Ruta por la Vía Verde de la Plata. Béjar-Hervás


Nadie duda de que su cierre fue un mazazo para la economía extremeña y para la movilidad de los extremeños. La antigua vía ferroviaria de la Ruta de la Plata que nos comunicaba en tren con el Norte de España fue cerrada en 1985, desde entonces venimos reclamando su apertura. Hoy, visto que es un trazado obsoleto y sin posibilidad de uso, nos alegra que se haya convertido en un producto turístico y que, como entonces, sea un motor económico para las gentes de estas comarcas. Nosotros hemos hecho el tramo que va desde Béjar a Hervás, 21 kms, sencillos pero de una belleza suprema, sobre todo en otoño. Este tramo recorre el cacereño Valle del Ambroz  y en otoño es un espectáculo.

Os dejo el track para GPS aunque es imposible perderse 

Nosotros comenzamos en la vieja estación de Béjar, hoy convertida en albergue, donde os aconsejo desayunar, o comer si hacéis la ruta al revés, justo detrás está la Vía Verde y aquí comenzamos a andar…

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La denominación de Vías Verdes responde a la filosofía de recuperar estas infraestructuras: «En España, existen más de 2.700 kilómetros de infraestructuras ferroviarias en desuso que han sido reconvertidas en itinerarios cicloturistas y senderistas en el marco del Programa Vías Verdes, coordinado por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles». Estos recorridos ferroviarios conservan la belleza de los trenes antiguos y sus infraestructuras se han respetado y mejorado en algunos casos. Sólo han desaparecido los antiguos raíles y hoy son transitables a pie o en bicicleta.

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Y esto, la convivencia entre ciclistas y senderistas, es algo que deberéis tener en cuenta porque no siempre es fácil e incluso puede resultar molesto para unos y otros. Mi consejo es que vayáis caminando por la derecha para que las BTT puedan circular sin problemas, porque os podéis llevar más de un susto.

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Se le notan los años a la vía, tiene el encanto de las cosas antiguas vestidas con traje nuevo, como una restauración donde conviven ambas épocas. Hay que añadir que estamos caminando por la estribaciones de la Sierra de Gredos y esto le confiere al paisaje un encanto especial.

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Es otoño en estos bosques de robles y castaños y los caminos se dibujan de hojas que conforman una paletas de colores que va del amarillo al ocre y de los rojos a los marrones.

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Hasta los viejos puentes se mimetizan con el paisaje. Un tren de personas que atraviesa esta vía que hasta hace poco era intransitable, sumida en el abandono.

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La Vía Verde de la Plata se irá completando poco a poco, hoy están abiertos oficialmente apenas unos kilómetros, pero se trabaja para que, en breve, esté transitable desde Plasencia hasta Béjar. De hecho se puede convertir en una ruta alternativa del Camino de Santiago de la Vía de la Plata. Lo que es una realidad, es que será un camino muy transitado, de hecho lo es ya a pesar de continuar en obras.

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El otoño nos regaló uno de esos días mágicos, casi únicos, aquí en estas laderas del sistema central, plagado de bosques caducifolios, el otoño es una fiesta. Lo es también para los sentidos, una fiesta. Parajes que son como un cuadro dibujado.

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Paisajes domados, convertidos en rincones idílicos, de postal. Praderas que recuerdan a aquella serie de dibujos animados ‘Heidi’, de hecho y como curiosidad, en aquellos años en que se emitía esta mítica serie, se construía una pista de tierra a unos mil metros de altitud en la ladera de estas sierras que los paisanos bautizaron como Pista Heidi, y con ese nombre se ha quedado.

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En esta vía hoy circulamos personas, hemos tomado el camino y, como aquellos viajes en tren, disfrutamos del paisaje con mucha calma y con el romanticismo que aún conserva el trazado.

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Bosques y praderas, paredes de piedra seca, patrimonio de la humanidad, aquellas postales que veías en tren y que hoy puedes fotografiar sin prisas.

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Uno de los añadidos de las Vías Verdes es su magnífica y constante señalización. Medidas de seguridad con vallas de madera donde existe peligro de caída. Sólo esperamos, desde Andando Extremadura, que se piense en el mantenimiento de esta infraestructura, que no haya que lamentar su abandono dentro de un tiempo.

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Más de un siglo de vida, más de 30 años de abandono se dejan ver, la naturaleza ha recuperado su sitio en estos lustros y esto le otorga más belleza aún al camino. A nivel de senderismo puede incluso resultar aburrido, pues no hay desniveles y el piso es constante, pero la vista lo compensa.

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A esto hay que añadir que aquellas viejas estaciones o las casas de los trabajadores de RENFE se han recuperado y se convierten en infraestructuras del camino: albergues, cafeterías, centros de interpretación, alojamientos rurales. Será un destino muy demandado cuando esté finalizado y en uso.

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Una vía férrea que hoy es un camino en medio de los bosques, que en esos días en los que el otoño se desnuda, son como un cuento de hadas. Un regalo para el karma de cada uno. Un bosque habitado.

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Las imágenes están, solo hay que verlas. Con esta fotografía, por cierto, gané un concurso sobre el otoño en el Valle del Ambroz. Ahí os la dejo.

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De repente el bosque se abre, la altura nos permite descubrir el valle del Ambroz en todo su esplendor: abajo la romana Baños de Montemayor, detrás las aguas del pantano del Ambroz.

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La ruta está salpicada de túneles, que se iluminan a nuestro paso, algunos de casi un kilómetro.

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Lo mejor de todo es que se ve la luz al final del túnel…

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Agujeros en la montaña que siguen supurando, rodeados de bosque. Sorprende mientras vas caminando observar la labor que se ha hecho para recuperar el camino que, en muchos de sus tramos, estaba comido por la vegetación.

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Encima de Baños, en la antigua estación, una zona de descanso con servicios, mesas y un pequeño parque permiten que el viajero pueda comer cómodamente en un entorno muy bien cuidado. Las infraestructuras van creciendo poco a poco generando valor añadido que se quedará en la zona.

