Ruta Alfonso Onceno. Geoparque Villuercas

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El siguiente artículo forma parte del libro ‘Rutas para descubrir Extremadura” realizado en el marco del VI Encuentro de blogueros de Extremadura y editado por la Dirección General de Turismo de Extremadura bajo la dirección de La Fundación Xavier de Salas de Trujillo. Mi agradecimiento a Atanasio Fernández García y José Manuel López Caballero por el esmero en cada publicación y por juntar a gentes tan diversas en torno a un proyecto común que es Extremadura en las redes, que ha logrado que, seis años después, un grupo de blogueros se conviertan en amigos.

                                                                                                                                                           Vicente Pozas

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El Geoparque Villuercas-Ibores es un paraíso para el senderista: los caminos de peregrinos a Guadalupe, los senderos de la comarca, las rutas con historia como la Isabel la Católica o esta de Alfonso Onceno dan idea de la belleza de un entorno en el que se suceden valles y sierras tan importantes que, por su alto valor geológico, han sido reconocidos por la UNESCO como Geoparque. Esto significa, además, que Guadalupe y su entorno son hoy destino turístico emergente y sus propuestas son cada vez más variadas y sugerentes y un empuje para el turismo de Extremadura

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Esta ruta sigue el camino que separa la localidad de Navezuelas, junto al Anticlinal del Almonte, hasta la Puebla de Guadalupe, lugar de peregrinos; camino que recibe el nombre de Alfonso Onceno debido al rey Alfonso XI, que frecuentaba estos parajes para la caza del oso. Se trata de un trazado de herradura que atraviesa el valle del río Viejas con sus huertos y majadas de pintoresca arquitectura popular. 16,4 kms de dificultad media- alta por los desniveles que acumula, tanto de bajada como de subida. Pero es  muy recomendable si quieres tener una idea de por qué Villuercas-Ibores-Jara mereció el reconocimiento de Geoparque. Arranca en el valle del Almonte, pasas al del Viejas y terminar en el del Ibor, tres valles y tres ríos junto a sus elevaciones. Una delicia de paisaje que solo puedes disfrutar andando.

MAPA RUTA ALFONSO ONCENO

La ruta la organiza, una vez al año, la asociación de senderismo Maragatos de las Villuercas y está incluida en el calendario oficial de rutas senderistas de Extremadura ‘Camina Extremadura’; aunque se puede hacer cualquier día, está señalizada y además hay numerosos tracks para GPS que nos facilitarán seguirla correctamente. A mí personalmente me gusta hacerla en otoño, cuando el Geoparque adquiere cientos de tonalidades que aumentan la belleza del entorno, la oficial es en primavera, fantástica también.

Nada más dejar Navezuelas comienza el primer ascenso que nos llevará hasta el primer alto, ante nosotros se descubre el valle donde nace el río Almonte, de frente nos queda la que aquí llaman Sierra del Local, ahora en lenguaje de Geoparque, el Anticlinal del Almonte.

 

 

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Pararse un momento y echar la vista atrás nos da idea del terreno que pisamos, este es el Geoparque, un sitio singular, el valle del Almonte y la sierra de la Ortijuela. Seguimos subiendo. La ruta discurre por caminos pedregosos que te obligan a extremar las precauciones, es recomendable llevar buen calzado y bastón y agua porque no hay fuentes en el camino.

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Al llegar al Collado de la Pariera, el primer alto de la ruta, la formación geológica que tanto ha llamado la atención de la UNESCO se observa mucho mejor. Según información del geoparque, el Anticlinal del río Almonte se extiende desde la cuenca del Tajo hasta la base septentrional del Risco de La Villuerca. Por su núcleo y en parte de su largo recorrido fluye el propio río Almonte desde su nacimiento en La Villuerca hasta abandonarlo hacia el sinclinal de Santa Lucía buscando las Apreturas del Almonte.

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 A 1.212 metros de altura. Impresiona contemplar desde arriba los plegamientos de la tierra ocurridos hace 300 millones de años ¿cuántas generaciones habrán pasado por este lugar?

Desde el Collado de la Pariera ya se nos muestra el Valle del Viejas que toma nombre del río; dejando que la vista se pierda, podemos ver el Sistema Central y las sierras de Gredos nevadas buena parte del año. Descendemos por la loma de la Sierra de las Acebadillas por un paraje conocido como el Horcajo. Aquí disfrutamos de una panorámica magnífica del Valle del Viejas desde el Collado de los Ajos, la orografía de las Villuercas es un espectáculo a la vista. El valle es atravesado por el río Viejas que hace fértiles las tierras más bajas, huertos que son visibles desde la altura.

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Otra de las sorpresas del Geoparque es que existen importantes yacimientos donde se localizan los fósiles de los primeros metazoos  con esqueleto externo  del género Cloudina y cuyos registros ilustran uno de los principales eventos en la evolución de la vida: el origen y radiación de los primeros animales. Están a los lados del camino y son perfectamente visibles.

Descendiendo ya hacia el Valle del Viejas por una parte de camino que te obliga a mirar dónde pisas, son las pedreras, lo que en geología conocen como ‘derrubios de ladera’, para andar son bastante incómodos pero contemplarlos es una delicia. Bosques de robles de formas caprichosas nos acompañan, de repente sorprenden también sotos de castaños.

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La ventaja de hacer la ruta oficial, con los amigos de Maragatos Villuercas, es que vas  acompañado de guías del geoparque, esto aumenta el atractivo del camino, ellos te descubren cosas que, a simple vista, pasan desapercibidas para un lego, como  ejemplares de loro que se esconden en las laderas de las sierras.

