Ruta del Contrabando (Cedillo-Montalvão)

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 La Ruta del Contrabando se celebra cada año, desde hace catorce, entre las localidades de Cedillo, en España, y Montalvao, en Portugal. Son 20 kms que transcurren por la raya fronteriza, entre los ríos Tajo y Sever, en pleno corazón del Parque Natural del Tajo Internacional, una zona de creciente interés turístico con hoteles. La ruta la organiza INIJOVEM, el instituto de la Juventud de Nisa, localidad a la que pertenece administrativamente Montalvao, con la colaboración de los Ayuntamientos de Cedillo y Montalvao. Una actividad muy organizada que comienza en España y termina en Portugal con una fiesta.

El track para GPS de la Ruta del Contrabando por gentileza de mi amigo Teófilo Amores

 

Cedillo, es el punto de partida, la salida se ha marcado en el edificio El Casón, un centro de interpretación del parque del Tajo Internacional que guarda sorpresas, muy, muy gratas. A la ruta asistimos cerca de 500 personas, muchos de ellos portugueses.

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Es curiosa la historia de Cedillo, todo un pueblo de frontera situado en esa hendidura tan característica que Extremadura clava en Portugal; de hecho su nombre, otorgado a principios del XIX, Cedillo,  procede de “Cedido”, por la cesión que hizo Portugal a España de esta zona para regularizar la frontera. Los primeros asentamientos tienen que ver con el río, un pequeño grupo de pescadores que, con una barca, ayudaban a cruzar el Tajo; más tarde se unieron al poblado numerosos portugueses que huían del reclutamiento militar portugués, muy frecuente por las continuas guerras. Viendo el paisaje que rodea la localidad se entiende perfectamente.

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Cedillo es hoy una pequeña localidad de apenas 500 habitantes que conecta con Portugal a través de la Presa de Cedillo; curiosamente sólo se puede atravesar los fines de semana porque Hidroeléctrica Española, dueña del embalse, la mantiene cerrada los días de diario, ello obliga a sus habitantes, con frecuentes contactos con Portugal, a dar un rodeo de más de 100 kms, cuando entre los dos pueblos hay apenas 20 kms. Es una vieja reivindicación de los pueblos de la frontera, un puente sobre el Tajo, siempre prometida y nunca ejecutada.

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Nosotros dejamos las blancas calles de Cedillo, y a sus habitantes despidiéndonos, para tomar por el Camino de la Carrasquera, buscando acercarnos a las aguas del Tajo.

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El camino es ahora más llano, flanqueados por lo que aquí conocen como Huerto de La Señorita y Huerto de las Parreras, la concentración pone un poquito de color en el paisaje.

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 Entre estos pequeños valles, que forman la sucesión de lomas y sierras, se encajona el Tajo camino de Portugal. Una foto fija del bosque mediterráneo y de la vida agrícola de frontera. Un rincón alejado de todo y muy apetecible.
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La frontera administrativa no afecta a la vista, frente a nosotros está Portugal y el pueblo de Vila Velha de Rodao.

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Una de las mejoras visibles en el Parque Natural del Tajo Internacional es la señalización de las rutas, un trabajo que hace accesibles y cómodas muchas de ellas. Y no han olvidado detalle.
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Descendemos ya por la Carrasquera para atravesar el que llaman Regato del Pueblo.

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Algunos de los tramos de la ruta son una delicia, este que nos eleva hasta la Loma de la Foz, cuenta con una cómoda pasarela en zig-zag.

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La aguas del arroyo evidencian un otoño e invierno generoso en aguas
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El pequeño sendero nos obliga a caminar en fila india, atentos a las indicaciones que enriquecen el camino. Y al barro que se pega a los pies a cada paso.
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Al ascender, el Tajo se muestra en todo su esplendor; frontera natural de Iberia: esta orilla es española, la de allá portuguesa, las aguas aquí, internacionales.
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Pasamos a tierras portuguesas navegando por las aguas del Tajo, desde el embarcadero que se ha construido para dar servicio al barco ‘Balcón del Tajo’ que recorre esta parte del río. Nosotros lo hacemos en pequeñas lanchas.

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La organización ha dispuesto varias barcas que traen y llevan a los senderistas por los apenas 800 metros que nos separan de Portugal, al fondo la presa de Cedillo que recoge las aguas del Tajo y el Sever.