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Nos vamos acercando a Hervás y el camino, bordeando el Picuruju, se abre al Valle con El Pinajarro y el pico Dos Hermanos al fondo. Bellísimo.

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Este día de claroscuros de otoño que dibujan sobre Hervás estos haces de luz. Magía en el bosque mágico. Ambroz sobre el Ambroz. el valle visto por encima del valle.

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El Sistema Central protegiendo el valle, arriba más de dos mil metros de altitud, abajo apenas dos centenares. Arriba nieve y piedra, luego bosque, el agua, abajo la dehesa, la tierra cultivada y al final los pantanos, el valle habitado.

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La montaña cortada no puede cerrar la herida, pero quiere disimularla. La cubre de musgo y árboles. Te intimida con un juego de luces y sombras en este desfiladero de tiempo que llevaba décadas parado y que ahora ha vuelto a la vida.

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En la curva de Romañazos, el río Balozano, donde el agua está flanqueada por un bellísimo bosque de galería, consigue que los prados se muestren altaneros, armonía pura.

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Entonces una silueta inconfundible anuncia su presencia. Santa María de Aguas Vivas coronando las calles judías. Hervás la sefardí, Hervás la de Sefarad, Hervás la de los conversos que nos saluda amistosa, fría de otoño, cálida de trato.

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En el paseo del Robleo, rodeados de otoño, ponemos fin a la ruta. Tened en cuenta que cuando escribo este post el viejo puente de hierro de Hervás aún no está abierto y hay que dejar la Vía Verde justo antes y atravesar Hervás, que no es un mal plan tampoco.

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La Vía Verde se incorporará a la fiesta del Otoño Mágico del Valle del Ambroz, estoy seguro, porque por derecho propio narra la historia del valle y porque ofrece un recorrido por buena parte de sus recursos.

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Ganamos, con la Vía Verde ganamos. Habrá mucha gente que critique que alabemos esta iniciativa y no recuperemos el trayecto ferroviario que tanto necesitamos. Ese viejo camino no puede ser usado por los nuevos trenes y mejor sacarle partido, como nuevo recurso turístico, que verlo morir de abandono poco a poco. Otro camino puesto en valor, otra ruta, otra posibilidad. Hoy aplaudimos la inversión hecha en este sendero y a la vez reivindicamos un tren digno que nos conecte con el norte de España. Y que, a ser posible, tarde menos en construirse que el AVE Madrid- Lisboa. Sueños imposibles. Pero nadie tiene una Vía Verde tan bonita como esta.

                                                                                                   ©vicentepozas2019

Ruta La Chorrera. Hervás

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La ruta de La Chorrera en Hervás -Cáceres- es uno de esos senderos que repites más de una vez. Un camino que parte del barrio judío hervasense y nos lleva, siguiendo el curso del río Ambroz, hasta las estribaciones del pico Pinajarro en la Sierra de Gredos. La Chorrera es un salto de agua de casi 30 metros de altura que salva el desnivel de la montaña. Es una ruta muy popular, de hecho no es raro cruzarse con bastante gente en el camino. La belleza del paisaje, pequeños hitos de la historia de Hervás y la comarca jalonan el recorrido; bosques de robles y castaños, pozas de agua, puentes y excelentes vistas del Valle del Ambroz completan la lista de razones para no dejar de hacerla. Es de dificultad media, con unos 600 metros de desnivel de subida y otros tantos de bajada y de casi 14 kms, es de ida y vuelta.

Track para GPS de mi compañero de ruta Teófilo Amores Mendoza.

 La ruta arranca en la Plaza del Convento de Hervás, junto a la judería y la hospedería, enseguida sales del pueblo y te topas con la imagen del barrio judío y la omnipresente iglesia dde Santa María, mirador de la localidad, las primeras luces de la mañana nos descubren la villa. La ruta está bien señalizada, como PR, blanco y amarillo.

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La siguiente imagen es la del puente de hierro, perteneciente a la línea férrea de la Ruta de la Plata que dejó de funcionar en 1985. La vía sigue en pie, en desuso, reivindicada por sus vecinos que quedaron aislados del norte de España, castigados por el eterno latiguillo de la rentabilidad.

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Salimos del pueblo, dejamos las últimas casas, el matadero y tomamos por la zona de Los Corrales el camino ascendente durante algunos kilómetros, es de cemento, eso sí, flanqueado de castaños.

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El Valle del Ambroz vende su otoño mágico, protegido y rodeado de estos colores, es fácil entender esa afirmación. Un bosque elevado a pintura. Sólo hay que seguir el camino.

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Un poco más arriba aparece el albergue juvenil, ahora dormido, pero que en verano se convierte en un lugar bullicioso donde los campamentos se suceden. Aquí arriba es fácil huir del calor extremeño.

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El sol de la mañana por fin sortea el sistema central y asoman las primeras luces en las crestas de las sierras. En primer término Las Retuertas, arriba, solemne, el Pinajarro, 2099 metros de altura.

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El río Ambroz, alma de la comarca, baja al valle en un entorno idílico. Es un paisaje de cuento que parece pintado a conciencia para templar almas. En años de nieves baja bravo y valiente.

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Atravesamos el arroyo del Posturillo en la zona de Horcajo, dejando a la derecha el camino que conduce a la presa de Hervás, a nuestra derecha el cerro de Majallana por el que discurre otro arroyo. En la sierra el agua es generosa.

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Llegamos a Marinejo donde, a duras penas, se mantienen las antiguas viviendas de los trabajadores de la minicentral de luz que veremos más arriba

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El puente de Marinejo, que cruza el Ambroz, lleva a la Pista Heidi, otro camino magnífico para recorrer. El puente, de piedra, se mantiene firme. Robusto aguanta los embates del agua, ahora mansa porque el otoño es seco.

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 Esta imagen no es de la calidad que quisiese, pero es importante porque marca el punto donde debemos dejar el camino y desviarnos por un sendero que arranca a la derecha y que nos lleva a coronar la sierra. Está indicado. Podéis andar unos metros antes de tomar el sendero y acercaros a la central hidroeléctrica, La Casa de la Luz, le decíamos de chicos, cuando veníamos a bañarnos aquí.