Atraviesas el río Viejas en la parte más honda del valle en un bosque de robles y castaños, algunos centenarios y de tamaño considerable, y comienza el ascenso que nos llevará al tercero de los valles que pisaremos en la ruta, un sube y baja que templa las piernas y obliga reservar fuerzas. El camino está señalizado, transitamos por el GR 117 (un Gran Recorrido en senderismo y escalada). La antigua vía romana denominada VIA XVII, mandada construir por el emperador Augusto, que unía la ciudad portuguesa de BRAGA (Bracara Augusta) con ASTORGA (Asturica Augusta), está reconocida hoy en día como “sendero de Gran Recorrido” con el número común a los dos países (España y Portugal) de “GR 117. Vía Romana XVII”

A medida que ascendemos dejamos atrás el valle del Viejas y sin saberlo entramos en el Valle del Pozo. Coronamos el alto para situarnos en el Collado de la Arena antes de afrontar la definitiva bajada a Guadalupe. Aquí tenemos a tiro de piedra los neveros que hay en la falda del Pico Villuercas, esta elevación, conocida aquí como Risco de la Villuercas, 1.603 metros de altitud, es la mayor de los Montes de Toledo, arriba quedan los restos de una antigua base militar que se quiere recuperar para uso turístico, fantástica idea viendo el éxito que tiene la cercana Peña de Francia en la salmantina comarca de La Alberca.

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Volviendo a la ruta en sí, desde aquí disfrutamos del tercero de los valles, el del río Ibor, en lenguaje Geoparque el Anticlinal del Ibor- Guadalupe, y al fondo el Sinclinal del Guadarranque. Geología en estado puro. Desde aquí además ya no saluda la Puebla de Guadalupe. La fotografía de Villuercas es así, unas tras otra se suceden hileras de cerros y sierras en paralelo que confieren a este lugar esa belleza tan particular y la riqueza que ahora se reconoce.

Descendemos por el que conocen por el Llanillo Hueco entre otro bosque de robles, desnudo de hojas. De repente, al llegar a un paraje llamado Arcas de Noé, la vegetación cambia y nos rodea un bosque de pinos. Un tramo de la ruta, hasta la ermita del Humilladero, discurre por la carretera que lleva a la base militar, ya abandonada.

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Si haces la ruta oficial te encuentras con la sorpresa de que al llegar a la ermita, el propio rey Alfonso XI sale a recibirte. Un detalle real.

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Desde aquí por el Barranco del Barquillo acometemos la última parte de la ruta, queda poco para llegar a la Puebla, fin del camino. Guadalupe es inmensa, su Monasterio y la imagen de la patrona de la Hispanidad, también de Extremadura, hace que sea un lugar muy visitado y tremendamente bello. Su arquitectura popular es digna de disfrutar.

Así finalizamos la real ruta, extasiados ante esta maravilla arquitectónica, plagada de leyendas, y venerada por los creyentes. El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Monasterio fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1993. En su interior se aprecia el estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico, es decir, desde los siglos XIII al XVIII.

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No dejéis de recorrer el camino de Alfonso Onceno, este sendero de peregrinos que, desde hace años, es pisado, primero por soldados y comerciantes, luego por reyes y aldeanos y ahora por peregrinos y senderistas. La Ruta del Alfonso Onceno no decepciona, ya me habían avisado que era de las más bonitas rutas de las Villuercas, lo corroboro. El Geoparque gana mucho más cuando te decides a recorrerlo así, andando y observando.

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Cabañas del Castillo a Navezuelas

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Como muchas comarcas extremeñas, el Geoparque Villuercas está señalizando sus caminos y compartiendo rutas y senderos. Algunos, clásicos y muy conocidos como el de Isabel la Católica o el de Alfonso Onceno; otros recuperados y muchos, senderos peregrinos con final de viaje en Guadalupe. Nosotros vamos a recorrer la distancia que separa la pequeña y sorprendente localidad de Cabañas del Castillo de la más popular Navezuelas. Una ruta de apenas 15 kms que comenzamos, según el lenguaje del Geoparque en el Anticlinal de Logrosán con el río Berzocana, para cruzar al Sinclinal de Santa Lucía con el arroyo del mismo nombre y terminar en el Anticlinal del Almonte donde nace este río un poco más allá de Navezuelas. Es un recorrido, como todos los del geoparque de continuos ascensos y descensos que te ponen a prueba.

Os dejo el track para GPS 

Comenzamos en Cabañas del Castillo, una pequeña localidad de cuento, un excelente mirador para observar este sinclinal y el relieve apalachense de la comarca. La belleza de la zona norte de este gran sinclinal desde su flanco oeste, concretamente desde la Peña Buitrera y la Peña del Castillo, donde disfrutamos de dos empinadas cumbres cuarcíticas que protegen la localidad de Cabañas y que son su seña de identidad.

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Y lo primero que hacemos es subir hasta el castillo para empaparnos del espectáculo que ofrece esa atalaya natural de piedra.

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No es difícil porque el ayuntamiento ha preparado un pequeño sendero con escaleras y apoyos para facilitar la subida, y merece la pena.

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Cabañas tuvo su importancia en la comarca, de hecho, hasta finales del siglo XIX el municipio de Cabañas lo componían la villa de Cabañas, conocida entonces como Cabañas de la Peña, Navezuelas (que se independiza en los años 20 del siglo XX), Retamosa, Roturas, Solana y el Medio Robledo, perteneciendo el otro medio a Deleitosa. Llegó a tener 2.600 habitantes en 1.910, hoy no llega a los 500 vecinos.

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Seguimos un sendero fácil, sin pérdida, y sorteamos un estrecho paso para ascender al risco del Castillo.

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A medida que asciendes, entiendes porqué este mirador es importante para observar el alma del geoparque y comprender su importancia geológica, su paisaje espectacular admirado siempre. Esta es la Peña Buitrera que se puede ver a muchos kilómetros de distancia. Hemos subido para esto.

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El pueblo de Cabañas está justo debajo de su castillo, al abrigo de este…

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…por eso no es extraño que nos hagan este ruego (literal, aunque tenga muchas interpretaciones metafóricas)

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Así desde la Peña del Castillo, 855 m de altitud, vemos la Peña Buitrera y detrás el Collado de los Zahurdones, al fondo el relieve de Villuercas como imagen constante de la visita.

