En Extremadura apenas quedan unos 230 tejos distribuidos por las Hurdes, Valle del Ambroz, Valle del Jerte y La Vera, lo que ha motivado su catalogación como especie en peligro de extinción dentro de la región. Esta especie de árboles fue reverenciada por los druidas, la casta sacerdotal del pueblo celta, quienes consideraban al tejo un árbol mágico con el que elaboraban sus ungüentos y realizaban conjuros. Además, con sus ramas fabricaban bastones mágicos y con palillos de este árbol predecían el futuro. La agrupación de Los Tejos de El Cerezal es la mejor conservada de Extremadura se encuentra en Nuñomoral, concretamente en la pedanía de El Cerezal, en pleno corazón de Las Hurdes. En este paraje se encuentran 56 tejos de más de 3 metros de altura conocidos como los Tejos del Cerezal que han sido declarados Árboles Singulares. La ruta que nos lleva hasta allí está bien señalizada, discurre por la Verea del Correo y tiene algo más de 10 kms, nosotros salimos de Nuñomoral, pero se puede acortar mucho más. En esta ocasión la hicimos con el Club de Senderismo Michaelus
Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo Amores
Iniciamos la marcha en Nuñomoral, junto a las aguas del río Hurdano, alargamos así el paseo y disfrutamos de las serpenteantes curvas del cauce y del paisaje local
Nuñomoral nos recibe con la tranquilidad de un sitio pequeño, la rutina de costumbres que rompemos un pequeño grupo de senderistas camino del monte. Atravesamos Nuñomoral y seguimos la carretera hasta la pedanía de El Cerezal, separada apenas por un kilómetro de distancia.
La carretera, apenas transitada, es aconpañada por un pequeño acerado que facilita el paseo, rodeados de pinos recorremos los pocos metros que separan ambas localidades.
El Cerezal es una de las diez alquerías que pertenecen a Nuñomoral con algo más de un centenar de personas. Cuenta la tradición que este pueblo estuvo situado en los años de su creación en el lugar llamado «El Manué», o sea, antes estaba más retirado de la garganta denominada «Arrocerezal» que en la actualidad. Refieren que es el pueblo más frío de todas Las Hurdes, ya que se levanta prácticamente en la confluencia de tres ríos: el Hurdano, el Malvellido y el Arrocerezal.
El río Hurdano muestra una de las estampas más típicas de la comarca, los meandros que dibuja el agua buscando su salida hacia el río Alagón, curvas imposibles en este suelo de pizarra difícil de erosionar.
Cerezal con numerosos recursos naturales, es conocido como el pueblo de los ríos y los puentes, se juntan el río Malvellido y el río Hurdano y finalmente éstos se unen con el Arroyo «Arrocerezal» por lo que podemos encontrar numerosas zonas de baño.
Atravesamos la alquería buscando el camino que nos lleve hasta el embalse de Arrocerezal, inicio oficial de la ruta por el Valle Juana.
Paisaje hurdano, pinos, pizarra, olivos y cerezos, y sierras. Frente a nosotros el pico Arrobuey, 1403 metros de altitud.
Otro pequeño tramo de carretera nos lleva hasta la presa del embalse para encontrar la vereda que buscamos y llegar al mirador de Los Tejos. Al paraje lo llaman La Reboya.
Hay que cruzar por la pared de la presa. Es un embalse pequeño, el de Arrocerezal tiene una capacidad de 0,194 Hm3, pertenece a la Cuenca del Tajo y abastece a los habitantes de Nuñomoral, Cerezal y Rubiaco.
Rodeamos el embalse por el lado que nos apetezca, porque como digo es pequeño y ambos caminos se unen en el curso del arroyo, justo al final donde comienza el valle de los Tejos. Una sugerencia, como es camino de ida y vuelta aconsejo hacer la ida por un lado y la vuelta por el otro.
Cualquier época es buena para hacer la ruta, en este caso la primavera ofrece una gama de colores magnífica, pero en otoño también es aconsejable, esa paleta torna a ocres y rojos y el valle también es magia
La ruta discurre por uno de esos caminos que unían pueblos, en este caso La Verea del Correo, que viene desde Caminomorisco. Cuenta la historia que era un antiguo camino que recorría el cartero Francisco Palomo, para llevar la correspondencia a los pueblos de la zona, este trayecto comenzaba en Casar de Palomero y finalizaba en El Cerezal.