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Superado el tramo navegado, iniciamos la marcha por tierras portuguesas, caminando paralelos al río Tajo, ya convertido en uno. Buscando el Camino del Forno.
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El Tajo estrena, justo aquí, su travesía por tierras portuguesas; después de regar cuatro regiones y seis provincias españolas. 47 kilómetros de frontera natural terminan aquí, ya sólo quedan 145 kilómetros antes de terminar en el Océano Atlántico. En este punto, el río más largo de España, se pasa al lado luso.
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Dejamos a un lado las aguas del Tajo y enfilamos hacia la zona del Monte do Pombo, un pequeño valle en fase de repoblación donde aún quedan muchos eucaliptos de antiguas plantaciones hidrográficas.
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Tras el ascenso al monte Remedios, muchos de los caminos aparecen anegados, hay que buscar pasos alternativos, imposible cruzar por ahí.
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Antes de acometer el último trayecto hacia Montalvao hay prevista una parada para reponer fuerzas
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Aprovechamos para refrescarnos, vino de pitarra de la Sierra de San Pedro para continuar el camino, hasta ahora llevamos 15 kilómetros, aún nos quedan 5 más.
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Portugal, monte bajo en Salmieirinhas
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Última parte de la ruta por un camino vigilado por alcornoques junto al Monte Pombo
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La ruta pasa junto a la ermita de Nuestra Señora de los Remedios; Portugal se reconoce por sus colores y sus suelos adoquinados, conserva ese aire colonial que mantiene en toda su arquitectura.
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Por la Tapada de Cardeirinha nos vamos acercando a Montalvao, situado sobre el Monte de San Andrés.
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En Montalvao nos reciben a ritmo de tambores, nos espera una buena comida para terminar la ruta.
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La carpa en la que nos refugiamos de la lluvia que, ahora sí, ha hecho presencia, un quinteto de músicos  hace las delicias de todos, pasadobles y fados se mezclan para que los más atrevidos se marquen alguna pieza, después de repuestos con abundante comida, aún quedan fuerzas para bailar un poquito.
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A buscar el autobús de vuelta; debemos atravesar Montalvao, villa portuguesa, un pueblo alentejano de postal: la colina suave y verde, la aldea arriba en lo alto esparciéndose por las faldas del monte San Andrés, esta es la iglesia que le da nombre. Los españoles suelen acudir aquí atraídos por el marisco que se come en sus restaurantes, desde Cedillo se tardan apenas quince minutos, siempre que sea fin de semana.
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Termina la ruta 20 kilómetros después, el día daba agua, aunque la lluvia sólo hizo acto de presencia en un par de ocasiones, la más fuerte justo al terminar la caminata, por suerte. Las huellas de las abundantes precipitaciones quedan patentes en nuestra ropa. Caminos anegados y barro constante han dejado su firma; los pies también lo notan.
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Ha merecido la pena. La ruta prometía y no ha defraudado, el recorrido nos deja la sensación agradable de que La Raya, la frontera hispano-portuguesa, sólo existe en los mapas y que los caminos se comunican sin problemas, desayuno en España, comida en Portugal, un recorrido por el Parque Natural del Tajo Internacional, una esquinita europea que merece la pena ser visitada. La edición número XV, ya está en marcha, habrá que volver.

                                                                                                                                             ©vicentepozas2013

 

Ruta Garganta de los Infiernos. Valle del Jerte

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La Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos en el Valle del Jerte es uno de los rincones más hermosos del norte extremeño, está comprendida entre la vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos, la vertiente suroeste de la Sierra de Gredos y el río Jerte.

En la zona se pueden contemplar numerosos saltos de agua y cascadas. Mención especial merecen las «marmitas gigantes», que son grandes pozas excavadas en la roca por la erosión fluvial, destacando las que existen en el paraje conocido como Los Pilones. En la zona se pueden hacer varias rutas, en esta ocasión nosotros hemos elegido la que lleva a Los Pilones para continuar después hasta el Chorrero de la Virgen, 12 kms programados dentro de las actividades de la Otoñada 2012. Una ruta fantástica en la que no faltó de nada, ni una buena calvotá (castañas asadas), ni licor de Gloria típico del Valle.

 

 La ruta comienza en la plaza de la localidad de Jerte que conserva trazos de su antigua arquitectura original, el día promete y el cielo amenaza.

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Las primeras instrucciones del camino las conocemos a medida que vamos llegando, el grupo de senderismo de Jerte que organiza la ruta, ha preparado todos los detalles.

