Ruta Garganta del Caozo. Valle del Jerte

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 El Valle del Jerte es, sin duda, uno de los lugares más bellos de Extremadura, este enorme valle en V recorrido por el río Jerte es un ejemplo de sostenibilidad, donde agricultura, turismo y desarrollo forman un todo que ha hecho posible el milagro: que el valle sea un reclamo todo el año. Un lugar encantado y encantador donde el cerezo en flor es una fiesta, la otoñada un regalo de colores, el verano es riqueza y rojo cereza y el invierno es nieve en las cumbres de Gredos. Uno de sus tesoros, son sus gargantas, caídas de agua, pozas y desniveles que son un reclamo, rincones escondidos que se convierten en regalo para el visitante. Una de estas gargantas es la del Caozo entre Piornal y Valdastillas; la ruta que haremos parte de la localidad de Navaconcejo, en la zona baja del valle y sube hasta la mitad de la falda de Gredos donde se encuentra esta magnífica caída de agua. Nosotros haremos la ruta circular, con salida y llegada a Navaconcejo, subiendo por el camino real y bajando entre bancales de cerezos después de disfrutar de la cascada. 18 kms para enamorarte del valle que hicimos con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres.

Os dejo el track para GPS de un compañero de ruta Teófilo Amores

 Iniciamos la ruta paralelos al río Jerte antes de afrontar la subida hasta la cascada del Caozo por una pista ancha, debemos cruzar la carretera N 110 que atraviesa el Valle del Jerte.

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Casi hasta la garganta transitamos por el Camino Real que une Navaconcejo con Piornal, el pueblo más alto de Extremadura a 1.175 metros de altitud, nosotros nos quedaremos a mitad de camino para tomar una ruta alternativa que nos lleve a la cascada.

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Tuvimos la suerte de hacer la ruta en junio, con los cerezos del Jerte en pleno apogeo y disfrutar del espectáculo de la fruta de la cereza en su mejor momento.

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Son días de mucho ajetreo en el valle, la cereza es delicada y hay que recogerla antes de que se estropee o algún fenómeno climático, como las tormentas, pudiese dañarla. Hay dos millones de cerezos en el Valle del Jerte y la actividad es constante.

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Jerte se caracteriza por su cereza picota, exclusiva del valle, muy apreciada por su sabor y su carne. Una recogida que llevará la cereza a toda Europa y América y que es el motor económico de la comarca.

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El camino está señalizado, transitamos por el Pequeño Recorrido CC 15, es todo subida hasta la garganta, con algunos repechos importantes, de hecho el trazado completo, hasta Piornal tiene un desnivel acumulado de 900 metros

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 La ascensión rápida te deja el regalo de  contemplar el valle desde lo alto. Jerte es una delicia y se disfruta con vistas generales como esta. Abajo Navaconcejo de donde hemos partido.

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 El camino está salpicado de bancales de cerezos, comunes en la zona y todo un espectáculo, pero tambien de bosques de robles y castaños, la sombra se agradece en un día caluroso.

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La magia de los colores y las primeras luces del día te embelesan y animan a seguir caminando. Es el valle más escondido, el que no se ve desde la carretera, un valor añadido que ganas caminando.

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La tentación es roja. Jerte se organiza en cooperativas y cuenta con Denominación de Origen propia, es de las más activas de Extremadura y la de mayor éxito. Caminar entre cerezos es una delicia, y una tentación constante.

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La picota del Jerte es grande en salud. Tiene ocho vitaminas, potasio, calcio, sodio y magnesio. Es diurética, no engorda y es un potente antioxidante, por lo que frena el envejecimiento y favorece la eliminación de toxinas.

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 Aunque te distraigan los cerezos, casi caídos por el peso de la fruta, seguir el camino es fácil, no obstante hay que estar atentos a algunos cruces, es un sendero que se divide en muchas ramificaciones que dan acceso a las fincas. Como todo, es cuestión de seguir la señalización.

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 Entre cerezos y bancales la naturaleza se desborda en un valle fértil, de temperaturas templadas en verano y primavera. El Valle del Jerte es visitado cada año por miles de personas, su oferta turística de servicios es cada vez mayor y más variada.