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Paisajes del Ambroz, estampas de Gredos, rincones de sierra que se dejan ver por momentos a medida que el ascenso se hace más pronunciado y la altura nos da esa ventaja.

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La Casa de la Luz la dejamos a un lado, mientras se distancia de nosotros el cauce del Ambroz para comenzar la parte más complicada, aunque antes tendremos un regalo extra en la ruta.

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En este punto, indicado como véis, se puede optar por seguir la ruta o hacer el pequeño desvío que nos lleva a las Charcas Verdes. Son apenas 500 metros, y merece la pena, lo aseguro, luego retornaremos aquí para continuar el ascenso.

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Un pequeño camino rodeado de robles nos lleva hasta un lugar muy visitado en verano. Hay agua.

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Las charcas verdes son dos pequeñas pozas de agua que son un reclamo para el baño de los más jóvenes que vienen a pasar el día aquí, sombra y baño son la clave. Esta es la charca de abajo…

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…y esta la de arriba.

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 Retomamos al camino original, volviendo sobre nuestros pasos hasta el cruce donde estaba el cartel y comenzamos el ascenso, un sendero en zig zag que, me cuenta el amigo Teo, le llaman las 33 vueltas; yo no las conté pero no lo pongo en duda. Es la parte más dura del camino por la fuerte pendiente.

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 Ya vemos el final del ascenso, estaremos a unos mil metros de altura y disfrutaremos del paisaje en cuanto abandonemos este bosque de robles melojos. Primero, a tomar aire, la subida ha sido pronunciada.

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Al llegar arriba nos recibe un pequeño depósito que lanza al agua por una fuerte pendiente que producirá la luz abajo en la central hiroeléctrica. Hay que bordearlo y seguir el sendero.

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Pero desde aquí se dibuja el Sistema Central de esta forma. La Hoya de los Castaños, el Cerro del Moro y el Canchal de la Gallina se muestran así de tremendos. Los grandes castañares de Hervás quedan a nuestros pies.

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Hervás, el embalse de Baños, y al fondo Las Hurdes se dibujan ante nosotros. La perspectiva desde la altura del Valle del Ambroz es así de hermosa.

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Enfilando, que dice Teo, para adentrarnos en la parte más bonita del camino

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Ya con más horas de sol el Pinajarro está en todo su esplendor, el piquito de la derecha que aparece estilizado es el Tejerón.

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Comenzamos a caminar pararelos al canal que lleva el agua al depósito que hemos dejado atrás y que alimenta la Casa de la Luz.

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Sólo hay que seguirlo, rodeados de robles de nuevo, el lugar es fantástico

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Decía antes que es la parte más bonita de la ruta por el efecto que crea la acequia de agua, escondida en este bosque serrano.

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Gredos, el Ambroz, es un festival de colores. Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, que por cierto, es Fiesta de Interés Turístico Regional

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Termina el canal y cruzamos el arroyo Forero o de Las Costeras, de las dos maneras lo he encontrado para afrontar el último ascenso antes de llegar a nuestro destino.

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 Quedan pocos metros para alcanzar La Chorrera, una pequeña vereda nos lleva hasta ella bajo el bosque que cogimos muchos metros más abajo. Aunque el roble melojo es el ejemplar más abundante, nos venimos cruzando con castaños, abetos, alisos y chopos, hasta un acebo que veremos ahora.

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 Y llegamos a La Chorrera, algunos metros más arriba nace el río Ambroz, en su descenso al valle sortea los accidentes de la montaña y crea este salto de agua, lugar de peregrinación de caminantes y senderistas

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No me resisto a fotografiarme delante de la cascada. Este pequeño río, afluente del Alagón, deja esta imagen al sortear las sierras de Cerro Pinajarro, hermano pequeño del Canchal, y Las Retuertas, seguirá hasta las dos charcas verdes, atravesará Hervás, donde visita su barrio judío y descansará en el valle.

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Dejamos La Chorrera contemplando el paisaje que lo esconde, es dificilmente visible si no llegas hasta aquí pero reconforta hacerlo; la sierra siempre ha sido un refugio pero hay que pisarla.

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Iniciamos el descenso, camino de vuelta, pudiera parecer aburrido desandar los pasos, pero ahora la luz es más alta y nos brinda otro espectáculo de colores y sombras.

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El bosque gris y meloso de la ida se ha llenado de matices, y el camino se llena de gente.

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Los colores del otoño en uno de los más grandes castañares de toda la península, el de Hervás son así de impresionantes. Lo dijo Unamuno:  “Hervás, con sus castañares recoletos en la falda de la sierra que hace espalda de Castilla”. El monte Castañar Gallego es uno de los montes de castaño más importantes de Europa.

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El Valle del Ambroz es un lugar de contrastes, paisaje y paisanaje, un rincón que siempre ha sido de paso entre el sur y el norte, de ese trasiego de gentes y culturas han quedado rastros repartidos por toda la comarca.

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Restos de la vida en la sierra, estos en el camino de Marinejo, mientras tomamos el tramo de cemento que nos lleva al pueblo.

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Las luces hacen magia en la espesura, se llena de colores: ocres, rojos, verdes, amarillos, verdes…

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Las aguas que dejamos más arriba ahora se cruzan en el camino, bañadas por el sol.

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Parecía un bosque en letargo, dormido, cuando iniciamos el ascenso, pero el sol nos enseña otra cara

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Es el mismo trayecto pero distinto camino. Estamos cerca de Hervás.

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Antes del final del trayecto, un momento para echar la vista atrás y observar el paisaje desde lejos, el entorno que nos ha embelesado, es igual de magnífico en la distancia

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Hervás, vuelta al inicio. Esta imagen sintetiza todo lo visto. Ahora toca pasear por sus calles en busca de un refrigerio. Su barrio judío, declarado Conjunto Histórico- Artístico en 1969, se halla excelentemente conservado y pertenece a la Red de Juderías de España.

