Ruta de Monfragüe a Serradilla

Esta es una de las rutas más bonitas y diversas que ofrece el Parque Nacional de Monfragüe, de hecho no está muy publicitada y hay que pedir permiso antes de realizarla. Está bien señalizada y se distingue con el color marrón. Son 14 kilómetros de dificultad media puesto que se trata de un camino ‘rompepiernas’ por las constantes subidas y bajadas que tiene.
Se buscáis la ruta aparecerá siempre como Ruta de Serradilla a Villareal, nosotros la hicimos al revés y terminamos en Serradilla. No es una ruta circular, por tanto, obliga a que en el lugar de destino nos estén esperando. Pero os aseguro que disfrutaréis del paisaje menos concido del Parque Nacional de Monfragüe. Es una delicia y una suerte que partiendo del corazón del parque podamos atravesarlo para situarnos en sus estribaciones.

Nosotros comenzamos en la Pedanía de Villareal de San Carlos, verdadero corazón del Parque.
El nombre de Villarreal de San Carlos evoca al rey vigente en la época de su fundación, Carlos III. En la comarca también es conocido como Lugar Nuevo.
Esta pequeña aldea, incrustada entre los montes de Monfragüe, ha adquirido una notable importancia pues se trata del único núcleo urbano existente dentro de los límites del Parque Nacional, y en él se encuentran las instalaciones de dirección y gestión del mismo, así como los servicios de atención al visitante. Si nos los conocéis os recomiendo que no os vayáis sin visitar los dos centros de interpretación. En la oficina de turismo os facilitan todo tipo de información del parque. Se puede comer a precios muy razonables, se pueden comprar recuerdos y dormir porque existe una casa rural.

Nosotros llegamos en un autobús que luego nos esperaría en Serradilla. Eran las primeras horas de la mañana después de un excelente desayuno en Torrejón el Rubio, una de las puertas de entrada al Parque. Un día excelente.

Las primeras luces del día dejan juegos de luces y sombras. Estas son los primeros kilómetros, aún por la denominada ruta verde, la de Cerro Gimio, que ya mostraré en otro post.

Así bajamos hacía la cuenca del arroyo Barbaón por un enebral sorprendente.

El paisaje es una sopresa constante y deja imágenes fantásticas

Cruzamos el Arroyo Barbaón por el Puente del Horquillo, junto a la desembocadura del Barbaoncillo. Desde aquí se puede ver el Castillo, Peñafalcón y Cerro Gimio.

Ahí los tenéis.

La ruta es la de color marrón (el muñeco venía con nosotros, no es de la ruta).

Tras cruzar el arroyo comienza la subida, una de ellas, siempre indicada.

A medida que ascendemos nos adentramos en el corazón del Parque de Monfragüe, si caminamos sin hacer mucho ruido podremos ver mucha fauna, aquí tenéis buitres negros.

Esta imagen de la orografía del terreno os da idea de que haremos 14 kilómetros subiendo y bajando sin cesar.

Eso sí, cada vez que coronamos una pequeña loma, subimos una cima, el paisaje nos saluda y el parque nos muestra la razón de su título Nacional y de Reserva de la Biosfera

Aunque es verdad que las cuestas cuestan.

Los ciervos nos acompañan en la ruta, más bien huyen en cuanto nos han óído, pero pude fotografiarlos antes de que se perdieran en la maleza.

Hacia el norte, la cola del pinar de Serradilla y al fondo, Gredos.

El pinar de Serradilla es una joya natural que afortunadamente aún se conserva, está bien vigilado.

Nos dirigimos hacia el denominado Collado del Lobo, al fondo podéis ver Cerro Gimio y detrás el castillo de Monfragüe.

Ya oteamos PeñaFalcón.

Otra imagen impresionante de la orografía del Parque, el castillo se ve todavía.

Y nosotros, ya véis, seguimos subiendo, de manera más suave ahora.

Hemos llegado al Collado del Lobo, más o menos a la mitad de camino. Ahora a reponer fuerzas.

Un buen tentempié en medio de este fantástico pinar.

Descendemos ahora buscando la Sierra del Medio.

Está protegida por una impresionante arboleda.

Pinos y castaños con monte bajo. Vergel virgen.

Alguna construcción de los antiguos usos agrícolas ahora muy controladas.

El camino mezcla la piedra y la arboleda.

Es una bosque maravilloso que nos protege del sol a esta hora cercana al mediodía.

