El placer de caminar, el placer de conocer, el placer de descubrir

En estos tiempos híper veloces en los que una idea se despacha en un twett (140 caracteres),  en los que reclamamos información en tiempo real y la vida (y la muerte) se retransmiten en directo. Ahora que en nuestro ideal de progreso no pueden faltar autovías, trenes de alta velocidad, conexiones 3G o teléfonos que hubiesen ruborizado al mismísimo Q, el original inventor del Servicio Secreto Británico en James Bond, merece la pena bajarse del mundo por unos kilómetros y recuperar el placer de caminar. Naturaleza y viaje, una fantástica experiencia.

Reconforta adentrarse por lo muchos senderos que recorren Extremadura y descubrir valles ocultos a la vista, restos de viejas civilizaciones, antiguas villas o castillos, ríos o gentes a quienes tantos y tantos megas de velocidad parecen no preocupar en exceso.

Andando Extremadura se descubre que hay otra región que parecemos ignorar, que hemos olvidado, una tierra de la que, curiosamente, presumimos cuando estamos fuera, pero que en realidad desconocemos. Hoy los caminos rurales de la región son un atractivo añadido, recuperados y puestos en valor se están convirtiendo en un reclamo turístico con el que competimos con mucho éxito. El senderismo se ha convertido en una filosofía y Extremadura es un templo del paseo.

Y no es para menos. Si pusiésemos los 35.000 caminos que tenemos en Extremadura uno tras otro, podríamos darle casi dos vueltas completas a la tierra. Más de 67.000 kilómetros que han servido de desarrollo para un entorno rural que no siempre fue tan idílico.

En poco más de dos décadas la región ha descubierto que podía comercializarse, que era un destino atractivo, que quienes venían buscando refugio dejaban dinero, mucho dinero. Comenzamos ofreciendo  patrimonio histórico, luego vendimos paisajes, más tarde la singularidad de la ruralidad y sus excelencias; de repente descubrimos que miles de personas nos visitaban para observar aves, y también lo añadimos a la cesta; no hace tanto que entendimos que además de visitar ciudades teníamos un rico patrimonio en nuestros caminos, esos que además de servir para las labores agrícolas o para comunicar fincas, ventas o parcelas, enseñaban la región por dentro, sus entrañas, sus detalles, sus secretos en forma de olores y colores, paisajes y paisanajes.

Hoy algunas de esas rutas son un reclamo popular que el desenfreno de catalogarlas como atractivo turístico las promociona y las eleva a fiestas de interés y las publicita, con peligro de morir de éxito. Así se vuelven multitudinarias rutas como las del Emperador de Jarandilla de la Vera a Cuacos de Yuste, o la de Carlos V de Tornavacas a Jarandilla. Rutas como las del Valle del Ambroz, o La del Cerezo en Flor  en Jerte, Peñas Blancas en La Zarza, la del Parque Natural del Cornalvo en Trujillanos o la de los Duques de Feria van creciendo año a año y suponen un esfuerzo organizativo importante y un suculento generador de recursos.

De hecho, la Federación Extremeña de Montaña –FEXME- ha establecido un calendario extremeño de rutas senderistas; bajo el lema ‘naturaleza turística’  aglutina 18 recorridos con referentes históricos, naturales o estacionales. Propuestas que van desde hacer la ruta transfrontera, la de Isabel la Católica, la Templaria, la del contrabando, pasando por la del Cerezo en Flor, la de los Bosques del Ambroz o la de las Grullas.

Extremadura tiene ahora mismo 208 senderos homologados, es decir, perfectamente señalizados con una de las tres marcas oficiales: roja y blanca para los GR, Grandes Recorridos, amarilla y blanca para los PR, pequeños recorridos y verde y blanca para los SL, Senderos Locales; pero también es verdad que cada vez son más los ayuntamientos y comarcas que marcan sus caminos y que editan guías y planos sobre los distintos senderos y rutas que pueden realizarse. Un ejemplo es la ciudad de Cáceres que desde hace unos años tiene editadas 10 rutas alrededor del núcleo urbano o sus cercanías, unos dípticos que la capital lleva a cada una de las ferias a las que acude y que oferta como un atractivo más, un complemento a la riqueza de la ciudad monumental.