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 Esta la única herida que rodea el pueblo, la Vía de la Plata, abandonada. Un canto a la desidia, al olvido de los lugares pequeños; ese estigma que tenemos las tierras rurales: que no compensa. Alguien, en 1985, desde un despacho en Madrid decidió que nosotros no necesitábamos un tren ¿para qué? ¿para ir a dónde?

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 Excelente viaje y mejores sensaciones. La cordillera de Gredos alberga rincones mágicos, bosques de hadas y duendes con colores de cuento.  A los humanos siempre nos han fascinado los bosques, ese misterio que envuelve a los árboles cuando están muy juntos. Sí, así es el Valle del Ambroz, abrigo de Gredos, leyenda, rito. Cada civilización, y hay más de una, dejó aquí una historia para que se escondiese en la arboleda y pudiera ser transmitida de generación y generación. Hoy hemos venido nosotros, a recorrer el camino de La Chorrera, buscando nuestra propia historia, arriba hemos dejado parte del alma para que la protejan los dioses de la montaña; volveremos a recogerla, lo haremos como siempre,  Andando Extremadura.-

                                                                                                                                            ©vicentepozas2013

Ruta de las Juderías. Del Jerte al Ambroz

             (SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

Descárgate el Track para GPS realizado por Jose Luis Cabrera

Hoy nuestros pies nos llevan a hacer la Ruta de las Juderías con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres.
El Puerto de Honduras siempre ha sido eso, un lugar de tránsito, un punto intermedio que unía los pueblos, que facilitaba el movimiento de mercancías, en tiempos, no tan lejanos no crean, en los que la palabra carretera no figuraba en el diccionario. Bestias y caminos eran moneda de cambio, y las cosas había que llevarlas; las distancias, esto es un axioma en la montaña, no se medían en kilómetros sino en tiempo. Hoy estos caminos se han recuperado para un uso deportivo, de ocio y se han integrado a las redes de Senderos Locales, o Grandes Rutas y quienes los recorren son, simplemente, caminantes, senderistas o montañeros. Y este camino, denominado Ruta de las Juderías o de los Carboneros es un recorrido con historia, un trayecto de media montaña que hoy se patea por placer, pero que hace no tantos años era una cuestión de supervivencia.

La Ruta de las Juderías es un sendero que une la localidad jerteña de Cabezuela del Valle con la de Gargantilla en el Ambroz atravesando la sierra de Gredos por el Puerto de Honduras. Un cordel que aúna tres culturas: la judía, visible en Cabezuela y en Hervás, en sus recuperados barrios judíos, y puesto que los judíos fueron un pueblo dedicado al comercio, potenciaron esta ruta arriera; la cultura árabe, patente en la agricultura de bancales, terrazas visibles en las laderas del Jerte y la cristiana, que hizo suyo lo mejor de cada una de ellas.

La Ruta de las Juderías coincide al comienzo con el sendero local llamado CC 22 y en su totalidad con parte del GR 10, uno de los grandes recorridos nacionales y europeos que conectan el Mediterráneo con el Atlántico, la localidad valenciana de Puzol con Lisboa y que atraviesa dos países.

Nuestro tramo comienza en Cabezuela del Valle, en el camino de los Callejones, por una zona de huertas en bancales plagadas de cerezos.

Un camino que nos irá enseñando el Valle del Jerte a medida que vayamos ascendiendo.

Un valle del Jerte que cuida sus bancales de cerezos que serán una fiesta en primavera

El desnivel es de algo más de 900 metros, pues comenzaremos a unos 550 m de altitud a los pies del Jerte, para ascender a los 1.430 en lo alto de los Montes de Traslasierra.

Así nos adentramos por parajes como el de Las Tejás

O Las Majadillas

Quenos llevan hasta una pista forestal que recorreremos unos metros

La abandonamos para empezar a subir junto a la garganta de Honduras, por un camino con fuerte pendiente.

Un sendero que nos adentra en el bosque

Y que nos muestra arriba la cascada de Honduras, el Chorro

Un sendero que se hace duro por momentos y que de repente da un respiro para que podamos coger fuerzas, estamos en el alto de San Salvador

Se suaviza la pendiente bajando hacia otra garganta…

…el agua nos avisa

Mientras vamos encaminando nuestros pasos entre robles

Hasta que llegamos hasta el puente de Gargantahonda en la Garganta de Tejada

Comenzamos a ganar altura a la sombra de grandes robles y alisos.

Y nos acercamos de nuevo a las aguas de la garganta en una zona rica y húmeda

Descubres su riqueza, cuando casi la pisas, como este ejemplar de amanita muscaria

Buscamos el lugar más idóneo para atravesar las aguas de Gargantahonda

Ascendemos antes de alcanzar lo que llaman el Chorro

El Jerte ahora desde Gargantahonda

El Chorro cayendo al vació nos sirve para coger fuerzas de nuevo, aún quedan kilómetros de ascenso

Un pequeño descanso que nos permite contemplar la belleza de las laderas jerteñas

Y encaramos el último ascenso, las fuerzas más mermadas y la parada hacen que esta última parte sea interminable

Al llegar a lo alto de la pequeña loma y después de cruzar el valle de Gargantahonda, divisaremos las ruinas de la casa de la fuente del espino. Pasaremos por delante de la casa del espino.

Así por este paisaje de montaña terminamos las ascensión

Hemos llegado al Puerto de Honduras. Hasta aquí hemos recorrido unos 9 kms, al abrigo del refugio encontramos un lugar para el descanso y para contemplar los valles del Jerte y del Ambroz

El Puerto de Honduras es uno de esos lugares al que nos acabamos familiarizando a fuerza de oírlo repetido en los informativos de la televisión, es junto, con el Puerto de Piornal, un punto cerrado al tránsito de vehículos en cuanto la nieve hace acto de presencia en las cumbres de Gredos. Y ahí está el Puerto de Honduras, nexo de unión de dos valles, el Jerte y el Ambroz, a 1.430 metros de altura, coronado por un pequeño refugio, ahora restaurado, un lugar para mirar, no para quedarse, porque en esta cresta, cuando no sopla viento del oeste, lo hace del norte.

