Ruta por Pedroso de Acim. El Palancar

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Invitados por la empresa Soluciones Wellness, hemos participado en el programa Perdidos por la dehesauna serie de rutas que proponían recorrer los municipios de la Mancomunidad de Monfragüe. En este caso ha sido por el pequeño pueblo de Pedroso de Acim, cuna del convento de El Palancar, rodeado de montes de pinares y robles que ofrecen un paisaje fantástico de la Vega del Alagón y de las estribaciones del Parque Nacional de Monfragüe.Es una ruta sencilla, 10 kms, con subida hasta el Cerro de Pedroso pero de vegetación abundante y variada. La cita en la pequeña plaza de Pedroso de Acim, 92 habitantes.

La pequeña iglesia de Santa Marina, siglo XVI, de la plaza del pueblo es un ejemplo del rico patrimonio de toda la zona. Vámonos de ruta…

Salimos del pueblo por el camino de Portezuelo, junto a la Laguna de San Juan donde observamos algunos  restos de antiguos edificios

Antes de entrar en los primeros bosques nos situamos en una zona de olivos cerca de los Canchos del Machurro.

Para subir a la Sierra de San Juan cruzamos el arroyo de Las Rozas, los pinos comienzan a cambiar el paisaje.

Nos adentramos en este pinar que es el último que sobrevive en la zona tras los incendios que arrasaron  buena parte de ellos; y enormes robledales con muchos años a la espalda, las repoblaciones serán visibles en parte del camino

Nos desviamos del camino de Portezuelo para adentrarnos en el Monte del Berrocal, un pinar que nos llevará hasta unas de las zonas elevadas del recorrido

Por un camino ancho bordeamos la Sierra de San Juan arropados por este pinar utilizado para madera

A medida que ascendemos, el paisaje se presenta ante nosotros, lo primero que aparece al fondo es la pequeña localidad de Grimaldo

Es otoño, los madroños y sus frutos así lo anuncian.

Al dejar la Sierra de San Juan entramos en la de Pedroso y nos encontramos con una de su cimas, la denominada Peña de los Cenizos que da nombre a asociaciones y peñas de la localidad.

Abajo Pedroso, el Valle del Alagón y al fondo, las Sierras de Gredos

Atrás dejamos la Peña de los Cenizos por una pista amplia desde donde se divisan muchos de los pueblos de la comarca. Caminamos hacia la Peña del Águila.

Debajo de nosotros, Pedroso, al fondo, Torrejoncillo

También se ve Holguera, al fondo Gredos

Desde aquí es visible la zona quemada, y ahora repoblada, junto al pinar que aún se conserva

El paisaje nos acompaña, a la derecha la Sierra de Santa Marina, debajo pocos robles perduran de los que fue un bosque magnífico

Al ascender se disfruta de un paisaje amplio, un mapa real de buena parte del territorio, te ayuda a situar localidades o accidente geográficos con mucha facilidad si sabes orientarte, sino, lo mejor es llevarte un mapa y trasladarlo a lo que ves. Esta vista la tenemos desde lo alto de la peña del Águila.

Descendemos por el Berrocal hacia las viñas del Pino. Restos de los incendios junto a repoblaciones. Caminamos hacia Cañaveral, aunque enseguida giraremos a la izquierda.

Esto fue un camino en mitad de un bosque, tardaremos años en volver a sentir su sombra, hoy las protecciones intentan que los plantones tiren hacia adelante y la sierra no quede sin suelo fértil
Esta zona, nos cuentan, era un enorme alcornocal del que se mantienen en pie pocos ejemplares, los restos de algunos de sus troncos secos aún son visibles, la gente del pueblo que nos acompaña lo recuerda con pena
Los que sobrevivieron nos dan idea de cómo debía ser la zona, su porte es inmenso, son árboles centenarios, la mayoría sucumbió al fuego

Descendemos junto al cerro del Tío Mula buscando el camino de Cañaveral,

Este abrevadero es la Fuente de los Cucharros, todo un monumento de cómo el hombre de campo se ha buscado la vida siempre

El chorro de agua está situado en la parte más alta, la caída del terreno asegura que el agua llegue a cada uno de los pilones donde beben los animales

Así llegamos al Convento del Palancar, dicen que es el convento más pequeño del mundo, aquí estuvo San Pedro de Alcántara.

Una de las características de estas rutas organizadas por la Mancomunidad de municipios de Monfragüe es que finaliza con una degustación de jamón y con la siembra de encinas. Y damos buena cuenta de este apetitoso alimento.

Regresamos a Pedroso de Acim por el camin del Berrocal, junto a la charca de la Nava y la sierra, al fondo, vigilante

Entremanos hacia este pequeño núcleo de un centenar de habitantes que vive tranquilo, ajenos al trasiego que llega hasta el Monasterio de El Palancar y su restaurante
En Pedroso de Acim han recuperado vestigios de antiguos oficios y costumbres como este lavadero público que es ahora un valor añadido del pueblo, una razón más para visitarlos.

Es un rincón extremeño en el que pocas veces caemos, un lugar de paso, referente por el Monasterio y la vida de San Pedro de Alcántara, pero en raras ocasiones hemos recorrido sus calles o nos hemos desviado hacia el interior. Merece la pena. Cuando terminamos le comenté a Luisa: este es uno de esos lugares donde sí me compraría una casa. Volveremos.

