencias, exteriorizan sus recuerdos para que la tradición oral las haga suyas y, afortunadamente, no terminen perdidas en el olvido.
Ahora toca disfrutar de una deliciosa comida en Hervás, su amplia oferta gastronómica es una invitación una quedarse, que para eso hemos venido hasta aquí….Andando Extremadura.
©vicentepozas.2012

 

Ruta Sierra de la Muela, el Pico de los Dos Nombres

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

Guiados, un año más, por los amigos del Grupo de Acción Local DIVA, Desarrollo Integral del Valle del Ambroz, Luisa y yo hemos vuelto a participar en el Otoño Mágico del Valle del Ambroz ahora que, en su XIV edición, estrena título de Fiesta de Interés Turístico Regional. Entre sus muchas actividades, a nosotros nos gusta una que ellos denominan «Paisaje y Paisanaje», se trata de pequeña rutas senderistas que enseñan rincones menos conocidos del Valle, recorriendo, cordeles, senderos, vías pecuarias y caminos que te muestran un punto de vista que perdemos en las visitas más convencionales.
Hemos comenzado por acudir al pueblo más alto del Ambroz, La Garganta, un enclave de montaña de calles estrechas y empinadas con una carretera de ascenso que te invita a pararte en cada curva. La ruta no parte del pueblo, sino de un punto en la carretera de Hervás-Candelario, más arriba, concretamente en el Corral de los Lobos, una vez pasado el Pozo de Nieve….
Amanece en el Valle del Ambroz, un día claro de otoño, que promete…

Este es el Corral de los Lobos, una antigua trampa de canes en estas tierras dedicadas al ganado y donde abundaban las manadas de lupus que tenían la comida asegurada. Básicamente era un corral en el que colocaban un animal vivo que atraía a los lobos, entraban sí, pero ya no podían salir. Cuando llegamos nos encontramos con la grata sorpresa de que lo están recuperando para que pueda visitarse y con paneles explicativos para que no se pierda esta parte tan bonita de la historia. A nosotros nos explicaron cómo funcionaba la trampa…


En esta ocasión la ruta propuesta es la denominada «El Pico de los Dos Nombres», se llama así a la Sierra de La Muela que es también conocida como Los Dos Hermanitos, desde aquí disfrutaremos de magnificas vistas del Ambroz.
Iniciamos la ruta con un pequeño ascenso por el Cordel del Berrocal en un tramo que transcurre entre los picos de El Horcajuelo y El Corralejo desde donde disfrutamos de una vista completa del Embalse de Fuente Santa, cuya cola marca el límite entre Extremadura y Castilla y León

Descendemos hasta coger el camino de Las Majadillas que nos ofrece una vista magnífica de este pequeño valle oculto a la vista con Hervás al fondo.

A este hora temprana de la mañana, la luz dibuja el monte y va descubriendo sus riquezas. Estamos en las estribaciones de Gredos.

Vamos recorriendo la Cordillera del Molinillo del Hornillo donde se sitúa el Pico de La Muela, 1626 m, que rodearemos buena parte del camino. Hervás nos acompaña en este tramo.

A medida que ascendemos descubrimos por qué el Otoño es magia en el Ambroz

A nuestra izquierda nos queda este pico, más alto que la muela y que se conoce como La Cruz de Jeromo
Nosotros, de vez en cuando, hacemos una parada que nos reagrupa y que los oriundos aprovechan para relatarnos historias de la zona en la que no faltan lobos, aviones de guerra caídos y tiempos difíciles no tan lejanos.
De camino hacia La Muela, la sierra de Béjar nos enseña secretos como el nacimiento del Río Cuerpo de Hombre que terminará en Hervás juntándose al Ambroz
Abajo, la vida sigue y el ganado disfruta de los primeros pastos de otoño en la zona de La Dehesa
Encima de Hervás, la Sierra del Pinajarro. Lo que tiene subir a lo alto es lo que te enseña; en días claros como este, mucho más…
Aquí los extraños somos nosotros, estas gentes hacen su vida, cuidan de su ganado…
En el Pico de La Muela, una parada para escuchar historias de aquí, que han pasado de abuelos a padres, y de estos a nietos y que nosotros, forasteros, turistas, viajeros o caminantes nos llevamos a otra tierra, casi hurtadas, para contarlas nosotros.
La Muela, rodeada de pinos, enseña su corona de piedras que vigilan el Valle, no es extraño que en otro tiempo estos parajes fuesen refugio de maquis en rincones inaccesibles desde los que se oteaba a cualquiera muchos kilómetros antes de acercarse.
Comenzamos a bajar, enfrente Peña Negra.

Al fondo el sendero que nos trajo hasta la sierra es ahora dibujado por ciclistas. Este es un valle vivo, siempre recorrido.

Mientras descendemos por la falda de la sierra aún descubrimos, a lo lejos La Hurdes y la Peña de Francia en La Alberca salmantina.
Todo es visible, Ambroz, Gata, Hurdes… sierras del norte de Extremadura.
Sierras onduladas, colores de otoño. Peña Negra asoma
La Sierra es bosque, chopos, castaños o pinos como ahora…
Este valle se apoya en la denominada Majada de la Cruz
Enfrente, La Solana conserva el uso ganadero de estos parajes y dibuja esa imagen que todos buscamos capturar.
Retomamos un trozo de la carretera que comunica Hervás y Candelario camino de nuestra meta.
Tras nosotros Gredos enseña la primeras nieves, justo detrás está la Estación de esquí de La Covatilla

El Valle es descanso, un pequeño espacio donde apetece parar el tiempo, quedarse. Hemos llegado al punto de partida.
La ruta ha terminado, apenas 14 kilómetros de fantásticas vistas, postales que van dibujadas en la cámara y que nos llevamos de recuerdo.
Nosotros bajamos a La Garganta porque cada octubre y noviembre, desde hace 14 años, el Valle es una fiesta, hoy con cabezudos y esta divertida capea infantil que hizo las delicias de todos. Actuaciones musicales, migas, calbotes… Y así sigue, ocho pueblos que celebran la magia de lo auténtico, los ocres, dorados y rojizos de un sol otoñal que lo envuelve todo. Bosques que hablan, personas que florecen, frutos que sueñan en estas tierras que han sido a lo largo de los años lugar de paso y descanso. Es un rincón que guarda en su historia recuerdo de todos. Es un homenaje a Extremadura, en el Ambroz, un Valle que lo condesa todo por arte de magia.
Luisa y yo hemos vuelto a compartirlo, andando Extremadura.
©vicentepozas.noviembre2011