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Del castillo apenas quedan dos torres, de las tres que tenía, la torre de la imagen y otra en peor estado; pero su ubicación nos retrotrae, como en muchos lugares de Extremadura, a aquellas guerras de frontera. Según se lee en la historia del pueblo, después de la reconquista definitiva de Trujillo por los cristianos en 1232, Cabañas acabó en manos de los caballeros de la Orden de Calatrava. Alfonso X el Sabio se la compra a esta orden y en 1272 la vende al concejo de Trujillo por 30.000 maravedíes, con la condición de que derribe los muros del castillo y el patronazgo de las iglesias siga siendo real, como lo será hasta el siglo XIX.

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Hacia el otro lado la vista no es menos magnífica, a la izquierda la Sierra de Carabal, en el medio el Risco de la Reyerta y a la derecha la Sierra Alta.

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Comenzamos la bajada para caminar durante algunos metros por el Sinclinal de Santa Lucía divisando la Sierra de la Ortijuela.

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Por el fondo de un valle por el que se desliza la Garganta de Santa Lucía, un espectáculo para geólogos y para simples amantes del paisaje.

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Cruzamos de nuevo al otro lado del valle para caminar durante algunos kilómetros por el sendero local PR-CC 144 que volverá a atravesar de nuevo hacia el Valle de Santa Lucía.

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Entre jaras y retamas discurre este sendero, frente a nosotros Peña María.

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Desfilamos de nuevo hacia el Valle de Santa Lucía o el sinclinal, lo hacemos por el Collado de los Zahurdones, incorporándonos a una pista ancha y cómoda y con vistas a la Sierra de la Ortijuela.

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Valles paralelos en un zig zag continuo, pliegues de piedra, antiguos fondos de un mar retraído que ha dejado sus fósiles para que quede constancia de la evolución de la tierra y de sus especies.

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Debes mirar atrás porque sientes la presencia de la Peña Buitrera, estalagmita del geoparque, castillo natural, diente de piedra, rocas que ahora llaman relieve apalachense. Villuercas.

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El final del descenso nos acompaña con vegetación de ribera, llaneas durante algunos metros antes del ascenso más difícil.

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La garganta de Santa Lucía marca la zona más baja en el valle, cruzamos por un pequeño puente, el puente de La Pasadera.

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Desde los 641 m de altitud hasta los 1.103 m de la Artesa, el Cerro Hurracao que llaman en la comarca, 500 metros de nivel acumulado en los siguientes cinco kilómetros.

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Nos lo tomamos con tranquilidad y a mitad de la subida reponemos fuerzas, un pequeño refrigerio, azúcar reparadora, potasio, vitaminas, lo que cada uno quiera.

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Sigue el ascenso por el paraje de El Corchito, antes de que se endurezca la última parte de la subida, ya no dejaremos la pista hata la cima.

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El camino está señalizado, ya comentaba al principio que el Geoparque ha puesto en valor sus senderos, aunque todavía no es fácil encontrar referencias sobre ellos, sugerencia que hago a quien corresponda: igual que hay multitud de enlaces a los geositios, no estaría mal que se crease un archivo único con los ‘geocaminos’ y se ofreciesen como un valor más de estas comarcas.

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Una de las cosas que más sorprende del Geoparque es que hace un momento estabas abajo y un momento después has ascendido lo suficiente, lo justo para comprobar el camino recorrido, hace un rato estabas subido en lo alto de aquellas peñas gemelas y ahora, dos valles después, las observas embelesado desde la distancia.

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La última parte de la subida a la Sierra de la Ortijuela la hacemos por una pista amplia de arena que da paso a las numerosas fincas de castaños que salpican las laderas de estos montes, bancales de árboles que en otoño se pintan de rojos y ocres.

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Delante de nosotros, el Valle de Santa Lucia por el tramo que no hemos recorrido, con las sierras del Alcornocal y del Castillejo enfrente, si siguiésemos la línea de la cordillera hallaríamos el embalse de Cancho del Fresno y Cañamero por donde discurre la Ruta de Isabel la Católica.

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Como indica el pañuelo vereíno nosotros iremos a Navezuelas por el camino marcado a pie, 2,7 kms, aunque si os apetece podéis seguir el que marca para bicicletas, 4,6 kms, pues se sigue esta pista ancha que traemos, es un trayecto igual de bonito que el otro con algunos miradores excelentes y recomendables y que termina en Navezuelas por un lateral del pueblo.

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Aquí podéis ver que es una pista de tierra preparada para vehículos aunque es raro cruzarte con ellos en esta época, primavera, en otoño el trajín es mayor por el trabajo que da la castaña.

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Nosotros nos desviamos del camino un momento siguiendo un pequeño sendero que encontraréis a la izquierda, antes de iniciar la bajada hacia el Valle del Almonte. Lo hacemos para subir hasta el Cerro Hurracao, o el Pico de La Artesa, donde una antigua cueva os sorprenderá por su chimenea y por sus magníficas vistas de los dos valles. Es un sitio conocido en la comarca que te tienen que enseñar una vez para que puedas localizarlo.

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El último tramo antes de llegar a este refugio de piedra hay que hacerlo sorteando jaras, pero merece la pena. Ahí podéis ver la boca de la cueva.

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Y aquí está, inmenso, el Anticlinal del Almonte y Navezuelas y el dibujo alrededor de las decenas de parcelas que la rodean.

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Desde la cueva se ven los dos valles, Santa Lucía a la derecha, Almonte a la izquierda, en medio sobresale el Pico de Loberuelas, 1.124 metros de altitud, en perfecto paralelo cada valle, como respetando su espacio.

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Si al otro lado estaba el Anticlinal del Almonte, a este lado el Sinclinal de Santa Lucía, abajo podéis ver el embalse del mismo nombre.