Arriba se despeja… pero no hemos terminado de subir.

El camino se hace más duro en busca de la Sierra de Santa Catalina.

Pequeños descansos para recuperar las piernas y coger aire.

Desde arriba el paisaje es inmenso.

Al coronar Santa Catalina salimos del parque, hacia el sur vuelve la dehesa.

Y Serradilla ya nos saluda.

Y los primeros olivares jalonan el camino.

Antonio haciendo amigos.

Entramos en el pueblo por la denominada Fuente Nueva, de finales del XIX.

Algunas naves a la entrada.

Las primeras calles de un pueblo muy singular.
Les gustan las plantas ¿se nota no?

Al llegar a la ermita del Cristo de Serradilla nos encontramos con el clero.

Entrar a ver la ermita, merece la pena, es una joya.
Como el pueblo es así, en medio de la calle hay un pequeño puente.

Imagino que en invierno debe correr el agua con ganas y es la única manera de cruzar la calle.

Nosotros terminamos de pic nic en el parque de Serradilla, está bien cuidado.

Luego viajamos hasta Monroy a visitar un picadero de caballos.

La dehesa extremeña es inimitable, la mires como la mires.

Hombre y naturaleza de la mano, han logrado esto.

Domando caballos.

Hay ejemplares que llevan muchos premios, están muy cuidados en este ‘hotel rural’

Yo también quiero uno ¿Y dónde lo guardamos?

El día se despide, las luces nos recuerdan las del comienzo de la mañana.

La granja recupera la normalidad y el silencio.

Nosotros volvemos satisfechos… y orgullosos. Uno descubre cada día, que los mejores tesoros están muy cerca… aunque, a veces, no recalemos en ellos.

Ruta de la encina de La Terrona. Zarza de Montánchez

En medio de fantásticos paisajes adehesados que se pueden calificar de entre los más singulares de esta comarca, que encontraréis bajo la denominación de Comarca de Sierra de Montánchez y Tamuja, nos proponemos visitar uno de los árboles singulares de Extremadura más representativos, se trata de la encima La Terrona, un inigualable ejemplar de «quercus rotundifolia», considerada tradicionalmente como la más grande y vieja del mundo. Tan vieja que ya es ayudada por decenas de bastones para evitar que se venga abajo; una pena si no la habéis conocido en todo su esplendor porque, aún ya sometida a cuidados paliativos, impresiona igualmente por su envergadura. Hoy hacemos una ruta de unos 14 kilómetros que nos llevará por antiguas calzadas romanas, dehesas de libro y parajes bellísimos.

Partimos de Zarza de Montánchez, un municipio perteneciente a la Comarca de Sierra de Montánchez y Tamuja conocida como el Triángulo de Oro puesto que está ubicada entre Cáceres, Trujillo y Mérida.

El camino hacia la encina de La Terrona nos enseña, recién salidos de Zarza de Montánchez, la existencia de restos romanos que se hace patente con la presencia sencilla pero robusta y segura de un puente de tres ojos situado sobre el río Tamuja.

Es evidente que la tranquilidad rodea estos parajes rurales, caminos en los que si guardamos algo de silencio podremos disfrutar de imágenes curiosas.

Comenzamos la ruta por parte del camino que discurre en sus inmediaciones, tradicionalmente llamado «El Camino Real», por el que, según la historia, cabalgaron los Caballeros de la Orden de Santiago hacia la Reconquista de Montánchez.

Esta zona de dehesas graníticas, nos deja constancia del aprovechamiento de la piedra a los largo de los años que dejan utilizaciones singulares y muy bellas

La dehesa aquí, como decía, es de libro…

…y los caminos, de foto.

Las explotaciones ganaderas, verdadero sentido de la dehesa, nos acompañan en el trayecto.

Otros han dejado sus usos y esperan pacientes futuras glorias.

La ganadería y los caballos son muy frecuentes en la zona

En medio del camino antiguos pozos dejan constancia del uso ganadero de la zona

Los olivos, para un aceite que hay que probar, van ocupando pequeñas fincas

Y llegamos a La Terrona, como veis abastonada para evitar su desplome. No obstante fijaros en el tamaño de este árbol en relación a las personas, así se comprueba la grandiosidad de su porte de donde deriva su importancia y vistosidad, ya que las dimensiones de dicha encina son dignas de alabanza: tiene una altura de 16,40 metros, el diámetro de su copa es de 26 metros, y en cuanto al perímetro de su tronco es de 7,76 metros a la altura del pecho y de 9,4 metros por la base. Esta auténtica joya de la naturaleza ha vivido entre 700 y 800 años, siendo testigo y parte de la historia de la zona.