En días despejados, mirando hacia el Ambroz, podemos divisar la sierra de las Batuecas en Salamanca, donde sobresale la peña de Francia (1.723 m), antes se dibujan las Hurdes, Gata, el embalse de Gabriel y Galán, y muchos de los pueblos del Ambroz, Gargantilla, nuestro destino, se contempla en primer plano y tras ella, Aldeanueva del Camino y Abadía.

Recuperadas las fuerzas comenzaremos la bajada en zig zag por calzadas de piedra hasta el viejo camino de los carboneros, en referencia a que fue utilizado para traer carbón vegetal a las tierras del Ambroz desde las del Jerte.

Se descubren Gargantilla y Aldanueva del Camino y el inmenso Ambroz

Seguimos bajando por la garganta de Honduras o de la Buitrera, por un camino muy cortado, el de los carboneros

Atravesamos la Garganta, no muy brava, casi no ha llovido

Pero no por eso menos bella, embaucadora

Guillermo, alegría del grupo, demuestra sus dotes, salió seco.

Vamos bajando por un camino difícil que se va poblando de árboles

Llegamos al paraje de Las Quebradas, la tierra ya se llena de cerezos, muy comunes en esta zona
Entramos a Gargantilla por fincas de cerezos muy habituales en este lado de Gredos, aunque la Denominación de Origen y por tanto la fama, la tenga el Valle del Jerte; accedemos por una magnífica piscina natural que recoge el agua de las tres gargantas que irán a parar al río Ambroz, después de atravesar la localidad. Gargantilla tiene rincones de preciosa arquitectura popular, como el barrio Perché con sus balcones salientes de madera y paredes recubiertas de tejas para protegerlas de las abundantes lluvias de un pueblo pegado a la montaña.

Sorprenden muchas cosas en este corto viaje, ante todo la dureza de un trayecto que debió utilizarse con mucha frecuencia para evitar el aislamiento de pueblos y comarcas; la osadía de quienes debían recorrerlo cargados de carbón, alimentos, prendas o enseres necesarios. Recuerda que la vida rural que ahora se nos antoja tan bucólica a nosotros, urbanitas que nos regodeamos en conocer sus senderos, era supervivencia, ingenio, tesón, astucia y obligación sin remedio.

Hoy toda esta historia, esta particular forma de vida es un reclamo: lo duros otoños ya son mágicos y visitables, la recolección de los cerezos es una fiesta y los caminos, una atracción para el viajero que busca, en la rutina de la ruralidad, una vía de escape a la presión del asfalto, de la aglomeración y del ruido, a la obsesión de la ciudad. Andar, como todo, es fácil, es cuestión de ponerse. Nosotros volveremos a hacerlo, Andando Extremadura.
©vicentepozas.febrero2012

Ruta de La Garganta a Hervás. El Cordel del Berrocal

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAS SOBRE ELLAS)Tocados por la belleza del Ambroz en otoño hemos realizado otra de las rutas senderistas que el grupo de desarrollo local, DIVA, organiza con motivo del Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, arropadas bajo la denominación, acertada, de Paisaje y Paisanaje. Una fiesta que ya es de Interés Turístico Regional. En esta ocasión recorremos el Cordel del Berrocal, una antigua ruta ganadera, y subimos a uno de los miradores naturales del Valle, el Monte del Picuruju (o Picurujo). Apenas 11 kms de deliciosas vistas que nos llevarán desde la localidad de La Garganta hasta Hervás. Y aquí comenzamos, en La Garganta…

Este pequeño pueblo de montaña está metido entre bosques y sus calles se asoman a ellos.

Abandonamos el pueblo andando apenas unos metros por la carretera que lleva hasta Hervás y Candelario.
Y tomamos a la derecha por el que conocen como el camino del Lomo, en un instante el bosque nos rodea


Atrás queda La Garganta nosotros ascendemos despacio buscando el Cordel

El Otoño aquí arriba está lleno de tonos a pesar del día plomizo. Discurrimos por el paraje que se denomina El Molino

Este camino fue, años atrás, el utilizado en el pueblo para bajar hasta Hervás y conectar con la ruta transhumante
Una calzada de piedra, bien conservada, se oyen tus pasos en el silencio del camino

Un paisaje que el hombre ha convertido en paisanaje, salpicándolo de construcciones

Más arriba el bosque de mezcla con el matorral de montaña. Este paraje recibe el nombre de El Lomo
Y por él desembocamos en el Cordel del Berrocal, a la altura de Majalalosa. Esta antigua ruta trashumante de ganado forma parte de lo que llamaban el Camino de los Paporros y que comunicaba con las grandes cañadas reales que atraviesan el Valle

Dirigimos nuestros pasos por el Paraje de las Cabezuelas hacia el Pico del Picuruju, mirador natural del Ambroz.
A medida que ascendemos el Valle descubre su magia, la que le otorga el natural otoño


Los árboles amarillean en noviembre, creando esta imagen tan singular

El camino en desuso ha sido invadido por retamas, hay que sortearlas intentando no perderse
Tocamos apenas el Pico del Picuruju de 1.178 m de altura para disfrutar desde su atalaya


Abajo queda el bosque con su gama de otoños

Asoma Hervás descansando sobre las orillas del Ambroz.

Y Aldeanueva del Camino y el gran valle

Nosotros reagrupamos impresionados contemplando abajo el Embalse de Baños
Siguiendo el Cordel, apenas dibujado ya, descendemos por los parajes del Pucherito y la Pellereja

Hasta tocar la antigua Vía férrea de la Plata que dejó de funcionar en diciembre de 1985 y que arrebató a Extremadura el único transporte público que nos comunicaba con Castilla y el Norte peninsular

El Valle quiere despertar por segundos de este día de otoño

La sierras de Gredos albergan las primeras nieves en este paisaje robado

Nosotros seguimos la vía del tren que facilita el camino
25 años de desuso deterioran la infraestructura que sorprende con sus carteles y construcciones oxidadas

Así llegamos a la curva de Romañazos mientras atravesamos el río del Valle

Los prados aquí abajo componen su propio paisaje, es por esto que el otoño aquí es un reclamo turístico

La imagen estilizada de los chopos que parecen querer saltar del suelo

Luisa, paciente, me espera mientras voy fotografiando la magia del Ambroz que ahora pone ella.