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Al fondo del Valle del Almonte, más allá de Navezuelas, donde nace el río Almonte que le da nombre y que irá a morir al Tajo más allá de Monroy, domado por la presa de Alcántara, se alza el Pico Villuercas, el más alto del geoparque, 1.595 metros de altitud, donde aún se ve el centro de transmisiones militar que los responsables del geoparque sueñan convertir en unos de los lugares de referencia para visitantes, un centro de interpretación y recepción, un mapa geológico en vivo, ojalá se consiga.

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Bajamos hacia Navezuelas por el Collado de las Carretas, a cruzar las aguas del Almonte, lo hacemos entre castaños que ahora están desnudos pero que en octubre y noviembre darán mucho trabajo, mucho dinero a las gentes de aquí y dejarán unas estampas maravillosas cuando la hoja comience a secarse y ocres, rojos, naranjas y marrones invadan las laderas del monte.

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Por el paraje de Cuesta Alta, la vegetación de río, anuncia la cercanía del cauce, casi tocamos Navezuelas.

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Y llegamos a este pueblecito desde donde parte la ruta de Alfonso Onceno que cubre la distancia que hay desde aquí a Guadalupe. Navezuelas está rodeada de fuentes: la de la Era del Viso, la del Cogorrillo o la de La Rama, entre otras. Merece una visita.

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Lo que nos merecemos nosotros es un refrigerio, celebrar el final de la ruta como se merece, antes de llegar el ineludible Kilómetro 21 en Cáceres. Ahora La Vereína deja su huella en la estación destino, como no puede ser de otra manera.

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Despedida y cierre. Queda la foto de grupo que nos hicimos arriba en el Cerro Hurracao, disfrutando de un mar de sierras, las del geoparque, la del sendero desde Cabañas del Castillo que nos trajo hasta aquí.

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Cuando hago esta crónica, septiembre de 2015, el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara acaba de revalidar ese título e incluso le han otorgado la Carta Verde, que reconoce todo el trabajo que se ha hecho en los primeros cuatro años de pertenencia a la Red Mundial de Geoparques. Este mar de sierras, este paisaje peinado que ha dejado un reguero de líneas paralelas, de montes y valles en perfecta sucesión, ahora anticlinales y sinclinales, geositios; pliegues como arrugas, que los años de un planeta convierten en paisaje, en relieve, en mosaico, en espectáculo, en geoparque. Geología protegida, admirada y ahora comprendida. Pueblos que pisaron las laderas de este rincón de Los Montes de Toledo. Guadalupe, puebla peregrina, eclipsó durante años un paisaje que estaba ahí pero que no supimos mirar; más allá del inmenso monasterio y sus tesoros, había otra riqueza, mucho más bella, más valiosa que ahora tiene el sello de lo exclusivo y que se recorre con otros ojos, con aquellos que ven lo que miran y que reconocen en cada pliegue, millones de años de evolución y cambios. Geología vivida y disfrutada, andando Extremadura.-

                                                                                                                                               ©vicentepozas2015

 

Geoturismo en el Geoparque Villuercas

 El geoparque Villuercas Ibores Jara celebra cada año el Día del blog en el Geoparque es una manera de promocionar los valores, paisajes, gentes y, sobre, todo, de poner en valor el esfuerzo de un grupo de personas con las que me une una amistad casi mágica gracias a su empeño, su disposición a ser entrevistados en el programa de turismo que dirijo y presento, Gente Viajera por Extremadura en Onda Cero, para hablar con pasión de un proyecto que en sólo tres años se ha convertido en una referencia turística en Extremadura y que en la comarca, entre sus propias gentes, despierta una ilusión como he visto pocas veces. Su trabajo es el resultado de una realidad. Enhorabuena a todos ellos.

Para mí el Geoparque son caminos, de peregrinos, reales, de montaña, de paso… todos te hacen abrir la boca, ensanchar los ojos cuando descubres paisajes que parecen pintados. Sólo tres ejemplos:

La Ruta de Alfonso Onceno

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La Ruta de Isabel La Católica

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Y un descubrimiento. La Ruta de la Garganta de Descuernacabras
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El Geoparque Villuercas Ibores Jara está en Extremadura, lo hemos descubierto hace poco y estamos encantados.-

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Ruta por la Garganta de Descuernacabras. Campillo de Deleitosa

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Hemos cogido la senda del Geoparque Villuercas-Ibores para perdernos por pequeñas carreteras en uno de esos rincones desconocidos  que, una vez que los visitas, no olvidas nunca. No soy el único que lo piensa, las referencias que aparecen en las redes sociales sobre la Ruta de la Garganta de Descuernacabras, Ruta del Acueducto de las Herrerías o Ruta de las Centrales Hidroeléctricas, es una sorpresa de principio a fin.

Hemos escogido otoño, época perfecta para una escapada turística, y en el Geoparque de las Villuercas, que no decepciona nunca, para realizar esta ruta, muy sencila, de apenas 15 kms, circular, pero tan cargada de sorpresas que es recomendable con los ojos cerrados. Y no perdáis ojo porque hay mucho que ver en todo el camino.

Os dejo el track de la ruta para GPS por gentileza de Teófilo Amores, compañero de caminos.

El geoparque nos recibe con su luz de otoño, entre brumas, enseñándonos la sucesión de montañas y valles que lo caracterizan. El Geoparque de Villuercas Ibores Jara es un macizo montañoso de amplia extensión, 2.544 km2 de superficie. Está situado en el sureste de la provincia de Cáceres, entre las cuencas del Tajo y del Guadiana. Forma parte de dos de los contextos geológicos españoles de relevancia mundial caracterizados por la Ley de Patrimonio Natural y la Biodiversidad: La red fluvial, rañas y paisajes apalachenses del Macizo Ibérico y el orógeno hercínico ibérico. Su territorio abarca 19 municipios de la mancomunidad de Villuercas Ibores Jara.