Decía San Agustín que una cosa es haber andado más camino y otra, haber caminado más despacio… Cuando entras en la dinámica de marchar a pie, las distancia no las mides en kilómetros, si no en tiempo. El refranero español es rico: ‘Caminos hacen amigos’, ‘Más vale camino viejo que sendero nuevo’ o ‘En camino largo, corto el paso’…

Los esfuerzos por recuperar los cordeles, cañadas reales e itinerarios peregrinos se dejan notar. En la comarca de Las Villuercas se están señalizando caminos históricos que llevaban al Monasterio de Guadalupe ( http://www.itinere1337.com ); Renfe recupera antiguas vías en desuso que ahora reciben el nombre de Vías Verdes (http://www.viasverdes.com ), en Extremadura tenemos una de gran belleza, además del antiguo trayecto ferroviario de la Ruta de la Plata ya cerrado, y el Ministerio de Agricultura está recuperando y señalizando al red española de Caminos Naturales (http://www.magrama.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/ ) Más de 8.000 kilómetros repartidos por toda España, de los que en Extremadura hay 3 recorridos: el del río Rivera de Acebo, el Corredor Cáceres-Badajoz y el de Las Vegas del Guadiana.

Caminando te encuentras, se hacen amigos, es cierto, pero lo mejor de todo es que descubres paisajes que ni imaginabas, una diversidad que sorprende, que embelesa.

Y por añadido descubres que hay estaciones, que hay colores, tonos, olores, momentos e instantes que únicamente duran un minuto. Si quieres ser testigo de ellos, lo mejor es que te coja andando Extremadura.-

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Ruta Laguna de los Caballeros en Gredos

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 Hemos vuelto a Gredos, al Sistema Central;  En torno a sus grandes moles graníticas basculan cuatro comunidades autónomas: Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid; extendiéndose de Este a Oeste desde San Martín de Valdeiglesias a Hervás y de Norte a Sur del valle del Tormes a Rosarito. Su agreste relieve ha servido de refugio a la tribu celta más meridional (los vetones) y a otros rebeldes históricos como El Empecinado o los maquis. Una zona muy apropiada para la práctica de senderismo, ciclismo, montañismo, escalada y esquí de travesía. En Castilla y León está declarado como parque regional, un enclave muy vistado que, por tanto, nos garantiza una excelente oferta de alojamientos que nos permitirá disfrutar de su paisaje y de su paisanaje. Gredos es un rincón único, recorrerlo andando es toda una experiencia.

Nosotros vamos a realizar la ruta de La Laguna de los Caballeros, llamada también la laguna oculta, la más solitaria de Gredos y que transcurre por la garganta del mismo nombre; es una ruta dura, son 13 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta (no es circular) con un desnivel acumulado de algo más de 900 m.

Os dejo el track para GPS por gentileza del amigo Teófilo Amores Mendoza

 

 

 La ruta arranca y finaliza en Navalguijo, pedanía de la localidad de Navalonguilla, en la comarca del Alto Tormes en Ávila que hace frontera con la provincia de Cáceres; un pequeño enclave de apenas 50 habitantes rodeado de bosques y agua.

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Justo a la salida, la señalización nos avisa: hay cinco horas de ascenso, que se convertirán en casi las mismas de regreso, por el llamado Camino del Agua, dentro de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León.
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Salimos por la zona de las Cerradillas, para atravesar enseguida la Garganta de las Lanchuelas por un pequeño bosque de pinos y robles.
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Nada más ascender por El Frontón nos sorprenden los que aquí llaman Prados de Tejea, una zona rica, bañada por la Garganta de los Caballeros, al fondo la Cuerda de los Majanillos.
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Es una ruta deliciosa que nos lleva a seguir el curso del río transitando por diferentes lugares donde el agua moldea el paisaje, de momento rodeados por lavanda y retamas.
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El paisaje sorprende con elevados saltos de agua como este de la Chorrera del Lanchón. La ruta, lo vais viendo, está muy bien señalizada, de principio a fin.
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Entramos ahora una de las partes más bellas de la ruta, una hondonada que el agua ha ido excavando en la piedra, mientras caminamos por un sendero de piedra en la ladera de Los Portales.
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Cantos rodados, pozas de agua cristalina que invitan al baño, saltos de agua; un desnivel que vamos remontando poco a poco.
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Es un ascenso suave, pero continuado por las faldas del pico de la Camocha, el sendero es estrecho y de piedra.
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Y no estamos solos, las cumbres de Gredos son refugio de la cabra, el íbice ibérico o cabra montés (Capra pyrenaica), en la actualidad hay en torno a 3.500 unidades. Las hembras viven en manadas separadas de los machos y son mucho más pequeñas.