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Salimos de Jerte por el que llaman Puente Largo que atraviesa el río que da nombre al Valle, hoy con el cauce revuelto debido a las lluvias de días anteriores.

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Aquí se sitúa la piscina natural de Jerte, ahora con las compuertas abiertas, y que en verano regala magníficos baños y un rincón fantástico para pasar el día pues cuenta con todo tipo de servicios.

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Dejamos el pueblo por la zona de Zalama donde se suceden huertos con castaños y cerezos situados sobre los tradicionales bancales del valle.

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A medida que ascendemos por Los Sotos decubrimos Jerte encajonado en este magnífico valle en ‘v’ que esconden las estribaciones de Gredos en el Sistema Central

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La ruta está bien señalizada porque en verano son muchas las personas que recorren la distancia, apenas cuatro kilómetros, que lleva a Los Pilones a disfrutar de sus piscinas naturales.

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Mientras nos acercamos al Monte de las Uvas, el bosque se cierra y los castañares se hacen más densos, y mas sorprendentes ahora en otoño.

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Un claro nos enseña el valle y su bancales de cerezos que convierten a la comarca en lugar de peregrinación cuando están en flor. La Fiesta del Cerezo en Flor, está declarada de Interés Turístico Regional, cada año, miles de personas disfrutan del espectáculo.

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Caminando por el paraje de los Frascazos los castaños dan paso  robles sostenidos por un manto de helechos y musgo.

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Cuando el sendero se adentra en las estribaciones de la montaña descubrimos El Chorrero de la Virgen, un impresionante salto de agua que se esconde entre los arroyos de Putopadre y Riscoencinoso.

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En el valle sólo tenéis que preguntar por el ‘manto de la virgen’ para que os hablen de esta cascada.

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El Valle que vemos desde el coche recorriendo la N-110, en nada se parece al que descubres cuando te adentras en sus sierras y lomas, pequeños valles dentro del valle, al fondo los cerros de la Encinilla primero y del Acarradero después.

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Así llegamos a Los Pilones, la joya de la reserva, una zona protegida, muy cuidada, con excelente mobiliario y, ahora, vigilada para evitar los excesos que ha sufrido durante años. Cruzamos por el Puente Sacristán, disfrutando de la fuerza del agua.

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Los Pilones, pozas naturales que el agua ha moldeado a lo largo de los años, son un enclave emblemático y maravilloso, las aguas de los arroyos de Los Tres Cerros y del Collado de las Yegüas desembocan aquí, su fuerza ha ido excavando en las piedras creando estas formas redondeadas que tanto sorprenden a quien viene.

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Ascendemos hasta el Risco Encinoso donde se cruzan muchas de las rutas que recorren la reserva, nosotros seguiremos la de la Umbría.

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Un pequeño respiro en el camino para seguir hacia los bosques de la reserva, la zona de la umbría que los acoge.

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Magníficos robledales andando por el camino que lleva hacia Cabezuela por el risco Encinoso.

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Un festival de colores, tras este otoño de agua.

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Llegamos al arroyo de Riscoencinoso, bravo de agua, que obliga a cruzar el camino anegado por el cauce.

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Nos preocupamos por utilizar calzado extra preparado, pero, a veces, la práctica y la experiencia nos ponen en evidencia. Las botas catiuscas de toda la vida, y punto.

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Volvemos sobre nuestros pasos por la ladera del risco en la zona de Las Rozonas, acompañados aún por los robles.

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Al llegar a Los Pilones descubrimos a bastante gente admirando las pozas, es un paseo familiar, sencillo que anima a todo el mundo.

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Y merece la pena, el paisaje que rodea la zona impone, sobrecoge, se admira y se disfruta, no es para menos.

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Alguien pensó que merecía la pena pararse un rato, sentarte tranquilamente y olvidarte de todo ¿Apetece verdad?

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Desandamos el camino, variamos la ruta para recorrer ahora el espacio que nos separa del pueblo de Jerte.

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Cuando llegamos a La Cuerda de los Lobos, vuelven los castaños a acompañarnos en el camino. La gente de la zona me enseñó algo nuevo: el nombre de monte reboldo: En el Valle del Jerte y en otros lugares también, se conoce como monte Reboldo, un monte copioso se castaños reboldos, (es decir castaños sin injertar que su fruto es reboldo, y su madera se utiliza para la explotación maderera) , Toda la umbría entre Tornavacas, Jerte y Cabezuela se conoce como el Monte Reboldo de Jerte.