El grupo, como siempre, quiso dejar constancia de que estuvo allí

Y yo también

Despedimos este gigante y seguimos la ruta hacia Zarza de Montánchez
Nuevas fincas nos arropan en el camino
Frente a viejas explotaciones que se mantienen vivas
¿quién no ha oído hablar del Jamón de Montánchez?
Una última imagen cerca del pueblo antes de perdernos en sus bares y degustar algunas viandas
Para quien quiera animarse la ruta y la zona está bien señalizada y a cualquiera que le preguntes te indica cómo ir.

Alcuéscar. Ruta por la Sierra del Centinela

Esta ruta transcurre por bellos paisajes de la falda de la Sierra del Centinela rodeados de extensas dehesas de alcornoques. En el recorrido nos encontraremos con la Basílica hispano-visigoda de Santa María del Trampal, un sorprendente tesoro histórico. Esta localidad, conformada como la de mayor población de la comarca, se encuentra situada en una acusada ladera en la conjunción de las Sierras de Montánchez y San Pedro.
Nosotros comenzamos la ruta en Alcuéscar, disfrutando de sus calles empinadas y su trazado singular

Cuando comienzas a subir la Sierra del Centinela, Alcuéscar queda abajo y el paisaje de la comarca montanchega se abre a nuestros ojos.

Olivos y dehesas salpican la cara oeste de la Sierra.

Como siempre dejamos testimonio de la ruta, en busca de la Basílica del Trampal.

La Sierra de Montáchez asoma al fondo, en medio Arroyomolinos.

Las brumas de la mañana casi en lo alto de la cima.

Desde arriba podemos observar el conocido Cruce de las Herrerías, descanso del viajero de la Vía de la Plata.

Ahora Alcuéscar está abajo, nosotros somos los centinelas.

Impresionante la Sierra de Montánchez.

El valle adehesado que se sitúa entre ambas sierras, es tierra de encinas y olivos.

Tras disfrutar de los paisajes que ofrece la cima, comenzamos a bajar hacía la ermita de Santa Lucía del Trampal y su centro de interpretación.

La bajada es sinuosa, pero muy gratificante.

Agua en el camino para calmar la garganta.

Madroños para paladares dulces están al alcance de la mano.

Y llegamos a la ermita. No he querido sacar el centro de interpretación porque es el pegote más horroroso que se pueda imaginar, independientemente de su contenido que es bastante curioso, el edificio es un atentado al lugar, al paisaje y al buen gusto.

Esta es la Basílica Visigoda de «Santa Lucía del Trampal», obra arquitectónica del siglo VII y remodelada posteriormente en estilo gótico, en el siglo XV. Esta ermita es la más sureña de cuantas se conservan en pie en la península, y representa un testigo necesario a tener en cuenta a la hora de valorar la presencia visigoda en estas tierras.

Así es el interior.

Otra perspectiva de la Basílica.

Y un testimonio para el recuerdo.

Nos vamos alejando buscando de nuevo Alcuéscar y la ermita sigue dibujada en el paisaje.

Las primeras huertas nos dicen que hemos llegado.

Ahora podremos disfrutar de un buen vino, han sido 14 kilómetros muy agradables.

Ruta del Cerezo en Flor. Barrado

Es imprescindible visitar el Valle del Jerte en los meses de marzo y abril, depende de la climatología, y disfrutar del espectáulo del Cerezo en Flor. Nosotros elegimos la Ruta que parte de la localidad de Barrado.
Barrado se halla situado en las estribaciones de la cara sur de la sierra de Gredos, concretamente en la sierra de San Bernabé, que a su vez pertenece a la sierra de Tormantos, en la falda de la montaña conocida como cerro de La Vetún. Es una localidad jerteña aunque bien es verdad que mira hacia el Valle del Tiétar.
Barrado, además, es aconsejable visitarla ya más cercano el verano para contemplar su inmenso robledal y sus castaños. En abril es como un bosque desnudo que se asemeja a un terreno quemado, pero que con el calor explota y se convierte en uno de los bosques, junto a los castañares, más bonitos de Extremadura.
Nosotros bajamos hasta la Garganta del Obispo y subimos a la sierra,hasta el alto del Puerto del Rabanillo, en esta cima hay ejemplares de robles que están clasificados como árboles singulares, como es el caso del Roble Grande de la Solana, de más de 15 metros de altura. Es una ruta dura, pero inolvidable… andando Extremadura por el Valle del Jerte.

