Cada otoño el Valle del Ambroz, en el norte de Cáceres, experimenta una transformación que no deja indiferente a nadie, sus bosques de castaños, robles, alisos, chopos, olivos, encinas y alcornoques ofrecen una gama de colores inimaginable. Un espectáculo en las faldas de las montañas de Gredos. Desde hace quince años los habitantes de esta comarca lo han llamado ‘Otoño Mágico en el Valle del Ambroz’ y lo celebran por todo lo alto. Lo pone de manifiesto la oferta turística, sus recursos y sus variadas posibilidades hoteleras, por ello, cada vez más gente disfruta del Valle del Ambroz, también en otoño.
Entre las muchas actividades que incluye el programa están las rutas senderistas, la más conocida es, sin duda, la denominada ‘Los Bosques del Ambroz’, 22 kilómetros de puro placer que comienzan en La Garganta y terminan en Segura de Toro, dos pequeñas localidades de montaña que son un reflejo vivo de que aquí arriba, el otoño es magia pero la vida no es tan bucólica.
Nosotros vamos a recorrer este Sendero Local de la mano del Grupo de senderismo La Vereína un día de primeros de noviembre, una jornada en la que no faltará ni la lluvia, ni la niebla, ni el sol. Arrancamos en La Garganta subiendo el Cerro de Cabezo Grande, en dirección al Cordel del Berrocal.
El otoño asoma en cuanto las pocas casas del pueblo nos dejan ver el paisaje, se intuye el bosque entre la niebla.
Ascendemos nada más comenzar, los primeros setecientos metros de camino son de subida, el resto nos llevará hasta la zona más baja del valle.
Robles y castaños dibujados, intuidos, hoy entre la niebla, una humedad de bosque que se manifiesta en colores.
Un festival de colores, un cuadro dibujado con infinitas luces, tantas como el día. La bajada nos lleva hasta el río del Valle, entre la Cerrada de Venera y la Cerrada del Santo
Una ribera, la del río del Valle que dibuja rincones como este
Más postales, más imágenes bucólicas, más otoño… Ambroz
Nosotros volvemos al bosque galería, sorteando el agua, las ramas y los árboles que caen cada otoño
Antiguas viviendas, ahora abandonadas, sobreviven a los años, pero nos regalan paisanaje
A vueltas con el bosque galería, cerca ya de Hervás, donde la humedad es más que palpable, fijaos en los troncos de los árboles, cubiertos de hiedras
Es un placer caminar por esta pequeña selva fluvial, un rincón de agua, bosque, un sendero atravesado por troncos, agua, y hojas que lo hacen más apetecible
Este río va a morir más adelante a las aguas del río Ambroz que da nombre al valle
Los puentes y túneles de la antigua Vía de la Plata, el ferrocarril que unía Cáceres con Salamanca, son visibles en el recorrido. Un camino de hierro que dejó de usarse en 1985. Hoy son un valor añadido en el camino
Y llegamos a Hervás, su barrio judío y el río Ambroz, saludan a la comitiva
Atravesamos el pueblo por las callejuelas de su barrio judío, con calles asimétricas que evitaban los rigores del viento y el frío del invierno
Antes de la lluvia, pudimos comer en la zona de los Janchales, justo en el camino, que de andarlo, nos llevaría al Camino de la Sierra o Pista Heidi, otras de las rutas más conocidas
Atravesamos la Garganta de Andrés antes de hundirnos en el Castañar del Duque, al abrigo de la lluvia que se volvía generosa
Aún sobre la atalaya del camino, el Valle del Ambroz se muestra impresionante en su parte más baja
Pequeños robledales se alternan con encinas y alcornoques, por un sendero que sigue mostrando los rigores del exceso de agua.
Bosques mágicos en dehesa, tan atrayentes como las grandes masas de la sierra, con personalidad propia, ya falta poco para finalizar la ruta
A pesar de ello quedan fuerzas para sortear otro nuevo arroyo, hemos perdido la cuenta de todos los que ha habido que cruzar, el siguiente será el de llegada
Robles y luz, agua en la dehesa del Palancar, nos espera la meta.
En la falda del Cerro Picute, Segura de Toro saluda al caminante, aquí terminamos
Teníamos ganas de volver al Valle, de oler el Ambroz, hoy lo hemos recorrido con los chicos de La Vereína y todo salió según el guión. Incluida la lluvia. Otoño Mágico, bosque poseído, cada vez que venimos, un trocito de nosotros se queda en el castañar. No sé si al regresar, volvemos a recorgerlos o a dejar un pedacito más. No lo sé, pero el Ambroz, cada año nos llama más fuerte. Otoño merecido. Agua generosa, tierra agradecida. Andando Extremadura.-
©vicentepozas2012