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 Es un bosque impresionante, que convierte a la ruta en una experiencia única, un paseo de ensueño por el interior del Valle del Jerte, por sus secretos, de los que presumen los vallejerteños y lo que convierte, de verdad, a este enclave de montaña en un privilegio.

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La umbría de sus bosques, la humedad de la montaña crean este paisaje especial bajando por el Monte Reboldo.

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Te gustaría no salir nunca de este techo de hojas, el olor no se refleja en las imágenes pero se te queda grabado, y el sonido, o el silencio que te acompaña en un día frío y gris.

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Caminamos por la zona de La Bomba buscando los claros que anuncien que el final de la ruta está cerca.

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Y asoma Gredos, el valle, la vida, el paisanaje, la actividad que convierte a esta comarca en algo conocido mucho más allá de sus débiles fronteras, le llaman valle cereza y todo, en cualquier época del año, gira en torno a este pequeño fruto rojo. Un millón de cerezos que han conquistado, con la mano del hombre, las laderas de las enormes sierras de Gredos. Un espectáculo.

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Jerte se anuncia, este pequeño pueblo que presume de llevar el nombre del Valle nos aguarda tranquilo.

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El río marca la vida de estas gentes y hace que este enorme pasillo entre montañas, sea una tierra fértil, rica y sorprendente. Su principal fuente de riqueza es la cereza pero el turismo es un yacimiento de empleo que marca muchas de las costumbres de los pueblos que ven crecer, como los cerezos, infraestructuras pensadas para el visitante.

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Atrás queda el recuerdo de un ratito junto a la lumbre, pelando castañas asadas (los calvotes), saboreando el licor de gloria y su vino peleón; conversaciones y compañía que hacen más grato el camino y dejan amigos que nos has imaginado

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 La Otoñada en el Valle del Jerte es tan bella como la primavera y el cerezo en flor; noviembre es agua y esto se nota en cada esquina. Las sierras del norte supieron ver que el otoño tiene un encanto especial, ahora lo utilizan como reclamo, un banderín de enganche para invitarte a disfrutar de una estación que esconde gratas sorpresas y una paleta de colores que hace del Valle del Jerte, un espacio único, singular y mágico. El agua, la del río Jerte, y la montaña hacen el milagro, el hombre ha puesto el resto, y a fe que el resultado es maravilloso.-

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Ruta por el parque natural de Las Batuecas GR 10

 

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 El parque natural de Las Batuecas y la Sierra de Francia, Salamanca, ofrece un sinfín de posibilidades para el senderismo, son muchas las rutas que recorren esta fantástica comarca que, por otra parte, es un referente turístico por la variedad de lugares que visitar y por su extensa red de alojamientos. Nosotros hemos recorrido parte del GR 10 (gran recorrido, una de las grandes rutas que atraviesan la península incluido en la Red de Senderos Europeos de Gran Recorrido, el GR 10 comienza en la localidad valenciana de Puzol y termina en Lisboa) en este caso cubrimos la distancia entre Miranda de Castañar y La Alberca. 18 kms de dificultad media que hicimos con el club de senderismo La Vereína. Fue en otoño y el paisaje era toda una paleta de colores.

El track de la ruta es de Juan Antonio Mostazo, en dos partes: track 1 y track 2

Y aquí comenzamos la caminata, en Miranda del Castañar, un pequeño pueblo salmantino apoyado sobre una  loma que lo eleva por encima de valles y sierras del parque natural de Las Batuecas