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Hemos subido al Puerto de Deleitosa, en el Collado de la Era de las Yuntas, que nos regala estas imágenes, si a un lado está el Geoparque, al otro, nos acompaña el Sistema Central y las Sierras de Gredos, arropadas por un mar de nubes que esconden al río Tajo

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 En Campillo de Deleitosa existe una asociación cultural muy activa, El Rútale, que ha publicado un magnífico libro -Campillo de Deleitosa, su historia en el olvido- que me servirá de referencia para ofrecer algunos datos. Campillo está escondida entre un mar de elevaciones y depresiones, flanqueda por las Sierras de Campillo y la Gallega; con apenas 80 habitantes guarda restos de la prehistoria y huella de civilizaciones romana o visigoda y algunas sopresas de época reciente. Este fuente la conocen como El Lejío.

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Salimos por el Camino de Robledollano buscando la subida al puerto que antes nos ofreció tan magníficas vistas

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A medida que ascendemos el paisaje aumenta, hemos dejado abajo Campillo, detrás la Sierra Gallega.

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De las pocas dificultades de la ruta es esta subida, casi recién iniciado el camino hasta el Camorro de la Olivilla.

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Las primeras horas de la mañana y la humedad, tras un día de lluvia, dejan estos juegos de luces entre los eucaliptos de la sierra.

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Tras tocar el puerto, iniciamos el descenso hasta la Garganta, imbuidos por la orografía de Las Villuercas que dibuja su silueta ante nuestros ojos.

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Nos acercamos a la Garganta de Descuernacabras, que recibe el nombre del arroyo que la recorre, disfrutando de un paisaje generado por los procesos erosivos producidos por el encajamiento de la actual red fluvial que han configurado un paisaje de sierras y valles paralelos, alineados en dirección NO-SE, rodeados por las penillanuras de Trujillo y de la Jara y que definen  la característica geomorfología de la región conocida como “relieve apalachense”.

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La Garganta, generosa de agua, nos aguarda con muchas sorpresas pues mantiene restos de la historia de la comarca, de sus oficios, de sus necesidades y de la actividad de un pequeño rincón que ha sabido, a lo largo de los años, aprovechar el agua para diferentes fines.

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La primera de las sorpresas aparece ante nosotros, se trata de una antigua Herrería utilizada para fundir el Hierro, prueba de la mucha actividad minera que desarrolló la comarca. Los oriundos del lugar no tienen claro si el conjunto es de época romana o de la Edad Media. Junto a el, arranca el canal de agua que llevaremos durante los próximos cinco kilómetros y que es el gran atractivo de la ruta y la razón por la que hemos llegado hasta aquí

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De momento hay que descender para coger el arroyo y seguir la ruta de las Herrerías.

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A nuestra derecha hemos traído la Sierra de Juncaldilla, uno de los frecuentes riscos del Geoparque que presentan estas pedreras tan características en la comarca. Esta Sierra, además, alberga la Cueva de Los Canchos de Juan Caldilla en la que aparecieron restos de pinturas rupestres y que fue utilizada en la posguerra civil por las numerosas cuadrillas de maquis que se refugiaron en la zona.

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A partir de aquí caminamos por dentro del cauce de la antigua acequia que servía para llevar el agua a las centrales hidroeléctricas, hasta tres, que han jalonado la Garganta

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Comenzamos en la zona de La Herrería, este molino utilizado para fundir hierro con material extraído de las minas cercanas.

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Los restos, ya digo que de origen poco claro, dan idea del trabajo que albergó este pequeño valle que forman la Sierras de Juncaldilla y las del Camorro del Acarreo

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El canal de agua es una obra de ingeniería faraónica, por lo abrupto de la zona que se conserva en un estado excelente y que podemos recorrer en su totalidad.

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Es una construcción realizada en pizarra sobre la falda de la sierra, casi invisble hasta que no estás en ella. Está realizada con tal delicadeza que es apenas perceptible. Caminar por ella es fácil y cómodo. Si bello es el paisaje que se abre por delante…

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 …no menos espectacular es el que vamos dejando atrás. El canal es un balcón privilegiado para disfrutar del entorno.

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En pocos sitios el canal tiene que romper la montaña para seguir el trazado, creo que es el único rincón en esta zona más escarpada del Cancho Quebrado.

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Un detalle de la construcción de la acequia de agua, pizarra sobre pizarra que se mantiene en pie sin problema. Con pequeños arcos que salvan los riachuelos y arroyos que bajan de la sierra.

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Aquí descubrimos los restos de la central hidroeléctrica levantada en 1917, la segunda que se puso en marcha y que estuvo activa hasta 1953 en la zona conocida como El Cabronil, producía 125v ¿os acordáis? Se construyó después de la original de 1912, más grande, porque la caída del agua era mayor y aumentaba la cantidad de energía.

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Este es el tramo más sorpredente, más bonito y más conocido de la zona: los Arcos del Cauce, o el Acueducto de las Herrerías. Un acueducto en curva para vadear el arroyo por el que pasa, realizado, por completo, en pizarra, piedra y ladrillo, y que todavía hoy luce así de vistoso.

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Es una obra de ingeniería magnífica que sortea con ingenio la depresión que crea la corriente de agua que evita.

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Su estado es excelente, pisarlo y atravesarlo es una delicia, sólo por llegar aquí merece la pena realizar la ruta.

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Y continúa el canal, asomando tímidamente desde la falda de la sierra, acompañando el curso del agua del arroyo en un recorrido paralelo.

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Frente a nosotros, al otro lado del cauce, se conservan restos de las antiguas explotaciones mineras, hoy en desuso.

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Es imposible no pararse a cada paso, la acequia es como un gran balcón de cinco kilómetros de largo que ofrece panorámicas magníficas. Y nosotros disfrutamos de ellas.