De repente la vía parece terminarse, comida por la vegetación…
…y de repente la descubrimos escondida entre la espesura, dibujada.

A medida que nos acercamos a Hervás la actividad humana se hace patente

Entramos por la zona del Mediano y Hervás ya nos saluda.

Su impresionante Barrio Judío, que forma parte de los Caminos de Sefarad recibe a los caminantes
Hervás dibujada, refugio de conversos, historia recuperada de un pueblo que se escondió en este Valle.

Atravesamos el río Ambroz por este antiguo puente

Y llegamos a Hervás. Fin de la Ruta. Un camino que antes debían hacer hombres y bestias para sobrevivir y que nosotros, de una manera más lúdica, hemos querido recorrer y recoger para que no se pierda.
Caminos, sendas, cordeles que forman parte de la historia y que se recuperan gracias a iniciativas como las propuestas por la fiesta del Otoño Mágico. Una delicia, añadida, recorrerlo con las gentes de aquí que cuentan sus vivencias, exteriorizan sus recuerdos para que la tradición oral las haga suyas y, afortunadamente, no terminen perdidas en el olvido.
Ahora toca disfrutar de una deliciosa comida en Hervás, su amplia oferta gastronómica es una invitación una quedarse, que para eso hemos venido hasta aquí….Andando Extremadura.
©vicentepozas.2012

 

Ruta Sierra de la Muela, el Pico de los Dos Nombres

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Guiados, un año más, por los amigos del Grupo de Acción Local DIVA, Desarrollo Integral del Valle del Ambroz, Luisa y yo hemos vuelto a participar en el Otoño Mágico del Valle del Ambroz ahora que, en su XIV edición, estrena título de Fiesta de Interés Turístico Regional. Entre sus muchas actividades, a nosotros nos gusta una que ellos denominan «Paisaje y Paisanaje», se trata de pequeña rutas senderistas que enseñan rincones menos conocidos del Valle, recorriendo, cordeles, senderos, vías pecuarias y caminos que te muestran un punto de vista que perdemos en las visitas más convencionales.
Hemos comenzado por acudir al pueblo más alto del Ambroz, La Garganta, un enclave de montaña de calles estrechas y empinadas con una carretera de ascenso que te invita a pararte en cada curva. La ruta no parte del pueblo, sino de un punto en la carretera de Hervás-Candelario, más arriba, concretamente en el Corral de los Lobos, una vez pasado el Pozo de Nieve….
Amanece en el Valle del Ambroz, un día claro de otoño, que promete…

Este es el Corral de los Lobos, una antigua trampa de canes en estas tierras dedicadas al ganado y donde abundaban las manadas de lupus que tenían la comida asegurada. Básicamente era un corral en el que colocaban un animal vivo que atraía a los lobos, entraban sí, pero ya no podían salir. Cuando llegamos nos encontramos con la grata sorpresa de que lo están recuperando para que pueda visitarse y con paneles explicativos para que no se pierda esta parte tan bonita de la historia. A nosotros nos explicaron cómo funcionaba la trampa…


En esta ocasión la ruta propuesta es la denominada «El Pico de los Dos Nombres», se llama así a la Sierra de La Muela que es también conocida como Los Dos Hermanitos, desde aquí disfrutaremos de magnificas vistas del Ambroz.
Iniciamos la ruta con un pequeño ascenso por el Cordel del Berrocal en un tramo que transcurre entre los picos de El Horcajuelo y El Corralejo desde donde disfrutamos de una vista completa del Embalse de Fuente Santa, cuya cola marca el límite entre Extremadura y Castilla y León

Descendemos hasta coger el camino de Las Majadillas que nos ofrece una vista magnífica de este pequeño valle oculto a la vista con Hervás al fondo.

A este hora temprana de la mañana, la luz dibuja el monte y va descubriendo sus riquezas. Estamos en las estribaciones de Gredos.

Vamos recorriendo la Cordillera del Molinillo del Hornillo donde se sitúa el Pico de La Muela, 1626 m, que rodearemos buena parte del camino. Hervás nos acompaña en este tramo.

A medida que ascendemos descubrimos por qué el Otoño es magia en el Ambroz

A nuestra izquierda nos queda este pico, más alto que la muela y que se conoce como La Cruz de Jeromo
Nosotros, de vez en cuando, hacemos una parada que nos reagrupa y que los oriundos aprovechan para relatarnos historias de la zona en la que no faltan lobos, aviones de guerra caídos y tiempos difíciles no tan lejanos.
De camino hacia La Muela, la sierra de Béjar nos enseña secretos como el nacimiento del Río Cuerpo de Hombre que terminará en Hervás juntándose al Ambroz
Abajo, la vida sigue y el ganado disfruta de los primeros pastos de otoño en la zona de La Dehesa
Encima de Hervás, la Sierra del Pinajarro. Lo que tiene subir a lo alto es lo que te enseña; en días claros como este, mucho más…
Aquí los extraños somos nosotros, estas gentes hacen su vida, cuidan de su ganado…
En el Pico de La Muela, una parada para escuchar historias de aquí, que han pasado de abuelos a padres, y de estos a nietos y que nosotros, forasteros, turistas, viajeros o caminantes nos llevamos a otra tierra, casi hurtadas, para contarlas nosotros.
La Muela, rodeada de pinos, enseña su corona de piedras que vigilan el Valle, no es extraño que en otro tiempo estos parajes fuesen refugio de maquis en rincones inaccesibles desde los que se oteaba a cualquiera muchos kilómetros antes de acercarse.
Comenzamos a bajar, enfrente Peña Negra.

Al fondo el sendero que nos trajo hasta la sierra es ahora dibujado por ciclistas. Este es un valle vivo, siempre recorrido.

