Ruta de Botija. El castro celta de Villasviejas del Tamuja

por May 14, 2010Comarca de Montánchez, Ruta Senderista0 Comentarios

En esta ocasión nos trasladamos por la llamada carretera de Las Torres o carretera de Cáceres a Miajadas, oficialmente la EX-206, hasta la localidad de Botija, un pequeño pueblo situado en el interior de la Penillanura cacereño-trujillana, en el centro aproximado del triángulo formado por Cáceres, Trujillo y Mérida. Un municipio que disfruta de una de las dehesas boyales más importantes de la comarca Montanchez Trujillo y que pertenece al grupo local de desarrollo ADISMONTA; en esta dehesa se dan distintos tipos de paisajes relacionados entre sí por el ganado como el monte, donde abundan el matorral mediterráneo (jaras, retamas, lavanda) mezclado con encinas y los pastos que se deben al clareado del matorral y del arbolado, así como a la acción del ganado.

Nosotros buscamos una de las muchas joyas que conserva la localidad, está situada a unos dos kilómetros de Botija, y se trata de un yacimiento arqueológico de la Segunda Edad del Hierro, Tamusia, conocido hoy como Villasviejas del Tamuja. Puentes medievales, murallas, zahúrdas, molinos, todo en poco más de 14 kilómetros que comenzamos con la satisfacción de que al terminar nuestro paseo nos espera la degustación de la Torta del Casar en la Quesería Tamussia, en el propio pueblo. Andando…

La primera de la sorpresas llega al poco de iniciar la ruta cuando aparecen ante nosotros las primeras zahúrdas, las casitas de los cerdos.

Estamos en la dehesa boyal del municipio, las zahúrdas están construidas con lajas de pizarra y la techumbre de ramaje, su utilidad fue la de albergar el ganado porcino en estado de semimontanera.

En medio de la dehesa boyal, el río Tamuja que se cruzará varias veces en nuestro camino.

Tierra de pizarra, piedra que se utiliza para su construcción

Al fotografiarnos junto a ellas, podéis ver su tamaño…

Estas zahúrdas, o cochiqueras como se las conoce en otros lugares, tenían varios compartimentos, están formadas por un habitáculo para que se refugie el ganado y de un corral. Este mismo tipo de zahúrdas, las encontramos en otras dehesas boyales de municipios extremeños, como el de Montehermoso o la de la Comarca de Las Villuercas.

Al dejar la dehesa boyal hay que volver a cruzar el Tamuja, ahora por el denominado Puente Viejo

El Puente Viejo data de los siglos XVI-XVII. Está construido a dos vertientes y posee 3 ojos siendo el central más ancho con tres arcos de medio punto y presenta marcas de canteros tallados en los sillares de granitos. Presenta a cada lado una serie de huecos de forma cuadrada y rectangular encima de los tres tajamares con la finalidad de que en la fuertes crecidas del río el agua discurra con más fluidez.

La dehesa en Extremadura tiene vida propia.

La muralla del antiguo castro celta nos saluda…

Nos disponemos a rodearlo para acceder a él y la dehesa no deja de mostrarse inmensa…

El castro se encuentra junto a una de las orillas del río Tamuja, buscando y usando el agua.

Tamussia o el castro de Villasviejas del Tamuja, como es conocido, está formado por dos recintos fortificados de la 2ª Edad del Hierro del S. IV a.C.- I a.C. En las inmediaciones se hallan dos necrópolis de cremación y minas de Plata y Plomo.

Las excavaciones que se llevaron a cabo han dejado al descubierto varias zonas del poblado, incluido un pequeño anfiteatro.

No está muy señalizado pero si llegáis hasta él, no es difícil porque el camino es amplio, disfrutaréis de la visita.

Este camino conduce hacia la zona de las minas y la necrópolis

En esta zona también se han desenterrado restos arqueológicos

Dejando la zona más abrupta y el poblado, la dehesa vuelve a la normalidad

Es zona de muchas ovejas puesto que está dentro de la Denominación de Origen Protegida del queso Torta del Casar.

La pizara aquí se sigue utilizando para todo

En este camino de fincas y ganadería nos encontramos hermosos ejemplares de encina

Ya sabéis que en el campo no se tira nada, los que tenéis alguna pequeña finca o parcela lo sabéis por experiencia.

A estos pequeños puentes les llaman ‘pasaeras’ (porque son para pasar o cruzar el río por las pasás), creo que esta es la que llaman la pasaera de los bueyes
Son de granito, pero su longitud y altura da idea de cómo debe bajar el río en inviernos como el del 2010, cuando corre el agua con ganas.

Nosotros fuimos en un otoño seco y el río prácticamente se podía atravesar a pie.

La chimenea de un viejo horno hoy es una gran colonia de cigüeñas

En la ruta encontramos mucho molinos, la mayoría se remontan al siglo XVIII, y utilizaban un sistema de presa o pesquera. Se usaban para moler el trigo y fabricar harina con ayuda de la fuerza del agua.

Hoy sus restos están banstante abandonados

Esta es la presa o pesquera que permitá canalizar el agua.

Las nuevas cosntrucciones agrarias siguen utilizando y aprovechando la piedra natural.

Nosotros terminanos la ruta y nos adentramos en la fábrica de quesos Tamussia, cuyo nombre hace referencia al poblado vetón

Las tortas se siguen fabricando al estilo tradicional, aunque incorporan nueva tecnología como las cámaras frigoríficas para asegurar una curación adecuada, el resultado es excelente. Si quereis saber más: http://www.tamussia.com/
La quesería la han puesto en pie Laura y Jacinto un matrimonio muy agradable que hace poco más de un año decidieron cambiar de vida. Abandonaron Madrid, hartos de la ajetreada vida de la gran ciudad y decidieron buscar un lugar donde el tiempo fuera más despacio. Así llegaron a Botija el pueblo de él y han ganado en calidad claro. A nosotros nos trataron como a reyes. Después de una agradable degustación, dimos cuenta de sus exquisitos productos e hicimos acopio de buenos quesos.

Dejamos la quesería y nos adentramos en el pueblo a refrescar la garganta. Si sois golosos nos os vayáis sin probar los dulces, Botija es conocida por los maestros dulceros que elaboran artesanalmente calabazate, turrón, caramelos…
Nosotros nos marchamos hacia la ciudad y su ruido, pero con la satisfacción y la convicción de que cada uno de los rincones de esta región esconde secretos de civilizaciones pasadas, algunas como en este caso con casi 3.000 años, que ya escogieron esta tierra para vivir en ella.
Por ello, y desde el respeto, las gentes del Club de Senderismo Catelsa seguimos recorriendo caminos y fabricando recuerdos.