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Continuamos caminando por el canal, protegidos por las paredes que se conservan en pie, sólo algún pequeño salto, por la caída de piedras, nos obliga a abandonarlo por un instante.

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Esta panorámica general de la acequia da idea de su trazado, es como si quisiera nos destacar en el paisaje.

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La garganta de Descuernacabras flanqueada por el canal es así de sugerente.

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En este punto se une con el Arroyo de Fresnedoso y el caudal aumenta. Es una tierra dura, pizarra que apenas deja crecer la arboleda.

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A medida que nos acercamos al final de la acequia esta se ensancha, si hasta hace unos metros nos obligaba a caminar en fila india, ahora, su anchura nos permite andar en grupo.

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Y finaliza el canal, lo hace en este ensanche que facilitaba la caída de agua en la central que se comenzó a construir en 1912. Esa placa es una rejilla que servía de filtro para la corriente de agua.

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 Esta central que, como cuentan los amigos de la Asociación Cultural El Rútale, se comenzó a construir en 1912, cinco años antes que la anterior que divisamos, pero estuvo parada durante 41 años debido a que no estaba terminado el canal que tenía que llevar el agua hasta ella, por el alto coste de construcción del mismo.

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Quedan algunas estructuras de la conducción de agua, buena parte de ellas se perdieron en una crecida del arroyo en 2005 arrastradas por el agua.

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Esta central entró en funcionamiento en 1953 y paró definitivamente en 1969 cuando Iberduero comenzó a suministrar electricidad a 220v y esta quedaba obsoleta

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A  partir de aquí el arroyo continúa libre de la vigilancia del canal de agua

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A nosotros ya nos toca ascender para buscar de nuevo la localidad de Campillo y dar por finalizada la ruta. Este trozo de camino es más abrupto conserva, apenas, trazados de los antiguos caminos.

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Aún descubrimos restos de un antiguo molino, el Molino de Trigo de Damián, que cogía el agua del Arroyo del Castaño.

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El camino aún nos depara la visión del llamado Puente Viejo o Puente del Conde que los vecinos se vieron obligados a construir para poder comunicarse con la vecina localidad de Fresnedoso tras llevarse el antiguo puente romano una de las crecidas del río.

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Ascendemos hacia el Cerro Alto buscando las primeras casas de Campillo de Deleitosa. La subida nos aleja de la depresión de la garganta para alcanzar los llanos más cercanos a la localidad.

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El final del viaje nos acerca a Campillo y las primeras indicaciones nos anuncian el final.

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Flanqueados por piedra y alcornoque mantenemos vivo el recuerdo de lo que hemos disfrutado en tan singular camino.

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 La dehesa extremeña nos saluda de nuevo, el color del otoño nos regala esta última imagen antes de encontrarnos con Javier Campillo, de la Asociación Cultural El Rútale, que nos brinda las últimas explicaciones de todo lo que hemos visto, sorpresa tras sorpresa, en este pequeño rincón extremeño que guardamos para siempre.

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Yo inmortalizo todo lo visto, sentado ante los impresionantes arcos del acueducto y maravillado porque, en un rincón perdido de la geografía extremeña, haya tanta historia y tanta belleza.

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 Descubrir los rincones de tu tierra de esta manera tan singular, pateando las tierras que aún pelean por no desprenderse de la historia de otros años más difíciles en el entorno rural extremeño, te hace afianzarte en la convicción de que la única forma de encontrar nuestro pasado es hacerlo Andando Extremadura.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

Ruta de Alfonso Onceno

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 El Geoparque Villuercas-Ibores es un paraíso para el senderista: los caminos de peregrinos a Guadalupe, los senderos de la comarca, las rutas con historia como la Isabel la Católica o esta de Alfonso Onceno, que hoy comentamos, dan idea de la belleza de un entorno en el que se suceden valles y sierras tan importantes que, por su alto valor geológico, han sido reconocidos por la UNESCO como Geoparque. Esto significa, además, que Guadalupe y su entorno son hoy destino turístico emergente y sus ofertas para viajeros son cada vez más variadas.

Nosotros hemos hecho el camino que separa la localidad de Navezuelas, junto al Anticlinal del Almonte, hasta la puebla de Guadalupe, lugar de peregrinos; camino que recibe el nombre de Alfonso Onceno debido al rey Alfonso XI, que frecuentaba estos parajes para la caza del oso. Se trata de un camino de herradura que atraviesa el valle del río Viejas con sus huertos y majadas de pintoresca arquitectura popular. 16,4 kms de dificultad media alta por las dos subidas que contiene la ruta.

 El track de la ruta para GPS

 La ruta la organiza la asociación de senderismo Maragatos de las Villuercas que nos recibe en Navezuelas con dulces y consejos. Foto de familia y andando…

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Nada más dejar Navezuelas comienza el ascenso que nos llevará hasta el primer alto, ante nosotros se descubre el valle donde nace el río Almonte, de frente la que aquí llaman Sierra del Local, ahora en lenguaje de Geoparque, el Anticlinal del Almonte.
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Pararse un momento y echar la vista atrás nos da idea del terreno que pisamos, este es el Geoparque un sitio singular, el valle del Almonte y la sierra de la Ortijuela. Seguimos subiendo.
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La ruta discurre por caminos pedregosos, incómodos porque la piedras están sueltas y te obligan a extremar las precauciones.
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Al llegar al Collado de la Pariera, el primer alto de la ruta, la formación geológica que tanto ha llamado la atención de la UNESCO se observa mucho mejor. Según información del geoparque, el Anticlinal del río Almonte se extiende desde la cuenca del Tajo hasta la base septentrional del Risco de La Villuerca. Por su núcleo y en parte de su largo recorrido fluye el propio río Almonte desde su nacimiento en La Villuerca hasta abandonarlo hacia el sinclinal de Santa Lucía buscando las Apreturas del Almonte.