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 El Valle del Jerte, en el norte de Extremadura, es famoso por la floración de los cerezos en primavera; un increíble espectáculo de más de dos millones de árboles tiñendo de blanco las laderas del valle que con los primeros calores del verano se tornan en rojo intenso.

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 El Valle del Jerte se encuentra entre dos cadenas montañosas dentro del macizo de Gredos: la Sierra de Tormantos al sureste (en el macizo central) y los montes de Traslasierra y sierra de Béjar al noroeste (en el macizo occidental de Gredos). Nosotros estamos en las faldas de Tormantos. Si os fijáis, a pesar del calor de junio, aún quedan neveros en la sierra.

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 Es necesario coger fuerzas, aliento, también obligatorio detenerse a disfrutar del entorno. El Valle del Jerte ha sido históricamente el paso natural de Extremadura a Castilla. Tierras de trashumancia, todavía se emplea el Camino Real para conducir al ganado en su viaje a los pastos de verano. Estamos en el Canchal de Truena

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 Reiniciamos la ruta, paseando entre bancales y es que siguiendo una tradición familiar de siglos, más de dos millones de cerezos se cultivan artesanalmente en bancales labrados en las altas montañas del Valle, entre manantiales cristalinos y aire puro.

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 En un alto despejado de la subida, la imagen del valle en su inicio es sencillamente genial. Al fondo Plasencia, el pantano del Jerte y en primer término Valdastillas.

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 Por un momento dejamos el camino amplio y pisamos pequeñas veredas mientras caminamos entre robles y castaños que en esta época están exultantes, generando un fruto que aquí también es muy apreciado, la castaña,  antes de que el otoño los envuelva en esa magia de amarillos, ocres y rojos. Un rincón que llaman el Viñazo de las Ánimas.

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 Andaremos algo menos de un kilómetros por una de las pequeñas carreteras de montaña que hay en el valle para llegar hasta la garganta, no tiene mucho tráfico pero hay que ir con cuidado. Si os fijáis hasta la carretera llegan las cerezas que casi la invaden.

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 Alli está la Garganta de Bohonal que en su caída desde la alturas crea la Cascada del Caozo, un lugar muy visitado.

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 Esta es la cascada del Caozo, recibe cientos de visitas a diario, y es una pena que hoy no se pueda ver sin esa discutible estructura de hierro que a modo de balcón han colocado en la mitad de la foto.

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 Si subes más arriba tienes esta perspectiva de la pasarela, el flujo de visitas es constante. El tamaño de la cascada, también.

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 Agua de sierra, agua de nieves, de manantiales que, en su afán por llegar hasta las aguas del Jerte, crean estas caídas de agua naturales que son un espectáculo.

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 En el Valle Jerte hay muchas gargantas, algunas conocidas como la de Los Infiernos donde están Los Pilones, una marmitas naturales horadadas en la roca que son una delicia para el baño; otras como la de Las Nogaledas, la de los Buitres, la de Las Monjas, la de La Puria o la de Bohonal en la que estamos completan el mapa del agua del valle.

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 Curiosamente este arroyo tiene otra caída más abajo, la de Calderón menos conocida, menos accesible pero también muy bonita. A esta, por cierto, también le han colocado una pasarela un tanto extraña.

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 Me enamora el Valle del Jerte, su luz es un canto a la armonía, me subliman los contrastes, los rincones, los detalles y la orografía del valle es propicia para ello. Reconozco que me gusta el valle todo el año, si ahora en verano este bosque es un regalo, en otoño perderse entre caminos y senderos, bosques y bancales, es inundarte de un sentimiento de paz dificilmente explicable si no has venido. Si a esto le añades sus pueblos de adobe, madera y piedras, es justo reconocer que el Jerte es uno de los mayores tesoros que poseemos en Extremadura.

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 La Fuente del Caozo, una de las dos que flanquean la garganta, buena ocasión para llenar botellas de agua.

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 Tras disfrutar del espectáculo de la Cascada del Caozo, iniciamos el descenso a Navaconcejo, lo haremos seguiendo el vericueto de caminos que peinan la sierra para dar acceso a las fincas.

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 Tomamos por un instante la carretera que baja al Valle antes de meternos entre bancales y comprobar como se trabaja a contrarreloj en el valle y como las cerezas van directamente del árbol a las cajas que no tardarán en alcanzar los mercados.