Comenzamos a unos tres kilómetros de Barrado, en pleno robledal, allí ya nos esperan los primeros cerezos

Donde tú estas yo tengo el norte.. (Jorge Drexler)

Como siempre, un puñado de amigos con ganas de aventura y de camino

Barrado, al fondo

En primer término los cerezos iluminados con un sol mañanero y magnífico, al fondo los robles desnudos.

Estan flores luego serán estupendas y deliciosas cerezas, muy cotizadas en todo el mundo.

Las primeras luces de la mañana fantasean el paisaje…

… y las flores del cerezo

Estos cerezos son ya bastante más pequeños, cosas de los injertos, antes eran enormes árboles que dificultaban la recogida del fruto.

Comenzando el camino los bancales nos dejan imágenes de un terreno organizado.

La Garganta del Obispo en la zona más baja de la sierra.

Barrado vigila su sierra y sus cosechas.

Y comenzamos a ascender por este mar de robles desnudos.

Frente a nosotros los cerezos protagonistas de este anfiteatro de flores

Es un espectáculo que convierte a espectadores en protagonistas

Sorteada la sierra y antes de ascenderla, aparece el Valle del Tietar. Gargüera al fondo.

Flores primero, cerezas más tarde.

Aquí se distinguen perfectamente cerezos y robles…

… es un paisaje salpicado, casi de cuento.

La floración es uno de los momentos más importantes y delicados para el árbol, los frutos dependen de ella y hay que cuidarlos con mimo.

¿Hay alguna duda? orgullo extremeño.

Antes de subir la sierra,el Valle del Tietar intenta colarse en su hermano el Jerte.

Más bancales dibujan la sierra. Estamos subiendo.

El Tietar ahora nos vigila impresionante. La localidad de Gargüera se asoma.

Este es un árbol singular. El Roble Grande de La Solana en el Puerto del Rabanillo

Bordeando la cima del puerto es cuando sientes la grandeza y olvidas una hora de duro ascenso.

Terminada la Ruta no quismos irnos sin disfrutar de la Cascada del Caozo, pertenece a Piornal pero está más cerca de Valdastillas.

Cuando hay nieve en la Sierra baja impresionante.

Brozas. Ruta de La Ribera

A lo largo de la ruta se disfruta de una
gran diversidad paisajística, pasando por
antiguas huertas, extensas dehesas y altos
canchales.
Es posible contemplar construcciones
rurales como ermitas, pozos, cochineras sin
olvidarnos de la gran variedad de fauna y
flora.

La ruta comienza por una zona suave, limpia de árboles

Los que quedan, son testimonio de la dehesa original

Pequeñas construcciones salpican el paisaje

Camino rural y vía pecuaria muy frecuentada

Así se ve desde el camino

Calor natural

Construcciones originales

Olivos con guardián

La dehesa y la ganadería

Y te vas adentrando en la dehesa pura

Nada se pierde, todo se transforma…

La ribera en todo su esplendor…es otoño

El puente que la atraviesa

Junto a la ribera, el agua fluye

Explotación ganadera

Siempre hay cigüeñas

Siempre…

El otoño avanzando a primavera, se dibuja solo

Es tierra de grullas escandalosas

Si guardas silencio, no se asustan

Por la Sierra de Montánchez

La ruta, denominada «De donde naces», estás bien indicada. Es una invitación a adentrarse en la sierra montanchega más desconocida. Castañares inmensos, caminos y grandes cancelas de piedra, antiguos molinos de agua… ya la llegar, jamón de Montánchez regado con vino para alivio del viajero. Nosotros la hicimos un día con nubes, desde la Sierra, las ves venir. Desde arriba todo parece diferente.

El castillo, mientras subes…

El fruto de la Sierra
Bosque mediterráneo, diverso….

…y sostenible.

Ya puedes mirar hacia donde quieras, tras esos montes está Cornalvo

La bruma dibuja el paisaje

Por la ladera de la Sierra
Bancales y molinos que aprovechaban el agua

En medio de la Sierra hay un castañar impresionante

El castillo se cubre de nubes

En medio del castañar, antiguas chozas de pastores