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El Parque Natural de Las Batuecas forma parte de las estribaciones occidentales de la Cordillera Central. El Parque se establece en la divisoria de dos cuencas hidrográficas: los ríos Alagón, Francia y Batuecas vierten al Tajo, mientras que el Agadón pertenece al Duero. Es un lugar mágico, lo vais a comprobar.
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El pueblo conserva su belleza medieval. Las calles de Miranda del Castañar son de arquitectura tradicional de sierra y encontramos mas de 90 escudos nobiliarios en sus paredes, lo que nos da una idea de la importancia de este pueblo en los siglos XVI – XVIII.
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Salimos del pueblo por el camino de la ermita de la Virgen de la Cuesta, patrona local, por una calzada empedrada, antigua senda para subir a la villa.
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Descendemos por un pequeño bosque de robles y castaños, buscando el curso del río Francia y del arroyo de San Benito
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Algunos metros por una pequeña carretera local, nos indica la distancia y desvela nuestro destino intermedio, Mogarraz y nuestra meta, La Alberca. Frente a nosotros la sierra de Los Callejones
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La vegetación serrana de la zona nos acompaña durante todo el camino, mientras pasamos junto al arroyo de Nuñoperro. El otoño es visible.
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Dejamos la carretera y enfilamos por el Teso del Lego, una pista amplia y cómoda por la que transcurre esta primera parte del camino.
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El colorido que deja el otoño en el camino convierte el paseo en una sorpresa constante. Comenzamos a subir poco a poco.
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Ascendemos hacia el Juanillo, una pequeña sierra que se junta con el paraje de El Varino, un cruce  de caminos muy transitado
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Luego bajamos rápidamente hasta el arroyo Milanos de las Pisneras que cruza un pequeño puente medieval cubierto por las hojas, el Puente del Pontón, aquí el sendero coincide con el denominado Camino del Agua que terminaremos en Monforte de la Sierra
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El arroyo corre generoso y protege una vegetación frondosa que disfrutamos encantados. Justo antes de acometer un ascenso pronunciado y duro por la zona de Los Pontones
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Una subida que nos lleva hasta Mogarraz, justo cuando el bosque se abre, comido ya por pequeños huertos y algún mirador que nos permite coger aire.
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La villa de Mogarraz está declarada bien de interés cultural con categoría de conjunto histórico en 1998, presentando una estructura urbanística de trama típicamente medieval, con calles estrechas y trazado regular.

Aquí nos encontramos con una sorpresa añadida: la exposición Retrata2-388 Una singular muestra del artista Florencio Maíllo, son 388 retratos realizados en base a las fotografías que en los años 40 mando hacer el alcalde mogarreño a todos los habitantes mayores de edad para el carnet de identidad. Más de medio siglo después esos retratos, hoy cuadros, cuelgan de las fachadas donde viven, o vivieron cada uno de sus protagonistas. Preciosa idea que supone un valor añadido a la visita a la localidad.
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Dejamos Mogarraz, su fachadas y las miradas de sus habitantes inmortalizadas en las paredes del pueblo.

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Salimos de Mogarraz para retomar el Camino del Agua hacia las denominadas Pasaeras del Bocino, un lugar que se hunde, de nuevo, en la sombra de sus bosques.

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Una de las singularidades del Camino del Agua es que está salpicado de obras de arte de jóvenes artistas, esta que veis es de Virginia Calvo y recibe el nombre de Serena, está situada justo al lado del río Bocino

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Esta parte del camino es de las más bonitas de la ruta, transitamos por la zona de la Heredad, imersos en un paraje bellísimo que nos va a llevar hasta el pequeño pueblo de Monforte de la Sierra, al salir comenzará uno de los ascensos más duros de la ruta, son apenas 500 m pero de una pendiente muy elevada que nos conducirá hasta el alto de Los Caños

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Enfilamos por la zona de Las Suertes junto a una pequeña acequia que nos acompañará a lo largo de un par de kilómetros

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Enpequeñecidos por la magia de sus bosques caminamos con destino La Alberca, esperando que la lluvia, que ya amenaza, no haga acto de presencia mientras recorremos Matacabezas y Vaquero, dos parajes bien distintos, sierra y llano

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En la ermita de Majadas Viejas decidimos hacer una pequeña parada para reponer fuerzas, protegidos por su porche que la lluvia nos acompaña desde hace rato

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Por el robledal que aquí conocen como las dos carreteras, la que conduce a Mogarraz y la de Sotoserrano, nos acercamos a La Alberca

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Pasamos cerca del área recreativa de Fuente Castaño, la ruta termina.

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La Alberca nos recibió con una lluvia fuerte que nos obligaba a refugiarnos, esta imagen es de una ruta anterior, era imposible hacer fotos bajo la tromba de agua que se unió al grupo. La Alberca destaca por su arquitectura popular, la historia no aclara si fue una judería o el arrabal de Damasco, hoy es una feria  al servicio de los miles de visitantes que recorren sus calles.

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El parque natural de La Batuecas que comparte algunas esquinas con las Hurdes cacereñas, es un lugar ideal para el senderismo, hay infinidad de caminos muy cuidados. Si venid hasta aquí no dejéis de subir a la Peña de Francia, unos de los rincones más bonitos de la comarca y una de las sierras más altas en muchos kilómetros a la redonda. La ruta termina aquí, algunos, o muchos, seguirán por el GR 10 hasta la Sierra de Gata y Portugal para hacer un camino que acaba en la mágica Lisboa.

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