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 En cualquier rincón, el valle te enseña los dominios inmensos que lo hacen tan particular. En primer término Valdastillas, enfrente El Torno, el mirador del valle y por encima el pico Pitolero 1.352 m de altitud.

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 Me chiflan los bancales, escaleras y escaleras que suben la montaña y que han hecho posible el milagro de las cerezas en el Jerte. Están construidos casi con perfección y se cuidan continuamente para mantenerlos.

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 Regresamos al pueblo en una bajada que nos llevará hasta el río, rodeados de cerezos y gente trabajando.

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 La piedra y la madera son una constante en las construcciones jerteñas, aquí se aprovecha todo.

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 Caminando entre picotas. Sólo en un entorno así de único, con un microclima privilegiado, pueden cultivarse las mejores cerezas de España.

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 Bancales y bancales, cruzamos por caminos y pistas, cerca de la garganta de Balaflor estamos en el paraje de Los Molinillos, ya alcanzamos Navaconcejo con la vista. El descenso se suaviza y no tardaremos en llegar.

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 Nos esperan los amigos de una de las cooperativas de Navaconcejo con el mejor regalo de todos, cajas de cerezas que compramos todos los que vamos como recompensa por el camino andado y para saborear tranquilos en casa lo que hemos visto con nuestros propios ojos.

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 Del árbol a casa en tan sólo un instante. Cerezas del Jerte que se extienden por otras comarcas del norte de Extremadura buscando ese clima necesario para hacerlas crecer; hay muchas cerezas, sin duda, pero las del valle saben a Jerte, y eso es inimitable.

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 El Valle del Jerte en la Sierra de Gredos, un paraiso natural de gran valor, arquitectura, gargantas y bosques bañado por las aguas del Río Jerte. Su nombre se los dieron los árabes quienes bautizaron al río con el nombre de Xerit o Xerete, cuya traducción sería: río de aguas cristalinas o río angosto.

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 El Valle del Jerte es un pequeño edén para el senderista pues te ofrece la oportunidad de descubrir los rincones más singulares a través de una red de senderos que discurren por parajes singulares de gran belleza. Itinerarios de pequeño recorrido, de baja dificultad, para realizar en media jornada o jornada completa. Caminar por el valle, disfrutarlo, descubirlo, o redescubirlo, o recordarlo, el valle no te puede dejar indeferente si el día que vienes te has puesto los ojos de ver, dale al modo admirar y déjate llevar por un mundo fantástico donde el hombre y la naturaleza han hecho un pacto de siglos para mantener el equilibrio; una simbiosis eterna de la que ellos viven y nosotros gozamos.-

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Ruta dómenes La Zafra. Valencia de Alcántara

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 Valencia de Alcántara, corazón de la frontera hispano-portuguesa, ciudad, más de dos veces milenaria, puerta para los adioses y bienvenidas en las nuevas rutas europeas. Valencia de Alcántara es conocida por su conjunto de 41 Dólmenes, declarado Bien Cultural, que constituye el mejor foco megalítico de Europa. Es capital de la campiña fronteriza zona de rica oferta turística, por su caracter de frontera natural, tanto en la localidad como en cualquiera de sus pedanías; pequeñas aldeas con características diferenciadas que conforman la llamada «Campiña Fronteriza»: Jola, La Aceña, Alcorneo, Las Casiñas, La Fontañera, Las Huertas de Cansas, Las Lanchuelas, San Pedro y El Pino.  Las rutas de los dólmenes están muy bien señalizadas y se han recuperado los entornos en los que se sitúan estos monumentos funerarios, que a pesar de su antiguedad, se levantaron en el cuarto y tercer milenio antes de Cristo, se conservan en buen estado algunos de ellos.  Las rutas trazadas son cortas, esto permite hacer varias en una jornada. Nosotros Vamos a realizar la denominada Ruta de La Zafra, cuatro dólmenes, un quinto ya desaparecido, alguno casi intacto, en apenas 6,5 kms, en una ruta circular y sencilla.

Os dejo el track para GPS del amigo Teófilo Amores

Un panel informativo al inicio de la ruta nos da idea del trazado, sencillo, casi llano a pesar del dibujo de desnivel acumulado, cómoda y muy apta para curiosos.