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A 1.212 metros de altura. Impresiona contemplar desde arriba los plegamientos de la tierra ocurridos hace 300 millones de años ¿cuántas generaciones habrán pasado por aquí?
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Desde el Collado de la Pariera ya se nos muestra el Valle del Viejas, toma nombre del río, al fondo el Sistema Central y las sierras de Gredos todavía nevadas.
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Descendemos por la loma de la Sierra de las Acebadillas por un paraje conocido como el Horcajo.
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Así es el Valle del Viejas desde el Collado de los Ajos, la orografía de las Villuercas es un espectáculo a la vista.
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El valle es atravesado por el río Viejas que hace fértiles las tierras más bajas, huertos que son visibles desde la altura.
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Descendemos aprovechando los riscos para contemplar mejor el valle. Encararmarse en lo alto, ofrece esta singular imagen.
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Otra de las sorpresas del Geoparque es que existen importantes yacimientos donde se localizan los fósiles de los primeros metazoos  con esqueleto externo  del género Cloudina y cuyos registros ilustran uno de los principales eventos en la evolución de la vida: el origen y radiación de los primeros animales. Están a los lados del camino y son perfectamente visibles.

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Descendiendo ya hacia el Valle del Viejas por una parte de camino que te obliga a mirar dónde pisas, son las pedreras, lo que en geología conocen como ‘derrubios de ladera’, para andar son bastante incómodos.

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Bosques de robles de formas caprichosas nos acompañan, de repente sorprenden también sotos de castaños.

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Ir acompañado de expertos en botánica y biología aumenta el atractivo del camino, ellos te descubren cosas que, a simple vista, pasan desapercibidas para un lego, nos paramos a admirar un ejemplar de loro que se alza más arriba. Las conversaciones son de nota.

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El río Viejas, estamos en el valle.

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En esta zonas algunos ejemplares de árboles son impresionantes, tanto que caen por su propio peso y por la edad.

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Comienza el ascenso que nos llevará al tercero de los valles que pisaremos en la ruta, un sube y baja que templa las piernas y obliga reservar fuerzas. El camino está señalizado. Estamos el el GR 117. La antigua vía romana denominada VIA XVII, mandada construir por el emperador Augusto, que unía la ciudad portuguesa de BRAGA (Bracara Augusta) con ASTORGA (Asturica Augusta), está reconocida hoy en día como «sendero de Gran Recorrido» con el número común a los dos países (España y Portugal) de «GR 117. Vía Romana XVII»

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A medida que ascendemos dejamos atrás el valle del Viejas y sin saberlo entramos en el Valle del Pozo.

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Coronamos el alto para situarnos en el Collado de la Arena, donde nos espera un pequeño tentempié antes de afrontar la definitiva bajada a Guadalupe, allí nos aguardan algunas sorpresas.

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Aquí está el tercero de los valles, el del río Ibor, en lenguaje Geoparque el Anticlinal del Ibor- Guadalupe. Al fondo el Sinclinal del Guadarranque. Geología en estado puro.

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La fotografía de Villuercas es así, unas tras otra hileras de cerros y sierras en paralelo que confieren a este lugar esa belleza tan particular y la riqueza que ahora se reconoce.

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Descendemos por el que conocen por el Llanillo Hueco entre otro bosque de robles, desnudo de hojas.

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De repente, al llegar a un paraje llamado Arcas de Noé, la vegetación cambia y nos rodea un bosque de pinos.

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Un tramo de la ruta, hasta la ermita del Humilladero, discurre por la carretera que lleva a la base militar, ya abandonada.

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Al llegar a la ermita, el propio rey Alfonso XI sale a recibirnos. Un detalle real.

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Por el Barranco del Barquillo acometemos la última parte de la ruta, queda poco para llegar a la Puebla, fin del camino.

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Guadalupe es inmensa, su Monasterio y la imagen de la patrona de la Hispanidad, también de Extremadura, hace que sea un lugar muy visitado y tremendamente bello. Su arquitectura popular es digna de disfrutar.

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En el barrio de San José Obrero nos espera el rey y su séquito, y con él, recorremos las calles de Guadalupe camino del Monasterio.

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Allí, junto al pórtico, un coro local nos da la bienvenida y hace los honores reales, somo recibidos como peregrinos, y agasajados con dulces típicos.

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Así finalizamos, extasiados ante esta maravilla arquitectónica, plagada de leyendas, y venerada por los creyentes. El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Monasterio fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1993. En su interior se aprecia el estilo gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico, es decir, desde los siglos XIII al XVIII.

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Había ganas de recorrer el camino de Alfonso Onceno, este sendero de peregrinos que, desde hace años, es pisado, primero por soldados y comerciantes, luego por reyes y aldeanos y ahora por peregrinos y senderistas. La Ruta del Alfonso Onceno no ha decepcionado, ya me habían avisado que era de las más bonitas rutas de las Villuercas, lo corroboro. El Geoparque gana mucho más cuando te decides a recorrerlo… Andando Extremadura.

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

Ruta de Isabel la Católica. De Cañamero a Guadalupe

(SI QUERÉIS VER BIEN LAS FOTOS, PINCHAD SOBRE ELLAS)

La ruta de Isabel la Católica es una de las clásicas de la comarca de Las Villuercas. Se trata de un trazado que parte de la localidad de Cañamero y finaliza en la Puebla de Guadalupe. 15 kms de dificultad media cuyo punto más alto se encuentra en el Castaño del Abuelo a 980 metros de altitud. En esta ocasión la organizaba el área de dinamización deportiva de la Mancomunidad Villuercas-Ibores-Jara. Un día soleado nos acompañó durante todo el camino. Iniciamos la marcha en Cañamero, donde la organización ofreció avituallamiento.
Salimos de Cañamero buscando la rivera del río Ruecas por una arboleda que nos protege en los primeros metros
Bordeamos la piscina natural del Ruecas que aquí conocen como el charco de la Nutria buscando la primera de las sorpresas

Se trata de la Cueva de la Chiquita, en la que podemos encontrar pinturas rupestres y abrigos del Neolítico, pinturas rupestres de la Edad del Bronce.