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Seguimos cubriendo la distancia hasta la cima por el paraje de Regajalloso, mientras atravesamos la pequeña garganta del Horco de Arriba.

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Un paisaje que empequeñece, estamos a 1.700 metros de altura, encima de nosotros la montaña se eleva hasta los 2.200 metros, en el Pelado de Bernardo; nosotros dejamos huella en la Cuerda del Cerrojo antes de descender suavemente para cruzar la garganta hacia la otra orilla.

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El arroyo de Bajohondillo, antes de diluirse en la garganta, deja este salto de agua

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Una pequeña choza de pastores, ahora refugio, sale a nuestro encuentro; ascendemos mientras ya queda roca y matorral.

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Parece que por estos parajes nadie hubiese tocado nada, la presencia humana no es visible… a primera vista.

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Porque al cabo descubres la actividad del hombre, una antigua explotación minera, imagino en condiciones más que duras a esta altura de la montaña. Mina de Blenda, de la que quedan algunos restos de construcciones y antigua maquinaria.

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Dejamos la barrera del Bajohondillo flanqueados por el Canchal de la Mentira.

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Al fondo ya vemos La Covacha, justo debajo se oculta la Laguna, aún queda nieve a pesar de las alturas de primavera que elegimos para realizar la ruta.

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Este refugio es utilizado por montañeros y escaladores que se pierden en esta montaña varios días, cuando nosotros pasamos había gente.

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Un último esfuerzo, ascendemos por Las Hoyuelas buscando la Laguna.

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Más cerca el pico del Juraco y la Portilla Honda.

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Atrás dejamos este pequeño valle recorrido por la Garganta de los Caballeros, las cumbres de la derecha marcan la Frontera entre Castilla León y Extremadura.

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Y llegamos, 13 kilómetros y medio y cinco horas después, la Laguna de los Caballeros está a la vista. Una de las lagunas más solitaria de Gredos, situada a 2.000 metros.

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Y no estamos solos, las sempiternas cabras, incómodas por nuestra presencia, corren a esconderse.

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El calor a esta hora es sofocante pero el agua, tentadora, está apenas a unos grados, mojarse los pies y salir rápido mientras disfrutamos de un pequeño descanso y un merecido refrigerio.

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Es hora de relajarse y disfrutar del paisaje, tranquilos tras el esfuerzo y comentando el camino (ahora no pensamos en la bajada)

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Los más atrevidos se encaraman hasta la Covacha para avistar Extremadura, al otro lado. Incansables.

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En este pequeño jardín dan ganas de quedarse, pero quedan 13 kilómetros hasta regresar a Navalguijo. Y en la montaña los descensos son temibles pues castigan las rodillas.

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Regresamos, los primeros metros pesan más tras quedarnos parados y fríos un rato, pero el camino te obliga a entrar en calor.

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La Garganta de los Caballeros, generosa en agua por la nieve, los regatos y arroyos, nos acompaña en la bajada, desandamos el camino más rápidos en el descenso y pensando en llegar. El regreso se hace largo y tedioso.

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Después de tres horas de camino, volvemos a atisbar el bosque, la vegetación frondosa de los prados más bajos, ahora es cuando parece que llegas…. y no llegas nunca.

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Al final cuando te deshaces de las botas, buscas el agua (nada más porque en Navalguijo no hay ni bares) queda tiempo para la sonrisa, inmontalizar el instante, casi sin fuerzas.

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Atrás queda la Laguna de los Caballeros, con una foto de familia para el recuerdo; mañana dolerán los pies, nada que no se cure con una buena imagen para los restos

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 En senderismo cuando has pisado Gredos, estás obligado a volver cada año, es como un pacto tácito, algo que se pega a la sangre y te acompaña en cada ruta, es como si una voz te llamase; cuando logras el objetivo y vuelves a la rutina entiendes las razones de esos montañeros de grandes proezas que siempre que les preguntan por qué vuelves, contestan: «porque me llama la montaña». Cuando has oído esa voz, no logras desprenderte de ella. Es dogma, tan cierto como que cada año regresamos a la cumbre.-

                                                                                                                                          ©vicentepozas2013