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 Antes de entrar en Valencia de Alcántara por la N-521 hay un pequeño polígono industrial, ahí podemos dejar los coches, el inicio de la ruta está justo enfrente. En esta caso, guiados por Teo, la hicimos con Los Prisiñas, antes claro recibimos algunas explicaciones de la zona.

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Iniciamos la ruta por la Calleja del Paje antes de desviarnos, siguiendo las señales hacia el interior de la finca de Zafra donde se conservan los dólmenes.

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Tras dejar el camino accedemos a una pequeña vereda que sortea el arroyo Barbón cerca del cortijo de Paje antes de rodearnos de evidencias de antiguas civilizaciones.

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Al ascender un instante vemos Valencia de Alcántara al fondo y sobresaliendo la torre de la ermita de Nuestra Señora de Rocamador, otro tesoro, aunque éste gótico.

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 Pisamos civilización romana, caminamos sobre la antigua calzada romana, vestigio de aquellos pueblos, este asentamiento la ‘Valentia Lusitana’ que según algunos historiadores comenzó tras  la decisión del procónsul Décimo Junio Bruto de ceder a los pastores-soldados del asesinado Viriato unas tierras y un oppidum ( fortificación) en los que establecerse de forma sedentaria y controlada.

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Aquellos mismos soldados y guerreros mirarían con recelo esas construcciones titánicas de toneladas y toneladas de peso, desconozco si conocían su origen y su finalidad veneradora, pero sabiendo de sus supersticiones, se guardarían muy mucho de tocarlas o utilizar sus piedras.

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 La ruta está señalizada en todo momento y cuenta con paneles explicativos junto a cada monumento. Llegados a este punto cabe preguntarse qué es un dólmen? Propios del final del Neolítico, hace unos 5.000 años, los dólmenes son un tipo de monumento funerario megalítico. Suelen estar formados por enormes losas de piedra verticales que sostienen una horizontal a modo de techo, que recibe el nombre de losa de cobertura. La mayoría de estos monumentos son tumbas colectivas donde se enterraba a los difuntos de los poblados vecinos junto a un discreto ajuar funerario.

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Aquí está el primero Dolmen Zafra I, del que sólo quedan restos, apenas dos losas de piedra sin cámara ni corredor.

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 Le protege un bosque de alcornoques y encinas de la dehesa extremeña, lo rodean como si le estuviesen velando, curiosa escena imaginada. Este primero está junto a la calzada romana por la que veníamos. Bien indicado, repito.

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Nos desviamos apenas 300 metros y ya vemos el panel explicativo del siguiente dólmen Zafra II, este un poquitín mejor conservado

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 A diferencia del anterior aquí son cinco las losas de piedra, ortostatos dicen los arqueólogos, y además es visible el corredor largo, también construido con granito. La cubierta no se conserva. En este lugar se encontraron materiales y utensilios de la época que se llevaron al Museo de Cáceres.

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 Las losas tienen dos metros y medio de altura. Los dólmenes eran una obra titánica, pues precisaba la participación de cientos de hombres durante mucho tiempo. Cada losa podía llegar a pesar 100 toneladas, que en unas ocasiones se extraían de una cantera vecina y en otras, eran transportadas desde lugares muy lejanos.

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Con gente alrededor nos hacemos una idea más precisa de sus dimensiones.

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 No sólo los monumentos funerarios llaman la atención, hay restos de huellas humamas en muchas de las piedras de alrededor, éstas se encuentran junto al dólmen que estamos visitando.

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 Desde este promontorio, por cierto, se disfruta de buena parte de la campiña, con Valencia de Alcántara en mitad de la imagen y Marvao, siempre impresionante, al fondo en tierras portuguesas, estamos en la frontera.

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 Y seguimos. Vamos a por el tercero, a medio kilómetro de distancia ya por una pista de tierra amplia, este es el más bonito de los cuatro.

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 El dolmen Zafra III se encuentra sobre un promontorio natural, junto a una encina. Constituído por una cámara poligonal alrgada en granito, conserva siete ortostatos con una altura máxima de 1.80m, estando roto uno de ellos. Posée la peculiaridad de conservar una talla cóncava en la parte interior para facilitar su anclaje con la parte superior. No se observan restos de corredor ni de túmulo.

