La Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos en el Valle del Jerte es uno de los rincones más hermosos del norte extremeño, está comprendida entre la vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos, la vertiente suroeste de la Sierra de Gredos y el río Jerte.
En la zona se pueden contemplar numerosos saltos de agua y cascadas. Mención especial merecen las «marmitas gigantes», que son grandes pozas excavadas en la roca por la erosión fluvial, destacando las que existen en el paraje conocido como Los Pilones. En la zona se pueden hacer varias rutas, en esta ocasión nosotros hemos elegido la que lleva a Los Pilones para continuar después hasta el Chorrero de la Virgen, 12 kms programados dentro de las actividades de la Otoñada 2012. Una ruta fantástica en la que no faltó de nada, ni una buena calvotá (castañas asadas), ni licor de Gloria típico del Valle.
La ruta comienza en la plaza de la localidad de Jerte que conserva trazos de su antigua arquitectura original, el día promete y el cielo amenaza.
Las primeras instrucciones del camino las conocemos a medida que vamos llegando, el grupo de senderismo de Jerte que organiza la ruta, ha preparado todos los detalles.
Salimos de Jerte por el que llaman Puente Largo que atraviesa el río que da nombre al Valle, hoy con el cauce revuelto debido a las lluvias de días anteriores.
Aquí se sitúa la piscina natural de Jerte, ahora con las compuertas abiertas, y que en verano regala magníficos baños y un rincón fantástico para pasar el día pues cuenta con todo tipo de servicios.
Dejamos el pueblo por la zona de Zalama donde se suceden huertos con castaños y cerezos situados sobre los tradicionales bancales del valle.
A medida que ascendemos por Los Sotos decubrimos Jerte encajonado en este magnífico valle en ‘v’ que esconden las estribaciones de Gredos en el Sistema Central
La ruta está bien señalizada porque en verano son muchas las personas que recorren la distancia, apenas cuatro kilómetros, que lleva a Los Pilones a disfrutar de sus piscinas naturales.
Mientras nos acercamos al Monte de las Uvas, el bosque se cierra y los castañares se hacen más densos, y mas sorprendentes ahora en otoño.
Un claro nos enseña el valle y su bancales de cerezos que convierten a la comarca en lugar de peregrinación cuando están en flor. La Fiesta del Cerezo en Flor, está declarada de Interés Turístico Regional, cada año, miles de personas disfrutan del espectáculo.
Caminando por el paraje de los Frascazos los castaños dan paso robles sostenidos por un manto de helechos y musgo.
Cuando el sendero se adentra en las estribaciones de la montaña descubrimos El Chorrero de la Virgen, un impresionante salto de agua que se esconde entre los arroyos de Putopadre y Riscoencinoso.
En el valle sólo tenéis que preguntar por el ‘manto de la virgen’ para que os hablen de esta cascada.
El Valle que vemos desde el coche recorriendo la N-110, en nada se parece al que descubres cuando te adentras en sus sierras y lomas, pequeños valles dentro del valle, al fondo los cerros de la Encinilla primero y del Acarradero después.
Así llegamos a Los Pilones, la joya de la reserva, una zona protegida, muy cuidada, con excelente mobiliario y, ahora, vigilada para evitar los excesos que ha sufrido durante años. Cruzamos por el Puente Sacristán, disfrutando de la fuerza del agua.
Los Pilones, pozas naturales que el agua ha moldeado a lo largo de los años, son un enclave emblemático y maravilloso, las aguas de los arroyos de Los Tres Cerros y del Collado de las Yegüas desembocan aquí, su fuerza ha ido excavando en las piedras creando estas formas redondeadas que tanto sorprenden a quien viene.
Ascendemos hasta el Risco Encinoso donde se cruzan muchas de las rutas que recorren la reserva, nosotros seguiremos la de la Umbría.
Un pequeño respiro en el camino para seguir hacia los bosques de la reserva, la zona de la umbría que los acoge.
