Ruta por Santa Marta de Magasca

por Oct 19, 2012Cáceres, Ruta Senderista0 Comentarios

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En esta ocasión recorremos la penillanura cacereña, nos trasladamos hasta la localidad de Santa Marta Magasca, un pequeño pueblo que marca los límites entre los Llanos de Cáceres y las dehesas de los ríos Tamuja y Magasca que darán paso a los berrocales trujillanos; nos situamos entre ambas ciudades, Cáceres y Trujillo, dos enclaves históricos que nos garantizan amplia cobertura hotelera un paisaje que nos llevará a transitar por una zona en la que son característicos los denominados ‘dientes de lobo’, formaciones graníticas que surgen del suelo semejantes a dentaduras de animal. Es una ruta sencilla, apenas 16 kilómetros pero con enclaves muy diferentes.

La ruta la hicimos con el grupo de senderismo Catelsa Cáceres, auspiciada por el ayuntamiento de Santa Marta que nos recibió con un magnifico desayuno en la Casa Rural Municipal para darnos los buenos días.

Tras el reconfortante café y los dulces del pueblo -margaritas, roscas, coquillos y magdalenas- nos reunimos en la pequeña plaza magasqueña para iniciar el recorrido.

Tras atravesar unas pocas calles, salimos del núcleo urbano por la zona de la Casa de los Hoyos.

Unos pocos metros por una carretera comarcal que abandonaremos de inmediato.

Giramos a la derecha para tomar hacia la Fuente de la Dehesa, una zona en la que se encuentra la dehesa boyal, con mucha ganadería donde se haya la Casa de los Hoyos
Entre pequeños cerros descendemos junto a una pequeña depresión denominada Vertiente de la Quicia que nos lleva hasta el río, zonas por las que, en otoños e inviernos lluviosos, baja el agua abundante. No es el caso.

Así llegamos hasta el río Magasca, domado como casi todos, por las presas que controlan su cauce

En los ríos extremeños los galápagos son los bañistas espontáneos de las rocas de sus orillas. Este fue pillado por sorpresa, no tardó en refugiarse en el agua.

Al dejar el cauce del río observamos el paisaje de dehesa abundante por el que venimos caminando y parte de la carretera que conecta los pueblos de la comarca; muy recomendables para recorrer en coche.

Esta dehesa recibe el nombre de Valdeacebuche porque son muchos lo árboles de este tipo que se mezclan con encinas y alcornoques. Acebuche es el árbol de la primera fotografía.

Estos son llamados dientes de lobo muy comunes en toda esta zona de especial protección de aves

Le dehesa es ganadera, si no no sería dehesa, en compañía del ganado vacuno, el más común en estos parajes atravesamos la zona La linde

Las vacas dejan estas instantáneas cuando pasamos, quien más quien menos se asusta por su cercanía y los mugidos. En realidad están a lo suyo.

Lo mejor del camino es la compañía, los amigos, la charla y lo agradable que es escuchar a la gente del lugar recordadndo sus vivencias

Tierras de labor, huellas de trabajo, de otra vida y otro tiempo, no siempre el campo fue sencillo

Caminamos hacia el cortijo de Valdeacebuche, justo antes de atravesar la carretera comarcal y encarar de nuevo el pueblo de Santa Marta de Magasca.

A lo lejos surge la figura del pueblo, entre él y nosotros queda el curso del río, aunque no lo parezca

Caminamos por la dehesa boyal, por el camino Torrecilla junto al cortijo de Revilla, en paraje castigado donde la dehesa es apenas un suspiro

Las cabañas vacunas son como público a los lados del camino, cualquier depresión donde se acumula la hierba por el agua es aprovechado para alimentarse

Es tiempo de curar las encinas, tiempo de poda, tiempo de leña

De nuevo descendemos buscando la hondonada que protege las aguas del Magasca

Los viejos puentes que unían los pueblos cuando no existían carreteras, y caminos y bestias eran la única manera de llegar a los sitios

Lugar ideal, junto a la orilla, para un pequeño tentempié con el que reponer fuerzas.

Luisa espera al fotógrafo, paciente, acostumbrada a que me pare continuamente a lo largo del camino. Ascendemos.

El arroyo de Pascualete que llena el pantano del que bebe Santa Marta.

Así encaramos la última parte en Cañada Honda antes de encontrarnos con el último cortijo, el de Valdehonduras

Imponente la figura del toro charolé que no pierde ojo a estos extraños que pisan sus dominios

El resto de la familia reposa tranquila cerca del mediodía, algún choto curisoso se atreve a mirarnos, tal vez desafiante, ensayando poses para años de dominio

Nosotros retornamos a la plaza de Santa Marta de Magasca, su empedrado y este pequeño monumento nos reciben tras recorrer unos alrededores llenos de sorpresas

Los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes están declarados zona de especial proteccción de aves (ZEPA), se merecen una distinción que reconocen la riqueza que atesoran, los huecos de dehesa, riveras, llanos y depresiones que guardan entre encinas, alcornoques, acebuches y dientes de lobo. Magia.

Un paseo delicioso en un rincón de leyenda. Santa Marta de Magasca. Nos quedamos el recuerdo

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