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 Los más destacable es que conserva la cubierta, una enorme losa de granito que es difícil imaginar como llegó a colocarse pues debe pesar unas cuantas de toneladas.

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 Es relativamente pequeño, en comparación con otros de la comarca, pero es majestuoso y su figura llama la atención, no sólo por sus cinco mil años y por mantenerse en pie, si no por su situación estratégica.

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Dólmen, en bretón, hace referencia a ‘mesa grande de piedra’. Hay miles de ellos repartidos por toda Europa Occidental, sobre todo en la parte atlántica, en España se cuentan por cientos, en Extremadura hay decenas de ellos.

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Junto a este dólmen, algún artista ha construido una réplica en miniatura que llama la atención de todo el grupo. Un pequeño souvenir que dejamos inmortalizado.

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Mientras va llegando el grupo, disfrutamos de la presencia de esta mole de piedra e imaginamos las celebraciones y rituales alrededor de él.

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Otra imagen con gente alrededor para que os hagáis una idea de su tamaño.

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Justo detrás del dólmen Zafra III sale un camino que nos llevará hasta el último de ellos. Sigue señalizado perfectamente.

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Desde esta zona más alta de la finca se ve Portugal con claridad, destaca Marvao, otra vez, villa amurallada, nido de águilas.

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Descendemos detrás del dólmen y enfilamos el camino que conduce al último de los monumentos de la ruta.

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Curiosamente se sitúa en la mitad de dos fincas, forma parte de la pared que las separa, tan es así que junto a él se ha construido un paso canadiense para los animales

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Aquí está Zafra IV. Conserva cinco ortostatos que forman una cámara con tendencia circular. Los ortostatos no están apoyados uno sobre el otro como es común en los dólmenes de la zona. El diámetro de la cámara es de 3.60m. No hay restos de túmulo ni de corredor.

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En los dólmenes más característicos del área alentejano extremeña la primera losa en colocarse era la de la cabecera, que se situaba frente a la entrada de la cámara. Suele ser la de mayores dimensiones. Luego se colocaban las de los lados apoyadas unas en otras hacia el interior, de tal manera que la central recogía parte de la carga de todas los demás. Muy a menudo por el exterior se colocaban piedras de refuerzo.

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A pesar de que sean parecidos, cada uno de ellos tiene un encanto diferente. Las explicaciones de los paneles te ayudan a comprenderlos algo mejor, desde la admiración de algo que traspasa nuestra propia historia.

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Volvemos disfrutando con los restos de civilizaciones de la zona, como la calzada romana que presenta algunos de sus tramos bien conservados, con las pertinentes explicaciones de Teo, todo se ve mejor.

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No son los únicos vestigios, encima de una piedra se descubren restos de lo que debió ser un molino bastante rudimentario. Restos de civilizaciones que lo primero que aprendían era a utilizar la piedra.

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Así han llegado sus caminos y calzadas hasta nosotros. Piel de piedra hecha para perdurar. De hecho, no lejos de aquí se encuentra el puente romano de Alcántara que pesar de sus 2000 años de vida y su impresionante altura sigue en uso.

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Sólo resta ya el camino de vuelta, marcha atrás por donde hemos venido, hasta llegar de nuevo a la carretera, donde un hito anuncia la ruta que nosotros nos llevamos ya. Sencilla pero muy emotiva.

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Tierra fronteriza, lo lleva en el adn, parque internacional del Tajo, título que defiende junto a Portugal para poner en valor aquello que aún hoy nos separa. Tierra rica, bilingüe.

Pero este territorio es mucho más que una reserva de vida silvestre. Su situación estratégica y fronteriza ha sido a lo largo de la historia asentamiento de diversos pueblos y culturas que modelaron con el paso del tiempo el actual y valiosísimo patrimonio histórico-artístico.
Cuevas y abrigos con pinturas rupestres, restos megalíticos, dólmenes, y numerosas construcciones con influencias romanas, árabes, judías o cristianas, aparecen dispersos por el territorio, con algunos ejemplos considerados los mejores existentes de sus épocas, como el magnífico puente romano de Alcántara o el conjunto megalítico que rodea a Valencia de Alcántara. Un tesoro que, por fin, se ha puesto en valor.-

                                                                                                                                             ©vicentepozas2014