Magníficos robledales andando por el camino que lleva hacia Cabezuela por el risco Encinoso.
Un festival de colores, tras este otoño de agua.
Llegamos al arroyo de Riscoencinoso, bravo de agua, que obliga a cruzar el camino anegado por el cauce.
Nos preocupamos por utilizar calzado extra preparado, pero, a veces, la práctica y la experiencia nos ponen en evidencia. Las botas catiuscas de toda la vida, y punto.
Volvemos sobre nuestros pasos por la ladera del risco en la zona de Las Rozonas, acompañados aún por los robles.
Al llegar a Los Pilones descubrimos a bastante gente admirando las pozas, es un paseo familiar, sencillo que anima a todo el mundo.
Y merece la pena, el paisaje que rodea la zona impone, sobrecoge, se admira y se disfruta, no es para menos.
Alguien pensó que merecía la pena pararse un rato, sentarte tranquilamente y olvidarte de todo ¿Apetece verdad?
Desandamos el camino, variamos la ruta para recorrer ahora el espacio que nos separa del pueblo de Jerte.
Cuando llegamos a La Cuerda de los Lobos, vuelven los castaños a acompañarnos en el camino. La gente de la zona me enseñó algo nuevo: el nombre de monte reboldo: En el Valle del Jerte y en otros lugares también, se conoce como monte Reboldo, un monte copioso se castaños reboldos, (es decir castaños sin injertar que su fruto es reboldo, y su madera se utiliza para la explotación maderera) , Toda la umbría entre Tornavacas, Jerte y Cabezuela se conoce como el Monte Reboldo de Jerte.
Es un bosque impresionante, que convierte a la ruta en una experiencia única, un paseo de ensueño por el interior del Valle del Jerte, por sus secretos, de los que presumen los vallejerteños y lo que convierte, de verdad, a este enclave de montaña en un privilegio.
La umbría de sus bosques, la humedad de la montaña crean este paisaje especial bajando por el Monte Reboldo.
Te gustaría no salir nunca de este techo de hojas, el olor no se refleja en las imágenes pero se te queda grabado, y el sonido, o el silencio que te acompaña en un día frío y gris.
Caminamos por la zona de La Bomba buscando los claros que anuncien que el final de la ruta está cerca.
Y asoma Gredos, el valle, la vida, el paisanaje, la actividad que convierte a esta comarca en algo conocido mucho más allá de sus débiles fronteras, le llaman valle cereza y todo, en cualquier época del año, gira en torno a este pequeño fruto rojo. Un millón de cerezos que han conquistado, con la mano del hombre, las laderas de las enormes sierras de Gredos. Un espectáculo.
Jerte se anuncia, este pequeño pueblo que presume de llevar el nombre del Valle nos aguarda tranquilo.
El río marca la vida de estas gentes y hace que este enorme pasillo entre montañas, sea una tierra fértil, rica y sorprendente. Su principal fuente de riqueza es la cereza pero el turismo es un yacimiento de empleo que marca muchas de las costumbres de los pueblos que ven crecer, como los cerezos, infraestructuras pensadas para el visitante.
Atrás queda el recuerdo de un ratito junto a la lumbre, pelando castañas asadas (los calvotes), saboreando el licor de gloria y su vino peleón; conversaciones y compañía que hacen más grato el camino y dejan amigos que nos has imaginado
La Otoñada en el Valle del Jerte es tan bella como la primavera y el cerezo en flor; noviembre es agua y esto se nota en cada esquina. Las sierras del norte supieron ver que el otoño tiene un encanto especial, ahora lo utilizan como reclamo, un banderín de enganche para invitarte a disfrutar de una estación que esconde gratas sorpresas y una paleta de colores que hace del Valle del Jerte, un espacio único, singular y mágico. El agua, la del río Jerte, y la montaña hacen el milagro, el hombre ha puesto el resto, y a fe que el resultado es maravilloso.-
©vicentepozas2013