Mientras descendemos por la falda de la sierra aún descubrimos, a lo lejos La Hurdes y la Peña de Francia en La Alberca salmantina.
Todo es visible, Ambroz, Gata, Hurdes… sierras del norte de Extremadura.
Sierras onduladas, colores de otoño. Peña Negra asoma
La Sierra es bosque, chopos, castaños o pinos como ahora…
Este valle se apoya en la denominada Majada de la Cruz
Enfrente, La Solana conserva el uso ganadero de estos parajes y dibuja esa imagen que todos buscamos capturar.
Retomamos un trozo de la carretera que comunica Hervás y Candelario camino de nuestra meta.
Tras nosotros Gredos enseña la primeras nieves, justo detrás está la Estación de esquí de La Covatilla

El Valle es descanso, un pequeño espacio donde apetece parar el tiempo, quedarse. Hemos llegado al punto de partida.
La ruta ha terminado, apenas 14 kilómetros de fantásticas vistas, postales que van dibujadas en la cámara y que nos llevamos de recuerdo.
Nosotros bajamos a La Garganta porque cada octubre y noviembre, desde hace 14 años, el Valle es una fiesta, hoy con cabezudos y esta divertida capea infantil que hizo las delicias de todos. Actuaciones musicales, migas, calbotes… Y así sigue, ocho pueblos que celebran la magia de lo auténtico, los ocres, dorados y rojizos de un sol otoñal que lo envuelve todo. Bosques que hablan, personas que florecen, frutos que sueñan en estas tierras que han sido a lo largo de los años lugar de paso y descanso. Es un rincón que guarda en su historia recuerdo de todos. Es un homenaje a Extremadura, en el Ambroz, un Valle que lo condesa todo por arte de magia.
Luisa y yo hemos vuelto a compartirlo, andando Extremadura.
©vicentepozas.noviembre2011

 

Otoño Mágico en el Valle del Ambroz. Ruta de Segura de Toro a Gargantilla.

(SI QUERÉIS VER MEJOR LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

En esta ocasión Luisa y yo respondimos a la llamada del Grupo de Desarrollo Integral del Valle del Ambroz, DIVA, que dentro de las actividades de la 13ª edición del Otoño Mágico en el Valle del Ambroz, proponía hacer una ruta magnífica en el apartado PAISAJE Y PAISANAJE. La ruta se denomina ”A Gargantilla por el Picute” y parte de la localidad de Segura de Toro hasta Gargantilla pasando por los Castaños del Temblar y el Picute. Unos 16 kms de recorrido con contínuas subidas y bajadas que transcurre por bosques densos que en otoño ofrecen una paleta de colores más que mágica, envolvente. Castaños, robledales, brezos, piornos, aulagas…

Llegar a Segura de Toro no es complicado. Lo más sencillo es acceder desde la A-66, pasado Plasencia, a unos 20 kms, hay que dejar la autovía en la salida de Casas del Monte, subir hasta el pueblo, unos 4 kms, y seguir la carretera hasta Segura de Toro, 2 kms más allá. Es una carretera de sierra, sinuosa pero muy bella.

Partimos de la pequeña plaza de Segura de Toro, coronada por un toro de piedra, creo de origen vetón, como este pequeño enclave situado en la ladera de los Montes de Tras la Sierra. En esta ocasión, la organización había preparado autobuses para la vuelta, pues terminaremos en la localidad de Gargantilla, unos kilómetros más allá.


Vicente, sería el guía de la ruta que estuvo ayudado por algunos vecinos de la comarca que aportaron añadidos alternativos que la hicieron todavía mas atractiva. Al comienzo nos quiso explicar algunos detalles del camino y de sus pueblos; al fondo el Valle del Ambroz cuya imagen nos acompañaría durante toda la ruta. Nuestro primer destino: Los Castaños del Temblar, un conjunto de cinco árboles singulares de Extremadura.



Comenzamos el ascenso buscando la ladera de la Sierra por la que discurre el pequeño arroyo del Temblar.

El paisaje comienza a dibujarse, sólo o con la ayuda de la mano del hombre, y pinta rincones de postal.



Otro alto en el camino, explicaciones de todo aquello que nos rodea.



Senderos abiertos por esta ruta que comienza a parecerse a un cuento.

Porque así son los Montes de Tras la Sierra.



Y así, sus bosques.



Nos adentramos ya en el lugar más bello de la ruta que alberga un tesoro protegido, un grupo de castaños de más de 700 años. Los Castaños del Temblar.



El bosque se hace más denso, curioso que conserve los bancales de su antiguo uso agrícola, quizá ese es el secreto de esta belleza que impone.



Que embelesa, que sorprende.



Un terreno silencioso que se antoja virgen, olvidado del tiempo. Un escondite para el alma.

Una tierra que ha vuelto al estado puro, que ha vencido al uso.



La senda se estrecha y todos marchamos en silencio, abrumados.



Al llegar a este enclave protegido, guardián de Los Castaños del Temblar, pequeñas vallas de madera nos devuelven a la realidad. Alguien lo vio antes que nosotros. Y decidió venerarlo.

Así aparece el primero de ellos, ‘El Hondonero’, bautizado así por estar en la parte más baja de la finca, en lo hondo. Es enorme, considerando algunos expertos que es el más valioso de Extremadura. Si se bordea el tronco a una altura de 1,30 metros con una cuerda, al medirla luego causará asombro saber que tiene 7,8 metros de perímetro. Su altura total es de 25 metros, y tiene un diámetro máximo de copa de 25,6 metros.



Luisa y Carmela dan fe de su tamaño.



Escoltado por un bosque que lo mantiene escondido de ojos inexpertos y piernas perezosas.



Junto a sus 800 años, la necesaria foto de familia, aún juntos seguimos pareciendo pequeños.



Ascendemos, aún en trance, buscando a sus hermanos.



Así descubrimos ‘El Bronco’, un castaño inteligente que al temer desplomarse por la inclinación del suelo, ha hecho que una de sus fuertes ramas se hundiera en el suelo convirtiéndose en raíz y pilar. La rama parece estar hecha también para que la gente se siente en ella y puedan descansar.



Luisa compartió la belleza de los años y tuvo que rendirse a la fuerza que la rodeaba.