Volvemos sobre nuestros pasos y cruzamos por la presa de la piscina que se cierra en verano para disfrute de bañistas. Es un rincón muy frecuentado y bastante bien preparado.

Dejamos la pequeña depresión del río para iniciar el ascenso por un pequeño cerro de monte bajo hasta llegar al embalse del Cancho del Fresno

La subida nos ofrece una vista global de la Cueva de la Chiquita que acabamos de visitar

Al llegar al borde del embalse nos deleitamos con una panorámica de las Villuercas que nos acompañará durante buena parte de la ruta. Enfrente la Sierra de la Madrastra y la Sierra de Sancho

Tomamos entonces un camino ancho que bordea todo el pantano y que mantendremos durante un par de kilómetros.

No ha sido año de lluvias y eso se aprecia claramente en el nivel del agua. Se trata de un embalse 15 hm3 construido en 1987 usado para abastecimiento y riego.

Paseamos entre pinos bordeando el pantano por la zona del Martinete

Así abandonamos las aguas embalsadas para adentrarnos en el Collado del Ventosillo

Se trata de un paraje de jaras, brezos y monte bajo rodeado de sierras que nos deleita con una visión de 360º de unos de los muchos valles de la comarca de las Villercas.

Las Villuercas tiene esta magia especial, las ondulaciones de la cordillera de los Montes de Toledo que la han convertido en referencia mundial al recibir el título de Geoparque Villuercas Ibores Jara

El Collado del Ventosillo tiene sus propias leyendas como esta de la Cruz de Andrade que recuerda la muerte un caminante a manos de un bandolero en 1844

La Mancomunidad nos deleita en este punto con un suculento aperitivo, un pequeño receso antes de encarar la subida hacia el punto más alto de la ruta.

Toca ascender hasta la Sierra del Águila

Detrás de nosotros la Sierra de la Madrila y el Risco Viejo

Aún podemos ver parte del Embalse del Cancho del Fresno detrás de nosotros

Esta pedriza recibe el nombre del Melonar de los Frailes

Ascendemos por la zona de las Ventosillas entre pinares

El repecho se hace más duro a causa del calor a medida que ascendemos

Casi arriba la zona se despeja en este paraje que conocen como las Alberguillas. La ruta de Isabel La Católica no está homologada todavía, aunque ya está bastante señalizada

El camino se hace más ancho, en zonas despejadas con restos de algunos pinos que sobrevivieron al incendio que arrasó parte de Villuercas hace unos años

Restos de lo que debió ser un enorme y frondoso bosque que no sobrevivió al fuego. Al fondo se vislumbra el paraje que alberga otro de los puntos de interés y la cota más alta de la ruta, 980 m de altitud.

Así entre pinares, cerezos y robles se mantiene, vivo aunque no lo parezca, el Castaño del Abuelo, uno de los árboles singulares de Extremadura.

Cuenta la leyenda que los Reyes Católicos descansaron bajo su sombra tras la conquista de Granada, a duras penas mantiene aquella prestancia de siglos, pero se sostiene en pie a pesar de sus oquedades

Un tupido ejército de robles lo vigila y lo rodea justo en lo alto del Collado de la Era del Pico Agudo que dejaremos a la derecha

La Sierra de Guadalupe se deja ver al fondo antes de iniciar al descenso a la puebla de Guadalupe

Dejamos a nuestra derecha el Pico Agudo, 1092 m, al que en el siglo XIV llamaban Mojón de Maltravieso

Nosotros conducimos nuestros pasos entre una fragosa y tupida vegetación compuesta por robles, castaños y madroños; entre los huecos del bosque se pueden ver los valles del Infierno y Valdegracia, donde se encuentra el Palacio de Mirabel, construido en el s. XV para recreo de priores y monarcas

En el camino encontramos la peonía, la rosa de los montes

Nos sorprende el ruido del nido de un picapinos que descubrimos en el hueco de un árbol

Frente a nosotros el pico Villuercas, 1601 m

El descenso descubre Guadalupe a donde dirigimos nuestros pasos

Justo antes de cruzarnos con la ermita de Santa Catalina, s. XVI, en medio de una explanada que la convierte en un mirador excelente de la comarca de la Villuercas, justo en el cruce del camino de Miramontes

La puebla de Guadalupe y el monasterio ofrecen una panorámica magnifica a medida que nos aproximamos

Termina el descenso, afrontamos la última parte del camino antes de ascender hacia la puebla

La última parte del recorrido discurre por el que llaman camino de Vallehermoso para atravesar el puente de Cañamero y continuar por el antiguo camino de peregrinos

Nuestros pies nos llevan a la Fuente del Piojo, a refrescarnos la garganta antes de entrar en la villa

La silueta del monasterio es visible siempre

Las calles de Guadalupe ya nos protegen y los múltiples vendedores de miel, dulces y aceite se acercan a recibirnos

La ruta ha terminado, lo hacemos con una foto de familia en la Plaza de Santa María de Guadalupe en la escalinata del Monasterio. Quince kilómetros y medio después de salir de Cañamero hemos completado el trayecto.

Otro recuerdo queda frente al castaño del Abuelo ante el que dejamos nuestra imagen

Ha sido una manera de conocer de cerca la belleza de Las Villuercas, son muchos los caminos, de peregrinos o no, que abonan la comarca. Un agradable paseo para descubrir que junto a excelentes compañeros de ruta se descubren muchas más cosas de las que ves; escuchar es una práctica que hacemos pocas veces, pero que enseña bastante más que las guías, los libros o los mapas. La experiencia de quienes conocen el camino te denuestra que nuestra riqueza se revela andando Extremadura.-
©vicentepozas2012