Todo aquel que camine por los senderos de Las Hurdes habrá disfrutado de sus veredas, en los últimos años y con dinero de Europa para desarrollo rural se han hecho importantes inversiones en recuperar estas vías, señalizadas y con todo tipo de infraestructuras que facilitan la travesía, además de paneles informativos en cada tramo; la verdad es que es una delicia caminar por Las Hurdes, su web además ofrece amplia información sobre todos ellos
Una vez cruzado el arroyo comenzamos el ascenso por una vereda bien preparada, en este punto tenemos dos opciones, desviarnos a la izquierda siguiendo la Garganta del Arroyo y adentrarnos en el mismo Valle, o seguir por el sendero hasta el Mirador de los Tejos, ambas opciones están señalizadas. La del Mirador es un tramo de fuerte pendiente en espiral que requiere un pequeño esfuerzo, aunque este merece la pena.
En cualquier caso, volver la vista atrás es disfrutar del paisaje de Las Hurdes, un entorno único, una sucesión de valles y sierras, agua y pizarra.
Ahora lo mejor es concentrarse en el sendero, esta vereda en zig zag que obliga a reservar todo el aire, esfuerzo de apenas un kilómetro pero que merecerá la pena. Fijaos en la pendiente, el desnivel y la diferencia de los que vamos subiendo.
El Mirador de los Tejos ofrece una panorámica del valle muy bonita, es un mirador escondido, pero no os confundáis, si queréir ver Tejos, a pesar de su altura, o traéis unos buenos prismáticos, o venís con alguien que os diga cuales son o mejor tiráis por el otro sendero y os colocáis junto a ellos.
Bueno, como consolación, junto al mirador han sembrado uno de estos árboles pero todavía es muy pequeño, de aquí a unos años, unos cuantos, será un gran árbol.
De cualquier manera la vista desde el mirador merece la pena, es una delicia, y repones fuerzas y tomas aire porque la subida a supuesto un gran esfuerzo.
Desde aquí se distinguen algunos ejemplares de Tejo pero hay que tirar del zoom de la cámara.
El Valle de los Tejos o el Valle Juana o Los Tejares, con todos estos nombres se conoce este pequeño valle que baña el arroyo del Cerezal que nace en la falda del pico Tejada, en la Sierra del Horno, que se alza hasta los 1.191 metros.
La vuelta es desandar lo andado, ahora bajando claro, que se agradece un poquito.
Este es el cruce del que os hablaba antes, si queréis disfrutar de los Tejos de cerca, seguid dirección hacia La China, una piedra en medio del camino por un sendero algo más peligroso, por lo resbaladizo, pero que merece la pena. He visto muchas fotos de la zona, nosotros íbamos en grupo y optamos por el mirador, pero volveré a buscar ese desvío y disfrutar de Los Tejos.
Cruzamos el arroyo por este pequeño puente, a mí en la foto no me apareció un Tejo, me parecio un Teo…
El entorno es serrano, de vegetación abundante, de rivera y sierra. El camino está bien preparado y facilita la caminata, aunque algunos prefiramos los senderos más naturales sin tanto cemento, a pesar de estar cubierto de pizarra.
Las Hurdes es color, olores, caminos, piedra; te pares donde te pares disparas la cámara y cuando ves el resultado recuerdas cada paisaje. Esta es la Verea del Correo, la que recorría a diario Francisco el cartero, trayendo la carta esperada, la noticia dolosa, la esperanza, el amor, la tristeza, el recuerdo o el beso en palabras.
Volvemos al embalse, ahora lo recorremos por el lado contrario, es una opción muy buena ya digo, para no repetir en exceso.
Al fondo Nuñomoral, asomado entre valles, vigilando las aguas del río hurdano, finaliza la ruta para nosotros en El Cerezal, desde donde, aprovechando que la ruta es cortita, irenos hacia El Gasco para disfrutar del Chorro de la Meancera, o Miacera y probar la Ensalada de Limón, un típico plato hurdano.
Quienes han escrito de Hurdes, quienes han venido, los que se quedaron, los que vuelven hacen suya la máxima de que esta comarca engancha, te superan los paisajes por la magia que desprenden.
Este es uno de esos tesoros escondidos, un derroche de la naturaleza; el valle de los Tejos, no es demasiado conocido, excepto para naturalistas, estudiosos o hurdanos. Uno de esos lugares de interés comunitario, LIC, una figura que ha servido para proteger decenas de rincones en Extremadura, ponerlos en valor y darlos a conocer por fin. Los hay más nombrados, visitados, este no lo es tanto. Pero Las Hurdes te invita, de principio a fin, a perderte en sus caminos, dejar las carreteras y descubrir maravillas de la naturaleza que se conservan para disfrute de todos, aunque desconozcamos que lo que tenemos alrededor es una gran isla del tesoro. Pues eso, no perdamos el trocito de alma de infantil que nos queda, como los niños perdidos de Peter Pan, y salgamos a descubrirla; la mejor manera de hacerlo es… Andando Extremadura.-
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