Este es El Menuero y sus ramas nunca han sido cortadas, su salud es muy buena.

Estos son sus compañeros de viaje. Escoltas en silencio que veneran su experiencia.



Este es ‘El Retorcío’, un árbol que a lo largo de los siglos ha ido creciendo en espiral, retorciéndose en una cámara lenta de lustros y décadas para llegar más arriba. Tiene muy buena salud y tampoco el hombre nunca ha cortado sus ramas.

Subiendo unos pasos por el bancal, se encuentra el castaño ‘Del Arroyo’, que moja sus pies en las aguas del Temblar. Es el de más edad y el que está peor de salud. Tiene 800 años y está hueco.



Derrotados por las imágenes que se han pegado, no ya a la retina, si no a la memoria, continuamos por un sendero que nos llevará hasta El Picute, un pequeño cerro que vigila Segura de Toro y que está coronado por una cruz.



Y siempre hay un bosque que nos protege.



Que se impone y nos recuerda que estamos en el Valle del Ambroz y las montañas que lo cobijan, la cola del Sistema Central , con un clima húmedo que hace posible tanta grandeza.



Descendemos hacia el arroyo que llenará en verano la garganta de Segura de Toro y que baja brava por las primeras nieves.



Un pequeño puente nos permite el paso.



Las aguas, frías, rebosan por la ladera para acabar llenado el río Ambroz y la presa de Gabriel y Galán.

La naturaleza se muestra con imágenes de otoño. Brotes húmedos de noviembre.

Al volver a ascender, nos asomamos al Valle y sus pueblos. Abadía y Guijo de Granadilla, salpican el paisaje.

Segura de Toro los vigila, desde su atalaya.

Los árboles descienden como la lava, cubriendo la ladera.



Y llegamos al Picute, este cerro coronado por una cruz. Al fondo. Las Hurdes y la Peña de Francia.

Como dicen en la página valleambroz.org: La privilegiada situación del Ambroz lo convierte en un verdadero vergel de la naturaleza, con un microclima especial que proporciona inviernos suaves y veranos frescos. En apenas 30 kilómetros se pasa de alturas superiores a los 2100 m que abrigan de los vientos fríos del norte y con nieve gran parte del año, hasta los 400 m. donde la dehesa muestra su esplendor. Podemos decir que es un pequeño frasco donde se reúnen todas las esencias, un muestrario de diversos ecosistemas de gran riqueza.
Nosotros caminamos por esta comarca, de las más desconocidas de Extremadura, pero de las más bellas (personalmente la más rica y variada para mi)


Tras un pequeño refrigerio, ascendemos de nuevo. Gargantilla ya nos llama al fondo. Queda un trecho de viaje que hemos decidido ampliar para disfrutar del Valle.



La magia de un bosque encantado mueve nuestras piernas.



Hay razones para perderse y encontrarnos bajo los árboles. La ruta es para la vista, las piernas no duelen.



Al mediodía, una bruma de plomo da por concluida la mañana.



El grupo, fiel a su destino, recorre el valle entre garganta y garganta, contando árboles y recolectando castañas.



Nos queda mucho para alcanzar la cima, pero nos sentimos más cerca viendo el valle tan lejos.



En la frondosidad del bosque somos diminutas figuras que atravesamos su lomo.

…y de repente desaparecemos para que reine el silencio.


Aldeanueva del Camino, reposo del viajero, mientras fue posada de la N-630. Y, en primer término, cerezos en otoño que también abundan en el Valle. Justo detrás de nosotros está el Valle del Jerte.



La nieve de Gredos, Béjar y La Covatilla.



Gargantilla está más cerca, a la ruta le resta un descenso, el que nos llevará hasta sus calles.

En cada recodo del camino, un mirador invita a rendir pleitesía a tanta naturaleza.

Casi te conviertes en parte del bosque, otro más, o tal vez el mismo que nos sigue de cerca, molesto por el ruido de nuestros pasos.

Es una senda techada de hojas y ramas que nos esconde, que retiene los sentidos sin querer soltarlos.

Los primeros rayos de luz ensalzan la magia de este sendero mágico.



El bosque resalta sus ocres, oros, verdes y grises que lo alimentan.


Cerezos al sol… de otoño. Cálida mañana que hacer olvidar la dureza de la montaña.



La lluvia de luz ahora se refleja en el suelo. Era un momento pedido por todos.

El árbol que me sostiene también está en este bosque.

Entre oros, asoma la montaña.


El hombre pone, pero la montaña dispone.



Los ramales de un Valle que sujete el Jerte, y luego la Vera, Arañuelo, Ibores, Villuercas, en un zig zag sin fin que peina una tierra que muchos ignoran.



Extremadura es seca.

Una tierra árida.



Un terreno llano y duro.



Una ruta hecha de sueños diujados tras esa invitación a disfrutar del paisaje…

…y del paisanaje.


Así constantemente, paisaje…



…paisanaje.



Llegamos a Gargantilla es un final esperado, aunque no deseado.

Junto a su piscina natural, Gargantilla nos recibe.



Entre sus calles el bosque sigue presente, pues todo lo manda.



Vestigios de una vida rural que queremos mantener pero que los años envejecen.

Afortunadamente el secreto ha pasado de generación en generación y amenaza con quedarse y volver a la vida.



Nosotros, con la mochila llena de melancolía, de olores y sabores, de recuerdos, regresamos a Casas del Monte. A volver a la ciudad por una autovía moderna, rápida, aséptica, absorvente, vallada; a velocidades de vértigo para que el alma no pueda pararse, imposible frenar al progreso.
Una intermitencia, un descanso y el Valle del Ambroz te engancha… y no curarás jamás.
Así es esta tierra…andando, sin prisas.
No ha hecho falta decir nada. Luisa y yo nos hemos mirado. En los ojos ha quedado reflejado la promesa de volver el año que viene.
Gracias a quienes creen desde hace 13 años en el otoño mágico. En los secretos del Ambroz.
Si no lo encontráis, preguntad en el Valle… en noviembre. Cuando caiga la hoja.

Noviembre 2010