@vicentepozas2012

Ruta por Santa Marta de Magasca

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En esta ocasión recorremos la penillanura cacereña, nos trasladamos hasta la localidad de Santa Marta Magasca, un pequeño pueblo que marca los límites entre los Llanos de Cáceres y las dehesas de los ríos Tamuja y Magasca que darán paso a los berrocales trujillanos; nos situamos entre ambas ciudades, Cáceres y Trujillo, dos enclaves históricos que nos garantizan amplia cobertura hotelera un paisaje que nos llevará a transitar por una zona en la que son característicos los denominados ‘dientes de lobo’, formaciones graníticas que surgen del suelo semejantes a dentaduras de animal. Es una ruta sencilla, apenas 16 kilómetros pero con enclaves muy diferentes.

La ruta la hicimos con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres, auspiciada por el ayuntamiento de Santa Marta que nos recibió con un magnifico desayuno en la Casa Rural Municipal para darnos los buenos días.

Tras el reconfortante café y los dulces del pueblo -margaritas, roscas, coquillos y magdalenas- nos reunimos en la pequeña plaza magasqueña para iniciar el recorrido.

Tras atravesar unas pocas calles, salimos del núcleo urbano por la zona de la Casa de los Hoyos.

Unos pocos metros por una carretera comarcal que abandonaremos de inmediato.

Giramos a la derecha para tomar hacia la Fuente de la Dehesa, una zona en la que se encuentra la dehesa boyal, con mucha ganadería donde se haya la Casa de los Hoyos
Entre pequeños cerros descendemos junto a una pequeña depresión denominada Vertiente de la Quicia que nos lleva hasta el río, zonas por las que, en otoños e inviernos lluviosos, baja el agua abundante. No es el caso.

Así llegamos hasta el río Magasca, domado como casi todos, por las presas que controlan su cauce

En los ríos extremeños los galápagos son los bañistas espontáneos de las rocas de sus orillas. Este fue pillado por sorpresa, no tardó en refugiarse en el agua.

Al dejar el cauce del río observamos el paisaje de dehesa abundante por el que venimos caminando y parte de la carretera que conecta los pueblos de la comarca; muy recomendables para recorrer en coche.

Esta dehesa recibe el nombre de Valdeacebuche porque son muchos lo árboles de este tipo que se mezclan con encinas y alcornoques. Acebuche es el árbol de la primera fotografía.

Estos son llamados dientes de lobo muy comunes en toda esta zona de especial protección de aves

Le dehesa es ganadera, si no no sería dehesa, en compañía del ganado vacuno, el más común en estos parajes atravesamos la zona La linde

Las vacas dejan estas instantáneas cuando pasamos, quien más quien menos se asusta por su cercanía y los mugidos. En realidad están a lo suyo.

Lo mejor del camino es la compañía, los amigos, la charla y lo agradable que es escuchar a la gente del lugar recordadndo sus vivencias

Tierras de labor, huellas de trabajo, de otra vida y otro tiempo, no siempre el campo fue sencillo

Caminamos hacia el cortijo de Valdeacebuche, justo antes de atravesar la carretera comarcal y encarar de nuevo el pueblo de Santa Marta de Magasca.

A lo lejos surge la figura del pueblo, entre él y nosotros queda el curso del río, aunque no lo parezca

Caminamos por la dehesa boyal, por el camino Torrecilla junto al cortijo de Revilla, en paraje castigado donde la dehesa es apenas un suspiro

Las cabañas vacunas son como público a los lados del camino, cualquier depresión donde se acumula la hierba por el agua es aprovechado para alimentarse

Es tiempo de curar las encinas, tiempo de poda, tiempo de leña

De nuevo descendemos buscando la hondonada que protege las aguas del Magasca

Los viejos puentes que unían los pueblos cuando no existían carreteras, y caminos y bestias eran la única manera de llegar a los sitios

Lugar ideal, junto a la orilla, para un pequeño tentempié con el que reponer fuerzas.

Luisa espera al fotógrafo, paciente, acostumbrada a que me pare continuamente a lo largo del camino. Ascendemos.

El arroyo de Pascualete que llena el pantano del que bebe Santa Marta.

Así encaramos la última parte en Cañada Honda antes de encontrarnos con el último cortijo, el de Valdehonduras

Imponente la figura del toro charolé que no pierde ojo a estos extraños que pisan sus dominios

El resto de la familia reposa tranquila cerca del mediodía, algún choto curisoso se atreve a mirarnos, tal vez desafiante, ensayando poses para años de dominio

Nosotros retornamos a la plaza de Santa Marta de Magasca, su empedrado y este pequeño monumento nos reciben tras recorrer unos alrededores llenos de sorpresas

Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes están declarados zona de especial proteccción de aves (ZEPA), se merecen una distinción que reconocen la riqueza que atesoran, los huecos de dehesa, riveras, llanos y depresiones que guardan entre encinas, alcornoques, acebuches y dientes de lobo. Magia.

Un paseo delicioso en un rincón de leyenda. Santa Marta de Magasca. Nos quedamos el recuerdo

©vicentepozas2012